En un cementerio se encontraba un joven rubio de ojos azules el cual iba a visitar a dos personas que sin pensarlo le robaron el corazón.
-[Siempre creí que amar a dos personas era imposible, pero eso fue antes de conocerlos a ustedes par de idiotas]- Fueron los pensamientos de dicho joven mientras una solitaria lagrima caía por su blanca mejía.
Al llegar a su primer destino leyó lo que decía la placa.
-Aquí yacen los restos de Monkey D. Luffy gran hijo, hermano y amigo- Y debajo decía- “No me importa morir intentando alcanzar mi sueño, solo sé que eso es lo que quiero y es todo lo que me importa”
-Eres… eras un gran tonto Luffy, siempre lo has sido- Lloro al leer lo que estaba escrito.
-Aún recuerdo cuando te conocí, Nami-san mi amiga de la infancia me comento que luego de mucho que le insistió su jefe lo llevaría al restaurante que creé con Brook.
-Nami-swan- Le llamo alegre el joven rubio a la linda chica apenas verla entrar.
-Sanji-kun- Le respondió el saludo- Este es Luffy- Señalo a un joven pelinegro con un singular sombrero de paja y una cicatriz bajo su ojo izquierdo- Mi jefe y gran amigo- Sonrió la joven.
-Hola, mi nombre es Sanji y soy uno de los propietarios y cocinero de este restaurante- Se presentó.
-Shishishi- Rio por las formalidades de los otros- Yo soy Luffy, Monkey D. Luffy- Le dedico una gran sonrisa.
-Desde ese momento me pediste que cocinara siempre para ti, me dijiste que era lo mejor que habías probado y que fuera tu nakama. Y como negarme a tal proposición- Sonrió melancólicamente.
-Sanji comida- Pidió el monito.
-Espera un minuto ya termino.
-Pero ya tengo hambre- Hizo un pequeño pucherito.
-Toma- Le dio la comida a su desesperado amigo. Y como agradecimiento el chico le dedico una de sus más grandes sonrisas.
-Gracias Sanji eres el mejor- Con tal de ver aquellas sonrisas siempre no le importaba cocinar todo el tiempo.
-Así pasaron nuestros días y poco a poco fuiste robando mi corazón- Aquella placa le pareció tan irreal, los años podían pasar pero el recordaba al moreno como si ayer mismo lo hubiese visto.
-Sanji- El menor se lanzó a los brazos del rubio apenas le vio llegar.
-Luffy no hagas eso- Se rio aunque intento aparentar molestia, pero como lograrlo si le encantaba estar así de cerca con su monito.
-Sanji yo- Miro a los ojos al rubio pero no se alejó de él.
Ambos jóvenes aunque nerviosos por lo que estaban sintiendo en ese pequeño momento sin mediar palabras entendieron perfectamente lo que estaba sucediendo entre ellos, y sin palabra alguna que interfiriera entre sus sentimientos se dieron el primero de muchos besos.
-Nunca dudes del amor que sentí por ti Lu- Acaricio la placa mientras su mirada se nublaba por las lágrimas contenidas- Volveré- Prometió para luego besar la placa- Como todos estos años.
El rubio al despedirse se dirigió a su otro destino.
-Hola- Le sonrió a la placa, leyendo a continuación su contenido- Aquí yacen los resto de Roronoa Zoro gran amigo y excelente policía - Y como en la anterior esta también tenía un mensaje abajo- “Si muero aquí, será porque no estaba destinado a llegar más lejos”
-Podías haber llegado tan lejos como tú quisieses- Encendió un cigarrillo- Pero eras muy orgulloso para hacerlo- Expulso el humo de su boca.
-A veces me pregunto si realmente el destino existe, como pudo ser que de todas las personas tú te hayas fijado en mí.
-Luffy debes irte la policía está cerca.
-Pero Sanji no puedo dejarte.
-No tienes de que preocuparte yo estaré bien- Al ver que el chico no le obedecería le hizo una seña a su amigo Franky para que se lo llevara- Te prometo que iré a cocinar algo cuando pueda- Le grito mientras se agarraba su hombro adolorido. Si seguía con ellos les podrían atrapar y lo que el menos quería era que su amado Lu fuera capturado por su culpa.
Escucho como alguien llegaba a su encuentro y todo fue negro.
Al despertar se encontraba en un hospital.
-Señor Viensmoke hasta que despierta- Le hablo alguien de forma algo agresiva, más el rubio se encontraba perdido en esos momentos hasta que pudo encontrar a quien le hablaba.
-Quien es usted- Pregunto igual de agresivo el rubio.
-El de las preguntas aquí soy yo pero contestare, mi nombre es Roronoa Zoro y soy un agente policial designado al área de investigación de mafias.
-Y que tengo que ver yo con todo esto- Pregunto sin bajar su defensa, sabía a qué venia todo aquello.
-Le repito yo soy el de las preguntas, dígame ¿Qué hacía usted el día de ayer en el muelle a eso de las 22:00 horas, mismo lugar y misma hora donde supimos se encontraba Monkey D. Luffy el jefe del mayor negocio de tráfico de armas?
-Me creería si le digo que solo me encontraba en el lugar y la hora menos adecuada- Mintió. Ese día había salido con Luffy para celebrar casi dos meses juntos en eso se escucharon las sirenas de una patrulla por lo que decidió que deberían huir pero no conto con recibir dos disparos uno en su hombro y otro en su pierna. Agradecía que Franky uno de sus amigos estuviera cerca para llevarse a Luffy no sin antes convencerlo que estaría bien.
-Me cree estúpido.
