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When We Stand Together por Sly_D_Cooper

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Notas del fanfic:

Este escrito es un crossover de Undertale y Avatar The Last Airbender, es decir... La pareja (Frisk y Sans, Papyrus incluido), están en el AU de Avatar The Last Airbender (en este caso en el AU de Avatar The Legend Of Korra). La verdad estaba demasiado inspirada en esta idea y quise terminarla.

También decidí ponerle forma humana a Sans, la imagen estará también dentro del spoiler. Me gustaría recalcar que Frisk es un personaje agénero, es decir... No es chico ni chica ya que en el juego no se ha especificado su género, en este caso, en el fanfic, es obviamente un chico con 15 años de edad.

Estas son las canciones que han sido usadas en esta parte:

1. Nickelback - Lullaby.
2. Rayman M - Spellbound Forest OST.
3. Undertale - Snowy OST.
4. Undertale - Sans OST.
5. Undertale - NYEH HEH HEH OST.
6. Undertale - Snowy OST.
7. Undertale - Respite OST.

¿Cuántas veces no lo intentó? ¿Cuántas veces no trató de proteger a los que amaba? Muchas… Muchas fueron esas ocasiones y en todas fracasó. ¿Por qué? Fue lo que se preguntó desde siempre. Y la respuesta fue tan obvia como evidente: porque no fue más fuerte. Esa fue la razón que le llevó a abandonar su destruido pueblo, ya no le quedaba nada. Todo lo había perdido. Todo estaba ya de por sí borrado del mapa. Se lamentó, claro que se lamentó. Se culpó, cada día que pasaba, cada instante que era capaz de vivir. Esa chispa emocionante que daba la vida, dejó de tener sentido para él. Dejó de fluir en su corazón. No tenía derecho a pasárselo bien, no tenía derecho… A sentir.

Por eso quiso dejar de lado sus sentimientos. Quiso apartarse de las emociones. Pero como siempre… Falló. Lloró, quizá como nadie nunca lo habría hecho con quince años. Sus lágrimas podían tranquilamente considerarse como lágrimas de sangre. Siguió adelante, como pudo. Vagando por terrenos de distintos climas, usualmente extremos. Ya ni sabía a dónde iba, sólo buscaba eso… Un hogar. Un lugar seguro… En el que esos espíritus malignos que todo se lo quitaron, no pudieran alcanzarle. Sin embargo… ¿Le sirvió? No. Por supuesto que no. Esas entidades terminaron por encontrarle… Y acabaron por herirle seriamente.

Lo último que recordó, fue estar en el agua, sin ser capaz de moverse, flotando a la deriva por vete a saber cuánto tiempo… Sin estar seguro de si incluso respiraría, de si viviría. Lo dio por hecho… Se rindió. Total… ¿De qué le servía seguir en este mundo, sin tener un motivo por el cual luchar? Sin madre, sin padre, sin abuelos, sin… Sin familia, sin nada, sin hogar… No tenía un lugar al que volver, ninguno al que pertenecer. Odiaba sentir tal desesperación, odiaba llorar cada día, donde su único pensamiento era la devastación que había en su corazón… Y sin embargo, albergando motivos de sobra para volverse una mala persona… ¿Por qué?

¿Por qué tuvo que ser justamente lo contrario?

Aprendió, a la larga, a ser humilde y a compartir incluso si eso significaba no comer. Fue capaz de entregarle su única comida a un pobre animal incluso más necesitado que él. Fue capaz de renunciar a su propia seguridad, sólo por el bien de otros, sin esperar nada a cambio más que una sonrisa, y un simple “gracias”. No buscó hacer daño… Evolucionó por el buen camino, uno que escogió su propia alma… Ésta, le indicó por qué sendero debía seguir. Y eligió uno con el que pudiera alcanzar a las personas, ayudarlas y darles una fuerza de la que él carecía… O tal vez no. Quizá su determinación realmente existía, de lo contrario… No se explicaría cómo o por qué continuaba respirando, viviendo.

Se había vuelto alguien que se sacrificaba por los demás. A raíz de ello, fue capaz de conocer ese sentimiento de cuando alguien te agradecía por algo bueno que habías hecho, cuando otras personas parecían felices sólo porque estuvieras a su lado aunque fuera por poco tiempo. El simple hecho de los demás pensar y darse cuenta de que era de buen corazón… No tenía precio, para Frisk. Llegó a creer que… Que realmente su vida estaba para ser de ayuda, independientemente de lo que tuviera que hacer, lo importante era no hacer daño, era no permitir la injusticia.

Su propio ser, decidió convertirse en una buena persona y no caer en las garras del mal. El mismo mal que se lo quitó todo, que lo desterró a un mundo de miseria, de abandono, de un infierno llamado soledad. A pesar de eso… Sentir emociones le resultaba algo que le daba inseguridad, que continuaba impactándole. Dentro de sí mismo se hallaba un conflicto interno, una discordia entre la razón de su cabeza y la faceta sentimental de su corazón. Quizá por eso cometía tantísimos errores… Y quizá por eso, es que lograba ser más fuerte que antes, y lograr con lo que se había propuesto. No importaba en qué condiciones viviera o en las que se encontrara… Frisk siempre cumplía con aquello que decidía hacer o prometía.

¿Lo triste…? Es que hasta ahora nadie había sabido comprenderle… Ver su verdadera realidad… Aquello que le hacía sufrir cada día.

Eso era lo que pasaba por su mente… Recuerdos, palabras, pensamientos… Básicamente de todo. Hasta que logró abrir sus ojos. Se encontró en un sitio totalmente desconocido que sin embargo era acogedor, era cálido, tranquilo… Justo lo que necesitaba. No obstante… ¿Qué hacía aquí? ¿Cómo había llegado? Lo único de lo que podía acordarse era de terminar tirado en el agua, lleno de heridas, y sin ser capaz de moverse por haberse quedado demasiado débil para ello… Ahora, yacía tumbado en una cama, con un paño frío en la frente y notó que llevaba puesta una ropa desconocida.

- Ah, por fin te has despertado. – Escuchó una voz.

Era de una chica. Pudo ver que era de piel bastante morena, más que la suya. Un pelo castaño oscuro, recogido en tres coletas: una alta y dos en los laterales de su rostro… Le resultó un peinado peculiar. Lo que más llamó la atención de Frisk, fueron aquellos ojos celestes tan transparentes, tan limpios… No pudo apartar su mirada castaña de ellos. Vestía prendas azules, algún que otro abrigo, y usaba muñequeras… Al verlas, Frisk pudo ver que esa mujer parecía estar en buena forma física a juzgar por cómo los músculos de sus brazos se le marcaban en la piel.

- ¿Qué tal? ¿Cómo estás?

Ahora se había dado cuenta que le estuvo hablando. Yació tan pendiente de analizarle, que se le pasó por alto. Era una muchacha… Extraña. Le miraba con simpatía, con amabilidad y le fue raro.

- ¿Qué… Qué ha pasado…? – Logró preguntar por fin, sin responderle a su anfitriona. Intentó reincorporarse, pero esa chica no le dejó.
- Hey, hey, no deberías moverte, tan siquiera levantarte. – Le dijo, posando sus manos en los hombros del chico que tenía un aspecto ciertamente afeminado.

Cualquiera que lo viera, podría confundirse rápidamente con que era una chica. Pero nada más lejos de la realidad. Frisk, era un chico en toda regla.

- No entiendo… No entiendo nada… - Estaba aturdido. - ¿Dónde… Estoy?

- Te encuentras en Ciudad República, en casa de mi maestro Tenzin, dentro de la Isla de Aang. – Respondió su interlocutora, con una sonrisa. – Te vi tirado en medio del mar y decidí ir a por ti y ayudarte. Has pasado varias semanas en cama, mi maestro atendió tus heridas y creo que estás mejor.
- Esto es una locura… - Susurró.
- Bueno… ¡Es normal que te sientas confundido! – Ella parecía nerviosa. – Cualquiera lo estaría en tu lugar, créeme.
- ¿Quién… Eres tú?
- Me llamo Korra, gusto en conocerte. – Le ofreció su mano. - ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?
- ¿Korra…? – Repitió. – Qué nombre tan raro.
- ¡Oye! – Reprochó. – Tú lo eres incluso más que yo. – Dijo, mirando desconcertada al muchacho. - ¿No eres de por aquí, verdad? Nunca te he visto antes. ¿De dónde vienes? ¿Qué te pasó para que estuvieras tan herido? ¿Acaso tienes ene…?
- Korra, deberías saber que no es bueno atosigar a la gente. – Intervino otra persona.

