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El sexto camino por yue-sama

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Notas del capitulo:

hola mi buena gente!!

aqui estoy de nuevo, muchas gracias por leer y comentar, ya conteste sus rw, y estoy muy emocionada, es un cap que me gusta mucho y espero que a ustedes tambien.

sin mas aqui el cap.

Albert no pudo evitar ver toda la piel que iba quedando descubierta, realmente no esperaba más que dormir y acurrucarse el uno con el otro, y no es que fuera inocente, pero de hecho nunca espero que su Omega se volviera entregar a él ese mismo día.

 

 

Escuchó el tembloroso respirar de Sorato y supo que su mirada estaba haciendo estragos en la frágil valentía de su Omega, así que se contuvo de ser brusco, porque era él…

 

 

Era Sorato quien lo buscaba con necesidad y Albert estaba dispuesto hacer todo por él.

 

 

Cuando la tela cayó al suelo con un sonido sordo, contuvo la respiración notando como el cuerpo de su Omega había cambiado ligeramente, quizás fue después de que tuvieron sexo la primera vez, eso convirtió a Sorato en un verdadero Omega, sus caderas se habían ensanchado y por el contrario su cintura era más fina, por supuesto que la esbeltez de todo su cuerpo lo tenía casi jadeando, es que estaba precioso, y sus manos ardían en deseos de posarse en toda esa piel.

 

 

Sorato caminó hacia él y no fue sino hasta que estuvo pegado a su cuerpo que recordó que tenía que respirar.

 

 

¡Ah! Como amaba el aroma de su Omega, sabía bien cuánto lo había extrañado, esa sutil esencia de orquídeas envolviendo toda la extraña belleza de ese mundo, y, no podía pedir más.

 

 

—Te extrañé tanto —Albert formuló las palabras pegándolo más a su cuerpo y susurrándole suavemente al oído, haciéndolo estremecer.

 

 

—Yo igual —dijo apenas, metiendo su cabeza suavemente entre las ondulaciones del cabello de Albert, restregándose con sutileza contra la piel del pecho de su Alfa.

 

 

Rápidamente las manos de ambos buscaron algún soporte, Sorato puso las suyas sobre los hombros del rubio mientras que Albert, a su vez, las colocaba en sus caderas, esas hermosas caderas que esperaban ansiosas por un toque más íntimo.

 

 

—¿Vas a amarme? —jadeó contra la piel del Alfa.

 

 

—Como nunca antes. Me sentirás en tu piel por días —prometió besando suavemente sus mejillas, que agarraron calor bajo sus labios.

 

 

Con manos temblorosas comenzó a bajar por la espalda contaría sintiendo los fuertes músculos contraerse, delineó el tatuaje disfrutando sentirlo ya que la primera vez todo había sido confuso, prácticamente puro instinto, Sorato apenas recordaba con claridad todo lo que había sentido, pero, ahora… ahora todo era real, todo era tan nítido y poderoso.

 

 

Bajó hasta poder tocar la parte trasera y Albert sonrió contra su cuello al sentir la timidez de Sorato al tocar sus nalgas, agarró las suaves manos e hizo presión con ellas, Sorato jadeó con voz rota, estaba tan avergonzado, claro que su Alfa no estaba desnudo y solo sentía sus nalgas sobre la ropa, pero…

 

 

—No tengas pena —dijo Albert—, mi cuerpo es tuyo para que experimentes nuevas cosas.

 

 

—Vas a ser mi perdición —farfulló el Omega.

 

 

—Yo debería decir eso.

 

 

Agarró su cabeza y atrajo sus labios para besarlo, sus labios chocaron y comenzaron a moverse, el labio inferior de Sorato quedó atrapado entre sus labios y decidió morderlo suavemente mientras acariciaba con sus grandes manos su cuello, haciéndolo gemir.

 

 

—Me estoy quedando sin aire —dijo entre el beso—, creo que mi Omega está demasiado feliz, me duele el pecho.

 

 

—Y yo no puedo estar más feliz por eso… Mi Alfa me está volviendo loco, desea tanto dejarte una cría en el vientre.

 

 

Sorato se puso rojo sin remedio al escuchar eso, Dios… ¿Cómo Albert podía decir esas cosas sin avergonzarse y ponerse rojo como él? ¿Una cría suya y de Albert? Hace mucho que lo quería así. Sonrió escondiendo su cara en el pecho de su Alfa, dándole pequeños besos.

