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Ganas de ganar por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Holis~

Esto es un fic salido de la nada, como todo lo que hago XD

Espero que lo disfruten 

Notas del capitulo:

Holas~

Bueno esto es un intento de romance humorístico

Espero que lo disfruten 

 

Otabek había sido invitado a las aguas termales, pues Yuri insistía en que debía probar sumergirse en toda aquella “laguna” natural, así que aceptó. No fue tan complicado puesto que el otro Yuuri le ofreció estadía gratuita, así que solo tenía que costear su pasaje. Lo planearon a prisa en medio de una plática normal, tenían los suficientes recursos y el tiempo libre como para planear un viaje de placer temporal y con los pasajes listos ya solo quedaba enfrentarse a la revisión. Por alguna extraña casualidad incluso viajaron en el mismo avión, tal vez porque ni bien aceptó, Yuri lo arrastró a comprar los boletos y detrás de ellos los otros dos mayores, quienes también aprovecharon la oportunidad. Como fuere, el viaje fue un poco especial de vivir.

Se sentó junto a Yuri y charlaron sobre diferentes cosas en el camino, el Kazajo siempre prestaba atención a la espléndida sonrisa del rubio a su lado, de la forma en que sus mejillas se coloreaban levemente o del brillo que esas verdosas joyas le brindaban. Yuri era de verdad muy especial, era su amigo, su compañero y hasta su cómplice, pues su relación se había estado fortaleciendo con el pasar del tiempo. Se entendían, se contaban los planes a futuro e incluso en secreto habían estado en clases de manejo especiales, pues el más joven anhelaba tener su propia motocicleta algún día

 

 

-Viktor, no me uses como almohada – la voz de protesta era del japonés, de eso no había duda

-ya empezaron de nuevo – se quejaba Yuri, dejando de lado su plática con Otabek mientras veían una revista – ¡pueden cerrar la puta boca!

-un jovencito no debería usar ese vocabulario, Yurio – la voz del ruso de cabellos platas tampoco dejaba de ser reconocida, además del acento que tenía

-¡y a ti que te importa viejo!

-Yuuri debes regañarlo. Ese no es digno comportamiento de un jovencito – se quejaba el ruso mayor mientras se abrazaba al japonés, quien con un leve rubor en las mejillas trataba de guardar distancias

-Viktor, deja de abrazarme… estás armando alboroto, incomodarás a los demás – decía avergonzado

-estás incomodando a Beka, ¡maldito viejo! – gruñía incluso levantándose de su asiento para empezar a pelear

 

 

Otabek solo miraba aquella discusión, a él no le molestaba en absoluto, pues era señal de que esos tres se llevaban bastante bien. Las peleas eran la muestra de que la familia se entendía, eran diferentes pero se aceptaban como tal y por eso el kazajo se sentía animado a pesar de que sus expresiones no lo demostraran. El viaje siguió de aquella forma, al menos hasta que se dio la orden de abrocharse los cinturones y todos retomaron la calma inicial, que no duró más de diez minutos, porque a pesar de estar en asientos en diferentes filas, una detrás de otra, las peleas verbales seguían

Estadía, habitaciones adjuntas, un pequeño paseo, el ansiado baño relajante y ver la sonrisa de Yuri cuando usando los tradicionales yukata esperaban la comida que la dueña del lugar preparaba con esmero. Los sabores exóticos, un manjar para su lengua cuando el tan famoso katsudon tocó las papilas gustativas del kazajo. Las risas, las peleas, los retos, las pláticas calmadas y hasta se reunieron en el cuarto de uno de ellos para seguir disfrutando de una convivencia amena. Era divertido, pero había una sola cosa que el azabache extranjero no le sentó demasiado bien y eso fue el dormir en el futón, pues se le hacía raro sentir tan de cerca el piso

