Solos en vacaciones.
Dos jóvenes caminaban sobre el suave césped conversando sobre cosas triviales, entre ellas, el fin del semestre.
– ¿Y cómo te fue? – El contrario bufó con molestia, – Nada bien, esa vieja no quiso aprobarme por nada del mundo. – El chico río. – Tal vez sino hablaras, caminaras, comieras e interrumpieras su clase no te torturaría. – El chico de cabello lavanda rodó los ojos con aburrimiento.
– ¿Y a ti? – El pelinegro dirigió su mirada a él. – Bah, no se para que te pregunto. Siempre apruebas todo. ¿Cómo puede ser que nunca repruebes? ¿Acaso usas magia negra? – Ambos rieron ante la estupidez de la pregunta. – Claro que no Mirai, simplemente estudio. Deberías intentarlo, ¿sabes?
Por los pelos esquivó un golpe mientras corría siendo perseguido por su compañero.
Al llegar a su cuarto, ambos dejaron sus cosas en sus respectivas camas para luego tomar asiento en éstas.
– Oye, Max ¿En dónde pasarás tus vacaciones? – Dijo acostándose para luego mirar el techo.
– En casa de mis padres, de hecho, vendrán a buscarme esta noche. ¿Y tú, que harás? –
– No lo sé, tenía pensado ir a la corporación, pero todos están trabajando y no pasaré otro verano siendo ignorado. Creo que me quedaré aquí. – Max lo observó extrañado. – ¿Aquí? ¿Durante 3 meses? – Mirai asintió levemente.
– Oye, deberíamos jugar algunos videojuegos antes de que te vayas, ¿no? – Ambos compartieron una mirada cómplice. – Pero antes, quiero ducharme. Mientras tanto, ¿quieres ir al salón principal a instalar todo? En cuanto termine, te alcanzo. – El chico asintió y Mirai ingresó al baño cerrando la puerta detrás de sí.
Max iba a salir del cuarto cuándo oyó el sonido del grifo seguido del ruido del agua caer.
Por un segundó se imaginó a Mirai desnudo bajo el agua. Se ruborizó al instante, no podía esconder que le gustaba aquel chico de cabello lavanda, se había enamorado con el pasar de los años, pero nunca se lo diría. Estaba convencido de que el mayor no correspondería sus sentimientos, y de solo pensarlo se formaba un nudo en su garganta.
Con una loca idea en la cabeza, se paró enfrente de la puerta del baño. Oía que Mirai tarareaba una canción en otro idioma, tomo el pomo de la puerta pero al instante se detuvo.
¿Realmente quería espiar a Mirai mientras se duchaba?
Debía admitir que la idea sonaba bastante tentadora, pero no quería ser descubierto por el chico. Se moriría de la vergüenza. No lo pensó dos veces; hay que arriesgarse en esta vida.
Tomó aire, volvió a poner su mano en la perilla y la giró. Con mucho cuidado empujó la puerta hasta abrirla un poco, y ahí estaba. El perfecto cuerpo de Mirai yacía brillante gracias al jabón, el agua se deslizaba lentamente por su cuerpo hasta caer al suelo. Su mirada se posicionó en su trasero, realmente Mirai era un chico atractivo. Cada vez se sentía más y más sonrojado, sentía que si el lavanda se daba la vuelta, moriría allí mismo.
Mirai por su parte parecía disfrutar de su baño, lavó su cabello, limpió su cuerpo, lo típico.
Volviendo con Max, éste parecía disfrutar cada vez más del ‘’show’’. Hasta que Mirai cerró el grifo, para luego darse vuelta. Tomó su toalla, la enrollo en su cintura y camino hacia el espejo, sintiendo la puerta levemente abierta. No le tomó importancia y se observó un par de minutos en el espejo.
Al otro lado de la puerta, Max parecía haber visto un fantasma, su respiración estaba agitada, sus ojos abiertos de par en par, y se encontraba en el suelo con una mano en su pecho.
– Casi me ve. ¡Casi me ve! , demonios. ¿Y si me vió? No, no lo creo, sino hubiese dicho algo, ¿verdad? – Pensaba desesperadamente Max mientras se levantaba del suelo para tomar los videojuegos que reposaban sobre una mesa y salir por la puerta.
