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¿Ni aunque...? por Princesa de los Saiyajin

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7

Propuestas

 

Diablos, ¿qué pasa conmigo? —tragó saliva, estando sentado en el suelo ocultó su rostro en sus rodillas—. Sal de mi cabeza, sal de mi cabeza…—recordó nuevamente ese tacto del Saiyan—. Lo que hicimos, de verdad lo disfruté, pero…—tomó aire—. Olvídalo, se refería a otra cosa cuando dijo que soy importante para él.

     Se levantó y fue al baño a lavarse el rostro. Se miró unos segundos en el espejo, tenía sus mejillas sonrojadas y pudo identificar que sus pupilas estaban ligeramente dilatadas. Sacudió su cabeza y decidió bajar a comer.

     —¿Peleaste con Vegeta? Se fue muy rápido—mencionó el mayor cuando llegó a la cocina, vio que preparaba sándwiches.

     —Tuvo una emergencia—se apoyó contra una silla—. ¿Ahora andas de asaltacunas? Tarble es un niño, ni se te ocurra, onii-san.

     —¿Tarble? ¿Eh? —el menor lo veía fijamente—. ¿Crees que es Tarble…? Olvídalo, no se trata de él, sino de una chica que ayuda a su entrenador de béisbol. Quería aprovechar una salida con él para pedirle que nos presente.

     —¿Es eso? —arqueó una ceja, el otro tenía una expresión indignada.

      —Tú lo has dicho, es un niño. ¿Por qué diablos saldría con uno? La chica está en mi universidad, pero no hay momento de que pueda acercarme a hablarle.

     —Bah, yo hablaré con Tarble. Aléjate de él, no me haré responsable si Saiyan te patea el trasero por eso.

      —Por favor—Goku rodó los ojos y tomó un emparedado para morderlo—. Oye… Dime la verdad, ¿qué pasó entre tú y Saiyan hace rato?

     —¿Qué dices? —evitó su mirada, disimulando el hecho de que no quería verlo sirviendo un poco de soda en un vaso—. ¿A qué te refieres?

     —Es sólo que… Me llamó hace bastante tiempo, se me hizo un largo rato que estuviera aquí en casa.

     —¿Y? No le quería abrir la puerta—bebió de la soda—. Muy apenas me está dejando de desagradar… ¿Por qué? ¿Qué creías?

     —No, nada…—miró fijamente al Son, quien, al incomodarse, levantó la mirada para confrontarlo—. Iré a mi habitación, si necesitas algo me avisas.

      Goku sólo lo observó irse. Soltó un suspiro y fue a la sala, para sentarse frente al televisor y ver una película—. Vino sólo a interrumpir mi conversación con Saiyan—fue cambiando de canales hasta que llegó a uno en específico—. Es la película que él vería con su hermano—sonrió de medio lado al ver al enorme zombie coordinando sus movimientos para tirar una puerta—. Ahora entiendo por qué le gusta esta película.

     Siguió viéndola, completamente entretenido. Lo único que hizo que perdiera su atención a la pantalla fue cuando recibió un mensaje, con remitente del mayor.

 

Saiyan: Tendremos partido el lunes, acaba de avisarme el entrenador. Ya le avisé al resto del equipo. Es en la prepa 22. Ellos nos llevan, nosotros decidimos si regresar en el autobús o tomar nuestro rumbo.

 

     Sonrió, respondió un “ok” y lo envió. Se quedó un rato mirando el chat, unos escasos cuatro o cinco diálogos, donde se informaban sobre los entrenamientos y fechas de partidos, antes de cortar abruptamente. O, mejor dicho, que él decidiera no volver a contestarle al mayor. Mordió su labio inferior antes de seguir escribiendo, siendo la primera vez que prolongaba esa plática.

 

Goku: ¿Llegaste bien a casa?

 

     Salió del chat, mirando ansioso la bandeja de notificaciones—. Rayos, lo acaba de leer. —Notó los tres puntitos de “escribiendo”, para después recibir su mensaje.

 

Vegeta: Sí, tuve que correr para venir rápido.

¿Raditz supo lo que pasó?

Goku: Sospecha…

Por cierto, no quiere nada con tu hermano, sólo pedirle que le presente a la asistente de entrenador.

 

Vegeta: Ya estaba buscando el bate de madera para golpearlo.

¿Ya comiste?

Goku: Sí, ¿y tú?

Vegeta: También.

Kakarotto, ¿te gustaría que tú y yo salgamos a comer mañana después del partido?

Hay una pizzería cerca de la prepa.

 

     —¿Me está invitando a salir? —sus mejillas se encendieron. Mordió su labio inferior y sonrió.

 

Goku: Claro, me gustaría.

 

 

***

 

—Kakarotto, ¿necesitas… un respiro…? —preguntó el Saiyan acercándose, aprovechando el tiro de esquina que haría Uub mientras ellos tomaban su posición.

     —No, todavía tengo energía… Sólo… son minutos…—respondió con su voz agitada.

     Vieron cuando el de piel morena pateaba con fuerza, cayendo el balón al centro. Goku brincó, dando un cabezazo al balón, pero que el portero rechazó con un manotazo. Finalmente, Vegeta consiguió rematar en un hueco para que entrara en la portería, marcando un favorecedor 2-1.

      —¡Eso, Vegeta! —uno de sus compañeros saltó a su espalda.

     Entre risas y cumplidos el equipo volvió a bajar, para poder continuar con el partido—. Hey, Saiyan—el aludido volteó—.  Bien hecho.

     El árbitro sonó el silbato, los del equipo contrario marcaron una jugada casi perfecta con la adrenalina de querer empatar el partido en esos últimos segundos. Goku, aceleró al ver que bajaban todos y avanzaban, sin que Kame pudiera contraatacar. Tomó aire y siguió corriendo.

