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El instinto de un centauro {SasuNaru} por -drxrry

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Notas del fanfic:

Pareja: SasuNaru {Sasuke/Naruto}

Extensión: Capítulo único.

Géneros: AU, Fantasía, Romántico.

 

Centauros: son criaturas con la cabeza, los brazos y el torso de un humano, pero con el cuerpo y las patas de un caballo.

 

Faunos: son criaturas con características tanto humanas como animales; a diferencia de los sátiros, los faunos tienen peludas patas, cola y orejas de ciervo, el resto de su cuerpo y cara son humanos, pero en su cabeza poseen cuernos. Son más amigables y tratables que los sátiros.

Notas del capitulo:

¡Bienvenidos! Me está gustando mucho escribir sobre las figuras mitológicas, y opté por crear una corta historia así, con la bella pareja de Sasuke y Naruto ♥

 

Espero que os guste :)

{1}

 

 

Mientras entrecerrada los ojos para enfocar mejor su mirada y hacerla más aguda, volvió a levantar el arco, flexionar su brazo para que la flecha estuviera en perfecta tensión, y al final… sish.

 

Sasuke enfocó mejor su oído, una sonrisa surcó por sus labios cuando escuchó que la flecha había dado a parar a su objetivo, pasando por unos matorrales. Bajó de nuevo el arco y se lo colocó en la espalda, donde se encontraban las demás flechas metidas en una larga y estrecha funda de cuero.

 

Caminó con pesados pasos sobre la hierba y pasó por los mismos matorrales que lo hizo la flecha, visualizando con rapidez al conejo que había cazado con un tiro perfecto.

 

Sasuke movió su cola de un lado al otro e inclinó su cuerpo para coger con una mano al conejo, quitándole la flecha de un tirón. Limpió en las hierbas la sangre que había quedado impregnada en la punta de la flecha, para luego volverla a guardar en la funda. El azabache observó con una pequeña sonrisa al conejo en su mano, era pequeño, como también jugoso.

 

Pero un centauro como él no podía comerse a ese conejo. Él sólo cazaba los alimentos para otorgárselos a sus compañeros del sur del valle, quienes habían pedido de su ayuda para poder llevar a sus casas algo de comida. A Sasuke no le importó coger el pedido, después de todo era un guardia del lujoso paraje que había a lo lejos, donde vivían todos sus seres queridos junto a otros guardias de los bosques.

 

Sasuke guardó al conejo en una pequeña bolsa de piel que también portaba en su espalda, y de nuevo prendió su camino por aquel hermoso bosque que había encontrado tan temprano en la mañana. El sol estaba en la cima del cielo y los rayos lo hacían ver todo más hermoso y pacífico, sólo con el cantar de los pájaros como melodía de fondo.

 

Él siempre había sido silencioso y muy sigiloso con el tiro de sus flechas, tanto, que ni siquiera alguien podía percibir el sonido que hacía al lanzarlas. Después de todo, el arco era su mayor especialidad.

 

Sasuke se frotó la nuca para aligerar tensiones por la zona a medida que se paseaba por un pequeño y largo camino de piedrecitas, tapado un poco por las ramas de los arbustos que había en medio. Le gustaba sentir las suaves ráfagas del viento golpear su piel expuesta del torso, lo relajaba bastante mientras emprendía sus cazas con el arco.

 

Sasuke era un centauro, con la cabeza, los brazos y el torso de un humano, pero con el cuerpo y las patas de un caballo. Su piel humana siempre había sido pálida, mientras que la piel del cuerpo del caballo siempre fue suave y de una mezcla de colores azul oscuro y claro, como el tono de su cola; era el único en su especie que tenía tan increíble color, el único que resaltaba por su virtud. Sus pezuñas, en este caso denominados cascos, eran fuertes y negras, capaces de soportar cualquier superficie que fuera compleja durante sus viajes.

 

Él era un solitario guardia que disfrutaba admirando a la madre naturaleza en todo su esplendor, saliendo días y noches sólo para contemplar cuanto más conocía, como también para seguir ejercitándose con el arco.

 

Sasuke se paró abruptamente y volvió a enfocar su oído al escuchar otros ligeros saltitos de un animalito, parecido a los que solían hacer normalmente los conejos por esa zona. El azabache esbozó esta vez una sonrisa de lado, contento por saber que esa tarde iría a cazar cuantos conejos encontrara; y eso que ya llevaba tres.