– Nota mental: Nunca espiar a Mirai mientras se ducha. – Repetía sin cesar en su cabeza hasta que llegó al salón, en dónde instalo todo lo necesario para pasarla junto a su mejor amigo.
Tomó asiento recostando su cabeza contra el respaldo, tomó aire y exhaló profundamente.
Su paz no duró mucho, cuando sintió su celular vibrar, lentamente lo tomó y revisó de que se trataba.
Nuevo mensaje de Mirai.
Oye, ya salí del baño. Llegaré en unos 10 minutos, fui al otro lado del campus a buscar algo con que divertirnos. Ni se te ocurra empezar sin mí Mortal Kombat X, sino esta noche dormirás afuera, en la fuente :D
Con cariño, Mirai.
Leyó cuidadosamente el mensaje, riéndose a lo último. Ese chico nunca cambiaría. Aunque no sabía que había ido a buscar exactamente, ya que no había nadie en el campus, todos estaban con sus familias, o si habían personas eran los últimos que aguardaban pacientemente la llegada de su transporte.
Volvió a recostarse en el sillón, mientras pensaba en el oji-azul, cuando de pronto apareció Trunks.
– ¿Qué haces aquí? – Preguntó Max desinteresadamente. – Creí que ibas a pasar las vacaciones en casa de tus padres. –
– Nah, no tengo ganas de ir. Además nunca hay nadie allí, todos están trabajando y papá siempre está entrenando con un amigo. – Max arqueó una ceja mientras sonreía ladinamente.
– ¿Tu padre tiene amigos? No me hagas reír. – Ambos estallaron en una carcajada bastante sonora. Hasta que Trunks volvió a su seriedad.
– No tengo idea de lo que son. Tampoco me interesa. En fin, iré a la habitación, no molesten ¿sí?
Ambos se despidieron con un choque de manos como buenos amigos que eran. Max sonrió para el menor y éste desvío la mirada a un costado ruborizado.
– No me interrumpan, tengo que hacer algunas cosas importantes. – El chico asintió y Trunks se fue casi corriendo sintiendo su corazón latir con fuerza.
– ¡Maldición! ¿Por qué me siento así cada vez que sonríe? Parezco colegiala enamorada. –
Maldiciendo por lo bajo, como lo haría su padre, se dirigió a la habitación que compartía con su gemelo y su amigo, de quién en secreto gustaba.
Volviendo con Max
Se extrañó ante el comportamiento de Trunks, aunque le restó importancia y volvió a ver su celular ya que había sonado de nuevo.
Nuevo mensaje de Mamá.
¡Hola Max! ¿Cómo la estás pasando allá? ¿Aprobaste todo verdad?
Cómo sé que la respuesta es sí, ¡Felicidades!
Max tengo algo importante que decirte…
No podremos pasar por ti esta noche, hubo un ligero problema con el motor del auto.
Lo siento. Prometemos buscarte mañana mismo.
¡Te amamos!
Con amor, mamá.
Suspiró al leer eso. Realmente, no lo sorprendía. Simplemente tiró a un costado su móvil y se dedicó a esperar al lavanda.
Y como si sus plegarias hubiesen sido escuchadas, apareció Mirai por la puerta con una gran sonrisa.
– Adivina que tengo ~ – Dijo el pelilila mientras tomaba asiento escondiendo una caja detrás de sí.
– Mirai, sabes que no tomo. – Lo observó acusadoramente. – Ya lo sé, por eso lo traje para mí. A ti te traje unos refrescos, aburrido. – Ambos rieron y acomodaron todo en la mesa, luego, Mirai tomó una de esas bebidas alcohólicas y la abrió para luego darle un buen sorbo.
– ¿Estás seguro de que no quieres? ¡Está muy buena! – Max entrecerró los ojos y el oji-azul solo suspiró. – Está bien, está bien. Bueno, ¡comencemos! –
Parecían dos niños jugando con aquella consola. Exceptuando la cerveza, obviamente. Con el correr de los minutos Mirai parecía estar más y más alegre, se reía por todo, balbuceaba cosas sin sentido, de vez en cuando le contaba anécdotas del pasado bastante graciosas, en fin.
