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El sexto camino por yue-sama

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Notas del capitulo:

muuchas gracias a esas tres personitas por comentar!!

espero que les guste este cap, y tambien quisiera saber si quieren conocer a los personajes?

que disfruten.

Sorato decidió dar un paseo por su pueblo, quizás ya era hora de dar la cara ante todos, además, tenía que hacer algo muy importante, esparcir las cenizas de su padre.

 

 

Llegó a la casa de Hayate y tocó la puerta suavemente, una Omega ya mayor abrió.

 

 

—Disculpe la intromisión —dijo Sorato—, pero vengo por las cenizas de mi padre.

 

 

—Oh Shiraoka-san —dijo ella—, de verdad lamento lo de su padre…

 

 

—Muchas gracias.

 

 

Esperó a que la Omega llevara el pequeño tarro y se lo entregara, él lo agarró con sus manos temblorosas y se fue con paso decidido de ahí, todavía recordaba el camino que había compartido con su padre para llegar al lago fantasmal.

 

 

Claro que de fantasmal no tenía nada, solo era un nombre que Sorato le había puesto.

 

 

“—Sorato, mi niño, cuando muera quiero que mis cenizas descansan aquí.”

 

 

Y claro que eso iba a hacer, si ese era el último deseo de su padre lo haría.

 

 

Subió las escaleras de piedra y atravesó un bosque, el clima siempre estaba frío pero el compartía un gusto por ello, abrazó más el tarro contra sí, el camino estaba algo escondido, más para los niños curiosos que querían conocer el lago.

 

 

Cuando llegó, seguía siendo el mismo lugar de hace tanto tiempo, una belleza tenebrosa, se mostraba ante él, el torii se veía negro por la niebla del lugar.

 

 

Recordó cuántas veces su madre había tocado el koto y el shamisen en el mismo lugar donde él ahora estaba parado, cuánto su papá le había hecho corretear de aquí para allá. Estar solo le traía mucha nostalgia.

 

 

—Kami-sama por favor —dijo haciendo una reverencia al lago.

 

 

Se decía que ahí vivía un dios, que protegía al pueblo y por eso cada cierto tiempo hacían un festival en su honor, ahora iba a dejar lo que quedaba de su padre con ese dios y esperaba que lo recibiera con los brazos abiertos.

 

 

 

Destapó la urna y se acercó con cuidado al agua, abrió su kimono y lo subió, se quitó los calcetines y dejó sus geta de lado metiéndose al agua.

 

 

Estaba fría como el hielo, su piel se erizó por completo mientras dejaba caer el contenido de la urna al agua, sintiendo como un pedazo de él se iba junto a las cenizas de su padre y se permitió llorar, cuando termino de hacerlo, salió lentamente del agua y se ordenó un poco.

 

 

Volvió a hacer una reverencia y se dio la vuelta, no podía ponerse los calcetines con los pies mojados así que iba descalzo, los geta y calcetines iban en sus manos, no le importaba mucho ensuciarse, siempre había sido un chico salvaje después de todo.

 

 

El sonido de los pajarillos y el suave viento lo reconfortó, el olor de la yerba recién mojada hacía que su olfato se deleitara y el terrible lodo bajo sus pies le recordaban a su niñez.

 

 

Cuando al fin llegó a su pueblo no esperó ver a algunos samurái reunidos a las afueras de la casa de Hayate y para su desgracia tenía que pasar por ahí para llegar a la suya.

 

 

Varios lo vieron —era imposible no hacerlo—, y se distraían de la charla que se estaba dando y Sorato solo quería salir corriendo de ahí pero una mirada lo dejó quieto, ahí estaba su Alfa, con sus cabellos rubios al aire y una simple yukata.

 

 

—Ey —le llamaron y Sorato brincó—, ven aquí.

 

 

Notó que era Kai el que le hablaba y tuvo que acercarse un poco.

 

 

—Hola —saludó.

 

 

—Hola —dijo Kai sonriente—. ¿Quieres que te presente a los chicos?

