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¿Ni aunque...? por Princesa de los Saiyajin

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08

Diez

 

—¿Q-qué dices? —retrocedió un poco al sentir que el menor se inclinaba un poco hacia él. Tragó saliva, e intentó calmar aquella tensión que se formó en su persona de sólo haber oído aquellas palabras.

     Goku le estaba proponiendo tener sexo, de una manera tan directa que lo tomó totalmente desprevenido. Miró aquellos ojos, serios y fijos en él. Miró sus labios, un poco fruncidos para disimular el temblor en ellos.

     —Dije que quiero tener mi primera vez contigo, Saiyan—repitió.

     —Pero yo…—sentía de pronto que la tensión en el lugar aumentaba—. Kakarotto…

     —Por favor… ¿Lo harías, Saiyan?

     —Esto…—mordió su labio inferior—. Si no lo hago yo, buscarás a alguien más, ¿no es así?

     Esa pequeñita incomodidad entre ambos adolescentes se fue acrecentando ante aquel cuestionamiento. Goku soltó aire antes de abrazar sus piernas.

     —No siento confianza de pedirle algo así a otro chico—lo miró—. Pero es muy probable que sí.

      —Tsk…—empuñó sus manos y bajó la mirada.

     Esa propuesta, inesperada y bastante sorpresiva, dentro de un momento tan delicado… ¿era correcto aceptarla? ¿No era un abuso que dijera que sí? Ni siquiera… Ni siquiera en sus más eróticos sueños podría haber imaginado al Son haciéndole esa petición. Una que no quería cumplir.

     Pero, si se negaba, ¿de verdad Goku correría a los brazos del primer imbécil que se le cruzara? ¿El menor se pondría en una situación de riesgo por su baja autoestima, donde podrían aprovecharse de esa vulnerabilidad en la que se encontraba?

      No, si lo reconsideraba a Goku no le agradaba la mayoría de los chicos de esa escuela. Es más, muchos se rieron de su situación, por lo que, muy probablemente, no lo haría con nadie. A no ser que…

      A no ser que pensara en el imbécil que de vez en cuando iba a la preparatoria por su servicio social. Ese que le había hecho la sugerencia de salir por el simple hecho de que creía que era doncel y se lo quería tirar. El mismo que quizá ya se habría enterado de que Goku era doncel y querría ir tras de él para aprovecharse de su “situación”. Ese que Kakarotto consideraba atractivo y, por ende, con él sería más fácil de manipular.

      —¿Saiyan? —insistió.

      Tenía tiempo, había ganado unas cuantas semanas por esa queja por acoso sexual que hizo en contra de él debido a sus insistencias. Ahora que estaba suspendido, podría relajarse sólo un poco y no preocuparse por que Goku se pusiera en contacto, al menos no frente a frente, con él.

      Al final, el Son tenía derecho de hacer lo que quisiera. Pero en ese momento, donde lucía tan afectado por todo, era susceptible a caer en manipulaciones o tomar pésimas decisiones.

     Además, ¿podía decir que le molestaba la idea de que lo hiciera con alguien más? Alguien que quizá sólo acceda por el placer, alguien que no le diera al Son el valor que ese chico tan apuesto merecía.

      —Tsk, iré a casa. Necesito una ducha—se puso de pie y caminó despacio, ya sin insistir.

      —Espera—el menor volteó—. Está bien, lo haré—Goku mordió su labio inferior—. ¿Qué día?

     —Viernes. En mi casa.

      —Hmph…—soltó aire—. ¿No habrá nadie?

      —No. Estaré solo en casa—Vegeta empuñó sus manos—. ¿Lo harás o no?

      —Tsk… —bajó la mirada mientras empuñaba la tela de su pants entre sus dedos—. ¿Sería con Yamcha? No, a él le gusta Maron. ¿Uub? No, no son cercanos. ¡Demonios!, la única persona que me viene a la mente es el imbécil de Broly…

      —¿Saiyan?

      —No quiero que se relacione con ese imbécil… De verdad, no quiero que esté con otro…—alzó su mira para volver a verlo—. Estaré ahí… ¿A qué hora?

      —No sé, diez u once—rascó su brazo—. Te avisaré cuando se vayan mis padres. Rad también me dijo que saldría a dormir en casa de unos amigos suyos.

       —Bien…—volvió a desviar la mirada del menor—. Esperaré tu mensaje.

      —Saiyan—el aludido volteó—. ¿Crees que puedas ir a comprarlos? La empleada de la farmacia es amiga de mi mamá.

      —¿Eh? Sí, claro. Yo los compraré.

      —Bien… —de nuevo cargó su mochila—. Me iré a casa. Te veo mañana.

       —Sí, te veo mañana.

       Lo miró retirarse. Tomó su cabello con frustración, y trató de regular su respiración.

        —No quería que fuera así…

 

***

 

— Nii-san, ya entendí—respondió—. Ya me dijiste tres veces que cierre bien. No abriré a nadie, y te llamaré si ocurre algo.

     —Bien… —apagó la estufa—. Te dejé algunas cosas, también fruta picada. Arreglé la llave de la regadera para que no tengas problemas.

     —Vege, ¿a qué hora vendrás?

      —Ahhhh—soltó aire—. No tengo idea.

      —¿A dónde vas?

     —Yo… saldré con Kakarotto—bufó—. Tenemos que arreglar el desastre de la división del equipo.

     —Eso…—soltó aire—. Me gustaría poder entrar—el menor se sentó en la silla—. Pero si entro, me enviarán al equipo de novatos de Bojack, ¿verdad?

     —No te preocupes por eso—le revolvió la cabellera—. Estar en muchos equipos te puede resultar agotador.

