Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Cuervo De Alas Rotas [Haikyuu, Omegaverse] por Asamijaki

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

En esta historia la sociedad regida por razas, sufre cambios a causa del Pequeño Gigante de Karasuno.

Después de unos años, Hinata Shouyo puede ver aquellos cambios que su heroe le hizo a su mundo, Sin ambargo, las situaciones en las distintas escuelas son constantemente ocultadas entre el manto de "Sociedad utopica" e "igualdad".

Está levemente apegada alAnime- Manga, pues algunas cosas cambian para adaptarse a la historia.

 

cFanfic Omegaverse [Genero caracterizado por estar basado en un mundo dividido por "razas"]

cBasado en el Anime/Manga de "Haikyuu"

cContenido Yaoi (shounen-ai), y posible Yuri (shoujo-ai).

El Cuervo De Alas Rotas

Prólogo

En esta sociedad no se nacen iguales, el destino de una persona es decidido en cuando se sabe lo que es: Alfa, Beta u Omega.

Un niño no sabe nada de eso, no tiene idea de que le espera, la palabra 'celo', 'supresores' y 'lazos' son totalmente ajenos a él.

Hinata Shouyo, aun disfrutaba andar en su bicicleta, sonriendo mientras el viento acariciaba con suavidad su rostro, en la escuela apenas empezaban a enseñarles sobre la complicada sociedad en la que vivían, y sin embargo, el pequeño de cabellos anaranjados no puso la más mínima atención.

Estaba impaciente por llegar a casa y comer algo que habría preparado su mamá, sus platillos eran su razón para pedalear más y más rápido su bici.

Pero en esa tarde en particular, el niño se detuvo estruendosamente en su camino, haciendo que las delgadas llantas derraparan levantando una ligera nube de tierra.

Los orbes castaños del chico se iluminaron en su totalidad.

"Es como si volara..." Pensó el párvulo en aquel momento, en la pantalla del otro lado del vitral de la tienda, la figura de un chico de baja estatura se hizo presente por los aires. Shouyo por un momento pudo contemplar la espalda del No. 10 en cámara lenta, los cabellos del mismo se ondulaban, y el balón chocaba con su palma como si encajara perfectamente en ella...

Era un "¡Wosh!" que dejó al infante sin aliento, una ráfaga de viento le pasó justo en frente, y sin embargo no se inmutó, estaba tan cohibido, que todo a su alrededor desapareció por momentos.

—Es el Pequeño Gigante de Karasuno... —Una ronca voz se hizo presente, al voltear, el joven observó a un anciano, un beta. —Nadie pensó que un omega llegara tan lejos...

El niño ladeo la cabeza y sonrió.

—¿Eso importa? Alfa, beta u omega, todos somos iguales, ¿no? —mencionó con inocencia autentica.

El anciano amplió su sonrisa y lanzó un suave suspiro. Esas palabras las había escuchado antes.

—Es verdad... —le dio la razón y revolvió sus cabellos.

"Alfa, beta u omega, ¿cuál es la diferencia?"

Ese era el lema del Número 10 de Karasuno, aunque en ese entonces, Shouyo no lo supiera, su nuevo héroe era alguien que cambiaría su mundo, como no se podía imaginar.

En Japón, desde ese momento, un Pequeño jugador hizo historia, y ese mismo cambiaría la de su país.

Aquella sociedad dividida por clases, se vería envuelta en una completa revolución.

Hinata, solo siguió con su vida normalmente, sin tener en cuenta la diferencia que tenía con los demás, como para cualquier niño, que tenía un sueño por cumplir.

Hasta que la realidad lo golpeó cual balón cuando entró a la secundaria.

Aquel brillante rayo de sol, por fin notaría las oscuras nubes que anuncian la inminente tempestad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 1 "Antes"

 

-Shouyo... -el beta pelinegro haló de la manga del más bajo, entrando a la gran cancha. -¿Estás seguro de esto?

Sin embargo, las nerviosas palabras de su amigo no llegaron a él.