-Bueno, su apariencia de musgo andante no me da la mejor impresión que se diga- Sabia que se estaba buscando problemas al decir algo así pero es que el sujeto tenía algo que le provocaba el molestarle.
-Que dijiste cejas de caracol- Contesto furioso el oficial.
-Al final ese día no pudiste conseguir la información que deseabas, bueno ese día ni los siguientes, fuiste a verme todos los días al hospital y una vez que descubriste donde trabajaba no dejaste de seguirme- Sonrió al recordar todas sus peleas.
-Qué haces en mi restaurante
-Comer- Contesto como si fuera lo más obvio- Y a sacarte todo lo que sabes de Mugiwara- Le acorralo provocando que ambos se mirasen fijamente.
-Cuantas veces tendré que repetirte que no se nada para que entre en ese pequeño cerebro tuyo.
El policía ya molesto lo soltó y espero hasta que le trajeran su pedido.
-Siempre peleábamos por todo, pero los días en que no te veía me hacías falta- Beso aquella placa.
-Deja de seguirme kuso-marimo- Le mando una patada que el otro detuvo.
-Tengo que cuidarte ero-cook no sea que vuelvas a estar en el lugar y momento incorrecto- Sonrió burlón. Estaba claro que él no se había creído aquella patética escusa.
-Te odio- Le iba a golpear pero el otro ya lo tenía.
-Es una lástima- Le dedico una mirada demasiado profunda tanto que le hizo perderse en un mar de sensaciones- Porque tú me gustas tanto.
Al pobre rubio se le detuvo la respiración al escuchar aquello, pero cuando el peliverde comenzó a devorarlo en aquel beso no pudo hacer otra cosa más que corresponderle.
-No tienes ni una idea de cuánto te amé- Sus lágrimas regresaron pero su orgullo o el que siempre mostro ante esa persona no le permitía derramarlas- Eres un tonto marimo- Sonrió con aquella sonrisa socarrona que siempre le dedicaba al policía.
Y como con su anterior visita se despidió y prometió volver.
-Luffy la policía nos ha encontrado- Grito Nami a su amigo.
-Debemos irnos, no quiero que nadie salga herido- Y no es que no confiara en sus nakamas, amigos y familia pero en esos momentos no se encontraban en condiciones de luchar con la policía, ellos no querían problemas.
Y todo hubiera sido perfecto de no ser porque uno le dio alcance.
-Monkey D. Luffy- Le llamo un peliverde con una voz gruesa que de haber sido otra persona se habría asustado.
-Quien eres tu- Grito el pelinegro sin temor alguno.
-Soy Roronoa Zoro y exijo que no busques más a Viensmoke Sanji- El moreno hace un tiempo que sabía por sus investigaciones que el rubio tenía algo con el gran jefe mugiwara no Luffy.
-Tú no eres nadie para impedirme que vea a Sanji- Grito encolerizado, podían meterse con el todo lo que quisieran pero mencionar a su rubio de aquella manera no lo toleraba- Él es mío.
-Sanji no te pertenece- Sentencio para luego acercarse al pequeño- Él ahora es mío y así será siempre- Ataco al otro joven más Luffy no se quedó ahí esperando, y así comenzaron la lucha. Lucha para defender y proclamar su amor.
-Sanji es feliz a mi lado, porque debería ser yo el que se aleje- Dio un puñetazo al policía en el estómago.
-Sanji me ama me lo ha dicho- Regreso el golpe- Conmigo se siente protegido- Volvió a atacar más el golpe fue interceptado con otro golpe haciendo que ambos retrocedieran.
Ambos se quitan el rastro de sangre que ya comenzaba a salir por los golpes.
-A mí me ama más, yo le enseño lo que es el amor de verdad- El moreno está furioso como puede pensar ese policía que su rubio no le ama.
-Más de seguro nunca le has hecho tocar el cielo- Limpio la sangre que salía de su boca.
-Porque conmigo conoce otras formas de verlo o ¿porque no se acuerda de ti cuando está conmigo?- Noto como un hilillo de sangre descendía por su frente.
-Lo hace más de seguro no puede decírtelo- Aquellas palabras dichas por el peliverde realmente le habían afectado.
La lucha fue intensificándose cada vez más, y justo cuando un rubio chico con unos preciosos ojos azules estaba entrando a aquella habitación testigo de aquel encuentro entre ambos jóvenes.
-ES MIO- Fue el grito que dieron antes de jalar del gatillo de sus armas que se habían negado a usar, y al estar tan cerca uno del otro era imposible de esquivar.
-NO- Fue el grito de aquel chico lo suficientemente alto como para que ambos le escuchasen y le mirasen en lo que las balas atravesaban sus cuerpos.
Ambos cayeron, y como una mala broma ambos lado a lado y con un rubio quedando en medio.
-Par de idiotas pero que hicieron- Lloraba el rubio sin control al ver lo ensangrentado que se encontraban ambos jóvenes- Resistan un poco por favor pronto vendrá alguien a ayudarnos- Les rogaba mientras les acariciaba.
-Sanji/Cejillas- Dijeron al mismo tiempo casi en un susurro- Yo te amo- Terminaron al tiempo que ambos cuerpos caían en los brazos de la muerte, siendo el rostro del rubio llorando la última imagen que ambos pudieron apreciar.
El rubio lloro aferrándose a ambos cuerpos, como pudo terminarse aquello de esa forma es lo que pensaba mientras se lamentaba.
Al salir de aquel cementerio el rubio fijo su mirada por última vez a ambas tumbas.
-Nunca quise jugar así, lo siento. De verdad les amo- Fue lo último que dijo antes de abandonar aquel lugar donde reposaban los cuerpos de las personas que más amo en esta vida.