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El león de la aurora. por darkness la reyna siniestra

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Notas del fanfic:

Hola, hola. Buenos días, tardes o noches queridos lectores. He regresado a dejarles esta pequeña historia, no es la gran cosa a decir verdad pero me gusta mucho la pareja y quise aportar un poquito a ella. Como siempre esperando de corazón que les guste, va de mi parte con todo cariño.

Notas del capitulo:

Como ya saben bellezas. Saint Seiya no me pertenece, todo lo relacionado con este maravilloso anime es propiedad de Masami Kurumada y asociados. Al igual que la letra de la canción que aparecerá en negritas ya que la original es en inglés y pertenece a Kate Covington bajo en nombre de Come Little childrens que a mí en lo personal me encanta. Recuerden también que no gano ningún lucro económico con esta historia y sus elementos, más solo el de darles a ustedes un rato bonito de entretenimiento sano. Siendo esto todo, les invito a leer.

 

 

 

El león de la aurora.

 

Capitulo único:

 

Suéñame.

 

 

     Allá en lo alto de una noche desnuda, un hermoso Caballero mira con admiración unos hermosos rayos de luz en diversas tonalidades que se mueven hipnóticamente según corren en el firmamento. Él sabe que es aquello y sonríe al admirar de nuevo tan esplendorosa belleza.

 

     –Aurora…

 

     Unos templos más abajo, otro Caballero se asoma a la ventana sorprendido. Él también sabe lo que es aquello; sus ojos brillan y una sonrisa se forma en sus labios al reconocerlo.

     Ambos jóvenes hombres, instintivamente llenan su mente de imágenes del contrario y la aurora bailarina es testigo fiel de aquello…

 

     –Aioria… –susurra el primer joven con la añoranza tiñendo sus mejillas de porcelana.

 

     –Mi Camus. –libera al viento mudo el de más abajo, cerrando sus ojos a la aurora.

 

     La aurora boreal conoce el amor que ambos se profesan, ella quiere que se amen que se unan como sus colores y compartan la luz que llevan dentro.

     Los dos jóvenes voltearon la mirada sorprendidos al ver lo que se formaba en el bello fenómeno: un león, la silueta de un león corría en el camino de la aurora, y en su lomo una figura humana de largos cabellos que ondeaban según la bestia avanzaba sobre los colores.

     Camus retrocedió un par de pasos al ver que aquellas siluetas corrían hacia él. Esperó el impacto pero solo un viento frio llegó. Al mirar de nuevo, observó que el león se giró antes de llegar hasta donde estaba y siguió su camino hacia abajo.

     Sin pensárselo dos veces, el francés salió de su casa para seguir a aquella ilusión creada con las luces de la aurora.

     Aioria no podía creer lo que sus ojos veían. Un león con su jinete, creados de luces y polvo de estrellas se habían acercado a una de las casas de arriba aunque no pudo distinguir cual había sido. La figura llegó a su ventana donde el león se detuvo y rugió, y el que iba montado sobre su lomo le saludó con una mano para luego seguir su camino desconocido para el Caballero de la quinta casa.

     Aioria al ver que aquellas siluetas se alejaban, salió corriendo de su habitación para posteriormente de su templo e ir en persecución de aquellas fantásticas figuras.

 

 

Vengan niños pequeños los voy a llevar, a una tierra

De encanto.

Vamos niños pequeños el tiempo ha venido a jugar

Aquí, en mi jardín de las sombras.

Síganme dulces niños, les voy a mostrar el camino

Atravesando todo el dolor y las penas.

 

 

     Camus se movía velozmente para darle alcance al león, sin conocer que Aioria también se encontraba en camino para encontrarles.

     El griego oji verde se detuvo después de varios minutos de correr cuando aquellas criaturas se detuvieron entre medio de un campo de ruinas que era bañado y vigilado por la luna en lo alto del estrellado cielo nocturno. La vista era hermosa y fantástica, Aioria se quedó inmóvil mirando todo con calma que le nacía del pecho.

     El león de aurora lo miraba junto con quien lo montaba desde su posición frente a la brillante y redonda luna llena. El que montaba a la criatura brilló más que cuando había llegado a aquel lugar.

