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Cuando el invierno llega / hunhan por LYhobbit

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Notas del fanfic:

Es un oneshot, aunque es muy largo y propiamente un oneshot consta de un capítulo, lo dividí en secciones es muy muy largo/?

 

Sehun y Luhan

 

 

 

Notas del capitulo:

Espero les guste, un regalito por navidad para cada Hunhan shipper que ame el invierno y esta linda pareja.

No molesto más :v

Disfruten!!!!!!!!!!

Es un 21 de noviembre, un día brillando pálidamente en tonos naranjos con toques tenues de dorados y rojos. Apenas se han logrado calmar los vientos finales de otoño luego de hacer caer por completo la cabellera de los árboles. Las lluvias todavía no ceden fácilmente el paso a las brisas de invierno, y aun así cada nariz ya respira aquel aire de blancos gélidos por sobre la ciudad.

 

Solo falta un mes para respirar invierno.

 

Se oyen pasos en cada pasillo del hospital, y una mezcla de voces hace eco en los muros blancos, algunas son con pena y otras con fulgores de felicidad.

 

—Mire señor Oh, ese chico aún no termina sus estudios pero esta profesión es su vocación, él está preparado para cualquier tipo de paciente, y tenga por seguro que hará las cosas correctamente.

 

—Le diré a mi esposa que hable con él. Como siempre, gracias Doctor Kim por su ayuda.

 

—Ya le he dicho a ella, seguro ya está hablando con el mi trabajador —avisa riendo al percatarse d los semblantes disgustados del individuo.

 

—Nunca me escucha, siempre va un paso más delante de mí.

 

—¡Oh, vamos, no te enojes! Yo debería estarlo, nunca he visto a su hijo a pesar de conocerlo hace algunos años —el médico murmura travieso, observando unos papeles en mano.

 

—Algún día lo verá, hasta luego Doctor Kim —El hombre de traje negro y gabardina café se retira de la oficina con un maletín en mano, luego envía un mensaje a la madre de su hijo, y enseguida le es reenviada una respuesta con el tono clásico de un móvil.

 

—Hasta luego, y hágame caso, este enfermero es el mejor de muchos aquí en este hospital —grita con las manos en la boca.

 

—Lo tengo ahora en consideración, mi esposa me lo ha notificado.

 

*

 

Es una dulce melodía de navidad sonando a pleno mediodía dentro de unas cuatro paredes pintadas de color café, apenas lo suficiente tenue, dando así un ambiente cálido y  tranquilo. Y pese a la dulce melodía de piano con toques de esperanza de la radio y a la quietud de la habitación, hay cierto aire de compunción, melancolía y soledad. Una figura sentada frente a un escritorio de madera suspira cansadamente mientras observa a la ciudad poco a poco pintarse de blanco; ya pronto los colores adornarán su ciudad de pinos, estrellas, muñecos de nieve.

 

Al paso de los minutos dictados por un reloj colgado de una pared, el chico dirige su mirada hacia el montón de lápices, libros y libretas regados dondequiera que mira la mesa. Es cansado estudiar, y es aburrido también, porque Sehun no entiende nada de lo que sus maestros y profesores particulares le intentan enseñar. Han pasado varios años desde que abandonó la escuela. Allí su educadora no le tenía paciencia, puesto que él no era el único alumno, habían otros más, por lo tanto lo desatendía. Es tan difícil poder aprender a sumar, restar, leer y escribir. Tan abrumador y vergonzoso que no pueda ni siquiera escribir su propio nombre, recordar la dirección y el nombre de sus padres también. Frustración total cuando sus primos pequeños le van a visitar y le leen cuentos con dibujos, o cuando le invitan a jugar y él no entiende las reglas del juego, que casi siempre sus primos repiten cada que lo van a ver. Envidia cuando sus tíos presumen a sus hijos las excelentes calificaciones que obtienen luego de un riguroso año de trabajos y tareas; son tan inteligentes, todo lo contrario a él. A veces se siente tan torpe cuando camina, cuando intenta correr y entonces tropieza en espacios sin obstáculo alguno; culpa a sus piernas por lo frágiles que lucen. Sehun ha visto a sus tíos, tías, primos, abuelos, en realidad a toda su familia, burlarse de él cuando intenta decir algo, y solo salen unas cuántas sílabas sin ser completadas. Y así como los ha visto reírse de él a escondidas, él esconde sus lágrimas bajo su almohada.