 

 

—Oh no… yo iba de paso, tengo que… tengo que… —no sabía qué decir.

 

 

—Oh vamos, no tienes que hacer nada —insistió Kai.

 

 

—Ya déjalo —rugió alguien a sus espaldas y Kai se tensó.

 

 

—Lo siento Issei —dijo tranquilo—, solo hablaba con tu Omega.

 

 

Sorato tomó nota mental, el Alfa rubio se llamaba Issei, algo raro en un extranjero, ese no era su nombre verdadero.

 

 

Issei se acercó al Omega y olió su cabello, Sorato se dejó, después de todo era reconfortante sentirse cerca del otro, el aroma de cada uno les embriagaba el alma.

 

 

—Estas lleno de lodo —dijo suavemente con un torpe acento japonés, Sorato quiso sonrojarse pero simplemente sonrió.

 

 

—Sí, así es —confirmó—. Me gusta hacer eso…

 

 

—Eres especial —dijo en su idioma natal y Sorato no pudo entenderlo del todo.

 

 

—¡Sorato! —llamaron de lejos y vio a Ai afuera de su casa y supo que algo pasaba, se apresuró en llegar, sabía que después le pediría disculpas a su Alfa, su amiga estaba ahí algo roja del esfuerzo que había hecho al correr.

 

 

—¿Qué pasa?

 

 

—Es… mira, bueno yo…

 

 

—Ai… por favor dime ¿qué pasa?

 

 

—Tu hermano por fin despertó…

 

 

Sorato no comprendió, ¿que su hermano qué?

 

 

Él no tenía un hermano, no podía ser…

 

 

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Entró a un pequeña choza y ahí estaba, un pequeño bebé de tres años estaba ahí, como si nada, era la viva imagen de su padre y sabía que sería un fuerte Alfa. El chico había estado enfermo y hasta ahora se había recuperado.

 

 

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —reprochó Sorato a su amiga.

 

 

—Apenas acabas de llegar, no sabía cómo decírtelo. ¿Estás molesto? No solo conmigo, por todo.

 

 

—No lo estoy —dijo tranquilo—, mi papá tenía derecho a amar a otra mujer aparte de mi madre, él todavía era joven…

 

 

El chiquillo pronto se puso a llorar llamando la atención de Sorato, este se acercó rápido y tomó su manita suavemente, era increíble tenía un hermanito pequeño. Lo chineó y comenzó a arrullarlo, quizás el nene estuviera ya grande pero sabía que un arrullo con cariño tranquilizaba a cualquiera.

 

 

—Eres muy bueno en eso —dijo ella.

 

 

—Lo sé —sonrió—. ¿Y su madre?

 

 

—Ella murió al darlo a luz, tu padre nunca pudo marcarla y eso afectó su embarazo.

 

 

—Oh Dios, ¿por qué no lo hizo?

 

 

—Amaba mucho a tu madre, no podía marcar a otra persona, sabes que tu madre fue la única. Su destinada.

 

 

El bajó la cabeza triste, lo sabía. Acarició el suave pelo castaño que tenía su hermano, quizá después de todo no estaba solo.

 

 

—¿Y tata? —dijo suavecito el niño.

 

 

—Papá no volverá… pero yo te cuidaré.

 

 

El niño lo miró confundido pero luego se acurrucó más contra él.

 

 

Tendría que experimentar la maternidad más rápido de lo que pensó.

 

 

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—¡Ya encontraste al pequeño Kaoru!

 

 

—¿Kai? —el Alfa lo vio—. ¿No tienes otra cosa más que hacer?

 

 

Sorato estaba tratando de lavar ropa pero Kaoru estaba corriendo de un lado al otro y Kai estaba molestando, comenzaba a irritarse.

 

 

—Claro que tengo mejores cosas que hacer —sonrió—, pero te dije que te cuidaría.

 

 

—Oye —lo miró serio—, se cuidarme no necesito que estés tras de mí.

