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Cómplices Nocturnos por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Holi, Krat viene al ataque a pesar de que su obligación era actalizar sus otros fanfics XD

 

Notas del capitulo:

Holi~

Bueno, bueno. Hay una aclaración antes de nada. Lambo en esta ocasión tendrá la misma edad que Tsuna y la mayor parte de sus guardianes XD

¿Viva el Lambo adulto? XD

 

Es una especie de 1827 y RL. Me entenderán en el transcurso y final de este short con capítulo único y largo XD

 

 

 

Había sido época de peleas, retos, conquistas y demás. En pocas palabras… Vongola, sus secretos e innumerables problemas que se aglomeraban para hacerle la vida complicada al décimo sucesor. Después de superar a los Varia, al futuro netamente trágico que forjó Byakuran, los Shimon en modo vengativo y a la maldición de los arcobalenos, al fin podían ser adolescentes mafiosos normales, ¿verdad? ¡Pues no! Tsuna aún se negaba a ser mafioso, sus guardianes seguían siendo adolescentes normales disfrutando de sus años escolares, los arcobalenos seguían amenazando a Verde para que los hiciera crecer más rápido y un jovencito cansado de ser maltratado caminaba por las calles de Namimori con la mirada perdida

 

 

-maldito Reborn – Lambo tenía la misma edad que la mayoría de guardianes, finalizaba sus dieciséis primaveras y ese día se había saltado las clases sin importarle el regaño que vendría después – algún día… algún día… – pero suspiraba. A pesar de que se mentalizara superar al hitman era consciente de que la fuerza de ese azabache era… casi inalcanzable. Era fuerte, al menos había aprendido a ser fuerte ayudando a Tsuna en esas batallas innumerables, pero no bastaba

 

 

El joven Bovino de cabellos rizados, azabaches y con la adolescencia nublándole el buen juicio, se frustraba por no encontrar paz en casa. Vivir con Reborn era simplemente estresante, no solo por ser tratado como un ser inferior sino porque solo quería que el azabache de patillas, quien parecía un niñito, lo tratara como igual y lo mirara… si, en algún punto de su vida se dio cuenta que lo que anhelaba más que otra cosa, era que el mejor hitman del maldito mundo lo mirara. ¡Putos pensamientos!

Se jaloneaba los cabellos algo largos porque odiaba sentirse así. Raro, extra raro si analizaba que la mayor parte de sus pensamientos tenía a alguien en específico relacionado a ellos. Reborn. Ese puto nombre rondaba su cabeza noche y día, hasta estaba pensando en golpearse con un martillo para empezar desde cero como cuando formateas una computadora. Sea como fuere ahora estaba caminando con el uniforme de Namichu por las calles de los locales comerciales. Se quitó el saco, se abrió un par de botones para mostrar su pecho, se compró una chaqueta negra y se medio disfrazó para que nadie le criticara el haberse saltado clases. Se metió en una tienda de videojuegos y se quedó jugando un par de horas. Apagó su celular y solo quería desaparecer de ese puto mundo un momento. Lo sabía, era una rabieta adolescente con la que buscaba definir su identidad. Al diablo todo, el joven de ojos verdes solo quería paz momentánea. Y cuando el dinero se le terminó… pues, se fue de allí y caminó sin rumbo

 

 

-¿qué haré? – suspiró sentándose en medio de una plaza, en una banqueta medio decente y mirando a la gente pasar dejó que su mente vagara por las imágenes más raras que inventaba de momento

-puedes hacer lo que quieras con esa edad – Lambo saltó cuando escuchó esa voz a su lado, ni siquiera se había fijado en que alguien se sentó a su lado

-que… ¿quién es usted?

-tranquilo, no te voy a comer – sonreía aquel castaño de facciones delicadas. Con cabello largo, un mechón de ese cabello cubría la mitad de su rostro – solo te escuché deprimido… y quise ver qué pasa con tan lindo chico

-¿lindo? ¿Sabe que a un chico decirle eso es… raro?

-¿crees que soy linda? – sonrió la persona desconocida y Lambo se quedó mirando por un momento fijándose

-déjame pensar – dijo y con calma detalló a esa persona. Cuerpo delgado, no tan alta ni tan pequeña, de facciones finas, de voz dulce aunque dura a la vez, mirada intensa y grandes ojos marrones. Una de esas manos con dedos largos acomodaba el mechón para que su rostro entero fuera visible – pues sí, eres linda

-soy un chico – aquella persona se reía al ver la impresión del azabache – pero me gustó que me dijeras linda… eres un caballero encantador

-eres raro – hizo una mueca de fastidio

-entonces digamos que soy mujer – sonrió y Lambo solo hizo una mueca que decía “¿qué diablos le pasa a este tipo?” – puedo ser lo que tú quieras, querido~

-¿eres un pervertido o algo así?

-no – sonrió divertido – la verdad soy… hem… ¿quieres tocarme y comprobar?

-en definitiva eres un pervertido – habló y se levantó empezando a alejarse

-¿quieres saber qué eres? ¿Cuál es tu identidad?

-si claro… ¡adiós pervertido!

-veo potencial en ti, muchacho – sonreía el castaño y siguió al jovencito – no te asustes, no soy un pervertido. En realidad soy un chico que le gusta vestir de mujer a veces

-aléjate o buscaré un policía

-¿qué me dirías si te digo que yo puedo darte la oportunidad de volverte dueño de lo que quieras?

-aléjate

-si me dejas… puedo mostrarte que puedes conquistar a cualquiera solo con una sonrisa, puedes obtener lo que quieras con solo un gesto… puedes tener a muchos a tus pies – decía sonriendo e interceptando al muchacho. Metió una de sus manos a su bolsillo y le ofreció una tarjeta al jovencito ojiverde – llámame si tienes curiosidad

-¿cómo sé que no me secuestrarás y venderás mis órganos? – preguntó con un poquito de temor, normal si te encontrabas con un extraño como ese que en menos de cinco minutos te hizo dudar de tu buen juicio

-porque eres un mafioso y me matarías antes de que yo te hiciera algo – le susurró al oído

-¿cómo sabes que yo…?

-porque también lo soy – sonrió viendo al muchacho tensarse – pero tranquilo… soy neutral y los Vongola tienen mis respetos… si quieres diversión llámame, me encantaría platicar un rato contigo

-¿cómo te llamas? – decía al ver que la tarjeta solo tenía un número y ya

-Yasu… no tengo apellido pero en el bajo mundo me dieron uno… Shini – sus labios se curvaron en una dulce sonrisa

-¿Shini?

-de shinigami – sonrió divertido y  acarició la mejilla de Lambo – no te imagines cosas raras. Me gusta ayudar a los jovencitos y no tan jovencitos. Búscame si te interesa tener al mundo a tus pies

 

 

Eso había sido raro, pero… ¡rayos! Lambo solo suspiró perdiéndose de nuevo en la zona comercial y tirando la tarjeta al basurero, pero una cuadra le bastó para pensar bien las cosas. Las palabras “el mundo a tus pies”, le parecieron tan malditamente encantadoras que se regresó y recogió la maldita tarjeta una vez más, admirando el número de celular que destacaba en letras plateadas sobre el fondo negro. Se la guardó tras limpiarla de alguna cosa húmeda que la machó y siguió con su vida. A enfrentar el regaño de Reborn porque seguro el hitman fue el primero en enterarse que se saltó el día de clases. ¡Y una mierda! quería sentirse vivo… por ahora bastaba ese pequeño día de travesuras

Su vida siguió normal, pelear por el desayuno, correr junto a Tsuna, Yamamoto y Gokudera para que el prefecto de Namimori no los mordiera hasta la muerte por llegar tarde. Reír con los Shimon, participar en las peleas de guardianes, escapar de Ryohei y sus extremos gritos, jugar con Rauji que era su mejor amigo y se entendían bastante bien. Soltar los “yare, yare” cuando mostraba una falta de interés  por alguna cosa y escapar de Bianchi cuando se le ocurría confundirlo con el difunto Romeo. Así era su vida, simple, predecible y si… ¡estaba malditamente aburrido! La paz llegaba a su vida y aunque sonara estúpido quería un nuevo problema que enfrentar en nombre de Vongola porque estaba… ¡frustrado! ¡Puta energía ilimitada adolescente!