 

Se acercó al tronco de un ancho y fuerte árbol viejo, quedándose ahí quieto para observar con atención y detenimiento a su nuevo objetivo: otro conejito. Sacó una flecha de la funda y la tensó en el arco, flexionando su brazo a medida que fijaba el tiro. Sish. Y como la otra vez, su tiro silencioso había sido perfecto. Sasuke no quiso acercarse todavía, porque había visto a otros dos conejos muy cerca del anterior, quienes aún no se habían enterado de que uno de sus compañeros había muerto.

 

Sasuke volvió a cargar otra flecha y cerró un ojo para fijar su aguda mirada mucho mejor, sin embargo, sus ojos se abrieron de golpe al mismo tiempo que sus oídos lograron escuchar unos gritos provenientes a su espalda, un tanto cerca de la zona en donde se encontraba. Sasuke chasqueó la lengua con clara molestia al haber visto cómo los conejitos se habían espantado y habían huido por aquel repentino grito. Dejó escapar un largo suspiro y bajó el arco, pero sin guardarlo aún.

 

El centauro entonces agudizó mucho más sus oídos, y sí, seguía escuchando unos gritos provenientes del otro lado de aquellos árboles. Sasuke frunció ligeramente el ceño y no se lo pensó dos veces. Se acercó con pasos lentos y firmes al lugar de donde provenían esos cortos pero temerosos gritos, y entonces, cuando se escondió detrás de un árbol para presenciar lo que estuviera ocurriendo en el pequeño espacio de flores, lo vio, reteniendo la respiración.

 

—P-parad, por favor…

 

Sasuke apretó su arco con fuerza. Era un ancho espacio donde se encontraban las flores y el pequeño lago en donde solían beber los ciervos. Pero eso no fue lo que realmente le sorprendió a Sasuke, sino la escena que en ese momento estaba observando con el ceño fruncido en total confusión.

 

Había tres fuertes centauros de tonos marrones que se estaban acercando amenazadoramente a un pequeño fauno que yacía en el suelo, en medio de aquel agresivo trío. Sasuke apretó más fuerte el arco en su mano, observando cómo unas sonrisas lascivas se hacían ver en los labios de los tres centauros que desconocía. Se alejó un poco del árbol, sin que nadie notara su presencia, pero aún así, quería ver si lo que aquel trío tramaba era algo tan malo como para hacer lo que estaba pensando…

 

—¡Ah! —otro gemido de dolor se hizo escuchar en la voz del pequeño fauno al haber sido dañado.

 

Sasuke tensó su mandíbula y entrecerró los ojos por haber visto cómo el fauno de cabellos rubios se había agarrado la muñeca con una clara mueca de dolor. La profunda mirada del azabache osciló con suma lentitud por el cuerpo del fauno, percatándose de que su morena piel humana había sido dañada, y en sus dos patas de cabra pudo presenciar unos pequeños pero profundos cortes. Sasuke frunció por completo el ceño, ahora sabía que el desgraciado trío de centauros estaban hiriendo al pequeño fauno, y de igual manera su molestia aumentó al darse cuenta de la muestra e inclinación sexual que le estaban transmitiendo con esas lascivas sonrisas. ¿Acaso les excitaba dañar a un pobre fauno?

 

Sasuke quería parar todo esto, quería dejar de escuchar las desagradables risas que los centauros soltaban al herir al rubio. No aguantó más. Levantó su arco con rapidez y dureza, de la misma forma tensó la flecha y no quiso pararse a pensar nada más; lanzó la flecha a la velocidad de la luz y dio de lleno en el muslo de uno de los tres centauros. Esto provocó que el desgraciado soltara un grito de dolor, observando la flecha que había sido incrustada en su cuerpo.

 

—¡Son cazadores! —vociferó otro de ellos, mientras el centauro herido se sacaba la flecha de un tirón, aunque eso no le quitara de pegar otro quejido de dolor—. ¡Vámonos, maldita sea!

 

—¡Ahí te quedas, enano! —le gritó el último centauro al fauno mientras el trío corría y galopaba con rapidez hasta alejarse por completo de aquel espacio floral, dejando como único sonido el cantar de los pájaros y los erráticos jadeos del pobre fauno.

 

Sasuke bajó su arco y suspiró con pesadez, guardándolo en su espalda. Miró cómo el rubio estaba moviendo sus ojos con rapidez, queriendo ver al cazador e intentando querer huir de ahí, pero no se podía mover por las heridas en su cuerpo. Le era imposible moverse en esas condiciones. Sasuke se dio cuenta de que el fauno tenía miedo con sólo verlo temblar sobre la hierba.