 

Sehun siente tantas cosas, y aun así le reprime, demasiado.

 

Tan tonto, tan torpe, tan imbécil.

 

Tantas descripciones sin una pizca de orgullo.

 

Toma una libreta y la abre. Empieza a leer y a releer y repite una y otra vez en voz alta aunque tartamudeé. Cierra los ojos e intenta repetir tal como está escrita una oración acerca de animales, específicamente de las ballenas. Luego, mira la libreta, y nuevamente no ha memorizado nada, se ha equivocado. No te rindas, se intenta animar. Pero ya no importa, por eso la lanza lejos de él, para luego, mirar el techo con entera desilusión.

 

No puede, no importa cuanto lo intente. No puede.

 

*

 

Es un viernes, minutos luego de la salida del sol, cuando la parsimonia de su habitación se rompe con el sonido de una campana. No desea ir a abrir, odia hacerlo, sobre todo cuando interrumpen la paz casi nula de su mente, a la cual nunca quiere abandonar; sin embargo, la campana le insiste con cada ruido tan parecido al de una caja musical. Nuevamente, intenta ignorar tan molesto sonido, por ello se tapa los oídos.

 

Ella vuelve a sonar, y él insiste en ignorar.

 

Toma sus audífonos, y reproduce alguna balada en piano, guitarra y violín, y obviamente la voz del solista comienza a entonar una dulce canción de amor.

 

No se rinde la campana. Suena una y otra vez, deteniéndose un par de segundos para volver a desarmonizar dentro del cálido hogar, apenas un poco frío por la ventana abierta de la segunda planta. Ella no se rinde, es tan escandalosa, como un bramido a los tímpanos del joven ahora sentado sobre su cama, cantando torpemente aquella canción con aires amorosos. Y aun sin que el muchacho se percate, la melodía de la campana se colisiona por completo con su canto, un canto sin que la afinación sea parte de sus cuerdas bucales. Es obvio que Sehun jamás ha tomado clases de música, pues no entona en nada con la voz del solista cantando en su celular; la del chico en la cama es tierna, desafinada y demasiado alta; en cambio, la del cantante es varonil, afinada, y su entonación no es muy baja, tampoco demasiado fuerte, es solo lo necesaria para poder ovacionarla.

 

La campana continúa dando susurros más fuertes y continuos. Con enojo apaga su móvil, y con un poco de fuerza, se inclina hacia el frente para quedar parado frente a su cama. Con pasos algo torpes sale de su cuarto y baja las escaleras de madera.

 

La persona afuera puede escuchar unos pasos acercándose, quizá podrían ser unos zapatos con una suela demasiado grotesca como para hacer semejantes ruidos sobre el suelo, porque de verdad, el chico espera no haber hecho enojar a los dueños de la casa por su tanta insistencia.

 

Por fin la puerta se abre, solo un poco, y un ojo se asoma de la abertura.

 

Y allí, mira a un chico, con cabellera ondulada y castaña cubierta por un gorro tejido en estambre de colores navideños, ojos parecidos al chocolate dulce que bebe por las mañanas frías y tibias, adornados con pestañas rizadas y luminosas, hasta el punto de parecerse a la misma noche con el tintineo de las estrellas. Sus labios delgados parecieran estar pintados por los más exquisitos frutos rojos de cada estación que toma durante el todo el año. Y tiene también la piel blanca y lúcida, una que se pierde con el manto del invierno a las espaldas del joven sonriéndole de manera angelical.

 

Sehun baja un poco más su iris, y le observa los pies. Poco a poco sube su vista hasta volverse a perder en aquel par de ojos claros y cálidos, tan cálidos.

