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El lazo del odio. por SoraBlackDragon

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Notas del fanfic:

 

 

Notas del capitulo:

—Diálogo—

«Pensamientos»


¡Hola,Criaturitas! Antes que nada, quiero disculparme por desaparecer así. La escuela y la inspiración no hacen buena pareja en mi vida u.u sin embargo quería hacer acto de presencia y por eso les traigo esto~ Espero les guste.


Lycan-chan, sin tí no hubiese sido posible, muchas gracias. ¿Qué haría yo sin tí? ;u;

Como saben VK y sus personajes no son míos...así como la escena en la que me inspiré, que no recuerdo que capitulo es -3-
Sin más, disfruten~

— Te odio. —

— Lo sé. —

— Odio tu especie y lo que hicieron con mi vida. —

— Lo sé, Kiryuu. —

— ¿Entonces por qué hacemos esto? —

Kuran calló. ¿Cómo explicarle nuevamente y que entendiera? Durante meses pasados, cada que lo hacía, el Kiryuu se limitaba a mandarlo al demonio. Ahora se preguntarán ¿Explicar qué?

Sencillo: durante esa corta conversación, que figuraba siempre bajo las mismas condiciones, Kaname retiraba el saco negro que portaba el cazador, Kiryuu; mientras éste desanudaba la corbata roja y desabotonaba el chaleco del líder nocturno, Kuran. Las prendas caían inertes al suelo, una a una hasta que sus cuerpos se encontraban desnudos.

Fue prematura la caricia que intentó dar en aquel pecho desnudo, Kaname recibió de manera pronta un manotazo y un gruñido vociferó desagrado. Los ojos borgoña cambiaron inmediatamente a un velo carmín y, en respuesta, Kiryuu mostró sus afilados caninos.

Así era, salvaje e indomable… excepto  aquella noche.

 

~0~

 

—Hazlo…— Dijo Kiryuu. —…y en ese momento te dispararé. —

Kuran le tenía por el cuello; ejercía tal presión que sin duda un humano cualquiera hubiese ya muerto, pero él no era un humano cualquiera. Sus ojos grisáceos se mantuvieron alerta, repudiando hasta con su último brillo al ser que se reflejaba en ellos.  La presión creció y el dedo se reafirmó al gatillo; Bloody Rose apuntaba directamente a la frente del sangre pura. Estaba furioso, se notó en el momento en que ejerció más fuerza y la pared a espaldas de Zero se resquebrajó aún más.

— Acerca de ti. — El castaño habló, acercándose al rostro del peli plata, casi respirando su aliento. — Los vampiros deberían temer y respetar a los sangre pura. — Los ojos borgoña estaban clavados en los  grisáceos, como si se enredaran en su propia batalla.  — Sin embargo, tú me muestras los colmillos sin vacilar. Yo realmente…— Kaname se contenía, claramente aquello solo era una pequeña muestra de su fuerza.

«Te odio»

Zero rompió el contacto visual  pues su concentración fue a la espalda y cuello, los cuales recibieron el abrumador poder que destruyó la pared tras él. Sus instintos le pidieron defenderse; Bloody Rose disparó y el polvo del concreto derribado impidió pudiese ver cualquier cosa. Tan solo sintió el firme suelo y un golpe duro contra su cabeza. Cerró con fuerza sus párpados ante la frustración que le causaba ser dominado de forma tan fácil por aquella criatura; empero volvió a abrirles. No planeaba dejarse vencer; al menos no dejaría que su victoria fuese sencilla.

Aún y cuando el cráneo del Kiryuu estaba incrustado en la bañera de mármol, siendo dominado por el cuello, tenía la osadía de mirarle de tal forma . Furioso y desafiante.

El castaño estaba realmente molesto, pero antes de intentar algo contra el peliplata, sintió algo caliente resbalar por su rostro; el ardor se hizo presente, carcomiendo su sien izquierda; aquella bala anti vampírica le alcanzó, pero ignorando la molestia sonrió. Sabía perfectamente que el Kiryuu lo había hecho a propósito.

— En realidad no tienes intenciones de dispararme con esa arma, ¿verdad? — La sangre brotaba de la herida, corriendo hasta caer en gotas sobre la mejilla de su presa.