      Vegeta intentó marcar al que traía el balón, pero aquella velocidad no era suficiente para poder alcanzarlo. Sintió que las piernas le fallaban un poco, haciéndolo alentarse y quedar atrás. Sólo pudo ver cómo Zarbon salía de la portería para intentar quitarle el balón, pero el chico del otro equipo pateaba el balón para que formara una curva que pasara por encima de él.

     —Diablos…—pensó al ver cómo aquel balón se acercaba en picada hacia la portería—. ¿Eh?

     Observó cómo Goku conseguía atravesarse y desviar el balón hasta sacarlo de la cancha. Y, finalmente, oyó cómo el árbitro sonaba el silbato para dar fin al partido. Sonrió al ver cómo todo el equipo saltaba encima del Son para celebrar que pudo evitar aquel empate.

     —¡Quítense de encima! Vayan a despedirse.

     —¡Hey, insectos! Levántense y hagan una fila, debemos agradecer—dictó el Saiyan. Rápidamente se levantaron y fueron detrás de él, para dar un pequeño choque de manos a modo de agradecimiento y despedida por el partido—. Buen juego—le dijo al capitán del otro equipo.

     —Igualmente…

     Terminaron y fueron a un último mensaje motivacional de su entrenador. Dieron el propio como cocapitanes y tomaron rumbo distinto al de sus compañeros—. El gol estuvo genial, Saiyan.

     —¿Eh? —tuvo que mirar al más alto, no era tan común que ese chico le dijera cumplidos. Pudo apreciar un ligero sonrojo en sus mejillas, que no era precisamente por la sofocación y el calor—. Gracias… Pero ¿qué hay de tu salvación al partido en el último segundo? Fue increíble, Kakarotto.

     —Arigato… Siento que las piernas me tiemblan, quisiera llegar a casa a descansar y estirar—el Saiyan sonrió.

     —¿Vamos a mi casa? Podemos pedir comida—el otro lo miró—. Claro, si quieres…

     —No sé si sea correcto—llegaron a los baños, donde pudieron lavarse un poco el rostro y refrescarse—. Entenderás que mis padres…

     —Cierto, entiendo—mojó un poco su cabello.

     —Aunque, bueno… No haremos nada malo—soltó una risita nerviosa. Vegeta lo miró, ambos soltaron una carcajada ante ese comentario al pensar en su “encuentro”—. Sí iré a tu casa.

    —Bien…

     —¡Espera! —oyeron al otro lado de la puerta, antes de que fuera abierta por un chico que entró y se encerró en un cubículo—. Oye, ¿entonces no había en la enfermería? —otro entró detrás de él, para seguir hablando detrás. Goku y Vegeta se miraron de reojo, ante aquella no tan silenciosa conversación—. Iré a preguntar, espera aquí

     Oyeron un diminuto “sí”, antes de que ese chico saliera corriendo. Goku miró unos segundos, a través del espejo, aquella puerta del cubículo. Se acercó con su maleta deportiva en mano y pasó un pequeño empaque por debajo de la puerta.

     —¿Es esto lo que necesitas? —preguntó.

     —¿Eh? ¿Quién es?

     —Soy de otra prepa—aquel chico tomó el paquetito—. ¿Necesitas algo más?

      —No, gracias…

     Volteó, topándose con una sonrisa serena del Saiyan. Lo ignoró, tratando de concentrarse en anudar una liga en su cabello, formando una pequeña coletita en la parte superior de su cabeza. Miró que el chico salía del cubículo para ir a lavar sus manos.

     —Tengo algunos analgésicos, por si también necesitas.

     —¿Eh? —lo miró—. ¿Tú fuiste quien me dio…? —el Son asintió—. No, e-estoy bien. Muchas gracias…—Goku terminó de guardar todas sus cosas—. ¿Cómo es que traías eso?

     —Ah—sonrió colgándose su maleta—. Yo también soy doncel—le guiñó un ojo y sonrió, antes de salir.

     Escuchó los pasos del Saiyan acercándose—. Interesante acción, Kakarotto.

     —¿Qué? No tiene caso que niegue lo que soy—Vegeta curveó sus labios.

     —Me refería al hecho de que parecía un coqueteo, pero me alegra que no sientas el peso de antes—Goku lo miró, luego soltó una risita.

     —¿Celoso, mi cielo? —el Saiyan también rio.

     —Un poco, mi amor—Goku soltó una carcajada. Apretó con fuerza la correa de su mochila antes de hablar nuevamente.

     —Saiyan, ¿habrá alguien en tu casa?

     —No creo, Tarble dijo que iría con Gure a hacer una tarea de equipo. Y mis padres trabajan.

     —¿Tomamos el subterráneo?

     —Sí, claro—comenzaron a caminar. Estando ya en el vagón, Goku se sostuvo de una de las agarraderas del techo, mientras Vegeta de un tubo.

      —Me gustó la cancha—el mayor lo miró—. El pasto era muy cómodo, a la de nosotros le falta demasiado mantenimiento.

      —Sí, bastante cómoda. Aunque no dejo de preferir la nuestra—sacó su teléfono y comenzó a teclear en él.

      —¿Hablas con… alguien?

     —¿Eh? —levantó la mirada para ver al más alto—. ¿Ahora eres tú el celoso, mi amor? —Goku rio por el apodo, era inevitable sentir un poco de gracia ante ese jugueteo de su “relación”—. Tarble terminará tarde, así que iré por él en la noche.

      —Sólo ten cuidado de no ir cuando oscurezca—recibió una sonrisa de parte del mayor.