 

 

-me sorprende que me llamaras en menos de dos meses – sonreía aquel castaño, quien citó a Lambo en una cafetería normal, con mucha gente para demostrar que no haría nada raro

-me dijiste que… me mostrarías cómo tener el mundo a mis pies

-Lambo, debes responderme algo antes

-¿qué quieres? – presentía que esto sería una de las más grandes travesuras que hiciera. No solo porque no le dijo a nadie con quién se iba a ver, ni siquiera a I-pin que siendo su mejor amiga y confidente ahora no sabía nada, sino porque si le pasaba algo Reborn lo tacharía de idiota

-¿en verdad estas satisfecho con lo que eres?

-obviamente, porque soy el guardián del rayo de Vongola y…

-¿en serio? – Yasu sonrió con malicia hablando con ese tonito irónico que a Lambo le recordaba a cierto hitman patilludamente sensual. El castaño de cabello largo posó su mejilla sobre su mano, que junto a su brazo se apoyaban en la mesa – ¿seguro que sacas a flote lo que más deseas?

-no entiendo

-dime Lambo… ¿acaso sabes lo que en realidad escondes en tu interior?

-creo que pierdo el tiempo contigo

-¿sabes qué escondes en lo más profundo de tu alma?

-ya me estás dando miedo, Yasu

-¿quieres pasear conmigo? Tranquilo, será en lugares públicos

 

 

Lambo sabía que estaba siendo arriesgado al irse con un extraño, pero demonios, le mataba la curiosidad y quería saber más de ese castaño andrógino, que en ese día usaba un vestido largo de vuelos junto con un grueso collar de oro. Lo observó un rato, se veía como una chica, una chica un poco plana pero bonita. Al parecer a Yasu en realidad le gustaba vestirse de mujer, además de maquillarse se ponía relleno y ya estaba, na bonita castaña con dotes… atractivas. Lambo paseó con aquel sujeto por varios lugares y… se cautivó. ¿La razón? Porque Yasu con una sonrisa podía hacer de todo… absolutamente todo

 

 

-¿es en serio?

-sabes que la seducción es algo tan hermosamente difícil de entender que cuando lo logras… tienes el mundo a tus pies – Yasu sonreía de lado, mientras le guiñaba un ojo a alguien que pasaba

-¿a eso te referías?

-Lambo… tu cuerpo es un arma, si lo sabes utilizar… puedes hacer lo que sea – Yasu le acarició la mejilla al más joven y sonrió con ternura

-demuéstramelo – tenía curiosidad, mucha más de lo que pensó. Ya había visto a Yasu obtener batidos gratis con solo unas palabras dulces, una sonrisa atrevida al chico de la cafetería y después disfrutaban del postre más caro de aquel local por cortesía de la mesa de al fondo… maldita vida, ¡estaba interesado en eso! Era extrañamente interesante

-ven conmigo y te lo demostraré… seré tu sensei, Lambo

 

 

Lambo dudó mucho en tomar esa mano que se mostraba frente a él, pero al final lo hizo y… ¡FUE LA MEJOR IDEA DE SU PUTA VIDA! Esa tarde siguió a Yasu a través de la zona comercial, se distanció del castaño unos tres metros y siguiendo la única orden que el mayor le dio, se dedicó a observar… se maravilló desde el inicio. Yasu era malditamente fascinante de una extraña forma. Movía su cabello con sutileza y naturalidad. Caminaba contoneando sus caderas y atraía miradas sin siquiera proponérselo o eso parecía. El castaño se acercaba a ciertas personas en especial, les sonreía, platicaba, afinaba su voz… seducía de tal forma que nadie se daba cuenta de lo que hacía… ¿ilusiones? No tenía idea pero quería eso. Porque al final del día cargaba con seis bolsas de diferentes tiendas, todas tenían ropa carísima, joyas y hasta braguitas de colores llamativos. Yasu tenía otras cuatro que tenían desde unos tenis hasta dulces de no sé qué país y nunca dio un centavo… ¡Yasu ni siquiera metió una de sus manos al bolsillo en todo el jodido día!

Tal vez fue curiosidad, tal vez fue simple deseo de adrenalina, tal vez fue estupidez pero aceptó ser aprendiz de ese castaño y de qué forma. Desde ese día en donde se fascinó por todas esas cosas, no dejó a un lado a Yasu. Lambo se daba la forma de salir de casa y por lo menos ir con el castaño dos horas diarias. Los fines de semana, se escabullía toda la tarde, las horas mejor aprovechadas de su rutinaria vida. No supo cómo rayos logró hacer todo eso sin que nadie se diera cuenta, tal parece que las primeras clases obligatorias de actuación que Yasu le dio, rindieron frutos. O tal vez era porque nadie le ponía demasiada atención, era el guardián más débil después de todo, o del que menos se esperaba, pero todos estaban equivocados. Solo Yasu logró ver el potencial del chico de ojos hermosamente verdes y de cabellera rizada. Yasu fue quien le enseñó a Lambo desde lo más básico hasta lo más complejo como las habilidades de batalla de ese cuerpo delgado

 

 

-Lambo, ¿no dormirás en casa hoy? – Nana servía la cena viendo al pelinegro aparecer con una mochila en la espalda

-no mamá, iré a casa de un amigo – sonrió el mencionado – me han invitado a una noche de postres – sonreía emocionado y con la mirada brillante como si fuera un niño de nuevo

-¿amigos, vaca estúpida? ¿Quién sería tu amigo? – como siempre los comentarios hirientes de cierto hitman se levantaron con naturalidad

-mamá, ¿puedo ir? – le miró feo y luego lo ignoró, concentrándose solo en la castaña dueña de casa a la que amaba como a su verdadera madre

-claro, Lambo-chan – sonrió la castaña

-disfruta de tu noche – sonrió Tsuna al ver a lambo tan feliz que hasta brillaba

-lo haré, nos veremos mañana Tsuna-nii

-llámame cuando llegues a casa de tu amigo, Lambo-kun – Nana le dio un par de billetes al muchachito ojiverde y le acarició la mejilla como cualquier madre

-di el nombre de tu amigo al menos – bufó Reborn aunque no le interesaba nada que tuviera que ver con ese chiquillo… tal vez

- Valenciano – sonrió Lambo – miembro de los Bovino – dijo antes despedirse y proceder a irse con mochila al hombro

 

 

Nadie se extrañó, nadie sospechó, nadie se dio cuenta de que el Bovino empezó a ir donde su amigo, mucho más seguido. Nadie excepto un castaño que viendo la felicidad de su hermano de corazón, una tarde antes de que saliera como siempre, le dijo que quería conocer al tal Valenciano. Lambo con una sonrisa desvió el tema con sutileza alejándose de todos en esa casa para charlar con Tsuna en el patio, le dijo al castaño que vería a su amigo en la estación lejana y con emoción dejó que Tsuna lo acompañara. Todo fue casual, las presentaciones normales, palabras, risas y al final Tsuna dejó de lado su interés, porque nada raro ocurrió. “Valenciano” era un castaño de lo más normal que lo convenció de que era amigo de Lambo desde hace años. Nadie jamás vio detrás de todo eso. Al menos hasta que la intuición de alguien estalló de improvisto

Tsuna un día sintió que debía seguir a Lambo, así que lo hizo, con excusa de ir al supermercado siguió a Lambo, quien como anteriormente hizo se encontró con “Valenciano” en una estación y se fue. Pero esta vez el jefe de la décima generación lo siguió de lejos, tenía que saber dónde residía el tal “Valenciano”. Bien, Tsuna ya se había resignado a ser el décimo jefe, preocupándose por el joven guardián del rayo miembro de su familia, tomó responsabilidades incluso sin que Reborn se lo dijera. Siguió a Lambo y ¡fue la mejor idea que tuvo en su maldita vida! porque descubrió algo que jamás se imaginó ver y que lo envolvió tiempo después…

 

 

-¿Lambo? – Tsuna había seguido al joven Bovino y al tal Valenciano hasta la zona exclusiva de la ciudad. Era de noche, era hora de adulos, ese par aún no lo eran y aun así…

-Tsuna – Lambo se tensó mientras estaba a punto de ingresar al edificio y por casualidad giró admirando a su perseguidor. Estaba en frente a un edificio de cuatro pisos,  que como rótulo luminoso señalaba “Shinisama bar” – ¿Qué… qué haces aquí? – Yasu a su lado solo sonreía de medio lado

-esto es… un bar – dijo el castaño menor medio asustado

-espera Tsuna… ¿por qué estás aquí?