—Si no consigo la verdad y te mato por accidente, Yuuki estará devastada. —

El aroma de aquel egocéntrico ser inundó su olfato; sus ojos fueron teñidos de color rojizo, mostrando su sed de sangre. Aun cuando no pudiera verla, sentía como cada gota estaba recorriendo su mejilla y sabía lo que era, la sangre de su amo. Hizo un chasquido con su lengua, aquel dulce aroma estaba seduciéndolo y eso era lo que más le molestaba; aquella sangre poseía un olor delicadamente dulce con una armoniosa combinación de vino, lo cual se le hacía asquerosamente empalagoso y demasiado estúpido cuando lo pensaba; sin embargo pesé a su renuencia y a su disgusto por beberla, no podía evitar desearla.

Se asqueaba a sí mismo; por el hecho de que, no importaba de quien fuese, al percibir el aroma a sangre su garganta comenzaba arder, sus ojos se tornaban rojos, sus colmillos se extendían y sus venas pulsaban ansiosas. Una sensación desagradable y al mismo tiempo placentera.

 
Una risilla burlesca fue proliferada. — La reacción de tu cuerpo es muy obvia. Tus ojos sedientos de sangre cada vez que la olfateas. — Kaname se acercó aún más. Desde esa distancia podía percibir el aroma del muchacho frente a él. La pálida piel desprendía una fragancia dulce, casi como un vino blanco de alta calidad perfectamente combinado con la elegante esencia de las rosas y violetas. «Tiene el olor de Yûki ». — ¡Qué nivel E más imprudente! — No podía mantener más la compostura. Había bebido de su querida protegida en más de una ocasión y ahora claramente desprendía el dulce aroma de la chica.

Los dedos que sujetaban el cuello del peli plata, acariciaron sutilmente la yugular, bajando hasta el pecho donde, sin miramientos, fueron enterrados. Las uñas atravesaron con tenebrosa facilidad la piel, arrastrándolas, Kaname rasgó el pecho y Zero gimió con dolor al sentir aquel ardor. La sangre no tardó en salir en grandes cantidades ocasionando, no solo un mareo en el cazador, también más sed.

— Es imposible para ti refrenar tu sed después de haber sangrado tanto. — Kaname miró imperiosamente al nivel inferior, nuevamente le apuntaba con su arma. — Escucha, Zero. — Le tomó por la mano que le amenazaba. — Todavía puedes beber mi sangre. —

Aquella oración sorprendió más al cazador de lo que pudo aliviarle; la idea era desagradable, no deseaba tomar nada de aquel prepotente ser. No quería deber nada y que se aprovecharan de él.

— ¿Crees que mi yo normal aceptaría tu sangre? — Sus palabras arrastraron su sorpresa, entremezclándola con la molestia que le provocaba. El vampiro frente a él solo gustaba de mover las piezas a su gusto, importándole poco los sentimientos y deseos de éstas. Él era una de ellas y el bastardo no escatimaba en recordárselo.

—Sería un problema si murieras ahora. — Zero gruñó en claro enojo, restándole importancia, continuó. — La razón por la que te he dejado vivir hasta ahora es que tienes una utilidad para Yûki. Porque sé que jamás la traicionarías. — «Yûki¿Cuánto has dado para que tu aroma siga impregnado en él?» La fragancia del muchacho invadía sus propias fosas; para él era sencillo controlarse, sin embargo, sentía que su garganta escocía y sus colmillos palpitaban, ansiosos, por ser utilizados.

—Eres tan engreído como siempre. —

—Lo sé. — Contestó de manera simple, lo que pensara o no de él ese nivel E no le interesaba. — Probablemente tus sentimientos y los míos hacia ella sean los mismos. — «Ambos deseamos su sangre».

— Yo solo deseo verla sonreír desde el fondo de su corazón. — Zero gachó la mirada.

—Yo también. —

Aquellas palabras tenían un trasfondo, uno que a Kaname le fue difícil ignorar; pues la esencia que emanaba del joven frente suyo comenzaba a desbaratar su barrera de control. La picazón en su garganta ya se denotaba en la aspereza de la voz y lo más difícil de ocultar era un velo rojizo que marcaba claramente en sus ojos la sed.

Agradeció mentalmente que el Kiryuu se encontrara ocultando su mirada;  peleando internamente con ese vampiro que corroía la poca humanidad que le quedaba, y así, ignorando su condición actual. «Deseo la sangre de Yûki que corre por esas venas» seconvenció.