      En ese momento pudo apreciar aquel rostro, algo enrojecido por el calor de su cuerpo por el ejercicio, y un poco de pasto en su cabello por aquella ocasión donde se cayó. Vegeta tenía una mirada ligeramente dura, con el entrecejo marcado, pero tenía una sonrisa bastante atractiva. Aquellos colmillos se alcanzaban a asomar un poco en aquella sonrisa blanca y perfecta.

     —¿Pasa algo, Kakarotto?

     —¿Eh? —sacudió un poco la cabeza—. No, nada. Sólo tienes algo en el cabello—se acercó unos centímetros para retirarle aquellas hojitas verdes.

      —Gracias—escucharon el nombre de la estación así que salieron.

      Caminaron durante varios minutos, hasta que llegaron a casa del mayor. Vegeta sacó sus llaves e invitó al menor a entrar. Goku se sintió ligeramente incómodo al ver la decoración extremadamente perfecta que tenía, donde todo lucía bien acomodado y ordenado. Contrario a su hogar, donde casi siempre había un pequeño desorden ocasionado por él o Raditz.

     —¿Esto…?

     —¿Pizza o comida china? —el menor lo miró.

     —Pizza. Detesto el pollo dulce—el Saiyan sonrió y comenzó a llamar—. ¿Crees que me pueda duchar? Cargué mis cosas porque iba a ducharme en las regaderas de la escuela.

     —Claro, ven—comenzó a caminar, mientras llamaba—. Ah, sí. Buenas tardes, quería pedir dos pizzas grandes… Ajá, también pan de ajo—entró a una habitación y abrió una puerta, donde el menor pudo ver que se trataba del baño—. ¿Puedo pedir de dos ingredientes? —miró al Son, esperando una respuesta.

      —Salchicha italiana, es mi favorita—pidió.

     —Una de pepperoni con salchicha italiana, y otra de pepperoni, ¿tiene champiñones? —al menor se le iluminó la mirada—. Claro, añádale eso. Sí, envíe un refresco grande. Gracias.

      —Voy a entrar—mencionó señalando el cuarto de baño, Vegeta asintió y salió de la habitación.

     Goku, con un poco de vergüenza, comenzó a desvestirse. Se acercó a la regadera y se empezó a duchar. Tomó un poco del champú que estaba ahí, sabiendo que el Saiyan no se molestaría por ello, para mejorar su aseo. Usó el jabón líquido que siempre cargaba para ducharse en la escuela, y se secó con su toalla.

      Sintió una enorme relajación al sentir su piel fresca y limpia. Se puso el bóxer y salió del baño, secando su cabello mientras alborotaba su cabellera. El Saiyan estaba ahí, esperando sentado en el suelo. Vegeta levantó la mirada y sonrió.

     —Dejaré el dinero aquí en la mesa. Si llega el repartidor, ¿podrías pagar? —el menor asintió, comenzando a vestirse con un pants—. Gracias.

     Goku miró cómo aquel chico se adentraba al baño. Se acostó en la cama y miró al techo. Vegeta, ciertamente, era guapo. Tenía un buen físico, una sonrisa atractiva, y una mirada algo atrapante. ¿Era buen momento para analizar su voz? Era grave, incluso algo tosca, pero jamás grosera con él. Y cuando ellos hicieron… Esa voz, como un pequeñito gruñido, erizaba todos los vellos de su piel.

     Oyó el timbre, se colocó la playera y bajó a abrir. Recibió la comida y volvió arriba. Sintió un escalofrío al ver a Vegeta en bóxer, terminando de vestirse. Si fuera 15 cm más alto… No, ni siquiera era necesario que aumentara su estatura, así su físico era bastante atractivo.

     —Me agrada que tengas televisor aquí—colocó las cosas sobre la mesa—. Diablos, necesito estirar. Siento que me va a dar un calambre.

     —¿Te ayudo? —el Son asintió con una sonrisa algo agradecida.

     Goku se acostó en la alfombra mirando al techo. Vegeta se acomodó frente a él y le levantó una pierna, ayudándolo a estirar. El Son cerró los ojos, relajándose. Ahora el mayor alzó su pierna izquierda para hacer lo mismo. Finalmente, le flexionó ambas para colocarlas un poco contra su pecho.

      —Esto se siente bien—abrió los ojos—. Desde hace mucho el entrenador dijo que debíamos enseñar esto, pero es complicado sin que lo tomen con doble sentido.

     —Lo sé, un poco—Goku lo miró a los ojos—. ¿Ya te sientes mejor o quieres que lo haga de nuevo?

     —¿Podrías? —el Saiyan asintió y se levantó, para volver a estirar ambas piernas a la vez—. Hace mucho que no me relajaba así.

     —Podemos hacerlo cuando quieras. Sé que no te gustará pedirle a alguien más del equipo.

     —La mayoría son unos idiotas—Vegeta rio antes de flexionarle las piernas y apoyar un poco de su peso. Goku se le quedó viendo un poco, aquella mirada del mayor era avergonzada, incluso la desviaba un poco para evitar incomodarse ambos—. ¿Vas a querer que haga lo mismo?

     —No es necesario—sonrió—. Estoy bien…

     —Creo que ya es suficiente, Saiyan. Muero de hambre—el otro lo soltó, así Goku pudo incorporarse para ambos comenzar a comer.

     Mientras veían una película aprovecharon para conversar de cosas triviales relacionadas a los equipos que compartían. De momentos reían, hablaban acerca de sus avances, compartían ideas de cómo mejorar, entre otras cosas.

     —Entonces, ¿por qué futbol? —el menor, con un palito de pan de ajo en su boca, lo miró.