     En ese momento, el Caballero de Acuario llegaba al lugar igual de impresionado que el rubio cenizo. Al escuchar sus pasos acercándose, Aioria se giró para verlo. Camus le sonrió, el quinto custodio lo imitó y el francés se acercó hasta posarse su lado.

     En ese momento, el león comenzó  brillar igual que como lo hacía su jinete; aquella figura de cabello largo descendía del lomo del felino y caminó en dirección a Aioria. Por alguna extraña razón, el de Leo no huyó ni tampoco atacó, solo esperó a aquella figura que resultó ser la de un hombre de larga y ondulada cabellera.

     Este llevó su mano hacia la mejilla izquierda de Aioria haciendo que se sonrojara por el contacto.

     Por otro lado, Camus miraba todo sin hacer o decir nada hasta que vio como el león de estrellas se acercaba a él. Al igual que Aioria, Camus no hizo nada y esperó a la criatura que al estar cerca, le miró y luego sobó su gran cabeza en el pecho del guerrero de los hielos. Camus dubitativo, llevó una de sus blancas manos a la melena del animal quien pareció ronronear satisfecho.

 

No lloren, niños pobres, porque la vida es así

Matamos la belleza, y asesinamos las pasiones.

Silencio ahora, queridos niños, debe ser de esta manera

En vez de estar agotados de la vida y engaños.

 

 

     Los brillantes seres se alejaron de sus contrarios, y se acercaron a su propio acompañante. Cuando el hombre y el león estuvieron juntos de nuevo, empezaron a girar como si bailaran entre ellos, hasta que lentamente se disolvía su figura volviéndose luces de aurora que se entrelazaban armónicas y giraban en torno a Aioria y Camus, cerrándose cada vez más alrededor hasta que finalmente, el oji verde y el galo estuvieron frente a frente a escasos milímetros de distancia.

     Estrellas fugaces caían brillantes mientras aquellos guerreros se abrazaban sin palabras de por medio. Aioria rodeó la cintura de Camus y este recostó su rostro en el pecho musculoso del otro, dejando sus manos en los hombros del griego.

 

­­­­­­     –Te amo, Camus.

 

     –Te amo, Aioria…

 

     La aurora desapareció dejándolos con la luna como guardiana de aquellas palabras que se convertirían en un juramento de compañía eterna uno del otro.

 

 

+[+]+[+]+[+]+[+]+[+]+

 

     Aioria se despertó de la nada un poco extrañado, se puso de pie de su cama y se dirigió a la ventana donde la brisa de la noche calma mecía con suavidad las cortinas color arena que la enmarcaban. Observó la luna llena y una estrella fugaz pasó a su lado para luego perderse en la lejanía. Aún era de noche, regresó a su cama y al recostarse, abrazó a la persona que compartía su lecho todas las noches desde hace tres años, sonrió con ternura; dio un beso sobre sus labios cerrados y susurró para la noche.

 

     –Te amo, Camus… –sintiendo como el nombrado se acomodaba tranquilamente sobre su pecho desnudo.

 

     El griego cerró los ojos aun sonriendo y sintiendo el calor de su amado francés que unió con él el león de la aurora.   

 

Descansen ahora mis niños,

Por tiempo nos vamos a lo lejos, en  la calma y la tranquilidad.

Vengan pequeños niños, los voy a llevar a una tierra

De encanto.

Vamos pequeños niños, el tiempo viene a jugar

Aquí, en mi jardín de las sombras.

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, que puedo decirles. Agradezco a las personitas que le dedicaron un tiempo a esta historia. Sinceramente no tenía planeado escribirla, salió de un ensayo que escribí para que mi hermano menor aprendiera a digitar y tras dos páginas de digitado se aburrió y me abandono n_nU y decidí terminarlo yo y esto fue lo que salió.

 

Bueno mis lind@s lector@s, ya saben que cualquier queja, consejo u opinión serán bien recibidos en un review que estaré respondiendo a la brevedad posible. Sin nada más que aportar más agradecerles de nuevo, me despido.

 

Sigan bell@s.  


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