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El sexto camino por yue-sama

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Notas del capitulo:

hola mis buenas personas!! como han estado?!

aqui les vengo con un cap y espero que les guste.

ya conteste sus rw y muchas gracias por todo.

sin mas el cap.

Cuando ambos estuvieron frente a frente no hubo palabras, las lágrimas no le dejaban ver bien a Albert, pero cuando la fuerte mano de su Alfa se posó en su brazo, toda, absolutamente toda su piel, se erizó mientras que su Omega se retorcía de felicidad. Al fin… al fin se sentía en casa.

 

 

Tanto tiempo deseándolo, tanto tiempo esperándolo y por fin ahí estaba. Estaba tan agradecido con los dioses por no haberle quitado a Albert, por permitir que el fantasma estuviera ahí, acariciándolo y dejándole oler de nuevo ese aroma a leña y canela que se había salido de su sistema hace mucho.

 

 

Quería restregarse con violencia y fervor contra el fuerte cuerpo del Alfa, necesitaba tanto estar cerca. Albert rugió un poco fuerte y enterró su cara en su cuello, sintiendo la misma necesidad que Sorato, necesitaba llenarse del aroma del otro, saber que todo era real y que no era una mentira o un sueño.

 

 

—¡Sorato! —eso fue lo único necesario para hacerlo salir del trance—. ¡Aléjate de él!

 

 

La dulce voz de Haruma se había distorsionado por el enojo, Sorato quiso voltear a verlo para decirle que todo estaba bien, pero Albert se había tensado, agarrándolo con violencia contra él y jaloneando su brazo, por lo que no pudo evitar lanzar un gimoteo de dolor.

 

 

Albert le rugió a Haruma, el desafío entre los dos Alfas estaba en el aire, quizá Albert pensaba que Haruma era una amenaza, y estaba seguro de que Haruma pensaba lo mismo.

 

 

Su reacción fue muy lenta, no fue consciente de nada hasta que sintió un brusco empujón que le hizo caer directo al suelo, sin embargo, se levantó apurado para ver como los dos Alfas se revolcaban en el suelo golpeándose fuertemente.

 

 

¿¡Qué demonios les pasaba a ambos!?

 

 

Rápidamente Albert se puso encima de Haruma, golpeando sin compasión al joven Alfa, este gruñía buscando liberarse y cuando lo logró le dio un fuerte golpe con el que consiguió voltear la cara al rubio. Ambos gruñían con furia emanando un fuerte aroma a enojo, tan agrio y pesado.

 

 

Varios habitantes de la villa habían salido a ver al escuchar el alboroto, todos miraban asustados como esos dos se molían a golpes.

 

 

—Basta —dijo Sorato—. ¡¡Basta!! ¿¡¡Qué les pasa!!?

 

 

Sorato se acercó rápido para tratar de parar los golpes, pero Albert lo fulminó con la mirada y sometió a Haruma contra el suelo demostrando su poder.

 

 

Aléjate —demandó con la voz y Sorato retrocedió asustado, la maldita voz que odiaba de los Alfas, nunca pensó que Albert la ocuparía con él, pero lo hacía para protegerlo de sus golpes y los de Haruma.

 

 

Vio como Haruma lo miraba y sintió un pinchazo en su corazón, Haruma estaba peleando por él…

 

 

Con una fuerte determinación Haruma le dio un codazo a Albert dejándolo una vez más en el suelo, y cuando todo parecía indicar que nuevamente se descontrolarían Sorato avanzó sin importarle lo que Albert había dicho y corrió hacia Haruma deteniéndolo, podía escuchar los fuertes rugidos que venían desde su pecho, ambos Alfas continuaban alerta, desafiándose con la mirada, pero Sorato agarró suavemente su cara e hizo que lo viera, los azules ojos de Haruma pasaron del enojo a la calma, tenía que tranquilizarlo.

 

 

—Perdona por haberme ido así… —pudo notar los cortes de la pelea, la sangre que brotaba suavemente por los golpes, la rasgada camisa de su pecho y su largo cabello desordenado, afortunadamente Haruma asintió suavemente, otorgándole su atención—. Tuviste que haberte asustado al verme salir de esa manera.

 

 

—Lo estuve, pensé que algo te había pasado… me dejaste solo tan rápido que me dio pánico.

