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Amor Yaoi
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Apariencia confusa por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Holi~

Krat viene con otro experimento ^^

Esto es un yaoi. Ustedes solo disfrúten XD

Notas del capitulo:

Holi~

A pesar de lo que parezca esto es un yaoi. Lo entenderán si siguen leyendo

Esto es un proyecto pequeño que hago en wattpad, así que también allí se publica jajaj

Disfruten, nos vemos en las notas finales

 

 

 

Muchos escogían como profesión algo especializado en tareas de oficina, otros con especialidades de campo, algunos más arriesgados incluían idiomas, contadas personas elegían viajes fuera del país. Y pocos, muy pocos, tenían la vocación para arriesgar su propia comodidad y hasta su salud por su pasión. En este grupo estaba cierto alto ruso, su cabello platinado considerablemente largo estaba atado en una coleta alta, las hebras se movían a cada paso que daba. La sonrisa triunfal iluminaba su rostro mientras iba a la siguiente entrevista para un proyecto especial. Algo sin duda fascinante pero a la vez complejo, duro y hasta cierto punto un poco extremista. Pero era como un premio para él y por eso caminaba por allí… porque era un sueño que estaba a punto de cumplir

 

 

-¡vamos, vamos! Nos vamos a atrasar

-¿por qué demonios me arrastras allí? – un jovencito rubio, con algunas características asemejadas al otro hombre, refunfuñaba como si no hubiera mañana. De cabellos rubios, largos con el mismo peinado del mayor, cambiando tan solo el lado del mechón que cubría uno de sus ojos azul-verdosos

-¡Yuri, vamos! sabes que también te interesa – sus ojos azules brillaban como estrellas, mientras aun sujetando la muñeca del ajeno, se apresuraba. Iba casi corriendo, al lugar de la dichosa entrevista

-Viktor… ¡que parte de que no quiero ir no entiendes!

-tal vez podamos ver algunos animales salvajes, serpientes, gorilas… tigres, panteras, leopardos – decía con emoción y sabía que con la última palabra habría captado al menos un poco de la atención del rubio

-estás loco – frunció su ceño pero no luchó por soltarse

-¡anímate!

-si no hay tigres o leopardos… te patearé, te dejaré inconsciente en medio de ese recóndito lugar y te abandonaré a tu suerte – dijo con la voz más seria que tenía… pero el otro solo rió bajito

-¡será divertido! – y era por eso corría entre las calles llenas de gente acostumbrada a la facilidad de la ciudad

 

 

Viajar a un lugar recóndito, donde tal vez la comida y el agua no fueran saludables para su cuerpo, donde tal vez los alimentos no fueran lavados apropiadamente o que los mosquitos pudieran pasarte innumerables enfermedades. Un sitio sin luz eléctrica, sin computadoras, sin teléfonos o autos lujosos, era el terror para cualquiera, pero para ese ruso y respectivo acompañante era descubrir un sinfín de oportunidades. Eran cineastas, esa era su profesión original, la misma que cumplían con empeño y dedicación. Les gustaba su trabajo, eran buenos en ello, participaron en tantos proyectos que a veces se confundían en los títulos de las producciones. Su mayor logro fue la recopilación de las presentaciones, rutinas y prácticas de patinadores artísticos sobre hielo, belleza plasmada desde diferentes ángulos y que mostraban la esencia del deporte. Hicieron una hermosa película con más de tres meses de grabación pero ahora cuando Viktor vio aquel anuncio en internet simplemente olvidó todo y se trazó un sendero chueco.

Escuchó acerca de ese proyecto por un amigo y al final contactó con los patrocinadores, no dudó en agarrar a su compañero Yuri Plisetsky y correr con carpeta en mano… ¿por qué con ese rubio? Porque ese jovencito, aunque apenas se diferenciaban por dos años, siendo Viktor el mayor de ellos con veintisiete primaveras cumplidas, debía salir a disfrutar del mundo para ver si así perdía todo ese mal humor

Eran pocos en ese lugar, pequeño como una oficina cualquiera en donde ibas a hacer el papeleo de algún problema legal. Destacaban los dos pelilargos que tan solo con entrar demostraron ser los más altos del grupo, el uno emocionado como un niño, el otro resignado porque iría a un lugar sin redes sociales, pero que tal vez le diera oportunidad de ver a esos felinos salvajes que tanto le llamaban la atención. Como sea ya no podía echarse atrás cuando estaban presentándose y poco después reunidos con los patrocinadores para ser informados del lugar, los objetivos, los requerimientos y no sé qué cosas sobre “el mejor proyecto de esa organización”.

