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¿Ni aunque...? por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Bueno, aquí está la razón del odio que tiene Goku con la vida….

 

3

“S”, el admirador secreto.

La razón de un odio.

 

 

Ya lo había decidido, estaba completamente dispuesto a rechazarlo. ¿Por qué? Simple: lo odiaba. Odiaba que llegara sólo a quitarle sus triunfos, sus logros, que consiguiera fácilmente lo que a él le costaba demasiado.

     —Ah, eso—dijo el más bajo—. Me alegra que lo menciones, de eso quería hablarte. Pensaba buscarte en tu casa, ya que debo ir a casa de un amigo y me queda de paso. Creía que te quedarías a descansar, ¿por qué viniste, Kakarotto?

     —¿Sabes dónde vivo? —preguntó seriamente. No le agradaba la idea de que su rival supiera la ubicación de su hogar.

     —Sí, de hecho he visitado algunas veces a Raditz, pero en esas ocasiones tú nunca estabas… En fin, realmente creí que descansarías. Te escuchabas muy agitado, ¿estás bien?—insistió en saber el porqué de no haberse quedado a guardar reposo siéndole necesario.

     —Sí, lo estoy… Saiyan, tenemos que hablar sobre aquella carta—dictó. El más bajo suspiró.

     —De hecho, también creo que es necesario… Milk ya me volvió loco…—comentó.

     Esa respuesta por parte del de cabellera en forma de flama lo descolocó. ¿Milk? ¿Qué tenía que ver ella en todo eso? ¿Qué tenía que ver esa chica en que estaba a unos segundos de rechazarlo de la forma más cruel que se le ocurriera a modo de venganza por todo lo que él le había hecho?

     —¿Milk? —cuestionó, su desconcierto era demasiado evidente en su rostro: había iniciado la conversación con un ceño fruncido muy remarcado y ahora sus cejas estaban algo alzadas.

     —Sí, está ansiosa por saber tu respuesta—contestó.

     ¿Respuesta? ¿Acaso a la pelinegra le interesaba demasiado si él y Vegeta iniciaban una relación? Goku se sentía completamente fuera de lugar, no comprendía por qué la mencionaba ni qué tenía que ver en todo aquello.

     —¿Y bien? —preguntó. Pero no obtuvo respuesta, sólo veía que el menor se sentaba y veía al suelo con una expresión pensativa—. ¿Kakarotto?—llamó, pero seguía en la misma posición—. ¿Qué decía la carta que te mandó?—preguntó.

     “Mandó”, ese verbo estaba en tercera persona. “Milk”, “mandó”, “me volvió loco”, “está ansiosa por saber tu respuesta”, esas pocas palabras se fueron colocando correctamente en su cabeza, al punto de que por fin entendió todo.

     —La carta… ¿era de Milk?—su mente estaba intentando canalizar esa nueva información que llegaba a sus oídos.

     —Sí, pero ¿por qué pones esa cara?—preguntó. Luego bufó molesto—. No me digas que la muy idiota no le puso su nombre—el silencio del menor le dio la razón—. Esa idiota…

     Mientras Vegeta maldecía hacia sus adentros, Goku seguía pensativo. Ahora todo tenía más sentido: el papel rosa, el aroma a flores, la tinta morada, los corazones de los puntos… Y, eso de estar cerca cuando entrenaba, era porque ella entrenaba con el club de porristas a un lado de la cancha. Frunció el ceño y volteó a ver al de cabellera en forma de flama.

     —Entonces dásela de nuevo—le entregó el papel rosado. El mayor lo tomó—. A un amigo le gusta, y yo no tengo ni el menor interés en ella. Sólo dile que estoy interesado en alguien más.

     —¿Ahora soy el mensajero? —dijo con burla. Guardó la nota en el bolsillo de su chaqueta y colocó sus brazos detrás de su cabeza.

     —¿Por qué accediste? —preguntó de repente. En su interior sentía una extraña emoción, muy semejante a la desilusión.

