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El sexto camino por yue-sama

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Notas del capitulo:

hola!! LO SIENTO MUCHO!! se que tarde un poco.

pero debo confesar algunas cosas.

CONFESIONES DE LA AUTORA.

este capitulo me costo horrible, me senti muy perdida queriendo hacerlo, aclaro que soy mas virgen que asaber que y pues como que no se me da muy bein estas cosas.

los lemons omegaverses son mas salvajes y rudos de lo que estoy acostumbrada a escribir y pues por eso me costo mucho.

lo siento si no les gusta.

aqui el cap.

Sorato quiso retroceder, pero se rindió al ver que los fuertes brazos de Albert no aflojaron ni un poco el agarre, la mezcla del picante aroma a canela junto con el abrumador de la leña que Albert desprendía lo estaba poniendo cada vez más húmedo.

 

 

Se avergonzó de sí mismo, no podía entender cómo es que había entrado de nuevo en celo si había tomado las hierbas para evitarlo.

 

 

¿Acaso todo esto se debía al hecho de estar frente a su destinado?

 

 

No lo sabía con exactitud, pero su cuerpo estaba en llamas, el calor lo sofocó casi de inmediato y al sentir el suave roce de los labios de Albert en su cuello gimió quedito.

 

 

Si… eso era lo que estaba buscando, quería más de eso.

 

 

Se removió inquieto y necesitado, apoyando aún más su pequeño cuerpo contra el del Alfa. La tela comenzaba a molestar su sensible piel, quería desnudarse y estar ahí, queriendo más de lo que Albert podía ofrecerle. Estar dispuesto para él, que lo anudara y le diera cachorros.

 

 

¡Oh Dios! Su Omega estaba volviéndose loco, quería gimotear por atención, enseñar su panza y ronronear.

 

 

—Hu-hueles delicioso —habló Albert.

 

 

—Mhmm… —no podía decir nada más, estaba más concentrado en pegar su cuerpo al de su Alfa.

 

 

Albert agarró sus caderas y retrocedió un paso, admirando al Omega que antes le había dado la mirada más fiera, y sin embargo ahora, se encontraba nublada por la excitación y la lujuria, con una necesidad tan abrasadora que lo dejó aturdido. ¿Acaso él podía darle lo que su Omega buscaba? ¿Y si cometía algún otro error?

 

 

Sorato no estaba en sus 5 sentidos, el calor que lo abrazaba hacía que perdiera la conciencia y dejara a cargo a su Omega, que estaba completamente dispuesto. Albert tenía miedo, ¿qué pasaría si lo tomaba y después Sorato lo odiaba por el resto de su vida?

 

 

No quería arriesgarse, no estaban en los mejores términos como para compartir un celo de buenas a primeras.

 

 

—Alfa —lloriqueó al no sentir la cercanía de Albert.

 

 

Intentó luchar contra las manos que lo tenían aprisionado de las caderas aun cuando no podía zafarse, pero su vientre comenzaba a doler y su entrada estaba caliente y húmeda, ¿por qué su Alfa no estaba encima de él comiéndole la boca y haciéndolo quedarse sin aire?

 

 

—No puedo…

 

 

—¡Issei! P-por favor.

 

 

Se le fue el alma a los pies al ver como Sorato comenzaba a soltar lágrimas de sus hermosos ojos, su Alfa rugió fuertemente, claro que su Omega lo llamaba y él iba a atenderlo y darle todo lo que le pidiera. Si a su Omega le dolía, él iba a hacer que dejara de doler.

 

 

—Tú me odiarás después de esto —el aroma se estaba haciendo cada vez más espeso y comenzaba a sentirse aturdido, su Alfa rasguñaba su pecho para que comenzara la acción.

 

 

Agradecía que estuvieran al aire libre, donde el aroma de Sorato no se podía acumular mucho, si no, desde hace tiempo que habría perdido la cabeza y hubiera follado muy bonito al pelinegro.

 

 

Albert lo cargó y Sorato de inmediato agarró su cuello para no caerse, el Alfa lo llevó de regreso a la poza metiéndolo con cuidado, tal vez el agua podría calmar el ardor que Sorato tenía, quería pensar las cosas con la cabeza un poco más fría.

 

 

El jadeo que Sorato emitió al tocar la fría agua con su cuerpo lo desconcertó un poco.

 

 

—Vas a estar bien —murmuró.

 

 

—Te quiero a ti Alfa —se aferró a su mano y Albert beso suavemente su sien—. Mi Alfa.

 

 

Albert gruñó suavemente contra la sien de Sorato, en signo de aprobación y este pareció tranquilizarse, sintiéndose un poco más cómodo con la situación.

 

 

Albert se alejó para poder respirar mejor, la batalla dentro de su cabeza se desató y pasó varios minutos pensando en qué demonios hacer.