Frisk vio que era un hombre bastante más mayor. Lucía como un sabio. Era calvo, y con un extraño tatuaje celeste en la cabeza con forma de flecha; sí, era muy raro. De ojos oscuros y piel muy clara. De atuendos que casi recordaban a los budistas, por no decir que eran de estilos idénticos. Parecía un hombre serio, y que conocía de sobras a la tal Korra, que pronto comenzó a replicarle… Cosa que a ese tipo no le sorprendió. Frisk se mantuvo en silencio, atento a la situación antes de estar a punto de empotrarse contra el suelo porque su cuerpo aún no se había restablecido.

Korra evitó que se hiciera daño. Notó que le tumbaron en la cama, y un paño sobre su frente. ¿Estaba enfermo? Bueno… ¿Qué le importaba? Puede que por fin la muerte viniera a él y dejara de sufrir de una vez. Aún así, Frisk pudo entreabrir los ojos sin demasiado esfuerzo. Vio a ese hombre, sentado cerca de él. Todo indicaba que iba a cuidarle. Korra parecía haberse ido.

- Mi nombre es Tenzin, soy el maestro de esa cabeza hueca que has conocido hace poco. – Señaló la puerta, haciendo referencia a la chica. – Discúlpala si te pareció algo brusca, no es la clase de persona que tenga un trato muy considerado. – Habló pero Frisk no dijo nada. – Me alivia ver que pareces estar mejor, es una buena señal. Pronto te recuperarás.
- Ella… Mencionó que me encontró. – Dijo por fin.
- Sí, es cierto. Korra te avistó en el agua y lleno de heridas bastante serias. Yo me dediqué a atendértelas como es debido. He notado que tienes cicatrices, ¿A qué se deben? – Al hacer esa pregunta, Tenzin vio que Frisk apartaba la vista. Fue evidentemente una manera de no querer responder a ello. – Entiendo. No te forzaré a que lo cuentes si no quieres. – Se mostró comprensivo. – Por cierto. – Quiso llamar su atención. – Me gustaría que te sintieras cómodo aquí, ninguno de nosotros somos tus enemigos. No planeamos hacerte ningún daño. Una vez que te recuperes, si deseas marcharte eres libre de hacerlo.

Frisk le miró, y vio en esos oscuros ojos una gran amabilidad. Le dio por pensar que tal vez este hombre realmente podría entenderle. Pero no se vio con las fuerzas suficientes para ponerse a hablar. Sus ojos se cerraron y una vez más, su cuerpo cedía al cansancio y al malestar. Se dejó cuidar por Tenzin, aunque Korra estuvo pendiente de él, más bien por mera curiosidad en saber quién era Frisk y por qué parecía lucir tan mal. No se le hacía agradable y aunque Tenzin ya le avisó que no agobiase a Frisk una vez volviera a despertar, fue demasiado obvio que Korra no le haría ningún caso.

Ella era demasiado desobediente y rebelde. No solía escuchar ni atender a nadie. Es lo que tenía ser una persona impulsiva. Y eso era lo que preocupaba a Tenzin… Korra era el Avatar, así que era razón suficiente para estar intranquilo con semejante muchacha que más que una mujer parecía un muchachito brabucón que no paraba de meter la pata y de buscarse problemas por aquí y por allí. Y le rezaba al cielo, con que Korra no fuera a molestar demasiado a Frisk.

El chiquitín, por llamarle de alguna manera al desconocer su nombre, no yacía en buenas condiciones todavía. No sería lo más sensato estresarle de manera innecesaria, o de alterarle. Había que cuidarle debidamente, hasta que se recuperase completamente. A Tenzin le resultaba demasiado obvio que el chiquillo, pudiera sentir inseguridad, o les rechazara y no quisiera hablar. Estaba en su derecho, a pesar de todo. No obstante… El hombre, tenía la corazonada que Frisk no era precisamente la clase de persona que sería capaz de hacer daño.

Su instinto, su sexto sentido… Le decía que Frisk, era en parte alguien muy especial que le hacía ser alguien muy singular.

Las semanas fueron pasando, para Korra resultaron un aburrimiento como ya era de esperar. Ella seguía con sus entrenamientos para dominar todos sus poderes. Pero en parte, insistía en estar un ratito para ver cómo mejoraba Frisk, a quien la fiebre le bajó. Eso los alivió a todos los residentes, ya que cuando Korra le trajo cuando le encontró, fue motivo importante para levantar la preocupación de los que aquí vivían. El misterio en este chico aún seguía en pie y con fuerza… Frisk no despertó en ningún momento, razón de más para que nadie pudiera tener información sobre él. Korra se moría de la curiosidad y para no variar… Atosigaba a Tenzin, su maestro, con cientos de preguntas que ni siquiera el hombre era capaz de responder.

Aguantar a Korra, según Tenzin, era un auténtico desafío.

Los días continuaron pasando. A Ciudad República le tocó el castigo de la tormenta. Los truenos y los rayos se sentían demasiado bien para el gusto de algunos, y la verdad… Hacía un poco de frío, y más por esta lluvia torrencial. Al estar todo un poco oscuro, la casa de Tenzin se iluminaba con las luces, sin embargo, Tenzin trataba de mantener la luz natural en la habitación que ocupaba Frisk. Tras eso, lo dejó solo pero no por mucho tiempo, pues Korra no tardó en entrar para quedarse con el chico, quien finalmente volvió a despertarse.

- ¡Anda! ¡Mira qué bien! – Exclamó Korra, contenta. – Buenos días bello durmiente. – Saludó, viendo que el castaño pasaba a mirarla. - ¿Qué tal? ¿Cómo te sientes?
- Tengo… Sueño. – Susurró.
- ¿Quieres algo de comer? Quizá eso te despertará un poco. – Ofreció. - ¡Hey venga! ¡Anima esa cara! – Le zarandeó un poco al tocarle la mano, por ver esa expresión ciertamente triste. - ¡Estás en buenas manos!
- Te… ¿Llamabas Korra? – Preguntó.
- ¡Sep! ¿Y tú? Aún no nos has dicho quién eres.
- No creo apropiado que os lo diga… - Desvió la mirada.
- ¿Qué? ¿Por qué no? – Korra insistió. - ¿Acaso tienes enemigos?
- …
- Si es así yo puedo ayudarte. – Al decir eso, Frisk la miró. – Me he enfrentado a muchos tipos malos, bueno… No siempre he ganado pero… Eh… ¡No me he rendido y al final les pude patear el culo!
- Jeje… Je… - Rió ligeramente, rascándose la nuca en un gesto tímido. Le había hecho gracia que ella dijera eso. – No quiero meterte en conflictos que no te corresponden.
- Vamos, ayudar es mi deber como Avatar.
- ¿Eh? – Se sorprendió Frisk. - ¿Tú… Eres el Avatar? – La vio asentir. – Ya veo…
- Esto… ¿Y bien? – Preguntó Korra. - ¿Vas a decirme quién eres?
- Es mejor que no lo sepas.
- ¡Aah, chico! ¡Eres un fastidio! ¿Qué tiene de malo?

Frisk sólo desvió la vista y eso hizo que Korra bufara, insatisfecha. No comprendía absolutamente nada así que, para no pagar su irritación con el muchacho, decidió retirarse, apartando en el proceso a un monje que caminaba tan tranquilo por el pasillo, ni siquiera le prestó atención a esto último. Frisk se quedó solo en su habitación… Una habitación temporal, ni siquiera estaba seguro de si permanecería en este lugar una vez se hubiese recuperado. Lo último que deseaba, era causar problemas innecesarios, ya que seguía temiendo que esos espíritus malignos le buscaran y le atacaran…

No importaba si Korra era el Avatar.

Tenzin, se dio cuenta de la actitud de la muchacha y supuso que algo debió de ocurrir. Así que decidió ir con ella, para ver si podía hacer alguna cosa para que dejara de estar enfadada, o a lo mejor, conociéndola… Sería otro de los tantos berrinches que pillaba por cualquier estupidez. Así era Korra… Una niña que seguía siendo pues eso… Una niña infantil. No es que no resultara tierno pero… Ella ya tenía una edad para saber comportarse. Aunque ahí era donde comenzaba el conflicto… Korra no se portaba como alguien con buenos modales, hasta que aprendía por las malas, como ya le pasó muchas veces.

