“has decidido tu camino, has tomado tus acciones, el único afectado fui yo y ahora tu eres libre, mientras yo soy preso de tu recuerdo, habiéndome vuelto adicto a tu olor, a tu sabor, ahora que no te tengo, ahora que mi destinado me ha rechazado, ¿Qué me queda?
Todo está cambiando, todo se está saliendo de control, tomando un rumbo el cual no debería tomar, al inicio creí que era por el embarazo, pero al pasar las semanas me di cuenta de que no era así; mi cuerpo estaba cambiando, no mi actitud, en cambio a él, el sí que estaba cambiando, no su cuerpo, si no su actitud, en especial, su actitud hacia mí.
-me voy a la práctica, nos vemos a la tarde Yuuri.
Se despidió de mi con un frio y seco beso en la mejilla, parece frustrado, cansado y apenas va comenzando el día, sé que aquellos sentimientos se dirigen hacia mí, así que solo asiento y veo como este se voltea y dándome la espalda, sin mirar atrás me deja completamente a solas en el departamento que actualmente ambos compartimos en Rusia.
-nos vemos –musito para mí mismo sin esperar respuesta alguna.
Me levanto de la mesa, la cual hace breves momentos estaba usando, levanto los platos sucios y los lavo, ordeno el casi inexistente desorden que hay en el departamento, lo cual no me deja nada que hacer, me dirijo a la habitación que comparto con Viktor y abro lentamente la puerta al notar de que un pequeño caniche duerme tranquilamente en la cama, busco mi celular y salgo de la habitación sin despertar al pequeño animal, me siento en el sillón el cual está en medio de la habitación principal y finalmente comienzo a chequear las notificaciones de mi celular.
-oh, pitchit me ha enviado un mensaje.
Deslizo mi dedo pulgar por sobre la pantalla del teléfono para poder ver aquel mensaje, el cual me saca una sonrisa y de inmediato doy una afirmativa a su pregunta.
-“No me gusta verte triste Yuuri, ¿salgamos?“-
Me pongo un abrigo café para poder cubrir mi cuerpo del característico frio de Rusia y una bufanda para proteger mi cuello, enseguida tomo las llaves de la casa y salgo rumbo a la dirección la cual me dio pitchit.
El estará unas semanas aquí, antes de volver a su país, quería tener unas pequeñas vacaciones, pudo elegir cualquier lugar del mundo, pero dijo que se quedaría aquí pasa hacerme compañía un tiempo más, el cree que aún no estoy listo para vivir aquí, y yo creo que tiene razón.
Después de unos minutos de caminata nos encontramos en un café, el cual está cerca del centro de la cuidad en la que estamos residiendo en la actualidad, san Petersburgo.
-¿no ha cambiado en nada su actitud?
-no, y pareciera de que cada día empeora más, se vuelve más frio, es como si ya no le importara.
-tal vez… solo esta estresado por las prácticas y por lo de tu embarazo, estoy seguro de que él se preocupa por ti.
-tal vez… el este estresado por el embarazo, porque no me cuide adecuadamente.
-Yuuri –en su voz había un pequeño tono de molestia – los hijos de hacen de a dos, tanto tu como él tienen toda la responsabilidad.
-pero yo soy el omega, yo debo preocuparme de estas cosas.
-no creí que fueras de esos conservadores que se echan la culpa de todo por el hecho de ser omegas.
-la verdad… ya no sé, es que, desde que le dije acerca de la noticia, ha estado muy.
-¿frio? ¿Cortante? ¿Inexpresivo?
-si –mi cabeza comenzó a agacharse en señal de resignación.
Mi mano derecha, la cual hace escasos segundos sostenía una taza de café, se dirige hacia mi nuca, tocando aquella marca que Viktor me había hecho hace ya unos meses.
-tal vez él no esté preparado para tener un hijo.
-nadie está preparado para tener un hijo, uno no nace sabiendo ser padre.
El tailandés suspira para luego levantarse un poco de su asiento y acariciar mi cabeza con cariño.
-¿te preocupa de que no se haga responsable?
-no, él dijo que si lo haría, que tomaría la responsabilidad, pero…
-¿pero?
-me preocupa de que mi bebe no crezca en un ambiente de amor, no me gustaría que creciera en un lugar toxico.
-si te preocupa de que el ambiente sea toxico, entonces dile a Viktor que deje de echarse tatos productos para el cabello.
A pesar de que aquel comentario era de lo más tonto y aburrido, no pude evitar reír vagamente mientras negaba con la cabeza por aquellas palabras tan sin sentido que me dirigía.
“phichit chulanont, un omega de 20 años que pareciera saber más de la vida que yo.”