Otabek se rindió en cierto punto, porque por más que trataba de acomodarse terminaba abriendo los ojos y admirando el suelo de cerca. Era extraño y no podía simplemente relajarse, tal vez no debió seguir el consejo de Viktor y aceptar todas las actividades tradicionales. Debió pedir una habitación con cama normal, aunque tampoco abusaría de la hospitalidad con quejas sin sentido. En esos momentos era donde los consejos de una madre llegaban a la mente de cualquiera y para Otabek no fue diferente. Lo único que se le ocurrió al pelinegro para conciliar mejor el sueño, fue un vaso de leche caliente, pero era algo difícil salir, buscar a alguien a esas horas y aun así se arriesgó. Solo tenía que recordar el camino hacia la cocina y tomar lo que necesitaba sin hacer mucho ruido… pero no contó con que por primera ocasión se le olvidase prender la luz y con ello la desgracia ocurrió

 

 

-¿qué pasó? – una voz conocida hizo aparición, así como la luz cegadora que sorprendió al kazajo – ¿Otabek? ¿Estás bien?

-si – su respuesta fue simple, con voz potente como para que se escuchara bien y sin vacilación, pero el otro pareció no tomarlo de esa forma pues se tensó – los vidrios – dijo señalando los objetos antes de que el incómodo silencio los matara

-ah… ¡sí! espera – Yuuri con rapidez buscó los utensilios para recoger el pequeño desastre y el otro lo ayudó con rapidez y soltura – ya están todos, pero revisaré de nuevo

-cuidado – Otabek alcanzó a tomar a Yuuri de la muñeca y apegarlo a su cuerpo para evitar que el otro pisara un único pedacito brillante que faltaba

-oh, no lo vi – dijo con calma admirando a su arma letal en el suelo y con coordinación ambos se agacharon para recogerlo – gracias – sonrió el japonés en gratitud

-no fue nada – susurró mientras dejaba todo en la basura y terminaba el aseo

-Otabek, si necesitaba algo debió decírmelo – Yuuri notó la cercanía con el pelinegro así que se separó casi de un salto. No se acostumbraba a la forma de actuar de los extranjeros… invadiendo su espacio personal

-era muy tarde como para molestar a alguien, pero lamento haber terminado rompiendo un vaso

-¿acaso no puede dormir? – el kazajo asintió a aquella frase y Yuuri sonrió con comprensión – bueno algunos no se acomodan a los futones, así que podemos hacer algo con eso para mañana

-no quiero molestar

-no es nada – sonreía mientras ya preparaba lo que supuso el otro buscaba, la leche de la nevera, un nuevo vaso y ya – hablaré con Mari-nee

-¿no es incómodo usar ese futón? – se le ocurrió preguntar aquello con simpleza y escuchó una risilla provenir del muchacho quien negaba

-es normal para un japonés

 

 

Otabek siempre se había preguntado porque Yura miraba con atención cada coreografía del japonés, así que también puso atención, eso fue hace tiempo y de verdad que había algo especial en cada una. Era como ver el alma de Yuuri y vivir la historia a través de aquellos saltos, expresiones y movimientos. Así que el propio Otabek concluyó algo bastante simple, “¿te gusta Yuuri?”. El kazajo aún recuerda el rostro de Yuri cuando lo escuchó, una mueca entre enfadada e incrédula para después recibir un rotundo NO que sonaba en extremo sincero y un “al que le gusta es al viejo”. Otabek entendió días después que los rusos tenían una peculiar forma de demostrar que alguien le gustaba

 

 

-Yuuri~ -

-¿si?

-dormiremos juntos hoy

-¡claro que no, Viktor! –

 

 

Definitivamente una manera muy singular. Contacto directo, besos, caricias, invadir el espacio personal del otro, bueno, cada país tenía una forma distinta de comportarse, estándares que siguen. Yura podría entrar en el rango de una persona normal, pues en sus días de descanso, él y Otabek se la pasaron de turistas por los diferentes lugares. Sitios sencillos a los que iban a comer o simplemente fotografiarse e incluso a caminar por la playa, en donde aprovechaban para jugar a algo o simplemente no hacer algo en concreto. Los días eran divertidos entre turismo y patinaje, Otabek incluso llegó a conocer a aquella jovencita madre de tres niñas que lo tomaron como modelo sin dejar de fotografiarlo. Aunque ellas estaban más pendientes de Yura, quien parecía contento de tener la atención de tres “mocosas” como él solía llamarlas