Shouyo se encontraba maravillado por la vista desde la entrada a la cancha de suelo entablado, bajo tantas miradas, no paraba de temblar, pero no de miedo, sino de emoción.

-Mi primer partido real... -el joven de secundaria brillaba como nunca antes, su sonrisa era inigualable, todo por lo que había trabajado tan duro durante la secundaria, por fin, lograría dar un paso adelante...

Después de 3 años, por fin, tenía una oportunidad.

Al igual que el pequeño gigante, Hinata se encontraba en medio de una gran cancha -aunque no fueran más que las preliminares-, con verdaderos oponentes del otro lado de la red.

Eso para él, era ya un sueño hecho realidad.

-M-Mi estomago... -tartamudeo mientras un ruido gástrico se hacía presente.

Las caras de los compañeros del peli naranja se pusieron casi completamente azules.

-¿T-Tienes que ir al baño? -el chico de pecas se alteró, intentando inútilmente calmar a su amigo con un extraño movimiento de manos desesperado.

-No... Yo... -Shouyo quedó con las ganas de vomitar, cuando el equipo rival hizo acto de presencia en la cancha.

Todos eran considerablemente más altos que él y sus amigos, pero Shouyo no se dejó afectar por ello -aunque sinceramente le habían impresionado-, desde hace mucho tiempo su altura no era inconveniente, Porque él podía saltar muy alto, él podía volar.

"Pero Shou-chan, no somos buenos en el Voli..." -le decía por enésima vez su amigo del equipo de básquet. -"Además, nosotros somos betas, y tu apenas eras un Omega, no hay manera de poder mantenernos en la cancha sin si quiera un capitán Alfa..."

Pero al de melena anaranjada no le importaron ninguna de esas palabras, ¿Qué importaba una estúpida clasificación? Él podía ser incluso ser mejor que cualquiera si se esforzaba, no era un prodigio, por eso se esforzaba a más del 120% de sus límites.

Durante esos tres años de secundaria, no le importaba lo que los demás pensaran respecto a su pasión por el deporte, no se rindió, no dejó que esos comentarios le alcanzaran. Y por fin, todo estaba dando resultados.

Todas esas tardes que pasaba practicando solo, cuando por milagro convencía a Kouji e Izumin de ayudarle con los pases, lograr hacer entrar al club a los de primer año...

Sin embargo, el marcador cada vez iba mostrando la diferencia entre él y ellos, con cada punto a favor del otro equipo, la esperanza se esfumaba, menos para el omega de mirada castaña.

Era el último set, 08-23.

Hinata había perseguido el balón hasta chocar espléndidamente contra la pared de la cancha techada, logrando impresionar a cierto alfa de cabello oscuro como las sombras.

-¿Por qué  te esfuerzas tanto? Es imposible que ganemos... -el comentario de uno de los de primero creó confusión en el anaranjado.

"¿Porqué?" dice...

-Por que aun no he perdido.

Esa mirada tan decidida no mostraba gajes de dudas o inquietud.

Del otro lado, el rey de la cancha le observaba de cerca, concordaba perfectamente con esa ideología.

El partido todavía no acababa, el todavía no ganaba, ni el otro equipo perdía.

¿Porqué su equipo no entendía esa dedicación y anhelo de victoria?

Las cosas estaban por terminar, fue en ese momento, esa milésima de segundo que hizo reaccionar a cada célula del cuerpo de Hinata como un llamado sobre-natural. El balón se elevó.

-Shou-chan... -se alcanzó a escuchar el lamento del inexperimentado armador: 'Izumin', sin embargo, los ojos del mismo brillaron, al ver la silueta del otro sobre los aires, estaba seguro de que había fallado, No había de que había elevado mal el balón.

Todos pensaron que había fallado, y que ese error marcaría el final del partido de una vez por todas.

Pero Hinata no, él no se rendiría, no antes de que la pelota tocara el suelo, mientras tanto, el podía seguir en la cancha... Aunque sea, un poco más, aunque sea, unos segundos de diferencia...

