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¿Ni aunque...? por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

Ya saben que aquí van excusas y explicaciones de por qué no actualicé antes. Como ya se las saben, no las volveré a poner.
Este capítulo es como ¿relleno? Lo bueno vendría el próximo.

4

Cercanía

 

—Bien, ya lo dije—cruzó sus brazos y desvió la mirada con vergüenza, mientras que un tenue color rosa se apreciaba en sus mejillas. Ni él creía que se atrevió a confesar aquellas palabras.

     —Saiyan... Gracias—susurró bajando la mirada al suelo.

     —Kakarotto, te propongo algo: esperar aquí hasta que todos salgan. En quince minutos posiblemente ya esté vacía la escuela—el más alto asintió y se recargó contra la barra de los lavabos.

     —Regalarán helados en la tienda de enfrente, yo creo que en diez minutos—bajó la vista y miró sus zapatos mientras cruzaba sus brazos—. Cualquiera diría que yo te gusto por las atenciones que estás teniendo conmigo—mencionó, quería sacarse esas dudas de la mente, ¿y qué mejor que él, negándolo o aceptándolo?

     —Cualquiera diría también que eres el doncel más apuesto del mundo, y no por eso te lo echo en cara—el menor se sonrojó.

     —No digas esa palabra—susurró—. No me gusta.

     —Está bien, no la diré...

     Los minutos siguieron en silencio. Vegeta se sentó en la barra y jugó un poco en el celular para no incomodar al menor con su mirada, además de que sabía que necesitaba silencio y espacio para terminar de analizar lo ocurrido. El de cabellera en punta apagó la pantalla de su teléfono y bajó de un brinco después de un rato.

     —Iré a ver—avisó y salió.

     Goku limpió las últimas lágrimas y tomó aire. Tenía que superarlo, ¿cierto? No porque todo mundo se enteró de que era doncel (de la manera más humillante posible) su vida se vendría abajo. Tomó aquel dije en forma de llave y lo apretó entre sus dedos, necesitaba algo que no tenía ante esto: valor.

     —Bien dicen que si dices "helados gratis" todos irán a ti—entró con una sonrisa y lo tomó del hombro—. Vamos al vestidor, puedes ducharte y cambiarte.

     —Sí, sólo dame un minuto—pidió volteando su cabeza al lado contrario.

     —Kakarotto—se posicionó delante de él y lo tomó de la barbilla, obligándolo a mirarlo—. No te atormentes más. Fue un mal momento, pero no se acabará el mundo sólo por esto. Eres alguien fuerte, tienes que superarlo—limpió las lágrimas que le quedaban y Goku, tras un suspiro, sonrió.

     Vegeta se separó y se quitó la sudadera. Se la colocó alrededor de la cintura, de modo que su parte posterior fuera completamente cubierta. El menor, al sentirse protegido, salió junto con Saiyan; caminaron lentamente hacia los vestidores sin llamar la atención, sólo parecían dos chicos caminando tranquilamente por un pasillo luego de un arduo día de estudios. Sólo había pocos estudiantes, se sentía tan solitario todo.

     Al llegar, Vegeta sacó la llave de los vestidores y abrió la puerta, dejó que Goku entrara primero y cerró después de entrar él también. El Son dejó su mochila sobre una banca cerca de las regaderas y se metió al pequeño cubículo. Vegeta se sentó en la banca y colocó su mochila al lado de la de Goku.

     —Saiyan, ¿podrías traerme ropa? Tengo un cambio completo en mi casillero, la llave está en el bolsillo lateral—habló desde adentro.

     —Sí—accedió, sabiendo que la incomodidad que él sentía era tanta que ya no aguantaba estar más con esa humedad en sus partes bajas.

     Al caminar hacia la sección de vestidores pudo escuchar el clásico sonido del cinturón siendo desabrochado y de la ropa cayendo al suelo. Sacudió la cabeza y fue a hacer lo que le pidió. Al sacar aquel cambio, cerró de nuevo y volvió con él.

     —Ya, ¿quieres que te lo pase?