 

 

—…

 

 

—Sorato —llamó suavecito—, ¿él te estaba haciendo daño? —Sorato negó y apartó la mirada—. ¿Es él…? ¿Es el Alfa por el cual sufrías? ¿El que esperabas por tanto tiempo sentado? ¿¡Es él!? —subió la voz, pero aun así no logró que Sorato lo mirara a los ojos, ¿por qué no lo hacía? Comenzaba a desesperarse—. ¡Mírame y contesta! P-por favor.

 

 

No fue capaz de evitar que su voz se quebrara y Sorato al fin lo miró, sus hermosos ojos miel lo miraban con tristeza, pero noto algo más en ellos, tenían un brillo que denotaba felicidad y armonía. Suspiró lloroso y se alejó, no tenía que esperar una confirmación de sus labios, ¿por qué confirmarle algo que se apreciaba a simple vista? ¿Qué otro Alfa extranjero tenía el cabello rubio sino el Alfa de Sorato? Era lógico.

 

 

Se sintió estúpido por comenzar una pelea en la que él nunca podría ganar, así que simplemente se alejó, Sorato quiso detenerlo, pero él solamente huyó de ahí antes de que sus lágrimas cayeran sin remedio por sus mejillas, prefirió evitar avergonzarse de esa manera.

 

 

El amor dolía tanto.

 

 

*

*

*

 

 

Sorato miró con tristeza como Haruma se iba sin decir más, ¿cómo enfrentarlo? ¿cómo decirle que todo iba a salir bien? Si ni siquiera él sabía lo que le esperaba. Volteó con suavidad para ver a Albert mirándolo, ambos se debían muchas explicaciones, necesitaban hablar y sacar todos los secretos a la luz.

 

 

—Ven, vamos a mi casa.

 

 

Albert asintió sin más e hizo una reverencia a las personas que estaban en su camino, algunas parecían recordarlo y le devolvían gustosos las reverencias con sonrisas impresas en sus rostros, sin embargos otros no lo hacían, había pasado tanto tiempo desde que estuvo en Akinoyo, una villa que ya no reconocía, habían logrado sobrellevar todo el dolor y ahora brillaba más que nunca, no quedaba nada de la pequeña villa a donde él fue llevado como preso de guerra.

 

 

Cuando vio una pequeña casa con un hermoso jardín supo que era de Sorato, su Omega estaba tan bello como lo recordaba, tan hermoso como lo conoció, tan suyo como lo sintió. ¡Diablos! Se moría por abrazarlo y poder besarlo, pero tenía que tener paciencia, tenían tanto de qué hablar.

 

 

Sorato entró y él lo siguió con cuidado, con curiosidad buscó en los alrededores tratando de encontrar a un pequeño cachorro suyo y de Sorato, pero no había nada, escuchó la suave risa de su Omega y se volteó a verlo.

 

 

—Se lo que buscas, pero no... No pude concebir a un cachorro.

 

 

Albert no demostró la pequeña desilusión que esa noticia le dio, pero eran jóvenes, podían seguir intentándolo. Se acercó a Sorato y acarició sus pálidas mejillas, que poco a poco agarraban calor bajo sus manos.

 

 

—Está bien…

 

 

Sorato tragó saliva pesadamente, su voz ronca y el perfecto japonés lo dejó muy quieto, cuanto extrañaba aquel torpe Alfa con su torpe acento extranjero.

 

 

—Ven, siéntate, iré por té.

 

 

El rubio se sentó y Sorato rápidamente fue por el té, al volver se acercó de nuevo a él entregándole una taza para luego, finalmente sentarse

 

 

Cuando ambos estuvieron sentados uno cerca del otro, nadie dijo nada, hasta que al fin el ambiente tenso fue roto por el Alfa.

 

 

—Tengo que disculparme contigo… me esperaste por mucho tiempo y yo te fallé terriblemente, pero tienes que saber que todo el tiempo pensé en ti, no hubo noche ni día en el cual no estuvieras en mi mente. Eras toda mi motivación para seguir vivo…

 

 

—Te fuiste tanto tiempo, temí que estuvieras muerto.