     Sí, semejante, no podía ser eso, ¿verdad? Lo odiaba. Lo odió desde el momento en que llegó, lo odia en estos momentos, y lo odiará por el resto de su vida. Y eso jamás cambiaría.

     Pero en esos momentos, a pesar de ello, no se sentía tan molesto por estar a su lado. Quizá debía pasar tiempo así con él para que las ganas de querer ahorcarlo con sus propias manos se reduzcan cuando tengan que volver a liderar a sus equipos juntos.

     —De la nada llegó. Molestó demasiado tiempo hasta que me cansé y acepté sólo para que cerrara la boca y dejara de insistir—explicó.

     —Entiendo…—murmuró.

     Cayó en cuenta en ese momento de algo. ¿Por qué demonios creyó que fue Vegeta quien le envió la carta, si él salía con Broly? Se sentía tan estúpido luego de recordar eso.

     —Escuché que…—tenía que averiguarlo de una buena vez y quitarse todas las dudas de su cabeza—. Escuché que sales con Broly—mencionó en un tono ligeramente casual. Seguramente la respuesta le dolería en lo más profundo de su corazón, y no soportaría las ganas de salir corriendo de ahí para evitar golpearlo por quitarle al amor de su vida; pero creía que lo mejor era escuchar de sus labios la verdad.

     —Ah, eso… Siendo francos sí se me declaró—una espina clavándose en el interior una y otra vez, así sentía aquella punzada en su corazón el de cabellera alborotada—. Pero lo rechacé—agregó.

     —¿Rechazaste a Broly? —preguntó incrédulo. ¿Acaso fue capaz de negar ser novio de alguien tan guapo y apuesto como él? ¿Acaso se creía la gran cosa y lo consideraba como que “no estaba a su nivel”?

     —Sí… Aquí entre nos, sólo quería andar conmigo porque creía que era doncel—dijo. Al menor la sangre se le subió a la cabeza tan sólo escuchó eso, ¿acaso Vegeta era… doncel?

     —¿Y… lo eres? —preguntó con leve vergüenza, desviando su rostro hacia otro lado para que no notara sus mejillas rojas.

     —No. No lo soy. Pero ese malnacido creía que sí…—suspiró y observó al menor, que no le dirigía la mirada—. No tengo nada en contra de ellos, está claro… Pero considero que ninguno debería acercarse a él—dijo. El menor volteó a verlo con el ceño fruncido.

     —¿Por qué dices eso, Saiyan? —cuestionó. Estaba dispuesto a enfrentarlo con tal de que no hablara así de ese grupo de personas.

     ¿Acaso consideraba que ningún doncel estaba a la altura de Broly? Y si era así, ¿por qué Goku los defendería de Vegeta? Tal vez sólo por llevarle la contra a aquel cabeza de cerillo mal prendido.

     —No te fíes, Kakarotto. Sí, se ve muy agradable, y no niego que lo es. Pero en el fondo es un maldito pervertido de lo peor, ¿sabes por qué prefiere a los donceles? Citando sus palabras, “los donceles vírgenes son exquisitos por dentro, no hay nada mejor que desvirgarlos, la sangre ayuda a metérsela más adentro y ese lugar es muy apretado”—dijo. El menor seguía con su rostro rojo, aunque no podía creer las palabras que decía.

     —Mientes, Broly no es así…—defendería al muchacho del cual se había enamorado, sobre todo si se trataba de discutir contra ese cabeza de pincel.

     —¿No? —soltó una risilla—. Dime, Kakarotto, ¿acaso has hablado con él alguna vez?

     —No, pero…

     —Me alegro, no lo hagas. Él no es de fiar, tu hermano también lo conoció hace poco, pregúntale a él si lo que digo es verdad, ya que no quieres creerme…—le dedicó una media sonrisa, de esas que no solía dirigirle a casi nadie—. No te acerques a él, Kakarotto. No me perdonaría si te llega a hacer algo—agregó.

     El menor se indignó completamente.

     —¿Qué insinúas, Saiyan? Dijiste que prefiere donceles, y yo no lo soy—se puso de pie y lo vio con su ceño fruncido completamente marcado—. ¡No quiero que vuelvas a decir estupideces como esa!—exigió. El mayor asintió lentamente.