 

El azabache decidió salir de su escondite y bajó la pequeña cuesta que había en aquel espacio floral. Se acercó con pasos lentos al fauno, y en cuanto sus miradas se cruzaron por primera vez, Sasuke observó algo apenado cómo el rubio tenía los ojos vidriosos y los párpados inferiores rojos de tanto llorar. La expresión del pequeño se veía temerosa, su cuerpo no dejaba de temblar.

 

—¿Eres un cazador? N-no me hagas daño… —susurró con un tono desgastado el fauno, agarrando su muñeca herida, sin apartar siquiera su acuosa mirada de aquellos oscuros e impactantes ojos del centauro.

 

Sasuke se agachó y se quedó en frente del fauno, pero en cuanto extendió su mano cerca de su cuerpo, éste se alejó con temor, formando una mueca de dolor por el movimiento.

 

—Puedes estar tranquilo, no soy un cazador. —le quiso tranquilizar con un tono suave y pacífico—. Soy un guardia, así que no tienes por qué temer.

 

Con aquella nueva respuesta, el fauno relajó sólo un poco su cuerpo, pero aún estaba con todos sus sentidos en alerta, por si acaso; aunque no se pudiera mover lo suficiente como para echar a correr.

 

Sasuke extendió de nuevo su mano y estuvo mucho más seguro cuando vio cómo el pequeño fauno había dejado de temblar. Le dejó tocarle la piel y analizar sus heridas sin poner resistencia, cosa que el azabache agradeció internamente.

 

—Te curaré. —le dijo con seguridad en su voz, sin quitarle esa pizca de suavidad. El fauno seguía sorprendido, sobretodo por escuchar de nuevo esa profunda y melodiosa voz del centauro—. Tus heridas sanarán con esto.

 

Sasuke sacó de su pequeña bolsa unas hierbas medicinales, para poco después dejarlas posar en las heridas del fauno, quien se había vuelto a estremecer por sentir otro nuevo tacto. El rubio aún seguía algo temeroso por lo ocurrido recientemente, pero al alzar la mirada y observar cómo el centauro le curaba las heridas con una sincera mirada, su temor se esfumó un poco estando a su lado. Era un guardia, después de todo, estaba seguro.

 

El fauno se frotó los ojos para hacer desaparecer las secas lágrimas que yacieron en sus mejillas.

 

—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó Sasuke mientras ponía algo de agua del lago en las heridas, queriendo dispersar la sangre.

 

—Na… Naruto. —respondió el rubio, sintiéndose mucho más a salvo a su lado.

 

Sasuke elevó la mirada con lentitud y la posó en los zafiros ojos del fauno. —¿Te han llegado a hacer algo más, a parte de esto? —le cuestionó con lentitud y cautela, no quería imaginarse más cosas.

 

—No… —negó como respuesta—. Yo me dirigía a mi hogar, y ellos me pillaron por sorpresa y… —tragó saliva con dificultad, pasando la lengua por sus labios resecos—, empezaron a herirme para satisfacer su deseo de diversión. —logró decir en un murmullo, avergonzado y roto.

 

Sasuke asintió con la cabeza, sonriendo un poco. Se alegraba de que por lo menos ese trío de centauros no hubiesen llegado a más, sino, un pobre y pequeño fauno como Naruto no hubiese soportado tanto sufrimiento. Sasuke siguió curando sus heridas ante la atenta y tímida mirada del rubio, quien la solía bajar cuando él lo mirada de vuelta.

 

El centauro observó a Naruto con más detenimiento que antes, y ahora entendió por qué aquellos centauros tenían esas lascivas sonrisas. Naruto era un fauno hermoso, demasiado. Sus pezuñas no eran tan fuertes como las suyas, sino que se veían delicadas; sus patas cabrías eran de un pelaje marrón, y a simple vista, se veía sedoso. Su piel humana era sumamente suave y morena, y unos pequeños y marrones cuernecitos asomaban por su cabeza. Y por supuesto, Sasuke pensó que Naruto se veía aún más lindo con aquel sombreado anaranjado sobre sus ojos, en sus párpados superiores.

 

Sasuke se alejó del cuerpo del fauno una vez terminó de curarle las heridas. Se volvió a poner de pie y se quedó observando desde arriba cómo Naruto seguía agarrándose la muñeca herida, mientras que sus azulados ojos no le apartaban la mirada de encima.

 

—Dijiste que estabas en camino a tu hogar. —dijo el centauro—. ¿Dónde queda, exactamente?