 

 

Con sutileza, Albert lo separó de su cuerpo y dio un beso lento sobre su cuello, haciéndolo jadear, para después recostarse en el futón esperando a que Sorato fuera con él.

 

 

El Omega se inclinó sobre Albert sentándose en sus caderas y vio la enorme sonrisa del rubio, así que se inclinó más para poder besarlo, este agarró sus caderas para comenzar a frotarse entre sí. Sorato gimió al sentir como el miembro de su Alfa comenzaba a ponerse duro bajo su cuerpo, el fuerte aroma de excitación comenzó a llenar el cuarto haciéndolo jadear y buscando más contacto, su sensible piel comenzaba a calentarse pidiendo por más, su entrada comenzaba a humedecerse y por un momento le preocupó manchar la ropa de su Alfa, quiso levantarse, pero resultó imposible cuando Albert gruñó y presionó más ambas pelvis.

 

 

—Ahh —gimió suavemente, viéndolo a los ojos.

 

 

Albert llevó uno de sus manos hacia el cabello de Sorato y con algo de fuerza agarró su cola, logrando ver fuego en esos bonitos ojos, al momento las caderas de ambos comenzaron a frotarse con más ánimo y los jadeos de Sorato aumentaron al sentir el suave roce del pene de Albert en su zona más sensible, mordió su labio inferior con algo de fuerza y cerró los ojos, echando su cabeza hacia atrás.

 

 

Albert gruñó suavemente al sentir lo húmedo que su Omega estaba, lo podía sentir a través de la tela que todavía le faltaba quitarse. Pasó sus manos por los esbeltos hombros y fue bajando por esa hermosa espalda hasta toquetear un poco su cintura, logrando un deleite sin fin al notar como su Omega buscaba placer con él.

 

 

Se levantó y abrazó a Sorato contra sí, buscando rápidamente sus labios, sus lenguas danzaron juntas y aunque ninguno de los dos buscaba rendición Sorato se la concedió completamente y Albert jadeó, se separó y buscó su cuello, podía sentir la pequeña capa de transpiración sobre su piel, besó húmedamente el lugar donde pronto estaría su marca de unión, su lazo… El lazo que siempre los haría uno, ante todo.

 

 

Gustoso chupó fuertemente mientras maltrataba con sus dientes la sensible piel haciendo gemir más fuerte a Sorato, que no podía evitar agarrarse con fuerza de él al sentirlo ahí, enviciado con su punto, provocando que mostrara más su cuello en señal de total entrega y confianza. Albert lo pegó más a él y tocó suavemente su entrada.

 

 

—P-por favor…

 

 

—¿Qué es lo que quieres mi Omega? —dijo ronco, su poderosa voz llena de excitación.

 

 

—A ti…

 

 

Albert metió lentamente el primer dedo y Sorato contuvo el aire, durante tanto tiempo había pensado en eso, en el fuego que ambos producían, quizás las cosas eran diferentes cuando no estaban en celo —principalmente porque no dilataban fácilmente ni lubricaban mucho—, por eso Albert estaba siendo tan cuidadoso con él.

 

 

Sintió bajar esa hermosa boca hacia su pecho, sus pezones desde hace mucho estaban erguidos, así que Albert agarró uno con sus labios mientras tomaba el otro entre sus dedos, sin detener el suave vaivén que tenía a Sorato moviendo las caderas en busca de más. Cuando el pezón se endureció por completo en su boca Albert lo liberó y vio enrojecer la piel de Sorato, junto con el leve temblor de sus muslos y sus gemidos contenidos.

 

 

—¿Acaso estás cerca de llegar? —murmuró bajo, nuevamente cerca de su cuello.

 

 

Sorato tuvo un espasmo y apretó los dedos que estaban en su interior, asintió sin poder hablar y cuando Albert agregó un tercer dedo él arqueó la espalda y se dejó ir, su pecho subía y bajaba tratando de llevar aire, ese había sido su primer orgasmo consciente y se sintió arder, aún sentía pequeñas corrientes eléctricas en su vientre y su cuerpo completamente sensible.