- ¿Sucede algo, Korra? – Le preguntó el hombre una vez salió afuera y se fue a sentar junto a la chica, siendo ambos testigos del atardecer.
- ¡¿Qué demonios pasa con ese niño?! – Korra no tardó en abrir la boca. – Me intereso por su nombre, ¡Y sólo me da largas! ¡¿Qué diantres le ocurre?! ¡Ni que fuéramos a hacerle daño!
- ¿Se ha despertado y no te dijo cómo se llamaba?
- ¡Es lo que te estoy diciendo!
- Bueno… - Tenzin llevó su mano derecha al mentón de manera pensativa. – Tal vez tenga un motivo importante, ¿Sabes una cosa? Ese chiquitín se me hace familiar.
- ¿Eh? – Korra miró a su maestro, desconcertada. - ¿A qué te refieres? ¿Le conoces de algo?
- Es posible. – Y ahora se cruzó de brazos, al parecer, Tenzin trataba de recordar algo, ignorando las cosas que Korra le decía o le preguntaba. – Bueno, no importa.
- Espera… ¿Qué? – Entonces ella reaccionó. - ¡¿No me estabas escuchando?!
- ¿Ah, es que me decías algo? – Tenzin alzó las cejas. – Disculpa, me quedé en mis cosas. Lo lamento.
- ¡¡Maldita sea!! ¡Aquí todo el mundo me ignora! – Korra se levantó. - ¡Yo me largo a relajarme a otra parte!
- Korra. – Le llamó el hombre. - ¿Qué pensarías si te dijera que ese chico tiene relación con Aang?

Al hacer esa pregunta, la muchacha se detuvo automáticamente. Tardó unos instantes, pero se giró, mirando incrédula a su interlocutor que lucía tranquilo al contrario que ella. Se acercó a Tenzin, agachándose para encararse a él y observarle muy fijamente, intentando ver por sus propios medios, si le gastaba una broma o algo parecido. Pero la calma que expresaba el hombre, decía que no era ninguna jugarreta. Estaba hablando muy seriamente.

Arrugó el ceño, sin convencerse demasiado. Era difícil de creer.

- ¿Qué te hace pensar en eso? Yo creo que es imposible.
- Hay algo que nunca te he contado. Verás, cuando era joven, viajé con mi padre cerca del Polo Sur, en un pueblo bastante aislado. Allí Aang conocía a sus habitantes con los que compartía una buena amistad. Había una mujer a la que solía visitar a menudo porque su embarazo era complicado. – Explicaba Tenzin. – Así que Aang decidió estar presente a la hora del parto, con el fin de poder evitar lo que no pudo evitarse.
- ¿Quieres decir que…? – Vio asentir al adulto.
- Esa mujer falleció tras haber dado a luz. Aang entonces prometió que se haría cargo del recién nacido.
- Espera, ¿Y su familia?
- Su madre era la única que tenía ese bebé. Del resto no se sabía nada. Era un pueblo bastante atacado por espíritus errantes y malévolos que usualmente se cobraban vidas de inocentes, no sería de extrañar que les hubiera pasado algo a los demás. – Respondió. – Así que, ese bebé pasó a ser parte de mi familia. Nos quedamos en el pueblo, porque viajar con un recién nacido era un poco arriesgado. Y así lo hicimos. Al poco tiempo, mi padre falleció así que yo quedé a cargo del niño.
- ¿Era un niño? – Preguntó a lo que Tenzin volvió a afirmar con la cabeza. - ¿Y qué hiciste con él?
- Le cuidé y conforme fue creciendo, traté de enseñarle Aire Control, pero no terminaba de conseguirlo, de hecho, parecía dominar más Agua Control a pesar de lo pequeño que era. A sus cinco años me lo llevé con los Acólitos del Aire y allí me aseguré de que siguiera las enseñanzas de Aang. Eran tiempos pacíficos, pero no duraron mucho tiempo. Sin venir a cuento, esos mismos espíritus malignos causaron el caos, tuve que ocuparme esencialmente de que los monjes estuvieran en un sitio a salvo mientras el resto nos ocupábamos de combatirlos pero… - Cerró los ojos.
- ¿Pero? – Insistió Korra, impaciente.
- El niño desapareció, sin dejar rastro. Lo buscamos por todos lados pero nunca pudimos encontrarle. Creí desde entonces que tal vez, en un desesperado intento por huir y sobrevivir… Ese muchachito habría muerto de alguna manera y simplemente los espíritus se habrían ocupado de su cuerpo. Nunca dejé de culpabilizarme por ello, por no haber sido todo lo atento que debí ser. Era como un hermano pequeño y entendía lo que mis hermanos mayores sentían por mí, al ser yo el menor.
- Vaya… ¿Y no tuviste la esperanza de que hubiese sobrevivido? No sé, tal vez supo protegerse a sí mismo, no sé.
- Créeme que sí pero pasaron muchos años y nunca hubo señales de él.
- ¿Y qué relación tiene todo esto con ese chico? – Señaló hacia atrás para hacer referencia al aludido.
- Puede que ése niño que desapareció, sea él. Sólo necesito saber su nombre.
- ¿Su nombre? ¿Qué tiene de especial un nombre? Puede ser cualquiera.
- No, Korra. No. – Tenzin movió negativamente su cabeza. – Aang fue la primera persona que le dio la bienvenida a ese pequeño cuando vino a este mundo a pesar de que su madre falleciera en el parto. Y fue él mismo quien le puso un nombre.
- Entiendo. Sin embargo, no hay manera de que ese chico hable. No quiere abrir la boca para gran cosa y siempre te dice algo completamente ajeno al tema.
- Es normal, está aturdido y seguramente no se sentirá cómodo aquí, rodeado de desconocidos. – Tenzin se levantó. – Es cuestión de darle su tiempo. Dar tiempo y calma a aquél que lo necesita, siempre acaba con que la persona se abre por sí misma.
- ¿Sabes? No soy tan paciente como tú.
- Sí… Ese es el inconveniente.
- ¡Hey! ¡¿Qué estás queriendo decir?!
- Nada, nada. – Sonrió. – Se está haciendo tarde, ¿Qué tal si me ayudas a hacer la cena?
- ¿Flipas…? A mí se me quema hasta el agua.
- ¡Jajajaajaja! Algún día tendrás que aprender, Korra.
- ¿Por qué tengo que aprender yo? ¡Jo!

Y así comenzó a replicar, haciendo que Tenzin se riese. ¿Para qué negarlo? A veces las tonterías de Korra eran divertidas y hacían que las cosas pasaran de manera más ligeras… Que no pensaras tanto en lo malo. Dentro de sus defectos, esta chica tenía sus grandes virtudes… A cualquiera, podría costarle creer que ella realmente era el Avatar. Pero francamente y según el pensamiento de Tenzin… Korra, era un Avatar único, con eso tampoco quería decir que los demás no lo hubieran sido.

Pasaron unas pocas horas y al final, a Tenzin le tocó hacer la cena, dado que Korra para la cocina era bastante… Deplorable. Sin embargo y mientras se dedicaba a preparar la comida, tuvo una visita sorpresa bastante agradable. Frisk parecía haberse hartado de permanecer en el cuarto y salió, para echar un vistazo.