     —¡Pero tú y Goku lo hacen!

     —Tenemos más experiencia—el menor se apoyó en la mesa—. El próximo año, cuando nos graduemos, Uub posiblemente será capitán. Ocupará ayuda.

     —Hmph—el mayor rio un poco, antes de volver a revolverle la cabellera.

     —Iré por mi mochila—despacio fue subiendo a su habitación—. ¿Debería…? —miró la repisa, donde reposaba un envase de cristal. Se acercó y se roció un poco de colonia—. Usualmente no uso perfume…

     Soltó aire, cargó su mochila, cerciorándose de que llevara el paquete de la farmacia y un cambio completo de ropa. Dio una última despedida a su hermano, quien disfrutaba de aquel desayuno que le preparó. Salió, cerró tras sí, y comenzó a caminar hacia la casa del Son.

     Decidió seguir su trayecto caminando, para terminar de reflexionar lo que Goku había pedido. ¿Podría acaso persuadirlo para que lo pospusieran hasta que él de verdad quisiera y no fuera sólo la presión? Empuñó en su mano la correa de la mochila, sintiendo un poco de decepción.

      ¿Qué acaso no se sumergiría en un arrepentimiento si llega a concretarlo? No era que no quisiera. Es decir, la curiosidad de estar en un acto íntimo también la tenía. Y con ese chico que siempre había despertado todos sus instintos, ese al que le tenía un poco de aprecio, era algo que no sonaba tan mal.

     Pero las circunstancias entorno a aquello era lo que lo molestaba. ¿Qué no Kakarotto solía antes ser muy cortante? No lo culpaba, jamás se habían tratado lo suficiente pese a tener que ser un equipo; era muy probable que tuviera una mala impresión de él y de ahí surgiera todo su mal trato, ese que ya se había reducido drásticamente.

       ¡Claro! Porque no pasó desapercibido para él que Goku solía verlo disimuladamente en el salón de clase durante su tiempo libre. O que Goku, cuando le tomó la mano la noche que lo acompañó a casa, apretó un poco más fuerte mientras acariciaba con su pulgar.

     Soltó aire al ver la casa del Son. Todavía tenía una última oportunidad de arrepentirse totalmente y huir de regreso a su hogar. Sin embargo, no quería dejarlo. No quería permitir que le abriera las puertas a alguien más, que se aprovechara de su situación y que tuviera una mala intención.

     Volvió a inhalar profundo. No sería la primera vez que tenían un acto íntimo, todavía estaba presente en su mente la manera en que el menor se había mostrado ante él y la manera en que usó su lengua para darle placer. Se le erizaban los cabellos de la nuca tan sólo de recordar ese momento con el Son.

     —Si fuera espontáneo, no me causaría tanto conflicto…—tomó el valor que le faltaba, ignoró su ética y caminó hasta la puerta para tocar con su puño.

     Creyendo que el menor se había arrepentido por la falta de respuesta por dentro, caminó unos pasos, regresando por donde vino. Se detuvo al sentir el teléfono en su bolsillo vibrando. Lo sacó, dándose cuenta de que era un mensaje del Son.

 

Goku: ¿Eres tú? Para bajar y abrir.

 

     Todavía no muy convencido, respondió un “sí, soy yo. Estoy afuera”.

     Volvió a acercarse a la puerta, oyendo pasos dentro. Escuchó cómo quitaba el seguro para abrirla. Adentro estaba el más alto, con una mirada bastante incómoda pero un pronunciado sonrojo se asomaba en sus mejillas. Se adentró a la casa cuando el otro le permitió el paso y oyó el seguro de la puerta ser puesto a sus espaldas.

     Siguió al menor hasta su habitación, la tensión aumentaba entre ellos y no eran capaces de sostenerse la mirada. Entró al cuarto del menor cuando éste se hizo a un lado. Dejó su mochila en el suelo y se sentó en la orilla de la cama. Hizo un pequeño movimiento hacia atrás, para apoyarse con sus brazos en el colchón.

     Miró cómo Goku, tras cerrar bien la puerta, tímidamente comenzaba a quitarse la camisa, sin siquiera voltear a verlo—. ¿Ni un “hola” primero? —comentó. El Son alzó la mirada, todavía con su playera a mitad de sus brazos.

     —Hola—respondió en voz baja, para después doblar despacio aquella prenda. La posó en su mesita de noche y miró al mayor.

     —Supongo que esperas que tome iniciativa—el menor se rascó el brazo y desvió la mirada—. ¿Tengo tu consentimiento para lo de hoy?

     —Tsk, ya te dije muchas veces que sí—el Saiyan soltó un disimulado suspiro.

     Alzó la mirada, mirando aquel cuerpo. De verdad se reflejaban todas esas horas de entrenamiento, además de que por sí solo era bastante atractivo. Ese apuesto rostro, la manera en que se le marcaba la manzana de Adán y sus pectorales. Y ese abdomen, marcado, donde abajo incluso comenzaba a marcarse muy poco la V.

     —¿Saiyan? —el más bajo se levantó y se acercó, para empezar a besarlo despacio, siendo correspondido por el menor.

     Ni siquiera se asemejaban esos besos con los que se daban después de clases. En estos momentos, el menor estaba temblando, haciendo las cosas torpemente cuando antes el Son tomaba las riendas y no quería despegarse. Lo guio a la cama, para sentarse ambos en la orilla y seguir besándose. Subió su mano hasta aquella cintura desnuda, sintiendo un pequeño brinquito en aquel chico.

