Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Huida de Piltover por Mustf

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno. Como ya añadí en el resumen, es una historia Talon x Ezreal de League of Legends <3!
Quiero contribuir al escaso contenido (en español) que existe de este juego ya que existe poco, al menos yaoi.

Estos dos son de mis campeons favoritos y me encanta shipearlos. Especialmente por una cita de Ezreal en el juego "Noxianos, cómo los odio".
Y pues, Talon es noxiano :V --Tsundere detected.

Bueno eso es todo, sólo ignórenme :V

La gran torre del reloj de Piltover, maravillosa a la vista. Había sido reconstruida tras un insignificante incidente con unos vándalos. Gracias por darle trabajo a la mano de obra, Jinx. En su interior, la compleja maquinaria permitía marcar la hora, 19:47.


Diecisiete minutos tarde para cierto rubio que subía con las piernas muertas esas interminables escaleras. Tanta tecnología tecmatúrgica y no habían habilitado el elevador. Después de todo, quién se toma la molestia de subir hasta la cima.


Ezreal, cansado, muerto por dentro, finalmente había llegado al final. Se quejaba silenciosamente por el cansancio. Tantos lugares y tenían que verse allí. De todas maneras no podía evitar ceder a la situación. Había estado en una expedición durante dos semanas, tiempo en el que no tuvo contacto con la persona que le esperaba.


-Llegas tarde.- Reclamó una voz seca y rígida.


-¡A mí no me andes reprochando!- Respondió de inmediato a la defensiva mientras buscaba con movimientos leves la ubicación del otro


-¿Ya viste cuantos escalones hay? ¿No podíamos vernos en la plaza?


-No.


El rubio alzó la cabeza y lo vio sentado en una viga del techo. No pudo evitar sonreír al ver su peculiar y peligrosa capa colgar tras sus pies.


-Hace tiempo que no te veo, Talon.


-¿Por qué mierda regresaste?


-¡Hombre! Gracias por la bienvenida, imbécil.-Tras decir esto se da vuelta para salir de allí. Quería verlo y estar con él un rato como acostumbraban, pero no iba a lidiar con esa actitud desagradable. No ahora, aún estaba cansado por el viaje.


-¡Ey!- El noxiano frunció el ceño y bajo de un salto para colocarse entre la salida y el rubio.


-Te he estado esperando por varias horas- Ezreal alzó una ceja viéndole detenidamente como si esperara una disculpa. Que nunca llegó.


-Hay algo que quiero enseñarte, ven.- Extendió su brazo con la palma abierta esperando que el explorador tomara su mano.


Aunque su orgullo era enorme, el rubio accedió tras pensarlo varios segundos y tomó su mano sin decir nada. Talon rápidamente colocó el brazo del chico detrás de su cabeza encapuchada y le sujetó de un costado.


-Prometo que no te arrepentirás.- Sonrió por primera vez en la noche al escuchar un gruñido del otro y comenzó a saltar entré los engranes para ascender hasta un agujero por el cual salió de la torre.


Habían comenzado esa extraña relación hace seis meses. No existía algo consolidado, de cierto modo no sabían cómo, aunque probablemente tampoco lo deseaban. Técnicamente estar juntos estaba prohibido por numerosas razones. Simplemente se veían cada tanto.


Compartían un momento a solas. Una charla, algunos besos, quizás algo de sexo. Sin "te quiero", sin "te amo". Espontáneo, efímero. Ambos eran presa de la necesidad de estar juntos. Ninguno de los dos lo llamaría amor.


Cada vez que el rubio salía de expedición pasaban tiempo sin verse, eventualmente Talon lo buscaba, pero su compromiso con el Estado de Noxus le mermaba la libertad de viajar muy lejos. En esos periodos, rara vez podrían verse. Pero ahora...


-Talon.


-Aún falta, no seas desesperado.


-Es la primera vez que me invitas a algún sitio, más allá de nuestro punto de encuentro pautado.-Explicó dejando al otro desarmado. -¿Por qué?


El noxiano se detuvo y miró un momento atrás. Estaban a punto de salir de la ciudad.


-Quiero que...-Se calló dos segundos y continuó con sus saltos ágiles por los tejados-...Hagamos algo distinto. Es todo.


El rubio lo observó con atención. Estaba bastante sorprendido, no sabía realmente cómo reaccionar ante eso. Talon no era precisamente alguien muy expresivo o detallista. Aún sujetado aferró el agarre al cuello del otro y metió su mano libre en su propio bolsillo para coger algo dentro.