 

 

Sintió como Albert lo dejaba sobre el futón, tenía los ojos cerrados y estaba agitado, pero lo sintió acomodarse contra él y aunque su espalda estuviera contra el pecho de Albert se sentía bien, cuando la fuerte mano de su Alfa agarró su muslo para abrir sus piernas se dejó hacer, sintió la resbaladiza cabeza del pene de Albert en su entrada, listo para empujarse contra él y marcar una nueva línea de éxtasis.

 

 

Empujó sus caderas para atrás haciendo que Albert entrara un poco y ambos gimieron. La estrechez de Sorato junto a lo cálido y húmedo de su entrada hicieron que Albert se mordiera los labios y ronroneara fuerte, sus labios abrasadores besaban la suave espalda de su Omega, y aun cuando estaban de lado como una cucharita sentía que podía tocar todo de Sorato, así que se introdujo lentamente en el hasta que las nalgas de Sorato rozaron contra su pelvis.

 

 

—¿Estás bien bonito?

 

 

—Ahh, mmh… A-Albert…

 

 

—Sí amor, aquí estoy.

 

 

Lo abrazó por la cintura y comenzó a moverse, sin prisa ni brutalidad, se acoplaban tan bien. Albert tembló y se erizo, no había nada igual, no podía creer que tan perfecto se sentía contra su cuerpo, sus penetraciones tomaron un poco de fuerza y mientras un brazo estaba en su cintura el otro agarraba la pierna estirándola para dejarle entrar con facilidad.

 

 

—Y-yo… —jadeaba y gemía mientras sentía como el pene de su Alfa le llenaba fuertemente, nunca se había sentido tan lleno.

 

 

—Tranquilo —susurró—, aquí estoy.

 

 

Sorato buscó la mano de Albert y la agarró fuertemente mientras se arqueaba más contra su cuerpo y las embestidas se hacían vigorosas, la húmeda entrada dejaba que la penetración fuera fácil, Sorato se sintió feliz, por fin sabía lo que era sentirse amado, estaba acalorado, pero feliz.

 

 

La mano que había tomado nunca le soltó, permaneciendo juntas hasta el fin.

 

 

Los dientes de Albert traspasaron un poco su piel, haciéndole saber que eso era una promesa, la promesa de que un día ahí estaría su marca, Sorato gimió fuertemente al sentirlo, no lo pudo evitar se vino de nuevo y jadeó con la voz rota, dos orgasmos y sentía su cuerpo plácido y sin fuerza. Cuando sintió una presión en su entrada supo que Albert estaba por anudar, agarró más fuerte la mano contraria y cerró los ojos, Dios estaba tan ansioso…

 

 

Cuando el nudo se agrandó completamente en su interior fue doloroso, era grande y le estiraba tanto, pero el suave arrullo que Albert le dio fue todo lo necesario para que dejara de sollozar y se pegara más a su cuerpo, el semen de su Alfa lo llenaba y hacía sentir su vientre caliente y repleto.

 

 

Se dejó caer agotado contra el rubio y este se frotó suavemente contra su mejilla.

 

 

—Estoy cansado…

 

 

—Duerme —susurró.

 

 

—¿No te irás? —preguntó con los ojitos casi cerrados.

 

 

—No —afirmó—, vine para quedarme.

 

 

—¿Y ser f-feliz conmigo?

 

 

Albert sonrió con ternura al ver al hermoso y fiero Omega tan desprotegido y asintió, aunque sabía que Sorato ya se había dormido, lo abrazó con más fuerza y besó la marca que había dejado.

 

 

*

*

*

 

 

Unos días después Sorato estaba listo para viajar al teatro del señor Naoyama, algo que le hacía tanta ilusión no iba a ser apartado por la llegada de Albert, así que, aunque al rubio no le pareció mucho, aceptó que Sorato fuera con un pequeño polizón, nada más y nada menos que Haruma.

 

 

El joven Alfa había pedido el perdón de ambos por su actitud y además solicitó ir como guardaespaldas de Sorato, y aunque a Albert no le gustara en lo más mínimo eso, sabía que Sorato tenía que arreglar las cosas con él, así que dejó sus instintos de Alfa a un lado y se permitió dejar ir a Sorato con Haruma.