 

—Hola —le sonríe de manera nerviosa al chico que no deja de mirarle; aunque su sonrisa no deja de ser linda y transmitir confianza—. Soy Luhan ¿Tú debes ser Oh Sehun, verdad?

 

El silencio se esparce de la entrada a cada habitación. Sehun se asoma un poco más, pero sin dejar de mirarle. Y cuando saca totalmente la cabeza, asiente con lentitud.

 

—Bueno, tu mamá habló conmigo, y pues…soy tu cuidador personal. Verás, me dijeron que tu nana ya está un poco anciana y necesita ayuda,  porque ellos siempre están trabajando y a veces no pueden atenderte bien como se debe...

 

Sehun le mira con seriedad, y Luhan juraría que el chico no le cree nada y lo echará a patadas.

 

—Además —Luhan continúa mientras acomoda la mochila de su espalda y sube una maleta negra con llantas hasta dejarla a un lado de él—, no soy cualquiera, estudio enfermería y sé cómo cuidar muy bien de cualquier persona —de su bolsillo de su chamarra azul marino extrae un gafete cubierto por una bolsita de plástico. Y efectivamente, Sehun reconoce aquellas letras de dicha carrera y la fotografía del muchacho junto al nombre. Aunque tarda en leer, reconocer y saber que no le está mintiendo.

 

El silencio continúa cantando en el espacio de aquellos dos jóvenes, y Luhan puede sentir su sangre acumulándose en todo su rostro, tanto por el frío, la pena y los nervios. Y cuando está a punto de preguntar si puede pasar, Sehun mete toda su cabeza y cierra, dejándolo con la pregunta en el aire. Al principio cree que lo dejará afuera, pero al transcurrir algunos segundos, escucha unos seguros y candados siendo retirados. Por fin la puerta es abierta en su totalidad. Luhan entra rápido con todas sus pertenencias. Observa a detalle el hogar, virándose con asombro cuando nota lo elegante y refinada que ésta luce. Cuadros enmarcados con metal, piensa que podría ser incluso de oro. El piso no es de madera sino de un mármol fino de la más alta categoría. Las paredes están limpias, sin manchas negras o suciedad, adornadas con fotografías enormes y otros tantos vestigios, que sin duda alguna no le alcanzaría ni para soñar con tener uno en su pequeño departamento. Hay flores de varios colores sin dar señas de secarse pese a los fríos de invierno. Ventanas grandes con cortinas de terciopelo y hasta seda dorada. Muebles manufacturados de madera fina y ostentosa, sin polvo y solo brillo atrapando la luz del sol. De verdad, aquel lugar luce tan igual en su interior como en el exterior.

 

—¿Dónde pongo mis cosas? —pregunta cuando mira al muchacho salir de una de las tantas puertas de los varios corredores alumbrados con lámparas de cristal en el techo. Recibe silencio y algo de indiferencia en los segundos y minutos posteriores.

 

Sehun camina, y nuevamente, un soslayo de miradas aparece; cálida por parte del cuidador, y tímida por el chico, dueño de aquel hogar.

 

Desvía sus ojos hasta toparse nuevamente con los pies del invitado. Y otra vez permanece mirándolo sin parpadear ni un segundo.

 

—¡Oh, lo siento! Olvidé quitarme los zapatos —exclama poniéndose de rodillas para quitárselos y dejar al descubierto sus calcetines de ositos con un par de orejas alzándose por el límite de sus tobillos. Luhan, sin darse cuenta, fija sus ojos hacia los pies del muchacho todavía con la mirada seria. Sus pies no están usando calzado como lo pensó, son unas pantuflas forradas con peluche gris y suela de goma.

 

Luego de haberse quitado sus tenis, se queda pensado. Probablemente el ruido abrasador de hace unos momentos cuando se encontraba el exterior de la casa, era por el enfado que pudo ocasionar hacia el muchacho.

 

—Siento haberte molestado —dice mordiéndose el labio inferior—. Prometo no hacerte enfadar en adelante, ¿sí?

 

Abre su mochila para buscar su respectivo calzado, pero parece que los olvidó. Bueno, de cualquier manera sus calcetines también son cómodos, el interior de la vivienda es caliente, y el piso, al menos la mayoría, está forrada con alfombra de peluche. Por lo tanto, decide caminar por toda la casa con calcetas.