 

Naruto entreabrió un poco su boca, pensativo.

 

—En el paraje que hay a lo lejos, el nevado. —respondió el fauno con la misma timidez de un principio.

 

Era razonable que se estuviera poniendo tímido delante del centauro, porque después de todo, maldita sea, era realmente apuesto. Sus oscuros e impactantes ojos le habían dejado con el corazón latiendo más rápido que nunca. Su negro y brillante cabello le hacía ver más enigmático sumado a su mirada. Sus sonrisas habían sido encantadoras, y por último, su desnudo y bien formado torso lo había hecho sonrojar súbitamente, como también al ver su ejercitada parte humana. Nunca antes había visto a un centauro tan atractivo como él.

 

A pesar de que ambos tuvieran los torsos desnudos, Naruto no pudo evitar sentirse avergonzado y más pequeño a su lado. El guardia era grande y transmitía demasiada confianza. Le gustaba estar con alguien como él, pero supo que sus caminos se iban a separar dentro de nada…

 

—Te llevaré a tu hogar, no estás en condiciones de moverte mucho. Además, mi hogar está cerca de aquel nevado paraje.

 

…o puede que esa separación tendría que esperar un poco más.

 

Naruto se había quedado sentado en las flores, sorprendido por lo que le dijo del centauro.

 

—¿Me ayudarás? ¿Por qué? —cuestionó el fauno, sintiéndose cada vez más pequeño por ver lo alto y grande que se veía el centauro desde la perspectiva de abajo. Después de todo, él seguía en el suelo, intentando no gimotear mucho por el escozor de sus heridas.

 

—No quiero que te pase nada durante el trayecto a tu casa. —sus palabras fueron sinceras—. Sabes que no estás en un estado para caminar. Vamos, te ayudo a subir, te llevaré en mi lomo.

 

Y de nuevo, el fauno sintió sus mejillas arder. ¿Lo iba a tener tan cerca?

 

Sin esperar respuesta alguna de Naruto, Sasuke extendió una mano y ayudó al fauno a subir a su lomo. El rubio se sentó a horcajadas sobre el lomo del centauro, de un momento a otro su cuerpo se estremeció por tal cercanía, pero prefirió ignorar esa sensación. Sin embargo, volvió a sonrojarse cuando el centauro cogió sus manos con delicadeza para colocarlas alrededor de su cintura, haciendo que Naruto entrelazara sus propias manos.

 

Vale, ahora sí que estaba muy, muy cerca del azabache.

 

—P-por cierto, ¿cómo te llamas? —le preguntó Naruto con titubeo, queriendo distraerse un poco mientras el centauro había comenzado a caminar, saliendo de aquel espacio floral.

 

—Mi nombre es Sasuke, Sasuke Uchiha. —su tono de voz seguía siendo suave y profunda, de alguna manera le gustaba, porque lograba tranquilizarlo del temor que sintió antes—. Iremos por el valle, así veré si seremos acechados por los lobos. Ya está anocheciendo y suelen salir a por presas cuando la luna está en la cúspide. —informó, sintiendo el ligero apretón que le dio el pequeño fauno en su cintura.

 

—Está bien, Sasuke. —habló en un murmullo tímido, acercando su cabeza a la desnuda espalda del centauro para apoyarse un poco ahí. Estaba agotado.

 

Los labios de Sasuke formaron una sonrisa que Naruto no pudo llegar a ver. El azabache se sentía a gusto, sentía en su espalda el reconfortante calor que sólo el cuerpo del fauno emanaba, y aquello lo hizo sentir por las nubes, de alguna manera. Nunca antes pudo imaginar encontrarse en una situación parecida, llevando a un herido y hermoso fauno en su lomo, casi adormilado. De verdad, nunca se lo esperó. Hacía mucho tiempo que no veía a un fauno tan joven como Naruto, y mucho menos por esos bosques.

 

Sasuke volvió a sentir la suave ráfaga del viento golpear su piel, supo que ya habían salido del bosque para adentrarse al valle, y también supo que a partir de ese instante tendría que estar en alerta por si les acechaban los lobos. Mantuvo su arco en una mano y la funda de sus flechas hacia adelante, para que no estorbaran a Naruto. Tenía la mirada puesta en todo el valle, ya era de noche y tenía que tener todos sus sentidos en alerta.