De un momento ya se encontraba por encima de la red, el balón estaba justo ahí, aquella barrera ya no estaba, el otro lado, nunca antes se había visto tan claro.

Y golpeó el balón.

La fuerza del salto lo envió hacia un lado, y la pelota golpeó la cancha de madera revotando fuertemente.

-¡Shouyo/Shou-chan! -escuchó el aludido a ambos compañeros, preocupados por el tremendo golpe.

Pero el solo pudo ver una sola cosa al momento de levantar su vista.

Y fue cuando sintió por primera vez algo dentro de sí, fragmentarse.

Fuera.

El partido por el que tanto esperó, su primer y último juego de secundaria, tan solo duro 31 minutos.

Con la mirada baja, el No. 1 se levantó, todo había acabado, y sin embargo, las ganas de seguir en la cancha eran tan fuertes e imposibles a su vez.

Reflejos, buen salto... Tenía potencial, y del otro lado de la red, un personaje de mirada penetrante lo notó.

De tan solo pensar en tal desperdicio, su sangre hervía. Apretó sus dedos entre la red, y clavó como cuchillas aquella mirada en el más bajo.

-¡Qué has estado haciendo los últimos tres años! -Por primera vez en su vida, Kageyama Tobio, había usado "Esa voz".

Los betas quedaron callados al momento. "¿Qué sabes tú de los últimos 3 años?" simplemente esas palabras quedaron entre la garganta de Kouji e Izumi, los cuales por instinto habían retrocedido, inconscientemente, sus piernas temblaban.

Toda la cancha quedó en silencio; el rey era demandante con sus súbditos, pero nunca necesito de sus dotes de nacimiento para imponer.

Sin embargo, Shouyo no reaccionó como debía esperarse de un Omega.

La mirada castaña del anaranjado, se veía más seria que nunca.

El árbitro llamó la atención a aquella escena que había generado tensión en todo el lugar.

-¿Qué opinas? -desde las gradas, tres chicos de chaquetas oscuras estaban inertes en aquel partido.

-"El rey de la cancha" -le contestó el alfa de cabellos negros al omega peli plata. -Va a ser un buen oponente cuando llegué al siguiente nivel, ¿No creen?

-Eso si no se quiebra primero, ¿no? -comentó uno de cabeza rapada, mientras se daba media vuelta, dejando ver entre las letras blancas de su espalda: "Karasuno"

-Bueno, si no se acostumbra, nunca podrá adaptarse a este mundo... -murmuró para sí mismo el pelinegro, mientras se acomodaba con cuidado aquella gargantilla negra que le apretaba el cuello.

-Vamos, Daichi... -el chico de en ese Entonces segundo año se hizo de oídos sordos. -Tenemos reunión del club...

-Si... -asintió y siguieron su camino.

En ese momento, aun eran inconscientes de lo que deparaba el futuro, salieron de aquella cancha donde observaban a sus posibles futuros contrincantes, hacía la escuela de los cuervos que no podían volar.

 

-¡Oye! -sin embargo, algo capturó la atención del chico peli plata antes de salir hacia la banqueta de la calle frente al edificio.

Era el pequeño que saltaba alto...

-Juro... -la voz del joven de uniforme verdoso sonaba rota, y las húmedas lágrimas no se hicieron de esperar, frente a aquel chico al que llamaban "rey", el pequeño polluelo le miro con la frente en alto, a pesar de su llanto y sentimientos desbordados. -¡Juro que algún día te derrotaré! -apretando fuertemente la tela de su camisa entre los dedos, se dedicó a gritar fuertemente desde el fondo de su corazón.

No eran simples palabras que quedarían al aire, eran una promesa, un juramento, y algo que sellaría una etapa importante en la vida de Hinata Shouyo.

Se volvería más fuerte, si no bastaba con un 120%, tendría que dar el doble.

-¿Suga? -la voz del alfa hizo reaccionar al joven que se encontraba perdido ante la escena a tan solo unos metros de él.

-Oh, ya voy... -se apresuró a responder para acelerar el paso, con una sonrisa inconsciente impregnadas en sus labios.