 

Cierra la mochila, espantándose minutos después cuando Sehun le ha lanzado un par de pantuflas rosas.

 

—¡Gracias!

 

—S-sobre la-la mesa d-de la sa-la hay cho-chocola-t-te —afirma con la cara baja, para después, salir corriendo torpemente del corredor.

 

—¡Cuidado! ¡Podrías caerte! —exclama sonriendo para sí mismo, cuando sus pies ya están usando el suave calzado y siente lo esponjoso al pisar.

 

*

 

Ha llegado la tarde, y con ella un mar de vientos es acompañado con copos de nieve. Luhan ha revisado ya toda la casa, y ha quedado más absorto en sus pensamientos como nunca antes lo hubiera hecho. Los primeros pensamientos en visitarle son que no debe fallar en este, su primer empleo fuera del hospital. Ha visto muchos novelas y también ha leído unas cuantas, y siente que en cualquier momento alguien podría culparle si se pierde algo, como dinero, joyería, o cualquier otra cosa que lo lleve a la cárcel. No es como si esa casa se quedara vacía con algo que tomasen, aunque tampoco es como si Luhan pretendiera hacer algo malo en el futuro.

 

Él solo piensa en hacer todo bien y muy correcto.

 

Le parece extraño la soledad de aquel hogar, porque pese a la elegancia de la casa, y de lo enorme que ésta por dentro es, no hubo alguien a su llamado y atención, como en las casa de los ricos que vio en un melodrama. Esta casa es más parecida a un sitio abandonado.

 

Sigue caminando en uno de los corredores de la segunda planta. Una cortina roja con tejidos dorados vuela constantemente y junto a su vuelo, los suspiros de próximos de invierno se cuelan dentro de la residencia. Le hacen temblar porque solo tiene un suéter, así que la cierra. De una habitación, una melodía suena sutilmente. A Luhan le gusta mucho esa canción, no sabe quién es el autor original, pero disfruta escucharla en vísperas muy cerca de la navidad. Se asoma un poco, percatándose de la persona allí disfrutando la suave melodía. Sehun parece tan tranquilo, y ya no quiere interrumpirlo y fastidiarlo. Si bien, se supone que debería empezar a cuidar al muchacho; no parece que necesite mucho de su ayuda por el momento. Hasta podría hacerlo enojar más de lo innecesario.

 

Solo piensa en hacer las cosas correctamente.

 

Golpea un poco la puerta con el dorso de su muñeca. El joven parece haberse percatado de su presencia. Sube más alto el volumen de la canción y cierra los ojos dándole la espalda al inesperado nuevo integrante de su hogar.

 

—Se-Sehun… —le llama con la voz suave.

 

En la escuela de enfermería le habían dicho cómo ganarse la confianza de sus pacientes, una de ellas era llamarle con una voz vasta en delicadeza para poder ganársela. Por ello, vuelve a llamar, aunque en esta ocasión, lo hace con un poco más de fuerza. Pero así como sigue llamando en tonos más dulces, le siguen ignorando acerbamente.

 

Por un momento la negatividad le invade, tal vez ser enfermero no es del todo su vocación. En el pasado las personas solían ser cálidas con su atención, y él era uno de los pocos estudiantes que se encariñaba con sus pacientes y ellos con él. Los médicos le felicitaban por ser extremadamente amable, y las personas a su cuidado nunca se sentían solas. Les leía cuentos por las noches, buscaba familiares irresponsables y lloraba con ellos cuando se sentían en total desolación a minutos de la muerte.

 

Probablemente, Sehun es un poco más diferente y le cuesta confiar en los extraños. Sacude la cabeza para alejar la negatividad y se retira de allí sin hacer absolutamente nada de ruido.

Notas finales:

Espero les haya gustado. Algo que quieran dejar?? Love, review, love, review xD.

Nos vemos, la segunda parte pronto la subiré.

Pasen felices fiestas!!!!!

Yana!!!!!!!!!!


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