Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El mejor regalo por Ukeshi Is Paradise

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Fujimaki Tadatoshi.

Notas del capitulo:

Este fic será cortito y sólo constará de dos partes, iba a ser un one-shot en un principio pero por falta de tiempo tuve que dividirlo en dos capítulos, mañana subiré la segunda parte. Ojalá les guste. :)

—¡Más! ¡Así! ¡Oh Dios, Atsushi! —me mordí los labios al sentir cómo sostenía firmemente mis caderas y tiraba de mí hacia arriba, acomodándome mejor para recibir las fuertes y profundas embestidas.

Lo escuché gruñir cerca de mi oído mientras yo me mantuve quieto con el trasero al aire, disfrutando el contacto de su piel desnuda contra mi propio cuerpo. Lo sentía abrirse paso entre mis paredes internas. Le sentía totalmente, esa agradable sensación de ser llenado por completo, provocándome el primer espasmo a nada de llegar al orgasmo aún cuando acabábamos de comenzar. Tomé las sábanas a mi alcance y me cubrí la cabeza con ellas para poder soltar todos los gritos que estaba acallando. Porque no estábamos solos. En la planta baja había una pequeña reunión con nuestros padres y amigos dando a conocer nuestro reciente compromiso.

—Sei-chin… —Atsushi tiró de las sabanas que había puesto sobre mi cabeza y las lanzó a un lado para echarse casi completamente sobre mi espalda. Su peso me obligó a recostarme sobre la cama haciéndome sentir aún mayor profundidad en las embestidas. Estaba salivando demasiado y mi vista estaba completamente nublada.

Dejó un beso sobre mis hombros y pasó uno de sus brazos para rodearme el vientre, alzándome y pegándome a su cuerpo sin dejar ningún espacio. Los dedos de mis pies se contrajeron y los gemidos de mi parte estaban demasiado subidos de tono. Su mano viajó de mi cintura, de donde me sujetaba fuertemente, hasta mi entrepierna. Cerré los ojos, aceptando que era inútil mantenerlos abiertos, y sumido en el placer que comenzaba a sentir de forma descontrolada, relajé todo el cuerpo sintiéndome estremecer. Atsushi embistió aun con más fuerza y yo sólo alcé mis caderas para que la penetración fuese más dura y directa, y así fue.

En tres embestidas me corrí por completo sobre las sabanas, gritando descontroladamente y sintiendo a mi futuro esposo todavía completamente duro dentro de mí.

—¡Sí, sí, sí! ¡SÍ!

—¡No, no, no! ¡NO! —grité y luego me cubrí la boca con horror y tristeza. Me dejé caer de espaldas contra la puerta del baño con los ojos llenos de lágrimas.

¿Por qué a mí? No podía creerlo. Cerré los ojos y las primeras gotas saladas comenzaron a caer sobre mis mejillas.

—¿Seijuuro-kun? ¿Ya estás listo? Sal de ahí, por favor.

Momoi estaba sentada sobre el banquito frente al tocador, balanceando las piernas y esperando ansiosa por una respuesta. Yo salí tambaleándome del baño, limpiándome las mejillas que aún estaban algo húmedas y rojas, y toqué mi frente simulando una fiebre que obviamente no tenía. Pero ella, notoriamente más emocionada y con alegría, se levantó ignorando mis gestos y tomó el objeto entre mis manos para después empujarme hacia la cama en donde caí como un costal de patatas.

—¡Oh! ¡¿Sabes lo que esto significa?! —gritó soltándose a reír, aplaudiendo por toda la habitación al ver el objeto que marcaba un positivo con dos rayitas. Sólo me limité a mirarla y sentir como nuevas lágrimas llenaban mis ojos de nuevo.

—No lo digas, por favor —me abracé el vientre al sentir el estómago revuelto y justo en ese momento sentí una arcada. Me cubrí los labios con fuerza, pensando en cualquier otra cosa que pudiese servir para distraerme. No tenía ganas de devolver el desayuno.

—Pero Seijuuro-kun, mira esto, ¡lo lograste! —gritó intentando motivarme. Lo decía como si lo hubiese estado buscando, y yo no buscaba tener un bebé, no aún. Negué con la cabeza y me solté a llorar, maldiciendo todo lo que había pasado ese día, incluyendo a Atsushi y sus ganas de follar descontroladas. Cierto, ¡Atsushi! Ni siquiera había pensado en él ¿y ahora qué? ¡Estaba embarazado!