Preparación física, tecnológica, algunas vacunas para soportar las enfermedades más graves, pasaportes, permisos y al final su único contacto con una comunidad recóndita en la selva. El objetivo era un valle tan lejano que para llegar debían pasar un sinfín de verde selva casi infinita y que sin un buen guía, solo los llevaría a su propia muerte. Un lugar recóndito en el último lugar de la tierra donde a veces se dudaba si llagaba el sol. Una de las comunidades los iba a recibir, la misma que en ocasiones era tratada como tribu. Una aldea pequeña propia de aquel lugar de clima templado, no muy cálido, normal y casi desconocido, era su destino.

Según sabían era una comunidad aislada porque así eran sus costumbres, pero que debían darse a conocer para que nadie invadiera sus tierras, para que el territorio fuera respetado. En resumen, ellos irían a filmar un documental, así de simple como aquello… convivir con desconocidos sonaba “amazing” como solía medio gritar Viktor

 

 

-¿ya llegamos? – se quejaba un exhausto rubio, cuyo cabello estaba atado pero ya no era tan largo como antes. Viktor y Yuri se lo habían tenido que cortar porque con el clima del lugar seria molestoso y difícil de cuidar, y aun así el rubio aun podía atarlo. Viktor en cambio lo había rebajado más, perfecto para no atarlo pero como para poder ondearlo en el aire – Viktor… ¡Viktor!

-¿eh? – apenas se dio cuenta que le hablaban pero terminó ignorando el reclamo del menor y siguió – mira Yuri, estas pequeñas ranas hermosas tienen colores vivos

-¡NO LAS TOQUE! – faltó muy poco para cometer ese estúpido error. Georgi, el guía, apenas había logrado apartar al peliplata de aquel sector – joder, ¡qué le dije! – le recriminó dándole un ligero golpe en las manos, porque se lo repitió como cuatro veces –  ¡le dije que no tocara nada que yo no haya visto primero! estamos en selva virgen, aquí las especies son peligrosas

-pero era demasiado llamativo – Viktor aun miraba esas ranitas que de pronto saltaron perdiéndose entre la frondosa vegetación

-mientras más colorido sea, más venenoso es. Así que abra bien los ojos – le advirtió con la mirada y con los puños apretados. Cruzaron miradas un momento, apreciando los ojos azules contrarios – no sea idiota – le advirtió una última vez y suspiró, tenían que seguir

-ya entendí – decía retomando su seriedad y procedió a seguir viendo lo que a su alrededor lo envolvía todo en un tono verde

-como si pudiera evitarlo. Viktor es idiota – decía el rubio quien seguía caminando sin inmutarse por cualquier reclamo del mencionado.

 

 

Yuri revisaba su propia filmadora, al menos para entretenerse mientras trataba de no pisar nada raro. Sus piernas bien protegidas con botas evitaban que se incrustara alguna cosa rara en los pies. Los demás integrantes eran… en realidad era solo un traductor, Emil, que también desempeñaría el papel de camarógrafo profesional. Eran un grupo pequeño, según los patrocinadores ellos “bastaban” para la realización del proyecto, pero ni modo, así dictaba el presupuesto. Tenían como un año de filmación por delante, seria duro pero valdría la pena

 

 

-ya quiero llegar, ¿podríamos seguir? – seguía quejándose el rubio cuando el castaño Emil se entretenía tomando fotos de las especies que llamaban su atención y que Viktor jamás en su vida había visto

-estamos cerca – informaba con seriedad Georgi, cuyo cabello negro corto le daba un toque más agresivo de lo que en verdad era

-Yuri, eres demasiado apurado – se quejó Emil recomponiendo su atuendo de tela ligera para no sofocarse por el ambiente un poco húmedo de la selva tropical

-ya me has criticado mucho a mí también – se quejó Viktor mirando a rubio – te diré Yurio desde ahora

-¡te dije que no me parezco a ese artista!