     —Sólo el bóxer—pidió desde adentro. Sacó su mano por la puerta luego de abrirla sólo un poco, su mano se veía mojada y con unas gotitas de agua todavía escurriendo.  

     El de cabellera en punta se lo pasó, y también la toalla de baño para que se secara cuando terminara. El lugar se llenó de un olor a jabón y de vapor por el agua caliente. Sacó un libro y un lápiz y decidió avanzar a sus deberes, para que el menor no sintiera que lo estaba acosando si seguía sin hacer nada. Luego de unos minutos se dejó de escuchar el agua cayendo, al silencio momentáneo se le sumó la voz del menor.

     —Ehm... Saiyan...—el aludido volteó a ver hacia la puerta y, tras no oír nada más, se acercó. Se dio cuenta de que la puerta otra vez estaba entreabierta. Dudoso, se acercó otro poco, y lo notó asomándose levemente, su rostro estaba enrojecido y tenía una clara expresión de vergüenza—. Yo... necesito...

     No entendía nada. Se acercó a él, pero el menor, por la pena, no hablaba. Ni siquiera porque en los vestidores sólo estaban ellos dos solos. Lo observó en silencio hasta que cayó en cuenta a qué se refería.

     —Ah, sí, descuida. Iré a enfermería y te traeré una. Cerraré por fuera para que nadie venga y te moleste—le dedicó una mirada serena y se alejó, para ir a la puerta.

     A pesar de la distancia, pudo escuchar perfectamente un tímido "gracias" por parte de él antes de salir. Cerró y caminó por los pasillos, con un ligero sonrojo en sus mejillas por lo que tenía que hacer. Era como... una pareja... que iba por las necesidades de la otra persona.

     —¿Puedo pasar? —preguntó asomándose por la puerta. La mujer de cabellera rubia asintió con una sonrisa.

     —¡Oh! ¡Claro que sí! ¿Y qué te trae por aquí, Vegeta? ¿No quieres un pastelillo? —le mostró una charola de plástico llena de pastelitos con crema.

     —No, gracias.

     —¡Pero mira que apuesto estás! Y te ves muy lindo con los cachetes rojos—le presionó las mejillas con poco cuidado.

     —Sí, gracias. Vine porque necesito—calló y aclaró su garganta—. Toallas sanitarias... de doncel...

     —Oh...—fue obvia la baja en la emoción de ella—. Son para Goku, ¿verdad?

     —¿Por qué sugiere? —se sentó en una silla frente al escritorio mientras ella iba a buscar lo pedido.

     —Se extendió el rumor. Se enteró incluso el director—abrió un cajón que estaba colgado en la pared—. Vino para ver los expedientes y llamó a sus padres. Como no estaban disponibles para venir, vendrá su hermano mayor. Llegará en una hora. Ahora mismo el director está buscando a Goku para avisarle.

     —Está en los vestidores—suspiró—. Sigue algo impactado por lo sucedido.

     —Es un muchacho fuerte, lo superará—sacó varios paquetes de ahí y los colocó sobre el escritorio—. ¿Nocturna, con alas o sin alas?

     El pelinegro se quedó callado al oír eso. Analizó cada palabra sin entender nada; abrió su boca, pero las palabras no salieron.

     —La que no tenga pierde, no tengo ni idea de qué es lo que necesita—respondió algo confundido.

     —Está bien—abrió un paquete y le entregó una.

     —Gracias.

     Observó aquel paquetito, parecía que contenía un colchoncito suave como algodón dentro, además desprendía un aroma a manzanilla. La guardó en su bolsillo.

     —Adiós, gracias por todo.

     —Adiós, y dile al guapo de Goku que puede venir si lo necesita... O si quiere pastelillos, ¡están deliciosos!

     El menor salió y volvió al vestidor. Al entrar se acercó a la ducha y le extendió el encargo.

     —Antes de que te molestes, ni siquiera sé qué te traje. No sé de esto y le pedí sugerencia a la enfermera—aclaró.

    —Está bien—pese a que no lo veía, sabía que él tenía en esos momentos sus mejillas sonrojadas.