    Deslizó las yemas de sus dedos despacio, siguiendo la línea de sus abdominales, ahí los músculos eran rígidos. Se sintió bastante extrañado de que el menor ni siquiera lo tocaba, considerando que siempre acostumbraba a abrazarse a su cuello y acercarse lo suficiente para que sus pechos se tocaran.

     ¿En serio lo haría tan forzadamente? Ni siquiera parecía que el menor pudiera hacerlo, lucía tan tenso, inseguro, con duda. ¡Parecía que sentía molestia de estar en esa posición! No podía imaginar que ese chico de verdad estuviera “correspondiéndole a él como Vegeta”, y no sólo “por querer efectuar el acto pronto”.

     —¡Diablos! No puedo seguir con esto—se separó abruptamente del Son y pasó su mano desesperadamente por su cabello, para soltar un pesado suspiro.

     —¿Q-qué dices? —frunció el ceño—. ¡Dijiste que lo harías! —recibió una mirada algo agresiva por parte del más bajo—. Saiyan…

      —Tsk… ¡Demonios! ¡Ni siquiera sé si te agrado! No hablamos, a veces me callas… ¡Te la pasas huyendo de mí en muchas ocasiones! —el menor desvió la mirada—. No continuaré sin saber qué sientes por mí.

     —“¿Qué siento por él?”.

     Bajó la mirada, sintiendo que se formaba un pequeño nudo en su garganta. Esa pregunta, tan directa e inesperada, lo hizo dudar. De verdad, ¿qué sentía por Vegeta?

     ¿Lo odiaba? Duró meses con ese sentimiento, el cual se iba desvaneciendo. ¿Le caía bien? Ni siquiera sabía cosas simples de su vida.

      Lo escogió por su amabilidad, ¿no? Por el respeto que le tuvo. Pero ¿sentir algo por él? ¿Era eso? No, imposible… ¿o de verdad tenía una intención oculta que ni él había descubierto?

      —Tsk… —se levantó por el silencio del Son.

      —¿Eh? —salió de sus pensamientos y levantó de nuevo su mirada, al ver cómo se acomodaba la camisa—. Saiyan, me dijiste que…

     —No lo haré.

      —¡Tú dijiste que…!

      —¡Por un demonio, Kakarotto! —alzó la voz, mientras se apoyaba en el colchón, inclinándose a él y verlo fijamente—. ¿Por qué…? —susurró—. De verdad… ¿por qué…? —cerró los ojos y tomó aire—. Diez cosas.

      —¿Qué?

     —Dime diez cosas que te gusten sobre mí—el menor sintió cómo el calor se acumulaba en sus mejillas—. Sólo… sólo quiero saber qué piensas de mí. No puedo continuar si no sé qué diablos pasa por tu cabeza cada vez que me ves...

       —Yo…—se sintió totalmente acorralado, incluso retrocedió—. No…—tragó saliva. Duró unos largos segundos en silencio, antes que su voz bajita siguiera hablando—. Me gusta tu carácter, es bastante fuerte con todos—recibió un “ajá” por parte del mayor. Tener aquella mirada fija sobre él lo hacía sentir increíblemente vulnerable, Vegeta estaba siendo bastante ansioso por oír al menor—. La segunda…—empuñó entre sus dedos la tela de la sábana—, es que no eres entrometido. Me gusta que sepas qué decir en cada situación.

      >>La tercera… —tragó saliva, la cual pasó con dificultad—. Tu mirada. Parece que odias a todo el mundo, pero en realdad hay más amabilidad de la que aparentan—la voz del menor comenzó a quebrar.

      >>Cuarto… Tu estilo. Luces bastante diferente al resto—Vegeta alzó sus cejas con sorpresa al ver una lagrimilla corriendo por la mejilla del menor.

      Justo en ese momento se dio cuenta de que, quizá, se había excedido con la manera en que le pidió aquello. Sintió culpa al ver esa gotita deslizándose por su mejilla, en ese rostro mortificado y avergonzado.

     —Quinto, me gusta que seas bueno en deportes. Incluso… Incluso mejor que yo en muchos…—tomó una bocanada de aire—. Se-Sexto…

      —Shh… No tienes que continuar…—colocó su mano en la boca del menor, quien ya estaba hecho un mar de lágrimas.

      ¡Y cómo no! Pudo identificar en aquellos ojos una sensación de humillación, como si el haberlo acorralado de aquella manera hubiera aplastado un poco el orgullo del menor.

      ¿Qué no a Goku lo molestaban con el “siempre estarás por debajo (y abajo) de alguien más”? ¿El menor lloraba porque, ante ese deseo de querer explorar su sexualidad, tenía que hablar sobre algo que se le dificultaba? Además, esa última frase le quemaba el alma al menor.

       Ser bueno en deportes era algo que al Son le importaba demasiado, era su motivo de orgullo personal. Pero admitir sus debilidades, de esa manera, para poder admitir una cualidad para él era como pisotear su orgullo.

      —Lo siento, no debí actuar así—abrazó al menor, quien comenzó a sollozar—. De verdad, no era esa la intención—deslizó sus dedos por aquella cabellera alborotada.

       —Vete a casa, no te obligaré a quedarte—oyó de aquella vocecita entrecortada.

       ¿De verdad quería regresar a casa?

       Ni siquiera podía sentirse tranquilo sabiendo que Goku, en la soledad, sufriría una sensación de humillación que abordaría con llanto desmesurado. Bajó su mano por la espalda del menor, para palmear despacio.

        —Vámonos—se separó—. Salgamos.

      —¿Q-qué dices? —limpió sus lágrimas.

      —Vístete y vayamos al cine.

       —Pero…—bufó—. Saiyan, no puedo. Mis padres no están, y Rad tampoco volverá…

     —No tienen por qué enterarse—el Son tragó saliva—. Ya se arruinó totalmente esto. Vayamos a distraernos.

