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Welcome to the madness por Koheler Leight

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Notas del fanfic:

Al fin, el fic de YOI ha llegado.

Notas del capitulo:

¿Qué haces en mi cama?

La luz del claro amanecer  golpeó bruscamente los ojos de Yuri Plisetsky. Odiaba los hoteles con ventanas amplias, por la mañana la luz no le dejaba dormir, así que algo impaciente y molesto rodo para estar en el centro de la cama. Una vez ahí choco con algo, más bien con alguien, pero aún no lo sabía.

La noche anterior se había puesto salvaje durante la fiesta. Cuando todos comenzaron a beber y bailar, y Plisetsky descubrió por las malas lo sensible que era con el alcohol.

Llevo sus manos hasta el objeto en cuestión, deslizándolas arriba y abajo en una pequeña “inspección” tratando de adivinar de qué se trataba. Para comenzar, sin duda era algo cálido, con una complexión más bien fornida, y en definitiva más grande que él, lo cual lo saco un poco de orbita y se detuvo. Abrió los ojos en medio de una extraña mueca de dolor. El punzante dolor de cabeza apenas le dejaba pensar con claridad. Apartó las sabanas un poco, y vio lo que parecía ser cabello negro. Confuso jalo de el con fuerza, y a cambio recibió un pequeño apretón en su cintura acompañado de un quejido. «Agh»

—…¿Agh? —Yurio sintió un escalofrió recorrerle la espina dorsal, o sea, un muy mal presentimiento. Trago saliva, y armándose de valor saco por los aires todo lo que le cubría.

Sus ojos no daban crédito a lo que veía. ¿Qué estaba haciendo Otabek en su cama? Peor aún desnudo. Yurio se irguió rápidamente y se deshizo del abrazo de su compañero saliendo por completo de la cama, y entonces cayo en cuenta. No había dormido inocentemente en la misma cama que Otabek, lo sentía, sobre todo en su dolorida cadera.

—¡Oye, Otabek! —Yurio no se contuvo y despertó al moreno a punta gritos y un par de golpes —¿Qué carajo está pasando? ¿Qué haces aquí?

El kazajo despertó con la misma expresión de confusión que Yurio, pero en cuanto se recobró un poco, se arrastró sobre la cama hasta alcanzar al rubio y lo puso de vuelta en la cama jalándolo con fuerza.

—Tu estas en mi habitación, Yura. —Sin más, Otabek se puso sobre él y lo beso de lleno en los labios.

Yura necesito un par de segundos para reaccionar como lo habría hecho casualmente, puesto que en medio del shock, se dio el tiempo de corresponder a medias el beso. Por supuesto, después lo aparto empujándolo levemente y se tallo los labios con el antebrazo.

—¿Qué mierda te sucede? —Gritó el rubio seriamente contrariado.

—¿Yura? —Otabek se detuvo, estaba bastante confundido ya que la noche anterior Yurio se había mostrado mucho más “cooperativo” —¿Qué pasa?

—¡Es lo que estoy preguntando, Beka! ¿Qué hago aquí? ¡Y desnudo!

Otabek entendió en seguida lo que pasaba; Yura no recordaba nada de lo que había pasado. No era como si no lo hubiese visto venir, el chico estaba tan ebrio que habría podido competir contra Yuuri y Viktor en el pole dance toda la noche. Sin embargo, fiel a su carácter, el kazajo le dejo saber en seguida a Yurio lo que pasaba.

—Tuvimos sexo, Yuri.

—… ¿Sexo?

—Muy buen sexo, diría yo.

Yura volvió a levantarse, esta vez cubriéndose con una sábana, buscando con la vista su ropa, que seguramente estaba en algún de la habitación. —No, no, no, no, no, no. Horrible, apestas Beka. Tus bromas son mierda.

Otabek se dejó caer en la cama, sabía que no lo haría cambiar de opinión, no al rebelde de Yuri, al “Yankee Ruso” Aunque recordándolo tal y como fue durante la velada, no era tan rebelde, sino más bien… Sumiso. Yura se vestía a toda prisa, se puso los pantalones, camiseta y chaqueta e cuestión de segundos mientras tartamudeaba algo sobre salir de esa habitación antes de que todos malentendieran su relación con Otabek.

