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El sexto camino por yue-sama

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Notas del capitulo:

muchas gracias a todos por dejarme sus hermosos comentarios, tambien ya los respondi.

me da energias de seguir con esta historia.

Meses atrás…

 

 

Contar un poco de mi vida sería revelar la parte más oscura de mi ser…

 

 

Era un simple héroe de guerra en mi país, un americano que malgastaba su vida y sabía que estaba mal, me lo repetía todos los días… ¿Hasta cuándo Albert? ¿Hasta cuándo vas a seguir siendo el sucio Alfa que eres?

 

 

Recuerdo muy bien todo lo que mis manos han hecho, toda la sangre de guerras injustas, de la muerte de inocentes, todo el peso sobre mis manos. Soy… bueno, era un general.

 

 

En las noches no puedo dormir por escuchar los gritos, soñar con sangre, sentir la culpa invadir mi cuerpo… ¡Mierda! Había acabado con una raza casi completa de indígenas, todo porque yo debía cumplir las órdenes. Mi pelotón y yo lo habíamos hecho y no hay día en el que no me arrepienta por haber matado a tanta gente inocente, gente que me había abierto los brazos, confiados, los que me enseñaron su lengua y sus costumbres, aquellos que me habían dado comida y ropa, mientras que yo simplemente los había traicionado de la peor manera.

 

 

Agarré la botella de ron que tenía en la mano y le pegué un gran trago, a la mierda la vida, a la mierda si estoy borracho, solo quiero olvidar… no quiero recordar nada.

Todos me creen un héroe por haber cometido esa masacre y yo no puedo repudiar más ese título, después de eso y decepcionado de mí mismo, me recluí y abandoné todo, para convertirme en un simple borracho que derrochaba su poco dinero en putas y bebidas. Vivo en el bar de mala muerte en donde estoy y podría reírme de mí, si fuera posible.

 

 

De pronto, sentí una mano posarse en mi hombro, miré en esa dirección encontrándome con una cara muy conocida que no quería volver a ver.

 

 

—El gran Albert Wolfrosses sentado en la mesa de un burdel de Omegas, interesante vida amigo mío.

 

 

—Vete —rugí.

 

 

—También me da gusto de verte.

 

 

Bien, tenía que admitir que él no era malo pero me traía recuerdos de mi pasado. Cuando sus ojos verdes se posaron en mí tuve que hacerle caso.

 

 

—¿Qué quieres?

 

 

—Ofrecerte un trabajo.

 

 

—Sabes que me retire hace…

 

 

—¡Lo sé! ¡Pero es una gran oportunidad Albert!

 

 

—No lo sé…

 

 

—Ganarás muy bien…

 

 

Definitivamente necesitaba el dinero, qué más daba… si ya la había cagado muchas veces en mi vida, ¿qué más podría pasar?

 

 

—Bien…

 

 

—¡¡Oh amigo!! Seremos tú y yo en otra aventura.

 

 

—Cállate Tom.

 

 

—Vámonos.

 

 

Se levantó animado, su pelo rojo brillaba mucho y sus ojos verdes eran cálidos, era un Alfa, igual que yo, quizá no más fuerte pero intimidaba tanto como yo lo hacía.

 

 

Habíamos sido compañeros de caza hace años, cometimos bastantes crímenes que si bien a él pueden no causarle remordimientos, a mí sí.

 

 

Lo seguí un poco hasta que llegamos a un restaurante muy caro para mi gusto, ¿a quién demonios íbamos a ver? ¿A la monarquía?

 

 

Joder…

 

 

—¿Cómo demonios sabías dónde estaba?

 

 

—Te estuve siguiendo desde hace unos días, tu rutina es la misma.

 

 

—Mierda… —me quejé—. ¿No ves que estoy borracho?

 

 

—No tanto, así que vamos.

 

 

No tuve de otra más que entrar, toda la gente ahí iba elegante y yo… yo simplemente tenía harapos a comparación de esa ropa.

 

 

Traté de arreglar mi cabello rubio hacia atrás y cuando Tom se acercó a una mesa pude distinguir a dos hombres con fisionomía asiática… ¿Qué demonios hacían dos asiáticos aquí?

 

 

Del otro lado de la mesa vi a esa maldita serpiente. William había sido mi superior, él había hecho que cumpliera todas las putas órdenes que ahora me carcomen todas las noches, lo miré con rabia, mi Alfa quería arrancarle el cuello de un mordisco y el aire pesado no ayudaba.

 

 

Un gruñido parecía querer nacer en mi pecho, listo para ser lanzado pero Tom agarró mi hombro y me sentó en la mesa, por lo que supe que todo iba a estar mal. Miré a ambos hombres asiáticos, uno era un Alfa y el otro un simple Beta. Esperé que alguien dijera algo.

 

 

—Buenas noches Albert —dijo William haciendo que se me revolviera el estómago—. Es un gusto tenerte aquí.

 

 

—Quisiera sentir lo mismo —dije cortante, vi como William me mataba con la mirada.

 

 

—Estamos aquí por negocios ¿no? —dijo Tom con ojos brillantes.

 

 

—Sí, así es —dijo el Alfa asiático—. Mi nombre es Okomura Kaito y él es mi asistente, Tanaka Naoto.

 

 

Ambos hicieron una reverencia y yo me quede ahí tratando de entender, su acento era muy marcado, hasta podía parecerme gracioso.

 

 

—¿Son chinos? —dije sin pena.

