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El sexto camino por yue-sama

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Notas del capitulo:

hola!! primero que todo quisiera decir que me enferme y por ese motivo no subi cap, y otra cosa que me esta pasando es que la inspiracion se me va y me cuesta mucho sacar un cap, llevo dos fic al mismo tiempo y es algo que ultimamente me ah quitado la inspiracion-nunca me habia pasado, asi que quisiera decir que comenzare a actualizar una semana si, la otra no... espero me entiendan.

como me apollaron con los personajes aqui se los traigo, de verdad muchas gracias por querer ver los personajes con mis ojos.

sorato, sorato.

albert, albert

kai

yamamoto, yamamoto

kotaro

Ai y nozomi

natsuki

kaoru

haruma, haruma

.

 

 

—¿Te han dicho que eres muy insistente?

 

 

—Me lo dices cada día que me acerco a ti.

 

 

—¿Quieres que te golpee de nuevo? —amenazó Sorato.

 

 

El Alfa más joven vio a Sorato con sus hermosos ojos celeste llenos de miedo mientras retrocedía unos pasos, haciendo que Sorato sonriera con suficiencia, y es que la última vez le había roto el labio sin querer, pero estaba claro que nunca le diría a Haruma que ese golpe había sido accidental o de lo contrario nunca se lo sacaría de encima.

 

 

Recordaba bien que ese día había estado entrenando kendo muy alejado de la villa para no lastimar a nadie con sus prácticas, además de querer evitar que recordaran los días brillantes de los samuráis y los entrenamientos que hacían por las mañanas, sin embargo, no se había percatado de que una sombra lo seguía, Haruma se había escabullido en silencio hacia donde él estaba.

 

 

Sorato se había asustado al sentir el suave roce en su cuello y sin más había levantado su katana, golpeando el labio de Haruma de lleno con la tsuka de su katana, Haruma había caído al suelo sobre su trasero, llevándose las manos a la zona lastimada y notando que su sangre no paraba de salir.

 

 

Claro que él apenas se disculpó por el formidable golpe, el crio lo había asustado después de todo, no había sido 100% su culpa.

 

 

Y ahora, ahí tenía a su pequeña sombra —o no tan pequeña—, así que lo vio con fiereza y se alejó de él para seguir adentrándose en el bosque en busca de plantas medicinales y otras tantas para poder hacer té.

 

 

—¿Por qué aún me persigues? —dijo aburrido, aunque por dentro se sentía más seguro con la presencia de Haruma tras su espalda, las heridas emocionales que habían quedado nunca se irían, su vida no había sido tan fácil después de todo.

 

 

—Porque no quiero que nada malo te pase, la era Meiji todavía no es segura.

 

 

Sorato siguió su camino sin detenerse ocultando su sonrojo, estaba realmente mal sentir cosas por Haruma cuando su Omega todavía estaba en duelo, pero el chico era tan dulce, era todo lo que alguna vez buscó en un Alfa.

 

 

—Te recuerdo que puedo defenderme solo.

 

 

—Y no lo dudo, pero… quiero hacerlo.

 

 

—Eres lindo.

 

 

Sorato sonrió de lado y vio la emoción en los ojos del Alfa al escucharle decir eso.

 

 

—¿En serio? ¿¿¡En serio!?? —brincaba de un lado a otro.

 

 

—Ahora, aléjate.

 

 

Y Haruma hizo un enorme puchero, pero después sonrió disimuladamente, Sorato era precioso ante sus ojos, un pedazo de cielo tal como lo decía su nombre, estaba completa e irremediablemente enamorado de ese ser tan bonito.

 

 

Con tranquilidad lo vio recoger las hierbas medicinales y algunas frutas, el solo se encargaba de su seguridad y de velar porque nada le pasara. Espero a que terminara para que volvieran a la villa.

 

 

—¿Kaoru está bien?

 

 

—Sí, lo está —mencionó Sorato—. Es un niño feliz y comprensivo.

 

 

—¿Esa rata es compresiva? —murmuró sorprendido Haruma—. Casi me mata porque por mi culpa se escapó la gallina.

 

 

—Quizá tenga sus motivos —sonrió bajito. Su hermanito podía ser muy celoso.

 

 

—¿Qué motivos? —preguntó inocente, pero Sorato no contestó—. ¿Siempre serás todo misterios?