 

 

—Y lamento no haberte enviado una carta… Después de que todos perecieran en el ataque, fui el único sobreviviente, me llevaron y atendieron las heridas de gravedad, no dejaron que muriera. Cuando al fin tuve una mejoría me metieron preso, supongo que es entendible, después de todo era un rebelde que estaba en contra del gobierno. Pasé meses ahí, no permitieron que te buscara.

 

 

—¿Cómo saliste?

 

 

—El emperador me llamó en persona, uno de los ministros me pidió disculpas por lo que había pasado, no podía caminar Sorato, una bala perforó un músculo de mi pierna y el movimiento en ella era casi nulo, necesitaba ayuda médica, pero estando en la cárcel no podía hacer nada.

 

 

—El emperador te la dio.

 

 

—Sí, el me llamó y puse en alto el nombre de Yamamoto, después de todo fue su maestro, entregué sus katanas, y Okomura fue relevado de su puesto, de alguna manera logré hacer grandes cambios en la mentalidad del emperador… El me ayudó con la atención médica mientras yo le contaba cómo había vivido Yamamoto su vida y que tan hermoso era este lugar.

 

 

—…

 

 

—El tiempo que pasé lejos de ti no fue en vano, pero fue eterno para ambos… logré curarme cómo puedes notar, y además forjé una historia sobre Yamamoto que nunca se podrá olvidar. Ahora, un nuevo Japón surgirá y quiero pasar esa etapa junto a ti.

 

 

—¿Aun me quieres? —preguntó suavemente—. ¿Aun piensas estar siempre conmigo?

 

 

Albert se acercó rápidamente y lo abrazó, no podía soltarlo. No debía

 

 

—Ya cometí una vez el error de irme, no lo volveré hacer. Eres mío, eres mi destino y te quiero, mi corazón late fuerte al sentirte, cuando al fin pude verte nuevamente fue lo más hermoso que experimente. Eres todo para mí y sin ti, yo soy cenizas.

 

 

—Qué bonito hablas —rio tranquilo.

 

 

Sorato se zafó de sus brazos y se acercó a los labios del Alfa, Albert se sintió alegre y ardió en satisfacción, su Omega lo aceptaba de nuevo, sin más demora lo besó, quiso ser suave, quiso ser muchas cosas, pero la dulzura de Sorato no se lo permitió, sus besos eran agua para sus labios resecos.

 

 

Era reconfortante volver a probarlo, volver a sentir ese fuego que los quemaba a ambos, movió sus voraces labios contra los de Sorato haciéndolo gimotear un poco. Que bien se sentía tenerlo ahí, entre sus brazos mientras se entregaban a ese beso que les reconfortaba el alma.

 

 

—Te quiero tanto que duele —dijo Sorato sonrojado—, me devuelves el calor que perdí hace tanto tiempo, sin ti todo era tan gris y opaco.

 

 

Los ojos grises de Albert estaban fijos en él, sus manos inquietas se acariciaban y sus alientos se mezclaban. Los besos que reprimieron durante tanto tiempo estaban ahí presentes, el fuerte aroma de ambos combinándose de manera sublime.

 

 

Albert deslizó su mano para abrir un poco el kimono de Sorato, haciéndolo jadear, tan dispuesto para todo, y cuando tocó la suave piel que se erizaba bajo sus dedos la puerta fue abierta y tras eso entró el pequeño Kaoru que gritó al verlos tan juntos.

 

 

Ai entró pocos segundos después, sonrojándose al verlos y tapándole los ojos a Kaoru.

 

 

¡Diablos! Sorato avergonzado se alejó suavemente, acomodando su kimono y riendo con dulzura, Albert por el contrario bufó un poco, pero después sonrió, sí… al fin estaba en casa.

 

 

—¿¡Qué...!? ¿¡¡Qué es lo que te hacía Sora-nii!!? —gritó Kaoru.

 

 

—Cosas de adultos —respondió rápidamente Albert, ganándose una mirada fulminante del pequeño Alfa ahí presente.

 

 

—Tú, tú… —señaló a Albert—. ¡No te entregaré a Sora-nii!

 

 

Y dicho y hecho Kaoru se le colgó encima a Sorato haciéndolo reír fuertemente, Ai sonrió con dulzura al ver a su amigo tan feliz, hacía tanto que no le miraba tan radiante, Kaoru abrazaba a Sorato mientras miraba mal a Albert.