Pero había algo diferente que el kazajo hacía y que involucraba a alguien más. Tal vez el primer encuentro fue solo casualidad, pero los siguientes no lo fueron tanto. La primera noche platicaron sobre cosas normales, como la cultura de sus países y camas cómodas. Yuuri tenía un encanto especial, palabra tímida, gestos visibles, pero cuando se relajaba era muy amable, agradable e interesante. Otabek descubrió que el japonés tenía una pasión infinita por el patinaje, tanto o más que él mismo. Tenían aquello en común y de alguna forma fue explotado sin siquiera intentarlo. Con el pasar de los días hablaban más seguido, además cuando Yuri y Viktor se ponían a discutir un rato, ellos dos sobraban y por ende se vieron empujados a convivir un poco y al final lo hacían naturalmente sin darse cuenta

 

 

-¿te mudarás con Viktor?

-¿eh? Tal vez, es mi entrenador después de todo – sonrió Yuuri mientras arreglaba lo último en el comedor y tomaba asiento en frente del menor

-pensé que al ser pareja, sería lo normal – el kazajo vio como el otro escupía su bebida, tosía con fuerza y a señas pedía ayuda. Qué raro era esa reacción, ¿estarían ocultándolo?

-¿pa-pareja? – después de golpearle levemente la espalda y lograr que respirara, Otabek al fin recibió una respuesta para ese comportamiento – ¿yo y Viktor? – decía en shock, con las mejillas rojas y negando – claro que no… no, ¿cómo crees?

-creí que así era

-¡claro que no!

-pues a él le gustas – levantó una de sus cejas al ver las mejillas rojas del otro

-estás loco – se reía bajito, aun impactado por aquella afirmación – yo no… él no…

-está bien, no tienes que explicarme nada

-es que es en serio. Viktor y yo no…

-entonces sal conmigo – silencio, nada más que silencio cuando Otabek soltó aquella gran frase

-¿qué? – esta vez Yuuri se quedó con la boca abierta

 

 

Otabek miraba al japonés con seriedad, era de las personas que simplemente decía lo que tenía que decir y esperaba triunfar en su cometido. En esa ocasión no era diferente, tal vez solo un poquito. Otabek repitió su frase porque el otro ladeó su cabeza como si no hubiese entendido lo que dijo, pero la reacción no cambiaba, así que decidió pegar sus frentes para comprobar algo… y sí, el sonrojo del japonés era adorable y el pánico del mismo era mucho mejor. Pero en ese día, las cosas terminaron allí, porque una voz cantarina llegaba pidiendo katsudon y detrás de él, otra un poco más seria, le apoyaba en aquella elección

 

 

-¿cómo terminamos así? – Yuuri miraba a su acompañante en esa noche, trataba de calmarse pero simplemente era imposible

-yo te dije, “sal conmigo” y tu aceptaste – Otabek estaba calmado, no le veía lo raro a la situación

-eso ya lo sé – se quejaba Yuuri agarrándose el cabello – pero… ¿por qué?

-porque querías salir conmigo – respondió con la primera cosa que le vino a la cabeza y escuchó la leve risita del contrario

-yo no… es decir… la versad no sé en qué pensaba

-¿estás nervioso? – miró a Yuuri y este negó insistentemente – pues me parece que si

-es que no es algo que yo haga a menudo – sonrió mientras se rascaba la mejilla – bueno, yo…

-no te he pedido algo más que una cita

-¿algo más? – miró al kazajo y ladeó un poquito su cabeza, ¿qué más podrían hacer?