- Hola chiquitín. – Sonrió el hombre. - ¿Qué tal estás? Tienes buen aspecto. – Dijo aunque ya era evidente que no recibiría respuesta. La actitud del chico era un poco intrigante. - ¿Te apetece ayudarme? Seremos unos cuantos en la cena, por supuesto estás invitado a quedarte con nosotros.
- Ellos… ¿Se han ido? – Frisk pasó olímpicamente del tema. Al hablar, Tenzin dejó de hacer lo que estaba haciendo para mirarle sin terminar de comprenderle.
- ¿Quiénes? – Preguntó. - ¿Quiénes son ellos? ¿Acaso alguien te está molestando desde antes? – Le vio bajar la mirada. – Puedes confiar en mí, me gustaría ayudarte.
- Hace tiempo que unos espíritus malignos me persiguen allá donde voy y no dejan de atacarme… No importa a qué lugar vaya, siempre me han encontrado… Seguro que ahora tratarán de hallarme para lo mismo…
- Entiendo. – Tenzin suspiró y se acercó a Frisk, poniendo sus manos en sus hombros. – Soy consciente que últimamente y desde hace años, los ataques por espíritus errantes y malvados han comenzado. Comprendo que puedas tenerles miedo.
- No, a ellos no les tengo miedo. – Dijo. – Más bien… No quiero que nadie tenga problemas por mi culpa. Por eso… Creo que lo mejor es que me vaya de aquí o si no vosotros…
- Descuida, nosotros estamos acostumbrados a este tipo de cosas. Korra hasta hace poco ha intentado ayudar a esos espíritus a volverlos buenos y puros aunque… - Rió torpemente. – No lo ha logrado.
- Yo tampoco… He tratado de hacer lo mismo desde hace mucho… Y no obtuve resultados. – Sus palabras sorprendieron a Tenzin.
- ¿Acaso… Tienes algún tipo de Elemento Control en particular?
- Domino el Agua Control, bueno dominar… Lo básico… No he tenido a nadie con quien aprender cuando lo perdí todo…
“Este chico…” – pensó el adulto. - ¿Puedo preguntar por tu nombre?
- … - No respondió. – No lo creo… Muy seguro.
- ¿Por qué no?
- Es… Un nombre maldito. – Tragó saliva. – Se lo he oído decir a la gente… Mi nombre trae desgracias y… Y por eso es mejor que no lo diga.
- Eso sólo son calumnias, no deberías pensar en ello. Todos tenemos un nombre, y debemos sentirnos orgullosos de él. – Sus palabras hicieron que el chico alzara su rostro.

Frisk observó esa amable sonrisa en Tenzin y por alguna razón se le hizo… Familiar y muy conocida.

- No te obligaré a hacer algo que no quieras, pero creo que puedes entender que necesitamos saber quién eres para poder dirigirnos a ti de la manera adecuada, ¿No te…?
- Creo que te he visto antes. – Le interrumpió. – Siento que no es la primera vez que nos encontramos.
- Podría ser, ¿Por qué no? – Volvió a sonreír. – Oh cielos, se me está quemando la comida. – Actuó rápidamente, atendiendo su deber de cocinero bajo la atenta mirada del joven que permaneció en el lateral de la puerta.
- Yo… - Intentó decir pero sin terminar de atreverse. - … … … - Por lo que guardó silencio en los próximos minutos. – Me llamo… Frisk.

Al oírle, Tenzin se detuvo automáticamente. Abrió de par en par sus oscuros ojos, para fijarlos en los del chico a quien lentamente se acercó, agachándose un poco para quedar a su altura debido a lo bajito que era. Frisk con un poco de suerte llegaba al metro y medio, razón por la cual parecía un niño de nueve o diez años a pesar de tener quince. En comparación… Korra era mucho más alta. El castaño siguió sin decir nada, viendo a Tenzin un poco inseguro.

Pero Frisk se quedó impactado y estático cuando de repente… Recibió un abrazo. Era la primera vez que lo recibía, al menos hasta donde era capaz de recordar. Difícilmente se acordaba de algo de su niñez más que rostros borrosos y lugares amplios e iluminados rodeados de vegetación, y templos, sobretodo eso: templos, rodeado de monjes que le enseñaban distintas cosas que pasaron a formar parte de su vida de una manera inconsciente. Sin embargo, Frisk no correspondió al gesto de Tenzin.

Afortunadamente el hombre se separó de él pero, por su expresión, parecía realmente feliz. Sus ojos brillaban, por lo contento que lucía. Frisk, por lo contrario… Se había incluso asustado. No estaba para nada adaptado al contacto físico, durante mucho tiempo estuvo solo y nadie le tuvo en cuenta ni siquiera para preguntarle un: “¿Cómo estás?”.

- No puedo creerme que seas tú. – Habló Tenzin, empeorando la confusión de Frisk. - ¿De verdad no me reconoces? – Preguntó, señalándose. – Soy Tenzin, tu hermano mayor. – Dijo pero no hubo suerte. – Te criaste con los Acólitos del Aire, aprendiendo con los monjes en los templos mientras yo permanecía cuidándote todo el tiempo que podía.

Pero no hubo manera. Frisk parecía no poder recordar y eso, quisiera o no entristecía enormemente a Tenzin, sin embargo, su esperanza había vuelto. Al parecer, el pequeño Frisk logró sobrevivir todo este tiempo, el cómo era aún un misterio, pero ahora mismo estaba emocionado y eso se le notaba… Aunque, sólo conseguía espantar al joven, quien al parecer era bastante tímido o puede que fuera porque todavía seguía desconfiando o estando en alerta incluso sabiendo que no le harían ningún daño. Es posible que siguiera estresado.

Le cogió suavemente de las manos, con una sonrisa amplia y amable, muy alegre.

- Por fin has vuelto. – Dijo. – Llevaba mucho buscándote, ¿Sabes? Muchos, muchos años tratando de encontrarte y nunca pude lograrlo. ¿Qué te ocurrió? – Preguntó pero no tuvo respuesta. Frisk no parecía muy comunicativo. - ¿Puedes recordar algo?
- Recuerdo… Rostros borrosos pero familiares… Y también puedo acordarme de una voz de cuando era muy, muy pequeño… Es un recuerdo muy vago, pero sé que existe.
- ¿Una voz? ¿Cuál?
- No sé… Creo que suele darme una y otra vez la bienvenida a este mundo.
“¿Se estará refiriendo a…?” – pensó muy sorprendido. – Entiendo.
- Etto… - Señaló la cocina.
- ¡AAH! ¡La comida! – Reaccionó enseguida.

Para Frisk fue impresionante ver la torpeza de Tenzin y el escándalo que montaba porque la cena se le había quemado y encima las sartenes y los cazos o lo que fuera que usase estaban demasiado calientes y al tocarlos se quemó de valiente, quejándose ampliamente. El joven estuvo observándole con mucha sorpresa reflejada en su rostro… Tenzin no paraba de dar vueltas tratando de arreglar lo que había provocado pero… Más que solucionarlo, lo empeoraba.

Tal fue así que Korra incluso apareció, saludando a Frisk y preguntando qué ocurría. El castaño sólo señaló a Tenzin y Korra empezó a troncharse de risa. Frisk pensó que estos dos se habían vuelto locos o que realmente lo estaban. Afortunadamente intervinieron otros monjes que se ocuparon del asunto, así que Korra y Tenzin fueron al salón en compañía de Frisk, quien veía la quemadura que se había hecho el hombre. Para cuando Korra se ofreció a curarle, Frisk se adelantó y les sorprendió. No era normal que un chaval como él que apenas aprendía a dominar su elemento, fuera capaz de curar como todo un experto. Sí, es cierto. Atender una quemadura no era nada del otro mundo pero… Destacaba el simple hecho que un muchachito sin apenas haber desarrollado su poder, ya pudiera hacer algo así.

Tenzin entonces, aprovechó para explicarle a Korra quién era Frisk y que se quedaría con ellos. Frisk no dijo nada, pero tampoco pareció estar en desacuerdo. Él simplemente sentía que de verdad debía de permanecer aquí, su corazón así lo dictaba por el momento y le haría caso. Finalmente los monjes que convivían con ellos hicieron la cena y pudieron comer algo decente. Por supuesto, el tema de Frisk fue muy debatido pero todos llegaron a un rápido acuerdo. Ni Korra ni él terminaban de comprenderlo del todo. Frisk porque parecía tener lagunas en su memoria y Korra… Bueno… De Korra ya era algo típico no prestar atención.

Se quedaron hablando durante un rato antes de recoger. Aunque más bien fueron Korra y Tenzin los que conversaron más. Frisk se quedaba en silencio. Seguía un poco retraído y lucía atemorizado… Por si eso no fuera suficiente, Korra misma se ocupaba de espantarlo innecesariamente, siendo lógicamente regañada por Tenzin. Así pues, Korra decidió darse una vuelta por la ciudad, y a pesar de que Tenzin no quería que lo hiciese, no fue escuchado por la chica. Así que no tardó mucho en quedarse a solas con Frisk, a quien le ofreció salir fuera a tomar un poco el fresco.

Frisk dudó, unos instantes. Y terminó accediendo, sutilmente.