     —Bien, Kakarotto, no diré otra vez “estupideces” como esa… Pero mejor vuelve a sentarte, te ves mareado—pidió.

     El menor lo veía, pero a los pocos segundos empezó a sentir que todo daba vueltas. Se sostuvo de los casilleros para evitar caer.

     Vegeta se puso de pie y lo tomó de la cintura, lo sostuvo con fuerza al sentir el peso del más alto caer cada vez más sobre él. Lo colocó sobre la banca y lo obligó a recostarse. Posó su mano sobre su frente y la retiró casi al instante.

     —Tienes fiebre—le dijo—. Tengo la llave de la enfermería, te llevaré ahí para que reposes un poco.

     —Yo puedo ir solo—susurró. El mayor sonrió y con su mano le quitó el flequillo de su frente haciéndoselo hacia atrás.

     —Sí, Kakarotto, tú puedes…—le dio la razón. El menor fue cerrando los ojos. Así, el mayor coló su brazo por detrás de su espalda y por las corvas. Lo levantó y caminó hacia la enfermería.

 

***

 

—¿Mmm? —hizo un pequeño gesto de molestia mientras se incorporaba—. ¿Una camilla?—se preguntó. Luego sintió caer un paño que antes estaba en su cabeza, a su entrepierna—. ¿Y esto?—observó a su alrededor y notó al pelinegro en forma de flama sentado en una silla al revés con sus brazos sobre el respaldo y su cabeza apoyada en ellos—. Vegeta…

     Se quitó la sábana que lo cubría e intentó bajar de un brinco de la camilla, pero entonces sintió que sus piernas flaquearon y cayó de rodillas. El pelinegro más bajo levantó su cabeza e inmediatamente se dirigió hacia él. Lo ayudó a levantarse.

     —Quítame tus sucias manos de encima, Saiyan—demandó. El más alto, una vez comprobó que podía mantenerse, lo soltó y se alejó sólo dos pasos.

     —Llamé a tu hermano. Por la hora que es, creo que llegará en unos minutos—avisó.

     —No necesito tu lástima—dijo despectivamente. El mayor sólo suspiró.

     —Kakarotto, logré hacer que te bajara la fiebre, llevabas dos horas dormido. Dime la verdad, por favor, ¿cuándo fue la última vez que comiste algo?

     —Yo no tengo por qué darte explicaciones— dijo. Pero después sintió un fuerte dolor en el vientre bajo, colocó su mano ahí

     —¿Estás bien? —preguntó dando un paso adelante.

     —No me toques, Saiyan—pidió con voz grave y ronca sin despegar la vista del suelo.

     —Entiendo—fue lo único que respondió. Se volvió a sentar en la silla y revisó su celular—. Raditz acaba de enviarme un mensaje, llegará en una hora. ¿Quieres que vaya a comprarte algo a la tienda de enfrente?—el menor sólo negó—. Bueno, si no quieres comer, por lo menos descansa otro poco—pidió.

     —¿Tú… me cargaste? —preguntó en susurro sin poder dirigir su mirada al mayor.

     —Sí—respondió. Suspiró pesadamente—. Creí que podía ser algo peor, pero luego tu estómago rugió—soltó una risilla mientras el más alto sentía cómo el calor aumentaba en sus mejillas—. Toma—sacó del bolsillo de su chaqueta una barra de chocolate y se la extendió.

     —Hmph…—la tomó y le dio la espalda al mayor, para comer sin que pudiera verlo. Vegeta sólo sonrió ante esa acción.

     —Debía decirte que… hubo un inconveniente, nada grave, no te preocupes. Llegó Dodoria y… dijo que su equipo no podría participar este fin de semana, por lo que quiso recorrerlo al otro sábado—aclaró.

     —¿Aceptaste? —preguntó y volvió a morder el chocolate, sintiendo ese dulce sabor del cacao combinado con dulce de leche y nueces, saboreando aquella mezcla deliciosa de su dulce favorito.