-por ahora así está bien – una sutil sonrisa brotó con sinceridad, el japonés era divertido

 

 

Extrañamente los dos se olvidaron de aquella tensión después de unos minutos, tal vez porque pasaron por una pequeña cafetería y se les antojó comer un pastel con crema y fresitas. Aunque claro, dos hombres adultos comprando tal cosa, fue un poco incómodo, las miradas se posaron sobre ellos de repente pero al final valió la pena. Un par de amigos que se divertían, así quiso verlo Yuuri cuando estaba riéndose al ver una película, ni siquiera supo por qué demonios estaba allí. Tal vez porque ninguno tenía una noción clara de lo que se hacía en una “cita” y porque la portada era graciosa, además que de repente llovió y el mejor refugio fue el cine. Mejor no podía estar yendo, se divertían, estaban calmados. Al finalizar la película, Yuuri agradecía la estadía y Otabek le brindaba una leve sonrisa acompañada de un beso… lo normal

 

 

-¿vienes? – Otabek miraba al japonés que estaba de piedra sentado aun, a pesar de que ya casi todos estaban fuera – Yuuri

-que… que… ¡que fue eso! – al fin reaccionaba, solo se descuidó un ratito… tal vez dos horas… pero, ¿por qué paso aquello? ¡Lo besaron, por los cielos!

-te besé – dijo con soltura. La excusa en la mente del kazajo era clara… se le antojó hacerlo al ver el lindo rubor en las mejillas del japonés, además que los labios ajenos eran como un extraña tentación

-pero… ¡pero por qué! – exigió saber ya con la cara como un tomate, pero al ver a las demás personas el encanto se perdió. Sin pensarlo, Yuuri terminó haciendo un pequeño escándalo

-porque…

-¡no lo digas aquí! – Yuuri ni siquiera se lo pensó, ya muchos bochornos pasó por un día. Agarró la muñeca del kazajo y empezó a correr fuera de la sala

 

 

Yuuri corrió a todo lo que sus piernas daban. Corrió con fuerza sin siquiera fijarse en el estado de su acompañante. Tiró de Otabek hasta que estuvo lo suficientemente seguro de que se alejó de toda la ciudad y la población, aunque terminó en alguna parte de la playa y jadeando como nunca. Su acompañante no estaba en diferentes condiciones, tal vez estaba medio muerto porque tosía en busca de aire. Yuuri estaba consciente de que tenía mejor resistencia que los demás, pero en ese momento poco le importaba. Lo que le interesaba era saber cómo demonios terminó de esa forma, huyendo de la gente, con un extranjero que compitió en la GPF por las mismas razones que él… ¡debía ser un chiste por Dios!

Cuando estuvieron ya recuperados, Yuuri mas rápido que Otabek, empezaron los reclamos, o al menos algo parecido a eso. El japonés decía incoherencias, o simplemente no acababa una pregunta cuando comenzaba una frase diferente. Caminaba de un lado a otro, movía sus manos gesticulando sus palabras y al final estaba Otabek, quien sonreía sutilmente al ver al japonés de aquella forma. Disfrutó del espectáculo hasta que creyó conveniente y decidió terminar con eso de forma sencilla. Agarró al japonés por las muñecas para que le prestara atención, y cuando al fin Yuuri pareció calmarse, le agarró las mejillas y suspiró. “Me gustas” fue la única cosa importante que Otabek dijo en ese día, justo antes de callar al japonés con un tacto sutil entre sus labios. Uno más calmado, un poquito más largo que la del cine y que en esta ocasión Yuuri no cortó de repente

 

 

Se habían escapado ese día, dejando a ambos rusos dormidos en las habitaciones, pues el día anterior se quedaron viendo una maratón de películas, así que al retornar a casa debían dar una buena explicación. Yuuri en esa ocasión no había dicho nada, simplemente había pasado de largo, iba como quien no tiene alma y se había encerrado en su cuarto sin emitir un sonido siquiera. Otabek en cambio dijo que hizo turismo con Yuuri, que además fueron a ver una película y nunca emitió una mentira, ¿por qué debería hacerlo? Aunque si omitió el hecho de que besó a japonés hasta que lo dejó sin aire y muy… pero muy shockeado. Los detalles los guardaría por el momento, al menos hasta que el otro reaccionara y asimilara todo lo acontecido

La respuesta a esa cita llegó al día siguiente, cuando el japonés se mostraba con ojeras y un leve rubor en las mejillas. Se vía adorable con ese sonrojo sutil mientras se tensaba al tener cerca al kazajo, quien bebía algo de refresco que la dueña de casa le había dado. La plática fue bastante corta, fueron un par de aclaraciones, un par de pactos, un par de citas y las cosas se dieron progresivamente. Las vacaciones de los competidores se habían alargados porque simplemente lo quisieron así, nunca estaba demás disfrutar del ocio y eso fue aprovechado por cierto par de azabaches para conocerse mejor y al final dejarse llevar.

