Me deje caer en la primer banca que encontré, importándome poco sentir que aplastaba un chicle masticado con el culo, de hecho hasta me pareció gracioso en esa situación, es decir, ¿Qué otra cosa podía pasarme? Me cuestione y enseguida mire el cielo, no, ni una puta nube oscura, mucho menos los rayos y el aguacero… -ni siquiera soy parte del cliché, gracias universo por demostrarme lo jodido que estoy ya que ni siquiera puedo tener un día más jodido- bufé sintiéndome aún más patético, porque vamos… siendo yo, no existe un nivel que diga “hombre, puedes ser patético hasta este punto, si te pasas eres una caca defectuosa” y yo me siento como una caca defectuosa en este momento. Me recargue en el respaldo entrecerrando los ojos al sentir los rayos del sol quemarme las retinas –maldito sol- maldije incapaz de moverme, incapaz de respirar… incapaz de querer seguir adelante. Entrar en movimiento me hacía darme cuenta de que todo era real, como el puto universo que me rodea, el chicle en mi culo y mi corazón que sigue latiendo a pesar de que está roto –maldito dramático marica- dije soltando una risotada acida que se fue convirtiendo en risa histérica y finalmente en un llanto bastante desconsolado, lo cual me hacía ver mucho más patético que antes, pues… ¿Qué es lo que piensas al ver a un motero vestido con jeans hechos mierda, de botas altas, chaqueta de cuero, cabellera larga que llora como una nena? Yo me burlaría… si no fuera yo la nena bigotuda que llora desconsoladamente…
-disculpe, señor le voy a pedir que se calme un poco, está asustando a los demás- dijo la voz de un hombre, tuve que erguirme para poder mirarle, se trataba de un tipo rechoncho que vestía un suéter con cuadros y un pantalón formal, todo verde con detalles de otro verde color mierda, fruncí el ceño y el pobre pelón retrocedió un paso aunque aún así trataba de fingir valentía –está asustando a los niños- dijo señalando hacia los juegos infantiles.
-¡oh disculpa!- dije levantándome - ¡no todos somos felices, amigo!- gruñí señalándole y posiblemente escupiéndole por la rabieta que estaba haciendo -¡¿acaso debo usar una maldita falda para que alguna puta persona simpática me regale un pañuelo mientras estoy llorando!? ¡¿AH!?- seguí con el berrinche mientras agitaba mis brazos.
El pobre pelón empezó a sudar como un cerdito mientras se pasaba la lengua por los labios como tic nervioso, seguramente temeroso de que le soltase algún bofetón –eh… bueno, toma- dijo sacando de su bolsillo un pañuelo de tela… bastante bonito… tan parecido al de él… me mordí los labios con frustración justo antes de empezar a llorar nuevamente, seguramente mucho más escandaloso que antes –ehh… joven, ¿quiere hablar de sus problemas?- dijo ahora si tratando de ganarse el puesto de persona simpática… o tal vez de no recibir un golpe o más saliva de mi parte, sea como sea agradecí bastante su gesto.
-¡VA A CASARSE!- exclame justo antes de patear lo primero que observe en el suelo, que resultó ser la mochila donde llevaba su portátil -¡me cago en todo lo cagable, ni siquiera ha terminado de pagarla!- llore, aunque luego sentí un poco de satisfacción –se lo merece…- murmure con infinito odio mientras observaba no sin cierta alegría hacia la mochila recién pateada -¿Qué debería de hacer?- le pregunte al simpático pelón que también observaba la mochila.
-tal vez deberías explicarme porque rayos te has ido de esa forma de la joyería, o tal vez porque estas asustando a todos- dijo pensativo el recién llegado -¡NO! Mejor me explicas porque coño has pateado mi portátil y ¿Por qué tienes un chicle en el culo?- preguntó mirándome extrañado el pantalón.
Fruncí el ceño ante el producto de todos mis males – que te den- gruñí dándome la vuelta alejándome de ese señor simpático, de los mirones y de ese imbécil.
-oh vamos James, dime que va mal- dijo alcanzándome - ¿Qué pasa contigo? Realmente no creí que fueras a reaccionar de esta forma-
-¡¿y cómo crees que iba a reaccionar si me has llevado a una joyería para comprar un puto anillo!? ¿Cómo crees que me siento? Acabas de decirme que vas a casarte como si nada- gruñí apretando los dientes a más no poder –tres putos años Ciel, tres putos años viéndome la cara de idiota y aun así te atreves a ver a cuestionarme cuando estoy simpatizando con ese pelón de suéter horriblemente raro-
Tras apretarse el puente de la nariz me miro con el ceño fruncido antes de tomar mi mano en un rápido movimiento para colocarme un anillo plateado en el dedo –has dejado a nuestros padres y amigos esperándonos en casa imbécil-
Observe con atención el anillo que ahora adornaba mi dedo y al parecer mi mundo entero… sin mencionar que también es un sanador de corazones rotos o provocador de alzheimer porque ya ni recordaba porque estaba haciendo un drama en un parque familiar –joder, como te amo- dije antes de abrazarle con fuerza.