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El perfecto para el segunda mano. por Mxdness

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Min Seok masculló frustrado, últimamente los humanos estaban molestando mucho. Cada día tenían inventos nuevos que intentaban probar su existencia y eso era un verdadero dolor de cabeza, aunque luego realmente ninguno funcionaba pero, ¿qué si uno lo hacía?  


 


Lo más probable es que se acabara la vida tal como la raza de los vampiros la conoce. Hace muchos siglos, cuando el no había nacido todavía, los vampiros solo generaban caos y destrucción a su paso. 


 


Ahora las cosas habían cambiado. Con el pasar de los siglos vampiros de diferentes aquelarres, horrorizados por la situación, crearon un nuevo aquelarre. Uno que solo tomaría la sangre de las personas que estuvieran de acuerdo en ser mordidas. Con esa nueva implantación sucedió lo inimaginable. 


 


La leyenda de encontrar al humano perfecto se había cumplido. Se dice, que, cada vampiro tiene un humano esperando por su mordida, con un olor especial que les hará sucumbir ante él. Cuando esto salió a la luz hubo un gran revuelo en los aquelarres, muchos desaparecieron y otros tantos surgieron. 


 


Y ahora, en pleno siglo XXI él tenía que lidiar con que su segunda mano no creyera que tenía un humano perfecto para él en cualquier lugar. 


 


-Pero vamos a ver, ¿conoces a algún vampiro emparejado? ¡Porque yo  no!-soltó hastiado Chan Yeol, su segunda mano. 


 


-¿Has visto alguna vez dinosaurios? ¿Por qué  no los hayas visto quiere decir que no existieron?-respondió Min Seok tomando un poco de su zumo de manzana. 


 


Chan Yeol golpeó la mesa molesto sabiendo que había perdido la discusión. Bufó y se levantó de la mesa, no soportando estar frente a su mayor. ¡Era un iluso! ¿Cómo podía creer esa absurda leyenda de que había un humano perfecto para cada uno de ellos? No es que fueran demasiados, pero aun así, ¿qué probabilidades tenía de conocer a su humano perfecto? En caso de que existiera, claro. 


 


En su pequeño aquelarre no tenían a nadie emparejado, y la cosa no parecía que fuera a cambiar en un corto período de tiempo. 


 


Fue a uno de los salones de la gran mansión y se sentó a ver la televisión. 


 


-No me puedo creer que camines cuando puedes casi teletransportarte.-murmuró Min Seok, que ya estaba sentado en el sofá. 


 


Chan Yeol le gruñó y se sentó en el otro extremo del sofá, evitando totalmente al mayor. 


 


-Esta tarde viene un nuevo humano, tienes que recibirle.-ordenó Min Seok para después desaparecer una milésima de segundo y volviendo a aparecer con un bol lleno de patatas fritas de bolsa y una botella de zumo de manzana. 


 


♥ 


 


Cogió torpemente la mochila que había escondido debajo de su cama, en la que previamente había guardado todo lo necesario para poder sobrevivir un par de semanas, y abrió la ventana, listo para saltar a través de ella. Pisadas fuertes que iban en la dirección de su cuarto se empezaron a escuchar y, de un momento a otro, empezaron a aporrear la puerta. 


 


-¡Byun Baek Hyun, sal de ahí ahora mismo! ¡Llegarás tarde!- gritó el histérico hombre. 


 


Baek Hyun sonrió socarronamente, y tanto que iba a llegar tarde, como que no iba a llegar. Se puso la mochila al hombro y saltó a través de la ventana, dándole las gracias internamente a quien fuera que había plantado aquel gran y frondoso árbol. 


 


¿Qué porque huía? Sencillo. 


 


Acababa de cumplir su mayoría de edad coreana hace apenas una semana y su padre quería que dejara la universidad para trabajar de mayordomo en una mansión el resto de su vida, al igual que él. Pues iba a ser que no. No quería desperdiciar su vida en complacer la de otra persona. 


 


Cuando sus pies tocaron el suelo se aseguró de que nada se le hubiera caído y echó a correr. Había estado mirando dónde poder alojarse y la mejor opción había sido un albergue en un barrio universitario. 


 


Cuando llegó a los cubos de basura que estaban en la esquina de su calle frenó su paso y con todo el disimulo que pudo tener en ese momento se metió dentro del contenedor dedicado al papel y cartón. 


 


Segundos después escuchó los gritos de su padre y sus pisadas, abrió un poco la tapa y observó como insultaba a todo aquel que se atrevía a mirarle y volvía hacia su casa. Sonrió. Lo había conseguido. 


  


Sintió como toda la adrenalina que había estado almacenando en su interior por fin le dejaba libre. Suspiró y salió del cubo de basura sintiendo como todo el mundo le miraba. Algo avergonzado empezó a caminar hacia Daehakno.  


 


Daehakno era una barrio algo alejado del suyo, pero estaba dentro de Seúl y tenía muchas residencias y albergues para poder pasar algún tiempo para que pudiera estabilizarse. Cogió el autobús para llegar al metro y al llegar miró el tablón de anuncios buscando algo en lo que poder trabajar. 


 


No encontró nada en lo que encajara, salvo una pequeña agencia que buscaba modelos. Se apuntó el número de teléfono y la dirección para poder llamar y preguntar después. 


 


Al llegar el metro se subió y dejó que el veloz vehículo le llevara a su destino, teniendo que hacer varios transbordos en el proceso. 


 


Cuando llegó al barrio una sonrisa iluminó su rostro, ahora solo debía encontrar el sitio adecuado en el que pasar la noche. Vagabundeó por las calles horas hasta que por fin dio con un buen sitio y un buen precio. Le dio los 16.000 wons al dependiente y éste le dio la llave de su pequeña habitación. 


 


La habitación parecía un sello de lo pequeña que era, un cuarto de baño minúsculo y una habitación con una mini-nevera y un fuego portátil además de un armario. Abrió el armario y guardó la mochila, sacó el futón y se sentó en él. 


 


Estiró sus músculos y llamó a la agencia de modelaje. 


 


-Agencia Alumdaun, ¿en qué puedo ayudarle?-constestó la operadora. 


 


-Verá... Yo estaba interesado en el puesto de modelo que ofrecen...-dijo atropelladamente, odiaba hablar por teléfono con teleoperadoras. 


 


-Muy bien, todavía hay plazas disponibles, ¿puede darme sus datos de contacto para poder ponernos en contacto con usted para concretar la cita para la entrevista? 


 


Baek Hyun parpadeó complejo, ¿cómo alguien podía hablar tan deprisa? A penas había entendido nada. Con los nervios típicos le dio sus datos de contacto como el teléfono, dirección de correo electrónico y su nombre y apellidos. 


 


-Muy bien joven Byun, le llamaremos para concretar una cita. Tenga un buen día.

 


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