Mari ayudó un poco a esa interacción sin darse cuenta, porque se había empeñado en que debían hacer una fiesta por el cumpleaños de las trillizas. Las cosas estaban bien, hasta que los adultos empezaron a beber fuertes cantidades de sake. Viktor ya estaba con las mejillas coloradas, Yurio se alejó del lugar junto con Otabek y los demás se quedaron en la sala. La bebida era fuerte, los síntomas de embriagues se apresuraban, los que no lo toleraban bien empezaban ya a dar su espectáculo mientras los demás se reían. Al final estaba Yuuri, quien evitó el alcohol porque se juró jamás dar espectáculos como el que no recordó por más que intentó. Pero Viktor era otra cuestión muy diferente

 

 

-Yuuri, eres tan lindo

-Viktor vamos a la habitación – Yuuri cargaba con el ruso en su espalda – al menos intenta caminar por favor… estás pesado, ¿sabes?

-duerme conmigo Yuuri~

-sí, si – suspiraba ignorando los delirios de un ebrio sin remedio y encaminándose al cuarto del mismo – vamos Viktor… colabora y recuéstate

-quédate – pedía con aquella sonrisa que todas las féminas, y no tanto, adoraban

-tengo que volver a ayudar a los demás – acomodó al ruso con rapidez, tenía que ir a calmar a su padre

-claro que no – bastó un segundo de descuido del japonés para que el otro lo aprisionara de las muñecas y lo arrinconara en la cama amplia – Yuuri hoy se queda conmigo – sonreía a centímetros del rostro ajeno, posándose encima de japonés e impidiéndole movimiento alguno

-Viktor, basta de juegos – Yuuri ya se temía que el otro empezara a actuar raro, meloso debido a la bebida, pero todo eso cambió cuando sintió el beso en su cuello y se tensó – Viktor – susurró sintiendo una húmeda caricia en su quijada – que… que

-mi lindo Yuuri

-Viktor, ¿qué haces? – se quejó moviéndose para tratar de zafarse, pero solo podía ver esos ojos azules brillantes y hermosos que adoraba

-beso a Yuuri – sonrió antes de tapar los labios ajenos con los suyos y dejar al menor con parálisis temporal

 

 

¿Era en serio? ¿Qué demonios hizo para tener a los extranjeros locos por él? Literalmente locos, porque… todo era simplemente extraño. Yuuri ya había sido besado por dos extranjeros diferentes, había probado los labios de otros países, tan alejados el uno del otro como, todas deberían envidiarlo pero… ¡en qué estaba pensando! Cuando sintió una de las manos de Viktor ascender por su vientre le quedo claro que… ¡estaba perdido! Pataleó, protestó, quiso quitárselo de encima pero no podía simplemente gritar. En parte porque sería deshonroso y vergonzoso, no era una mujer a la que violarían… ¿o sí? Pero si no se negaba no era violación y por eso… ¡claro que no! ¡Eso no le gustaba ni un poquito! los besos sabor a licor, el calor ajeno, el toque en su piel y… por raro que pareciera Yuuri pensó en alguien más en esa ocasión… ¡qué le estaba pasando por Dios!

Cuando ya todo parecía perdido, Yuuri abrió sus ojos en sorpresa, porque quien invadió sus pensamientos en ese momento fue el mismo que estaba quitándole a Viktor de encima. ¡Gracias al cielo que lo rescataban! ¡Besaría a quien le quitó a Viktor de encima!... estaba exagerando, pero estaba en pánico, no podían culparlo por pensar en esas cosas… ¡estaba a salvo!

