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La verdad no permanecerá oculta por Mari-Sponge

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Notas del fanfic:

Welp... como ya saben, este fic, originalmente es un rol que tengo con una amiga :v así que, si ven un poco extraña la forma de relatar... pues les diré que no es tan fácil adecauar un rol a fanfic >:v (?) ok no xD

Y pues nada... disfrútenlo~

Notas del capitulo:

Lo se, que título tan más profundo xD

Disfrútenlo~

Ya casi terminaban las clases, solo faltaban un par de horas, y serían "libres". Claro, aún faltaban las actividades del club. El castaño se encontraba semirecostado en su banca. El aburrimiento provocado por la clase, le consumía, haciendo que soltara varios bostezos a lo largo de la misma.

El peliazul atendía a todo lo que el profesor explicaba, tomando apuntes de lo más importante. De vez en cuando miraba de reojo a su amigo, hasta que notó que este casi caía dormido en plena lección.  La distracción del mayor le molestó un poco, y terminó por lanzarle una pelota de papel a la cabeza.

Al sentir el golpe, volteó a mirar al chico, sin quitar aquella expresión de aburrimiento. -¿Qué? -susurró de una forma apenas audible, pero lo suficiente como para que su amigo lograra escucharle.

Aquellos ojos castaños iban del profesor al ojiazul, frunciendo levemente el ceño. -No te duermas y atiende a la clase -susurró igualmente, con un tono algo autoritario, para así, regresar la vista al frente.

-Sí, si -suspiró, volviendo la mirada a la ventana, recargando su cuerpo contra el respaldo de la silla, y llevando sus manos hacia su nuca, volviendo a bostezar con ganas. Al notarle, el profesor le llamó la atención, visiblemente enfadado por la falta de interés del chico, haciéndole leer el párrafo en el que iban.

No pudo evitar soltar una pequeña risa ante la situación de su amigo, pero tampoco podía dejarlo solo, y con un castigo para después de clases. -"Alemania trató de invadir Rusia..." página 221 -susurró, tratando de que el castaño le escuchara y que el profesor no le cachara.

En sintió un gran alivio al verse salvado por su amigo, a lo que prosiguió con la lectura bajo la mirada inquisitiva del maestro. Una vez acabadas las clases, tomó su mochila y se dispuso a esperar a Atsushi, para así, poder ir juntos al club. -Aah, qué día más flojo -dijo con pereza, acercándose a la banca del chico.

El peliazul comenzó a guardar sus cosas con tranquilidad. Una vez acabó, se colgó la mochila al hombro, volteando a ver al mayor, sonriéndole -Listo, podemos irnos.

-Okay -contestó el castaño, comenzando a caminar al lado del otro. Mantuvo el silencio durante un momento hasta que comentó, -¿Por qué debemos comer con palillos? Digo, en otros lados del mundo utilizan otras cosas, ¿por qué nosotros palillos?

Se encogió de hombros, pensando un momento, viendo el cielo. -No lo sé, supongo que fue la forma en que hace años se empezó a comer con ellos... nunca había pensado en ello... tal vez se nos facilitó más de esa manera.

-Quizás... aunque no puedo creer que sea más fácil comer con los palillos que con un tenedor. A algunos se les dificulta agarrarlos, también, ¿por qué las mujeres los usaban antiguamente para el cabello? -comentó aún caminando a paso lento y perezoso.

Torció un poco la boca, pensando en el argumento del otro. -No lo sé, herencia de China... En-chan, esos son otro tipo de palillos -contestó, volteando a ver a su amigo, un poco contrariado.

-¿Pero por qué? ¿Por qué usar algo que por imagen parece utensilio para comer? Vaya, China nos heredó cosas muy raras -dijo, soltando un bostezo.

-Pero también nos heredó muchas cosas útiles, como el hiragana -respondió un tanto perezoso, bostezando igualmente.

-Bueno, si... pero aún no quita el hecho de que la idea de los palillos es raro -dijo, para así, llegar al club, donde al parecer, eran los primeros en llegar.

Dejó su mochila colgada en el respaldo de la silla, sentándose en esta tranquilamente -No es raro... Lo raro es que no haya llegado nadie, ni siquiera Wómbat y Yumoto -su mirada se paseó por la habitación, buscando alguna señal de que al menos, alguno hubiera llegado y salido nuevamente.

-Ah... Tienes razón, somos los únicos aquí -mencionó mientras tomaba asiento y echaba su cuerpo hacia atrás. - Por cierto Atsushi, debes comer más, estás muy delgado -cerró sus ojos como si nada pasara.

-¿Sigues con eso? -preguntó un tanto apenado, palmeando su barriga, -tengo una buena alimentación, por si no lo sabías... Mi peso es el adecuado para mi edad y estatura -susurró, sin dejar de palmear su estómago.

-¿Estás seguro? Es que para mí, no es normal, aunque si tú lo dices-... -dijo el chico, soltando un suspiro algo pesado y cerrando sus ojos. -Hablando de comida... Salgamos el sábado -comentó casualmente.


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