      —¿Una cita?

      —¿Eh? —miró aquellos ojitos llorosos mirándolo. Sintió el calor acumularse en sus propias mejillas, ante aquella forma de interpretar por parte del Son su invitación—. Eso suena bien.

     —De acuerdo…—tomó la playera que hace rato vestía y se la colocó. También buscó una sudadera para usarla.

       Todavía con un poco de tensión entre ellos cuando salieron de la casa, caminaron un largo rato hasta que llegaron al centro de la ciudad. Entraron al cine y, luego de comprar un combo de palomitas y refrescos, fueron a la sala correspondiente para ver una película de terror.

       —No pienses en ello—comentó el mayor en susurro, al ver cómo Goku sólo comía despacio mirando al suelo.

       —Siempre he pensado… que todo mundo se esfuerza en hacerme sentir culpa por mis decisiones—comenzó a decir, aprovechando la soledad de la sala—. “Con quién sales”, “con quién lo haces”, “con quién te muestras” … Sé que, si en un momento lo hago con la persona equivocada, le daré menos valor a mi cuerpo por todo aquello que dicen—limpió sus lágrimas—. Te lo pedí porque contigo no he sentido culpa por nada. Y tú no eres un imbécil que corre a gritar lo que hacemos.

     —Sé a qué te refieres. No te gustaría que alguien hablara de tu intimidad…—el menor soltó un pesado suspiro.

      —Muchas veces tuve curiosidad de empezar algo con alguien. A veces fantaseaba, a veces quería tener libertad en esos aspectos—miró al más bajo—. ¿Recuerdas lo que hablamos de “las primeras veces”? Eso era lo que me detenía. Quería que, como mínimo, la primera vez salga bien para no sentir culpa.

      —Sabes que eso no te define, ¿verdad?

       —Y tú sabes que ante el resto de las personas sí lo hace, ¿cierto? —confrontó, luego suspiró—. Me conozco, sé que no puedo ignorarlo tan fácil.

     —Comprendo—bebió un poco de soda—. Sé a qué te refieres.

      —Ya no importa—se deslizó un poco en el asiento—. Más humillación no puedo tener.

       —No considero que sea eso. No es “humillación” que tengas miedo a veces—el menor lo miró—. No le diré a nadie, y no lo mencionaré para no molestarte.

      —¿Eh? —sus mejillas se coloraron. Desvió la mirada y agradeció en un susurro.

     Miraron la película sin volver a mencionar el tema. Contrario a la última vez, Goku no se apoyó contra el cuerpo del Saiyan para ser abrazado. Simplemente permanecieron así, separados, como simples amigos. Ni siquiera se dirigieron una mirada en cada salto terrorífico de la trama, simplemente giraban sus rostros al lado opuesto del contrario.

      Terminando, fueron a un restaurante para comprar un tazón de fideos y comer, quitándose así el mal sabor de boca que les quedó tras su pésimo intento de hacerlo. Goku metió a su boca el pedacito de rábano, para poder probarlo, siendo su primera vez visitando ese restaurante.

       —Eres bastante atractivo—el menor empezó a toser al sentir que casi se ahogaba—. Eres muy bueno en los deportes, me gusta mucho cómo juegas. Creo que eres la persona más competente, no sólo por tus habilidades, sino también por la comunicación que tienes con todos los del equipo—Goku lo veía, sintiendo cómo en sus mejillas se acumulaba la sangre—. Tienes una sonrisa muy linda…

        —Espera, espera… ¿A qué va todo esto? —el mayor soltó una risita, antes de comenzar a comer—. ¿Saiyan?

     —Lo justo era que yo también dijera algunas cosas—el Son entendió a qué se refería, a esa petición de que dijera cosas que le gustaban de él.

     —No, déjalo así—movió con los palillos la pasta en ese caldo—. Soy tan patético…

      —Kakarotto…

     —Saiyan—interrumpió—. De verdad, es mejor dejar las cosas así. Sé que me veía bastante mal hace rato, sólo déjame ignorarlo—soltó un pesado suspiro—. Sé que parecía que quería salir huyendo, pero yo… incluso estaba emocionado.

      —¿Qué dices? —el menor empezó a reír.

      —De verdad estaba emocionado—comió de los fideos y tragó rápido—. Tenía algo de vergüenza, pero de verdad quería hacerlo—volvió a reír—. Incluso me había puesto el bóxer que te gusta.

      —¿El que “me gusta”? —repitió.

     —Quiero decir, el que me viste en nuestra cita—corrigió. El Saiyan colocó su mano sobre la del menor—. Pero estaba molesto—soltó aire—, tuve una discusión con Rad.

     —Déjame adivinar, ¿fue el “no metas a nadie a casa” siendo que él iba a hacer eso en casa ajena? —el Son asintió—. Qué molesto.

     —Perdón por obligarte—el Saiyan se sorprendió. Goku comenzó a comer—. Creo que te coloqué en una posición donde no podías decir que no.

     —Eso pensé—el menor soltó aire—. Aunque, por otra parte, si de verdad hubiera querido huir, me era más simple decirle a tu hermano. Con eso me hubiera librado de todo, ¿no crees?

      —Sí, Rad me hubiera encerrado en casa, mis padres al enterarse me habrían castigado…—comió la carne—. Un momento, ¿eso quiere decir que…?

      —Seamos francos, Kakarotto, ¿tú no estabas igual de forzado de hacerlo? Me refiero a lo que pasó con Bojack, lo que te dijo…—el menor se pasó la mano por el cabello con frustración—. Fue eso el detonante.