Sus propios pensamientos fueron esfumados al sentir una ensangrentada mano sobre su camisa, la cual lentamente le haló hacia enfrente. Kaname gruñó, se sintió extraño por ansiar que Zero horadara su cuello y que los jadeos roncos, proliferados por éste, zumbaran sus oídos en un placer silencioso.

Dos pinchazos abrieron su piel, jamás reconocería el regocijo que eso le hizo sentir. Un sorbo provocó su sangre saliera de manera sosegada; uno tras otro provocaba su cuerpo respondiera como si le estimularan. Sus propios colmillos crecieron, no podía hacer oídos sordos a su sangre sonando tan deliciosamente al ser entregada.

Por su parte, Zero se encontraba perdido en el embriagante sabor del sangre pura. Al principio fue como un golpe a sus papilas, como si bebiese una fuerte bebida alcohólica; sin embargo, más allá de las sangres entremezcladas, pudo saborear un gusto único, el de Kaname. Tan solo un sorbo de ese nuevo sabor limpió su paladar, llenando de júbilo su boca. Gimió ronco al sentir el cosquilleo que nacía en su cavidad y recorría su cuerpo hasta depositarse justo en su entrepierna. Deseaba más, sin embargo se puso alerta al sentir los dedos del castaño entreverarse con sus hilos plateados. «Más…» Pidió su enloquecido vampiro temiendo que fuese apartado sin embargo, sin poder controlarse, Kaname le pegó aún más permitiendole seguir bebiendo para sorpresa de Zero, quien no tardó en perderse nuevamente en cada sorbo.

—Zero…— Llamó suavemente, si continuaba podría poner su vida en peligro.

Los colmillos fueron sacados. Sonrojado, debido al incremento en su temperatura corporal, miró al castaño quien yacía con sus párpados cerrados.

Al instante, las aterciopeladas telas se abrieron, y ante esos ojos una imagen de lo más erótica se presentó. Otra palabra no podía describir aquello. Un hilo de saliva rojiza, por la sangre, unió la boca y la extensión perforada. Zero estaba sonrojado, aquel tono carmín contrastaba perfectamente con la lechosa piel y los grisáceos ojos que le miraban absortos.

Unos segundos fueron necesarios para que Zero saliera de su ensoñación; desvió la mirada, limpió su boca con el dorso de su diestra y se puso de pie. No dijo nada, tan solo caminó pasando por el hueco que habían dejado. ¿Qué había sido eso? Solo se separó del chupasangre y, al verle, sus ojos no podían despegarse de él.

Chasqueó la lengua y se planteó salir de aquel lugar; sin embargo, una mano le detuvo. Se giró y encaró al vampiro.

— ¿Ahora qué, Kuran? — El castaño no dijo nada, tan solo estaba ahí de pie en aquella habitación. Mirando de manera sombría al cazador. Zero soltó una risa burlesca. — La reacción de tu cuerpo es muy obvia, tus ojos sedientos de sangre cada vez que la olfateas. ¿Qué pasa, Kuran? ¿No puedes resistirte al dulce aroma de un nivel E? —

No pudo evitar repetir las palabras que el castaño usó con él; sin embargo aquella socarrona sonrisa que tenía fue borrada inmediatamente sintió al Kuran rodearle con un brazo la cintura. La profunda mirada rojiza que le dedicaba no le daba nada de confianza, aparte de su repentina y brusca acción.

— ¿K-Kuran? ¿Qué demonios te pasa? ¡Suéltame! — Exigió. Si, le había provocado, pero no por eso debía castigarlo pegándole así a su cuerpo… ¿caliente? Eso alertó aún más al peli plata. Sus manos estaban pegadas al pecho del mayor y el abrazo de éste impedía pudiese moverlas. «Maldición, no puedo alcanzar a BloodyRose». — Kuran, te juro que si no me sueltas en este momento te lleno de balas en cuanto tenga oportunidad. — Bonita forma de querer salir de la situación.

Kaname gruñó. Con su mano libre tomó por las hebras plateadas al muchacho, halando su cabeza hacia atrás. Kiryuu se congeló, los colmillos de Kaname rozaban seductoramente su cuello, delineando su tatuaje. «No…» Mordió su labio inferior. Sus piernas buscaron patear y alejar al castaño, pero éste fue más rápido y le detuvo colocando su muslo entre ellas. Su mano bajó, ya no era la cadera de Kiryuu lo que rodeaba, deliberadamente acariciaba el redondo trasero del prefecto.