 

 

—Tal vez algún día abra mi corazón para ti —dijo suave—, pero tienes que entender que tuve una historia antes de ti, y esa historia ha quedado grabada en mi cabeza —acarició lentamente la cabeza de Haruma—, y mi cuerpo —tocó sumamente el pecho contrario—. Todo es muy reciente para dejar ir esa historia que todavía siento arder a fuego vivo.

 

 

Haruma había cerrado los ojos al sentir las sutiles caricias en su cuerpo y había suspirado tembloroso al escuchar la suave voz llena de melancolía y dolor, sabía bien a qué se refería Sorato, todos en la villa lo sabían, el extranjero y Sorato habían sido pareja y la tragedia los golpeó a ambos.

 

 

—Espero poder ser esa agua que calme el ardor que tienen tu mente y corazón —abrió sus ojos celestes y besó suavemente la mano que todavía estaba en su pecho.

 

 

Sorato acarició la mejilla del Alfa y se alejó lentamente para seguir caminando, quizá Haruma tenía razón, tal vez así el viento contaría una nueva historia, con un nuevo principio donde él, sería nuevamente feliz.

 

 

*

*

*

—Sora-nii.

 

 

—¿Qué? —mencionó este al agarrarse el cabello para hacer la comida.

 

 

—¿Por qué Saori-chan se ve tan bonita?

 

 

Sorato se atragantó un poco con su saliva al escuchar a su hermanito decir eso, tuvo que voltear a verlo y se llevó la sorpresa de su vida, su pequeño Kaoru retenía la minúscula mano de la cachorra de Ai y Nozomi mientras la miraba con mucho anhelo.

 

 

—¿Acaso Saori-chan te gusta?

 

 

Rápidamente Kaoru la soltó y lo volteó a ver con los mofletes completamente rojos, luego brincó y comenzó a negar con nerviosismo, Sorato se quedó boquiabierto, a su hermanito le gustaba una bebé. Dios mío, ¿qué iba a hacer?… Aun no quería hablar de esos temas con él, no cuando era tan joven.

 

 

Lo jaló hacia él abrazándolo fuertemente.

 

 

—¿Por qué estás creciendo tan rápido? —murmuró—. Siempre vas a ser mi cachorro.

 

 

Kaoru se dejó querer, le gustaba cuando Sorato lo acariciaba, lo hacía sentir en paz, después se separó y con decisión le dijo.

 

 

—No importa que tan grande sea, Sora-nii, ¡siempre seré tu cachorro!

 

 

—Espero que sigas diciendo eso cuando crezcas —dijo con risas flojas—. No querrás ni que me acerque.

 

 

Kaoru arrugó el ceño, ¿por qué no querría que Sorato se le acercara? Su hermano mayor debería estar loco si pensaba que se iba a alejar de él, sin embargo, cuando quiso replicar vio como Sorato se ponía a hacer la comida para la pequeña Saori, así que dejó que su hermano trabajara en paz mientras él se encargaba de cuidarla, Nozomi y Ai habían salido del pueblo, así que habían dejado bajo el cuido de los hermanos Shiraoka a su pequeña cría.

 

 

Más tarde ese mismo día, Ai había llegado muy feliz con una gran caja, y fue entonces que Sorato supo que algo no estaba bien.

 

 

—Toma, esto es un regalo por cuidar a mi Sao-chan —dijo feliz la Omega al agarrar a su bebé para juguetear con ella, Sorato agarró la caja y la abrió, viendo dentro de ella un deslumbrante kimono, muy costoso para su gusto.

 

 

—No es que me queje del regalo —aclaró—, pero esto es demasiado por cuidar a mi sobrina, sabes que lo hago con gusto, así que una de dos, o me la piensas dejar a mí para que la crie o tienes algo entre manos y más te vale escupirlo.

 

 

Ai sonrió radiante, por lo que Sorato supo que traía algo entre manos, volvió a acomodar el kimono en la caja y la puso con delicadeza sobre la mesita de su sala.

 

 

—Bien, siempre descubres todo ¿no? En unos días la villa volverá a hacer un festival ¿y qué crees?

 

 

—No lo puedo creer —bufó—. ¿¡Me has metido a bailar de nuevo!?

 

 

—¿Por qué no? ¡Si te gusto mucho! Yo creo que podrías ser un excelente bailarín, además, este año vendrán muchas personas de afuera, tal vez puedas lanzarte a la fama.

 

 

Sorato se quedó sin habla y vio de nuevo la caja, ¿bailar? ¿De nuevo?

 

 

—Pero qué cosas…

 

 

—Te lo aseguro… Por cierto, el director del teatro Naoyama vendrá a verte.