     —Un poco, sí—tomó la pieza de pescado blanco, la cual era redonda con una espiral rosa en el centro, entre los palillos—. Siempre me ha parecido tan lindo el naruto maki.

     —En otra ocasión será—bebió un poco de agua, el menor lo miró—. Ya te lo dije, deja que las cosas salgan de manera natural.

      —Sí, como sea—levantó el tazón para beber el caldo—. Estuvo delicioso.

     —¿Quieres otra cosa?

     —No, estoy bien así—Vegeta se apresuró a terminar. Mientras continuaba comiendo, aprovechó para mirarlo detenidamente—. Se le notan los músculos… Ahora que lo pienso, nunca le he puesto atención. No lo he visto nunca, siempre me volteo cuando se cambia en los vestidores de la escuela.

     —¿Quieres el naruto? —mencionó, pasándoselo con los palillos. El menor sonrió y acercó su boca para comerlo, cerrando sus ojos cuando saboreaba el surimi.

      —Y cuando lo hicimos—retomó su pensamiento—, sólo bajó un poco su pantalón, no me mostró su cuerpo… —cerró sus ojos al recibir en su boca otra pieza de pescado—. Debe verse bien.

      —Este es el último—Goku tomó la mano del Saiyan, para mantenerla fija, y poder meter en su boca aquel pedacito de pescado.

      —¿Es lluvia? —preguntó ante el sonido lejano de agua golpeando la lona que cubría las mesas de afuera.

     —Creo—vieron cómo varias personas iban entrando al local, para resguardarse. En ese momento, donde la puerta fue abierta, pudieron ver la torrencial lluvia que azotaba en la calle—. ¿Quieres que consiga un paraguas?

     —¿Para ti? —el mayor lo miró—. No me molestaría mojarme en la lluvia. Quiero decir, siempre lo hacemos en los entrenamientos. Me gusta sentir la lluvia…

     —A mí también—se miraron unos segundos—. ¿Quieres aprovechar ahora que está fuerte?

     —¿Irías conmigo a casa? —recibió un movimiento afirmativo de cabeza—. Entonces andando.

     Salieron a la calle, caminaron por la banqueta que todavía estaba techada con la lona, y avanzaron por toda esa cuadra, hasta llegar a la esquina. Iban despacio, hasta que por fin aquella cortina de agua los cubrió. Ésta, acompañada con el viento helado, hacía que ambos comenzaran a perder calor en sus cuerpos.

     —¿Unas carreras?

     —¿Qué dices? Saiyan, es peligroso. Te caerás.

      —Sólo escucho un “tengo miedo perder”—comenzó a trotar, adelantándose.

      —¿Eh? ¡Claro que no! —fue detrás de él. Sintió cómo su cuerpo recuperaba un poco de calor gracias al ejercicio.

     Ambos iban a un ritmo lento, para evitar que el pavimento mojado los hiciera resbalar—. ¿Recuerdas cuando jugamos una final con lluvia? —preguntó trotando de espaldas, mirando al Son sin detenerse.

      —Oye, fíjate por dónde vas…

      —Vamos, he hecho esto cientos de ve…—pisó un taparrosca que estaba en el suelo, haciendo que cayera sentado en la banqueta—. ¡Diablos!

      —¡Saiyan! —aceleró su paso para poder llegar frente a él. Arrojó a un callejón la tapa plástica con la que se resbaló—. ¡Idiota! Te dije que tuvieras cuidado—se acomodó a su lado, cuando el más bajo se recostó en el suelo—. ¿Te golpeaste la cabeza?

      —No, estoy bien—respondió con una risita. Se quedó mirando al Son, que lo veía desde unos centímetros más arriba. Detrás de él había una farola ya encendida, los cielos nublados habían restado iluminación natural que fue compensada con los focos de los postes—. ¿Alguna vez te han dicho que te ves bien a contraluz?

      —¿Eh? —sus mejillas se coloraron—. ¿Le… gusto? —el mayor se sentó, quedando de frente ambos.

     —Te tomaré la palabra, iré más lento esta vez—respondió, volviendo a reír.

      —Saiyan… —sintió que su rostro cada vez se enrojecía más mientras repetía en su mente ese cumplido. Cuando el más bajo volteó a verlo, no resistió y colocó sus manos en los hombros del mayor. Finalmente, unió sus labios en un beso.

       —Kakarotto…—pero antes que pudiera seguir hablando, el menor lo volvió a besar—. Estamos en la calle—mencionó colocando su mano en la frente del menor—. Vamos a casa, está haciendo más frío.

    Se levantaron y comenzaron a caminar nuevamente. Las calles estaban vacías, sólo pocos transeúntes con paraguas corriendo de aquí a allá. Apresuraron su paso, temblando cada vez más por el aire helado.

     Por fin vieron la casa del menor. Goku sacó su llave y abrió, entrando ambos rápidamente, siendo abrazados por el calor del interior.

     —Ven—lo tomó de la mano, desconcertando al mayor. No era la primera vez que iba a su casa, es más, una ocasión hasta había llegado cuando el menor estaba desnudo, usando sólo una toalla. Entonces, ¿por qué en ese momento lo guiaba a su habitación? ¿Por qué Goku tomaba tan fuerte su mano, como si temiera que se fuera en ese momento? Sonrió, mirando aquella espalda, mirando después esa mano que no lo dejaba ir—. Puedes ducharte y tomar ropa de mi mueble. Iré a trapear el suelo, para que no se noten las dobles pisadas—entró sólo para colocarse unas sandalias y volver a salir.