     Vegeta se sentó y siguió contestando los ejercicios de matemáticas. Estaba algo acalorado por aquel vapor (y por la pena, claro está), pero no quería ser descortés e irse, por lo que se mantuvo firme.

     Goku salió únicamente en bóxers, secaba su cabellera sensualmente sin que esa fuera su intención. Vio a Vegeta concentrado en lo suyo, así que se vistió ahí mismo. Caminó hacia los casilleros y sacó su maleta deportiva, para guardar lo que vestía esa mañana "trágica" y lavarlo en casa. Se sentó en la banca y se abrazó a sí mismo flexionando sus rodillas.

     —Kakarotto, la enfermera me dijo que te busca el director. Llamó a tus padres, Raditz vendrá en una hora—soltó aire y guardó el libro, para verlo con seriedad—. Se extendió la noticia.

     —Era obvio—murmuró con desprecio.

     —Cálmate... Era inevitable—se acercó y colocó su mano sobre su hombro—. Deja de culparte o atormentarte. Todo saldrá bien.

     —Saiyan—susurró. Levantó la mirada y bajó sus pies, acortó la distancia que quedaba y lo abrazó, ocultando su rostro en su hombro. El más bajo correspondió el gesto, sentía el tembloroso cuerpo del menor aferrándose a él.

     —Tranquilo—acarició su espalda a modo de consuelo.

     Se escuchó cómo giraban la perilla, pero por el seguro en la puerta no pudieron abrirla. Así aquella persona forcejeó un poco. Vegeta se separó del menor y fue a abrir, dejando verlo únicamente a él, para evitar un encuentro incómodo para Goku.

     —¿Director? —murmuró—. ¿Sucede algo?

     —¿Aquí está Son Goku? —preguntó adentrándose, el menor no pudo evitarle el paso.

     —Así es—dijo finalmente luego de volver a cerrar.

     —Creí haber aclarado que les daba la llave del lugar para usarse únicamente por entrenamientos y emergencias—dijo con voz severa.

     —Pff, esto era una emergencia—replicó. Llegaron a donde estaba el menor, que lucía ido, como si pensara en nada. Su mirada estaba perdida en el frente y su respiración era demasiado calma, que no se distinguía el subir y bajar de su pecho.

     —Señor Goku, ¿cómo se encuentra? Me enteré de su pequeño incidente en el salón de clases—habló manteniéndose de pie. Vegeta, para darle un poco de apoyo, se sentó a su lado. La mirada del pelinegro se posó sobre el adulto, que esperaba una respuesta.

     —Yo... estoy bien—susurró y apretó sus puños fuertemente—. No es nada.

     —Me permití llamarle a su familia, su hermano mayor será quien venga por usted para acompañarlo a casa. También lo estuve pensando y, si usted así lo cree mejor, puede faltar el resto de la semana. Tendrá justificante, no se preocupe, hablaré yo mismo con sus maestros.

     Pero el menor no contestó. Sólo volvió a bajar la mirada, observando detenidamente sus zapatos. En su mente aún continuaban aquellas risas burlonas, hacían eco una y otra vez.

     Sacudió la cabeza y volteó a ver hacia adelante, ya no estaba el director frente a él, ni siquiera se había percatado de qué momento se fue o de cuánto tiempo permaneció así.

    —¿Saiyan? —llamó al no verlo a su alrededor.

    —¿Sí, Kakarotto? —salió del fondo con un suéter a medio colocar, lo bajó y se lo acomodó.

     —No... nada...—dijo y volvió a bajar la mirada.

     —La enfermera Panchy me pidió que te dijera que tiene pastelillos, por si quieres ir por uno—se sentó a su lado nuevamente y estiró sus brazos—. Dijo "dile al guapo de Goku que venga si lo necesita... o si quiere pastelillos, ¡están deliciosos!"—imitó el tono de la mujer, consiguiendo que el menor sonriera.

    —Siempre me dice guapo o apuesto, como a todos. Es una persona muy dulce—comentó.

     —Ella es así desde el primer día que llegó—bostezó un poco y apoyó su mentón en su puño, su pierna estaba flexionada y su codo reposaba en su rodilla.