— M-Maldita sea…— Sus ojos grises estaban cristalizados y su boca gruñía por lo bajo. ¿Cómo podía tener tanta fuerza si le había dejado casi seco? Fácil…

Kaname buscaba la supervivencia obteniendo su comida.

—Mía…— Los colmillos fueron incrustados. La tibia sangre inundó su boca, renovando sus fuerzas y curando las heridas. El dulce aroma de aquella sangre ahora se introducía a su sistema, volviéndose uno con él. «Tu sangre es mía» Kuran gruñó excitado. Aún dentro del cazador, ambas manos le tomaron por las piernas y así  le llevó justo al colchón, donde le apresó con su cuerpo.

Ahí,  entre ambas extremidades, Kaname meció sus caderas rozando aposta la intimidad de Zero. Indagando, incluso hasta en sus recuerdos; el castaño paseaba con sus manos por las curvaturas del bien formado muchacho, el cual no podía hacer mucho por defenderse. Kuran bebía, maldita sea, ¡tanto como una sanguijuela!  ¡¡Y se estaba propasando con él!!

De manera pronta había terminado con sus energías y le había debilitado, su fuerza no era nada comparada con el puro. Se preocupó. Estaría en graves problemas si no lograba detenerle y, repentinamente, vio su solución. Con ambas manos tomó las hebras castañas juntándole más, sintiendo los colmillos del otro penetrarle más profundamente. Zero se aprovechó de la cercanía y encajó sus propios caninos, bebiendo de él.

Al principio fue una sensación de lo más extraña; sentir la tibies y humedad de una boca sobre el cuello, adquiriendo tanto poder con solo ese hecho; un par de navajas incrustadas en la carne, y las propias en la del otro, una armonía casi inquebrantable. Y lo más poderoso de todo eso no era sentir la sangre abandonarle y, al mismo tiempo, recibir de vuelta la misma cantidad proviniendo de otro ser; no, lo más poderoso era como de manera amena se vivían los recuerdos, no solo propios, también ajenos. Como si de una misma historia se tratase. El dolor, la soledad, ser lo que eres no por tus acciones, sino por las de los demás.

Kaname retiró sus colmillos con un jadeo, Zero hizo lo mismo. Sus ojos se cruzaron en una mirada confusa, inquieta e incluso… temerosa.

El peli plata acercó sus labios y el castaño no se apartó, por el contrario, con su mano tomó la sonrosada mejilla y en un solo beso se unieron. Ambos pares de labios se presionaron, succionando y mordisqueando; las bocas se abrieron y sus lenguas iniciaron una batalla campal entre ellas. Kiryuu tomó la iniciativa; Kuran no se quedó atrás, prácticamente su lengua dominaba la de Zero y lentamente le llevó de regreso a su boca, donde no perdió tiempo y exploró hasta el más pequeño lugar. El menor gimió y arqueó su espalda, los insistentes frotes contra su entrepierna estaban surtiendo efecto.

Por su parte, Kaname terminó de romper las prendas superiores y al separarse tomó un par de segundos para admirarlo. Estaba sonrojado y endemoniadamente atractivo.

—Eres un idiota. — Aquel comentario descolocó por un momento al peliplata, pues no comprendió el porqué de ello; claramente ignoraba lo que significaba el intercambio de sangre y aun así, Kaname no permitió reparara en ello pues tenía una mano firmemente sujeta de su pantalón. Las manos de Zero fueron hacia ella, en un vano intento por detener cualquier cosa que fuera hacer. —Pero al beber de ti... me convierte en un idiota también. — Aquello bajó la guardia del Kiryuu y, aprovechandose de eso, el pantalón e interiores fueron rotos.

—¡¡Ku-Kuran!! — Sintió pánico, por inercia sus manos fueron a cubrir su intimidad, pero el puro las tomó colocándolas a los lados de su cabeza.

La boca del menor nuevamente fue poseída, mientras la diestra del mayor se deslizaba por su cuerpo hasta llegar a su entredormido miembro. Hábilmente le rodeó y masajeó, convirtiendo a Zero en una masilla facil de manejar.

Era indescriptible y poco lógico. Unos instantes antes casi deseaban matarse y ahora Kuran le tocaba, le besaba y él... lo empezaba a disfrutar.

