CAPÍTULO 1: Recados.
Suspiré mientras salía de mi casa, no había nadie, excepto unos niños que jugaban en la acera. Cerré la puerta y empecé a caminar, notando que alguien me seguía. Volteé a ver al aludido, era uno de los amigos de mi padre, Dwun si no me equivocaba. Le pregunté lo que quería.
—Ay, niño, ¿te puedo pedir un favor? —No es como si pudiera rechazarlo, asentí.
— ¿Qué pasa ahora?—Sonrió de forma maliciosa, mi mejor opción en este momento era ignorarlo.
—Ya sabes, ¿le puedes dar esto a tu padre? Ya sabes, si a mí me ven...
—Entiendo, se lo daré—Lo corté de pronto y empecé a caminar, no quería volver a escuchar su discurso. Suspiré mientras caminaba, de una forma u otra terminé ayudándolos en todo este lio.
Mi nombre es Gon, Gon Freecss. Vivo en Pueblo Ballena junto a Mito, la prima de mi padre. ¿A dónde me dirijo? A la comisaria, a ver a mi padre, hace unos meses fue arrestado mientras ejercía su “negocio”, perdió mi custodia y como no tengo otros familiares no tuve más opción que quedarme con mi tía. Al parecer no le agradaba mucho la idea de cuidar de alguien que ni conocía, pero no tuvo más opción que aceptar, a veces pienso que no le agrado, pero lo intenta ocultar. Hace tiempo que Dwun (— ¿Es ese su nombre? Realmente no lo recuerdo…—), me sorprende al salir de mi casa cuando voy a visitar a Ging, al principio no entendía lo que quería, pero terminé siendo su mensajero.
Dwun me da papeles los cuales tienen un mensaje, me evito leerlos, no quiero tener nada que ver con esto, pero aún así se los doy a Ging mientras el policía no nos ve, piensa que estoy en un “trauma” por haber visto como se llevaban a mi padre y me quedaba solo, así que no me pregunta muchas cosas. Realmente no me importa, ahora tengo a Mito aunque no le agrade, pero por lo menos es mejor guardiana que alguna vez Ging llegó a ser.
Para cuando me di cuenta ya había llegado, la recepcionista ya me esperaba, como todos los martes que voy a visitar a Ging, me dirigió una de sus dulces sonrisas, esa mujer realmente me agrada aunque ni siquiera sepa su nombre. Esperé sentado en la recepción hasta que un oficial me llamó. Me dirigió a una sala donde había una gran mesa, del otro lado estaba Ging sentado y... dormido, como siempre. El oficial tosió para llamar su atención, Ging despertó y se frotó los ojos, me miró sorprendido.
— ¿Ya es martes? En prisión vuela el tiempo... —Se empezó a reír. No reaccioné, al ver esto tosió incomodo.
—Y... ¿Cómo has estado, eh...
—Gon.
— ¡Gon! Eso, ja ja, ¿cómo has estado?
—Ese imbécil ni siquiera se acordaba del nombre de su hijo... —Escuché al guardia susurrar, al parecer Ging estaba demasiado ocupado riendo nervioso como para escucharlo, después de eso el oficial se fue.
—Se ha ido, dame el papel.
— ¿Sabes que hay cámaras?
— ¿Desde cuándo te importa? Tú solo dame el papel—Bufé y le di el papel, el comentario del guardia seguía rondando mi cabeza, me recordó la primera vez que vine a visitarlo, la primera vez que vine por gusto y no para hacer el papel de recadero.
— ¡Mira! Llegaste por tu cuenta.
—...
—Si no eres tonto, te sabes valer, ¿eh?
—...
—Yo realmente no sabía que eras tan listo, ¡pensé que no sabías caminar!
—...
— ¡Vamos, no pongas esa cara! Mejor, ya sabes, siéntete orgulloso, ¡no me necesitaste para aprender!
—...
—Eh, hijo, ¿sabes hablar? —Escuché un grito de los oficiales atrás de mí, volteé a verlos, uno estaba sujetando el puño de su compañero.
— ¡Déjame! ¡Qué le voy a golpear! —Ging rió despreocupado, se levantó una manga de su uniforme, listo para pelear.
— ¡Venga! ¡Que no te tengo miedo!—El otro oficial suspiró exasperado.
— ¡Ya basta los dos! Hijo, creo que deberías dejarlo por hoy—El oficial me sonrió a medida de consuelo, un poco innecesaria, en un punto ya conocía al tipo que tenía por padre, aunque él no me conociera a mí.
Le pase el papel, el me sonrió y me dijo: “¿Ves que fácil que fue?”. Estaba un poco confundido, ¿cómo lograba hacer eso sin que le atraparan? Una parte de mí quería preguntar, la otra sabía que no conseguiría respuestas... ¡Al diablo con las disputas internas!
—Oye... ¿Cómo lo haces?—La expresión de Ging cambió completamente a una más seria.
—Uf, no pensé que tendría que explicarte esto tan pronto, ¿cuántos años tienes? ¿7?
—Tengo 13...
—Estuve cerca, sólo porque me faltaron unos números no significa que no sepa... —Lo juzgue arduamente con la mirada, la persona frente a mí tragó saliva.
—O-oye... que no es para tanto...*Ejem* Te lo explicaré, cuando dos personas pues están... ehm, calientes pues necesitan una forma para...
— ¡Eso no es! —Le grité un poco sonrojado. — ¡Quería saber cómo haces para que no te atrapen!
Abrió los ojos como platos, no me puedo creer la imaginación de este viejo. —Ah, ¡pero claro! ¡Yo ya lo sabía! Ja ja, pero que cosas, ¿no, hijo?
Lo volví a juzgar con la mirada, Ging suspiró.
—Pero no le vayas a contar a nadie, estas son técnicas secretas para muchas personas, no todos la pueden saber, ¿comprendes?— Comprendía, y realmente no me importaba, lo único que quería era entender como lograba salirse con la suya, Ging sonrió antes de continuar.
—El Nen... ¿Alguna vez has escuchado de él?
—No... — Volvió a sonreír.
—El Nen son técnicas para controlar tu aura, se puede usar para diferentes cosas como...
— ¿Hacer que no te descubran? —Ging asintió.
—Sí, ese es el Nen de uno de mis compañeros, quien sabe, algún día incluso puedes aprenderlo.
Sin decir más salí de ahí, había terminado con mi trabajo, de regreso a casa me volví a encontrar con Dwun, quien exigía en “recompensarme” mi “favor”... Eso suena mal, simplemente me dio dinero. Regresé a casa, entré y llamé a Mito, al parecer seguía viendo su telenovela de las 5, subí a mi cuarto, seguía pensando en lo que me dijo Ging, ¿qué es el “nen” exactamente? Tendría que investigarlo, y creo que tengo a la persona perfecta en mente que me podría decir.