 

 

Ambos asiáticos me miraron muy mal y me reí en sus caras haciendo que se enfadaran más, Tom volvió a agarrar mi hombro por lo que me calmé mientras William seguía tratando de cortarme con la mirada.

 

 

—Somos japonéses —respondió Okomura—, y queremos hacer negocios con ustedes.

 

 

—Bien, como el señor Okomura dice, quieren nuestros servicios para poder entrenar a soldados japoneses para una guerra que se puede dar en cualquier momento contra los rebeldes.

 

 

—¿Rebeldes? —preguntó Tom.

 

 

—Samurais —dijo Okomura—. Nuestro Japón quiere reformarse pero esos samuráis no dejan que eso pase, están tratando de parar todo. El líder Yamamoto Morita tiene que caer primero.

 

 

No lo podía creer, ¿me estaban pidiendo matar a alguien de nuevo?

 

 

Agarré el vaso con vodka y lo tomé, ellos me vieron mal al ver que no paraba.

 

 

—¿Cuánto es la paga? —preguntó Tom.

 

 

—200 a cada uno —dijo Okomura satisfecho con el precio.

Si pensaban que yo iba a volver por tan poco estaban mal, tenía que hacer que valiera la puta pena.

 

 

—500 —dije yo y tanto Okomura como Tanaka me vieron incrédulos—, a cada uno y cuando finalicemos 200 más —finalicé.

 

 

A Tom le brillaron los ojos y yo me sentí satisfecho al ver como todos ahí perdían la calma.

 

 

—Shitsureina hito (personas groseras) —dijo rápido el Beta y Okomura asintió.

 

 

—Bien me voy, ya que no me quieren.

 

 

Me levanté de ahí, no me iba a quedar a que me insultaran en otro idioma, aún con mis sentidos adormecidos por el alcohol, pero tan rápido como me levanté Okomura aceptó.

 

 

Cerramos trato y Tom declaró todo su amor hacia mí por haberle conseguido esa cantidad de dinero y yo lo único que queria hacer era dormir y nunca más despertar.

 

 

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Al día siguiente agarramos el primer barco hacia Japón, ¿cuántos días iba a tener que estar en este barco? ¿Meses pensando en lo que voy a hacer?

 

 

Mierda.

 

 

Más tortura personal.

 

 

***

 

Al llegar a Japón todo parecía ser tan irreal.

 

 

El monte Fuji me había dado le bienvenida casi de inmediato, la costa estaba llena de pescadores y ventas para los turistas o personas que volvían a sus tierras después de mucho tiempo, personas esperando a su familiares, y yo, que bajé con mi pequeño cargamento de ropa desastrosa y recuerdos de la aldea y la raza que destruí.

 

 

Lo olores a mar y pescado me revolvieron el estómago pero me contuve.

 

 

Okomura hizo que nos llevaran en dos carretas extravagantes hasta llegar a una casa muy grande. Fue ahí donde la verdadera belleza fue descubierta por mis ojos, pasillos largos, hierba verde, flores hermosas que cubrían el lugar, árboles llenos de flores rosas y pequeños lagos ahí dentro.

 

 

 

—Trabajo para su majestad, el emperador —dijo Okomura—, ahora se instalaran es este lugar y comenzarán el entrenamiento lo más rápido posible.

 

 

—Como quieras —dije mientras me iba.

 

 

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El día siguiente había sido un caos, miraba a los pobres japoneses tratando de disparar o tan siquiera levantar el arma.

 

 

Era desastroso, no tenían oportunidad de sobrevivir si iban a una guerra.

 

 

—¡Bien perros sarnosos! —grité—. ¡¡Tienen que mover su trasero para poder mejorar!!

 

 

Si bien la mayoría de los japoneses no me entendían, había traductores que si lo hacían y les gritaban lo mismo que yo. Todos ahí parecían asustados, tanto Alfas como Betas me miraban con miedo y algo desconcertados.

 

 

¿Qué? ¿Acaso no los trataban así? ¿Qué demonios les pasaba?

 

 

—¡Apúrense! —me respaldó Tom.

 

 

Ambos estábamos tratando de hacer mejorar a estas personas para que no murieran en un combate próximo, William ayudaba también, para eso se le pagaba pero yo trataba de no acercarme mucho, simplemente no podía compartir su mismo aire.

 

 

Los días pasaron muy rápido de hecho, mi mente estaba ocupada y en las noches estaba tan cansado que dormía. Varios habían mejorado mucho con las pistolas y eso me tenía más aliviado.

 

 

Iba caminando hacia mi recamara cuando un pequeño Omega se me acercó y me tendió un par de libros, los agarré y le sonreí, el hizo una reverencia y se fue de ahí, les había pedido que me dieran libros sobre las historias de los samurais, no sabía a qué demonios me enfrentaba, ¿qué tipo de rebeldes eran y porque hacían todo eso?

 

 

Tan solo necesité abrir un libro para quedarme sin palabras. Supe que tras toda esa información había más.

 

 

Armaduras temibles, dos espadas y tantas leyendas e historias tras ellos me dejó quieto, ¿de verdad nos íbamos a enfrentar a ellos? ¿Teníamos que derrotarlos?

 

 

¿Por qué?

 

 

¿Por qué querían matar a una cultura?

 

 

No lo entendía…

Notas finales:

espero ver sus comentarios, y aqui se ve un poco de la vida de nuestro alfa protagonista.

si hay dudas por favor preguntar, les quiero mucho!!

dar clik para ver.

samurai.

nos vemos


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