      —Es más simple, no me pusieron tantas trabas como en artes marciales. Además, me ayuda a ejercitar las piernas y mejorar mi resistencia... ¿Y tú? También entrenas varios deportes.

     —Me gusta, eso es todo—miró al techo—. Me hace sentir relajado. Además, he conocido muchas personas en el equipo.

     —Sí, entiendo eso…—se le quedó viendo unos segundos—. ¿Y soccer es tu favorito?

     —¿Eh? En realidad, lo son artes marciales—metió un pan de ajo en su boca—. Pero por cuestiones familiares no puedo dejar que se enteren.

     —¿Cuestiones familiares?

     —Bueno, pese a que artes marciales implica mucha disciplina, la realidad es que un deporte “violento” no es lo más adecuado.

     —Lo sé, mamá también se niega a que esté en artes marciales—soltó aire, alborotando su flequillo—. Pero amo competir. Me hace sentir libre.

     —Deberíamos entrenar un día.

     —¿Entrenar juntos? —Vegeta asintió—. ¿Prometes no limitar tu fuerza conmigo?

     —Nunca lo he hecho. Nunca lo haré.

     —Jeje—soltó una risita—. Entonces me gustaría, Saiyan.

     —Genial—siguió comiendo, mirando el televisor. Por su parte, el menor mordió su labio inferior mientras lo veía detenidamente. Ese chico, molesto, altanero, tosco… realmente era atractivo.

      Sacudió su cabeza y miró al techo. ¿Qué diablos pensaba? Haber hecho “aquello” con Saiyan no debía significar nada. Es más, fue tan inesperado que aceptó solamente por su curiosidad. Pudo haberlo hecho con cualquier otro, ¿verdad?

     —Kakarotto, me gustaría que habláramos—el menor lo miró confundido—. Me preocupa algo que Raditz me dijo.

     —¿Sobre qué? —el mayor se tornó serio—. No me digas que nuevamente es sobre tu hermano. Si es así, yo mismo le patearé el trasero.

     —No es eso—se acercó y subió su mano al hombro del menor.

     —¿Qué diablos…?

    —¿Por qué pensaste que tomar anticonceptivos sería buena idea para evitar tu regla?

     —¿Qué dijiste? —frunció el ceño—. ¿Quién te crees para…?

     —Tienes diecisiete años, eres mi amigo, y no la va a cortar—Goku desvió la mirada, su labio temblaba—. No me quiero meter, no sé qué es lo que vives. Pero dañarte la salud con algo que ni siquiera te preescribieron, y quién sabe qué efectos te puede provocar. Además, ¿a qué demente se le ocurrió darle eso a un menor de edad? A pesar de que te las confiscaron, sé que, si lo conseguiste una vez, podrás hacerlo de nuevo.

     —Saiyan, no te metas.

      —Quisiera no hacerlo, pero es complicado, Kakarotto—miró al menor—. ¿Estás bien? Quiero referirme al hecho de que fue una pelea algo fuerte la que ocurrió entre ustedes. Raditz dijo que se gritaron mucho, que te alteraste, y que te negaste a comer ese día.

      —Tsk, Raditz es un tonto. No sabe nada de lo que vivo—Vegeta retiró su mano—. Es complicado, siempre lo será. Tienes razón, fui tonto al comprar eso. Pude hacerme una intoxicación, ni siquiera sé si son las correctas o si el sujeto metió otro tipo de fármacos en el envase.

     —No quería meterme, pero de verdad me preocupa que hagas una tontería que te dañe… Perdón.

     —¿Por qué pides per…?

     Calló al verlo acercarse para darle un abrazo. Y ahí estaba la razón de su disculpa, que se acercó con un tacto que normalmente rechazaría de cualquiera. Goku sintió cómo su corazón se aceleraba un poco ante ese contacto. Cerró sus ojos y se ocultó en aquel hombro. Ese cuerpo era cálido, pero al mismo tiempo confortable. Aspiró un poco su aroma, ese perfume que olía increíble. Saiyan tenía un olor bastante agradable, su higiene era impecable que resaltaba con esa agradable colonia.

     —Raditz es un imbécil, lo sabemos todos. Es más, creo que si los aliens nos estuvieran espiando, también lo notarían—Goku rio—. ¿Es muy incómodo “eso”, Kakarotto?

     —¿Bromeas? Ni siquiera puedo salir en bóxer sin que se note que las estoy usando. Me dan dolores, a veces siento más frío, a veces calor. Ni siquiera puedo hacer todo el ejercicio por miedo a manchar. No es divertido que te sangre una zona tan íntima y sentir humedad varios días.

      —¿Hay algo que te haga no pasarla tan mal? —comenzó a acariciarle la espalda despacio, Goku se dejó mimar. Sus músculos estaban tensos, pero esos roces suaves estaban consiguiendo relajarlo.

     —No sé… —soltó aire—. Saiyan, es tan difícil cada vez que pasa.

     —Me imagino—subió su mano a su cabellera—. Si algún día sientes frío, créeme que no me molestará darte mi chaqueta.

     —¿Eh? —apretó entre sus manos la playera del mayor al oír esas palabras.

      —O podemos ir a comer un helado si es un día muy cálido. No lo sé, lo que prefieras.

      —Saiyan…—mordió su labio inferior—. No hagas eso, Saiyan.

     —No lo va a solucionar, pero te hará menos difícil las cosas… ¿Quieres que te acompañe a tu casa?

     —Tsk, ¿ya me estás corriendo? —Vegeta rio, Goku cerró sus ojos—. No me sueltes…—se aferró un poco más fuerte, sintiendo que sus ojos se estaban llenando de lágrimas.

