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Fantasma por Na Na

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Notas del fanfic:

Está inspirado en esta canción. Espero les guste~  

Notas del capitulo:

Otro JongYu!

Las partes que están con cursiva son recuerdos, o cosas que han pasado antes.

Disfrútenlo

JinKi sabía que el único lugar donde podía encontrarlo esa noche era en Sugar.

 

Era viernes, casi diez y media de la noche. No había otro sitio en donde JongHyun estaría. Así que, como se le estaba haciendo costumbre, JinKi fue al bar. No fue solo, jamás iría solo, por eso KiBum lo acompañaría. Y se quedaría con su rubio amigo hasta ver a JongHyun. Y cuando lo localizara y se diera cuenta de que estaba sin compañía se acercaría a él y lo saludaría. Y le invitaría unos tragos, y hablarían y luego irían al departamento de alguno de los dos.

Y JinKi rogaría porque la noche no terminara.

 

 

 

 

Era miércoles y no podía dormir. Estaba mirando el techo pensando en algo que hacer para poder dormir. O algo en qué ocupar su tiempo.

Lee Joon dormía plácidamente a su lado. JinKi podía escuchar su respiración en medio de todo el silencio, y la propia también. Y no quería estar ahí por mucho más.

Se levantó despacio, tratando de no hacer ruido para no despertar a… Lee Joon. Sólo Lee Joon.

Él no era su novio. No era su pareja. Sólo eran amantes.

Fue a la sala, encendió los focos y buscó una cajetilla de cigarros en su chaqueta la cual colgaba en una silla. Abrió una ventana, se sentó al lado de ella y encendió uno.

***

— ¿Qué quieres qué? —JongHyun lo miró con el ceño arrugado.

—Que me enseñes a fumar —el alto lo dijo de la manera más calmada posible, encogiéndose de hombros mientras lo decía.

—No lo haré. —JongHyun se levantó de la mesa y llevó sus platos al lavadero.

— ¿Por qué? —el bajo suspiró.

—No quiero que empieces a arruinar tu vida, JinKi.

—Sigues sin decirme hyung.

—Sabes que a nadie le digo hyung.

—Podrías hacer una excepción conmigo. —JongHyun volvió a suspirar. Miró al mayor y frunció los labios.

— ¿Quieres aprender a fumar? Voy a enseñarte a fumar. —JinKi sonrió a medias.

Al menos había conseguido una de las dos misiones del día.

***

Para cuando el sol salió JinKi había consumido cuatro cigarros, y tenía uno en los labios.

Lo terminó, desechó las colillas y fue a la habitación por su ropa. Se vistió en la sala, se puso los zapatos y salió del departamento de Lee Joon.

Quería dormir. Y la única compañía con la que podía hacerlo era JongHyun.

 

 

 

 

Las noches que conseguía que JongHyun fuera a su departamento, JinKi pensaba que eran las mejores de su vida. Esa era una de esas noches.

Estaban sentados en la alfombra de la sala, con soju y comida china. Estaban hablando de banalidades, de cosas simples. JongHyun se veía bastante cómodo así que JinKi quiso probar suerte.

— ¿Quién fue? —el menor levantó la mirada de su comida, con la boca llena. JinKi sonrió tierno al verlo. Tenía la apariencia de un hámster.

— ¿Quién fue de qué?

—Quien te rompió el corazón. —JongHyun tragó con fuerza.

—No sé de qué hablas. —tomó su botella y la llevó a sus labios.

—No me lo digas, no hay problema. —el mayor siguió comiendo, tratando de creerse su propia mentira.

Claro que había problema con que el bajo no le dijera quien le había roto el corazón. JinKi quería saber qué le habían hecho para él no hacerlo. Él quería sanar el corazón de JongHyun. Quería devolverle la alegría a esos ojos marrones.

Él quería amarlo.

—Ya es tarde. —JongHyun dejó todo en la mesita del centro y se puso de pie. JinKi lo imitó y lo miró.

—Apenas son las diez. —miró el reloj en la pared.

—Tarde. —pasó a su lado. El alto suspiró bajo.

Siguió a JongHyun a la puerta y lo vio ponerse su chaqueta y sus botas. El castaño lo miró y le sonrió.

—Prometo venir mañana —mentía. Los dos lo sabían, pero no les importaba.

—De acuerdo. —sonrió el mayor.

—Bien. —y era todo. JongHyun se acercaría a él, lo tomaría del cuello y lo besaría. JinKi se prometería a sí mismo que sería la última vez que dejaría a JongHyun irse. JongHyun se decía que no lastimaría más a JinKi. Entonces se iba.