Otabek había estado ya acomodándose en su habitación, Yurio había caído rendido al agotamiento y él iba por el mismo camino hasta que escuchó la voz que tanto le impactaba. Fue curiosidad pero agudizó sus oídos para escuchar. Sonidos un poco raros, demasiado porque no eran de buen augurio y no dudó en entrar en esa habitación. Podía ser calmado, serio, indiferente en ocasiones, pero no dejaba de ser posesivo y celoso como cualquier ser humano. Él ya había aceptado que el japonés le gustaba, fue directo, se declaró y a pesar de que aún no tenía respuesta, no perdía la esperanza. Por todo eso, cuando vio como estaban tocando descaradamente a Yuuri no dudó en defenderlo.

Viktor ya estaba ebrio, así que fue cuestión de un golpecito en el cuello para… mejor dicho, un golpe lo suficientemente fuerte como para que cediera a un buen descanso. Un peso muerto que rodó entre las sábanas y que liberó a un japonés que en pánico, demasiado avergonzado, quien se levantaba de un brinco. Yuuri jadeaba y se acomodaba la ropa para después mirar a su salvador kazajo y agradecerle con la mirada. Otabek solo ofreció su mano y el muchacho de lentes la tomó para que lo guiaran fuera de Yutopia. El aire fresco les sentaría bien. Un silencio cómodo, simplemente viendo a la nada hasta que los ánimos se calmaran… ninguno de los dos protestó por eso en el tiempo que pasaron cobijados por las estrellas

 

 

-gracias – Yuuri se levantó aun con las mejillas rojas. Nunca, repetía… NUNCA pensó pasar por aquello – bueno, creo que al final tenías razón… sobre Viktor

-no dejes que te toque así – protestó frunciendo su ceño, estaba enfadado, no podía evitarlo

-no lo haré – sonrió sutilmente porque aún no procesaba todo eso, ¿acaso Viktor quiso abusar de su “inocencia”? – diablos. No pensé llegar a este punto

-eres distraído a veces

-oye Otabek… yo… - suspiraba porque no estaba del todo claro, tenía una dudita que le estaba carcomiendo el cerebro… ¿por qué pensó en Otabek cuando Viktor le hacía aquello?

-¿qué sucede?

-quiero comprobar algo – dijo con seriedad. Era un adulto, era hora de hacer cosas de adultos… una de ellas es aclarar sus propias dudas. Acercándose al otro y armándose de valor respiró profundo

-dime

-yo – al final solo soltó el aire e hizo algo parecido a lo que Otabek le hizo la ocasión anterior. Un beso sorpresa, uno que duró solo unos segundos y que le hizo sonrojarse un poco – es diferente – susurró al separarse

-no deberías compararlo – se quejó manteniendo también un leve rubor en las mejillas, lo tomaron por sorpresa

-lo siento, es que estaba un poco confundido y… bueno yo… esto es diferente – trataba de explicarse. Cuando Viktor lo besó fue muy raro, bueno ya se habían besado en una ocasión después de su presentación con la tonada original que…. ¡ese no era el punto!

-ve a descansar – le parecía gracioso que Yuuri debatiera mentalmente, como si estuviera batallando con su conciencia

-Otabek – susurró Yuuri antes de que el otro se fuera – uno más – sonrió antes de acercarse al kazajo – solo uno

 

 

Paso a paso se llega a la meta y beso a beso se llega al Kazajo, en eso pensaba Yuuri cuando se despedía del mencionado en el aeropuerto. Tenía las mejillas rojas y sonreía, ¿cómo no hacerlo si estaba feliz? Las cosas habían cambiado desde esa fiesta, pues Yuuri aceptó que un beso cedido, uno robado y uno forzado eran diferentes. A Viktor le regañó advirtiéndole que no hiciera aquello otra vez, y menos si estaba borracho, o le aplicaría alguna tortura japonesa antigua, aunque solo fue una amenaza sin siquiera tener fundamentos… no conocía ese tipo de torturas. A Otabek lo regañó porque robarle un beso de improvisto, pues casi le da un ataque en el cine. Y al final, en la despedida, cuando tomaban las maletas para llevarlas, fue Yuuri quien cedió un beso dulce que Otabek supo aprovechar. Eran como un par de jovencitos empezando un noviazgo, inexpertos e inocentes, con calma empezaron aquello. Y tres meses después todo se englobó en algo más fuerte que eso…