 

 

Cuando comenzaron el viaje a la capital, Sorato sonrió nostálgico al recordar cómo es que había regresado a Akinoyo, viendo el mismo camino y los mismos templos.

 

 

—Nunca había salido de Akinoyo —murmuró Haruma.

 

 

—Es muy bello afuera, aprenderás cosas nuevas conmigo —sonrió Sorato viendo la incomodidad y tristeza de Haruma.

 

 

—Sí, eso espero —dijo suavemente.

 

 

—Te compraré muchas cosas, lo que quieras —estaba feliz, todo en su vida estaba tomando forma, Haruma sonrió.

 

 

—Mmhm —asintió.

 

 

Claro que, aunque el viaje a la capital no era tan largo llegaron un poco cansados, y ya que era de noche durmieron en un pequeño hostal, sin embargo, al día siguiente fueron directo al teatro donde Sorato tenía la audición.

 

 

Y aunque el Omega estuvo nervioso durante su presentación, lo hizo hermoso y lleno de pasión, recibió una ovación del pequeño jurado que le miraba mientras que Haruma estaba feliz viéndolo realizar sus sueños.

 

 

Cuando salieron del lugar Sorato estaba radiante y había abrazado Haruma sin pensarlo dos veces, había conseguido un lugar en una obra que se realizaría en poco tiempo.

 

 

—Me alegro por ti de verdad.

 

 

—¡Ven vamos a comer!

 

 

Y así aprovecharon el día para poder visitar lugares y comprar algunas cosas, llegando a un pequeño puente con un claro y hermoso río.

 

 

—Haruma tenemos que hablar —dijo con suavidad.

 

 

—Lo entiendo ahora —dijo—. No tienes porqué disculparte, tú nunca quisiste aceptarme y ahora entiendo por qué.

 

 

—No quiero sonar duro ni…

 

 

—No tienes por qué darme explicaciones. Fui muy egoísta, solo quería arrancarte las esperanzas de que Issei volvería para que te quedaras conmigo. Nunca quise aceptar la posibilidad de que él volviera, fui yo quien me cegué ante ti, fui yo el único que te amo sin fin y fui yo el único tonto infeliz.

 

 

Sorato iba hablar de nuevo, pero Haruma lo abrazó fuerte, tan fuerte que le hizo sentir que algo no estaba bien, por un momento la tristeza lo invadió, ¿por qué sentía ese abrazo como el último que Haruma le daría? ¿Por qué sintió al separarse que esa hermosa sonrisa que le daba sería la última que vería?

 

 

¿Por qué sintió qué “Te ves precioso” sería el último susurro que oiría de él?…

 

 

Quiso llorar, quiso retenerlo y abrazarlo, pedirle que lo perdonara, decirle que no quiso lastimarlo. Quiso decirle tantas cosas, decirle que se quedara a su lado, pero… ¿Qué tan egoísta se podía ser?

 

 

Se mordió el labio viendo como Haruma se movía de un lado a otro para luego gritar un suave “Volvamos”

 

 

Sorato asintió y caminó hacia él para regresar al hostal, claro que cuando cayó la noche y Sorato dormía en su cuarto Haruma lloraba en el suyo y se daba fuerzas, había sido bonito mientras duró, la belleza que admiró siempre estaría en sus recuerdos.

 

 

Se levantó de la esquina en donde estaba, agarró su equipaje, las katanas que le había robado a su padre, la ropa que había empacado y los regalos y únicos recuerdos que, con el tiempo, le quedarían de Sorato, así, decidió ponerse en marcha, sabía que no iba a ser feliz si veía todos los días un amor que no pudo ser. No podría madurar y dejar todo en el pasado si no se iba.

 

 

Con la tristeza de su alma dejó una carta bajo la puerta de Sorato y apagó las velas de su lámpara para abandonar el hostal, con gran pesar, pero en completa paz.

 

 

Quizás el tiempo supiera del destino que Haruma tendría…

 

 

Miró al cielo y sollozó, ¿por qué demonios sentía que dejaba su corazón ahí? Limpió sus lágrimas y caminó lejos de ahí.

 

 

Lejos del que consideró su primer amor.

Notas finales:

aqui hay una imagen de sorato

sorato!

espero les gustara, espero saber que les parecio. si hay dudas por favor hacerlas.

nos vemos 


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