     Vegeta sonrió, se sentó en el centro de la habitación, mirando hacia la puerta, y comenzó a quitarse la camisa. Después se retiró los zapatos, los cuales tenían bastante agua adentro. Se retiró los calcetines, que le habían creado una incómoda sensación de humedad. Oyó la puerta abrirse nuevamente, era el menor que entraba.

     —¿Necesitas una… toalla? —sus mejillas se sonrojaron al ver al mayor. Desvió la mirada al notar en ese momento cómo el pantalón se le entallaba más por el agua—. Tengo un juego de toallas limpio.

     —Claro, me vendría bien ducharme—el Son caminó despacio hacia el mueble de ropa. El mayor lo miró, apreciando su espalda—. Aunque… creo que lo correcto sería que me fuera a casa—el menor soltó la ropa limpia al ver cómo el mayor se levantaba, se ponía los zapatos mojados y trataba de ponerse la camisa.

     —Espera, Saiyan—se acercó y lo detuvo, colocando ambas manos al costado del rostro del mayor, apoyándose en la puerta. Aprovechó su altura para poder acorralarlo—. No… no te vayas.

     —¿Por…? —aquella mirada era avergonzada, Goku había actuado tan impulsivamente—. ¿Kaka...?

     Fue sostenido del cuello de la playera antes de que el menor se acercara a besarlo. Tragó saliva cuando se separó, Goku tenía aquel rostro enrojecido y su mirada bastante apenada; se notaba de lejos su nerviosismo y vergüenza ante la búsqueda desesperada de aquel tacto. Tras reaccionar, dándose cuenta de lo que hizo, retrocedió.

     —Si quieres i-irte, e-entiendo…

      El mayor caminó hacia adelante, tomando la cintura del menor en el camino y estirando un poco su cuello para poder alcanzar aquellos labios. ¿Debería irse? Su cuerpo no reaccionaba, ansiaba aumentar el contacto con el menor. Esos besos tan dulces, adictivos, tan cálidos…

      —Mgh—se sorprendió al oír aquel sonido por parte del menor cuando bajó a besar su cuello—. ¿Po-podrías hacer eso… de nuevo…?

     —¿Eh? —Goku se sentó en la orilla de la cama, totalmente agitado. Lo veía fijamente, con una expresión de serenidad, combinada con un poco de deseo y vergüenza.

     Se sentó a su lado y volvió a besar aquella zona. Su piel estaba fría, y su pecho… en su camisa se podía notar sus pezones erectos por el clima tan helado. Aquellas gotitas de agua las saboreó un poco, eran ligeramente saladas por el sudor del menor cuando corrieron por las calles.

     ¿No se iba a ir hace tan sólo unos minutos? Ahora sólo quería continuar pasando sus labios en aquella piel, tomando aquella mano que no lo soltaba y abrazando ese cuerpo tibio.

     —Está duro—pensó el Son al sentirlo cuando se rozó con su pierna. Bajó la mirada a su propio miembro, dándose cuenta de que también se estaba excitando—. Quiero…

     —Kakarotto…—susurró, cerró los ojos y unió su frente con la del menor, quien sólo lo miraba—. Si sigo…

    —Saiyan, ¿quieres hacerlo? —el mayor mordió su labio inferior—. Sé sincero… ¿Saiyan…?

     —Sí—el Son se sonrojó totalmente—. Me iré y…

     Pero los brazos del menor rodeándolo del cuello lo hicieron detenerse—. Quiero hacerlo.

     —¿Estás seguro de que…?

     —¡Demonios, Saiyan! No me hagas repetirlo—se quejó, con sus mejillas coloradas—. De verdad quiero…—su tono de voz fue bajando—. Vegeta, quiero hacerlo contigo.

      “Vegeta” … ¿Cuándo fue la última vez que lo había llamado por su nombre? El primer día de clase, quizá. Ese cuando se presentaron, la única ocasión que se trataron hasta que lo nombraron co-capitán. Entonces, a partir ese momento, fue llamado por su apellido por el menor. Pero ahora, rompía aquel formalismo para llamarlo por su nombre, con ese rostro enrojecido y miradita ilusionada.

     Se abalanzó sobre él y volvió a unir sus labios, esta vez sin dudas. Tímidamente subió la playera del menor, quien se apartó para quitarla rápidamente y retomar el tacto con el mayor. Esa piel tersa, suave, que se estaba tibiando por sus caricias. Aquellos pectorales, el abdomen marcado, los músculos en sus brazos.

     Le bajó el pantalón junto con la ropa interior, dejándolo totalmente desnudo ante su mirada. Empezó a tocar despacio su miembro, estimulándolo un poco. Se alejó unos centímetros, sintiendo que su propia ropa ahora le estorbaba. Se quitó la playera, y después se quitó sus jeans. Se giró sólo un poco para arrojarlo junto a la ropa del menor, en una esquina de la cama en el suelo.

     —Es bastante adorable, no sexy—oyó decir. Se volteó a verlo, que lucía bastante relajado y reía un poco. Miró su espalda baja, que era a donde miraba. Se trataba de su bóxer, el que tenía un osito en la parte de atrás con un corazón.

     —¿Te gusta? —el menor asintió, tenía una sonrisa bastante animada, contraria a las orgullosas que siempre miraba en el Son.

     Sintió un poco de ternura. Goku cerraba un poco los ojos cuando reía, y sus mejillas se tornaban rosadas. Se sentó en la orilla de la cama, a su lado, luego de que se quitara su prenda interior. ¿Desde cuándo su relación se había tornado a esa, donde se mostraban ante el contrario? El Son se acercó, se sentó sobre sus piernas y se aferró a su cuello.

     —¿Sí puedes conmigo? —se refirió a su propio peso sobre el regazo del mayor.