 

En cambio, Naruto no había llegado a dormirse. De alguna manera se sentía culpable por dejar a Sasuke solo, el único despierto. Así que, queriendo hacerle compañía, arrimó su mejilla a su espalda y comenzó a hablarle. Sasuke escuchaba cada palabra dicha de aquella dulce voz, mientras sentía cómo el agarre del fauno volvía a ceñirse en su cintura, emocionado por contarle cualquier cosa. El rubio le habló de su familia, de los paseos que solían dar por el paraje, y de las canciones que solían tararear mientras cogían pequeñas moras de los matorrales.

 

Sasuke no había dejado de sonreír mientras escuchaba a Naruto. Se dio cuenta de que el rubio era un fauno divertido si tomaba mucha confianza, como ahora. Naruto se veía más feliz estando a su lado mientras le contaba cualquier anécdota, y eso Sasuke lo notó. Le estaba gustando la compañía del fauno, porque al parecer, su corazón estaba dando rápidas palpitaciones cada vez que sentía el cuerpo de Naruto más cerca de su espalda.

 

La risa del rubio también era hermosa. Sasuke estaba feliz con ver que Naruto recuperó su ánimo.

 

Sin embargo, el centauro frenó abruptamente sus movimientos cuando logró alcanzar a escuchar un largo aullido de un lobo. Tanto Sasuke como Naruto se pusieron en alerta y el fauno se estremeció, pegándose más a la fuerte y formidable espalda del centauro. Volvía a tener miedo, él aún no podía protegerse como quería, por eso, temía volver a ser herido.

 

—Agárrate mejor a mi cintura, Naruto. No te preocupes, yo te protegeré. —dijo Sasuke con un tono sereno y seguro, volviendo loco al corazón del fauno.

 

Te protegeré.

 

Naruto cerró con fuerza los párpados, sintiendo sus mejillas arder. Sasuke era un guardia, era normal que protegiera a todas las especies de los parajes y de los valles; Naruto se sentía idiota por pensar que sólo estaría con él, que sólo lo cuidaría Sasuke.

 

Cuando volvieron a escuchar otro aullido de un lobo, Naruto encogió su cuerpo y se ciñó más al agarre que le tenía en la cintura del centauro. Sasuke frunció el ceño al ya visualizar las figuras lobunas acercándose con pasos lentos y amenazadores hacia ellos. Los ojos de los chuchos se veían rojos y brillantes en aquella oscuridad de la noche, tanto, que Sasuke sólo pudo guiarse por su intenso brillo.

 

Un lobo incrustó sus uñas en la hierba y retrocediendo, se lanzó de inmediato hacia Sasuke. Habían percibido el olor a sangre de las aún recientes heridas de Naruto. El centauro, apretando con fuerza su arco, lo elevó y lanzó una silenciosa flecha a la velocidad de la luz, quedándose en segundos clavada en el pecho del lobo. Eran cuatro. Al escuchar otro grujido por parte de otro lobo de la manada, Sasuke se volteó y le lanzó una nueva flecha a la misma velocidad, dándole esta vez en la cabeza.

 

Pero el azabache cerró los ojos con fuerza al haber sentido un inminente dolor en su pata trasera, seguido de un corto grito por parte de Naruto. Sasuke se volteó y vio cómo un lobo había incrustado sus colmillos allí. Movió la pata trasera con brusquedad y logró zafarse de la boca del lobo. Con la misma rapidez, Sasuke le lanzó una flecha que logró darle en su pecho peludo.

 

Sólo quedaban dos. Sasuke se volteó y vio cómo un nuevo lobo se lanzaba hacia él, pero el centauro fue más rápido con su arco y le dio. Tenía que proteger a Naruto, no podía permitir que le tocaran un solo pelo. El último lobo se veía reacio a querer huir, así que Sasuke vio cómo se lanzaba hacia él ladrando, y con la misma velocidad que antes, con una flecha logró darle de lleno en su estómago.

 

El centauro jadeó con profundidad, el último lobo de la manada había caído. Volvían a estar a salvo, ya no veía más amenazas por su alrededor. Sasuke volteó levemente su cabeza al sentir cómo Naruto temblaba sin parar, y entonces él levantó el brazo y le acarició los cabellos al fauno, queriendo tranquilizarle.

 

—Tranquilo… —Sasuke intentaba regular su respiración—. Ya ha pasado todo, Naruto. —le habló con esa suave voz, logrando que el cuerpo del fauno volviera a disminuir sus temblores.

 

—S-Sasuke, t-tú estás herido… —susurró el rubio, sin dejar de observar la herida en la pata del centauro.