-yo solo quería ver donde vivía tu amigo y… por qué te ibas con el tan seguido y… ¿qué haces en un bar?

-décimo Vongola – sonrió el castaño de larga cabellera que esta vez terminaba en delicados rizos gruesos – creo que debería saber la verdad

-no, espera Yasu… ¡con un demonio, dijimos que esto era secreto!

-pero es tu jefe – el mayor de ellos sonrió con malicia y se acercó al castaño – debe saber lo que pasa con todo esto o se preocupará

-¿me puedes explicar? – una alarma débil saltó en Tsuna al ver a… ¡espera! ¿Yasu? – ¿no se llamaba Valenciano?

-me pareció gracioso ese apodo – sonreía el castaño de cabello largo cubriendo su boca sutilmente con su mano – disculpe usted la mentira, pero si se decía mi nombre, Reborn-san hubiese saltado

-¿cómo que saltado? Ahora si no entiendo nada – Tsuna se agarró la frente en un intento por calmarse, ¿cómo terminó en esa situación?

-Tsuna-nii… puedo explicarlo, bueno la verdad no quiero hacerlo – hablaba Lambo con desesperación – yo solo… ¡demonios!

-Sawada-san – sonrió el castaño mayor tomando el control de la situación, acariciando los rizos de Lambo para calmarlo – ¿quiere ver como su guardián tiene al mundo a sus pies?

-Yasu, por favor no – se quejaba el ojiverde – no me hagas esto

-le aseguro… que le encantará – sonrió Yasu con malicia

-quiero verlo – Tsuna sintió su estómago apretarse por la ansiedad, algo le decía que eso le cambiaría la vida – pero primero debo avisar a casa

-dígale que se quedará con Valenciano, si quiere yo hablo con Nana-san – sonrió el castaño – es una mujer muy comprensiva, la acompaño a hacer las compras de vez en cuando – Yasu pensaba en todo,  desde hace tiempo ya contaba con la amistad de la mencionada ama de casa

-bien… llámala

 

 

Yasu cumplió, habló con Nana y le explicó que ambos menores se quedarían con él. Y después el momento de la verdad llegaba. Tsuna no sabía qué diablos esperar pero subió por la parte trasera de ese bar, lo hizo con duda pues… era un bar, ¡un jodido bar para adultos que ya tenían edad de beber! ¿Y si la policía los encontraba? Pero lo más importante era… ¿Qué hacía Lambo allí? ¿Qué hacía… Yasu, allí? ¿Qué diablos iba a ver? ¿Qué rayos pasaba por su cabeza para no agarrar a Lambo y largarse ya? Curiosidad tal vez. Maldita curiosidad que se iba incrementando mientras veía a Yasu desaparecer y escuchaba como en la planta baja las risas y la música suave empezaba a sonar. Estaban en la zona de diversión de la ciudad… maldita sea, ¡qué alguien le diga algo!

Tsuna no supo cómo, ni por qué, pero terminó ayudando a Lambo a arreglarse... como lo escucharon, lo ayudó a arreglarse. Pero con cada cosa que hacía o veía, y que prometió no decir nada a alguien, se asombraba más y más… y más. Primero estaba que Lambo se estaba cambiando, dejando de lado la ropa cómoda que llevaba siempre, las manchas vacunas desaparecieron y en la desnudez del Bovino, el muchacho empezaba a mostrar las demás sorpresas impaktantes

 

 

-Tsuna, en serio, nadie me obligó – sonrió Lambo mientras se empezaba a vestir con su “uniforme” de la tarde-noche

-porque… no me dijiste nada

-¿me hubieses dejado venir con Yasu... Yasu, quien es el dueño de este bar y que es un asesino profesional? – hablaba divertido al ver la sorpresa de Tsuna y empezó a reírse bajito

-¿dónde lo conociste? – ahora Tsuna empezaba a espantarse un poquito

-fue una coincidencia, pero no me arrepiento de nada – sonreía divertido mientras se colocaba esa tanga de color rosa que… espera, ¿tanga?... tanga, tanga, tanga… ¡TANGA!

-Lambo… ¡¿qué rayos estás…?!

-es una tanga femenina – sonreía divertido mientras se colocaba la misma con tal naturalidad que cada movimiento grácil era apreciado por un boquiabierto castaño – cierra la boca, Tsuna-nii

-momento… ¿qué demonios? – Tsuna iba a empezar a gritar, a armar alboroto, a cargar a Lambo en la espalda, a dejarlo inconsciente, a… a borrarle la memoria, destrozar evidencias y…

-Tsuna, no me juzgues hasta terminar

-solo siéntate y mira – sonreía Yasu que acababa de llegar y empezaba a desnudarse también… eran chicos, ¿no? Cambiarse así en no era nada del otro mundo… más o menos  

-alguien me puede explicar – decía Tsuna pero terminó sentándose en una silla y mirado en silencio

 

 

Un short cortito detallaba la suave figura de Yasu y de la misma forma lo hacía con Lambo, el primero de color negro y el segundo de color verde pastel. La tela se pegaba como segunda piel. Tsuna solo miraba cómo ese par, se vestía con tranquilidad y paciencia, mirándose al espejo para verificar cada detalle. Un corsé era colocado en Lambo, uno que detallaba su figura, dándole una cintura pequeña, acentuando el trasero y cubriendo el blanco y plano vientre con algunos músculos debido al entrenamiento forzado por las constantes batallas Vongola. El accesorio tenía como complemento un componente que cubría la piel del pecho con tela negra y se sumaba una transparente blusa de manga corta y como detalle final, unas sandalias blancas de tacón bajito. El cabello suelto de Lambo, que había crecido un poco, estaba suelto moviéndose delicadamente sobre la piel y tela de la vestimenta. Tsuna vio al otro cambiarse entre risas en conjunto con Yasu que vistiendo de forma más atrevida usaba un chaleco sin nada debajo, de figura delgada y más delicada de la que un chico, y aparte asesino profesional, debía tener.

 

 

-¿me ayudas?... Tsuna – Lambo se acercó a Tsuna y le cedió un adorno en forma de flor roja y amplia, una de esas que se compran las chicas por diversión y ocas veces las usan

-¿qué cosa? – estaba en shock, verdaderamente en shock porque no creía cada cosa que sus ojitos de color chocolate veían

-ponla en mi cabello – dijo con una sonrisa y se sentó frente a Tsuna, quien con duda colocó el adorno en el lado derecho, mediante el broche que tenía

-se ve hermoso, ¿verdad? – sonrió Yasu quien se acercó a ambos

-igual que tú – Lambo tenía un sonrojo ligero en sus mejillas y miraba a Yasu, quien con el cabello suelto destellaba belleza… ambigua y refinada, aunque seductora, belleza – ¿maquillaje?

-¿quién eres en realidad? – Tsuna vio al castaño que empezaba a maquillar al joven Bovino con toques rosas en ciertas partes precisas en esa carita adolescente que… ¡qué rayos estaba pasando!

