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El sexto camino por yue-sama

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Notas del capitulo:

lo siento mucho por no contestar rw, es que no eh tenido tiempo...

prometo esta vez si contestar.

gracias por el apoyo que me dan.

les quiero mucho, aqui el cao.

El frío se coló dentro del pequeño templo roído por el tiempo, haciendo que Sorato temblara y abriera suavemente sus ojos, estaba muy cansado y un poco adolorido, lo habían hecho hasta muy tarde en la noche y apenas había dormido unas horas. Se había entregado sin control ni frenos a su Alfa.

Su madre estaría tan avergonzada de él, tenía que haber hecho las cosas bien, tuvo que haber huido en lugar de suplicar, pero las cosas ya estaban hechas, él realmente sentía algo muy fuerte por Albert y no lo iba a negar.

Se sentó lentamente, el suelo del templo estaba sucio, vio hacia atrás notando a Albert dormido, su Alfa era hermoso, fuerte mandíbula, cabellos dorados que caían en cascadas, ojos grises y feroces, y por supuesto un cuerpo grande y fuerte.

Miró por la puerta abierta, notando las hermosas flores que llenaban los alrededores, además de la pesada niebla que le daba seguridad y misterio a ese templo que él había olvidado.

Cuando volvió a temblar sintió la suave seda de la camisa de Albert en sus hombros, vio hacia atrás notando que su Alfa estaba poniéndole su ropa para que no aguantara más frío.

—¿Estás bien? —preguntó Albert—. ¿La necesidad se fue?

—Sí —dijo apenas, estaba tan avergonzado.

Albert se sentó atrás suyo —no sin antes haberse puesto su pantalón—, abrazando con suavidad el pequeño cuerpo que había reclamado y hecho suyo, notando orgulloso como las marcas de besos y mordidas se veían claramente. Estaba tan tentado a volver a olerlo y besarlo.

Los dos vieron hacia afuera cuando la lluvia comenzó a caer, Sorato suspiró y se recostó contra Albert, su cabeza se apoyó en su hombro y el Alfa beso suavemente su cabeza.

—¿Podremos estar juntos? —después de un largo silencio Sorato se había atrevido a romperlo.

—Sí, podremos estar juntos … Si no te importa la persona que soy.

—Eres Issei, mi Alfa…

—Soy un asesino —afirmó—. Maté a muchas personas, Sorato.

Lo sintió crisparse entre sus brazos, pero ningún comentario salió de sus rosados labios.

—Gente que merecía morir…

—Gente inocente… —el silencio volvió a reinar—. Por eso te dije que no podía vivir con mi pasado.

—Estabas en misión, lo entiendo.

—Lo entiendes, ¿así como lo de tu padre?

—Sí —dijo bajito—. Ya no eres el mismo —murmuró.

—¿Qué? —preguntó Albert.

Entonces Sorato se volteó sin salirse del apretado abrazo que tenían, y lo miró como pudo a los ojos, observando la tormentosa culpa que Albert tenía.

—Que ya no eres ese Albert viejo, tú ya no harías eso…

—Pero… las cadenas son pesadas y mis pecados más.

—Quisiera ayudarte con esa carga.

—¿Por qué eres tan precioso? —Sorato se sonrojó y recibió un dulce beso—. Ya no me alejaré de ti.

Sorato se recostó de nuevo y suspiró, se sentía bien, se sentía cómodo estando ahí, aunque estuviera pegajoso.

—¿Tu celo no acabó muy rápido? —preguntó Albert.

—Yo también lo creo, pero no estoy seguro de lo que pasó.

Sorato acunó su vientre y Albert lo notó, haciendo que sonriera ante la idea de su Omega con sus cachorros en el vientre- Gruñó suavemente y Sorato jadeó, sí, eso definitivamente completaba su vida, al fin se sentía en paz.

—Vamos a estar bien.

Albert acarició con ternura el vientre de su Omega.

Pasaron un rato viendo la lluvia caer, necesitaban volver a la aldea antes de que se preocuparan por ellos.

—Estamos en el templo de un dios errante… o eso era lo que decían mis padres. Hace mucho tiempo se adoraba a este dios y se rezaba en este templo, pero las bendiciones tardaban en llegar, así que los creyentes dejaron de rezar y el dios nunca más apareció. Muchos dijeron que él se fue de estas tierras, así que este templo quedó en el olvido.

—¿Lo conocías?

—Cuando era un crío jugaba mucho aquí, no sé cómo pude olvidarlo.

—Me gusta mucho —declaró Albert—. Debería ser nuestro lugar secreto.

—¿El lugar de los amantes? —sonrió Sorato embelesado por la risa ronca que Albert lanzó.

—Sí, el lugar de los amantes.

 

 

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La lluvia cesó mientras Albert y Sorato tomaban una ducha rápida, para luego volver al pueblo. Sorato llevaba el kimono mojado gracias a la lluvia, en el calor del celo se les había olvidado recoger sus ropas cerca del pozo.