     —Puedes pasar el tiempo que quieras aquí, siempre serás bienvenido—el menor comenzó a gimotear—. ¿Eh? ¿Pasa algo?

     —No…

     —Está bien—Goku se separó un poco, para ver aquel rostro—. ¿Estás llorando?

      —Saiyan, sé sincero conmigo. ¿Qué tanto le has dicho a Raditz de lo que te cuento?

     —Nada—el menor frunció el ceño—. Él es quien se acercó a mí, diciéndome que debía no ser tan exigente en algunos aspectos. Obvio lo mandé al diablo.

      —Tsk…—bajó la mirada—. Ese imbécil siempre haciéndome menos. No necesito que alguien me tenga lástima.

     —Lo sé. Eres el número uno—el rostro de Goku se adornó con un tenue sonrojo—. ¿Te gustaría tomar una siesta? Estás cansado por el partido, y enojarte con el idiota no te ayudará.

     —Ahhh—suspiró. Miró aquel rosto sereno, que lo veía atento—. ¿Por qué siempre me escuchas?

     —¿Por qué no debería? —Goku bajó la mirada—. Lo haré siempre que lo necesites. Somos compañeros y trabajamos juntos. Somos amigos.

     —Diablos—volvió a abrazarse a ese cuerpo—. Es tan estresante.

     —Ya, ya…—siguió acariciándole la espalda—. ¿Quieres descansar? Prometo despertarte.

     —Yo…—se separó un poco—. Quisiera, pero…—miró a su alrededor—. No sé.

     —“Nunca duermas en un lugar extraño porque puede pasar algo”, ¿es eso? —Goku asintió.

     —Siempre me lo dijeron—soltó un suspiro—. Hasta sentía culpa si me quedaba dormido unos minutos en el transporte público.

     —Puedes quedarte en la habitación de Tarble si eso te hace sentir más tranquilo. Puedes cerrar por dentro.

      —¿Eh? No, está bien. Si no te molesta, sí quisiera descansar un poco aquí.

     —Está bien—Goku se levantó y se acostó en el colchón—. Saiyan… ¿vas a dormir aquí? Quiero decir, ¿quieres que te deje un espacio?

     —¿Eh? —sonrió—. No, adelante. Puedo descansar en el suelo. Hace un poco de calor.

     —¿Seguro? Yo… confío en ti.

     —Kakarotto, de verdad. No quiero que se preste a malentendidos.

     —Gracias, Saiyan—sonrió. El mayor devolvió el gesto—. ¿Podrías despertarme a las 7?

 

***

 

Diablos, necesito ir al baño—pensó al parpadear un poco y acostumbrarse a la luz—. ¿Qué hora es? —tomó su teléfono que estaba bajo la almohada—. Seis treinta…—murmuró. Miró hacia el suelo, topándose con el Saiyan acostado.

      Se le quedó viendo un poco, lucía totalmente relajado. Tenía el ceño algo fruncido, pero poco menos que cuando estaba despierto. Tenía sus mejillas algo sonrosadas, y su pecho subía y bajaba despacio. Inevitablemente sonrió con ternura al notar que Vegeta arrugaba un poco la nariz, todavía dormido.

     —Ahhh, de verdad necesito ir—se levantó con cuidado de no hacer ruido y fue al cuarto de baño—. Bebí demasiado refresco…

      Soltó un suspiro de alivio al sentir su vejiga vacía, y se lavó las manos. Se miró un poco en el espejo, arregló un poco su cabellera y sonrió al notar que se le habían sonrojado también las mejillas a él. Soltó aire y salió, encontrándose con el mayor removiéndose en su lugar.

      —Lo siento, no quería despertarte—comentó al ver aquellos ojos enfocarlo.

      —No fue eso, Tarble me estaba llamando—bostezó—. Ya terminó, puedo ir por él en cualquier momento.

     —¿En serio? —miró el colchón—. Tu cama es bastante cómoda.

      —¿Querías quedarte? —el menor asintió con una risita—. Puedes venir después de los partidos a comer y descansar.

      —Dudo que mi familia me deje—comenzó a juntar sus cosas, Vegeta se comenzó a colocar los zapatos—. Si se enteran de que vine a dormir a la casa de un chico, se molestarán y querrán prohibirme salir.

      —¿Incluso si les dices que hacíamos cosas “de los equipos”?

     —Supongo, no sé—soltó aire y se colgó la mochila, Vegeta tomó las llaves—. ¿Me acompañarás o vas por otro rumbo?

     —Te acompañaré—ambos salieron a la calle, había una puesta de sol que iluminaba con rayos naranjas la calle.

     —Siento que es muy bonito el otoño—comentó. El mayor lo miró. Su trayecto era tranquilo, ambos caminaban despacio conforme el sol se ocultaba—. Me gusta el clima, y ya casi empieza el invierno.

     —¿Te gusta el invierno?

     —Amo la nieve. Es mi temporada favorita del año.

     —¿En serio? —sonrió—. Lo único que me molesta es que ya no puedes entrenar al aire libre. Fuera de eso, me gusta esa temporada.

     — Mi sueño es poder ir a Aomori tan sólo cumpla 18. Me gustaría ir con Raditz, pero será molesto tener a alguien tan sobreprotector.

      —¿Quieres ir a Aomori? ¿Y si organizas salida con amigos? —el menor lo recriminó con la mirada—. Cierto.

     —Bah, lo bueno es que sólo faltan meses para que cumpla la mayoría de edad—colocó sus brazos detrás de la cabeza.

      —¿En serio? ¿Qué día?

     —16 de abril—miró al más bajo—. ¿Y tú?

     —15 de diciembre.