-yo soy Yasu Shini… al menos Shini es el apellido que el bajo mundo me dio – sonreía el mayor de los tres mientras terminaba de poner el rubor en las mejillas de Lambo – asesino profesional, y dueño de este bar especial… llevo una vida simple y cuando encuentro a alguien con talento… me vuelvo en tutor por horas – decía mirando a Tsuna con una sonrisa sutil

-¿enemigo? – se alarmó Tsuna, aunque en este punto no sabía qué pensar

-aliado – sonrió Yasu mirando al décimo y después admirándose en el pequeño espejo para maquillarse él mismo – asesino independiente, pero como Lambo me agrada mucho… Los Vongola son mis aliados y estoy a su servicio ahora

-yare, yare, estoy listo… ¡es hora de empezar! – decía Lambo estirándose y moviendo sus extremidades en un calentamiento previo

-¿qué empieza? – Tsuna dudaba que todo eso fuera realidad

-la función – sonrió Yasu – le guiaré décimo Vongola y solo disfrute de todo… no se altere y solo observe

 

 

Tsuna siguió a ese par que parecía… mejor ni los comparaba con algo. Mientras descendía las escaleras escuchaba la música suave, las risas, algunos ruidos de cristales y supo que era un bar, aunque eso era obvio, pero algo le decía que… la verdad su súper intuición no estallaba, solo quería fingir que lo hacía. Tsuna fue dejado detrás de la barra, en un lugar junto al bar tender que cuidaría de él por esa noche… extraña noche. Solo miraba y la verdad no creía lo que sus ojos le mostraban. Lambo… su pequeño Lambo, al que veía como su hermanito menor… el pequeño pelinegro que lloraba cada vez que perdía contra Reborn, el mismo que amaba las uvas, el mismo que era el consentido de Nana y que trataba de llamar la atención con rabietas… estaba… estaba… Tsuna tallaba sus ojos y respiraba profundo mientras apreciaba eso… Lambo estaba… ¡por Dios!

Lambo cambió de actitud en cuando dio el último paso bajando las escaleras. El mimado chico desapareció y en cambio un pelinegro de sonrisa ladina, de movimientos gráciles, y que servía una copa de licor a un señor de unos cuarenta años se mostraba. Lambo sonreía con orgullo, presumía su ropa y belleza, se veía tan delicado que podía ser fácilmente confundido con una mujer. Las miradas de hombres adultos, viejos de diferentes edades, gente de todo tipo que llegaba se posaban en un Lambo que bebía jugo de naranja. Si el propio bar tender preparaba los zumos de frutas y las enviaba con una camarera para Lambo. El guardián del rayo se relamía los labios con lentitud a saborear un sorbo… seductor era la palabra que salió de los labios de Tsuna, que sin creerlo veía todo en primera fila. Yasu cumplía una función parecida pero con más descaro, acompañaba a los clientes a sus mesas, les besaba la mejilla, les coqueteaba y dejaba que lo tocaran un poco. Tsuna entendió que eso era parecido a un burdel, y cuando iba a lanzarse sobre todos y agarrar a Lambo entre sus brazos, un empleado le agarró y le explicó que allí nadie estaba por actividades que no fueran otra cosa que beber, mirar, platicar y disfrutar. No había nada expresamente relacionada con una relación sexual de ninguna especie

 

 

-hermoso cisne – un hombre de cabello rubio se acercaba a Lambo y Tsuna tuvo que ser detenido de nuevo por el bar tender para no impedir que ese hombre jalara a Lambo sentándolo en su regazo – ¿me pondrás atención hoy?

-no – fue la simple sonrisa y palabra del joven Bovino, que mostraba una faceta diferente a la que todos en ese puto mundo conocían – me ha abandonado por quince días – dijo con un leve puchero y giró su rostro evitando la mirada del hombre

-no fue mi intención – decía el hombre y con caricias sutiles en los brazos de un Lambo, que soltando un suspiro se estremecía, logró hacer contacto visual – ¿cómo podría abandonar a mi amado cisne?

-fue malvado – Lambo seguía con esa actitud infantil pero sin dejar de seducir a los que lo miraban de lejos, envidiando al hombre que lo tenía en sus piernas – no quiero verlo

-mírame… - casi suplicaba  aquel hombre – ¿qué puedo hacer para que me perdones? – decía el sujeto que se acercaba al cuello del adolescente y trataba de besarlo pero los dedos de Lambo enredados en su cabello lo alejaban de inmediato

-puede irse – Lambo lo ignoró y se levantó de las piernas del sujeto, moviendo su cadera a un lado y caminando con lentitud fuera de alcance

 

 

Tsuna quiso reírse por esa actitud, pero no podía, solo veía a un Lambo que en su vida pensó ver. ¿Cómo diablos ese chiquillo mimado terminó haciendo que ese hombre de traje lo siguiera por la planta baja? Y lo peor es que… se veía tan tierno que hasta él quería ir a abrazarlo y darle lo que quisiera. Yasu se posó a su lado en cierto punto de la noche y le dijo “ves… tiene el mundo a sus pies.  Y por si lo dudas, ese hombre es dueño de la cadena televisiva y cineasta más importante de Japón… ¿no se te ha hecho raro que en el último mes las películas de temática de comedia hayan llenado la cartelera?... y Lambo haya visto la mayoría en cualquier cine que le diera la puta gana”. Tsuna abrió los ojos desmesuradamente, no podía ni siquiera procesarlo, todo eso debía ser una puta broma. ¿Lambo logró seducir a ese hombre que ahora hacia todo por disculparse? Tsuna reconocía que Lambo salía con amigos al cine, I-pin le comentaba que el Bovino invitaba todo con gastos pagados… y resulta que Lambo tenía todo gratis

 

 

-mi cisne, haré lo que sea por tu perdón – suplicaba el hombre de traje arrodillado ante un Lambo que bebía lo que parecía jugo de alguna fruta roja… ¿arrodillado?

-no quiero – hacia un puchero y balanceaba sus piernas blancas, lisas, bien cuidadas y desnudas – eres malo, Itakani-chan

-solo ordéname y yo te daré lo que pidas

 

 

Lambo miró a Tsuna y Yasu un momento, como pidiendo órdenes. Un Yasu divertido abrazó a Tsuna con delicadeza para no asustarlo y susurró como para que sus labios fueran leídos y sus palabras alcanzaran los oídos de Tsuna. “Pide que te bese uno de tus hermosos pies” Tsuna vio a Yasu sin creérselo, iba a decir que eso era ridículo… pero cuando Yasu señaló a Lambo, todo quedó en silencio… ¡PUTO UNIVERSO PARALELO E IRREAL!

 

 

-aléjate – Lambo usó la punta de su zapato para empujar el pecho del arrodillado hombre – no quiero nada

-mi cisne… lo que sea, solo pide – ¿qué diablos le pasaba a ese hombre?

-ese hombre no te dará lo que quieres – decía otro desconocido y se acercó a Lambo

-¿y tú me darás? – Lambo sonreía con sutileza mirando al nuevo pretendiente, entrecerrando sus ojos y dejando a un lado su vaso

-claro mi pequeño… cisne

-aléjate, el cisne es mío – bufaba el primer sujeto

-calmados~ – sonreía Lambo y ladeaba su cabeza, colocando uno de sus dedos en su labio coloreado, fingiendo pensar – ya sé… – decía animado y los hombres lo miraron expectantes – besa mi pie Itakani-chan

-¿qué? – Tsuna casi se ríe a carcajadas al ver a eso. Hombres sorprendidos, pero de nuevo, el décimo Vongola se quedó callado – ¿nos darás ese honor, mi cisne? – ¡qué diablos!

-si no quieren – Lambo hizo un puchero pero unas manos en su pie lo detuvieron – ¿lo harás?

-nunca dejas que te toquen – susurró el hombre rubio tomando el pie del joven azabache y quitándole la sandalia con delicadeza, deslizando sus dedos por aquella extensión del cuerpo del jovencito

-ah~… me hace cosquillas – Lambo soltó un gemidito sonrojando sus mejillas y admiró al hombre acercar el rostro a su pie

-perdóname mi cisne – decía aquel sujeto y su nariz repasó los dedos pequeños pero bien cuidados e incluso con uñas pintadas – nunca volveré a descuidarte… mi cisne… preciado tesoro – un beso fue posado en la piel del pie y… Tsuna no podía tener los ojos más abiertos ni la boca más abierta

-aaah~ espero que no me abandone de nuevo – medio gimió y las miradas se posaban en Lambo – pero… eso basta por ahora – dijo de pronto y usando su pie para tocar el pecho de aquel empresario, deslizarlo por encima de la ropa ajena, bajando y subiendo en una caricia para luego empujarlo y alejarse, terminó con su espectáculo

 

 