 

 

El sonido del agua moviéndose lo alertó, por lo que volteó a ver hacia atrás, mala decisión…

 

 

Sorato estaba ahí, viéndolo mientras se quitaba lentamente la bata mojada que lo cubría, dejando su cuerpo libre de ropa y a la vista del Alfa rubio. La piel tan blanca y hermosamente suave era descubierta ante la mirada depredadora de Albert.

 

 

Su cabello corto se pegaba a su rostro y respiraba agitadamente, esperando que Albert por fin llegara hasta él y lo tocara, que aliviara el ardor que sentía y evitara que cayera, ya que sus piernas estaban a punto de fallar.

 

 

El rubio llegó rápido hacia él y estampó sus labios contra los de Sorato, devorando esa pequeña y dulce boca, sus manos grandes pararon en las perfectas caderas y sintió una gran opresión en el pecho, sus labios se acoplaban tan bien, suavemente adentró su lengua y ambos jadearon por la sensación. Nunca habían compartido un beso igual. Tan delicioso y pasional, pero sin romper la línea de lo vulgar.

 

 

Albert bajó lentamente su mano por la curvatura de su trasero y lo acarició suavemente, haciendo estremecer al otro. Tocó suavemente la entrada que estaba completamente mojada, esperando por él, y no pudo evitar gruñir con fuerza y acelerar el beso.

 

 

Sorato gimió fuerte al sentir los dedos de su Alfa tanteando su entrada ligeramente, pero el beso no le dejaba exclamar nada, su piel le pedía eso y mucho más, ¿en que se estaba convirtiendo?

 

 

Albert lo cargó en sus fuertes brazos y entre la niebla espesa del lugar diviso un templo, camino rápidamente hacia él, el clima estaba comenzando a bajar y no quería que su omega se resfriara, sorato gemía en su oído haciéndole difícil el trabajo, cuando tuvo cerca el templo, se dio cuenta que estaba desgastado y viejo, casi en ruinas, se metió adentro y con cuidado lo inclinó en el suelo para luego ponerse encima de él sin soltar esos labios que consumían el fuego que ambos sentían.

 

 

—Estás hermoso —murmuró Albert muy cerca de su rostro para luego besarlo suavemente.

 

 

Sorato se sonrojó. Dios mío, no quería parecer descarado, pero no pudo evitar levantar las caderas buscando más contacto, para después gemir de manera lastimera al notar toda la ropa que Albert llevaba, sus manos ansiosas comenzaron a tratar de quitar lo que le estorbaba tanto, Albert sonrió de lado y detuvo las manos temblorosas de su Omega, comenzando a quitársela él mismo, dejando ver su fuerte torso, con cada músculo marcado por los combates y algunas cicatrices que le daban actitud, además de un tatuaje en su brazo.

 

 

A Sorato ya le faltaba el aire, quiso tocarse desesperadamente, pero respetó que eso sería para su Alfa.

 

 

Los simples pantalones occidentales de Albert fueron retirados, dejándolo en su simple ropa interior.

 

 

El aullar del viento sonó por el techo semi arruinado.

 

 

Sorato jadeó al sentir como Albert agarraba su cuello y hacía que lo expusiera ante él, ronroneó al sentir la lengua caliente delineando toda su sensible piel, los dientes de Albert mordieron —de manera delicada y sin traspasar la piel—, dejando una marca que terminó besando y lamiendo para apaciguar el dolor que le había causado la mordedura.

 

 

—Ahmm… ¡Issei! —gimió fuertemente cuando sintió el primer dedo tantear su virgen entrada y adentrarlo lentamente.

 

 

El Alfa respiraba pesadamente contra su cuello sin parar de besar y marcar, sintiendo la humedad de Sorato en sus dedos, agregó un segundo dígito, notando cómo lograba estremecerlo.

 

 

—Estás tan listo para mí —susurró en su oído—. Tan listo y caliente.

 

 

—P-por favor…

 

 

—¿Por favor qué?

 

 

Besó lentamente sus mejillas hasta llegar a sus labios para atacarlos sin tregua, succionándolos y haciéndolo gemir cuando movía sus dedos dentro de él. Sorato se agarró con fuerza al largo cabello de Albert y jaló con desesperación.

 

 

—¡Más! ¡Necesito más!

 

 

—¿Quieres mi pene en ti?

 

 

—Sí —se sonrojó balbuceando con pena—. P-por favor A-Alfa.

 

 

—Qué lindo y hermoso… Haces que mi control se vaya muy lejos.

 

 

Albert metió el tercer dedo, notando lo suelto que estaba y cómo el lubricante mojaba su mano, su Omega estaba febril y ansioso por más. Sacó sus dedos, llevándolos a sus labios y saboreándolos sensualmente, haciendo que Sorato diera un suspiro roto.

 

 

¿Por qué Albert era tan condenadamente sexual en esos momentos?

 

 

—Eres delicioso… y solo para mí, ¿eres mío, cierto?

 

 

—Tuyo…

 

 

—Entonces abre tus hermosas piernas —demandó con deseo.