 

 

-¿sabes que en la otra habitación… está Yurio? – susurraba mirando a Otabek, quien de pronto… ¡había forzado su puerta y entrado como si fuera un asaltante!... La verdad él lo dejó pasar, pero eran detalles. De esa forma sonaba más interesante

-lo sé, acabo de salir de allí – sonrió mientras se acercaba al japonés, quien parecía encantado cuando Otabek lo empujó dentro de la habitación, justo después de que Yuuri le abriera la puerta. El kazajo hizo eso por mero capricho y cerró todo detrás de si… no quería interrupciones

-nos descubrirán – susurró como si temiera que alguien lo escuchara

-Yuuri… ellos saben que estamos saliendo

-le quitaste la emoción – rió bajito mientras dejaba de lado su libro policiaco. Se había quedado en la parte divertida de una persecución criminal y… bueno, quería fingir algo parecido

-quieres simular algo de eso – apuntó al libro que ahora reposaba en la cama de Yuuri – ¿es un fetiche acaso?

-¡claro que no! – se quejaba escondiendo el libro en alguna parte de su mesita de noche – es solo que estaba imaginándome esa parte y…

-¿hay una pareja en esa historia?

-si – sonrió mientras se sentaba en el fio de su cama – los que protagonizan esta historia son una pareja un poco extraña

-¿Cómo? – sonrió sentándose junto al japonés que parecía feliz de contarle aquello – ¿son de diferentes países?

-el uno es como un vidente y ella es… - pero se calló al sentir los labios ajenos sobre los suyos, ¡adoraba eso! Pero jamás lo aceptaría – al menos deja que termine de contarte

-sé que te gustan mucho – susurró sobre los labios del otro. Las mejillas de Yuuri eran bastante bonitas desde esa distancia – tal vez quieres vivir algo así

-creo que no. Eso sería muy complicado, siempre con… ¡Otabek! – se quejó cuando fue arrojado a la cama y sus muñecas puestas por encima de su cabeza – ¿qué haces?

-estás bajo arresto – lo dijo con toda la seriedad del caso, mirando al “delincuente” debajo de su cuerpo y agarrando ambas muñecas con una sola de sus manos – tienes derecho a guardar silencio

-Otabek, deja de bromear – se quejó pues se sentía malditamente indefenso de esa forma y mucho más si tenía el rostro de su actual novio tan cerca – el hecho de que me gustan no significa que quiera vivirlo

-viene el cateo – sonrió divertido, a veces cumplirle los sueños al otro era así de fácil – quieto – sonrió sutilmente mientras deslizaba su mano libre por el costado de Yuuri

-Ota… Otabek detente – susurró sintiendo un escalofrío recorrerle cuando sus ojos chocaron y la mano del kazajo tocó su cadera – espera – susurró bajito sintiendo cosquillas en donde era “cateado”

-eres muy sensible – susurró mientras deslizaba sus dedos al vientre de Yuuri y admiraba las reacciones del mismo – mucho – susurró al verlo sonrojarse con fuerza, cerrar los ojos y suspirar

-me… me haces cosquillas – en su mente Yuuri traducía aquello a… “¡no ves que me estás seduciendo Otabek!” – ba… basta… ah – se mordió el labio cuando no aguantó y soltó un leve gemido. Los dedos de Otabek habían ascendido a uno de sus botoncitos, tal vez sin intención alguna y… ¡ahora se avergonzaba de su sensibilidad! ¡¿Acaso era un adolescente hormonal?!

