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Quédate a mi lado por Ina Arishima

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Notas del fanfic:

Etto... Hola *saluda con una mano* como ya mensioné en el resume esta es una versión mejorada así que espero que le den tanto amor como a la primera versión

Bueno, como saben Kuroshirsuji no me pertenece ni tampoco sus personajes, todo es obra de la gran Yana Toboso :3

 

El paisaje primaveral cubría la gran mansión Phantomhive: las flores crecían, los arboles tomaban sus habituales tonos verdes, las aves cantaban innumerables melodías y el sol iluminaba todo desde lo alto; sin duda todo era perfecto para la celebración que se llevaría a cabo en unas horas.

El joven conde que habitaba la mansión estaba sentado en el jardín, tomando el te que le había preparado su mayordomo mientras leía un viejo libro de misterio que se encontró en su biblioteca hacía unos días. La historia relataba la vida de una joven, Soraya, que vendió su alma a un demonio a cambio de que este estuviera a su servicio, ¿les parece conocida la historia?. Así se pasaron las horas, de las ocho a las once, el orgulloso Ciel había sido secuestrado de la realidad por la increíble trama de esa misteriosa novela; o quizá fuera él quien huía. La tan esperada boda entre Ciel Phantomhive y Elizabeth Middleford se celebraría a las 2 en punto de la tarde y el novio era todo menos feliz.

De vez en cuando Ciel se dedicaba a lanzarle algunas mirada furtivas al demonio que iba de un lado a otro arreglando los últimos detalles para la celebración. En cuanto el padre de Elizabeth le dijo que la boda no se podía postergar más, sintió como si mil espadas traspasaran su pecho y aun así tuvo que sonreír y fingir que aquello le producía felicidad ¿Qué podía decir? ¿Que no podía casarse porque ya estaba enamorado de su mayordomo? Sin querer suspiró y bajó la mirada, si la vida fuera un concurso de tragedias él se llevaría el oro.

Hacia unas semanas que noto lo que su mayordomo provocaba en él y no le gustaba para nada la idea; en sus momentos de conciencia buscaba alejarse lo más posible de él, pero cuando su parte racional lo abandonaba buscaba hasta la excusa más tonta para acercarse o para sentir el más mínimo toque de su piel. La servidumbre veía con preocupación los estragos que esta fuerte emoción comenzaba a hacer en su joven amo, pero Sebastian era el más confundido con la situación, nunca podría dejar pasar las extrañas reacciones que el menor había tenido desde hace un tiempo.

La ducha de hace siete noches, por ejemplo...

<<El menor había insistido fuertemente en desvestirse el mismo y Sebastian no pudo convencerlo de lo contrario, lo esperó pacientemente hasta que estuviera dentro de la bañera y la espuma cubriera todo su cuerpo. Tomó el jabón y pasó con delicadeza sus manos sobre el joven cuerpo de su caprichoso amo, acarició con suavidad cada pequeña parte de su pecho bajando lentamente su mano; debía de admitir que, por alguna razón, últimamente la hora del baño ya no se le hacía tan desagradable, mordió su labio de manera imperceptible al estar casi al final del torso del menor.

—Sebastian...— la voz de Ciel sonó casi como un gemido y, al voltear a verlo, el mayor pudo apreciar un fuerte sonrojo en sus mejillas- ... ¡P-puedo bañarme yo solo! Vete...
—¿Eh? Pero... Joven amo...
—¡Que te largues! Es una orden.

Sebastian salió del baño sin saber qué pasó y cerró la puerta, pero quien podría culpar al pobre Ciel, si el toque de su travieso mayordomo había tenido cierta reacción en su cuerpo que no había visto más que en libros de biología.>>

O también estaba la tarde en el jardín de hace tres días...

<<El demonio había sentido la insistente mirada de su amo desde hacía varios minutos y esto lo estaba llegando a incomodar, sin embargo quería que lo siguiera mirando. Probablemente ya había perdido el juicio.

—Sebastian...— llamó el menor con cierto deje de timidez, sacando al mayordomo de sus pensamientos— quiero dormir un rato antes de la cena... 
—Entendido, preparare su cama de inmediato y...
—Llévame cargado.

Sebastian no sabía que era lo que más le extrañaba de la situación, que el orgulloso niño lo estuviera abrazando con fuerza mientras recargaba su cabeza contra su pecho, o que a él le pareciera tan adorable que quisiera que el camino se alargara para poder admirar su rostro un poco más.>>

Pero sin duda alguna, lo más extraño había sucedido la noche anterior...

<<—¿El joven amo aun no baja a cenar?— preguntó Meyrin con sincera preocupación en el rostro
—Mañana se casa con Lady torbellino-rosa-con-brillitos, es normal que no tenga hambre— Era obvio que Bard no le tenía un gran aprecio a la prometida del joven amo.

Sebastian terminó por ir a ver qué le pasaba al conde, caminó hasta su habitación a paso veloz y se dispuso a tocar la puerta, cuando escuchó unos leves sollozos provenientes del interior junto con un par de susurros que no fue capas de entender. Ciel estaba llorando, y el mayordomo se preguntaba con confusión por qué le dolía el pecho al escucharlo así.>>

"¿Será que me estoy enamorando?"

Sebastian sonrió para si mismo y descartó la idea de inmediato, él era un demonio que no era capas de tener sentimientos humanos tales como el amor y, aunque así fuera, el chico que le producía aquellas sensaciones estaba a horas de su boda, lo mejor sería olvidar esas tonterías.

Escuchó llegar el carruaje que transportaba a Lady Elizabeth y a Paula, su sirvienta, por lo que se apresuró a buscar a su amo. Ya había perdido mucho tiempo pensando en tonterías.

Ciel estaba a sólo un párrafo de terminar el libro y después de leer ciertos acontecimientos ya no estaba tan seguro de querer saber el final, no quería confundir la ficción con la realidad.

Ryan ¿De verdad piensas alejarte de mí ahora? Después de pasar por tanto... ¡Si no cumples el contrato no tendrás mi alma!— el demonio bajó la mirada con un leve deje de tristeza ante la desesperación con la que la joven habló y contestó sin el más mínimo animo.

— Soraya... Tu alma no es lo que anhelo. No sé cuando y no sé cómo, pero yo me enamoré de ti. sonrió con desgane y miró a la chica que tenía al frente, tan frágil y a la vez tan fuerte, tan cálida y tan fría, tan cercana y tan lejana, el más bello ángel que podía ser peor que el mismísimo Lucifer.— Lo único que quiero en este momento es tu corazón...

Ryan fue incapaz de terminar la frase, pues sintió un dulce tacto en sus labios que no pudo ni detener. Quizá hasta el ser más roto del universo podía encontrar el amor.

—Joven amo, Lady Elizabeth a llegado.
—... Ya veo... Bien, la hora ha llegado.

Cerró el libro por fin. Sabía que aquello no era más que romanticismo barato usado para vender, pero esa última escena hizo que su corazón diera un vuelco en su pecho. Las miradas del mayordomo y el amo se cruzaron por un momento y, sin saberlo, tuvieron exactamente el mismo pensamiento.

"Después de todo tu nunca podrías ser capas de amarme, ¿no es así?"

 


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