De alguna manera, aquellos dos le parecían muy interesantes...

Un omega retando como si nada a un alfa, es algo que tal vez, si él tuviera la suficiente confianza de hacer, las cosas en su vida serían diferentes.

(...)

-¿Karasuno? -el pecoso alzó una ceja mientras detenía su andar. -Tsukki, ¿Esa no es la escuela en donde Akiteru...?

-Cállate Yamaguchi.

-Lo siento, Tsukki... -se disculpó como de costumbre, retomando su caminata, siguiendo de cerca al rubio.

Tadashi se preocupaba por dos innegables hechos, los cuales no podía dejar simplemente pasar.

1. Su mejor amigo, Tsukishima, iría a esa escuela solo para entrar al club de voleibol, al igual que su hermano mayor.

2. Los asuntos de alfa, beta y omega en esa institución eran blanco de constantes rumores.

Y no temía por él, a pesar de ser un Omega, siempre que estuviera su colega con él, sabía que no pasaría nada malo; si no, temía por el mismo Tsukki, el era un Alfa generalmente tranquilo, pero en Karasuno, eso no importaba.

A los cuervos que no podían volar, les cortaban las alas antes de si quiera intentar emprender el vuelo...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 2 "Nido de cuervos"

 

«¿Karasuno? —musitó extrañado el pelinegro, sin embargo, entre la incertidumbre se podían notar gajes de preocupación. —Shouyo, ¿Sigues con eso?

Hinata no desvió su mirada de aquel campo adornado por largas flores amarillas, aquel lugar lleno de girasoles calmaba las inquietudes del pequeño omega, era su lugar, su lugar secreto, algo que le llegaba a estar en segundo lugar —después del Voleibol —, en su lista de cosas preferidas.

Lo había descubierto una tarde soleada de verano, cazando insectos a petición de Izumin, ese día, la sombra de aquel frondoso árbol en medio del campo, había aliviado la bochornosa sensación de derrota.

—Shou-chan, ¿No has escuchado nada sobre...? —el castaño de cara pecosa se inclinó un poco hacia adelante para poder captar del entonces capitán.

—No entiendo de que hablan, Karasuno ha dejado de ser muy popular, pero no me importa... —echó su cuerpo hacia atrás, llevando su vista castaña hacia la copa de aquel imponente árbol y algunos rayos de sol se colaban de entre las ramas. —En esa escuela estuvo el pequeño gigante y algún día quiero ser como él...

—Justamente por eso... —suspiró el azabache, sentándose correctamente. —Shouyo, ¿Qué sabes de "el pequeño Gigante"?

—Bueno...

—Como pensé... —suspiró el omega. —Escucha Shouyo, las cosas en esa escuela son muy turbias, a pesar del control de los Alfas, hay rumores muy malos... —la voz de Kouji nunca antes había sonado tan seria, y sin embargo, Hinata, nunca antes había tenido tanto sueño.

Ese día, simplemente no escuchó las advertencias de sus amigos, solo se concentró en la fresca brisa que aquel campo le brindaba, y aquella tranquilidad, que pronto solo anhelaría».

Y hoy era el día, Hinata Shouyo acomodó bien sus zapatos para poder salir de casa, ya con su uniforme negro puesto, era tan genial... Parecía de secundaria.

Montó aquella bici, y con una resplandeciente sonrisa se encaminó hacia su futuro.

Karasuno quedaba algo lejos, y sin embargo, fue su primera y única opción escolar, ¿Su objetivo? El club de Voleibol; Ya sabía que lo primero que haría al escuchar la campana, sería correr hacia el Gimnasio, quería empezar de una vez por todas, no tenía duda de que quería estar ahí.

 

(...)

 

—Shimizu, ¿Se han anotado ya algunos candidatos de primero? —preguntó el omega a la joven Beta.

Kiyoko Shimizu, una bella flor en el desierto, un oasis, tan refrescante y preciosa...

Puede que no tenga la sumisión de un Omega, ni sus hormonas o celos; Puede que no imponga como un alfa, ni sus sentidos sean más desarrollados...