No iría al día siguiente, ni al siguiente. No lo buscaría ni lo llamaría. No haría absolutamente nada.

 

 

 

 

A JongHyun no le faltaban amantes. Él tenía simplemente que mover un dedo y cualquier persona caería a sus pies. Cualquiera estaría dispuesto a pasar la noche con él. Y nadie quedaría descontento.

Sólo JinKi.

Las veces que estaba con el menor, JinKi no quedaba insatisfecho. JongHyun era el mejor amante que alguna vez el mayor pudiese conocer. Lo que sucedía después era el problema.

El alto sabía que los dos no eran pareja. JongHyun era un chico «Rolling Stone»* y no dormía en la misma cama los fines de semana. Por eso JinKi se encargaba de hacerle el desayuno las mañanas en las que él se quedaba aunque a JongHyun no le gustaba que lo hiciera.

En una de esas mañanas el bajo hizo más notoria su molestia.

—No debes hacer nada de esto, ¿es tan difícil que lo entiendas? —JinKi estaba en la cocina, apagando el fuego de la estufa.

—Quiero hacerlo. —bajó la mirada. Sabía que JongHyun debía estar furioso, así que no quería verlo.

—Debes detenerte, JinKi. Tú y yo no somos pareja.

—Pero puedes al menos…

—No. —se miraron a los ojos. El alto vio frialdad en los orbes de JongHyun; él, tristeza en los de JinKi—. No pienso fingir si eso va a lastimarte al final.

—De cualquier forma me lastimas —murmuró el mayor apartando la mirada.

—Entonces aléjate de mí y acaba con todo —la frialdad en la voz del menor hizo molestar a JinKi.

—Sabes que no puedo.

—Y tú sabes que yo no soy bueno para ti. —se acercó a la barra de la cocina—. Debes hallar a alguien que pueda hacerte feliz, JinKi. Que pueda amarte.

—No quiero a nadie más que no seas tú —dijo lo suficientemente alto para que el menor lo escuchara. Y supo que lo hizo cuando suspiró cansado.

—JinKi…

—No te estoy pidiendo que seas mi novio. Sólo pido que no me alejes. —el silencio que cayó entre ellos fue sepulcral—. Que me permitas quedar —susurró.

JongHyun tomó sus cosas y se fue del departamento.

 

 

 

 

Era fácil reconocer a JongHyun entre la multitud. Pantalones rasgados, botas Harley Davidson, cabello castaño todo a un lado, mandíbula marcada. Era atractivo.

Y, usualmente, estaba en medio de la pista bailando con alguna chica bonita, o algún chico, cualquiera de ellos enredados en sus brazos. Todos deseando una noche. Pero JinKi sería el que la tendría. Los viernes eran suyos. Él lo sabía. JongHyun siempre terminaba yendo con él.

Los dos lo sabían.

JinKi esperaría a que el bajo se quedara solo para ir a su mesa. En su espera veía como KiBum hacía amigos en la barra. El menor era sociable, y siempre conseguía algún chico que lo invitara unos tragos, hasta que llegaba su novio y se pegaba a él como pulpo. JinKi lo envidiaba por eso. Por tener a alguien con quien contar, con quien pasar las noches, con quien despertar en las mañanas. A quien amar.

Cuando JongHyun se quedaba solo, él iba hasta su mesa y veía como el menor sonreía al verlo. No era una sonrisa de dientes, ni una derrochadora de alegría. Pero le sonreía. JongHyun no le sonreía a ninguna de las personas que se le acercaban, sólo a él. Eso lo mantenía con esperanzas.

—Hola. —JongHyun se removía un poco y JinKi se sentaba a su lado.

—Hola, Jong. —la sonrisa en los labios del mayor no se perdía. Era una sonrisa cargada de esperanza que Jong detestaba alentar.

— ¿Qué haces por acá tan temprano?

—Acompañé a KiBum. —se encogió de hombros. Llamó a un camarero y pidió unos tragos. Y la noche transcurrió como siempre.

Bebidas iban y venían, sonrisas, susurros, caricias. Y luego fueron al departamento del mayor.  Los besos eran lentos; los toques, suaves. El alto no podía esperar nada menos de JongHyun. El menor gustaba de hacerlo lento, despacio, disfrutando del momento. Y JinKi no podía estar menos complacido de aquello.

La ropa desapareció de a poco, las caricias empezaban a quemar, los besos eran escasos ante el ritmo que llevaban. En la habitación no se escuchaba más que el sonido de sus cuerpos juntos y la voz de JinKi.  JongHyun era una tumba.