- Dime, Frisk. – Habló el hombre. - ¿Qué es lo que recuerdas de tu vida, exactamente?
- Aquella voz que te dije antes. Rostros borrosos pero que me son familiares… Y un lugar.
- ¿Un lugar?
- Rodeado de vegetación, de naturaleza… El viento solía soplar mucho y muy suavemente. Un sitio con templos, con monjes. Y también recuerdo que un hombre solía estar mucho tiempo conmigo… ¿Puede que ése eras tú? – Preguntó, mirando a Tenzin.
- Es lo más seguro. Dime, esos monjes… ¿Recuerdas qué elemento usaban?
- Aire Control. Yo intenté ponerlo en práctica pero el mío era Agua Control, así que bueno… Como no había ningún Maestro pues… Sólo me dedicaba a seguir las enseñanzas que me mostraban. A meditar, a leer… Esas cosas.
- Sí, comprendo. Cuando eras niño te costaba adaptarte porque no podías usar Aire Control. – Dijo Tenzin. – Y tampoco podíamos llevarte ante un Maestro de Agua Control, para tu edad era un poco peligroso viajar. Pero dime, ¿Qué hay de esa voz de la que me has hablado? ¿No sabes de quién es?
- No. No sé de quién se trata pero… Sé que es de un hombre adulto, que me conoce de algo, que sabe de mí y… Es posible que tenga algún vínculo conmigo. Es posible que… ¿Fuera aquél al que la gente llaman “padre”? Si no, no sé por qué me daría la bienvenida a este mundo. Es el primero que me dio una bienvenida… Es probable que yo sólo fuera un bebé de dos o tres años… Incluso el rostro de esa persona es el más borroso.
- ¿No te suena el nombre de… Aang?
- ¿Aang? – Repitió Frisk. – Es el… ¿Avatar?
- Sí.
- ¿Pero no era Korra?
- Ella es el actual Avatar. Aang es el anterior, es mi padre y… Puedo decir que tu padre adoptivo. Verás Frisk… Al nacer tú, tu madre falleció al darte a luz. Así que Aang decidió acogerte en el seno de la familia y darte un hogar. Fue él quien te puso ese nombre.
- ¡¿QUÉ?! – Se levantó automáticamente. - ¡¿Fue el Avatar Aang?! ¡¿Por qué me puso un nombre maldito?!
- Tu nombre no es…
- ¡¡Cada vez que intenté acercarme a la gente me rechazaban sólo porque los espíritus malignos aparecían y hacían un caos!! ¡Justo como cuando era pequeño! – Estallaba en rabia y en una mezcla de emociones que por años estuvo soportando. - ¡De pequeño me vi obligado a huir en un intento por sobrevivir pero no fue así! ¡Los espíritus me persiguieron y me alcanzaron y no pude hacer nada contra ellos! ¡Desde entonces ha sido así! ¡He tenido que irme de un sitio a otro para que no me hicieran daño y nunca lo lograba!
- Frisk, calmat…
- ¡¡Pedí por ayuda!! ¡Grité para que alguien me sacase de esa pesadilla! – Se adelantó. - ¡Pero…! ¡¡Pero…!! – Apretó las manos, así como sus párpados al cerrarlos. – Pero nadie vino… - Susurró, tapándose el rostro al ponerse a llorar. – Nadie vino… Yo… No era importante, no tenía un hogar, ni familia ni nada…
- Frisk, escúchame. – Tenzin puso sus manos en los hombros del chico. – Comprendo lo mucho que debiste de sufrir, créeme que te digo la verdad que me hubiera encantado encontrarte para que te quedaras conmigo y que estuvieras a salvo pero no hubo manera de localizarte.
- No me gusta mi nombre… La gente me culpó de atraer las desgracias, y yo no era capaz de entenderlo del todo… No entendí por qué esos espíritus venían a por mí…
- Es posible que con el tiempo lo comprendas. – Tenzin apartó las manos del joven, viendo su húmedo rostro por las lágrimas. – Pero tienes un nombre muy bonito, Aang lo escogió para ti con todo su cariño. Estuviste siendo cuidado por él durante tres años y francamente difícilmente se alejaba de ti salvo para atender asuntos realmente importantes.
- ¿Eh? – Frisk le miró mientras el hombre secaba el agua salada que bajaba por sus ojos. - ¿Yo… Fui cuidado por el Avatar Aang…?
- Puedo decir que eras la luz de sus ojos. Aunque no eras biológicamente parte del clan, te quiso como a uno más. Deseó que tuvieras aquello que él no tuvo: el amor de un padre y una madre, el calor de una familia. Aang siempre fue consciente de tu futuro seguramente, quizá se adelantó al hecho de que tú serías vulnerable, por eso cuando falleció te dejó a mi cargo pero… Fallé, porque desapareciste. Pude haber sido un hermano mucho mejor para ti, de haber estado más atento.
- No… No te culpes. – Dijo. – Yo… Bueno… No sé… - Bajó la vista. – Yo no hago responsable a nadie… A veces hay cosas que suceden y que no pueden evitarse. Supongo que ésa fue una de ellas…

Tenzin sonrió, amablemente mientras acarició las mejillas del muchacho. Y le volvió a abrazar, sorprendiéndole nuevamente. Es como si el destino se lo hubiera devuelto, después de años de búsqueda que fracasó de pleno. Menos mal que Frisk siguió con vida… Porque durante ese tiempo, Tenzin se sintió muy mal porque creyó que le había fallado al Avatar Aang, su padre. Tenzin sabía perfectamente que Frisk fue especial para Aang, éste se desvivió por él durante el poco tiempo que le quedó de vida, a tal grado que la mayoría del tiempo solía llevárselo consigo una vez cumplió el primer año. Recordaba que algunas veces, Katara le reprochaba su obsesión con el niño pero hasta ella sabía comprenderlo.

Lo que Aang deseó fue darle todo el amor que le fuera posible a Frisk, quizá por eso Frisk tenía un vago recuerdo de él, ya que nada más nacer, Aang fue el primero en darle la bienvenida al mundo, bendiciéndole con el nombre que escogió para su persona. Fue tierno de ver, ya que apreciar la faceta dulce de Aang siempre llegó a ser agradable. Es posible que ese vínculo, no se hubiera perdido, después de todo, ni siquiera con la propia muerte. Al menos, es la sensación que a Tenzin le daba. Ambos siguieron ahí, hablando de diversas cosas. Frisk le contó cosas de su vida, lo que hizo, o lo que vivió, incluso el por qué tenía tantas cicatrices en el cuerpo debido a sus enfrentamientos contra esos espíritus con el afán de purificarlos pero fallando de pleno.

Tenzin pensó que a Korra le pasó justamente lo mismo.

Frisk y Tenzin compartieron muchas cosas. Por fin, el muchacho parecía sentirse en familia y más cómodo, aunque el hombre seguía notándole inseguro y algo temeroso. Sin embargo, él pensaba que a lo mejor, un entrenamiento adecuado con Agua Control bajo la supervisión de un Maestro, es lo que ayudaría a Frisk. Pero algo inquietaba a Tenzin y eso no era otra cosa más que la capacidad del menor a la hora de curar. Korra no lo lograba ni por asomo y Frisk parecía tener una inmensa facilidad para ello, entonces Tenzin pensó que tal vez, su hermano menor, hubiera nacido precisamente con ese don… Con el don de la curación. De ser así… Sólo había una persona en el mundo capaz de asumir el importantísimo papel de enseñarle el Agua Control y a dominar su otra habilidad…

Katara, su madre.

Katara era conocida por ser una gran Maestra de Agua Control, además de ser una persona que ejercía excelentemente la medicina, a tal grado de poder curar cualquier cosa. Frisk estaría bien bajo su entrenamiento, él parecía ser un niño prodigio, después de todo y Tenzin yacía convencido de que no se equivocaba al pensar en ello. Así que, durante los días que fueron pasando, finalmente prepararon un viaje al Polo Sur donde vivía Katara y emprendieron el trayecto. Korra, por supuesto, fue con ellos aunque por esta vez tuvo que ir a lomos del bisonte volador de Tenzin. Frisk permaneció viendo el paisaje, comentándolo con Korra, con quien había establecido una buena amistad.

Aunque por supuesto, a Frisk todavía le costaba habituarse a la bruta faceta de Korra.

Cuando llegaron a su destino, se hallaron en un pueblo rodeado de nieve, nieve, nieve y… Más nieve. Pero parecía bien protegido, el transcurso de los años les había venido bien. Fueron recibidos con hospitalidad y Katara les dio la bienvenida. Tenzin le presentó a Frisk, dado que ya conocía a Korra de sobras. Nada más ver a Frisk, Katara esbozó una amplia sonrisa.