Kiyoko no necesitaba nada de eso para destacar, la hermosa Manager de Karasuno, sin duda, era quien mejor podía distinguir la situación actual, no siendo parte de ninguno de los dos lados, era quien mejor los comprendía.

—Si, hasta ahora, cuatro. —contesta con serenidad, llevando con delicadeza un fino mechón oscuro por detrás de su oreja. Al notar el silencio del otro, decidió continuar: —Dos alfas, dos omegas... —informó.

Koushi mantuvo silencio por unos segundos más, inconscientemente, las clasificaciones de aquellos de primer año retumbaban en su cabeza...

Él ya era de tercero, no podría ayudar a sus kohais por Siempre.

Sugawara Koushi no los conocía aun, no hacía falta, ya sabía lo que les esperaba.

—¿Sugawara? —le voz femenina de esta le trajo a la realidad, y una falsa sonrisa se posó sobre el nombrado. —No piense mucho en eso, cuando nosotros entramos, no había nadie quien nos explicara lo que pasa Aquí, y...

—Justo por eso... —Interrumpió el cenizo con un suave mirar. —Quiero ayudarles en lo que pueda, no quiero que se las vean tan mal como nosotros.

—¡Hey, Koushi! —se escuchó una voz por atrás del aludido, y al mismo tiempo una brazo rodio sus hombros.

Simplemente repugnante, esa sensación de asco, no se iba, nunca se fue en esos tres años, y estaba seguro que aun cuando se vaya de ahí, esa asqueante sensación prevalecerá siempre.

Una marca más profunda que un lazo, que más bien, era una cicatriz.

—Lo siento, tengo práctica hoy. —con una suave sonrisa, que aparentaba nervios, el omega se quitó con cuidado el brazo del otro alfa de encima, ese chico, era del club de fútbol, y su compañero de clase. —Vamos, Shimizu-san... —tomó con delicadeza el brazo de la otra, y comenzó un andar a paso tranquilo.

—No tienes porque seguir con esto... —le susurra sin mirarle, siguiendo su andar. —Estoy segura que el capitán ya lo sabe.

—Daichi no es un idiota, por supuesto que lo sabe. —concluyó el joven omega, con su mirada achocolatada perdida en la ventana.

Ese día el cielo se veía tan puro y azul, transmitiendo calma y quietud; sin embargo, el destino comúnmente es cínico e irónico.

—¡Kiyoko-san! —antes de que la azabache pudiera decir algo, su nombre su aclamado por cierto chico de segundo año.

 

(...)

 

Shouyo corría a todo lo que sus piernas le permitían, esquivando con agilidad a todas aquellas personas en su camino.

Las miradas de desconcierto por el recorrido apresurado del peli naranja no se hicieron esperar.

Sin embargo, el Omega pasaba por alto todas y cada una de ellas, justo ahora, lo único que deseaba era poder llegar a aquella cancha, la misma en la que si héroe había estado.

Caminar sobre sus mismos pasos, era un sueño hecho realidad.

Hinata veía aquellas puerta al gimnasio resplandecientes, dio un solo salto, uno hasta cruzar aun en los aire aquellas, un salto hacia una vida en preparatoria resplandeciente, donde tendría los compañeros de equipo que tanto había anhelado.

Pero una sombra, entre aquellos brillantes sueños, se hizo presente.

La espalda de un chico de cabellos oscuros y cortos, de mirada profunda y concentrada... Era el mismo al que había jurado derrotar.

¡Qué demonios hacía él aquí!

—¿Porqué estas aquí? —el ánimo de Hinata se desprendió de una manera repentina, su piel empalideció y sus ojos se agrandaron de la impresión.

La cancha se mantuvo en silencio hasta que el balón rebotó en la cabeza de "el Rey" y siguió botando levemente sobre la madera, hasta dar paso nuevamente al momento.

Esto era Realmente malo, ninguno estaba dispuesto a compartir el mismo lado de la red, aunque Tobio no pensaba que el más bajo logrará ser titular...