     —Lo recuerdo... Saiyan, quiero que te hagas cargo del equipo esta semana, volveré a entrenar el domingo, ¿está bien? —dijo con voz seria y su mirada perdida.

     —Sí, yo me haré cargo... Aunque me gustaría decir algo, siempre y cuando no te lo vayas a tomar a mal.

     —Sólo dilo—volteó a verlo, su mirada no era severa ni dura, era calma y algo pensativa.

    —Kakarotto, estoy consciente de que "esto" te pasa desde, no sé, los doce o trece años. Y desde que te conozco nunca habías mostrado debilidad o que te afectara para algo, todos los días del año mostrabas gran capacidad para todo.

     —Antes nadie lo sabía—interrumpió.

     —¿Y en qué afecta que lo sepan a tus habilidades?

     —No empieces tú también, Saiyan. No lo entenderías... Suficiente tengo con mi familia—el mayor guardó silencio unos segundos, luego sonrió.

     —Está bien, no lo haré. Pero me gustaría que tuvieras la confianza para hablar conmigo. Es decir, hace mucho que nos conocimos, pero casi nunca charlamos...

     —¿A qué hora vendrá Raditz? —cambió drásticamente la conversación. El mayor, resignado, accedió.

     —Ya está afuera, no quise interrumpir tus pensamientos.

 

***

 

Raditz estaba en la entrada de la escuela, esperaba pacientemente que su hermano saliera. Claro, no lo iba a presionar, aunque sí estaba preocupado. ¿Cómo no estarlo? Si estaba a mitad de una clase cuando su padre le llamó, y, después de pedir permiso a la maestra, contestó afuera del aula; su papá le dijo que llamó el director y le avisó que Goku tuvo un incidente. Y con ese tipo de incidente era obvio que iría inmediatamente. Por ello terminó aquella clase que era la última del día y condujo a la preparatoria.

     Lo vio salir, vestía ropa distinta a la que llevaba esa mañana y cargaba una maleta deportiva aparte de su mochila. Caminó hacia él, notaba claramente aquel ceño fruncido de incomodidad y su rostro estaba algo enrojecido.

     —Kakarotto, ¿todo bien? —se detuvo mientras él continuaba caminando. Sintió aquel choque de sus hombros lleno de resentimiento, como si en lugar de un accidente fuera un intento de derribarlo. Bajó la mirada y suspiró, Vegeta se acercó a él—. ¿Qué tan grave fue?

     —Posiblemente toda la escuela ya lo sabe—el mayor se giró hacia el auto y vio que Goku yacía sentado en el lugar del copiloto con sus brazos cruzados sobre su pecho—. Ehm... se manchó, y Mai lo dijo. Todos voltearon a verlo y algunas mujeres se rieron.

     —Maldita sea—suspiró frustrado—. Ya estaba comenzando a aceptarlo.

     —No lo hacía, seguramente sólo disimulaba... Raditz, Kakarotto puede faltar el resto de la semana, el director le concedió justificante por esto.

    —...—soltó aire—. Gracias por todo, amigo. ¿Vas por aquel rumbo?

     —No, iré a ver a mi hermanito, jugará béisbol—cerró su chaqueta y guardó sus manos en sus bolsillos—. Ya voy quince minutos tarde, debo correr. Nos vemos.

     El de cabellera en punta terminó de despedirse y se retiró corriendo por el lado contrario a donde él iría. Suspiró y caminó al auto; al entrar sintió la tensión del ambiente, estaba demasiado denso que hasta se le dificultaba respirar. Sabiendo que aquel silencio incómodo no podría ser llenado con nada, ni siquiera lo intentó.

     Encendió el auto y lo puso en marcha.

 

Llegaron a su hogar luego de unos minutos que parecían eternos para el de cabellera larga. El menor de los Son caminó a pasos firmes al sótano, que era el cuarto de lavado de ropa. Raditz, sabiendo qué haría, prefirió no molestarlo.