      —¿De verdad? Vaya, eso explica por qué no te festejamos nunca en el equipo. Ya son vacaciones cuando es tu cumpleaños—bajó sus brazos—. Quisiera viajar a ver la nieve, pero es complicado que me dejen. Para mi cumpleaños, la temporada de nevada se acabaría, tendría que esperar hasta el otro invierno.

      —Algún día podrás—miraron las farolas que estaban encendiéndose ante la ausencia de sol—. Bojack no ha presentado su retiro al equipo.

     —¿Qué? —lo miró—. Pero… ¡dijo que lo haría! Ese imbécil—pateó una lata que estaba en el suelo—. Ese maldito…

     —Escuché rumores, acerca de que lo hará si consigue completar un equipo.

     —¿Quiere formar su propio equipo? ¿Quién se cree que es? —bufó—. Bah, con tal de no verlo. Da pena ajena ese sujeto.

      —Está desesperado por ser notado—ambos rieron—. Rayos, no creí que oscureciera tan rápido.

      —Está bajando mucho la temperatura. ¿Llevas suéter para tu hermano?

      —Le daré el mío.

      El teléfono del Son comenzó a sonar, así que lo sacó para ver quién era. Soltó un suspiro y colgó la llamada.

     —¿Quién era?

     —Mamá—se detuvo, el mayor lo imitó—. Mi casa está cruzando la esquina, no es necesario que me sigas acompañando.

      —Está bien—extendió su mano—. Iré.

     —¿En serio? —tomó la mano del otro, que le transmitió un poco de calor. Sonrió y comenzó a caminar, soltando aquellos dedos que siempre le dedicaban un tacto en su palma.

     Cuando doblaron en la esquina, el mayor pudo identificar a una mujer de pie en la banqueta, intentando contactar a alguien por teléfono. Ella volteó y, cuando los vio, guardó su teléfono. Goku lucía tenso, algo preocupado, pese a que trataba de aparentar.

      —Hola, mamá—saludó, en un tono bajo.

      —Hijo, estaba preocupada. Quise llamarte y no respondías, y…

      —Ya estaba en la esquina, por eso no respondí—Vegeta miró de reojo al Son, que estaba bastante agobiado. Se le notaba el miedo a un regaño o prohibición.

      —¿Dónde estabas? Tu partido fue temprano, ¿no? ¿Estuviste en la escuela?

      —Yo…

     —Señora Son—se inclinó, haciendo una reverencia—. Le pido una disculpa, fue por mí que llegamos tan tarde.

      —¿Eh?

     —Yo insistí a Kakarotto que me acompañara a mi casa para continuar con la planeación de los equipos, ya que somos co-capitanes de varios. Lamento haber ocasionado esto, no fue mi intención de que regresara tan tarde. No se repetirá.

     —¿Estuvieron haciendo tarea?

      —Así es—dejó de hacer la reverencia—. Espero me perdone.

       —¿Eh? N-no, e-está bien. Sólo… Sólo avisen para la próxima—miró a su hijo—. De verdad estaba muy preocupada, hijo. Llegué y no estabas, y llamé a tu hermano y tampoco sabía…

     —Lo siento, mamá.

     —Y tú…—intentó hablar con el de cabellera de forma de flama.

     —Ah, perdón por no presentarlos. Mamá, él es Vegeta Saiyan, es capitán del equipo de fútbol conmigo. Saiyan, te presento a mi mamá.

      —Vegeta, gracias por acompañarlo para que llegue bien a casa.

      —No fue nada. Si me disculpa, tengo que ir por mi hermano menor a casa de una amiga. Espero tenga linda noche y, una vez más, disculpe los inconvenientes.

     Vegeta hizo una reverencia, chocó su puño con el Son y salió corriendo. Goku se le quedó viendo, Vegeta tenía una peculiar forma de correr, donde adquiría una gran velocidad y su movimiento era rítmico. ¿Era correcto decir que se veía bien de espaldas? Era un chico bastante atlético por donde quiera que lo viera.

      —Me siento tranquila de que te haya acompañado—el menor miró a la mujer—. Estaba preocupada de que regresaras solo tan noche; pero me siento mejor sabiendo que tienes amigos que no te dejan solo.

      —Sí…—susurró—. Amigos…

      —Salió corriendo muy rápido, le iba a sugerir llevarlo para que no vaya solo tan tarde—Goku la miró—. Me preocupa que estén solos en la calle tan noche siendo muy jóvenes.

     —Raditz siempre lo hacía—ella lo vio—. Regresaba tarde, y eso que tenía quince.

      —Siempre lo traían a casa. Las mamás de sus amigos siempre me hacían ese favor—el menor mordió su labio inferior—. ¿Ya comiste, hijo? Puedo preparar algo para que comamos juntos.

      —Sí… Me gustaría, mamá—comenzaron a caminar al interior de la casa—. ¿En serio Raditz tuvo las mismas restricciones?

     —Por cierto, tu tía nos invitó a su boda. Es el viernes, y es algo lejos. Tu papá y yo iremos solos, para que no pierdan clase. Les dejaremos dinero para que compren comida, volveremos el sábado en la noche.

     —¿En serio? —rio—. Qué bueno que dejarás dinero, Raditz no es capaz de hacer ni siquiera un sándwich que sepa bien.

     —Claro, hijo. Les dejaré suficiente—entró a la cocina, perdiéndose de la vista del menor.

      Miró por última vez a aquella mujer mientras borraba su sonrisa, estaba tan tranquila pese a que Vegeta le había dicho que pasaron toda la tarde juntos. Mordió su labio inferior y subió a su habitación. Ella, al parecer, confiaba en él y le tomó confianza al Saiyan. Se acostó en la cama y miró al techo.

