I Will Wait For You.
O 50 líneas bastardas para ti.
“No encontraría las palabras para expresar lo que siento, mucho menos a través de una hoja de papel y sin embargo caminando sobre el asfalto puedo hilar palabras, formar frases y crear líneas para ti, mientras mis pies avanzan por el camino que algún día recorriste a mi lado.
¿Cómo vistes ahora? ¿Usas gafas? Tal vez has abandonado los Jeans para llevar falda, tal vez dejaste los shorts cortos y las camisas estampadas, para llevar algo profesional.
Espero que no. “
Sus tacones resuenan en la calle apenas transitada, mientras el sol cae lentamente, la música y el lejano barullo hacen de una calle un lugar acogedor. El vestido negro y las botas, junto a su cabello rubio suelto definitivamente llaman la atención, captando y recibiendo miradas de cualquier parte.
- ¡Nena! -El grito viene de un bar, desde uno de sus balcones que dan al exterior, sin siquiera voltear sabe que se trata de hombre de 34 años que lleva observándola un buen tiempo. Levanta la mano rechazando una invitación implícita y continua su camino hasta el lugar de siempre.
Seúl se ha vuelto una ciudad diferente, el turismo transita como agua en un rio, detrás de sus lentes obscuros que pronto se volverán una molestia reconoce varios rostros, aunque duda de que los dueños de estos la recuerden a ella más allá de los días previos a este en los que ha ido a sentarse ahí. El chico de la mochila café ahora lleva una roja, la chica del cabello corto ahora lo lleva hasta la mitad de la espalda, la mujer de los tacones ahora usa sandalias, y se da cuenta de que el tiempo ha pasado tan rápido.
Desde donde está sentada puede ver el reloj que está en la torre del centro, es casi la hora, aunque es muy probable que el tiempo pase, y de nuevo ella siga ahí.
“Recuerdo muchas cosas en medio de estas calles.
He llegado antes de tiempo, aunque eso no signifique que voy a quedarme.
Necesitaba respirar el aire de hace unos años.
Deseaba ver las margaritas en la puerta del departamento en cuanto llegué pero no estaban más ahí. En su lugar habían feos residuos de colillas de cigarro, en su lugar había tierra húmeda e inútil.
Muchas cosas han cambiado.
Apenas pude dejar las cosas dentro, decidí pararme en la ventana, recordé tu imagen en ella. Miré hacia abajo y las cosas eran tan diferentes, y noté una vez más lo terca que soy cuando se trata de renunciar a algo, porque aunque la tienda ahora sea azul seguirá siendo rosa para mí, y seguirá la misma mujer sonriendo con las arrugas en las orillas de los ojos mirándonos como si fuéramos una sorpresa en medio de un mar de cosas normales, los vagones estacionados de la estación cercana se ven más deteriorados sin embargo el óxido carga con recuerdos, la calle detrás del hotel está como nueva pero prefiero imaginar los baches que esquivamos aquella noche en la que tomaste mi mano para correr, dos adolescentes con adrenalina a las tres de la mañana, un cigarrillo, y una molesta cancioncilla en la radio. Y unas increíbles ganas de huir de este lugar.
Sandara, ¿sigues aquí?”
Poco a poco la iluminación decae y ella se deshace de los lentes dejando a sus ojos encontrarse directamente con la iluminación de la calle, una, dos, tres veces, recorriendo de un lado para el otro el sitio, gente yendo y viniendo, gente corriendo, amigos que charlan con un café en la mano y estudiantes bromeando de camino a casa.
Ninguno es ella.
Sin darse cuenta el reloj se come al tiempo y de pronto son las 7 de la noche, gente aparece para cenar, gente se retira del trabajo, gente llega a tomar.
Ninguno es ella.
“Mi vida ha sido un remolino, lo ha sido, créeme, EU no es como te lo pintan, las cosas son difíciles aquí y allá, huir no significa que te libras de los problemas, aquí y allá, encontraras unos nuevos. Aun así hay demasiadas cosas que me gustaría que vieras, te encantarían las tiendas de ropa, los museos, los parques…
¿Sabes que estoy mintiendo no es así?
Han sido tiempos duros, Ssantoki.
Para mí, y tal vez para ti.