 

 

—Ya, ya… —dijo Sorato mirando a su hermanito.

 

 

—Debería caerme bien —dijo el niño en un secreto para su hermano—, le dio una paliza a Haruma, pero… no me cae bien.

 

 

Sorato sabía bien que tan celoso podía ser Kaoru con él, pero eso sí, cuando fuera su turno de celarlo lo iba a disfrutar tanto… Volteó a ver Albert y este sonreía radiante, ambos se levantaron.

 

 

—Pero dime Albert —habló Ai—, ¿¡por qué demonios atacaste a Haruma!?

 

 

Sorato se tensó, él también quería saber la respuesta a eso.

 

 

El rubio miró a su amiga mientras lo abrazaba por la cintura y enterraba su barbilla en el pequeño hombro de su Omega.

 

 

—Aun tienes que explicarme quién es él —susurró Albert contra el oído de Sorato y este asintió—. Él buscó pelea primero, después me di cuenta de que tenía el aroma de Sorato encima y mi Alfa se enojó… No pude controlarlo.

 

 

—Awww, escuchaste eso Sorato —dijo Ai enternecida—. ¡¡Estaba celoso!!

 

 

Sorato pudo ver como su Alfa se avergonzaba ligeramente, ahora entendía porque Albert lo había olido más de la cuenta, seguramente él también tenía el aroma de Haruma impregnado en su cuerpo, así como Haruma tenía el de él, era obvio que Albert solo había reaccionado a su instinto.

 

 

—Bien, llamaré a Nozomi, esto hay que celebrarlo, mi lindo amigo es feliz nuevamente.

 

 

—Cállate —pidió apenado.

 

 

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Es misma noche estaban celebrando y todos lo disfrutaban, comieron hasta ya no poder más y bebieron sake —con moderación—. el ambiente era perfecto, Sorato había estado sentado cerca de Albert mientras que Kaoru distraía sus ganas de matar al rubio jugando con la pequeña cría de Nozomi y Ai.

 

 

Cuando llegó el momento de que todos se retiraran a sus respectivos hogares, Sorato se puso a arreglar los platos para poder lavarlos, así que su amiga aprovechó la oportunidad para acercarse a él.

 

 

—Me llevaré al pequeño Kaoru con nosotros.

 

 

Sorato estuvo a punto de soltar los platos al escuchar eso, y no le hizo falta ver la cara de su amiga para notar la clara insinuación que esta le estaba haciendo, se sonrojó intensamente y volteó a verla indeciso y muy nervioso.

 

 

¿Estaba listo para compartir el lecho nuevamente?

 

 

Hasta hace poco había dormido ahí con su dulce Haruma… ¡Maldición! Estaba tan confundido… ya no sabía lo que tenía que hacer.

 

 

Asintió temeroso, Ai le sonrió y así sin más se fue dejándolo solo con Albert.

 

 

Cuando terminó todos sus deberes comenzó a buscar al Alfa en la casa hallándolo en el pequeño cuarto donde estaba el altar para sus padres y aquella armadura que había ocupado con valor en la batalla.

 

 

Lo vio rezándole a sus padres y se sintió orgulloso de él, el Alfa había aprendido sus costumbres, así que con calma miró como encendía los inciensos para ambos.

 

 

Cuando se levantó y vio a Sorato mirándolo se acercó hasta él, ambos se agarraron las manos y sin decirse nada se dirigieron al cuarto.

 

 

Albert se quitó la ropa con tranquilidad y Sorato lo miró atento, en la oscuridad del cuarto sus ojos grises brillaban como los de un felino y él se quedó sin aliento, era su Alfa, no tenía nada que perder y lo que había deseado por tanto tiempo al fin sería satisfecho… Adiós a la moral.

 

 

Con movimientos fluidos se desató el obi y dejó abierto el kimono, jaló suavemente la tela dejando su piel lechosa a la vista.

 

 

Estaba decidido… iba a apagar el fuego que había sentido durante tanto tiempo.

Notas finales:

muchas gracias por el apollo de verdad, son las mejores personitas que conosco.

espero saber que les parecio, por favor dejanme sus hermosos rw.

dar clik para ver.

albert -lo aguante para este cap, estan hermoso-

haruma-despues de como quedo en la pelea.

si tienen alguna duda por favor hacerla.

nos vemos

 


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