- ¿Este muchacho… Es Frisk? – Preguntó Katara, que destacaba con su largo cabello blanco por la vejez. Pero sus ojos celestes seguían siendo muy bonitos. Usaba abrigos gruesos para protegerse del frío.
- Así es. Finalmente apareció de nuevo. – Tenzin parecía contento al comentarlo. – La verdad me siento muy feliz, hice bien en no perder la esperanza y dar por sentado que había muerto.
- Y que lo digas. – Katara alzó las manos para acariciar las mejillas del chico. – Vaya… Cuánto has crecido, aún te recuerdo cuando eras un bebé y Aang no dejaba de mimarte.
- Entonces lo que me contaste era cierto… - Frisk miró a Tenzin.
- ¿De qué me serviría mentirte?
- Sí, este viejo no sabe mentir. – Habló Korra, señalándole.
- Y tú no sabes tener educación por tus mayores. – La regañó.
- Venid, aquí fuera hace frío y seguro que tendréis hambre y estaréis cansados. – Habló Katara, invitándoles a su casa. Esta vez, los hogares eran de madera, para tener más calor en su interior.

Entraron en el hogar, que era muy amplio. Frisk apreció cada detalle mientras Korra seguía siendo regañada por Tenzin en lo que Katara les miraba con una divertida sonrisa. Todos estaban en familia pero la anciana se centró en el más joven. Frisk observaba las paredes, cuadros con fotografías de distintos momentos… Y el rostro de Aang se le hizo conocido y supo reconocerlo, no entendiendo cómo, pero lo logró. Señaló la foto, viendo que Katara se le acercaba mientras dejaba que los otros dos siguieran a lo suyo con su peculiar discusión.

- ¿Este es el Avatar Aang? – Preguntó Frisk.
- En efecto. Es él. – Contestó la mujer. – Me sorprende que puedas acordarte. Tienes muy buena memoria.
- Es un vago recuerdo… Una voz diciéndome: “bienvenido al mundo, chiquitín”, un rostro sonriente…
- Cuando naciste, Aang no se separaba de ti en ningún momento, salvo cuando tenía que irse a otro lugar para atender otros asuntos pero siempre intentaba volver pronto para verte y seguir contigo. – Contaba Katara. – A pesar de ser un hombre, parecía toda una mamá amorosa, no había maneras de que salieras de sus brazos.
- ¿Por qué? – Preguntó, causando el desconcierto de su anfitriona. - ¿Por qué fue tan… Cercano a mí? Yo… No era nada suyo, aún así… ¿Por qué lo hizo?
- Aang quería protegerte y la manera de hacerlo fue dándote el calor de una familia, porque a pesar de que no tenías la tuya, Aang no deseaba que sintieras ese vacío en tu corazón. Por eso te convirtió en uno más de nosotros. Él te adoraba, solía quedarse dormido contigo en cualquier lado, pero siempre velando por tu bienestar. Fue un padre realmente cariñoso con todos sus hijos y tú no fuiste menos.
- ¿Es verdad que él… Escogió mi nombre?
- Sí, es totalmente cierto. Cuando tu madre te dio a luz, falleció pocos minutos después. Fue bastante lamentable y muy triste… No sabíamos nada de tu padre y no parecías tener hermanos, ni ningún otro miembro de tu familia. Eso seguramente influenció en Aang, haciéndole pensar en cómo sería tu vida sin alguien que te cuidara, sin el amor que ibas a necesitar. Por eso él te dio la bienvenida a este mundo y te brindó un nombre. Supe que si Aang se comportaba así debía de ser porque tú, eres especial.
- ¿Soy especial? ¿En qué? – Arqueó las cejas. – No hago más que traer desgracias… - Bajó la cabeza.
- ¿Por qué dices eso?
- Cuando mi pueblo fue atacado por los espíritus malignos… Me vi obligado a huir… No sabía qué hacer o a dónde ir, así que simplemente hice lo primero que se me vino a la cabeza y me perdí. Esos espíritus me encontraron y me hicieron daño, fue así durante años y años… No había manera de que me librara de ellos, volvían a aparecer y hacían daño a todos aquellos que estuvieran cerca… Por eso las personas rumoreaban que atraía las calamidades e incluso que mi nombre estaba maldito. Así que intenté olvidar…
- Comprendo. – Katara esbozó una comprensiva sonrisa, acariciando su espalda. – Has tenido una vida difícil, ¿No es así, pequeño? Dime, ¿Qué edad tienes ahora?
- Quince.
- ¿Oooh? ¿De verdad? Espero que no me estés engañando. – Decía, bromeando. Y rió, porque Frisk infló las mejillas a modo de reproche infantil. – Jajajaja, es que aparentas menos… Eres tan bajito… Resultas adorable.
- No bueno… - Desvió la mirada, sonrojándose.

Katara volvió a reírse. Entonces, intervino en la conversación de Tenzin y Korra mientras dejaba que Frisk siguiera mirando las imágenes, a lo mejor eso le ayudaba a recordar aquello que probablemente hubiera olvidado. El ambiente se tornó animado y cálido. Sin embargo, Frisk fue el primero en irse a descansar en una de las habitaciones. Tenzin y Katara estuvieron hablando de él y eso molestó a Korra, por sentirse como ignorada o apartada, así que a ella le contaron sobre el muchacho y su relación con Aang, su vida anterior como Avatar. No es que para Korra fuera lo más interesante del mundo pero… No tenía nada mejor que hacer aunque se aburrió de tal manera que decidió ir a un cuarto también a dormir un poco y recuperar fuerzas.

En unas horas, Frisk se despertó. No vio a nadie en el salón, miró en la cocina y tampoco. No sintió la presencia de Katara. Tampoco la de Tenzin. Supuso que habrían salido. Así que bueno… Se tomó la libertad de ir afuera y explorar el pueblo por su propia cuenta. No le daba miedo perderse, francamente. Iba por aquí y por allá… Era un lugar algo grande, es posible que el número de sus habitantes hubiera crecido un poco con el paso de los años. Para cuando quiso darse cuenta, se había perdido al alejarse demasiado de la civilización y estaba dando vueltas como una perdiz, sin encontrar el punto de retorno.

Decidió sentarse, esperando que… Que tal vez pudieran buscarle y encontrarle. Pero se cansó y tomó nuevos caminos en los cuales volver al pueblo… Por el momento no tuvo éxito. Sin embargo… Se sentía observado por algo… O alguien. Eso lo puso en alerta y en parte le entró cierto temor… ¿Serían aquellos espíritus malignos que le acecharían? Sí, era lo más probable. Cada paso que daba, Frisk podía oír otros por su retaguardia. Se estaba poniendo tan nervioso que al final… Se dio de bruces contra la nieve, pero igual, el golpe no fue agradable. Se reincorporó, quitándosela de encima la ropa y su rostro y levantarse.

Justo en ese momento, alguien se detuvo detrás de él.

- Humano. – Escuchó. Era una voz ciertamente suave. - ¿Acaso no sabes cómo saludar a un colega? – Preguntó aunque fue evidente que no esperó a una respuesta. – Gírate y dame la mano.

Sonaba tan serio que Frisk, dudó en hacerle caso. Pero supuso que no le quedaba de otra. Así que le hizo caso, sorprendiéndose de ver a un esqueleto… Espera, ¿Qué…? Eso fue lo que se preguntó automáticamente. ¡Era un esqueleto! ¿Cómo era eso posible? Le vio extender la mano izquierda, esperándole. Así que… Frisk se la estrechó y se sobresaltó cuando escuchó un sonido casi igual a tirarse un pedo. Fue realmente bochornoso.

- Hehehehe, el truco del cojín pedorro en la mano. – Dijo, con una sonrisa. – Siempre tiene gracia, ¿No lo crees?
- … - Frisk se quedó demasiado boquiabierto como para soltar palabra.
- En fin, ¿Eres un humano, verdad? – Preguntó lo evidente. – Hehehe, ¡Me parto! – Frisk ya pensaba que este tipo más raro no podía ser. – Soy Sans. Sans el esqueleto.

¿Enserio…? Eso fue lo que Frisk se cuestionó mentalmente con ironía. Este sujeto tenía un sentido del humor… Extraño.