¿Qué se suponía que iba a hacer? Había escuchado tantas historias en donde las parejas eran siempre demasiado felices, amor brotaba por los poros de sus cuerpos y el sentimiento cálido se sentía tan sólo al estar uno frente al otro. Pero que con la llegada de un bebé, la magia se rompía y la pareja terminaba separada. Un nudo se formó en mi garganta al pensar que quizás Atsushi podría dejarme y peor aún, con un bebé que iba a crecer solo, sin un padre. No. Eso no quería. ¿Qué haría? ¿Y si nadie, ni siquiera mi propio padre me apoyaba?

Tendría que mantenerlo solo. Ropa, comida, pañales, juguetes. ¿Dónde conseguiría el dinero para todo eso? Y ni que decir de cuando dejara de ser un bebé. La escuela, los estudios, ¡la universidad! Pero en este punto, ¿qué otra opción tenía? Darlo en adopción ni se diga, abortarlo jamás. Quizás todo fue por una noche de exceso, ni siquiera recordaba si lo había pasado bien, pero el hecho de que de ahí hubiese comenzado a crecer mi bebé, me hacía tomar un cariño inmenso al pequeño que llevaba en el vientre. Quizá fue un resbalón, quizá no lo previmos, quizá no queríamos hijos por ahora, pero ese bebé ya venía en camino hacia mis brazos y yo no le iba a negar la llegada.

Y así fuera con o sin Atsushi, mi bebé iba a estar bien. No, no. Yo me muero sin Atsushi, que se quede conmigo porque si no… Momoi simplemente me miraba preocupada con el ceño fruncido, sin hacer nada más que escucharme sollozar. Maldije interiormente las subidas y bajadas hormonales que no me dejaban pensar con claridad.

—Seijuuro-kun, deja de llorar. No es tan malo como parece —se acercó a mí y acarició mi espalda dándome ánimos. Cuando mis sollozos ya no eran tan desesperados, tiró de mi brazo con fuerza e intento ponerme de pie, sin ningún éxito. Estaba tan mareado que creí que iba a desmayarme.

—¿Por qué me pasa esto a mí? —y caí de rodillas contra el suelo, sintiendo mis lágrimas salir con más intensidad. Justo en ese momento me sentía la persona más miserable del planeta.

—Deja de llorar, por favor. ¡Vamos, tenemos cosas que hacer, no tenemos tiempo!

Golpeé mi cabeza contra el suelo al mismo tiempo que escuché la puerta abrirse, y entré en pánico. Era él, tenía que ser él. Casi como si el suelo estuviese en llamas, me levanté de un saltó, salí corriendo por el pasillo y asomé la cabeza por el final de la escalera, mirándole entrar cargado con bolsas de obsequios en ambas manos y el gorrito sobre su cabeza cubierto con la nieve que comenzaba a caer afuera.

—¿Sei-chin? —su llamado fue suave.

—Arriba —murmuré con voz ronca y limpiándome los ojos como si acabara de despertar. Bostecé y bajé dando saltos pequeños en los escalones al momento de bajar. Pero seguía tan mareado y mi vista tan nublada que resbalé. Y si no hubiera sido por Atsushi que iba a mi encuentro, me habría matado justo ahí—. Lo siento, no… no sé qué me sucede.

—¿Sei-chin, qué pasa? ¿Estás bien? —preguntó acariciando mi cabello y besando mis labios fugazmente. Si este chico dulce no se quedaba conmigo iba a morir, estaba seguro de ello.

—Mukkun —la voz de Momoi me hizo levantar la mirada y acomodarme entre los brazos de Atsushi, que por cierto ya comenzaba a calentarse del frío de la calle—. Seijuuro-kun y yo debemos salir.

—¿Eh? ¿A dónde van? —murmuró mirándome a los ojos, intentando encontrar alguna respuesta.

—Bueno, es que estábamos… —comenzó Momoi y me alarmé, por lo que la corté al instante.

—Vamos de compras. Estamos en pleno invierno y las temperaturas bajan y bajan, así que es mejor comprar más abrigos para esta temporada.

—Oh, bueno, yo voy a darme un baño y a comer algo, hace frío y estoy muy cansado —murmuró contra mis labios y me besó una última vez, para luego separarse y despedirse de Momoi de camino a la planta alta.

—Démonos prisa —murmuró ella pasándome un abrigo que había sacado de la habitación y tomando su chaqueta para salir al frío.

Tomó mi brazo y tiró de mí para sacarme de la casa como si nos estuvieran persiguiendo. Cuando estuvimos a una distancia prudente, me zafé de su agarre y la miré serio.

—¿A dónde vamos?

Ella sonrió y volvió a tirar de mi brazo, ignorando mi pregunta, arrastrándome contra mi voluntad.

 

(…)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).