 

 

—No lo creo Omega —sonrió burlón.

 

 

—Comienzas a caerme mal. ¡Llamaré a Nozomi para que te eche de aquí!

 

 

—¿El artesano? No lo creo Sorato, ¡soy un espadachín de primera!

 

 

—Si claro.

 

 

—¿No me crees? Te lo demostraré cuando quieras —se jactó el Alfa parándose y enseñando sus músculos.

 

 

Sorato lo miró y comenzó a reír haciendo que el orgullo del Alfa se doblara un poco por lo que se sentó de nuevo en suelo

 

 

—Tú sí que sabes dañar el orgullo de un Alfa.

 

 

—Nozomi siempre me lo decía.

 

 

—Pequeño Omega insufrible.

 

 

—Mejor vete a ver a tus compañeros, tal vez te necesitan.

 

 

—Está bien pero con una condición.

 

 

—Haber ¿cuál?

 

 

—Que a partir de mañana comiences el entrenamiento con katanas para que te sepas proteger solo.

 

 

Sorato sonrió y asintió.

 

 

—Hecho, ahora vete y déjame con Kaoru.

 

 

El Alfa sonrió y se fue de ahí, Sorato salió corriendo detrás de su hermano al ver que este casi caía al suelo, apenas comenzaba y ya se sentía agotado.

 

 

¿Qué pasaría cuando tuviera a sus propios cachorros?

 

 

Mi Dios, ni lo quería imaginar.

 

 

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—¡Kaoru! ¡Kaoru no! —dijo firme—. ¡¡Detente!!

 

 

Pero no pudo evitar que su revoltoso hermanito saliera de la casa azotando la pobre y débil puerta de su casa, no tuvo tiempo de arreglarse el cabello, ni su ropa o siquiera poner sus getas, salió corriendo tras él para alcanzarlo.

 

 

Vio a lo lejos como su hermano chocaba contra alguien y como ésta lo agredía, tuve que correr más rápido.

 

 

—¡Niño estúpido esto es seda! —gritó encolerizada la chica al pequeño niño.

 

 

—Lo siento mucho, por favor suéltalo —dijo jadeando Sorato—, solo es un niño.

 

 

—Vaya, vaya, pero que tenemos aquí —dijo la chica—. Si es el niño que dejó el pueblo. Nada más que Sorato.

 

 

Y fue ahí que Sorato la miro mejor, era delgada, alta y hermosa, y supo quién era, esa chica siempre había sido despiadada con todos, sabía que tenía un corazón oscuro.

 

 

Jaló a Kaoru y lo puso tras su cuerpo.

 

 

Las pequeñas manos de Kaoru rodearon sus piernas, tenía que tranquilizarlo.

 

 

—Lo siento mucho Natsuki, mi hermano es muy torpe pero no lo hizo a propósito.

 

 

—¡Ja! De tu familia lo espero todo.

 

 

Sorato quiso golpearla pero se calmó, delante de él estaba una de las mejores geishas del distrito, lo sabía al verla maquillada y perfectamente vestida, quiso sentir envidia pero se contuvo.

 

 

Pudo ver cómo a lo lejos estaba su Alfa hablando con Yamamoto, se movían de un lado al otro y su mirada jamás los dejó.

 

 

—¿Qué? ¿Te gusta ese extranjero? —dijo venenosa—. No sabes quién es ¿no?

 

 

Sorato la miró extrañado, claro que no sabía quién era.

 

 

—¿De qué hablas?…

 

 

—Ese extranjero que ahora se pasea alrededor de nosotros es un enemigo.

 

 

Sabía que era raro ver a un extranjero ahí, pero de eso ¿a que fuera el enemigo? Estaba confundido y la chica solo sonrió.

 

 

—Ese de ahí —señaló al Alfa—, mató a tu padre.

 

 

Y todo el mundo se le congeló.

Notas finales:

espero ver sus comentarios, para ver si les gusto.

dar click en la palabra para ver.

koto

paisaje

nos vemos pronto.


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