Bien eso ya fue raro, demencial en cierto punto. Tsuna iba a quejarse, a protestar porque su hermanito no debería estar en ese lugar gimiendo para desconocidos y seduciendo hombres que le doblaban o triplicaban la edad. Pero por alguna razón siguió viendo sin decir nada. Lambo trataba a todos con gentileza, pero los obligaba a servirle de alguna forma, los seducía y rechazaba, dejaran que lo tocaran pero no demasiado, los halagaba pero recibía tres veces más halagos, sonreía y con eso todos los clientes lo miraban, gemía y todo el mundo quedaba en silencio para escucharlo. Les servía una copa y después… tenía a todos a sus pies sin excepción. El niño casto y puro se transformaba en un seductor de primera que disfrutaba de mandar a los demás y Tsuna… se encantó también… poco le importaba pensar en la razón de todos esos tipos de traje para pagar para obtener esas atenciones

 

 

 

¿Quién era ese castaño de cabello largo? Un demonio o un ángel

 

 

 

Yasu se volvió parte de la vida del castaño también. Tsuna de alguna forma aceptó que Lambo siguiera en ese empleo, el mismo que sin pensarlo llenó de ceros la cuenta personal del Bovino. Lambo y Tsuna se volvieron más cercanos desde entonces, porque había que aceptarlo, guardar ese secreto los unió bastante. Yasu era como un diablito vestido de gato seductor, pactó unas citas con el décimo Vongola, charló amenamente usando la misma estrategia seductora que aplicó en Lambo. Así que al final, Lambo, Tsuna y Yasu caminaban por las calles de la ciudad disfrutando de esos meses de juventud y los beneficios de la seducción y algunas cosas más que podían crear con un poquito de práctica. En conclusión, Tsuna cayó en aquel mundo también, pues Yasu también lo quería junto a él… Yasu era el maestro que anhelaba ser superado por sus alumnos y sacarles provecho monetario de alguna forma, pues claro, nada era gratis en esa vida

Además, ambos jóvenes Vongola disfrutaban mucho de eso… porque sí. Tsuna sin pensarlo entró en ese mundo, porque era divertido, porque sacaba un lado suyo que ni imaginó que existía. Lo hizo sentirse libre, poderoso, olvidando todo su pasado como perdedor y forjándose una identidad secreta que permanecería así por siempre… secreta. De día eran el torpe Tsuna que tendría que ser jefe de Vongola y el torpe muchacho que luchaba cada día para buscar el reconocimiento como un buen hitman que era. De noche, ocasionalmente, eran dos adolescentes que trabajaban en un bar y que tenían a quien quisiera a sus pies. Pero ese era su secreto y el de nadie más, porque… simplemente no querían rebelar nada. Todo era… envuelto por Yasu, hombre enigmático que de alguna forma se volvió amigo de la familia… y maestro de esos dos no solo en seducción o lo que fuera que aprendieran, sino en otras habilidades diferentes

 

 

 

Años después…

 

 

 

La coronación del décimo Vongola se dio acabo cuando Tsuna cumplió sus 21 años, porque ya estaba listo al igual que sus guardianes. Todos estuvieron bien dispuestos y con eso las cosas estaban empacadas para ser mudadas a Italia porque eran la familia más poderosa de Italia, del mundo, de todo. Tsunayoshi Sawada era el décimo Vongola y lideraba con mano firme pero con sonrisa amable. La mansión enorme los acogió y las habitaciones amplias encantaron a todos, se acostumbraron al idioma con rapidez, a la vida allí, a las reuniones, misiones, papeleo, monotonía, una que otra batalla bien fundamentada, poca acción y cosas mafiosas normales… el secreto quedó en el pasado, aunque sus cuentas secretas llenas de regalos en forma de “ceros” y de cosas en bóvedas en bancos españoles decían otra cosa

 

 

-estoy aburrido Tsuna – se quejaba un Lambo que mostrándose ya como un joven hecho y derecho posaba su mejilla en la mesita que Tsuna tenía en medio de su oficina para compartir un té con los invitados

-no te quejes Lambo, solo termina tu parte del papeleo

-Tsu… recuerdas que…

-sigue con el papeleo, Lambo – dijo como un regaño pero se reía al ver que Lambo se recostó en el suelo haciendo una especie de pataleta infantil

-llevamos casi un año en monotonía, extraño nuestra vida en Japón

-deja eso de lado Lambo, y sigue

-pero Tsuna

-Lambo

-¿quieres salir?

-no

-¿sabes?... yo… encontré a Yasu~ – sonrió cuando su hermano mayor paró de firmar cosas y le miró interesado – dime, ¿te interesa?

-pero Yasu…

-fue cuando salí el otro día de misión. Se veía tan malditamente sensual como en ocasiones anteriores – decía moviendo sus manos exageradamente y mordiéndose el labio de forma graciosa mientras soltaba cada palabra – dijo que tiene un negocio que atender y vino a Italia, podemos salir con él un rato~ - pues desde que asumieron sus cargos en la mafia se despidieron de Yasu por seguridad

-Lambo, dijimos que íbamos a olvidar esos meses… o fueron años – se reía jugando con el ojiverde

-vamos, Tsuna-nii – decía con un pucherito y con una mirada de cachorro

-soy inmune a eso – se reía y Lambo frunció su ceño, levantándose enfadado

-vamos Tsuna – decía con voz infantil lanzándose a los brazos del castaño que se reía al sentir como el menor refregaba sus mejillas como si fuera un gato – vamos, vamos, vamos – se quejaba de forma infantil

-me haces cosquillas, Lambo – hablaba Tsuna sintiendo como Lambo se sentaba en su regazo y seguía simulando ser un gato – nos vamos a caer

-¡Tsuna! Vamos~ moooo~ – decía y la desgracia ocurrió de repente. La silla no soportó el peso y cayeron hacia atrás armando un alboroto porque jalaron las cortinas y cayeron. Las mismas se enredaron en unos adornos y cayeron. Los papeles volaron de repente y algo cayó. Una ventana se abrió de paso, el escritorio se movió soltando un chirrido debido al roce con el piso y una taza cayó rompiéndose en miles de padezos

-¡DÉCIMO! ¿ESTÁ BIEN? – Gokudera ingresó al escuchar el leve grito de su jefe pero se calló al ver tal escena absurda

-vamos Tsuna… Tsuna~ - se quejaba Lambo quien ni en el piso dejaba de refregarse con la mejilla de Tsuna

-¡DÉCIMO! MALDITA VACA DE MIERDA… ¡QUÉ LE HACES AL DÉCIMO!

-herbívoros, no hagan tanto ruido – se quejaba el recién llegado de la misión… Hibari Kyoya

-dame-Tsuna, calla a la vaca estúpida – y quien más miedo daba llegó. Reborn quien después de varios experimentos ya se veía adulto – pero qué rayos

-Lambo ya déjame, me haces cosquillas – pero no, Lambo seguía abrazándolo en el piso, hasta empezó a dar vueltas sujetado al cuerpo del castaño que se reía mientras forcejeaba. Rodaron erradamente, pateando algunas cosas de paso… era un lío

-herbívoros – gruñó la nube apretando sus dientes y dispuesto a morderlos hasta la muerte

-¿qué clase de coqueteo asqueroso es este? – Reborn gruñó molesto al ver a ese par

-¡DÉCIMO!... No me diga que usted y el mocoso son…

-que fastidio – decía Lambo mirando a los otros y sacándoles la lengua – dejen que convenza a Tsuna para…

-¡Lambo! – pero Tsuna detuvo a Lambo y se levantó derribando al azabache de ojos verdes. Se puso de pie riéndose bajito y sacudiéndose el polvo del traje – dije que no

-¡pero quiero dulces! – se quejaba Lambo recostado en el suelo con las piernas abiertas y agarrando uno de los documentos para fingir leerlo

-sabes que te haces daño si los comes en exceso – cambiaron de tema, ¿por qué? Obviamente porque tenían un secreto bien escondido, así que se seguían cada juego inventado improvisadamente frente a los demás

-¡Tsuna!... ¡dame dulces de la tienda Suiza! – se quejaba Lambo y de alguna forma tonta ambos salieron de la oficina de castaño ignorando a los demás y se escabulleron a la cocina

 

 

 

¡Absurdo y tonto! Tanto como para que nadie preguntara nada

 

 