 

 

Con su cuerpo tembloroso hizo caso, abrió las piernas con vergüenza y pudor, quiso taparse, nunca nadie antes lo había visto desnudo más que su madre.

 

 

Albert se inclinó entre sus piernas y besó sus muslos, dando lamidas cada vez más al centro, donde su pequeño pene se alzaba glorioso y excitado. Gimoteó al sentir como Albert lamía su pene y succionaba suavemente.

 

 

—Ah.

 

 

—Si así, gime para mí.

 

 

Sus succiones se hacían fuertes dejando muy sensible a sorato, el pelinegro estaba desesperado así que Jaloneó el cabello rubio y lo atrajo hacia sí, se miraron fijo a los ojos, grises y cafés chocando, provocando que un fuerte escalofrío recorriera ambos cuerpos.

 

 

—No aguanto Alfa.

 

 

—Está bien —bramó—, te tengo.

 

 

Se acomodó entre sus piernas y bajó su ropa interior, luego flexionó sus brazos para tapar con su cuerpo el más pequeño, logrando que así sus pechos quedaran juntos. Sorato jadeó cuando sintió la punta del pene restregándose contra su sensible entrada.

 

 

Albert dio un suave empujón, abriéndose paso en la caliente estrechez y gimió roncamente contra los labios de Sorato, que se abrieron con sorpresa al sentirse lleno. Poco a poco el dolor y el sofoco menguó mientras en su lugar el placer se expandía fuertemente por su cuerpo. La penetración fue suave, por supuesto que Albert sabía que era su primer hombre y el último.

 

 

El pensamiento de que alguien más pudiera tenerlo provocó que gruñera celoso, apresurando las embestidas, su Alfa estaba eufórico, probando a su dulce Omega que respiraba agitadamente mientras sus agudos gemidos se elevaban cuando el rubio golpeaba con fuerza contra su cuerpo.

 

 

—Eres mío —gruñó con fuerza—. De nadie más.

 

 

—Sí, tuyo. ¡Ah, tuyo!

 

 

Albert se levantó un poco para admirar la escena que había causado, notando el hermoso cuerpo de Sorato transpirando y los labios rojos por las constantes mordidas.

 

 

Cuando el Alfa agarró sus caderas y las levantó un poco dio directo en el punto dulce de su Omega, haciendo que arqueara la espalda y diera un gritillo. La vieja madera crujió bajo el peso de ambos, y los gemidos ahogados completaban el sensual sonido, la fría ventisca entraba por la puerta medio abierta estremeciéndolos por el ambiente caliente que ambos tenían, el vaho salía de sus bocas.

 

 

Albert Sin compasión dio contra ese punto llevándolo al máximo, Sorato se contrajo y cerró los ojos, el pene de Albert se sentía cada vez más grande y caliente, se estaba quedando sin aire. El nudo se estaba agrandando y Sorato gimió quedito queriendo sentirlo más.

 

 

—Mhmm.

 

 

—¿Quieres mi nudo? —jadeó.

 

 

Sorato solo asintió perdido en la bruma del placer, las penetraciones se hicieron lentas, pero con una fuerza brutal que los dejó gimiendo a ambos.

 

 

De un momento a otro Sorato arañó la espalda de Albert, dejándose ir, contrayendo su entrada al correrse y dejando atrapado a Albert.

 

 

—Respira, tranquilo —jadeaba contra su boca.

 

 

—T-tu nudo…

 

 

Albert sonrió sinceramente sin dejar de comerse con los ojos a Sorato, volvió a penetrarlo, dispuesto a llegar a su fin y darle su nudo. Golpeó fuertemente su pelvis y sintió su nudo crecer, se introdujo con fuerza y Sorato se quejó al sentir el nudo expandirse por completo dejándolos abotonados.

 

 

Albert gruño fuertemente aplicando más presión del que debía en las gloriosas caderas de su omega y sorato gimió sumiso y entregado, abriendo más las piernas y ladeando su cuello, esperando una mordida que completara en apareamiento.

 

 

La corrida de su Alfa se liberó en su interior y Sorato se dejó caer al suelo sin fuerzas, su pecho subía y bajaba rápidamente mientras lloriqueaba por el dolor en su entrada al ser estirada.

 

 

—Shh, todo está bien… —Albert se jaló un poco y Sorato gimió con dolor—. Perdóname…

 

 

Se sentía tan lleno del semen de Albert, llevó su mano a su vientre y suspiró. El calor había bajado trayendo consigo un golpe de realidad.

 

 

El musculoso cuerpo de Albert estaba encima suyo mientras seguían anudados, había entregado su primera vez, aquella que había guardado con tanto recelo, sin embargo, no pudo quejarse cuando Albert lo beso con tranquilidad para después tocar suavemente su vientre.

 

 

—Me darás hermosos cachorros.

Notas finales:

gracias por leer y espero saber que les parecio.

espero verlo el proximo martes ahora sin falta.

les quiero y tambien respondi a sus rw.

nos vemos

dar clik para ver.

imagen del cap.

el lugar donde estan.

 


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