      —Supongo que no habrá problema si sigo yendo a casa de Saiyan…

     Sacó su teléfono y comenzó a escribirle al mayor.

 

Goku: ¿Llegaron bien a casa?

Ni siquiera me dejaste prestarte mi chaqueta para que se la dieras a Tarble.

    

¿No ha tenido conexión desde hace una hora y media? —mordió su labio—. ¿Estará bien?

     Decidió cambiarse y vestirse con un pijama, bajó a cenar en compañía de su mamá, planeando esos días donde serían dos adolescentes en ausencia de sus padres. Incluso se atrevió a bromear con “hacer una fiesta con alcohol y música a todo volumen toda la noche”.

      —Lo creo de tu hermano, así que te voy a pedir que no le muestres el dinero que será para comida—el menor rio—. Confiaré en ambos, tengan mucho cuidado. Aún tenemos tres días para planearlo.

     Terminó de comer, lavó su plato y subió de nuevo a su habitación. Sonrió al ver que era un mensaje del mayor.

 

Vegeta: Sí, recién llegamos.

Creo que me resfriaré por el cambio drástico de temperatura.

Goku: Baka.

Debiste pedirme una sudadera.

Vegeta: Será la próxima.

¿Se molestó por que llegamos tarde?

Goku: Creo que le caes bien. Incluso ella quería llevarte a tu casa.

Vegeta: Agradécele de mi parte.

Estoy agotado, iré a descansar. Nos vemos en clase mañana.

Buenas noches, Kakarotto.

 

     —Etto…—sus mejillas se sonrojaron al leer ese mensaje. Sonrió mientras mordía su lengua.

 

Goku: Buenas noches.

 

***

 

—A ver, insectos. Ya les dije que tenían que hacer 30 burpees—regañó el Saiyan.

     —¡Estoy agotado! —se quejó uno.

     —¡Es mucho! —se quejó otro.

      Y es que, brincar con los brazos alzados hacia el cielo, agacharse, recostarse en el suelo y hacer una lagartija, para después levantarse y saltar nuevamente, resultaba ser un ejercicio sumamente cansado. Y hacer varias repeticiones lo volvía mucho más pesado.

      —Saiyan, que completen quince y que ya se vayan. Ya es tarde—comentó Goku haciendo el último salto.

     —Tsk—miró al grupo de jóvenes que estaban retorciéndose de dolor en el pasto—. Completen diez y váyanse.

      Unos pequeños sonidos de alegría se hicieron presentes. Vegeta hizo sus ejercicios y se acercó al menor, que leía unas hojas y hacía anotaciones. Tomó su maleta y se la colgó.

      —Kakarotto, tengo que ir con Tarble. Tiene su primer partido de selección, quisiera ir.

     —¿Eh? Claro, yo cierro con ellos.

     —Te lo agradezco. Volveré para la junta.

     —Ajá.

     Goku siguió haciendo los apuntes de los avances tenidos. Miró hacia el pequeño tumulto, que recogía sus cosas. Dio un pequeño discurso, hablando de los partidos futuros, y se dirigieron en grupo a la zona de vestidores.

     Se llenó el ambiente con vapor del agua caliente, así como risas y bromas de los que golpeaban con sus toallas a otro. Goku terminó de hacer los apuntes, guardó todo en su mochila y buscó en su maleta el cambio de ropa para poder ducharse y quitar todo residuo de mal olor y tierra.

     —Goku—el Son volteó al ser llamado. Chasqueó la lengua al ver que se trataba de un pelirrojo—. Tengo que decirte una cosa.

     —¿Y que no puedes esperar? —se quitó la playera de entrenamiento, debajo tenía una sin mangas.

     —Te advierto que formé un nuevo equipo de fútbol.

     —¿Y? ¿En qué me afecta?

     —Sólo vine a decirles a todos aquellos que quieran estar en un equipo, con un líder hombre, pueden venir conmigo. Haré registros toda la semana.

     —¿Es en serio? ¿Vienes a llevarte a mi equipo? —sonrió burlón—. ¿Tanto te molesta que sea diferente?

     —Alguien débil no puede ser capitán de un equipo masculino.

      —¿Entonces por qué abriste uno? —aquella mirada se transformó en furia.

      —Tsk, se nota que te falta algo…

      —¿Eh? ¿Acaso quiere decir que…? —frunció el ceño—. Bojack, cierra la boca.

      —Vamos, se te nota demasiado, andas siempre de mal humor. ¿Y sabes qué, Goku? Cualquier persona en su sano juicio, sólo estaría con un doncel para “hacerlo”. Ya debes saberlo, ¿no? Es más, no me sorprende que ya haya pasado.

      —Imbécil, ¿no tienes otro lugar dónde decir tonterías?

     —¿Fue el entrenador, y por eso sigues como capitán? O quizá pudo ser con el capitán del equipo de la prepa 8, que siempre platicas mucho con él —el menor estaba cada vez más enojado—. Seguro más tarde alguien confiesa que te tiró—Goku tenía su rostro cada vez más enrojecido—. Sólo te diré, no soy al único que le molesta tener a alguien que no es hombre como capitán—el menor frunció mucho más el ceño.

      —Escúchame, pedazo de idiota—se acercó, para colocarlo bruscamente contra los casilleros, asustando a todos los presentes, quienes solamente habían visto la versión amable de Goku—. Me importa poco lo que un imbécil viene a decir de mí. ¿Quieres abrir un equipo? Hazlo. ¿Quieres llevarte a mis elementos? Adelante. Pero última vez que te escucho hablar así de mí. ¿Entendiste? Si te vuelvo a escuchar, no dudaré en partirte la cara.

     —¿Te dolió? —una sonrisilla burlona se formó en sus labios.