-es un castigo por insultarme, desde ahora eres Yurio – se reía al ver el enfado de su acompañante

 

 

Peleas, conversaciones, insultos por aquí y allá, incluso vieron una serpiente tragándose un pajarito… perturbador o fascinante, dependía desde el punto de vista. El guía, Georgi, les enseñaba tácticas básicas de sobrevivencia. Emil les mostraba su hermosa cámara fotográfica digital y sus implementos. Viktor mostraba la suya y se enfrascaban en una plática acerca de lentes y filtros. Yuri agudizaba sus sentidos para ver algo interesante entre tantas plantas de grandes hojas y además para no sentir los kilómetros que debían recorrer.

Tardaron todo un día en llegar, pero no fue un bonito recibimiento como imaginaron. Ni bien pisaron el sector de los límites de la aldea, donde las casas ya se veían y la plaza se reconocía, una larga lanza se clavó un árbol adjunto paralizando a los cuatro recién llegados. Emil, el traductor oficial, solo sonrió mientras encendía su cámara, con la justificación que debía grabar todo lo que pasaba. Eran apasionados, no cabía duda, al igual que Viktor y Yuri, pero este se pasaba de los límites. Fueron cercados por al menos cinco hombres, y amenazados con esas armas rústicas pero letales, venenos podrían ser el mayor riesgo. Emil tardó un poco en explicar su presencia. Georgi platicó con uno de sus contactos en esa tribu y al final, estaban siendo escoltados a la zona que deseaban

Viktor veía con atención aquello, podía diferenciar a todos usando ropas sumamente ligeras, eso era normal por el clima. Los hombres apenas cubrían sus cuerpos con unas “falditas” de nombre yubka, pero para los recién llegados eran falditas cortas que no les llegaban más allá de las rodillas. Las mujeres usaban algo parecido a un top que cubrían sus pechos, ellos lo llamaban shildeg y usaban las mismas prendas que los varones para cubrir sus caderas, muslos, rodillas. Eran sencillos, tenían adornos hechos de plumas y huesos, pero todos se veían normales.

Solo había cuatro personas vestidas de diferente forma, tres de ellas eran mujeres, usando lo que asemejaba a un mantón que cubría toda la parte superior de sus cuerpos. Ellas parecían bastante rellenitas, aunque sus rostros eran bastante delgados… el cuerpo no coordinaba con el volumen de piernas y rostro, así que deberían tener algo debajo de esa prenda dándoles esa apariencia. También estaba un hombre, al parecer algo anciano, que usaba adornos múltiples en el cuello y el mismo mantón sobre sus hombros, una especie de báculo de madera destacaba porque tenía pinturas detalladas en colores vivos. Emil fue el que negoció y explicó todo el proyecto y al final la comunidad veía a los recién llegados con curiosidad mientras el jefe explicaba la presencia de los desconocidos  

 

 

-Yuri… Yurio – se rectificaba Viktor mirando el enfado del mencionado

-¡que dejes de llamarme así! – se quejó golpeando al mayor y ganándose la mirada de todos – ¿qué les pasa? – decía al escuchar cuchicheos

-es porque eres agresivo, Yurio – seguía el peliplata disfrutado de tener la atención de todos

-¡que no me llamo así!

-Yuuri – el único hombre que usaba el mantón se acercó a los extraños, sonriendo de forma amable. Según Emil era el jefe de la comunidad así que no debían tenerle miedo, solo respeto

-oh no, no – se reía Viktor – dije Yurio, no Yuuri

-¡Yuuri! – pero el jefe levantó su voz y su mano haciendo una seña

-parece que tenemos una coincidencia – sonreía Georgi que lograba entender ese idioma complejo, por algo tenía un contacto en esa comunidad – ellos tienen un Yuri aquí

-¿qué? ¿Quién? – refunfuñaba el rubio, pues odiaba esas estúpida coincidencias de nombre desde que le trajeron confusión cuando era niño

 

 