"¿Porqué está este tipo en Karasuno?" No, esto no podía ser verdad.

—Te conocí el año pasado... —Kageyama musitó al fin. —Aunque no sé tu nombre...

—¡Soy Hinata Shouyo! —se apresuró a decir, por un momento más, el "Rey" hizo una cara de miedo, aunque en realidad solo estaba profundizando en sus pensamientos. — ¿Quieres pelea? —exclamó tomando una pose de batalla.

—¡Tu eres el que jugaba mal! —sentenció el Rey, y Hinata sintió como si le clavasen una cuchilla.

—¡N-No te burles de mi! —reclamó, para luego agregar: —Puede que nos hayan ganado por mucho, ¡pero la próxima vez no perderé!

Mientras los nuevos divagaban entre cómo ganar si eran del mismo equipo, y el porqué de la presencia del más alto en aquella escuela, unas voces se hicieron presentes desde la puerta del gimnasio.

—Veo que ya los de este año son muy energéticos... —Una ronca voz de escuchó desde la entrada, era un chico, probablemente de tercero, de cabellos negros y Definitivamente alfa.

No obstante, lo que llamó la atención de Shouyo no era su porte, era aquella gargantilla negra que apretaba la mitad de su cuello; ya había visto a otros de segundo y tercero con ellos, pero no todos lo llevaban...

No lo había visto antes fuera de Karasuno, ¿significa algo? ¿Era bueno o malo? ¡Él también quería uno! ¡Se ven geniales!

—Son de primer año, ¿no es así? —un peli plata de cálida sonrisa les saludo e hizo su presencia ser más notoria. Él no tenía aquella gargantilla... —No se alteren mucho, Nuestro capitán no es muy paciente. —susurró este señalando al de su lado.

"Así que ese era el capitán" —pensaron casi sincronizadamente ambos.

Enseguida la atención de ambos se desvió hacia otro chico de cabellos rapados al ras del cráneo, con una mirada ciertamente aterradora, o se supone así deberían interpretar aquella mueca.

  — ¡Hey! ¡Hey! ¡Hey!—El joven con cara de vándalo se acerco amenazante, siendo arrastrado hacia atrás por el otro que era el capitán.

  — ¿Tu eres Kageyama, no es así? —Y enseguida  los tres rodearon al que ya no gustaba del apodo del "rey de la cancha"

Hinata se limitó a mirarles detalladamente, y se dio cuenta de que el joven de cabellos cenizos no llevaba aquella gargantilla, tenía tanta curiosidad por saber que significaban... Pero algo en lo que de igual manera no pudo evitar fijarse, es que la altura de aquellos era bastante favorecedora...

  — ¡Buenas! —Casi gritando, el más bajo se hizo notar, captando de primera la atención del jugador de tercero con un peculiar lunar adornando al lado de su ojo izquierdo, el cual golpeó el hombro del que se encontraba a su lado, haciendo que en la segunda llamada del nuevo, los tres le tuvieran el ojo encima.

— ¡Oh! ¡Tú eres el enano No.1! —Se apresuró a decir el rapado, como si apenas se dieran cuenta de ello.

—Así que tu eres el tal Hinata... —Mencionó el capitán hojeando la lista que su manager le había dado. —Ya veo... Los dos han venido a Karasuno...

Ambos recién llegados estaban confusos, ¿Acaso ya se conocían? ¿A ambos los conocían?

—Vimos su partido hace un año. —le informó el peli plata al notar el desconcierto en ambos.

— ¡Tenías un buen potencial! Tus reflejos y saltos eran buenos. —el de segundo año sonrió mostrando sus dientes.

— ¡He mejorado! —exclamó Shouyo. —¡Seré la estrella de Karasuno! —dijo firme.

En los orbes castaños del Omega, el otro de tercero pudo notar cierto brillo de determinación.

Brillo que su equipo había perdido hace algún tiempo, junto a su estrella.

Sugawara pudo notar como su compañero de un grado inferior retaba las palabras del pequeño, e incluso como el otro nuevo se quejaba y le reclamaba; pero lo que más llamó la Atención de Koushi, no eran los presentes en la cancha, si no el que iba llegando por afuera del Gimnasio...