El Alfa rubio sonrió al ver a su Omega correr hacia el refugio para cambiarse antes de enfermar y él lo esperó como un bobo sonriente afuera, pero una fuerte mano se posó en su hombro asustándolo.

—Issei, Yamamoto te llama.

Albert siguió al Beta llegando a una de las casas reconstruidas, se quitó los zapatos antes de entrar y fue directo hacia Yamamoto, lo había visto muy poco después de la muerte de Kai, pero seguía siendo el mismo Alfa imponente que te daba la impresión de ser un gran guerrero.

Un guerrero que nunca perdería la sabiduría.

—Mi hijo dejó esta carta para usted señor Albert —dijo Yamamoto—. La encontramos entre las cosas donde él había estado.

—¿Una carta? —asintió.

—No la hemos abierto, supongo que Kai tenía algo muy importante que decirle.

Albert agarró la carta y salió del cuarto para ir a un lugar más privado donde pudiera leerla. Tuvo valor para abrirla notando el poco contenido, la mancha de tinta le demostró que estuvo en apuros cuando la hizo y sintió un nudo comenzar a formarse.

 

 

“Albert, mi situación no es la mejor, alguien quiere entrar a la casa para matarme, y creo que están a punto de lograrlo, atranqué la puerta, pero eso no los detendrá.

 

 

Tienes que saber algo… algo que no podré decirte con vida, tal vez si estás leyendo esto quiere decir que pasé al otro lado o que esté muy malherido.

 

 

Por favor… cuida de Sorato, su nombre lo dice todo Criatura celestial,él es una rosa entre las espinas y hace que el momento más oscuro se llene de luz. Lo siento mucho querido amigo, me enamoré de tu destinado, fue el Omega más hermoso quien arrebató mi corazón, pero respeté su lazo, ustedes eran destinados y yo lo respeté, aun cuando desde el momento en que lo vi me quitó el aliento, pero supe que era para ti y no para mí y lo acepté.

 

 

Quiero que sepas que estoy orgulloso de ti y tengo un último deseo, si tienes un hijo ponle mi nombre…

 

Dile a Sorato que me perdone si hice algo estúpido al despedirme y tú hazlo feliz, algo que yo nunca podré.’’

 

Y ahí la carta se cortaba abruptamente. Albert apretó el papel entre sus manos, sonrió nostálgico y no supo cómo reaccionar, Kai, tan buen Alfa hasta el último momento, no se equivocó al pensar que Kai podría hacer feliz a Sorato si él se iba.

—Lo siento —susurró dolido.

Si él hubiera estado ahí, habría podido evitar eso, pudieron haber hecho un montón de cosas. Quiso llorar, era lo último que le quedaba de él, ahora comprendía porque Sorato había quedado tan mal después de su muerte.

—Lo siento tanto, Kai.

 

 

*

*

*

 

 

—Genpachi —llamó Yamamoto.

—¿Si señor?

—¿Sabes algo de Kotaro?                                     

—Él viene en camino con la información que usted requirió.

—Bien, cuando vuelva a la villa por favor hazlo venir de inmediato.

—Sí, mi señor.

Sin embargo, el aviso no fue necesario ya que un caballo se escuchó afuera de la casa y poco después el revuelo se hizo presente. Por la puerta de la habitación apareció Kotaro, iba agitado y rojo por el esfuerzo que había hecho, su cabello estaba desordenado por el viento al haber ido a todo galope, además apretaba fuertemente sus katanas.

—¿Traes noticias?

—Sí, Yamamoto-sama.

—¿Son malas?

—Lamento decir que sí.

—Genpachi, convoca a todos los samuráis.

El Beta asintió y salió rápidamente de la habitación.

 

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La voz de Genpachi avisaba sobre la reunión que Yamamoto quería hacer, varios samuráis comenzaron a movilizarse rápidamente y Albert tuvo que doblar la carta y guardarla entre sus ropas, se levantó y comenzó a caminar hacia donde todos iban.

¿Qué estaba pasando?

Vio a Sorato salir del refugio y correr también en la misma dirección que el resto de los guerreros y entonces apresuró el paso, llegando justo a tiempo, pocos segundos antes de que Yamamoto comenzara a hablar, se acercó lentamente hacia Sorato para poder estar más cerca de él.

—Como sabrán, envié a Kotaro hace una semana a la capital a buscar información y trajo con él malas noticias.

—El gobierno piensa atacarnos.

—Así que he decidido que iremos a la batalla —gruñó Yamamoto—. Lucharemos por nuestro honor.

Y así todos los samuráis gruñeron y gritaron dándole la razón al Alfa líder, entonces Yamamoto fijó sus ojos en Albert y este asintió.

Albert miró hacia Sorato y pudo ver el miedo en sus bellos ojos, luego sus miradas conectaron, Sorato se acercó rápidamente a él y agarró su mano.

—¡Lucharemos hasta el fin y moriremos con honor!-grito kotaro.

—¡¡¡Si!!! —gritaron todos, sellando así su trágico destino

Notas finales:

quien creen que ya es legal? yo!!

acabo de cumplir 18 estoy muy contenta.

espero saber que les parecio el cap, nos vemos el proximo martes.


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