Los extraños en la aldea, vieron a una de las mujeres que vestían un mantón acercarse con cautela. Paso constante y timidez desbordante, esa mujer de cabello negro les evitaba la mirada hasta que estuvo junto al jefe, quien le palmeó la cabeza y dijo algo en ese idioma extraño, pero que todos supieron interpretar como una presentación. Viktor puso atención a aquella muchacha, cabello negro largo, atado con algunas cuerditas de colores, ojos marrones amplios y brillantes, su piel un poco más clara que los demás, tal vez estaba bajo techo y no le afectaba la luz. Yuuri era su nombre, ella dio una leve mirada hacia los presentes y bajó la vista ante los extraños cuando captó ese azul en la mirada del peliplata. Dijo algo con esa voz que sonaba suave y un poco baja, pedía permiso a su jefe y finalmente respiraba profundo para empezar a acercarse a ellos como si esperara algo. Emil sonrió encantado, hablándole a la muchacha que respondía con un leve tartamudeo por el nerviosismo y al final Yuuri empezó a rodearlos, revisándolos con cautela, cosa que nadie entendía porqué  

 

 

-¿qué hace? – susurraba Viktor con curiosidad, pues la muchacha de fina apariencia estaba concentrada mirándolos de pies a cabeza

-revisando si no traemos enfermedades raras – sonreía Georgi pues que hicieran eso, ya era como una confirmación de toda la comunidad

-como si fuese posible, estamos todo vacunados y… - Yurio se destensó y bufó mirando a la chiquilla, suponía que era más joven que él

-¡Zogs! – el casi grito de la muchacha los detuvo de inmediato. El propio Georgi les susurró que se quedaran quietos

-diablos, ¿hicimos algo mal? – decía el castaño mirando en pánico a todos en el pueblo moverse coordinadamente

-savyg avchirch – la muchacha empezaba a dar órdenes en ese extraño idioma y los presentes estaban en pánico. Los niños corrieron detrás de sus madres, las ancianas cuchicheaban y una chica corrió de pronto

-¿qué diablos pasa? – se quejaba Yurio

-¡no te muevas! – advirtió Georgi al ver que algunos ya preparaban sus lanzas, cerbatanas y cosas disponibles mientras las mujeres se apuraban a traer algo. En manos de una de ellas se mostraba un recipiente tejido con fibra de alguna planta

-zogs – volvía a repetir la muchacha mientras se acercaba a Viktor y el mencionado estaba solo mirando, porque, ¿qué más podía hacer?

-¿pasa algo conmigo? No soy malo, ¿sabes? Soy solo un documentalista – pero la seña de la muchacha que fruncía el ceño y se acercaba, lo calló. La otra mujer, que al parecer se llamaba Mari, con recipiente en mano le hacía una señal para que hiciera silencio. Viktor se quedó muy quieto, demasiado quieto porque no sabía qué rayos pasaba. Vio a las otras dos curanderas acercarse y suspiró, eso se veía mal

-traducción por favor – pedía Yurio cuando empezaban todos a hablar en esa lengua extraña

-Viktor tiene algo mortal encima – decía Emil en pánico, girándose de a poco hacia la muchacha que empezaba a levantar sus manos hacia el hombro de Viktor. Dirigía su vista a la parte posterior de la extremidad del peliplata y entendió todo – quieto Viktor o morirás… quieto, muy quieto

-¿qué? ¿Qué tengo? – susurró ya pálido… no era muy grato escuchar la palabra “morirás”

-jijig aalz – repetían Yuuri en susurros

 

 

Viktor solo quedó viendo de refilón como esa pelinegra le acariciaba el hombro haciéndole cosquillas, se mordió el labio para no moverse o reírse, aunque fuera difícil. Sintió un ligero movimiento y después nada… ¡y eso le estaba poniendo muy, pero muy nervioso! Cuando la pelinegra se alejó de él, en sus manos se denotaba algo negro y grande que empezaba a moverse. Una araña, una no muy grande, pero si como para espantar a una ama de casa cualquiera.