Le había costado acostumbrarse a la extraña sensación, Kaname cada vez iba mas cerca de su trasero, rozaba y presionaba su contraído agujero, el cual parecía responder a dichos toques. Cuando Kaname liberó el miembro, con la humedad que éste le había proporcionado fue a su verdadero objetivo; sus dígitos presionaron el rosado y rugoso aro; y éste cedió con una dificultad gratificante. Él sería el primero y único. Sus dos largos dedos entraron lentamente, sin importarle los gruñidos y golpes que Kiryuu daba ante la invasión.

Se mantuvo quieto. Aún si estaba deseoso por penetrar y hacer suyo al cazador, tenía la cordura suficiente para saber que ahi no entraría sin una preparación previa. Ni partiéndole el trasero podría cojerle.

Por lo que aprovechó para saborearle mientras cedía poco a poco. Sus labios compartian el sabor de su sangre, la tibia y dulce saliva se entremezclaba con los quedos gemidos que aquellos dedos provocaban con sus suaves movimientos.

Se volvería loco, no, ya lo estaba. Kuran le hizo algo y, aun si no estaba seguro de que, se las pagaría… después.

—Ngh...Ku...— Iba a quejarse, sin embargo fue callado con la lengua del castaño. Se había sentido extrañamente vacío cuando éste retiró sus dedos, y su cabeza estaba tan aturdida como para no pensar en lo que decía, lo unico que podía hacer era sentir y eso era el duro miembro del puro restregarse contra él. No se dio cuenta cuando éste había sido liberado y siendose honesto no le importaba.

—Kaname.— Dijo sobre los labios del menor.— Si me vas a reprochar o pedir algo, al menos llamame así.—

Los ojos grises miraron el rostro frente a él. Las mejillas de Kaname estaban sutilmente teñidas de rosa, sus ojos reflejaban un tenue brillo rojizo. Claramente estaba excitado y era increíble que él fuera la causa de eso.

Su labio inferior fue apresado por sus propios dientes, nervioso, desvió la vista por un momento ante la depredadora mirada del sangre pura y al virar  nuevamente hacia él, abrió la boca.

—Kaname...— Zero unió sus labios. Pensar no serviría de nada, negarse era inútil ya. ¿Cómo parar algo que incluso él estaba deseando? —Nngh... — Tanto la lengua como la masculinidad del Kuran le penetraron. La dura carne se abria paso en su estrechez, como si buscara romperle; pero lejos de sufrir por ello, Zero podía decir que era sentirse completo.

La posición de Kaname no era muy diferente, estar dentro de Zero era rozar el paraíso con cada centímetro que entraba, hasta llegar a él. Rodeó las piernas con sus brazos y sin mayor problema terminó sentándose y dejando al Kiryuu sobre él. Darle esa libertad lo consideró como lo mínimo que podía hacer y ésto Zero no lo ignoró, por el contrario, quizo aprovecharlo y terminar de desnudar al castaño, tomando el tiempo necesario para desesperarlo.

Un regocijo le invadio al ver las ansias del Kuran, sus dedos se aferraban al colchón y sus caderas se mesian, tentando con enloquecerle. Zero gruñó al ver el blanco pecho; su lengua buscó el cuello y despues de lamer, mordisqueó la piel. Sus piernas hicieron lo suyo, dejando atrás el pudor y nerviosismo, su cuerpo comenzó a elevarse y bajar a un ritmo lento, disfrutando hasta el mas mínimo movimiento, pues su interior se amoldaba perfectamente a Kaname.

El sangre pura llevó sus manos al trasero y apretándolo decidió aumentar el ritmo. No aguantaria, no con esas deliciosas paredes rodeandole así y los cortos gemidos del peli plata encantandole los oídos.

Zero enredó sus dedos en las hebras castañas, su rostro se descompuso de placer. — Ya no...— Kaname comprendió. Sus brazos elevaron más las piernas y su miembro dio de lleno. —Ahh...—

Las carnosas paredes se cerraron al momento en que Zero se corría y tras eso, él mismo le llenó con su semilla.

Zero pegó su frente en el hombro del castaño y éste le acomodó para así abrazarlo.

—¿Qué...qué significa todo esto? — Confusión se quedaba corto a todo lo que ocurría en su cabeza.

Los ojos borgoña buscaron los grisaceos y una vez se encontraron sus labios impactaron en un suave beso.

—Dejemos... que el tiempo lo explique...—

 

 

~0~

—Kaname-senpai ¿Quería verme? — La pequeña Yûki se acercaba a la fuente donde el sangre pura le había citado.