     —Sí, y les advertí que no perderemos el tiempo. Lo toman o lo dejan. Si vuelven a cambiar la fecha, que se olviden de ser dignos de competir contra nosotros—dijo orgullosamente. El menor sonrió. Vegeta soltó aire y después guardó silencio.

     Cuando Goku terminó aquel dulce, tiró la envoltura en uno de los contenedores ahí dentro. Después se sentó en la orilla de la camilla.

     —Kakarotto—le llamó, captando su total atención—. Un chico… de cabello negro… habló conmigo esta mañana antes de que todos llegaran. Y… me preguntó por ti…—aclaró su garganta—. Me dijo que quería volver a hablar contigo como solían hacerlo antes.

     —¿Quién era? —preguntó arqueando una ceja—. Si lo vuelves a ver, ¿lo reconocerías?—añadió, haciéndose una idea de quién podría ser.

     —Sí, es de esta escuela, pero no quiere que revele quién es… Me pidió que te diera esto—le entregó un papel doblado y el menor lo tomó—. Al parecer con esto sabrás de quién hablo.

     Goku lo desdobló y comenzó a leer el contenido, al encontrarse una inicial al inicio que decía “S” junto con un símbolo raro que tenía una curva con dos picos en los extremos, en el centro de éste hacia adentro tenía dos pequeñas rayas, y de la de más arriba partían tres líneas en distintas direcciones pero simétricas que también tenían picos en los extremos.

 

Kakarotto:

¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última carta que te he enviado? Dos meses, quizá más. Dime, ¿creíste que me olvidé de ti? Para nada. Te veo tan centrado en tus equipos que no veo conveniente distraerte. Por qué no respondiste el último mensaje que te envié, ¿eh?

No hay noche que no piense en ti, te veo todos los días, y los fines de semana sólo deseo que vuelva a ser lunes para poder volver a verte. Te diría que “te deseo”, pero en realidad no es completamente así. Cuando alguien usa esa expresión se refiere sólo a lo sexual, pero yo te quiero para toda la vida. No te veo como una diversión pasajera, todo lo contrario. “Te deseo” a mi lado por el resto de mi vida.

Sé que quizás no debería enviarte mensajes de un correo anónimo, sé que pensarás que debo decírtelo directamente todo esto. Pero no lo hago, y no estoy seguro de si algún día lo haré. ¿Miedo? No, no es eso. Es que… sé que te decepcionarás al saber quién soy. Por eso prefiero seguir oculto hasta que pueda averiguar si algún día podría tener oportunidad contigo.

No tienes que mentir, sé que no me aceptarás sea quien sea, sé que las palabras bonitas muchas veces no son suficientes para poder enamorar a alguien, dudo que cuando me veas de frente y te declare mi amor correrás a mis brazos.

¿Me conoces? Sí, lo haces. ¿Me has hablado? Sí, muchas veces. ¿Sabes mi nombre? Sí, sí lo sabes.

Podría seguir escribiendo en este papel todo lo que pienso de ti, pero quiero posponerlo para después. Después de todo, este pensamiento no cambiará tan fácilmente. No, tal vez me equivoco, quizás mi admiración hacia ti aumente y te desee con mayor fuerza.

Perdón si ahora es lo único que puedo hacer para ti. Me duele no poder decirte directamente, cara a cara, que te amo, pero el amor que siento por ti está prohibido, tú seguramente amas a alguien más, pero en el corazón no puedo mandar, y él siempre te amará.

Antes de conocerte, estaba resignado a algo… En una de mis cartas anteriores te había mencionado mi situación, en la cual mi padre estaría dispuesto a obligarme a compartir el resto de mi vida con alguien aunque no sintiera nada por esa persona… Pero cuando te conocí, me di cuenta de que eso no es lo que quiero.

No quiero estar con alguien más, te quiero a ti. Estoy dispuesto a luchar contra quien sea si tú decides darme una oportunidad. Descubrí contigo que sí existe la perfección. Me di cuenta de que en el mundo hay personas que son capaces de despertar los sentimientos ocultos de alguien. Así que… no quiero resignarme a esa vida, quiero luchar hasta donde me des la oportunidad.