La muchacha sonreía mientras hacía caminar a esa araña entre sus manos y a paso calmado se acercaba a Mari. Charlaban un poco como si lo hicieran con un niño pequeño, en susurros, con voz dulce y luego dejaban a la pequeña arácnida en el contenedor, para  proceder cerrarlo y atarlo con un par de cuerdas. ¿Qué fue eso? Resultó ser la más venenosa de su tipo, al menos en el sector. Esa arañita podría matar a un hombre en menos de doce horas si no recibía antídoto. Los presentes quedaron en blanco, pues no se dieron cuenta de su acompañante en ningún momento y esas mujeres les salvaron la vida a los pocos momentos de su llegada

 

 

-Ter sharkhadsan vaina – todos miraron a la chica de voz suave, cubierta de collares y demás, que apuntaba al rubio – Bi tüüniig edgeej… Bi tüüniig edgeej

-¿qué diablos dice? – Yurio solo se quejaba porque lo estaban apuntando, ¿acaso había otra de esas cosas mortales sobre él también?

-oh, es cierto – Georgi se acercó al rubio y le jaló el brazo, mostrando la cortada que tenía en la parte superior de uno de sus brazos – entonces lo dejo a su cuidado

-¿Qué, que? ¿Qué pasa?

-estás herido – sonrió Emil al entender aquello y de paso agradeciendo con una leve reverencia a las muchachas – ella te curará esa herida o se te infectará, así que solo hazles caso

-¿como? Si no entiendo una mierda – se quejó tratando de no ser tocado por ellas

-ellas te guiarán. Aquí las mujeres del mantón son las curanderas. Ellas saben de todo, así que es mejor que un médico cualquiera. Solo entiéndelas con las expresiones

-¡no quiero! ¡Emil, diles que me dejen! – peor ya sentía unas manos sujetarle el brazo y arrastrarlo

 

 

Las mujeres curanderas, que resultaron ser las únicas con vestimentas distintas, se lo llevaron  a una de las cabañas que allí estaban construidas alrededor de una especie de plaza. Aunque Yurio se quejó, gruñó y bufó fue callado por la segunda castaña que le cubrió la boca con su propia mano, y en ese idioma extraño le amenazó con la mirada furiosa. Esa si era una buena motivación para obedecer. Al final del día, Yurio terminó oliendo a esas plantas raras que sus doctoras aplastaron con una piedra y vendaron a su herida. Todo el proceso fue filmado por Emil, que emocionado solo miraba, porque su trabajo empezaba legalmente. Debían filmar todo lo que pudiesen.

Yuuri, Mari y Hiroko, la última siendo la madre de ambas jovencitas, eran las curanderas, formaban parte de la línea sucesoria de ese trabajo. El jefe, Toshiya, explicaba que su liderazgo se ganaba debido a valentía, capacidad de liderazgo y dotes varias, en pocas palabras el jefe sucesor era elegido por la comunidad, sin importar si era familiar cercano del jefe anterior o no. Las curanderas tenían un trato diferente, eran las únicas que se heredaban tal trabajo y se convertían en las esposas de los jefes, un sistema bastante simple.

Dieta basada en verduras que la selva ofrecía y otras que cultivaban en huertos pequeños. Cazaban animales y cosas por el estilo, interesantes en todo sentido, filmadas en totalidad. Pero lo que les interesaba eran los rituales, que claro, fascinaban a cualquiera… aunque cierto peliplata estaba más pendiente de cierta muchacha que  se ganó su interés después de que le salvó la vida… la misma que en ese momento jugaba con un pequeño niño y le brindaba la sonrisa más bonita que había visto… “Yuuri” fue el único susurro que Viktor soltó al final de ese día

 

 

Continuará… 

Notas finales:

¿review?

Bueno, si logro terminar esto en wattpad pues lo meteré a un concurso, quien sabe. Aclaro que tanto aquí como en wattpad tengo el mismo usuario y demás, así que no es plagio o algo así XD si quieren pasen a apoyarme por ahí jajajaj

Esto no tiene más de cinco o seis capítulos, aún no decido el final XD

Creo que me obsesioné con YOI así que tendran que soportarme un tiempo por aquí jajaja

Espero nos llevemos bien :v en cuanto a mi otra obra en progreso, me tardaré un poquis en continuarla... sorry por eso 

Muchos besos a las que llegaron hasta aquí~~~

Nos vemos~


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