Se dirigió a la puerta a la puerta sin siquiera mirar a Beka, quien algo dolido por la actitud del contrario también se levantó, y se vistió únicamente con pantalones. Por supuesto entendía la situación perfectamente, mejor que nadie. Y es que aunque quisiera, nadie podía enterarse de lo que había sucedido puesto que Yurio aún tenía quince años y era peligroso para ambos, pero no podía evitar sentirse ofendido. Después de todo, ¡Yura no recordaba un carajo! No te declaras a una persona que has amado desde que recuerdas y le haces el amor para que este no recuerde nada.

Por su parte, Yurio que estaba más que decidido a marcharse, se colocó la capucha sobre su increíblemente-desordenado-cabello y giró el pomo de la puerta. Por supuesto no fue capaz de prever que Beka lo detendría, y asustado, desvío la mirada. —¿Qu- Qué pasa? —Otabek simplemente tomo el rostro de Yura con ambas manos y deposito un beso en su frente, como si se resignará.

—No pasa nada, Yura. No ocurrirá de nuevo mientras no lo quieras. —Beka abrió la puerta y empujo a Yurio sacándolo de la habitación. —Te veré después.

La puerta se cerró.

 

Yurio se sintió indescriptiblemente aliviado tras escuchar a Otabek decir esas palabras. Siendo sincero, lo último que quería era un escándalo sobre sus preferencias sexuales justo después de conseguir el oro en el Grand Prix Final. Pero también era cierto que se sentía algo extraño consigo mismo. Más allá del cambio físico que había sufrido, el dolor en su cuerpo y la sensación extraña, en su pecho había algo fuera de lugar…

—Da igual. —Se dijo a sí mismo, pero la verdad era que no se sentía igual. Cuando menos, no podría estar a solas con Beka sin sentir que su temperatura corporal se disparaba alocadamente.

—¿Yurio? —Fue interrumpido por una voz que reconoció en seguida. —¿Estás buscando a Otabek?

—Ah, Katsudon. Si, algo así. Pensé en desayunar con él, pero al parecer no está aquí.

—¿En serio? Pues no está desayunando en el hotel. No lo vimos.

—¿Vimos?

—Ah, estaba con Vik- - —Yuuri se interrumpió a sí mismo, sonrió y cambio el tema. —Tal vez está cansado. Ya sabes, estuvo cuidándote anoche.

—¿Cuidándome? ¿De qué hablas?

—Pues anoche bebiste demasiado, estuviste en una competencia de baile nuevamente, aunque no sé qué sucedió después. Otabek se ofreció a llevarte a tu habitación, pero ahora que recuerdo… —Yuuri metió su mano al bolsillo de su sudadera y le entrego a Yurio una tarjeta, o más bien, la llave de su habitación. —Toma, me pediste que la cuidará, pero al parecer también bebí demás. En cualquier caso debiste causarle problemas a Otabek para entrar a tu habitación.

Yuuri se interrumpió de nuevo, pero esta vez había una buena razón. Hasta ese momento no se había percatado que Yurio era un desastre. Su cabello era un desastre, y llevaba la misma ropa de la noche anterior, y por sobre todo, estaba fuera de la habitación de Beka. En definitiva algo había sucedido.

—Yurio.

Yurio se tensó y se irguió ante la presión. —¿Si?

—¿Paso algo malo con Otabek?

Yurio sintió que el corazón iba a fallarle. No podía contarle nada al cerdo, o metería en problemas o Beka. Y más que eso, Yuuri se convertiría en el primero en enterarse de que ya no era virgen, y la idea no le gustó nada. —¿De qué hablas? Para nada.

—¿Cómo entraste a tu habitación?

—¿Eso? —Metio su manos entre los bolsillos traseros del pantalón, y ahí estaba, una tarjeta de repuesto. —Con esta.

—Ah, ya veo… Lo siento, Yurio. Por un momento pensé que… Da igual, Otabek no te haría daño. Son amigos, ¿no?

Yura sintió un ligero movimiento en su estómago al escuchar eso. —Claro. —Amargo. —Ahora, ¿por qué no vas y buscas a Viktor, Cerdo?

Yuuri sonrió apenado y se fue. Una vez que se marchó, Yurio descubrió su cabeza y paso su manos entre su cabello algo enredado. Suspiró, y tras dar un último vistazo a la puerta de la habitación de Beka se marchó.

¿En que estaba pensando? Lo que había sucedido, era solo un accidente de ebriedad.

Obviamente era amigo de Beka.

Solo su amigo.

Solo su amigo.

O algo así.

Notas finales:

Bueno, bueno, bueno! Hasta que termino el fic de YOI que prometi antes.

 

Espero que les guste mucho porque disfrute mucho escribiendolo. En fin, muchos besos y patadas voladoras <3


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