Nadie en esa mansión les hizo caso, eran un par de mocosos aun. Aunque esa interacción tan íntima si atrajo la rabia de dos personas especiales, que por años, se negaron a lo que ya era demasiado obvio para ambos, aunque no lo fuera para los demás. Hibari se molestaba con ese ojiverde por ganar la atención de Tsuna sin esfuerzo y… Reborn se molestaba con esos dos por ser tan infantilmente cercanos. Tenían sus razones pero se las callaban, ¿por qué? Porque… tenían orgullo y jamás admitirían que tanto Tsuna como Lambo les causaban ciertas reacciones contrarias a un buen comportamiento. Pero nada raro ocurría, solo que Tsuna y Lambo parecían más despistados de lo normal en ocasiones. Nadie en la mansión se imaginó que esos dos guardaban algo en común

Las cosas eran monótonas y aburridas en ocasiones, pero como parte de la familia mafiosa más importante se quedaron callados, ignorando el hecho de que un castaño estaba en Italia. Pero una tarde, un desconocido para todos exceptuando a un par que no estaba en casa, se mostró pidiendo una cita con el líder. Obviamente fue negada, Gokudera iba a despacharlo, pero claro, el recién llegado no le hizo caso. Y cuando el lio se iba a volver más difícil de enfrentar. Tsuna llegó de su reunión y lo vio todo

 

 

-tú eres

-décimo, Vongola – el recién llegado se inclinó en una reverencia ante el décimo

-Yasu – pronunció Tsuna y su acompañante-guardaespaldas en esa ocasión, sorprendiendo a todos y molestando a cierto azabache de patillas, se lanzó contra el desconocido para abrazarlo

-¡maldito idiota! – se reía Lambo cuando se colgó del cuello de aquel castaño de cabellera larga, quien correspondiendo al gesto dio vueltitas con Lambo a cuestas. Un Lambo que enredado como sanguijuela en su cuerpo no lo soltó por nada del mundo

-wow, jamás pensé verte aquí – reía Tsuna acercándose y ofreciendo su mano al desconocido para la mayoría. En pose elegante la estiró mostrando el anillo que le fue entregado y que representaba su sucesión

-décimo – y cuando Yasu se acercó con una sonrisa seductora al décimo Vongola, cierto azabache de mirada metálica se enfadó – un honor disfrutar de su belleza – sonrió divertido, poniéndose de rodillas y besando la mano del castaño de cabello alborotado y mirada chocolate

-¿a qué has venido?

-a ofrecer mis servicios – sonreía con malicia viendo a Tsuna y Lambo, causando un aura pesada en la planta baja. Cosa que fue cortada por la risa de Lambo que se montó en la espalda del recién llegado y reía emocionado

-acéptalo Tsuna, ¡¡¡acéptalo!!!

-hablemos en mi despacho – Tsuna se puso serio y ordenando algunas cosas a sus guardianes para cancelar las demás citas del día desapareció tras decir que Yasu era un amigo que conoció un día primaveral

-Tsuna/ Sawada/ herbívoro/ décimo – fue el reclamo general y Tsuna los convenció con una sonrisa

-tranquilos, es un amigo… su nombre es Yasu y desde ahora es parte de los asesinos encargados de Vongola

-¡viva! ¡Aceptó!

 

 

Yasu fue presentado a la familia en la cena, después de una larga, muy larga charla en privado con Tsuna y Lambo. Todos los guardianes y Reborn incluido trataron de escuchar la conversación pero fue inútil, incluso Mukuro no logró hacerlo puesto que… al parecer ese asesino recién llegado podía poner barreras decentes. Pero todo quedó allí, todos aceptaron las órdenes y designios del décimo y confiaban en el buen juicio de su cielo. Yasu compartió con todos al menos una misión y al final, fue aceptado en la mansión a pesar de lo rarito que podía llegar a ser.

Yasu era conocido por cambiar de género cada día, era mujer, era hombre, era ilusionista, era asesino, era niño o adulto, era de todo menos normal, incluso se atrevió a seducir a Kusakabe… en serio estaba demente y así fue catalogado por todos en esa mansión. Una de las cosas más raras y hasta shockeantes que los Vongola vieron en Yasu fue realizado en una fiesta en la que Varia participó. Yasu se juntó con Lussuria y juntos participaron en un desfile con temática drag queen, vestidos pomposos y coloridos, maquillaje exagerado y hasta hecho de neón para la noche, zapatos de plataforma, uñas larguísimas pero falsas, una voz chillona y un baile improvisado. Los Varia, Vongola, Shimon y Cavallone lograron soportarlo cuando el alcohol les pareció la mejor escapatoria. Un par de travestis hermosamente seductores con actitudes femeninas y exageradas. Pero Tsuna lo apreciaba con un amigo y nadie se atrevió a decir nada

Cuando Reborn y Hibari trataron de averiguar sobre ese tal Yasu, encontraron cosas demasiado interesantes después de largos dos meses de intensa investigación. Yasu era asesino mafioso, nacido en la cuna de los Bovinos, criado en la cuna de Vongola, alejado para unirse a la mafia rusa, volviéndose independiente, fascinado por uso de llamas de tres tipos, niebla, cielo y sol. Además que era dueño de algunos negocios para adultos y ya. El puto castaño era bueno en lo que hacía. Y todo quedó allí… o eso creyeron ambos azabaches

 

 

-¿vamos, Tsuna?

-no sé – dudaba el jefe de Vongola

-solo serán unas noches – sonreía Yasu en esa oficina con esos dos jovencitos – podrán liberar estrés… como en la antigüedad

-es arriesgado, soy un jefe mafioso Yasu – Tsuna solo bebía su limonada con tranquilidad admirado la ilusión de Lambo y la grácil seducción de Yasu

-y yo tu guardián, pero Tsuna… por favor… quiero hacerlo – pedía Lambo con un pucherito

-¿cuántas veces?

-solo dos, hoy y una en quince días – sonreía Yasu mientras jugaba con unas ilusiones sobre sus manos

-¿y mi apariencia?

-pelucas

-¿y mis ojos?

-ilusiones – sonrió Yasu, ¿y al final?

-acepto – dictaminó finalmente Tsuna y a la vez sintió a Lambo lanzarse sobre él de forma agradecida. Había que reconocer que ambos extrañaban aquello

 

 

La noche era su cómplice, estaban con adrenalina a tope. Se iban a escapar esa noche, fuera como fuera. Porque necesitaban hacer eso después de tanto tiempo, era como una droga. Tsuna y Lambo sonreían cómplices cuando dejaban ilusiones en las habitaciones respectivas para fingir que seguían en casa. Cabe aclarar que ellos secretamente también aprendieron a usar llamas extras, ¿cómo? Eso quedaba en secreto solo en la memoria de Yasu, quien fue su mentor. Saltaron de la habitación de Tsuna usando capas negras y escaparon. Claro que no se fijaron que dos pares de ojos los vieron desde zonas estratégicas

Tsuna y Lambo tomaron un auto y de forma silenciosa salieron de la mansión teniendo como chofer a… Yasu. Ese día era de travesuras y esos tres lo sabían. Cuando estaba lo suficientemente lejos, se quitaron las capas y Yasu activó sus llamas de tipo niebla para darles una apariencia ajena a la real. Pisó el acelerador haciendo rechinar las llantas del auto y cursó las carreteras con dos personas gritado con las cabezas salidas por las ventanas. Rieron hasta quedar medio afónicos y con las llamas de sol, Yasu les alivio el malestar cuando llegaron a la ciudad. Compraron comida a la mitad, comieron helado, cantaron en el auto y cuando llegaron al lugar correcto se emocionaron y salieron corriendo. Un bar en medio del centro... ¡LOCURA TOTAL!

La música suave, los clientes, las bebidas, cómo extrañaron eso. Yasu era el anfitrión que los guió a la planta alta para prepararse, pues era su noche loca de desfogue y tal vez de las pocas que lograrían disfrutar en Italia. Así que más les valía pasarla a lo grande o se arrepentirían por la eternidad. Yasu vestía un baby doll de color negro y un vestidito medio transparente que denotaba su figura andrógina, mujer y hombre a la vez. Bajó primero para preparar a la clientela. Lambo y Tsuna se prepararon entre risas, excitados porque hacía mucho tiempo que no hacían aquello. Se maquillaron con sutileza, se colocaron las pelucas, se colocaron joyas, short hasta medio muslo, corsé como protección, blusas de color rosa pastel que entallaban su figura delgada y hasta delicada a pesar de los entrenamientos. Disfrazaron cada músculo medio notable que tenían. Se pusieron pulseras que sonaban al mínimo movimiento, collares para ocultar su manzana de adán, un cascabel les daba el toque deseado, y el detalle final era… tacones en punta de aguja

 

 

-¿puedes caminar?