     —Sí…—susurró, antes de besar al menor.

     Bajó a su cuello, besando y mordisqueando un poco. También bajó a su pecho, aprovechando la diferencia de estatura que le permitían alcanzar esa zona de manera simple. Bajó sus manos otro poco, tocando su cintura, sintiendo cómo el Son se tensaba del nerviosismo ante cada roce.

     Permanecieron un largo rato así, rozándose con movimiento de sus torsos, y poniendo en práctica lo que habían aprendido cuando ensayaban besos franceses después de clases. Compartían su saliva en el tacto de sus lenguas, y sus respiraciones cálidas se unían en un vaporcito que los embriagaba poco a poco.

     —Puedes meter un dedo.

     ¡¿Qué diablos había dicho?! Sintió que el aire se le escapaba ante aquellas cuatro palabras. Tragó saliva, apoyó su mentón en el hombro de Goku y deslizó sus dedos por toda la columna vertebral del Son, quien arqueó su espalda al sentir ese toque.

     Bajó otro poco, hasta su entrada. ¿En serio se había mojado tanto con esos besos? Rodeó su entrada con sus yemas, tocando despacio para estimular. Aplicó presión, y comenzó a meter su dedo índice, sólo la punta, sintiendo cómo ese cuerpo se estremecía entre sus brazos.

     —¿Te has hecho esto? —preguntó, refiriéndose a introducir sus dedos en sí mismo cuando se mastrurbaba.

      —No—sintió aquellas uñas encajarse en su espalda cuando comenzó a avanzar en su interior—. Me daba miedo.

     —¿De lastimarte? —recibió un sonidito de afirmación—. Está resbalando bien…

     —No digas eso—Goku sintió cómo presionaba las paredes internas, atinó a morder despacio el hombro del más bajo.

     —Esto es bastante nuevo para mí—metió un segundo dedo, volviendo a sentir los arañazos en su piel—. Es incómodo así.

     Se levantó, cargando al menor, y rápidamente lo posicionó en la cama. Le levantó las piernas y volvió a introducir sus dedos, esta vez con un vaivén rítmico. El sonido húmedo de sus dedos entrando y saliendo resonaba en la habitación. Estaba de pie a un lado de la cama, con aquellas piernas apoyándose en sus hombros.

     —Ya hazlo—el mayor lo miró—. Saiyan, hazlo.

     —¿Eh? —tragó saliva, para después sacudir su cabeza—. No… No puedo hacerlo así. Buscaré los condones.

     —¿Los qué..? —desde su lugar, alzó la cabeza para mirar al mayor, quien buscaba en su mochila el empaque—. Había olvidado ese detalle.

     —Dame… Dame un segundo—pidió, pero no le fue concedido. Goku se sentó en la orilla de la cama, tomó una cajita y la abrió. Sacó un empaque y lo abrió con mucho cuidado.

     —Yo lo haré—colocó el látex en el miembro del mayor, y comenzó a deslizarlo. Lo hizo bastante rápido, apresurándose por hacerlo pronto.

     Al terminar, Vegeta volvió a besar su cuello, empezando nuevamente con la estimulación. Goku, por su parte, sólo se dejó hacer, sintiendo los roces en su pecho, en su miembro, en sus muslos… El más bajo se posicionó y, aprovechando la lubricación del Son, comenzó a introducirse.

     Mirando el rostro del más alto se dio cuenta de cómo cerraba los ojos y contenía su respiración. Su rostro mostraba una expresión de placer conforme entraba más. Levantó su mano hasta su rostro, para acariciar su mejilla. Ahí el Son abrió los ojos sólo para dirigirle una mirada mientras mordisqueaba un poco su pulgar.

    Tragó saliva y tomó ambas piernas del menor, se inclinó hacia adelante y comenzó a moverse, consiguiendo que el Son comenzara a gemir. No era silencioso, sino que lo hacía fuerte, aprovechando la soledad de la vivienda para no reprimirse.

    ¡Diablos! Era tan excitante oír aquellos sonidos, el choque de sus pieles combinado con el sonido húmedo de sus fluidos ante la fricción de él moviéndose dentro. Si alguien entraba a la casa, así fuera en la puerta principal, los oirían.

    —Demonios… —cerró los ojos y subió su mano a su propio cabello, para quitar algunos cabellitos rebeldes que se le habían pegado en la frente. Miró al más alto, que levantaba un poco la cabeza para tratar de verlo.

     —Saiyan…—oyó en susurró—. ¡Mgh, Saiyan!

     Se inclinó a él, para alcanzar sus labios. Disfrutaba el movimiento combinado con el sabor de su saliva, escuchar de cerquita ese sonido de su voz y compartir el aire caliente de sus respiraciones. El Son comenzó a tocarse a sí mismo mientras cerraba los ojos, todavía soltando aquellos gemiditos.

     —Yo lo hago…— susurró, bajando su mano hasta la entrepierna del Son, para estimularla al ritmo de su movimiento de cadera. Oyó cómo la voz del menor delataba su próximo clímax, así que se apresuró en sus movimientos, sintiendo que cada vez era más apretado y caliente.

     Sintió que su mano se llenaba de algo caliente, así que siguió moviéndose hasta que él también tuvo su orgasmo.

     —Que… Quédate un poco más así—pidió, el mayor asintió. Se inclinó a él para poder acariciar su cabello—. ¿Me besarías?

      —Eso no tienes que pedirlo—murmuró, uniendo sus labios con el menor.

     Un beso, un tacto que —se supone—se hace con cariño, con aprecio. Y en ese momento, luego de ese íntimo acto donde conoció lo más profundo del menor, el Son buscaba sentir más allá del calor del acto sexual, buscaba afecto de otra manera, que le hicieran sentir un cariñito.