– ¿Y luego sabes que me dijo? – Preguntó al borde de una carcajada. – ¿Qué te dijo? –
– Qué necesitaba otro flotador, porque ese se había pinchado – Dichas estas palabras sin sentido, volvió a estallar en carcajadas bajo la mirada extrañada de su acompañante.
Nunca había visto tan alegre a Mirai, ni cuándo se enteró de que aprobó Matemáticas, nunca.
El lavanda seguía diciendo cosas ‘’graciosas’’ mientras continuaba tomando. Max pensaba en dejarlo ahí tirado pero lo pensó mejor y decidió seguir allí.
1 hora después.
– Maxito ya me cansé de este Mortal no sé qué. Siempre terminas haciéndome un Fatalitie. Eres malo. – Dicho esto hizo un puchero, el pelinegro rodó los ojos y dejó los controles sobre la mesa.
– ¿Quieres que te acompañe al cuarto? Es medianoche. – Dijo con aburrimiento Max.
– ¿Qué? ¿A dormir tan temprano? No lo creo, tengo ganas de hacer otra cosa. –
Al principio, Max no entendió. Pero al girarse para observar mejor al lavanda, éste se abalanzó sobre él para luego acorralarlo contra el sillón. El chico se ruborizó y observó cómo Mirai también estaba ruborizado, pero levemente.
– Me gustas, Max. – Susurró lentamente en su oído, haciendo estremecer al contrario por el contacto. – De hecho, siempre me has gustado, nunca te lo dije por qué creía que no sentías lo mismo. Pero luego de haberme espiado en el baño ésta tarde. Creo que ya puedo decir que te gusto. – Max no pudo sentirse más avergonzado, desvío su rostro a un costado y nuevamente sintió la voz de Mirai susurrarle.
– Sé que me deseas, no tienes que ocultarlo. – Mirai volvió a unir sus labios con los de Max sintiendo el calor que provenía de la cara del pelinegro.
Por su parte, Max creía que estaba en un sueño. Nunca pudo sentirse más feliz. Mirai gustaba de él, y al parecer ahora se lo haría saber.
Su beso se tornó más húmedo y salvaje, Mirai besaba, mordía y delineaba los labios de Max sacándole varios suspiros y alguno que otro gemido ahogado. Al parecer, Mirai no pensaba detenerse bajo ningún punto. Siguió besándolo, para luego comenzar a desabrochar su camisa, bajo hasta su cuello, haciendo varios mordiscos y besándolo. El lavanda terminó de desabrochar su camisa dejando al aire su pecho, lo observó con malicia, y sin pudor descendió y comenzó a succionar los pezones del menor. Este sólo se retorcía bajo Mirai. Cada roce, cada beso lo hacían sentir más y más excitado, tanto que comenzó a dolerle su entrepierna. Pero lo que si lo excitaba, era sentir como Mirai frotaba su intimidad sobre él.
Sin vergüenza, el lavanda volvió a desabrochar algo, ésta vez fue el pantalón de Max. El pelinegrosólo observaba ruborizado como Mirai iba desabrochando el pantalón. Pero de repente, el contacto se detuvo.
– Sabes, Max. ¿Qué parece si seguimos la fiesta en la habitación? – Max asintió olvidando por completo que tal vez Trunks estaba allí. Aunque considerando la hora, quizás haya ido a dar unas vueltas alrededor del campus.
Mirai tomó la mano de su acompañante, y ambos salieron del salón principal caminando por varios pasillos vacíos. Cada tanto Mirai se giraba para sonreírle como un bobo, pintando varias veces el rostro de Max de un tono carmín.
Al terminar de cruzar aquellos pasillos llegaron hasta la puerta de su habitación. El lavanda tomó el pomo y lo giro, ambos ingresaron cerrando la puerta. Ni un solo paso más dieron cuando vieron a Trunks enfrente del ventanal masturbándose violentamente.
Trunks no parecía haberse percatado en lo absoluto de la presencia de su gemelo y su amigo. Simplemente seguía deslizando su mano de arriba abajo estando éstas humedecidas con los fluidos del chico.
El rostro de Mirai se iluminó, sonrió pervertidamente para luego dirigir su mirada a Max.
– Vaya, vaya, vaya. Mira con lo que nos encontramos. – Pronunció con malicia captando la atención de Trunks. Éste sólo atinó a sonreír ladinamente. – Me descubrieron. – Afirmó.