Espera mi próxima carta, por favor. Te la daré pronto. Y, depende de la situación, quizá te la entrego con mis propias manos.

Atte. S.

 

     Terminó de leer aquella carta y sonrió de medio lado, la guardó en su bolsillo y se acomodó sobre la camilla para dormir otro poco. Estaba más relajado luego de leer ello. ¿Hace cuánto que no le enviaba una carta “S”?, sí, dos meses más o menos.

     “¿Quién será?”, esa pregunta rondaba su mente siempre que recibía una nota por parte de él. Pero hasta ahora, pasados cuatro meses desde que empezó a recibir cartas de él, no había descubierto quién era el escritor de ellas.

     —¿Quién fue? —preguntó de repente. El mayor dejó su celular a un lado para voltear a verlo.

     —Disculpa, Kakarotto, pero me hizo prometer que no te diría quién era—sonrió de medio lado—. ¿Un amor tuyo?

     —Hmph. Eso no es de tu incumbencia—dijo con molestia.

     —De todos modos ese chico me dijo que sí y me contó todo—agregó, al menor sólo le resbaló una gotita de sudor—. Oculto por miedo a saber tu reacción, odiaría que lo despreciaras al saber quién es y que ha hecho un gran esfuerzo por que no te enteres de su identidad—dijo. Volvió a tomar su celular—. Sólo te digo que sí te he visto hablar con él, tiene cabello negro, y hay notable diferencia entre tu estatura y la de él.

     —¿Más alto? ¿Más bajo?—preguntó.

     —Eso ya no puedo decirlo—dijo. Cerró los ojos y abrió un poco la boca mientras hacía su cabeza hacia atrás—. ¡Achú!—estornudó cubriendo su boca con su antebrazo.

     —Tal vez no fue del todo buena idea eso de que vinieran aun con este clima—mencionó.

     —Mi hermano está enfermo y yo me encargo de cuidarlo mientras mis padres trabajan—aclaró.

     —De acuerdo, de todos modos, tómate algo. No quiero que seas una carga durante los entrenamientos—mencionó y se acomodó mejor entre las sábanas, cerró los ojos.

     El mayor sonrió al escuchar eso. Si bien estaba consciente de que (inexplicablemente) era odiado por Goku, ese tipo de frases lo hacían sentir como que el de cabellera alborotada se preocupaba, siquiera un poco, por él.

 

***

 

—¿Cuánto lleva dormido? —preguntó sosteniendo la puerta del auto de color rojo. Vegeta terminó de colocarlo sobre el asiento y le puso el cinturón de seguridad.

     —Durmió dos horas, luego despertó por unos minutos y se quedó dormido otra vez hasta que llegaste—le aclaró. Cerró la puerta del automóvil y se volteó hacia él.

     —Gracias por cuidarlo, en serio—dijo sinceramente. Suspiró pesadamente y vio hacia el cielo—. Sé que puedo confiar en ti, por eso te dije lo de aquella ocasión… Pero Kakarotto cada vez se siente más irritado a causa de ello. Déjalo respirar un poco y dale algo de ventaja, aunque sea esta semana, por favor—pidió. El de cabellera en forma de flama soltó una risilla.

     —Si no hago las cosas en serio, él se dará cuenta y me dirá que no quiere mi lástima.

     —Lo sé, pero no quisiera que se sobre exija demasiado…—apretó sus puños con impotencia. Caminó hacia atrás del vehículo y el menor lo siguió. Una vez lejos de que posiblemente el de cabellera alborotada llegase a escucharlos, continuó hablando—. Verás, hace una semana encontré unas pastillas en su habitación… son para evitar “eso” que le acompleja—confesó. El menor abrió los ojos a más no poder al escuchar eso.

     —¿Estás consciente de que si consume demasiado puede tener problemas de salud graves? —le dijo desesperado.