Finalmente, tras varios minutos, el noxiano se detuvo y soltó al explorador, quien le miraba expectante. Aún tenía la mano dentro de su bolsillo. No le enseñaría aquel objeto al mayor antes de saber qué hacían ahí.


El asesino arrojó un cuchillo a su derecha, en el trayecto este se abrió en tres partes y juntos cortaron una capa de maleza gruesa. Posteriormente regresaron como boomerangs y se unieron en uno solo en la mano de su dueño.


Ezreal no estaba entendiendo nada, pero no preguntó. En su lugar se quedó mirando el camino que ahora estaba disponible. Una luz azulada se veía a la distancia, le recordaba mucho a la tecnología hextech de Piltover.


-Encontré este lugar hace un tiempo, y lo oculté para los dos.- Le explicó y tomó su mano para guiarlo por aquel misterioso sendero.


-Talon...- Susurró intentando tomar parte más activa de ese encuentro pero no podía. Estaba totalmente en blanco, sorprendido, sintiendo una calidez en su pecho. Estaba emocionado, pero también nervioso. No sabía cómo reaccionar.


Ambos se detuvieron junto a un río que brillaba, la fuente de la luz. Talon se giró y posó su mano en la mejilla del rubio, la acarició y acercó sus labios dulcemente para sellarlos con los que tenía delante.


-Quiero que pases la noche conmigo. Aquí- Pidió dulce pero pícaro en un susurro.


-Pero...- Protesto con los ojos entrecerrados.


-Shh...-le hizo callar con otro beso.


Levemente le fue empujando hasta chocar con el tronco de un árbol enorme y allí tenía a su rubio orgulloso, sumiso, entre sus brazos, suyo, pero más importante aún. A salvo del peligro que representaba Piltover.


Ezreal busco separar sus labios, tomó algo de aire y le miró fijamente. Era el momento, si no ya no podría después. Sacó la mano de su bolsillo y plantó frente a los ojos del noxiano un objeto pequeño, redondo y metálico. Era como una moneda, pero azulada, probablemente de cobalto.


-Talon... Quiero que conserves esto. Es una pieza de museo, sabes- Dijo con una risilla a sabiendas de que había dicho una frase célebre propia.


-La encontré en unas cavernas heladas de Freljord durante la última expedición. Es una moneda antigua- Explicó con una sonrisa en sus labios recordando la experiencia de aquella aventura.


El mayor tomó la moneda, en ella podía ver el símbolo de un ojo. No sabía que decir, había sido tomado totalmente por sorpresa. Besó aquella pieza de metal y la guardó en el bolsillo de su pantalón.


Por su parte, el piltoviano alzó sus manos y bajó la capucha del otro. Rodeó su cuello con los brazos y buscó unir sus bocas en un beso. Rápidamente fue correspondido.


Aquella noche, junto a ese río brillante, sus cuerpos se encontraron. Fue especial, distinto de otras veces. Por primera vez, ambos sintieron algo más que sólo la necesidad de estar juntos, sintieron el calor intenso que ocultaba aquella relación.


Durante la noche, un estallido retumbó en todo Valoran y el rubio abrió sus ojos repentinamente. Aturdido por despertar de golpe se sentó como pudo en el suelo y volvió a escuchar un ruido, como si fuera una explosión.


-¿Qué?- susurró y se frotó los ojos buscando su ropa interior. Salvo por su camiseta estaba desnudo.


-Talon- Llamó mientras se colocaba su bóxer y volteó a los lados buscándolo. No estaba.


-Imbécil, "pisi li nichi quinmigui"- Remedó con notable molestia al asesino después de no hallar rastro de él.


Mientras se terminaba de vestir escuchó más veces ese molesto sonido que retumbaba por todas partes, incluso sintió que el agua brillante se estremecía. Observó un momento el río y se sonrojó al pensar en lo que había sucedido esa noche. Él sabía en el fondo que esa noche había sido diferente.


Un nuevo sonido lo sacó de sus pensamientos y se dio vuelta con cara de preocupación. Ese sonido, lo reconocía perfectamente. Alguna vez lo escucho en una demostración privada. Eran las armas más poderosas de Piltover. Según la sheriff Caitlyn, no se recurrirían a ellas a menos que la ciudad se encuentre en un estado de emergencia letal.


La piel se le erizó y olvidando todo por un momento, corrió para salir de allí. Necesitaba regresar a su ciudad. No era capaz de imaginar que podría estar sucediendo pero debía regresar. Ya se vería con Talon otro día. O no.