Cuando JinKi despertaba, el castaño no solía estar. Y cuando se quedaba no era más que para tomar una ducha. Era en esos momentos en los que el mayor aprovechaba para cocinar para él, aunque al bajo no le agradara del todo. JinKi sabía que, muy en el fondo, JongHyun se sentía feliz por el detalle. Porque, ¿quién no estaría feliz de que le hicieran el desayuno después de una noche de pasión? Y, aunque JongHyun le recordara todas las mañanas que no era más que una simple noche, JinKi sabía que estaba haciendo cambiar de parecer al menor.

Él sentía que lo estaba consiguiendo.

 

 

 

JinKi estaba en la playa con JongHyun. Había convencido al menor de ir. En realidad lo había atosigado que lo llevara y el bajo lo hizo. Así que, mientras Jong manejaba JinKi había tomado el celular del menor y había estado revisando las fotografías.

—Sólo vas a encontrar fotos de Roo —había dicho el menor. Y era cierto. La perrita de Jong llenaba toda la galería.

Fotos de cuando era cachorra, o de cuando corría hacia él. O cuando la llevaba a pasear.

Entonces JinKi revisó los contactos. Había decenas de números, decenas de nombres diferentes. Y entre ese montón estaba el suyo. Sin adornos o sin algo que lo diferencie de los demás. Sólo JinKi.

—Voy a cambiar mi nombre en tus contactos —anunció.

— ¿Qué harás? —lo miró rápido para luego regresar su mirada hacia la carretera.

—Pondré JinKi hyung —dijo con una sonrisa mientras lo hacía.

—JinKi…

—Que no me lo digas no implica que no puedas tenerlo en tu teléfono. Ya está. —miró su nombre y sonrió. Decidió entonces que lo guardaría en favoritos y en marcado rápido. Él formaría parte de la vida del menor de cualquier manera.

—Llegamos. —JongHyun entró en la playa y apagó el auto.

A JinKi se le iluminó el rostro de ver el mar y se bajó, aun con el teléfono del menor en sus manos. Se sacó los zapatos y corrió hasta la orilla. Se mojó los pies y miró al horizonte sin quitar la sonrisa de sus labios.

JongHyun fue hasta él y lo miró sonreír. Pensó en lo gran chico que el mayor era, en el desastre que era él mismo, y en el daño que le estaba haciendo. Suspiró y miró al horizonte.

—Debes quitarte los zapatos. —el castaño miró al alto—. Los zapatos, Jong. Disfruta del mar. —el comentario lo hizo sonreír.

Hizo lo que el mayor le dijo, camino más adentro en la orilla y sintió el agua en sus pies.

No había ido a la playa desde hace mucho tiempo. Se permitió sentir la brisa y cerró los ojos. No se dio cuenta de la foto que JinKi le había tomado y no sabría de ella tiempo después.

JinKi disfrutó de la imagen y luego siguió caminando por la orilla dejando atrás a JongHyun. El menor, poco después, lo siguió. Iban en silencio. JinKi perdiéndose en sus pensamientos, y JongHyun disfrutando de la sensación de la arena.

— ¿Vas a abrirte con alguien alguna vez? —preguntó de la nada JinKi, pero ambos sabían para quién era la pregunta.

—Lo hice antes. —JongHyun miró sus pies y luego vio la espalda del mayor.

—Y, ¿qué pasó?

—No me fue bien. —se encogió de hombros el bajo, guardando las manos en los bolsillos del pantalón.

— ¿Quieres hablar de eso? —preguntó el alto tras una pausa.

—No. —JinKi suspiró.

— ¿No piensas darte una oportunidad con alguien de nuevo?

—No lo creo.

— ¿Por qué?

—No quiero salir lastimado otra vez.

— ¿No es por qué aun amas a esa persona? —siguió avanzando sin notar que JongHyun se había detenido tras él.

JinKi sabía que el bajo seguía enamorado. Sus ojos no podían mentir.

—No es eso. —escuchó a lo lejos el mayor—. Ya no la amo.

—Mientes —gritó de vuelta, sin dejar de caminar, resignándose a que no lo tendría. A que JongHyun no sería de él.

—No miento —dijo el castaño más cerca del mayor—. Y ya es hora de irnos.

—Claro. —JinKi giró sobre sus talones y pasó a su lado dirigiéndose al auto sin siquiera mirarlo.