     Goku sacó su ropa y la lavó, mientras tallaba no pudo evitar aquellas lágrimas que se deslizaron por sus mejillas. Aún sentía humillación, no sabía cómo afrontar lo ocurrido. ¿Y si se burlaban de él?, ¿y si ese pequeño detalle influye para que lo saquen de los equipos deportivos?

    No, no debía pensar en eso, debía ser positivo y confiar en que las cosas, por lo menos, serían como habían sido hasta ahora.

     Metió todo a la secadora y lo sacó en un rato. Tomó todo y se lo llevó a su habitación, agradeciendo que no había nadie que lo molestara en el trayecto. Guardó en sus cajones la ropa y colgó en un gancho la chaqueta de Saiyan, para meterla en el armario. Se acostó sobre su cama y miró al techo vacíamente. Ya ni siquiera sabía qué pensar, ni de la escuela, ni de sus compañeros, ni de los maestros, ni de Vegeta, ni de su familia, ni de él mismo.

 

*·*·*

 

Aún seguía pensativo, ya era martes por la tarde y todavía no terminaba de aceptar la verdad. Se puso de pie y, sin importarle que sólo llevaba un bóxer naranja puesto, bajó a la planta baja y abrió la puerta sólo un poco, para ver quién tocaba insistentemente desde hace cinco minutos.

    —¿Saiyan? —abrió la puerta y se hizo a un lado para que pasara. Cerró nuevamente y se recargó en ella—. ¿Qué haces aquí? —su voz baja y decaída no pasaba desapercibida para el mayor.

    —Te traje la tarea y apuntes. La próxima semana habrá examen de química, y también iniciará la recaudación de fondos para la fiesta de Navidad—abrió su mochila.

     —Aquí no, vamos a mi habitación—pidió y caminó guiándolo.

     A pesar de que su cuerpo únicamente era cubierto por aquella prenda interior que no dejaba nada a la imaginación, ninguno parecía incomodarse. Tan acostumbrados estaban a verse así cuando se duchaban en la escuela luego de entrenamientos que les era normal estar en interiores frente al otro.

     —Tomaré fotografía a lo que hicieron—avisó y el mayor asintió, sacó sus cuadernos y le mostró lo hecho, para que el menor lo hiciera.

     —Me preguntaron por ti. Milk me preguntó por ti...

     —¿Y qué le dijiste? —se quedó quieto en su lugar al oír aquello.

     —Que no irías el resto de la semana por una oportunidad deportiva que te ofrecieron, que irías a una práctica de prueba.

     —Bien—susurró.

     Terminó de tomar foto y el mayor guardó de nuevo todo. Goku se acercó al armario y sacó la chaqueta azul del más bajo, se la entregó y el mayor sonrió. Vegeta se quitó la chaqueta negra que llevaba para ponerse la que le acababan de entregar.

     —No pensé que te gustara tanto—mencionó al ver sus acciones.

     —Es mi chaqueta favorita, tengo buenos recuerdos con ella—explicó.

     —Si así es, ¿por qué me la diste ayer sabiendo que podría arruinarla?

     —No lo sé, sólo pensé en que lo necesitarías... Bueno, como sé que detestas mi presencia en estos momentos, me iré—dijo al verlo agachar su cabeza, se le impedía ver su mirada por aquel flequillo—. Vendré mañana.

     Pero cuando el mayor se fue, Goku seguía en su misma posición. Tan sólo escuchó la puerta principal cerrarse, levantó la mirada. Su rostro estaba sonrojado y su respiración estaba agitada.

     De nuevo una ayuda por parte de él. ¿Acaso aquella posibilidad que había planteado seguía vigente? ¿Era posible que Saiyan estuviera interesado en él? ¿Realmente estaba en lo correcto y, por esa razón, aquel cabeza de pincel tenía tantas atenciones con él? Se metió al baño y se lavó la cara con agua fría. Necesitaba olvidarse de tonterías y hacerse a la idea de que Saiyan no estaba enamorado de él.

     ¡¿Y qué si así fuera?! No tenía por qué afectarle a él. Respiró hondo y se acercó a la puerta. Pero fue traicionado por su propia mente. En la puerta del baño, por dentro, había un espejo grande, donde pudo apreciar su cuerpo completo.

