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Glowing eyes |chenmin| por laychips

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Era una tarde hermosa: El sol estaba en su punto máximo, la brisa removía los árboles y la piscina mantenía el agua fresca. Aún así, ninguno parecía querer moverse de la orilla para adentrarse al agua. YoungMi suspiró y se quejó en voz alta, tratando de matar el silencio que había en el patio. 
 
—¿Nivel de aburrimiento? —preguntó JongDae al oírla balbucear—.
 
—Siete, ¿el tuyo?
 
—Ocho... Y medio. 
 
—¿Ocho y medio? Eso es mucho —se giró de manera que el sol daba a su espalda—.
 
—¿Siete no lo es también? 
 
—Quizás... Pero si estás aburrido, hay una piscina justo a tu derecha. 
 
—¡Nah! Estoy aburrido de pereza; no quiero hacer nada. 
 
—Pues yo estoy aburrida de esto. Nuestras vacaciones siempre son así. 
 
—¿Así como? 
 
—Nunca pasa nada emocionante, ni romance o drama. 
 
—¿Para qué quieres romance o drama? 
 
—Dios, JongDae. 
 
Al escuchar a YoungMi reprocharlo, rió, y ésta se sumergió en la piscina para no oírle más. Segundos pasaron para que alzara la cabeza sobre las aguas y la dejara reposar a la orilla donde estaba la toalla en la que JongDae descansaba. 
 
—Dae, ¿acaso quieres morir sin haber besado nunca? 
 
—No me importa; como si alguien quisiera besar a un niño ciego.
 
Todo volvió a quedar en silencio un rato. Young le llamó aburrido y volvió a sumergirse, sólo para molestarlo y lograr que al fin entrara al agua. Pasaron un rato más jugando en la piscina hasta que casi fue hora de cenar y salieron de las aguas para irse. En el camino a casa de JongDae, hablaban sobre la escuela. Empezaban al día siguiente y les daba aún más pereza ir que estar las vacaciones completas sin hacer nada. Detuvieron el paso. 
 
—Las llaves. 
 
YoungMi abrió la puerta de la casa de JongDae, dejó las llaves en su mano y besó su mejilla para despedirse. Una vez esperó a que el muchacho entrara al jardín, se fue. Anunció su llegada en la sala de estar, caminando a tientas para llegar al comedor y sentarse en la silla de siempre; se echó para atrás en la misma. Poco después, salió su madre de la cocina y dejó el plato de gimbap sobre el centro de la mesa junto a las demás cosas. Pasó una mano por el cabello de su hijo y luego por su rostro. 
 
—Estás quemado, ¿no te pusiste protector? 
 
—Pues... 
 
—JongDae. 
 
—Sabes que no me gusta, omma. 
 
Resopló. —La silla no es mesedora. 
 
—Omma. 
 
—Sang. 
 
—Dae, la silla.
 
Sang, su esposo, entró al comedor y haló a su hijo de la mano para que el asiento volviera a su lugar. JongDae sonrió de lado y saludó a su padre, el cual también comentó al respecto de su piel quemada. Agradecieron y empezaron a ingerir la cena. Entre bocados, hablaron sobre el inicio de clases de su hijo y éste no evitó expresar la pereza que le daba ir a la escuela. Fue reprendido por su madre, como siempre. 
 
Luego de haber comido, JongDae volvió a su habitación guiándose a tientas de las paredes en el camino. Al llegar, cerró la puerta y se dejó caer sobre la cama con la vista oscura y perdida hacia el techo. Suspiró y cerró los ojos, durmiéndose pasados unos minutos. 

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