     —Lo sé, lo sé. Hablé con él, al parecer ni siquiera las había abierto, él quería esperar a que estuviera próxima la fecha para tomarlas... Se las confisqué, pero sé que está pensando en muchas cosas para evitarlo—explicó molesto.

     —Es una ventaja que tiene, no sé por qué no lo ve así—dijo y colocó sus brazos detrás de su cabeza—. En fin, no te preocupes, yo lo cuidaré hasta donde me dé oportunidad y… también intentaré hacerme más cercano a él para que se abra y quiera hablar conmigo, así lo haría entender—agregó.

     —Gracias… dime, ¿vas por rumbo a donde vivo? Puedo llevarte—invitó.

     —No, a decir verdad no. Debo ir a casa a cuidar a mi hermano, pero gracias. Nos vemos luego—comenzó a caminar por la calle.

     Raditz subió al auto, dio una última mirada a su hermano menor y suspiró pesadamente. Encendió el coche y lo puso en marcha.

 

***

 

—¿Dónde estoy? —murmuró y observó a su alrededor. Notó que era su habitación. Se sentó en la orilla de la cama—. Saiyan…—pensó con el ceño fruncido—. Debió haberme cargado de nuevo—un ligero sonrojo se divisó en sus mejillas al pensar en ello.

     Se puso de pie y observó la hora: el reloj marcaba las 5:47 P.M. Suspiró hondo y pensó en bajar a comer algo. Pero de pronto tuvo una extraña sensación, una que hace tiempo no tenía. Tomó su celular para revisar la fecha y miró con odio hacia la ventana.

     —De nuevo con la tortura…—pensó molesto. Se puso de pie y caminó al baño para tomar una ducha.

 

***

 

—Jajaja, en verdad eres un maldito pervertido—decía el de cabellera en forma de flama mientras Krillin les mostraba a él y a sus amigos unas bragas pertenecientes a una porrista.

     —Sigo sin entender cómo pudiste entrar sin que te vieran—dijo Yamcha.

     —Es que es demasiado enano y nadie lo ve—se burló Shapner. Todos rieron.

     —¡Oye! —se quejó. Vegeta volteó hacia la puerta y vio al pelinegro de cabellera alborotada llegando al aula. Se despidió de los chicos y se fue a sentar a un lado del menor.

     El docente llegó al aula y comenzaron las clases.

    

Pasaron varias horas, por fin podrían retirarse. Goku terminó el ejercicio encargado por el maestro y comenzó a guardar sus cosas.

     —Maldita sea, espero que sólo sea mi imaginación—pensó preocupado. Se puso de pie, tomó su mochila y caminó hacia la puerta.

     —Jajaja, Goku, estás todo manchado de atrás—se escuchó una estruendosa risa seguida de esas palabras, provocando la risa de muchas chicas ahí adentro.

     No mentía, el pantalón del Son estaba teñido de rojo en la parte posterior, delatando lo que era: un doncel.

     Goku abrió los ojos completamente. Empuñó sus manos con fuerza y salió rápidamente del aula, corrió hacia el baño.

     Vegeta tomó sus cosas y fue detrás de él, dejando atrás las risas de las chicas

 

***

 

Esto no puede estar pasando—pensaba desesperado. Llevaba varios minutos  sentado en la tapa del inodoro mientras se tocaba la cabeza, pensando una y otra vez en lo sucedido.

     —¡Kakarotto! —se escuchaba la voz del de cabellera en forma de flama, después el sonido de la puerta abriéndose estrepitosamente y finalmente cerrándose con seguro—. Kakarotto—la voz de Vegeta se oía al otro lado de la puerta.

     —¡Lárgate! —exigió.

     —Kakarotto, ¡escúchame!—pidió.

     —¡Escuchar ¿qué?!—gritó mientras lágrimas caían por sus mejillas, sentía una fuerte humillación.

     —Así que por esto era todo el esfuerzo, ¿te avergüenzas de ser doncel?—preguntó en voz calma. La puerta se abrió, dejando ver a Goku parado delante de él, se veía completamente abatido pero aun así conservaba su ceño fruncido.