Aquel Beta de evidente peluquín: El subdirector.

— ¡C-Chicos...! —con su voz intentando gritarles en un susurro, a lo que el capitán pudo responder poniéndose firme.

— ¿Estos son los candidatos de primero? —la voz con cierto tono de arrogancia del hombre de mediana edad hizo que los de grados superiores se pusieran nerviosos.

— ¡Chicos! —El alfa intentó llamar a ambos para que se calmaran, sin mucho éxito. —¡El subdirector está aquí!

Daichi, como su compañero había mencionado, no tendía a tener mucha paciencia cuando de alborotos de sus kohais se trataba...

— ¡H-Hey! —el omega de tercer año intentó inútilmente de ayudar a su compañero.

En ese momento, Kageyama había lanzado por segunda vez el balón hacia Hinata, era bueno y lo sabía, Shouyo había fallado al recibir una vez, pero esta fue diferente.

Su posición era perfecta, todos estaban seguros de que el balón se elevaría nuevamente...

Pero en un inesperado giro, la pelota rebotó sobre la cara de la auto proclamada futura estrella, dándole de lleno al Beta con mayor autoridad en aquel lugar...

El peluquín del subdirector cayó sobre la cabeza del capitán del equipo.

(...)

« –Koushi... —Sawamura dejó resbalar su cuerpo por la pared, quedando a la misma altura que el chico de su lado. —¿Estás bien? —preguntó con un tono suave al otro, mirando de reojo las rodillas raspadas de este.

—Lo arruinamos, Daichi... —la voz del peli plata sonó en un tono casi desgarrador. —Nuestro primer partido... Lo hemos arruinado. —con su cara oculta entre sus manos. —Tal vez los senpais tienen razón, Siendo un Omega no debí haber jugado...

—Eso no tiene nada que ver... —rascando levemente su nuca. —He escuchado que nos llaman "Los cuervos que no vuelan" y "los campeones caídos"... —suelta un leve suspiro y estira sus piernas. —No te dejes afectar por esto, Suga...

—Tu y Asashi jugaron bien, no se dejaron intimidar por nadie, yo fallé varias veces al pasarles el balón... —el joven colocador ladeo la cabeza hacia donde su compañero, dejando ver parte de su rostro por debajo de sus cabellos. —¿Porqué mi cuerpo no se movía? Pude haber salvado varias...

—Suga... —El azabache bajo la mirada, como si buscara la respuestas en aquel suelo de concreto. —Fue nuestro primer juego, no te agobies demasiado con eso, ¿si?

—Quiero seguir jugando a su lado... —sorbiendo su nariz, el joven de primer curso se restregó los parpados.

—No quisiera que fuera de otra manera. —estira la comisura de sus labios hasta formar una cálida sonrisa, extendiéndole la mano a su compañero. —Es una promesa, Suga, siempre estaremos juntos en la cancha.

Los orbes acaramelados de Koushi se relajaron, contemplando los del otro a detalle, sabía que Daichi cumpliría aquella promesa tanto Como pudiera.

Aquella primavera fue más calurosa que de costumbre.

En su primer año en Karasuno pasaron muchas cosas, diversos eventos que marcaron a aquellos chicos.

Sugawara para su segundo año ya no era el mismo, y Daichi no volvió a cuestionarlo desde que aquella gargantilla negra estaba asegurada en su cuello. »

—¡Suga! —la voz de su compañero de menos grado hizo que el omega reaccionara.

—¿Eh? —parpadeó un par de veces y miró alrededor, estaba en el Gimnasio, por algún motivo se perdió divagando en sus recuerdos. —¿Y Daichi?

—Se fue hace un rato Después de echar a los novatos del Gimnasio... —le recordó.

Era verdad, ahora lo recordaba, su mejor amigo Daichi, su capitán, había hecho una apuesta con aquellos dos de primero.

Si ganaban, su puesto como armador se perdería, no podría estar al lado de sus compañeros tanto como hubiera querido.