Ya había entendido todo. JongHyun seguía amando a esa persona (una chica, como pudo descubrirlo), y JinKi no podía hacer que la olvidara. Y eso era realmente frustrante. Había hecho tanto para conseguirlo, pero no lo lograría.

Respiró profundo y siguió caminando.

— ¿Por qué sigues aquí? —la voz de JongHyun le sonó cercana.

—Bueno, no puedo irme a pie. —JinKi lo miró y le sonrió mientras continuaba su trayecto. Regresó su mirada al frente y su sonrisa se perdió al instante.

—Sabes que no me refiero a eso. —el mayor se detuvo y suspiró.

—Y tú sabes por qué. No me digas que no te has dado cuenta. —lo encaró—. Sé que lo sabes, así que no me hagas decírtelo, Jong. Suficiente tengo con intentar conseguir lo mismo de tu parte como para pronunciarlo.

—JinKi…

—Debemos irnos, ¿no? Así que vamos. —le sonrió, se dio la vuelta de nuevo y se dirigió hacia el auto.

—Hyung, espera. —el castaño dio un paso y estiró su brazo intentando alcanzar el hombro del mayor. Frunció los labios, hizo la mano un puño y la dejó caer cuando se dio cuenta de lo que hacía, todo eso mientras el alto se detenía—. JinKi…

— ¿Me llamaste hyung? —se giró veloz para ver al menor.

—No, JinKi. Yo… —bufó frustrado revolviendo su cabello con una mano—. Debemos irnos —avanzó pasando a su lado.

JinKi se quedó de pie unos minutos más asimilando lo que acababa de pasar.

—Me llamó hyung —murmuró para sí, no pudiendo evitar la sonrisa que crecía en sus labios.

Escuchó al menor gritar su nombre. Se dio la vuelta sin importarle que Jong pudiera ver su sonrisa.

Aún tenía algo de esperanzas.

Se subió al auto y sonrió todo el camino de vuelta a la ciudad. Aún podía hacer que Jong le correspondiera.

 

 

 

Lee Joon estaba de nuevo en su departamento. Había llevado comida y cerveza y JinKi no podía negar la invitación. Sobre todo cuando era pollo.

Después de una ligera conversación, JinKi se vio enredado en los brazos de Lee Joon, yendo a su habitación, siendo besado y acariciado, pero no se sentía bien. No se sentía placentero.

Cuando todo terminaba, y Lee Joon lo envolvía en sus brazos, JinKi no podía dormir. No estaba cómodo para hacerlo.

Entonces esperaba que el mayor se durmiera para levantarse, ir a la sala y fumar un poco. Sólo eso lograba calmarlo en esa situación. Se ponía a leer o a terminar algún pendiente, pero no dormía. Y cuando el amanecer llegaba, desayunaba solo, le dejaba comida a Lee Joon y salía a correr. No quería verlo despertar. No lo quería a su lado. No lo quería a él.

Siguió corriendo por el parque con los audífonos puestos.

 

 

 

Era viernes de nuevo. Esta vez KiBum había ido con su novio. JinKi estaba feliz de verlos juntos desde el inicio de la noche. Así no le daba cargo de conciencia por dejarlo abandonado poco después.

Cuando llegó, JongHyun estaba solo en su mesa. Estaba por ir hacia él pero vio a una chica acercarse y mejor se quedó en la barra, pidió un whisky y esperó.

—Es un milagro que aún no vayas donde el perro —comentó KiBum a su lado. JinKi sonrió por el sobrenombre. KiBum alegaba que el menor tenía cara de perro, pero no le decía así sólo por eso.

—Tiene compañía.

—Está solo. Creí que estabas pendiente de él. —KiBum bebió del vaso de JinKi—. Sabes que debes dejarlo, ¿no? —el mayor asintió—. No lo harás. —suspiró el menor—. Vete antes de que te golpee, hyung —JinKi sonrió y se levantó con su bebida en las manos.

Cuando JongHyun lo vio acercarse sonrió. Esta vez estaba mostrando los dientes.

—Creí que no vendrías —dijo el menor, haciéndole espacio a JinKi.

—Sabes que no falto los viernes. —se sentó. JongHyun le dio un beso en el cuello antes de llamar al camarero y ordenar bebidas.

Y la noche pasó igual que siempre. Pero, esta vez, JinKi tenía más esperanzas de hacer cambiar a JongHyun, aunque muy en el fondo sabía que el menor no pensaba igual que él.

Notas finales:

*Rolling Stone guy.- Refrencia a un chico que va de cama en cama

 

 

Espero les haya gustado :3


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