- Se supone que debo de estar al tanto por si vienen espíritus malvados, pero… ¿Sabes qué? La verdad es que no me apetece nada ocuparme del asunto. Ya hay otras personas que se dedican a esa misma tarea así que… ¿Para qué hacerlo yo? – Se encogió de hombros, desviando la vista a otra parte durante unos instantes antes de posarla sobre Frisk nuevamente. – Es un trabajo arduo, mis huesos ya no están para eso.
- ¡Pfjajaja! – No pudo evitar reírse, si eso era un chiste malo, realmente le pareció gracioso.
- Ahora bien, mi hermano Papyrus es un fanático de la caza de espíritus. Sí, sí. Tal y como lo oyes. Nunca ha visto uno, lo cual es irónico pero en fin, cada uno a lo suyo, ¿No, chaval? – Seguía sonriendo. – Oye, de hecho, creo que ése de ahí es él. – Dijo, haciendo que Frisk se girase. – Tengo una idea. Ven, sígueme. – Comenzó a caminar.

Frisk sintió curiosidad, así que le siguió. No fueron demasiado lejos, más que cerca de una especie de barrera de madera un tanto extraña. Sans le miró, aunque Frisk no sabía qué era lo que pensaba este tipo raro.

- Pasa por ese chisme con forma de verja. Sí, tú pasa. Mi ‘manucho hizo las barras demasiado anchas. – Dijo, y ambos pasaron por la “verja”. – Rápido, detrás de ese montón de nieve de forma conveniente.

Frisk volvió a girarse y se rió ligeramente. Hizo caso al esqueleto, y se escondió. No entendía por qué, quizá era para escuchar la conversación o algo… O puede que el tal Papyrus pensase que era un espíritu malvado y fuera a confundirse. En fin… Había miles de opciones… Vio, desde detrás de la nieve, que otro esqueleto, más alto en proporción, se acercaba al tal Sans. Supuso que era Papyrus.

- ¿Qué pasha ‘manucho? – Habló Sans, como si nada. Tan fresco como una lechuga.
- ¡Tú sabes qué “pasha”, hermano! – Le respondió. Su voz era más aguda y sonaba a chiste precisamente, como la típica que ponían los comediantes, daba mucha gracia oírle. Frisk tenía que aguantarse la risa, sólo por escucharle. - ¡Han transcurrido ocho días y todavía no has preparado TUS TRAMPAS! ¡Sólo merodeas fuera de tu puesto! ¡¿Qué haces siquiera?!
- Observo este montón de nieve. – No se molestó en sacar las manos de los bolsillos de su chaqueta azul para señalarlo. – Es muy chulo. ¿Quieres verlo?
- ¡¡NO!! ¡¡NO TENGO TIEMPO PARA ESO!! – Papyrus comenzó a patalear en el suelo. - ¡¿Y si un espíritu pasa por aquí?! ¡¡Quiero estar preparado!! ¡Seré quien lo haga! ¡Debo ser quien lo haga! ¡Capturaré un espíritu! – Decía, parecía estar muy decidido. – Entonces, ¡Yo! ¡El gran Papyrus…! – Llevó su mano derecha al pecho, con aires de grandeza. Incluso sopló una brisa que meció su pequeña bufanda roja que intentaba hacer una imitación a una capa. - ¡Conseguiré toooooodo lo que me merezco por completo! – Decía. - ¡Respeto! ¡Reconocimiento…! ¡Por fin podré unirme a la Guardia Real! ¡La gente me pedirá que sea…! ¡¡SU AMIGO!! – Exclamó al final. Frisk estaba que debía de aguantarse la risa pero, ¿Cómo? Este tío era demasiado… - ¡Me bañaré en una ducha de besos cada mañana!
- Hmm… A lo mejor este montón de nieve te ayuda. – Dijo Sans de manera juguetona.
- ¡¡SANS!! ¡¡NO ESTÁS AYUDANDO!! ¡¡PEDAZO DE VAGO!! – Una vez más, Papyrus volvía a patalear el pobre suelo que no tenía la culpa de nada. - ¡¡Todo lo que haces es sentarte y haraganear!! ¡¡Cada día te vuelves más y más perezoso!!
- Oye, relájate. Hoy he hecho una tonelada de trabajo. – Contestó, sin perder la calma, como si la cosa no fuera con él, tan pancho. - ¿O ‘acalcio’ lo dudas? – Guiñó un ojo.

Frisk tuvo que taparse la boca para reprimir el ataque de risa que le estaba dando. No sabía quién era peor de los dos… Si el tal Papyrus y su gran determinación… O el tal Sans y sus chistes malos… Eran tal para cual, de eso no le cabía duda.

- ¡¡SANS!!
- Venga, estás sonriendo. – Decía todo divertido.
- ¡¡Lo sé!! ¡Y lo odio! – Dijo. – Ay… - Suspiró. - ¿Por qué alguien tan grandioso como yo, tiene que hacer tanto por un poco de reconocimiento?
- Uauh, parece que te esfuerzas mucho… - Sans hizo una breve pausa, desviando brevemente la vista. – Hasta la médula.
- ¡¡¡AGH!!! – Hizo Papyrus a modo de reproche. - ¡¡Iré a atender mis trampas!! ¡En cuanto a tu trabajo…! Dóblate un poco más… ¡¡El “espinazo”!! ¡¡NYHEHEHEHEHEHE!! – Rió, empezando a marcharse pero se detuvo y regresó. - ¡¡JEEH!! – Sep, y finalmente se fue.

Sans esperó a que Papyrus terminara de irse y una vez confirmó que lo había perdido de vista, miró el montón de nieve, igual de tranquilo desde que apareció frente a Frisk.

- Vale, ya puedes salir. – Dijo así que el chico se mostró, acercándose a él.
- ¿Qué demonios…? – Quiso preguntar.
- Deberías irte. Podría volver. Y si lo hace… – Sans se adelantó. – … - Hizo una pequeña pausa. – Tendrás que aguantar más de mis hilarantes chistes. – Guiñó un ojo.
- Oh bueno, si tú lo dices… - Frisk decidió pues hacerle caso, total, no le quedaba de otra. Así que optó por irse pero la voz de Sans le detuvo:
- De hecho, oye… - Le llamó. – Odio molestarte, pero… ¿Me harías un favor? Estaba pensando… Últimamente mi ‘manucho ha estado algo depre… Nunca ha visto un espíritu y verte, le haría pensar que a lo mejor eres uno así que tal vez le alegre el día.
- ¿Eh? Pero eso es…
- No te preocupes. No es peligroso. Incluso si intenta serlo. – Sans le interrumpió.
- Bueno… Está bien… - Accedió Frisk.
- Mil gracias, estaré delante. – Y se fue por la dirección opuesta, algo que para el muchacho… No tuvo sentido.

Lo que acababa de pasar había sido realmente… Muy, muy raro. ¿Cómo era posible que dos esqueletos pudieran…? No, no, vamos a ver… No tenía demasiado sentido. Por eso Frisk se golpeó las mejillas con las palmas de sus manos, creyendo que volvía a soñar despierto. Pero no… Todo indicaba que no, ¡Qué demonios! ¡Incluso le había estrechado la mano a ese tal Sans! No acababa de entenderlo pero… Ninguno de los dos le había parecido peligroso. Bueno, es cierto que Sans… Un poco sospechoso e intrigante sí era… ¿Quién iría por ahí, con zapatillas de estar por casa? Y más con un frío de estas magnitudes…

Sin embargo, su problema persistía… Seguía sin saber cómo regresar y cada vez parecía hacer mal tiempo. Miró el cielo cubierto de nubes oscuras que amenazaban con estallar en cualquier momento. Se avecinaba una ventisca, seguramente. ¿Cuándo fue la última vez que apreció una? Ya ni se acordaba. A Frisk no le quedó más remedio que permanecer sentado al lado de esa verja que según Sans, su hermano Papyrus había hecho, aunque no de manera precisa. Seguro que ellos dos… A lo mejor eran espíritus también, pero que no eran malos… Si no, no se explicaba la razón por la que fueran esqueletos y… Y estuvieran vivos. La verdad era muy intrigante, pero a lo mejor Katara los conocía y sabía algo… Quién sabe. Además, si recordaba bien… Tanto Sans como Papyrus habían mencionado algo así de “estar atentos” por la presencia de espíritus. Tal vez ellos fueran los guardianes del pueblo, a fin de cuentas.

Fueron pasando las horas y empezó a nevar. Mal asunto, sin duda. Frisk se abrazó a sí mismo, intentando mantener el calor. Tendría que haber salido más abrigado… Un simple jersey azul de líneas magentas no era suficiente para estas temperaturas… Estaba expuesto a éstas. Y lo peor es que no sabía el camino de vuelta… Por eso sólo le quedaba esperar, a ver si alguien le encontraba. No supo cómo pero se quedó dormido. Su mente desconectó por completo de la realidad, ni siquiera se enteró que acabó tumbado sobre la nieve, siendo víctima del gélido ambiente.