Aquel noxiano encapuchado miraba el horizonte desde lo alto de un árbol. Escuchaba los ruidos molestos sin inmutarse ni un poco. Sin embargo no estaba totalmente indiferente. Él sentía en el fondo de su corazón miedo, preocupación. De un momento a otro algo alertó sus sentidos y saltó del árbol.


Ezreal corría tanto como podía. El ejercicio intenso no era precisamente lo suyo, estaba cansado, pero debía seguir. Necesitaba saber que sucedía, Piltover era su hogar y tenía que estar ahí en un momento así. Pero no pudo seguir avanzado ya que un peso mayor cayó sobre su él reteniéndole boca arriba contra el suelo.


-¡Ahh!- gritó a modo de queja y miró la sombra de aquella persona.


-¿Ta...Talon?


-¿Adónde vas? No has escuchado esos ruidos, son peligrosos.- Dijo manteniendo la calma, aunque por dentro estaba tornándose nervioso.


-Piltover- Jadeó el rubio y el mayor abrió los ojos.


-Tengo que ir, ese ruido, las armas, tengo que ir, algo sucede, yo... ¡ah!


-No.


Talon había tomado de las muñecas al piltoviano reteniéndolo con rudeza al punto de hacerle daño.


-¿Qué demonios te pasa?- Le miró con molesta, estaba confundido, algo no estaba bien y le estaba molestando la actitud del noxiano.


-Suéltame.- Dijo a modo de orden para hacerle frente, él no era el tipo de chico que se dejaba amedrentar por una voz rígida y una mirada fría.


-No. Te vas a quedar aquí conmigo. A salvo.- Informó de manera automática. Todo ese entrenamiento de su infancia le hacía actuar así, pero en realidad, Talon estaba desesperándose. No sabía qué hacer ahora y se le estaba escapando de las manos esa situación.


-¡Imbécil, mi ciudad está en peligro, tengo que ir ahora mismo!- Gritó sin paciencia ante la situación y observó como el asesino desviaba la mirada tras la capucha.


-Por favor, ven conmigo, ayúdame.- Pidió en tono suave al darse cuenta que el enfrentamiento con él no tenía sentido.


-Si vas, morirás. Ningún piltoviano estará a salvo.- Confesó con dificultad intentando no quebrarse.


-Qué...- Dijo casi sin voz abriendo sus ojos al máximo.


El silencio se hizo presente por más tiempo del que ambos podían soportar y Talon aflojó el agarre. El rubio aprovechó y lo empujó levantándose y lo vio fijamente. Necesitaba una explicación y estaba exigiéndola en silencio.


-Ez... No quiero que te pase nada- Confesó sintiéndose mal, sintiéndose egoísta, sintiéndose un monstruo.


-¡Tú sabes lo que está sucediendo!- Gritó el explorador desesperado sintiendo que le faltaba el aire.


-¡Me engañaste! ¡Me trajiste aquí y...!- No sabía cómo terminar eso que estaba diciendo. No era el momento para indagar en lo que sentía, pero un fuerte dolor inundó su pecho.


-No.-Respondió. –Yo estaba intentando protegerte- Justificó sin mirarle.


-¿Qué está sucediendo en Piltover?- Pregunta con aparente calma pero su rostro está rojo de enojo. -¡Dime! –Grita acercándose a él y cogiéndole del cuello de la chaqueta.


-El General líder y estratega del Estado de Noxus, Swain, pactó una alianza con el zaunita Viktor. Ahora mismo el ejército noxiano y zaunita están invadiendo y destruyendo Piltover.- Finalmente confesó conteniendo las emociones. Pero este detalle solo lo hundió más.


Ezreal soltó al mayor con las manos temblorosas y se alejó varios pasos hacia atrás con los ojos aguados por las lágrimas que amenazaban con salir. Sentía ira, por haber sido un niño ingenuo que creía vivir en un mundo bueno. Miedo por lo que pudiera pasar en su ciudad natal, y sobre todo, mucho dolor. Dolor por haber confiado en Talon, por pensar que él era especial, o diferente. Pero no, al final se dio cuenta que todos los noxianos son iguales.


-Te odio.- Fueron las últimas palabras del explorador antes de correr lejos de allí. Rumbo a la conocida ciudad de progreso.


Talon se movió de manera discreta hasta quedar sentado de espalda a un árbol. No sabía que pasaba por la mente del rubio. No sabía exactamente que pensaba de él, pero sabía que de algún modo lo había perdido. Sintió desesperación, por no haber podido evitar que todo eso ocurriera. Angustia, por la posibilidad de que Ezreal jamás pudiera perdonarlo, o peor aún, que muriera. Y dolor. Dolor por las palabras del menor.