-obvio – se reía Lambo mostrando su paso elegante y presumía sus esbeltas piernas – joder, hace tanto que no hacemos esto – decía dando pasos y contoneando sus caderas. Se movía graciosamente imitando al artista de la canción movida que sonaba en la planta baja

-espero no caerme – se reía Tsuna cuando comprobaba que no se le olvidó caminar con eso puesto – perfecto

-te ves divino~ - bufaba Lambo y entre bromas estaban listos para la acción

- a darle – hablaba Tsuna, que a pesar de la expresión de baja calidad seguía manteniendo la finura de un capo

 

 

Se robaron el show al colocar el primer pie en ese salón lleno de italianos atractivos. Se engancharon a los clientes de los que en verdad trabajaban allí, ¡y les importaba una mierda! porque era su día. Su único día disponible y sonreían cual niños en una dulcería. Sus pasos resonaron en el lugar, los tacones les daban presencia, sus adornos resonaron con ellos y cerraron los ojos aspirando el aroma a chicle que siempre tenían los bares de Yasu, quien ya tenía a varios clientes a sus pies. Literalmente

Quien los viera jamás lo aceptaría y que se joda la puta que los envidiaba porque el mundo estaba a sus pies y les encantaba. Tsuna tomó la fusta que lo caracterizaba en el antiguo bar en Japón y se encaminó al servicio de barra libre. Era su tradición beber algo antes de empezar con eso, con su personalidad más profunda y hasta medio retorcida. Pescó su primera mascota tras el primer sorbo y sonrió sutilmente, se iba a divertir esa divertida noche

 

 

-¿eres la nueva diosa? – hablaba el sujeto que ya se acercaba para con sus dedos acariciar la piel un poco canela del castaño de rizos, aspecto que daba la peluca que Tsuna traía puesta

-quieto, querido – sonrió colocando la punta de la fusta de cuero trenzado, en la quijada del hombre y deteniendo los movimientos del desconocido – si yo no te digo que me toques… tu no me tocarás

-una castigadora – la sonrisa del hombre se amplió, cada uno tenía sus gustos bajos

-y de las mejores – sonreía el castaño quien terminaba su bebida con una sonrisa – ¿quieres probar?

-me encantaría – sonrió mientras ese artefacto de cuero recorría su quijada de arriba hacia abajo. Aquella vara terminaba con una porción cuadrada en puro y negro cuero tosco, contrarias a las miradas dulces del castaño – así que… ¿cómo empezamos?

 

 

Tsuna manejó al hombre como quiso, riéndose, conociéndose, presentándose, colocando castigos y entre risas, la diversión empezaba. “Afrodita” era el apodo artístico de Tsuna y el hombre fascinado por la mirada del castaño, cedió su dignidad a los pocos minutos. Ocuparon una de las mesas y pidieron un par de botellas. Tsuna jugaba con la fusta, a veces repasándola en el cuerpo de aquel hombre, a veces repasándolo por el suyo, simple y extraña diversión para empezar

 

 

-Afrodita… ¿quieres darme el honor de be…?

-shhh – Tsuna le golpeó levemente los labios y sonrió – tocarme nada… ca~ri~ño~

-joder… tu voz es melodiosa

-soy mejor cuando te doy órdenes – si, Tsuna tenía una faceta escondida, la dominatrix que llevaba dentro – solo habla cuando yo te digo

-¿me vas a castigar si no lo hago?

-por supuesto – sonrió Tsuna acercándose al hombre y empujándolo para que se irguiera en el asiento – y empezaremos ahora

-¿he sido un chico malo?

-muy malo – susurró tan cerca de los labios del hombre que sus alientos chocaron denotando el aroma del ron que bebieron. La fusta de Tsuna presionaba al hombre en el pecho y este parecía disfrutarlo porque soltó un gruñido bajito – ¿cómo debería… castigarte? – susurró Tsuna en el oído del tal Joseph

-como quieras… mi afrodita

-no soy tuya – dijo lanzando un golpe  en el hombro del extraño – no soy de nadie – otro golpe en el hombro contrario y Tsuna sonrió con inocencia

-te toco… aquí – una de las piernas de Joseph se deslizó sobre la del castaño que frunció el ceño

-chico malo – hizo un leve puchero y azotó el muslo de hombre – malote~ – dio otro golpe más fuerte y se alejó un paso irguiéndose por completo y las miradas se posaron en él. Tsuna se sentía poderosamente llamativo

-tienes lindo trasero – gruñó el hombre mirando al castaño con lascivia

-ah~ tus palabras solo hacen que quiera castigarte más – gimió Tsuna lamiendo la punta de cuero de aquella fusta usada para amansar a los equinos – ¿quieres un golpe… niño malo? – dijo y mordió aquel  cuero duro mientras con uno de sus tacones presionaba la pierna del sujeto haciéndolo abrir las piernas

-que lindas piernas, trasero… cintura… agh… joder – se quejó de forma ronca cuando la punta de tacón tipo aguja se incrustó en su pierna y sintió esa fusta mojada por la saliva del castaño repasar sus labios

-chico malo… hoy seré tu… – dijo el castaño dando golpecitos sobre los labios del extraño para que completara la frase

-mi dueño – sonrió complacido y dejó que la fusta lo marcara en las piernas, casi hasta llegar a su intimidad – que linda mirada

-¿te gustaría sentirme más cerca? – Tsuna sonrió con malicia contenida, ¿qué pensaría su familia si lo viese así?

-claro… mi Afrodita

-ya te dije que no soy tuya – sonrió descendiendo el cuerpo desde el pecho del tipo hasta el abdomen, bajando más y presionándolo contra la erección del sujeto, porque si… el tipo se había puesto duro en el proceso de castigo – ni de nadie

-quisiera morderte el trasero

-que sucio – se relamió los labios antes de levantar su pie y posar su suela sobre la erección de Joseph – castigo tendrás – dijo presionando y escuchando los jadeos roncos del desconocido – ¿te gusta mi pie?

-haz lo que quieras… agh… mgh – sentía la fusta impactarse encima de su pecho, en dirección de sus pezones y el zapato presionar su erección. Esa mirada chocolate, afilada, esos labios rosados, esa lengua que se deslizaba sobre esos mismo. El tipo disfrutaba de los castigos – mi afrodita

-no soy tuya – repitió y de un duro movimiento hizo que Joseph se arrodillara en el suelo, poniéndose en cuarto. Tsuna le azotó el trasero con fuerza escuchándolo gruñir – eres un sucio perro

-lo soy…

-¿quieres sentir mi trasero? ¿Mi pie? ¿Mi fusta?

-todo – y lo primero que sintió la fusta en su trasero, después admiró el zapato frente suyo

-besa mis zapatos de tacón – Tsuna vio como el empresario o lo que fuese, le hacía caso y sonrió – buen niño… tendrás recompensa – reía bajito. Amaba esa faceta, la extrañó por mucho tiempo

-joder, que calientito – el castaño se había sentado en la espalda del sujeto, usándolo de caballete y con la fusta le ordenaba gatear un poco

-disfruta del calor de mi trasero, porque será la única cercanía que tendrás a mí – dictaminó Tsuna y… el otro complacido cedió

 

 

Lambo veía todo de lejos y reía de vez en vez. Años atrás, cuando vio que Tsuna era de “ese” tipo le dio gracia de verdad. Tsuna siempre era tan lindo y amable que verlo disfrutando de castigar a alguien más siempre fue divertido. Yasu les había mostrado a ambos lo que su alma ocultaba, y lo sacaban a flote en esas noches en el bar que Yasu dominaba. ¿Estaban agradecidos? Más de lo que alguien podía imaginar porque eran libres, libres de hacer lo que se les diera la maldita  gana. Sin reglas, sin reproches, sin testigos

 

 

-¿por qué no me miras, mi cisne?