     La decepción se hizo evidente en su rostro. Sus facciones eran de un joven, muy masculino. No había pechos, sino pectorales; no había una cintura estrecha y marcada que resaltara curvas, sino un abdomen marcado y fuerte; no había caderas anchas, sino un bulto que se marcaba en su entrepierna por la ropa ajustada; no había muslos carnosos y piernas largas coquetas, sino piernas tonificadas a causa de entrenamientos.

     Era un hombre, un hombre en toda la extensión de la palabra. Entonces, ¿por qué cada mes tenía que sufrir por un sangrado de sus partes íntimas?, ¿por qué desde niño tenían que prepararlo emocionalmente para que en un futuro un bebé creciera en su interior?, ¿por qué cuando fuera "padre" de sus pechos saldría líquido blanco para alimentar a su bebé propio? Los hombres no hacían eso, los hombres no tenían por qué tener esas capacidades.

     Apretó sus puños con impotencia y salió. Una vez más se acostó sobre su cama y se cubrió con las sábanas, como si con eso pudiera alejarse de la realidad.

 

***

 

El resto de la semana fue igual. Goku recibía a Vegeta en su casa después de que él saliera de la escuela para que le pasara la tarea.

     En todo ese tiempo seguía apreciando aquella posibilidad. Era obvio, ¿no? Vegeta estaba interesado en él y por eso evadió su comentario cuando le dijo que “creerían que está interesado en él por sus atenciones”.

     Aunque eso no quitaba grandes dudas en su cabeza. Bueno, no dudas, más bien inquietudes que nunca tuvo con quien hablar. ¡Claro! ¿Por qué iría con papá y mamá a contarles sus ideologías sobre sí mismo, si saldrían con "eres lo mejor que puede pasarle a alguien"? Ni con su hermano podía sentirse en confianza para ello, simplemente no podía. Siempre sintió que lo trataban diferente, que si hubiera sido varón y no doncel su trato sería completamente distinto. ¿Y sus amigos? Nadie se había ganado su total confianza para saber su secreto, nadie.

     No tenía con quien hablar de cómo se sentía, de lo que creía. Siempre aparentó estar bien, aunque no era así. Casi nunca fue así.

     Era viernes ya, y recién salía de bañarse cuando Vegeta llegó. Con la toalla amarrada alrededor de su cintura, fue a abrir. El pelinegro más bajo, como era su costumbre, fue a su habitación. Ambos estaban solos en la casa, como toda la semana, así se permitían hablar cinco minutos y que el mayor se fuera sin tener que quedarse por compromiso a cenar o algo.

     —Sólo hay tarea de artes, es para dentro de dos semanas. No hicimos mucho hoy, hubo junta de maestros de planta—sacó el cuaderno y se lo extendió, el menor sólo lo dejó sobre la cama y se sentó en una silla al otro lado de la habitación, seguía pensando en muchas cosas. Vegeta, claramente, lo notó—. Kakarotto, tienes que parar con esto.

     —¿A qué te refieres, Saiyan? —mencionó colocándose a la defensiva.

     —Tú sabes a qué me refiero. Todo era perfecto hasta que ocurrió esto, y te derrumbaste. Dejaste de ser aquel chico que se esforzaba por lograr aquello que quería. Pareces otro.

      —Basta.

     —No me detendré. ¿Cuál es tu problema? ¿Por qué dejas que te afecte tanto? ¿Qué tiene de malo que seas doncel?

     —¡Cállate! —gritó—. Tú no entiendes, nadie lo hace... ¡Tienes razón!, ¿eso es lo que querías oír? Efectivamente, no tiene nada de malo serlo. Pero al parecer, para la sociedad, sí. ¿Sabes qué le dijeron a mis padres cuando yo tenía cinco años? Que no tendría fuerza suficiente para dedicarme a deportes como fútbol o artes marciales. Dijeron que sería débil.