Al principio todo era oscuro… Él estaba de pie, en medio de este panorama. Mirase a donde mirase… Frisk sólo veía oscuridad. Y no le gustaba, comenzó a sentirse inseguro. Era como cuando encontraba cuevas y se cobijaba en ellas, con el fin de huir de esos espíritus malignos… O algo parecido a eso.

- Hola. – Escuchó de repente una voz desde su retaguardia. Era diferente… No era la de Sans y menos la del tal Papyrus. – Ha pasado mucho tiempo, ¿No es así… Frisk?

Al oír su nombre, su instinto automáticamente le creó una imagen en su mente… La silueta de alguien que conocía bien… Era la misma persona que le dio la bienvenida al mundo, que le brindó su nombre, y que además, cuidó de su persona durante sus primeros tres años… Alzó poco a poco su cabeza, y fue girándose lentamente. Frente a sus ojos castaños, se encontró a un hombre adulto, de piel clara, calvo pero con una flecha azul tatuada en su cabeza, y en el dorso de sus manos que se ocultaban debajo de su vestimenta casi igual a la budista. Sin embargo… Su rostro, sus ojos celestes… Fue lo que de verdad le causó una impresión enorme en su pecho…

Frisk le conocía. Algo dentro de él le decía que realmente tenía conexión con este sujeto.

- Parece mentira lo mucho que has crecido. – Le habló. – Todavía recuerdo cuando te vi venir a este mundo, es como si hubiera sido ayer. Te has hecho más mayor, ¿Eh? – Sonrió.
- ¿Tú… Eres…? – Frisk tragó saliva. Fue desviando la mirada de un lado a otro. – Maldición… ¿Yo, por qué…? – Quería entender por qué se había puesto a llorar. – No comprendo… Nada…
- No tienes por qué comprenderlo, al menos no ahora. – Se acercó al muchacho para agacharse y ponerle la mano sobre la cabeza, acariciándosela con un cariño notable. – Por lo que veo, has regresado junto a Tenzin, ¿No es así?
- Hm. – Asintió. – Pude… Recordarle. Sin embargo, a ti… - Frisk miró a su interlocutor. – Aunque tengo pequeñas lagunas… No te he olvidado.
- Eso me hace feliz. – Esbozó otra sonrisa, más amplia. – Soy consciente de lo mucho que has tenido que sufrir, me hubiera gustado estar ahí para evitártelo.
- Yo… No… Bueno… No culpo a nadie… Fue por mi irresponsabilidad el salir huyendo aquél día… Tendría que haberme quedado cerca de alguien o de Tenzin, no sé…
- Eras un niño, no tenías forma de saber qué hacer en esos momentos. Cualquiera habría hecho lo mismo en tu lugar, no te martirices por eso.
- Tú eres… El Avatar Aang, ¿No es así…? – Preguntó Frisk, viendo asentir al mayor. – Desde siempre yo… He estado recordando tu voz.
- Entre nosotros se creó un vínculo especial, Frisk. Por eso no me olvidaste. Además, una parte de mí está en ti, y eso también influenció. – Al decir eso, el joven llevó sus manos a su pecho. – Pero no te preocupes, Frisk. – Aang acarició las mejillas del muchacho. – Todo va a salir bien, tú no te rindas nunca, ¿De acuerdo? Si alguna vez necesitas ayuda, tienes a aquellos que están a tu lado que te apoyarán.
- ¿Incluso tú?
- Incluso yo. Yo más que nadie permaneceré contigo.

Frisk esbozó una suave sonrisa, y eso le gustó al mayor. A pesar de que parecía ser un sueño, eran capaces de tocarse como si fuera real. Aunque Frisk dudó, extendió sus brazos hacia el hombre que aceptó su abrazo, y dejó que el chico estuviera así durante todo el rato que quisiera. Todavía le recordaba de cuando era un bebé, a pesar de que su madre biológica había fallecido en el parto, le hizo formar parte de su propia familia para que no estuviera desprotegido ni desatendido. Aang, decidió convertirse en su padre, ya que fue él mismo quien le brindó ese nombre.

- Frisk. – Llamó Aang, haciendo que el aludido se separase un poco de él para mirarle. – Es probable que no lo recuerdes porque eras muy, muy pequeño pero… Quiero que sepas lo mucho que te quiero. – Volvía a acariciar sus mejillas. – Y la familia también. Todos te queremos. Por eso, no pienses que estás solo. Nosotros, seguimos a tu lado pase lo que pase.
- Yo… - Bajó la vista. Quería decir que también los quería a todos pero… Era algo que no se atrevía porque después de todo, él no tenía derecho a sentir, ¿No?

Dejó que Aang se acercase para depositar un beso en su frente, uno que Frisk aceptó. Esbozó una pequeña y tímida sonrisa. Francamente el contacto le gustaba, le era familiar… Como si Aang ya lo hubiera hecho desde hacía mucho tiempo. Su presencia era agradable, le hacía entrar en una inmensa calma, algo que necesitaba… Ya que cuando escapó de su pueblo por el ataque de los espíritus… Siguió siendo perseguido por éstos y nunca tuvo un momento para respirar tranquilo, por miedo a que volvieran y le hicieran daño.

- Aang.
- Dime.
- ¿De verdad que estarás conmigo, siempre?
- Por supuesto que sí. Te lo prometo. – Sonrió comprensivamente, observándole. – Y no sólo yo. Katara, Korra, Tenzin… Todos ellos también te apoyarán. Puedes confiar en ellos, jamás te traicionarán. – Hizo que Frisk juntara su frente con la suya propia. – Pero yo permaneceré a tu lado en todo momento, no te preocupes. No vas a estar solo.

Eso fue lo último que le escuchó decir, antes de que su mente regresara al mundo real y abriera los ojos. Se encontró frente a una chimenea, rodeado por una gruesa manta de lana, y sentado en una silla. Pestañeó un poco, al verlo todo borroso. Entonces, vio que en el suelo, Korra estaba tumbada. Frisk en ese momento se preguntó si la chica habría estado cuidando de él. Se quedó quieto y en silencio, tratando de entender qué hacía aquí. Se supone que se perdió en medio de ninguna parte… ¿Cómo había llegado?

- ¿Ya has despertado? – Escuchó una voz muy tranquila. Al girar su rostro, vio a Tenzin. – Menos mal, estábamos muy preocupados por ti.
- ¿Ten… Zin? – Frisk alcanzó a hablar. - ¿Qué…? ¿Qué hago aquí?
- Te encontraron unos hombres que viven aquí en el pueblo, y te trajeron. Temblabas por haber estado expuesto frío, así que entre todos estuvimos vigilando para ver cómo te ibas sintiendo. – Explicó. – Korra se empeñó en no alejarse de ti así que la dejamos hacer.
- Así que ella…
- Sí. – Asintió. - ¿Tienes hambre? Katara hizo algo de comer antes, puedo traerte aunque sea un…
- He hablado con Aang. – Frisk le interrumpió, causando la sorpresa de Tenzin, quien se acercó al joven. – Tenías razón… Fue él quien me dio la bienvenida a este mundo.
“¿Será esa la razón por la cual su rostro se mantuvo tan calmado?” – pensó el hombre. - ¿De verdad hablaste con él? – Preguntó, viendo asentir al muchacho. - ¿Qué te dijo?
- Me dijo que… Me quería, y que todos vosotros también… Que por eso no debía sentirme solo porque ya no lo estaba. – Dijo y se levantó. - ¡Tenzin! – Le llamó, apretando las manos. - ¡Yo…! ¡Quiero ser más fuerte! ¡Quiero poder ser más fuerte para proteger a cualquier persona! ¡Por eso…! ¡Yo…! ¡Quiero entrenarme!

Tenzin se acercó, y le sonrió, para acariciarle la mejilla. Frisk lucía como un cachorrito, ante sus ojos. El chiquillo parecía un niño por lo bajito que era… Y al mismo tiempo, uno sería capaz de confundirlo con una niña, por su aspecto. A pesar de eso, era adorable. Resultaba adorable. Quizá por eso… O tal vez por esa extraña calma que desprendía era por lo que la gente no tenía problemas para estar a su lado, independientemente de aquella que le juzgó sólo porque aquellos espíritus malignos estuvieron atacándole y persiguiéndole desde pequeño.

Notas finales:

Espero que también leáis la 2ª parte, ¡No os defraudará!


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