—Sí, Yûki, lamento haber hecho que vinieras hasta acá. Hay algo importante que debo decirte. — El castaño le hizo un ademán para que se sentara a su lado en la orilla de la fuente.

La chica nerviosa obedeció y tomó su lugar enseguida del vampiro, éste le acarició sus cabellos castaños.

— ¿Sabes que te quiero mucho? —

—Y-Yo…No creía que…— Aquella pregunta le tomó por sorpresa, haciendo que tartamudeara y no supiera que contestar.

—Eres como una hermana para mí, Yûki. — Eso hizo que la chica se quedara muda. — Por muchos años viví creyendo que te amaba como… amante; pero fue debido a ciertas circunstancias, que no vale la pena mencionar, el porque me di cuenta que no era así.— Kaname fue testigo de cómo los ojos chocolate se llenaron de lágrimas. — No puedo responder a tus sentimientos como deseas, Yûki, espero lo entiendas. —

La castaña sacudió la cabeza y se puso de pie, frente al castaño. — Lo entiendo, Kaname-senpai. — Agachó su mirada. — Tengo que irme. — Dio media vuelta y corrió, pero al hacerlo tropezó con sus propios pies y se precipitó al suelo.

— ¡Yûki! — Kaname se puso de pie para auxiliarla, ¿Cómo no reaccionó para poder evitar se diera contra el suelo? — ¿Te encuentras bien? —Yûki se levantó, protegiendo su mano contra su pecho, asintiendo. — Te has hecho daño…— Kaname le tomó con delicadeza, notando el raspón en la palma de la femenina mano. La sangre brotaba en pequeñas gotas rojizas.

—Lo s-siento, Kaname-senpai. — Estaba avergonzada. Que su sangre fuese olfateada por Kaname era vergonzoso.

Kuran aspiró el delicado aroma; tenía ese embriagante olor humano, la fuente principal de alimento de su especie, pero ese factor éxtasis no llegaba a embargarle; por el contrario, pudo darse a la tarea de analizar el aroma que acariciaba su olfato, uno que vagamente le recordó al precioso licor Romanée-Conti, delicioso vino tinto que su padre guardaba con recelo y él tuvo la dicha de probar... Cerezas…uvas…. Un aroma muy diferente al que Kiryuu despedía.

Sonrió al notar que Yûki cerraba fuertemente sus párpados, sonrojada hasta las orejas. Kaname metió su mano al bolsillo de su pantalón, sacando una tela de seda con la que limpió con cuidado la herida. Los ojos chocolate se abrieron con sorpresa. ¿Acaso creía que lamería sin cuidado la sangre?

—Listo, no tienes por qué disculparte. Puedes irte con cuidado. — Le sonrió y la chica asintió, para después dar media vuelta e irse.

Kaname suspiró. Le dolía tener que lastimar de esa manera a la chica; pero no podía hacer nada más al respecto, si no serle sincero… Ya no podría verla de otra forma que no fuese una hermana.

—Vaya, Kuran, la hiciste llorar. — Kaname se dispuso a regresar a los dormitorios de la luna; sin embargo un espectador, nada inesperado, le detuvo el paso. — Y ni te inmutas; tengo suerte de no haber sido yo. No puedo contra las lágrimas de una chica. — Zero mantenía un tono burlesco mientras le miraba impasible.

—Lo que a mí me sorprende es que no saltaras sobre ella en cuanto olfateaste su deliciosa sangre, Kiryuu. — Soltó mordaz.

—Para mi maldita suerte; tu asquerosa sangre será lo único que me quite la sed por el resto de la miserable vida. —

Kaname sonrió victorioso tomando por la quijada al chico; un acto que parecía violento, pero que carecía de intenciones de lastimar.

— Calla... — Sus ojos encendidos de rojo le miraron. Kiryuu le miró igual y recibió el brusco beso que Kuran inició. Sus lenguas danzaba  y sus orbes rojizas poco a poco fueron cubiertas por los terciopelados párpados.

 

«Para mi maldita suerte siempre fue tu sangre la que me llamó».

 

Notas finales:

Muchas gracias, espero les gustara~

Como siempre: cualquier duda, comentario, sugerencia...amenaza... es bien recibida uwu

Procuraré estar más seguido, al menos con oneshots, que son los que se me facilitan ;u; aún así procuraré trabajar en la actualización~

¡Ba bye!

-SBD-


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