      —Tsk, imbécil—lo estampó contra los casilleros y tomó su maleta, para salir rápido de los vestidores.

 

***

 

“El número que usted marcó no está disponible en este momento…”.

     —Demonios—murmuró al no poder contactar por quinta vez al Son. Apresuró su paso al ver a otro Son en los casilleros pequeños del pasillo—. Goten, ¿sabes dónde está Kakarotto?

     —¿Mi primo? Creo que está en el gimnasio, practicando boxeo—se recargó contra el metal—. Escuché que Bojack lo confrontó, y pelearon algo fuerte.

     —¡¿Otra vez el imbécil de Bojack?! Ese idiota me va a escuchar…

     —Vegeta, creo que deberías hablar con Goku primero—metió una galleta en su boca—. Francamente, a mí me aterra hablar con él cuando está enojado, se altera muy rápido.

     —Tsk—miró cómo todos los pasillos se estaban vaciando—. Está bien, iré con Kakarotto.

     Se despidió del pelinegro y fue al área de gimnasio. Las clases habían terminado, y sólo quedaban pocos maestros, que también se iban. Como capitanes de varios equipos, tenían ese beneficio de conservar un juego de llaves, para entrar o cerrar cuando quieran.

     Miró desde un pequeño huequito al Son, que golpeaba con fuerza el saco de boxeo. Ni siquiera se había molestado en usar guantes. No necesitaba acercarse para distinguir el enrojecimiento en las manos del menor. Abrió la puerta y cerró con seguro; corrió las persianas, para tapar ese pequeño agujero que permitía la visibilidad de alguien afuera, y decidió hablar.

     —Hola, Kakarotto. Me sorprendió no verte en la junta, ¿estás bien? —Goku lo miró, y volvió a golpear—. Bueno, no hablarás. Entonces sólo te acompañaré.

     —Lárgate.

     —¿Y si mejor entrenas conmigo? —el menor lo vio fúrico—. Anda, podemos pelear.

     Por un segundo, sólo un instante, Goku sí sintió la necesidad de abalanzarse sobre él para atacarlo. Sin embargo, sólo suspiró y se sentó en el suelo del lugar. Vegeta se sentó frente a él, para verlo atento.

      —¿Puedo saber qué es lo que te enojó tanto?

     —El imbécil de Bojack, eso pasa. Abrió un equipo nuevo, se llevó a la mitad de nuestros chicos.

      —¿La mitad? —el menor bufó—. Diablos, nos quedan elementos justos, sin oportunidad de cambio en los partidos.

      —Ajá—se dejó caer y miró al techo.

     —¿Pasó algo más?

      —¿Aparte de que me inventó un historial sexual para justificar mi avance como deportista?

      —Déjame adivinar, te vinculó con el entrenador o con el director—el menor soltó aire fastidiado—. Qué asco de perdedor.

      —Sí…

      —Un momento, ¿por qué lo escuchas y dejas que te afecte?

      —Saiyan, cállate.

      —No, dime la verdad. Ese suspiro… ¿qué pasa?

      —Saiyan, me quedé pensando… ¿Cuántas personas verdaderamente me aceptarían por mí, y no “para el rato”? —Vegeta lo veía atento—. ¿Recuerdas lo que decían de la chica hace un año? Sólo porque lo hizo con su novio y luego la cortó y la trataba mal.

      —Kakarotto…

      —Déjame terminar—soltó aire—. Me cuesta trabajo entender demasiadas cosas, ¡estoy harto de lo asquerosa que es la sociedad! ¿Pero sabes qué tengo que reconocer de Bojack? Ese imbécil refleja lo que un montón de personas piensan—soltó un suspiro y se encogió en su lugar.

      —Hey, escucha… —Goku lo miró—. No te amargues el día por…

     —Saiyan, digas lo que digas, sabes que tengo razón. Es un reflejo de lo que piensan muchos—suspiró pesadamente.

      —Mayoría no son todos.

     —Lo sé… Tú, por ejemplo.

      —Touché—el menor se sentó nuevamente.

      —Y por eso quería pedirte algo.

      —Ah, ¿sí? ¿Y qué es? —Goku bajó la mirada—. ¿Unirnos para patearle el trasero a Bojack?

      —¿Eh? No, nada de eso—rio un poco. Pero esa sonrisa se fue borrando poco a poco. Su expresión era dura, algo perdida y llena de frustración.

      Goku estaba harto de la sociedad. De la gente que hablaba de él, de los que son diferentes. De la manera en que lo subestimaban, y de la forma en que dudaban de sus méritos. Sobre todo, las dudas que lo hacían sentir de todo, de él mismo y su manera de ver al resto del mundo.

      Pero en aquella situación, pese a todo, ahí estaba Saiyan, intentando tomar su mano para que no cayera. Ese chico que demostraba ser una persona buena dentro de todo ese lugar lleno de personas que buscaban aprovecharse. Vegeta era quien lo valoraba más que el resto, lo aceptaba como era y siempre lo apoyaba. Era la persona que más se había acercado a él en esa temporada difícil, pero que, si lo consideraba, siempre había estado con él, incluso aunque a veces no coincidían en su forma de pensar.

     Para él, no había diferencias ni limitaciones. Vegeta lo trataba como siempre quiso que fuera tratado. Él hacía lo que de verdad quería que alguien hiciera por él, se había ganado su confianza. Ante Vegeta, él era un chico, uno fuerte, y uno a quien le tenía respeto.

      Y con ello, esa inseguridad que le habían generado horas atrás sabía que habría alguien que podría romperla y desaparecerla, y esa persona era ese chico que estaba frente a él.

     —Saiyan, quiero tener mi primera vez contigo.

 

 


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