Pero él no era un prodigio, él no podía guiar a su equipo a la victoria, él no era más que un omega en una escuela de falsa igualdad, en una cancha en donde no importaba que tanto te esfuerces, si no Puedes enfrentar tu lugar, no harás más que estorbar.

Así debía ser, ¿No es así?

—No me siento muy bien, iré a casa antes. —anunció el joven, mientras salía de aquel recinto, topándose con los novatos que seguían afuera, y de igual manera, con aquella chica que era manager del equipo. —Shimizu...

—Sugawara, ¿te irás temprano hoy? —preguntó la  joven mientras se acomodaba los lentes e ignoraba las miradas de asombro por parte de aquel par a un lado de la entrada.

—Sí, no me siento muy bien... —rió y sin esperar respuesta de la Beta, siguió su camino.

No sabía exactamente de que estaba huyendo, pero no quería seguir ahí, necesitaba llegar a casa junto a su madre, necesitaba probar un poco de su Mapo Dofu súper picante, necesitaba descansar y pensar las cosas antes de que su mente le haga una mala jugada.

—¡Hey! Koushi. —aquella voz hizo que detuviera su andar. —Pensé que tenías cosas que hacer en el club... —su compañero de clase, una vez más se presentaba junto a él, dejando en el ambiente un aroma potente a limón, que para Suga, resultaba desagradable. —Igual vi que en los de primero hay jugadores muy interesantes, tal vez les pida que se unan al equipo de Fútbol, después de todo vi que su Capitán los hecho fuera del Gimnasio...

—Oh, ¿has estado espiando por los alrededores otra vez? —algo entre dientes, intentó sonar amable. —No los han echado, y lamento decirte que se ven muy determinados por entrar al club... —mientras una gota de sudor frió resbalaba por su mejilla, retrocediendo lentamente. —Es una verdadera lástima, pero se los hemos ganado. —intenta dar una suave risa, pero la misma es interrumpida por un objeto a espaldas del peli cenizo.

—Te equivocas Koushi, yo no soy quien ha estado merodeando... —Suspira y se acerca a pasos lentos hasta el otro, el cual era retenido por otros dos de sus brazos. —Tu celo está cerca, ¿no es así? —susurra mientras pasa su dedo índice por encima del cuello ajeno. —Sawamura no parece ir muy al tanto.

—No metas a Daichi es esto. —le mira fulminante, mientras siente como sus extremidades eran liberadas por los otros dos. —Y te recuerdo que tenemos un trato.

—No te pongas muy a la defensiva... —se cruza de brazos, mirando severamente al No. 2. —Sabes lo que pasará si te alteras mucho... —llevando inconscientemente sus dedos hacia aquella gargantilla oscura que llevaba en el cuello.

Sugawara había tomado decisiones difíciles, y sin embargo, no se permitía el retractarse o arrepentirse, eso era lo mejor.
Solo que a veces, le costaba mirar a sus compañeros a los ojos, fingiendo que todo estaba bien..

"Así que ese es mi senpai..." —desde el final del pasillo, junto a una maquina, el megane sorbía aquel jugo cítrico con cautela.

Puede que no sea de su incumbencia, pero si quería entender tan solo un poco lo que había visto años atrás, no le quedaba de otra más que entrometerse.

Él se encargaría de desmantelar la fachada de falsa seguridad que existía en Karasuno.

Algo tan estúpido como la "igualdad" era algo en lo que había dejado de creer desde que era niño.

Cambiar al mundo no era tan fácil, vivir en una mentira si lo era.

—Tsukki, aquí estas... —el pecoso llegó mientras recuperaba el aliento. —El capitán del equipo quiere hablar con nosotros...

Y sin siquiera esperar a que el otro chico que aun recuperaba las fuerzas por haber corrido desde el otro extremo de la escuela, el rubio comenzó a andar.

Notas finales:

Espero les guste, Muchas gracias por leer.

PD: Especial agradecimiento a Word y VozMe, por estar ahí cuando necesitaba apoyo :")


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).