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1.- Libertad en Prision por Liss83

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Notas del fanfic:

Ojala les guste

Él era un hombre que lo tenía todo. Era apuesto, con su metro ochenta y ocho, cuerpo musculoso de piel blanca, cabellos rubios que enmarcaban unos ojos azules como el cielo limpio de un medio día veraniego, sobre un rostro que parcia cincelado por los propios dioses. No existía nadie en el país que no hubiese escuchado de él. Tenía dinero. Siempre de fiesta en fiesta. Las mujeres estaban a sus pies, teniendo una diferente cada noche. Solo tenía un problema, Nicol Del Monte. Esa mocosa que creía que podía dejarlo cuando se le diese la gana. Era cierto que habían durado ocho años, y si bien no la amaba en absoluto, eso no significaba que permitiese que ella cortase la relación. Él decidía cuando y como sus relaciones se acababan. 



Es por eso que no se explicaba cómo había llegado ahí. Cuando Nicol se casó con Oliver Gala, no acepto su derrota y perdió el control. No ayudo en nada el hecho que el novio de su mejor amigo lo hubiese denunciado en rueda de prensa de acoso sexual. Fue a discutir con él a la agencia de modelaje de Gala y todo se salió de control. Golpes. Gritos. Forcejeos. Nicol cayó. Más gritos. Llanto. Entre varios lo agarraron hasta que llego la policía. Gala utilizo todo su poder que le daba el ser el hombre más rico del país y logro que lo sentenciaran a cuatro años en prisión. Él nunca se imaginó que Nicol estaba embarazada y que con la caída perdería a la criatura. Ahora todo tenía sentido y tendría cuatro años en ese lugar para planear su venganza. Porque cobraría cada segundo que pasara en ese lugar.



En cuanto llego a la prisión se convirtió en la sensación del lugar. “Carne Nueva” lo llamaban. Su celda estaba en el tercer piso. Ni bien entro fue rodeado de cinco o seis reclusos que lo manoseaban llamándolo de manera impropia. Él intentaba defenderse pero eran demasiadas manos. Antes de irse, el guardia que lo había traído le había dicho: “Espera que se apaguen las luces”, le guiño el ojo y se fue con una sonora carajada. Ahora lo entendía todo. Intentando escapar de esas manos que tocaban su cuerpo sin ningún pudor cayó de espalda. Uno de esos gorilas se lanzó sobre él mientras forcejeaba. Sus intenciones eran claras. ¡Lo iban a violar! Lucho con todas sus fuerzas, pero lo golpearon, por lo que opto por ponerse en posición fetal. De pronto escucho una voz gruesa, y aunque los golpes se detuvieron, él siguió en la misma posición



- Hey – dijo la voz suavemente y con timidez el levanto el rostro - ¿Qué te llamas? – Era un hombre alto de piel trigueña, ojos negros con una profunda mirada en la que se perdió al instante. Tenía una voz que transmitía autoridad indiscutible
- Mi… Mi… Mi… che… che… eeel Al… mo… mo…do…var…, se… se… señor – dijo temblando de miedo con lágrimas en los ojos
- Muy bien Michel, – lo ayudo a ponerse de pie y al instante Michel sintió la calidez de su manos – a partir de hoy nadie te molestara – todos los reclusos murmuraron –, porque quien lo haga se muere. ¿Está claro? – dijo el hombre con una voz potente aunque sin gritar y los murmullos cesaron, esparciéndose la pequeña multitud que lo rodeaba. Señalo las dos literas del fondo y dijo – yo duermo abajo
- Gracias – susurro



En ese momento entro otro hombre. También era alto y de un cuerpo muy bien formado, no estaba vestido de la cintura para arriba, por lo que se veían todos sus tatuajes, alrededor de diez, sobre su piel blanca. Su rostro era la imagen de la misma crueldad. Sus ojos… sus ojos le decían cuanto disfrutaba el dolor ajeno