     —¿Qué quieres que te diga, Saiyan? Toda mi vida he intentado ganarme el respeto para evitar esto. ¿Y qué gano?, ¿qué esa tipa me ridiculice frente a todos? Tú no sabes qué es sufrir cada mes por algo como esto. Tú no tienes idea de lo que es vivir lo que yo—dijo ya casi rompiendo en llanto.

     —Kakarotto, tranquilízate un poco…—le extendió su mano, en la cual había una cadena de plata con un dije en forma de llave. El menor, algo dudoso, la tomó—. Tienes razón Kakarotto, yo no sé qué se siente eso, pero… pero sí sé una cosa, y es que te has esforzado demasiado para llegar tan alto, te has ganado el respeto y admiración de muchos… incluyéndome…—dijo. Tomó la cadena y comenzó a caminar alrededor del menor, cuando estuvo detrás de él colocó la cadena alrededor de su cuello y la abrochó, luego se colocó de nuevo frente a él.

     —No necesito tu lástima, Saiyan—dijo con voz grave viéndolo con el ceño fruncido.

     —No es lástima, sólo digo la verdad—giró su rostro hacia un lado y suspiró—. Dime la verdad, ¿por qué te da vergüenza? Tienes grandes capacidades, has conseguido grandes logros, y puedes hacer grandes cosas.

     —…—el menor sólo vio hacia el suelo. No sabía cómo responderle, ¿acaso le confesaría que tenía miedo de que lo consideraran menos?, ¿de que le aterraba que lo compararan con una chica?, ¿o que lo excluyan sólo por ser diferente?

     —Sólo te diré una cosa, Kakarotto… Has hecho grandes cosas, te has ganado el respeto de todos. Sí, puedes quedar embarazado, pero eso no te hace menos hombre. Al contrario—soltó una risilla, provocando que el más alto lo viera—. Dicen que los hombres somos unos llorones, y que nos quejamos del cualquier dolor. Y, a diferencia de nosotros, las mujeres toleran más… No te confundas en lo que te digo. Tú sólo naciste con dos ventajas que ellas poseen: poder dar a luz, y soportar más que todos nosotros, y no por eso se te debe comparar con una, si eso es lo que te aterra—dijo. Colocó una mano sobre el hombro del menor—. Kakarotto, te has ganado mi respeto, porque siempre has sabido afrontar todas las dificultades que se te presentan. Lo has hecho siempre, y sé que seguirás haciéndolo… Es… un orgullo para mí haberte conocido y que pudieran darme la oportunidad de comandar un equipo a tu lado. Pero a veces no me siento digno porque…—tomó aire y vio al suelo. Calló, no podía seguir hablando, sentía un gran nerviosismo dentro de sí, jamás se imaginó teniendo que dar un discurso a alguien más y mucho menos de que admirara a esa persona.

     En cambio, Goku sólo lo veía sorprendido, ¿acaso diría lo que creía que diría? Ni él podía saberlo. Una duda rondó su mente, ¿por qué le había regalado esa cadena?, ¿por qué había ido a subirle el ánimo?, ¿Por qué era el único que fue a ver si se encontraba bien?

     ¿Acaso aquella duda que rondó su mente aquella ocasión no estaba tan alejada de la realidad como creía? ¿Acaso, en estas circunstancias, era posible?

     —Kakarotto, no me siento digno, porque hace tiempo yo entendí que…—suspiró hondamente y lo vio a los ojos—. Kakarotto, tú eres el número uno.

     ¿Acaso existía la posibilidad?

     ¿Acaso realmente le gustaba a Vegeta?

Notas finales:

Chan chan chan

Bueno, Goku se sentía mal por ser doncel, tenía miedo de que se burlaran de él T^T

¿Acaso sí le gusta a Veggie? Se sabrá próximamente, así como la reacción que podría tener.

¿Quién es “S”?

-Las pastillas* hacen referencia a aquellas que interrumpen el ciclo menstrual a modo anticonceptivo, las cuales, en su abuso, pueden provocar graves alteraciones en la salud.

Creo que es todo, en fin, nos leemos luego :D


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