– Sabía que eras un pervertido, pero no tanto como yo. – Dijo riéndose. Max por su lado no podía estar más que ruborizado. Aunque Trunks no estaba nada mal, después de todo era hermano de Mirai. Mientras los gemelos reían, sintió un aroma a alcohol que lo sorprendió. Nunca Trunks había tomado, pero considerando que estaban los 3 solos en toda la academia, era normal.
– Bueno, ya que se descubrió que Trunks es otro pervertido, ¿Quieres unirte a la fiesta, hermanito? – Preguntó a la vez que observaba a su pelinegro.
– ¿Por qué no? – Ambos, producto del alcohol, fueron acercándose para luego besarse con salvajismo. Mirai exploraba la cavidad bucal de su hermano sin detenerse, y de hecho, tener a Max observándolos, era aún más placentero.
Max quería salir corriendo de ahí, pero por alguna razón sus piernas no se lo permitían, se quedó en ese mismo lugar observando a los gemelos besarse y tocarse.
En determinado momento, Mirai se separó de Trunks haciendo que éste se quedara parado con su miembro erecto al aire. Se acercó lentamente a Max, lo tomó de la barbilla y le plantó un beso demandante. Ambos enredaron sus cuerpos, dejándose llevar. ¿Qué importaba?
Trunks con toda la tranquilidad del mundo, se recostó contra el ventanal para comenzar a dale atención a su miembro. Mientras tanto, Mirai se separó de Max, dejando escurrir un invisible hilo de saliva.
– ¿En qué me había quedado? – Preguntó con cinismo, volviendo a succionar los pezones del más bajo. En un movimiento, el lavanda empujó a Max contra la cama, cayendo ambos encima de ésta, quedando así, Mirai sobre Max.
Avanzó sobre la piel del chico, trazando un camino de saliva sobre todo su pecho. Llegó hasta su pantalón, y nuevamente desprendió los últimos botones que faltaban.
Básicamente le arrebató los boxers y la última prenda que tenía de un tirón dejando desparramada la ropa por el suelo. Max desvío la mirada hacia un costado, sintiendo la sangre subir hasta su rostro.
Mirai, quién aún seguía bajo los efectos del alcohol, habló desde allí abajo.
– Max ~ Mira lo que voy a hacer ~ – Pronunció con la voz cargada de sensualidad, Max por un segundo observo que estaba haciendo el pelilila, y vio que éste estaba jugando con su miembro de un lado a otro, lo apretaba, le pegaba lengüetazos rápidos y subía su mano de arriba abajo.
El pelinegro tiró su cabeza hacia atrás disfrutando. Por otro lado, Mirai ahora sí, ya decidido, comenzó a introducir el miembro del contrario en su boca. Una vez dentro, inició las lamidas, los mordiscos. Subía y bajaba con su lengua, besaba la punta y se dedicó a hacer pequeños círculos en la superficie.
Claro que Max lo disfrutaba, de hecho, sentía que en cualquier momento se correría, gracias al experto de Mirai. El más bajo de vez en cuando, mordía su labio inferior reprimiendo algunos gemidos.
De un momento a otro, Mirai intensificó el ritmo de sus lamidas haciendo gemir a Max hasta que un líquido bañó las manos del lavanda, éste sólo sonrío y lamió sus dedos y labios, ingiriendo hasta la última gota de aquella sustancia.
– ¿Apenas iniciamos y ya te corriste? No sabes lo que te espera, pequeño. – Habló poseído Mirai a la vez que observaba a su hermano. – Max, ¿qué dices si ayudamos a Trunks? – Y cómo si fuera el deseo del lavanda menor, al segundo ya tenía a sus dos compañeros sobre él.
Repitiendo la última acción, Mirai se arrodilló frente a Trunks para luego volver a darle atención a su miembro. Por otra parte, Max sonrió y acercó sus labios hacia el menor.
– Max, me gustas. – Susurró Trunks. El pelinegro, que tal vez ya lo sabía, tomó sus mejillas para luego besar sus labios con pasión. Trunks, quien ya tuvo experiencia, continuó el beso dejando entrar la lengua de Max en su boca.