 

El azabache tensó su mandíbula al sentir el reciente dolor en esa zona, pero quiso pasarlo por alto, no era tan profunda como creía. Había protegido a Naruto, con eso estaba más que aliviado. No quería que le tocaran un solo pelo, no quería que el pequeño y herido fauno volviera a sufrir.

 

A todo esto, Naruto sintió su labio inferior temblar por retener las lágrimas. Sasuke lo había protegido, había sido dañado para asegurarse de ponerlo a salvo. ¿Cómo pudo llegar así de lejos por un simple fauno como él? Naruto tenía ganas de llorar, de alegría, y de tristeza.

 

Por eso, cuando Sasuke comenzó a emprender su camino de nuevo, Naruto abrió los ojos y dejó escapar una lágrima. El rubio acercó mucho más su rostro a la espalda del centauro, y con una suave sonrisa, depositó un húmedo y suave beso en su omoplato.

 

—Gracias. —le agradeció con sinceridad, sentía su corazón acelerarse y sus mejillas arder.

 

El cuerpo de Sasuke se había estremecido por haber sentido aquel cálido beso en su espalda, beso que le había dado Naruto, beso que le había salido de su ser. Sasuke sonrió con encanto, sintiendo de nuevo la calidez del cuerpo del fauno junto al suyo. Naruto era un fauno especial, nunca antes había conocido a uno como él, nunca antes había sentido tantas cosas mezclarse por su cercanía y compañía.

 

No supo exactamente cuánto tiempo había pasado desde que salieron del valle para adentrarse en el nevado paraje, cosa que Sasuke vio muy bello. Mientras caminaba, sus fuertes pezuñas se hundían acogedoramente en la nieve hasta llegarle al corvejón, provocándole algo de alivio en la herida que tenía en la pata trasera. Los altos robles le parecieron hermosos con la nieve posada en sus hojas, simplemente, paisaje digno de admirar.

 

Naruto se había quedado observando todo su alrededor, sonriendo al haber llegado a su hogar. Poco después el fauno pudo visualizar la gran cueva donde solían hospedarse él y su familia.

 

—Es allí, Sasuke. —le habló Naruto, señalándole con el dedo la gran cueva que estaba rodeada de alta nieve junto a pequeños arbustos, también tapados un poco por la nieve.

 

Sasuke se acercó lentamente al lugar, y cuando frenó, sintió cómo Naruto se había alejado de su espalda, quitándole ese reconfortante calor que sintió tiempo atrás. El centauro ayudó al fauno a bajar de su lomo, no quería hacerle daño alguno, pero Naruto no se quejó, se sentía mucho mejor después de que Sasuke le diera esas hierbas medicinales en las heridas.

 

Cuando las pequeñas pezuñas de Naruto se hundieron en la nieve, pudo conseguir estabilizarse, así que Sasuke alejó el agarre que le había tenido en su brazo.

 

—Siento no haberte podido curar la muñeca. —dijo el centauro, sintiéndose apenado.

 

Naruto alzó levemente su azulada mirada hacia Sasuke.

 

—Tranquilo, mi madre lo hará… —sonrió con suavidad, haciendo que el corazón del azabache diera un enorme vuelco.

 

Ambos se miraron durante unos largos y al parecer, eternos segundos. Sasuke se había sentido bien al lado de un fauno como Naruto, le había gustado su compañía, simplemente, le había gustado el rubio. En cambio, Naruto presionó sus labios con suavidad, sin dejar de mirar fijamente los impactantes ojos de Sasuke. A Naruto le había encantado estar ese tiempo con un centauro tan apuesto como Sasuke, le había gustado su protección, la forma posesiva que tenía con él, y su profunda y melodiosa voz. Simplemente, Sasuke le había gustado.

 

Una atracción como esta, no la sintieron en mucho tiempo.

 

Sasuke no quería que sus caminos se separaran, y Naruto no quería que su tiempo juntos se acabara.

 

Por eso, para unirlo y convertirlo en una eternidad, Sasuke se fue inclinando lentamente hacia el rostro de Naruto, posó una mano en su suave mejilla y lo miró fijamente a los ojos, mientras que Naruto los había cerrado cuando sintió aquel tacto, seguido de ese exquisito roce de labios.

 

Por eso, para unirlo y convertirlo en una eternidad, crearon un lazo ligado al amor, un amor cálido y fugaz, un honorable amor entre un centauro y un fauno.

 

“Volveremos a vernos, Naruto”

 

“El destino lo quiere así, Sasuke”

 

Notas finales:

Espero que os haya gustado :) Denme su opinión, estoy nerviosa ♥


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