     —Pero no lo eres, demostraste que están equivocados todos—dijo Vegeta—. Y estás consciente de ello, o mira aquellas repisas y dime que no lo sabías—señaló la pared donde aquellas maderas servían de soporte para múltiples trofeos y medallas de torneos deportivos, desde soccer hasta lucha libre—. Eso no es lo que te acompleja, ¿qué es?

     —¡Nadie se fijará en mí, soy un fenómeno! —levantó su mirada y el mayor notó que estaba a poco de que las lágrimas cayeran—. No me gustan las chicas, ni nada. Me gustan los chicos, pero... Nadie querría a un doncel como yo, ¡ni para eso sirvo!

     —Kakarotto, no entiendo por qué crees eso.

     —¡Mírame, Saiyan! Mido un metro setenta y cinco, soy de los más altos de la escuela. ¿Acaso crees que alguien querría algo como yo? Soy demasiado alto. ¡Ni siquiera me veo como uno! Yo... de verdad no...—soltó aire.

     —¿En serio vas a definir tu valor por “una pareja”? Eres un chico increíble, con grandes aptitudes. ¿Por qué le tomas tanta importancia a tener novio? ¿Por qué quieres correr con prisa en un asunto que se da despacio con el tiempo?

     >>No ves las cosas claramente, cuando te gusta alguien, la estatura y el físico no importan. ¿Y qué tiene de malo en que no lo parezcas? Exactamente, ¿a qué te refieres? Eres un hombre, no una niña.

     —Yo...—calló y bajó la mirada.

     Era verdad, el doncel clásico se declaraba como alguien tímido y débil, un chico de baja estatura, rasgos faciales y físicos delicados, y con un cuerpo pequeño. Pero él actuaba como el estereotipo de hombre. Porque al final, eso es lo que era, ¿no? Un hombre

     —Haré algo que nunca he hecho con alguien más. Tienes que prometer que nada saldrá de nosotros dos—pidió. Aquello estaba implorando por salir de él, ya no podía callarlo más.

     El mayor asintió, aclarando que eso sería un secreto entre ellos. Goku se puso de pie y, algo tembloroso, desanudó la toalla y dejó que se deslizara hasta el suelo, quedando completamente desnudo ante él. Con su ceño fruncido, lo vio. Inevitablemente alzó sus cejas al verlo con sus mejillas sonrojadas y que desviaba la mirada.

     —Dime la verdad, ¿qué piensas?

     —¿La verdad? No sé qué quieres que te diga—Vegeta volteó a verlo nuevamente—. Eres un chico, tienes cuerpo atlético, y no es que sea fijado pero estás bien dotado—volteó a ver al techo—. Kakarotto, eres guapo, lo reconozco, y si quieres que sea más objetivo tienes lindo trasero... Pero seré directo en lo que yo pienso, tienes una actitud admirable, siempre fuerte y te esfuerzas en lo que quieres lograr—volvió a verlo—. Eres un hombre y punto. Y si no consigues pareja, siendo francos, sí sería por tu apariencia. Pero no porque sea mala, sino porque harías sentir “menos hombre” a tu pareja. Eres la masculinidad en persona, Kakarotto.

     —Excepto por "ese" detalle—murmuró con desprecio.

     —"Ese" detalle significa que tú puedes hacer más que todos los demás. Haces cosas increíbles, tanto deportivas como académicas. Pero tener la capacidad de dar vida... eso es algo en otro nivel. Claro que si tú quieres, después de todo, a veces las familias pueden ser de dos—sonrió sinceramente.

     El menor volvió a cubrirse y se sentó en la silla. Vegeta estaba siendo muy franco, y su voz sonaba con demasiada honestidad. Goku tenía sus mejillas sonrojadas ante lo hecho y lo que oyó, incluso su corazón latía un poco rápido. Vio de reojo al mayor, que había tomado un pañuelo de la mesita de noche para limpiar un sangrado en su nariz.

     —Pervertido...—pensó.

     Pero ni él creía eso, sabía que fue por aquella muestra que le hizo, la sangre se había acumulado en gran medida en su rostro.