     —Lo tiraré en la papelera del baño—avisó, saliendo de su interior y yendo hacia allá. Lo botó en la papelera luego de hacerle un nudo, y aprovechó para orinar. Terminando, lavó bien sus manos y su cara.

     Salió del cuarto de baño, notando que el menor aventando la sábana que cubría al colchón al suelo, para cubrirse con otra cobija, con el colchón sin cubierta.

     —¿Tienes frío? —recibió un movimiento de cabeza—. ¿Te paso otra cobija?

     —No, ésta está bien…—se miraron unos segundos, en total silencio. Hasta que Goku le dio la espalda, acurrucándose. Vegeta aprovechó para sentarse en la orilla de la cama—. Saiyan, ¿te irás a casa?

      —Yo…—colocó su mano en el brazo del menor—. Si no te molesta, me gustaría quedarme esta noche a tu lado…

     —No…—susurró—. No me molesta…

     Vegeta se acomodó bajo aquella colcha, que era gruesa y cálida. Ciertamente el Son no tendría frío esa noche gracias a aquel textil esponjoso. Miró un largo rato esa espalda, donde se visualizaba un ligero enrojecimiento por las cobijas que se marcaron en su piel, esas sobre las que se había recostado en lo que efectuaban el acto.

     —Saiyan—oyó por parte del Son.

     —¿Sí?

     —¿Podrías dormir más cerca de mí?

      —…—sonrió y se acercó, para abrazarlo por la espalda—. Claro que sí…

 

***

 

Luego de unas horas descansando, el Saiyan había optado por ducharse e irse de aquella casa, antes de que el hermano mayor de Goku (o peor aún, sus padres) llegaran. Al arribar a su casa, envió un mensaje de buenas noches acompañado de un “descansa bien”, ambos mensajes que le fueron correspondidos.

     No se trataron el fin de semana por la incomodidad, ninguno sabía qué decir. Así que, simplemente, actuaron como si nada hubiera ocurrido, sin hablar del incidente. Sólo aprovecharon para hablar de cómo iban a hacer que saliera adelante el equipo con la mitad de los integrantes, pensando seriamente en buscar nuevos miembros.

     Luego de un mes, donde las solicitudes para entrar eran mínimas, y sus partidos eran difíciles de ganar por la ausencia de buenos jugadores, los entrenamientos se habían vuelto más exigentes, tanto por decisión del entrenador, como de los mismos integrantes por sus dificultades.

     Su único consuelo, era que tenían ventaja en el puntaje por su primer partido ganado, por lo que, si perdían o empataban uno, implicaría perder sólo un poco esos puntos extra.

     No obstante, para Vegeta no pasaba desapercibida una preocupación del Son. Su manera de no prestar suficiente atención a clases, y que de momentos decidiera simplemente no entrenar y sólo hacer apuntes y señalar puntos a mejorar, lo hacían suponer que había tenido otro incidente con Bojack o con su hermano.

      —Uub, no dejes tanto espacio entre los pases. Si los envías por arriba, permites que el equipo contrario tenga tiempo de llegar al lugar donde caerá el balón—gritó.

     —Goku, ya deja de regañarnos—pidió Yamcha, llegando con él—. Llevas toda la semana diciéndonos que lo hacemos mal.

     —Tsk, levántense todos y vayan a las regaderas—ordenó, unos estaban en el pasto descansando, mientras tomaban bocanadas de aire—. Yo levanto las cosas, ustedes vayan. Para que regresen temprano a casa.

      Oyó unos sonidos de alegría, y todos corrían por sus mochilas para poder irse pronto. Y es que toda esa semana y la anterior, habían tenido a un Goku un poco más exigente de lo normal, donde sólo se dedicaba a señalar fallas y ponía algunos castigos, donde los hacía correr, trotar o unos cuantos burpees.

      No lo culpaban. El equipo, con menos miembros, tenía una decadencia considerable. Por lo que cualquier sugerencia debía ser aceptada si querían clasificar o, mínimo, no ser reemplazados por el equipo de Bojack.

      —Me lleva la…—pateó un balón, que chocó con el muro. Al rebotar y regresar con él, colocó la punta de su tenis para que el balón subiera y así atraparlo en sus manos—. Tengo que decirle…

      Llegó a los vestidores, viendo cómo algunos incluso se perfumaban, seguramente para irse a una cita. Tomó lista conforme iban saliendo, asegurándose de que todos salgan. Incluso se asomó un poco, cerciorándose que hayan salido de la escuela.

     Cerró bien y buscó entre los pasillos a Vegeta, quien era el único que no había aparecido en la lista. Lo encontró en el fondo, guardando ropa limpia en su casillero.

     —Ah… Hola, Kakarotto. ¿Quieres que cierre? — saludó, doblando sus prendas.

     —Saiyan, tenemos que hablar.

     El más bajo volteó al escuchar ese tono algo hostil y serio con el que habló. Vegeta notó esa expresión de incomodidad del menor, así que cerró su casillero y lo miró.

      —De acuerdo… ¿Quién fue y qué hizo? —preguntó, se sentó en la banca y se colocó los tenis.

      —Tú.

      Ante esa respuesta, volteó a verlo completamente sorprendido. ¿Qué habría hecho para ser el causante de la molestia del Son? Si bien había faltado a algunos entrenamientos para poder asistir a los partidos de Tarble, buscaba la manera de compensar el tiempo perdido con otro tipo de actividades.

      —¿Yo?

      —Saiyan… Tengo dos semanas de retraso…

Notas finales:

24/01/2022 By Near


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