 

 

—¿Qué? —se alarmó.

 

 

—¿Qué crees que fui hacer este día? Hable con él, sabes que a mí me dio la gran oportunidad de sobresalir con el shamisen.

 

 

Sorato sonrió, su amiga era única y buscaba con tanto esmero su bienestar y felicidad, le agradeció por sus esfuerzos, ahora él tenía que practicar y dar lo mejor de sí mismo.

 

 

*

*

*

 

 

El día había llegado y Sorato estaba sumamente nervioso, cuando la música comenzó a sonar supo que era su momento de salir, llevaba puesto el hermoso kimono, aunque esta vez decidió ser natural, así que nada de maquillaje acompañaba sus hermosas facciones.

 

 

La canción que él y Ai habían tocado estaba sonando, esa canción que su madre les había enseñado cuando eran niños, para él era un honor bailarla, el abanico acompañó sus suaves movimientos junto a la música.

 

 

El shamisen y los tambores, el sonido de las flautas y el koto, era todo lo que necesitaba para dejarse ir y bailar con todo el corazón y la pasión que tenía. Podía sentir todas las miradas en él, el festival se había llenado y aunque estaba nervioso se dejó envolver por la melodía.

 

 

Sus manos se movían con sutileza y el abanico parecía bailar con el viento, todos ahí podían apreciar el baile, en esos tiempos de cambio que el país estaba pasando las viejas costumbres se habían olvidado un poco, la modernización había llevado a toda la gente muy lejos de sus raíces y ver tan bello baile les recordó que el Japón feudal todavía seguía vivo y que era importante resguardar lo que una vez fue su manera de vivir y ahora pasaría a llamarse cultura.

 

 

Cuando Sorato finalizó el baile todos aplaudieron y lanzaron exclamaciones, Sorato respiraba rápidamente y un poco avergonzado hizo una reverencia al público.

 

 

Ai estaba muy emocionada por él, lo sabía, así que volteó y sonrió hacia ella, ¿qué habría hecho sin su amiga? Fue un pilar en su vida para no caer, detrás de ella vio los tiernos ojos de Haruma y su corazón se aceleró, se abrió paso por la gente con intención de ir directo a donde Ai, pero una pequeña mano, arrugada y con manchas de vejez le impidió el paso, pudo oler que era un Omega —ya anciano—, que le sonreía amablemente para luego presentarse.

 

 

—Soy Naoyama Ryota, director del teatro Naoyama.

 

 

—¡Oh! Mucho gusto —dijo rápidamente Sorato—. Soy Shiraoka Sorato.

 

 

—Fue un hermoso baile, pude sentir todas las emociones que usted sintió, fue muy expresivo, de verdad me gustaría presentar su baile en mi teatro, seguro usted será buscado, tiene una belleza sin igual, me recuerda a mí en mis años de juventud.

 

 

Sorato sonrió avergonzado y a su vez muy feliz, no pensaba que el director del teatro fuera un Omega. Con unas palabras más acordaron el día en que exhibiría su baile, para después hablar con más claridad sobre sus presentaciones.

 

 

Fue directo hacia Ai y le contó lo que había pasado, ambos se pusieron a dar pequeños saltitos por la felicidad, en eso sintió una fuerte mano apoderarse de la suya y jalarlo un poco, Haruma lo veía con fuego en los ojos, se dejó arrastrar por él, ya no le importaban las cosas, estaba demasiado feliz como para negarlo.

 

 

Cuando estuvieron alejados en el bosque, Haruma le acomodó el cabello lacio que se había salido de su cola y aprovechó para tocar su suave piel provocando que Sorato suspirara.

 

 

—Estuviste hermoso en el baile.

 

 

—¿Lo crees?

 

 

—Bueno, con sinceridad te trabaste con el kimono y casi te caes, pero tenía que ser educado.

 

 

Sorato lo miró ofendido para después reírse libremente, contagiando al Alfa con su risa, caminaron con sus manos entrelazadas hacia la casa de Sorato y cuando llegaron, sin poder evitarlo, Haruma lo acorraló contra la puerta y forzó por un momento sus labios, Sorato sintió un golpe de realidad, estuvo a punto de escabullirse, pero en medio de su pánico, pudo sentir los temblorosos labios del joven Alfa y el cómo cerraba con fuerza sus ojos.