No es la primera vez que me pregunto cómo te ha ido, te reirías de seguro pero he despertado a las 3 de la mañana solo para pensar cuanto sacaste en tu último trabajo de arte, para pensar si disfrutas de las fiestas aún, si estás fumando con alguien más o si de plano has dejado de ir a esos lugares. He dedicado tardes enteras, sentada en el jardín, pensando si el pequeño árbol que sembraste se ha vuelto gigante, si sigues usando el mismo overol todos los domingos, o si simplemente te olvidaste de ello.
Me he preguntado si sigues llorando en el baño de la escuela, si alguien te ha escuchado, si alguien ha tomado tu mano de nuevo.
Si nos encontramos de nuevo, ¿es posible que tomes mi mano una vez más? “
Una hora más y un hombre con una vieja guitarra se sienta cerca a cantar canciones de amor, no tiene mala voz en realidad y no se ve como un hombre flojo, un músico sin mucha suerte se dice entonces. Una pequeña curva se forma en sus labios, una sonrisa ligera acarreada por un recuerdo.
- Es un hombre flojo - había dicho, mientras miraba al hombre cantando en el bar por la noche - está sano, podría hacer muchas cosas.
- Pero eligió hacer lo que ama.
Había hecho un lado el cigarro mientras le miraba con una ceja alzada, Ssantoki era interesante, soltaba palabras como cualquier cosa, armaba frases con una facilidad increíble y sin pensar mucho, pero casi nadie las entendía. Y eso era lo que la llevaba a estar sola, ChaeRin se había reído esa noche durante un buen rato, ante el sonrojo y el ceño fruncido de la mayor.
- Eres rara, Sandara. - Una sonrisa sin doble intención se había dibujado sobre su cara. - Por eso me gustas.
“3 años.
Y me he preguntado siempre que ha pasado con ese poema escrito en tu cuaderno ¿lo has puesto sobre tu piel? ¿Sigues pintando personas del metro?
¿Hay mariposas en tus brazos? ¿Botellas de cerveza en el piso de tu habitación?
¿Aun existen sueños en tus ojos?”
Las canciones se transforman en silencio, el murmullo va pasando desapercibido, el mundo entero pasa a segundo plano, las horas siguen pasando, el reloj marca las 11, el viento es jodidamente helado.
Hace tres años, en una noche idéntica, en medio de una calle vacía y oscura ambas miraban el cielo acostadas en el asfalto. Hace tres años, en una noche idéntica, escupió humo y exhaló palabras, aunque eso no tuviera lógica alguna y dejó al silencio abandonar la noche para suplantarlo con una canción de amor.
Hace tres años, en la madrugada, se levantó con pereza del asfalto, tomó su mano por última vez para caminar por esa calle, compró un café mientras el sol salía y se sentó en el mismo lugar en el que se encuentra ahora.
Y pronunció las palabras que ahora le mantienen atada a ese lugar.
“Volveré, y nos encontraremos en este lugar. No importa si no es el mismo día. Te esperaré.
Es realmente gracioso ahora que lo pienso, realmente, ¿algún día vendrás aquí?
Ssantoki
¿A dónde caminaras ahora? “
0 hrs.
1 am
2 am
Y el frio que cala los huesos le hace levantarse, se abraza a sí misma, es suficiente por esa noche. Los borrachos en la misma calle le hacen propuestas y exclaman piropos, pero una vez más, solo desea un cigarrillo y más tiempo. A su alrededor aún hay personas caminando, ignorando su vida y sus recuerdos, sonríe una vez más como cada noche y levanta la mirada hacia las estrellas que no están más ahí. Tal vez algún día su suerte cambie.
Lee ChaeRin, mira al cielo de Seúl, alimentando una esperanza que realmente le parece tonta pero que es terca para abandonar. Porque desea consumirse en aquello que tiempo atrás le ha dado tanta vida. Porque escapar le ha dado un nuevo futuro pero le ha arrebatado otras cosas, porque tiempo atrás ha conocido a una persona que le ha enseñado literalmente colores en el viento. En medio de barullo, canciones que chocan entre sí, el mundo deja de pasar a segundo plano cuando se percata de unos ojos que le observan.
- ¿ChaeRin?