-Yuuri – susurró avergonzado por haber disfrutado de aquel sonidito agudo que, de la garganta ajena, brotó y sin pensarlo posó sus labios sobre los del japonés, moviéndolos con sutileza para deslizar su lengua por sobre los mismos – ¿te sientes bien? – susurró mientras de nuevo acariciaba aquel bultito en el pecho ajeno. Sólo había sido un juego pero de verdad que quería seguir con aquello

-Otabek… yo – susurró pero prefirió no decir nada y simplemente levantar su rostro e iniciar un beso más profundo, ¡era un adulto por Dios! ¡Había estado queriendo experimentar algo así desde hace un tiempo! Y si era Otabek… se arriesgaría un poquito – dai suki – susurró quedito

-yo también – dijo divertido por la vergüenza ajena – aprendí algunas palabras – se burló pues al parecer Yuuri planeaba que no lo entendieran

 

 

Otabek no se quedó allí, simplemente no podía porque quería seguir, le ganaban las ganas de “ganar”. Tomaba los labios ajenos entre los suyos, estirándolos levemente y escuchando el suspiro que del otro brotaba. Se detuvo momentáneamente para ver a Yuuri, pues podría estar bastante ansioso de dar el siguiente paso, pero era un caballero y debía tener autorización. No hizo falta algo así porque el propio Yuuri lo aprisionó con sus piernas para que no se alejara. Era un pedido mudo para un beso, un beso que el kazajo cedió con prisa. Disfrutaban de la calidez de  la boca contraria, del toque que sus cuerpos tenían mientras se movían. Las caricias por encima de las prendas les sacaban suspiros y embriagaban sus mentes. El aire se les era arrebatado mientras sus lenguas se rozaban apreciando el sabor ajeno, se dejaban llevar por el deseo naciente que mutuamente aumentaba  

 

 

-¿quieres parar?

-claro que no – sus mejillas encendidas daban la muestra de que le estaba gustando ese juego y cuando sus muñecas fueron liberadas, Yuuri se abrazó al kazajo con desesperación

-sabes que no me detendré después

-lo sé – suspiró mientras besaba a su novio – solo… solo sigue – susurró quedito con vergüenza pero a la vez con emoción

-Yuuri – murmuró mientras le mordía el labio y dejaba a sus dedos explorar por debajo de la ropa ajena. El vientre cálido se estremecía ante su toque, las piernas que rodeaban su cadera se tensaban y lo apretaban más – ya estás duro – susurró con un poquito de burla y el japonés parecía un semáforo brillante

-lo sé… pero… ¡llevo esperando esto desde hace dos semanas! – susurró con indignación – no te atrevas a reclamarme

-no hagas mucho ruido entonces – sonrió antes de apretar un botoncito y admirar a Yuuri retorcerse – ¿está bien?

-lo… lo intentaré – suspiró cubriéndose la boca. Estaba malditamente ansioso, había estado queriendo ir más lejos desde hace tiempo, pero el otro era tan serio con aquello que no sabía cómo demonios dar el paso… pero como en ocasiones anteriores, el mismo Otabek le “ganaba” la delantera… ya después se las cobraría… con creces

-recuerda… que Yurio está alado y…

-es inocente – completó el japonés aguantándose un gemido cuando los dedos de Otabek bajaron a su intimidad para acariciarla por encima de la ropa

-es verdad – susurró besando el cuello descubierto, mordiéndolo, lamiendo la marca y…

-¡Yuuri! ¡Vamos a comer algo exótico de nuevo!

-Vi… Viktor – todo movimiento se detuvo y reinaba el silencio incómodo

-¡QUIEREN QUITARLE LA PUREZA A MI CERDITO!

 

 

Claro… ya recordaron por qué no habían podido dar el siguiente paso… porque cosas como esa sucedían más seguido de lo normal… en definitiva los rusos tenían una manera extraña de mostrar afecto y esa era: invadiendo la privacidad ajena

 

Notas finales:

Espero que les gustara. La pareja no es de las má amadas pero a mi me gusta :v 

Viva el shipeo todo x todo jajajajja

Nos veremos en otra de mis locuras momentáneas~

Besitos~


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