Por primera vez en 10 años. El noxiano sintió dos filas húmedas y saladas escurrirse por sus mejillas.


El tiempo transcurrió como quiso, el ruido de la guerra ya casi no se escuchaba. Había terminado. La Alianza de Noxus y Zaun era demasiado fuerte. Piltover había caído.


Cerca de las enormes, y ahora derribadas, puertas de aquella que alguna vez fue la ciudad de progreso, un rubio exahusto venía corriendo sin saber que estaba entrando al matadero. Ya no tenía nada que hacer ahí.


-Mira eso Draven...-advirtió una pelirroja sentada en lo alto de una carrosa de asedio noxiana. –Alguien llegó tarde a la fiesta.- rió.


-¿Cara o cruz?- Preguntó el antes mencionado con una sonrisa divertida en su rostro.


-Cara.


-Cruz, yo gano.- Respondió sin haber lanzado ninguna moneda y saltó de la carrosa dispuesto a lanzar sus afiladas armas al explorador despistado que recién entraba en la ya destruida ciudad.


-En realidad... -Dijo una voz entre las sombras. La pelirroja y el ejecutor miraron a los lados confundidos.


Una moneda azul daba giros agraciados en el aire. Los dos noxianos la miraron detenidamente hasta que cayó en la mano de un encapuchado que había salido de su sigilo.


-Salió cara. Gano yo.- Dijo con indiferencia clavando la hoja filosa que sobresalía de su manga en la espalda del ejecutor.


-¡Agh!


-¡Qué haces Talon!- Exclamó la pelirroja levantándose, pero antes de que pudiera hacer algo decenas de cuchillas voladoras atravesaron el cuerpo de la mujer para regresar a su posición original en los extremos de la capa del asesino.


Talon observó a su rubio correr desesperado, llorando, jadeando, gritando. Era inútil. Pero lo peor es que se estaba poniendo en peligro. Cualquier noxiano que lo viera, cualquier Zaunita que se encuentrara con él. Todos intentarían matarlo. Pero el encapuchado no lo permitiría.


-¡Ez!- Se escuchó entre las sombras. El rubio volteó, a su alrededor sólo había ruinas, llamas, algunos cadáveres poco visibles. No había signos de vida. -¡Ez!- Se escuchó de nuevo y el último piltoviano cayó de rodillas, totalmente acabado, temblando.


De entre las sombras apareció una figura delgada con una capa ancha llena de espadas, en los alrededores, sin que el desahuciado explorador lo supiera, algunos soldados caían por ser asesinados recientemente.


-Lárgate...- Jadeó desconsolado.


-Se lo conté a Caitlyn.- Dijo sin más deteniéndose a varios metros de distancia del rubio.


-No me creyó- Continuó con la voz rígida.- Dijo que era ridículo, que a pesar de lo que sucedía entre Zaun y Piltover, algo así no podría ocurrir.


-...


-"Si alguna vez Viktor decide asediar esta ciudad, le pondré un alto con mi as bajo la mira. Nunca fallo"-Citó a la Sheriff.- Insistí. Jayce estaba ahí, dijo que como héroe de Piltover "jamás dejaré que le pase nada a esta hermosa ciudad. Detendré a Viktor las veces que haga falta"- Citó ahora al inventor repeinado.


Los jadeos de Ezreal eran cada vez más irregulares, estaba sofocado. No podía contener su llanto.


-Insistí más. Estaban hartos de los revoltosos que cometían vandalismo en la ciudad. Y se habían hartado igual de mí. Vi me golpeó y me sacaron a patadas de aquí. Esta ciudad no me importaba. Solo me importabas tú.


-Ta...Talon... -jadeó casi sin aire.


El noxiano decidió cortar la distancia y caminó hasta él. Se agachó hasta quedar a su nivel y le abrazó. Ezreal no le rechazó, de hecho, se permitió a sí mismo derrumbarse en los brazos del mayor angustiado.


-Debí decírtelo... Pero soy un egoísta, sólo me importa lo mío... -dijo conteniendo las lágrimas al darse cuenta de la gravedad del estado del rubio.


Permanecieron así por un largo rato, sin embargo, seguía siendo peligroso estar allí. Cuando el general Darius se enterara de que su hermanito, su esposa y algunos soldados noxianos habían sido asesinados por Talon, empezaría la verdadera fiesta.


Se levantó despacio alzando al menor con él y sin que el otro se opusiera lo cargó sobre su espalda. Aún si jamás lo perdonaba o si le rechazaba. Lo protegería desde ahora y para siempre.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).