-porque quería un postre, el que esa mesa pidió – decía con voz dulce apuntando a la camarera que iba por allí con esa cosita mencionada. Lambo hacia un puchero – lo quiero – Lambo no era dominatrix, al menos no de la especie de Tsuna. Él gustaba el contacto físico, inocente, fingir que no sabía nada, pero conocía de todo. Yasu les enseñó bien, lo demás fue por cuenta propia

-todo para mi cisne – el tipo de nombre Jhon, sonrió tomando la mano de Lambo y deslizando su nariz sobre el dorso

-pídelo por mí – decía con voz melosa levantando la quijada del tipo y acercándose hasta casi rozar los labios ajenos – vamos… Jhon

-claro mi cisne – sonreía y de una sola seña atrajo a las camareras, pues además de eso pidieron tragos, cosas saladas, y finalmente unas ¿esposas? – ¿sabes usar eso?

-no es para mí – sonrió el azabache – ¿sabes que quiero hacer?

-¿dominarme?

-jugar un poco – sonrió y deslizó sus dedos por la mejilla ajena – verdad o reto – habló con malicia

-suena interesante – el desconocido aceptó de buena forma y sonrió mostrando sus blancos dientes opacados por el brillo de un diente de oro – empieza tu

-adivina… ¿de qué color es mi… ropa interior? – susurró en la oreja de su cliente. Estaban sentados uno junto al otro como para facilitar la comunicación. Roces sutiles, Lambo deslizaba su mano por el brazo del sujeto o dejaba que el otro jugara con la peluca de mechones negros y lizos en totalidad, pero cuando el otro quería tocarlo más atrevidamente, Lambo lo detenía con sutileza

-dios, ¿quieres seducirme con eso?

-adivina, Jhon~ – gemía ese nombre y conquistaba a su cliente – ¿qué color?

-azul

-no – hacia un puchero indignado – azul es muy varonil – decía girando su rostro en reproche

-no te gusta, entonces…

-sshhh Jhon… ah~… viene tu castigo – susurró en el oído ajeno, dándole un beso con solo un roce ligero en la mejilla

-¿qué me harás, mi cisne?

-no soy tuyo aun – decía con voz dulce mientras abría las esposas, tomaba la muñeca ajena y la colocaba

-¿te gustan estas cosas? – sonreía Jhon sintiendo el frio metal en su muñeca

-bebamos ahora – sonreía Lambo y lamiendo el filo de la copa, bebía un poquito del líquido fuerte bajo la atenta mirada de su cliente. Repasó con su lengua varias veces el filo de la copa y se separó dejando un hilillo de saliva leve – ¿quieres? – decía y le acercaba a Jhon quien gustoso bebía saboreando la esencia ajena

-sabroso – gruñía extasiado por la sonrisa ingenua y los labios rosados del cisne frente a él – ¿por qué no me dejas besarte?

-porque no – decía susurrando sobre los labios ajenos y soltando un suspiro – siguiente pregunta… Jhon~

-¿no me toca a mí?

-no – hacia un puchero inocente y rozaba su pierna con la ajena, deslizando sus dedos por la pierna y ascendiendo – me toca

-dime

-¿a qué saben mis besos? – susurró en el oído ajeno

-a ron – dijo seguro pero Lambo sonrió

-error~ – canturreó y se alejó cuando el otro iba a besarlo. Se relamió los labios un poquito – ¿quieres saber?

-por supuesto – casi podía gemir de forma ronca solo por esa ingenua seducción

-bien – Lambo le tomó por las mejillas y acercó sus labios, con su lengua repasó los labios ajenos y sonrió – ¿a qué sabe?

-a fresas

-es mi lápiz de labios – soltó una risilla suavecita mientras con sus dedos ascendía desde el vientre bajo del involucrado hasta el pecho – un castigo más

-joder, tu voz en sensual – gruñó el desconocido Jhon

-mis besos lo son más – dijo colocando una de sus piernas encima de una de las de Jhon y dejó sus labios posarse en la comisura de los de Jhon. Con la punta de su lengua repasó la mejilla hasta llegar a la oreja del cliente, la cual mordió con suavidad

-joder – se tensó y acarició la pierna desnuda de Lambo escuchando un gemidito pero se detuvo cuando los dedos del cisne se enredaron con los suyos

-un castigo – dijo divertido y se levantó, sentándose en el regazo del mayor. Rondeándole la cadera con sus piernas, y esposando las manos del mencionado detrás de la silla mientras gemía en el oído del cliente – estas inmovilizado

-te gusta seducirme

-ah~ estás… excitándote – se empezó a reír y se separó de inmediato del mayor. Dejando al otro atado a la silla – lo siento pero de ahí no pasarás – le guiñó un ojo y besándolo en cada mejilla se alejó

 

 

Yasu se reía en su trono de la más fina madera tallada y seda, cruzado una pierna encima de la otra y disfrutado de un cigarro fino. Admiraba a sus dos pupilos, los adoraba y los clientes pagaban fortunas para ser exclusivos. En especial los dos que ingresaron hace un ratito y en silencio disfrutaron de la forma en que Lambo y Tsuna trataban a sus clientes

Tsuna dejó de cabalgar al tipo, Lambo se separó del inmovilizado y ambos riéndose iban a por el siguiente cliente pero se quedaron estáticos al ver a los “recién llegados”. Mas bien no se fijaron en nadie más, porque se estaban divirtiendo tanto que el mundo podía irse al demonio. Iban a gritar, correr, huir, desmayarse, pero la voz de Yasu los detuvo

 

 

-saluden a los siguientes clientes – sonrió Yasu, parándose entre los dos empleados de una sola noche y rodeándolos a cada uno con uno de sus brazos. Yasu había planeado eso por… meses, dejando huellitas difíciles de encontrar, dando frases al aire y otras cosas

-dime que es broma – susurró Tsuna pero Yasu se veía serio

-oh Dios, estamos muertos – susurró Lambo y Yasu soltó una carcajada mal disimulada

-Reborn-san… Hibari-san… han pagado una fortuna por ser atendidos con exclusividad y distinción – sonrió Yasu – denles el mismo trato que a los demás… porque no son más que clientes

-entonces – bueno, ya después verían que hacer. Así que Tsuna sonrió con dulzura – ¿a quién debo… atender? – decía lamiéndose los labios y mordiendo el cuero de la fusta

-mooo~… yo quería estar con Jhon un ratito más – decía Lambo sonriendo descaradamente aunque sabía que después lo castigarían, pero qué más daba, se iba a divertir esa noche… tal vez la última. Y le importaba un carajo que Reborn lo estuviese mirando fijamente con esos pozos negros que eran como abismos al infierno

-elijan señores – sonreía Yasu acariciando las mejillas de sus pupilos – esta noche cada uno… disfrutará de mi cisne… o de mi Afrodita

-herbívoro… hum – Tsuna solo  azotó su fusta contra su mano y se fue. Si Hibari lo seguía o no, no era asunto suyo

-la vaca estúpida – y Lambo se ofendió dándole la espalda y caminando lejos mientras en el camino le guiñaba el ojo a alguien, o les brindaba una sonrisa maliciosa

 

 

 

La noche sería larga… el castigo sería cruel. Tsuna y Lambo acabarían con sus noches de diversión… o tal vez no

 

 

 

Notas finales:

¿Review?

¿qué rayos escribí?

Pero lo disfruté extrañamente

Bueno, bueno hay cosas que aclarar

1.- La idea de esto no fue netamente mía. Tal vez ni siquiera es mía, solo sé que lo soñé. Debió ser porque antes de dormir el otro día leí algo que Witch Mix me comentó. Esa mujer tiene ideas magníficas, esto salió de una retorcida idea escrita a mi modo claro está... debería agradecerle... WITCH, SI LEES ESTO.. HOLA Y GRACIAS XD ... espero no sea plagio o_o ... la verdad ya ni sé que diablos estoy haciendo

2.- creo que estoy lista para las críticas y amenazas de muerte. Por cualquier motivo que fuera 

3.- No he dormido ni comido desde ayer por terminar esto. Sip, señores, no sé que pasó pero... debía acabar con esto y lograr que saliera medio decente como para que mi alma me dejara en paz. Y que la fiebre al fin me dejara de dar ideas...

4.- ¿alguien reconoce a Yasu?

5.- Muchas gracias si llegaron hasta aquí 

6.- al fin podré descansar muajajjajaj

6.5.- mi deus... muero 

7.- bye-bye~


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