 

 

Parecía que era su primer beso y Sorato sintió una calidez en su pecho al saber que con infinita inocencia le había regalo ese beso, acarició la mandíbula tensa y movió suavemente los labios haciendo que Haruma jadeara, Sorato sintió tristeza al saber que sus labios no encajaban tan bien con los de Haruma como algún día si encajaron con los de Albert.

 

 

Se separó con sutileza y vio los brillantes ojos de Haruma.

 

 

—Gracias —susurró.

 

 

—Puedo pasar a tu casa…

 

 

—¿Qué? —murmuró sorprendido—. No eres tan inocente después de todo ¿eh? —se burló.

 

 

—N-no —tartamudeó—, no planeo hacer nada de eso, solo quiero dormir con tu aroma entre mis brazos.

 

 

Asintió suavemente después de pensarlo mucho, ya era hora de madurar y dejar de negarse a todo, necesitaba seguir adelante, y aunque Albert nunca le dijo que fuera feliz… sabía que el rubio lo desearía a pesar de todo. Le desearía toda la felicidad del mundo y si ese Alfa que estaba entrando a su casa podía dárselo sabía que Albert le daría su bendición.

 

 

Al entrar fueron directo al futón y se recostaron en él, nadie se quitó nada, simplemente se acurrucaron juntos, y, como si fuera una cría pequeña, Sorato acarició lo largos cabellos de Haruma viendo como el sueño se apoderaba de él, y cuando estaba por dormirse respiró con cariño sobre su cuello, deleitándose con su aroma, Sorato se sonrojó furiosamente y se dejó oler… Qué extraño era estar con otro, pero con la calidez que el otro cuerpo desprendía y el suave aroma a tierra mojada que tanto le gustaba se dejó ir.

 

 

Cuando despertó fue simplemente por los gritos de su pequeño hermano combinados con los de su amiga, abrió los ojos confundido y se removió entre los brazos que lo tenían firmemente agarrado.

 

 

La luz de la mañana le pegó directo en la cara haciendo que se tapara los ojos, los golpeteos insistentes en su puerta y los llamados de ambos hicieron que se levantara rápidamente sin tener cuidado de no despertar a Haruma, este por su parte, gruñó suavemente al sentir como el Omega se levantaba bruscamente para abrir la puerta de su casa.

 

 

Los vio confundido, Sorato pensaba que algo malo había pasado, pero al ver a su amiga conteniendo el aire no supo cómo reaccionar.

 

 

—¿La villa está en peligro?

 

 

—No. No —gritó Kaoru.

 

 

—¿Entonces qué demonios pasa? —bramó el Omega.

 

 

—Mensajeros y comerciantes dijeron ver a una cabellera rubia venir en esta dirección, Sorato —dijo Ai sin aliento—. Creo que… creo que es él…

 

 

El mundo de Sorato paró, sus lágrimas quisieron aflojarse y aflorar de sus ojos, apretó su kimono y llevó una mano a su pecho, donde su corazón latía dolorosamente rápido, si era un error y no era Albert la desilusión lo mataría. Sin importar nada más salió sin siquiera ponerse sus geta, corrió sintiendo la tierra bajo sus pies hacia la entrada de Akinoyo.

 

 

La respiración se le cortaba y las ansias llenaban cada pedacito de su cuerpo.

 

 

Cuando al fin llegó al inicio de la villa, las lágrimas cayeron de sus ojos y sin consuelo se abrazó a sí mismo, tan cerca y a la vez tan lejos, miraba el fantasma que por tanto tiempo buscó en el mismo lugar donde estaba parado, Albert… su Albert caminaba al lado de un caballo.

 

 

El sol hacía que su cabellera rubia brillara con cierto encanto de oro y sus ojos grises miraban directo hacia él, sus piernas fallaron mientras daba una fuerte bocanada.

 

 

Albert había regresado después de tanto tiempo.


 
 
 

Notas finales:

tambien comentar que conteste sus rw, de verdad muchas gracias por el apollo a este fic.

espero les gustara, y quisiera saber que pensaron, me odiaron? les gustaron los personajes?

si tienen una duda por favr hacerla, les quiero mucho.

dar clik para ver.

kimono

tsuka

video del baile de sorato.

 

1)  La Era Meiji (明治時代 Meiji Jidai) o Período Meiji (23 de octubre de 1868 - 30 de julio de 1912) denota los 45 años del reinado del emperador japonés Meiji. Durante este período, el país comenzó su modernización y occidentalización erigiéndose como potencia mundial.

 

Sora= Cielo, to= Persona. Nombre Sorato= Ángel/Criatura celestial

nos vemos

 


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