- Así que esta es nuestra nueva entretención – dijo con una sonrisa que le deformo el rostro, – no está mal
- Mi entretención – dijo el primer hombre con voz firme
- Tú y yo siempre hemos compartido todo Rompe Huesos – dijo molesto y sorprendido a la vez
- Esto no – dijo el nombrado mirando lascivamente al nuevo recluso – él es solo mío.
- ¡Yo no soy de nadie! – grito Michel, pero enseguida cayó al suelo cuando sintió su mejilla arder al ser golpeada 
- Pues felicidades, porque a partir de hoy eres mío – le dijo el tal Rompe Huesos –. Yo duermo arriba. Y sin protestar o no esperare a esta noche, y sabrás ahora mismo lo que es tener a un hombre dentro tuyo


Michel lo miro aterrado y se dirigió a su litera. Subió a ella y se acostó nuevamente en posición fetal llorando su desgracia. Era su fin. Él que detrás de todo su desborde de testosterona había escondido un secreto enamoramiento por Sergio Toledo, su mejor amigo y primo de Nicol. Lo había perdido todo por su cobardía. Esa que siempre lo tuvo preso. Esa que nunca le permitió decirle a Sergio sus verdaderos sentimientos



- Sergio – susurro con más lagrimas



A medida que las horas pasaban, su miedo crecía. Al entrar en la celda después de la cena se dirigió a su letrina, cuando escuchó la voz clara de Rompe Hueso detrás de él ordenando:




- Quédate abajo 
- No lo hare – dijo girándose, pero en ese momento perdió el equilibrio. Dos brazos fuertes rodearon su cintura, impidiendo que cayese, mientras un aliento con olor a menta golpeaba su rostro llenando sus sentidos. Levanto el rostro de ese pecho llenos de músculos. ¿Cómo sería dormir en ellos?
- Eres hermosa muñequita – dijo Rompe Huesos en un susurro
- No soy mujer – protesto mirándolo fijamente aunque sin forcejear 
- Si lo fueras… no serias tan… perfecto. Sube a mi cama – ordeno suavemente que era más un pedido.



Su interior le gritaba que obedeciera, que entre esos brazos nada malo le pasaría, y aunque su cabeza le grito que no cediera, subió a la cama. Una sábana rodeo la cama, aislándola de la vista de todos. Escucho como ese hombre se despedía de todos jactándose de cómo se divertiría esa noche y disculpándose por “los gritos que lanzaría la muñequita toda la noche”



- Baja la guardia – dijo –. Me llamo Roque Cabrera. Aquí me conocen como Rompe Hueso, por – y al mirar los ojos azules de Michel supo que quería que supiese su verdad. De cómo accidentalmente su novio cayó por las escaleras mientras discutían porque lo encontró en “su” casa y en “su” cama teniendo sexo “su” madre a pocas semanas de la muerte de su padre – cosas que con el tiempo te explicare. 
- No soy gay – susurro Michel
- Ni yo violador – Michel lo miro sorprendido –. Estarás bien mientras todos crean que eres mi juguete
- ¿Y no lo soy? 
Roque respiro hondo y lo miro fijamente, le acaricio el rostro. Se acostó en la cama y sonrió, pero ninguna de las sonrisas que Michel había visto antes era como esa. Cálida. Con… dulzura.
Y algo dentro suyo le dijo que lejos de lo que muchos creían, entre esas rejas iba encontrar lo que nunca tuvo en su vida… ¡LIBERTAD!
Años después, desnudo entre los brazos de aquel que le había jurado cuidarlo con su vida, Michel supo que el presentimiento que tuvo en aquel entonces era cierto, y aunque lamentaba que para eso un niño no hubiese nacido, él era feliz y finalmente podía llamar a un lugar “hogar”, mientras unas grandes manos recorrían su piel desnuda, a la vez que unos labios se abrían paso a través de los suyos llevándolo al paraíso que solamente podía alcanzar si Roque Cabrera estaba dentro suyo, sincronizando sus caderas y regando su interior con aquello que no creyó nunca poder encontrar, el más puro amor

 

Notas finales:

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