Como si fuera un espectáculo, sus lenguas danzaban buscando el dominio, que al final terminó ganando el mayor de los dos. Trunks no podía evitar lanzar gemidos en la boca de chico, quién aprovechándose de la situación, metía su lengua, torturando al pequeño lavanda.
Al cabo de unos minutos, Trunks se corrió en boca de Mirai, quién comenzó a reír y volvió a ingerir aquel líquido.
– A este ritmo, ninguno podrá seguirme el paso. – Dijo riendo. Trunks y Max fruncieron el ceño. Hasta que una descabellada idea, cruzó por la mente del gemelo.
– Sabes Max, deberíamos agradecer al bondadoso Mirai por su atención. – Dijo inocentemente el lavanda, ambos compartieron miradas y asintieron. – Tienes razón, Trunks. Debemos ser agradecidos. –
Tal vez ellos fueron muy rápidos, o Mirai no lo vió venir pero en ese pequeño instante, ambos se abalanzaron sobre Mirai hasta hacerlo caer sobre la cama.
– ¿Pero qué…? – Musitó al ver a ambos sobre él, sonriendo de manera pícara.
– Vamos a agradecerte, hermanito. – Aquella voz llena de inocencia, estaba comenzando a excitar a Mirai, quién sin darse cuenta, tenía el miembro parado, listo para la acción.
Trunks se deslizo sobre su cuerpo y llego a los labios de Mirai, ambos comenzaron a besarse de nuevo pero ésta vez, sobre la cama. Mientras tanto, Max ideó un plan malvado. Mientras Mirai estaba ocupado besando al sexy Trunks, éste aprovecho el miembro parado de su amigo para sentarse sobre él. Ante esto, Mirai rompió su beso y observo que estaba haciendo Max.
– Vaya, no lo esperaba de ti, Max. – Ambos se miraron y volvieron a lo suyo.
El pelinegro comenzó a subir y bajar de aquel miembro ya cubierto con fluidos, el lavanda sólo podía gemir sintiendo cómo a su vez Trunks mordisqueaba sus pezones y lamía su piel. Cómo Mirai no quería quedarse atrás, tomó el miembro de Trunks para luego comenzar a masturbarlo.
Max siguió enterrando el miembro del lavanda en su interior, quién al subir y bajar gemía cada vez más y más fuerte. Mientras cabalgaba el exquisito miembro duro de Mirai, vió cómo Trunks besaba al lavanda mayor poniéndose en 4 enfrente suyo. Sonrío ladinamente, y bañando en saliva dos dedos suyos, fue introduciéndolos en la entrada de Trunks.
El mini-lavanda, gimió tan pronto sintió el contacto en su trasero. – ¿Max? –
Éste sólo asintió, para luego introducir 3 dedos. – ¡De-detente! – Haciendo caso omiso, comenzó a girar sus dedos, sacándole varios gemidos al chico. La cara de Trunks era todo un poema, mientras Max simulaba estar follándolo, de su boca se escurría un poco de saliva, al mismo momento en el que Mirai aumentaba el ritmo en su mano, terminando de correr a Trunks. Enseguida, Max sentiría que se correría, ya que varias veces el miembro de Mirai había rozado con su punto G.
Trunks, cayó a un lado de la cama, rendido. Mientras tanto la acción seguía para el lavanda mayor y Max. Con sus dedos, el pelilila dibujaba formas en el pecho de su compañero. Y sin poder soportar tanto placer, Mirai se corrió al mismo tiempo en el que Max se inclinaba para besarlo.
– Hace mucho que no hacíamos esto, ¿verdad? – El pelinegro asintió ruborizándose.
Mirai observó a su costado, a un Trunks dormido. – Ese inútil nunca soporta nada. Quizás deberíamos entrenarlo más duro, ¿no? –
Ambos rieron y se separaron para luego acostarse los 3 juntos, quedando Mirai en el medio.
– Tal vez, deberíamos hacerlo más seguido. ¿No crees? – Sus miradas se chocaron, para luego sonreír. – Después de todo, aún nos quedan 3 meses más, Mirai. –
Dicho lo último, Max cerró los ojos sonriente.
¿Quién sabe cuántos encuentros más tendría este trío en los próximos 3 meses?
Fin.