     Vegeta estaba intentando apoyarlo, y era sincero en ello. Le decía la verdad, y no aquello que quería escuchar (como su familia solía decir), no tenía ningún compromiso por hacerlo sentir bien y aun así lo hacía. Saiyan era la única persona que se esforzaba por sacarlo de su burbujita personal de autolástima. Miró al suelo y después hacia la ventana.

     Necesitaba salir, una salida de verdad. Tenía que ser libre. ¡Al diablo con lo que pensaran sus padres! No era un bebé, podía defenderse y no tenían por qué sobreprotegerlo: no era débil. Sólo debía iniciar y después lo haría con mayor fluidez, ¿y qué mejor que con la persona, que aunque odiaba, estaba dispuesto a darle atenciones? Sólo lo usaría para comenzar a salir, como impulso para revelarse ante los estereotipos que imponían sus padres y los límites que él mismo se daba.

     —Saiyan—llamó. El aludido, que terminaba de tirar todos los pañuelos manchados, volteó a verlo—. ¿Tendrías una cita conmigo?

     —¿Una cita? No sé, Kakarotto...—dijo con desconfianza—. ¿Por qué quieres tener una cita conmigo?

     —Porque yo...—iba a mentir, podría decir cualquier cosa y seguramente la creería. ¿Pero sería capaz de herir el corazón de alguien que realmente estaba interesado, de una bonita manera, en él? —. Jamás he tenido una cita, y quiero saber qué se siente estar en una—confesó, sintiendo vergüenza.

     —Algo curioso, yo tampoco—empezó a reír—. Pero podríamos intentarlo—le dedicó una sonrisa—. ¿El domingo después del entrenamiento?

     —Sí, está bien—respondió con pena.

     —De acuerdo. Me tengo que ir, iré a ver un partido de mi hermano. Adiós, Kakarotto—se colgó su mochila y le dedicó una sonrisa de medio lado—. Estaré esperando ansioso nuestra cita.

     Goku tenía un lío mental. Sólo le dedicó una mirada al más bajo antes de que se fuera, ahora se encontraba solo en su habitación. Había mostrado por primera vez su cuerpo a alguien, y, bueno, a ese alguien (al parecer) le gustó. Tal vez sólo los líos eran en su cabeza, aunque tal vez no.

     Se vistió en silencio y fue a la cocina. Sacó una lata de soda y le dio un sorbo. Miró hacia la ventana, el cielo estaba nublado y el clima se sentía algo frío. Tal vez tenía que hacerles ver a sus padres que él estaba creciendo y que tarde o temprano conseguiría pareja.

     Ellos debían empezar a verlo como hombre y dejar de tratarlo con cuidado como si fuera una estúpida persona delicada y débil.

     Pensó de nuevo en Saiyan. Él lo odiaba, pero ahora le entregaría algo suyo. Le dedicaría su primera cita a él. Tenía tantas cosas en mente, y conforme transcurriera el domingo tomaría una decisión. Él era la única persona que parecía estar pensando lo mismo que él, compartían ideologías. ¿Para qué dedicarle esa primera vez a alguien que no conocía o con quien se sintiera menos, si podría salir con alguien que realmente gustaba de él? No tendría sentido, preferiría hacerlo con Vegeta por eso.

     Tenía tantas cosas qué pensar, pero hasta ahora sólo podía pensar claro una cosa:

     Él y Saiyan tendrían una cita.

Notas finales:

¡Se desnudó! Vegeta fue el primer chico que lo vio como Kami lo trajo al mundo.
Jeje, fue raro, lo sé, no sé si me expliqué bien. Goku necesitaba una opinión sincera, ya que los padres les dicen lo mismo a sus hijos sobre que son lo mejor, y Vegeta le dio una opinión sincera.
-¿Es cierto eso que piensa Goku? ¿Vegeta realmente está interesado en él?, ¿o sólo es amabilidad? Me gustaría saber qué piensan y sus teorías.

Bien, la cita será el domingo, luego de su entrenamiento. Pero, ¿los chicos aceptarán que su líder sea doncel, o las cosas seguirán igual? ¿Tendrá el mismo respeto o lo tratarían como si fuera débil?

Pueden decirme qué creen, ms gustan las teorías XD

¡Arrivederci!


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