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Sugiero no descartar por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:

Hola, pastelitos de limón.


He vuelto a esta categoría con un two-Shot. Que surgió luego de ver una imagen de Naruto. Hahaha Irónico, lo sé.


Los personajes no me pertenecen, son del increíble Eiichiro Oda-sama. Por los posibles horrores ortográficos, dos mil disculpas.


Sin más que decir excepto que, espero por el ángel que la primera parte sea de su agrado, los dejo leer.

 

 

SUGIERO NO DESCARTAR

 

—Primera Parte—

 

 

 

Zoro estaba recostado en la cama de su dormitorio del internado, observando el techo de esta como si se tratara de la cosa más interesante del mundo.

Por fin era sábado luego de una larga semana de exámenes, y cualquiera pensaría que era lógico tirarse en la cama y no despertar hasta el día siguiente. Pero Zoro solo se encontraba en su cama boca arriba, porque se estaba muriendo de lo aburrido que estaba y no sabía qué rayos hacer para cambiar eso. Había estado ocupado estudiando y entregando trabajos para obtener créditos extras en algunas asignaturas, que ahora que ya no tenía nada que hacer, sentía que iba a darle un coma de aburrimiento.

Y si, dormir todo el día, cual otro día, le hubiera resultado más que tentador, pero es que en ese momento por increíble que pareciera, no tenía nada de sueño. Tanto estudiar para los exámenes le había exprimido hasta eso.

El día anterior se habían reunido para celebrar que al fin acaban los exámenes y todos parecían con muchas energías, pero ahora ya pasado eso, era seguro que a todos les había dado duro el agotamiento, por lo menos a la mayoría. ¿Por qué no podía él estar así también? Lo peor era que no es que estuviera al ciento por ciento de sus energías, sino en cincuenta a lo mucho. Así que ni siquiera podía ir a correr al parque porque no estaba seguro de aguantar ni tres kilómetros antes de enterrar el rostro en la acera, o de ir a entrenar un poco al área del club de Kendo, porque ni para eso tenía energías.

En ese momento solo quería hacer alguna actividad que fuera fácil y lo relajara.

Estaba seguro que Luffy si que estaría con la pierna al aire en su habitación, roncando sonoramente. Usopp era otro que estaría igual. Nami ni idea, esa arpía usurera quizá se había ido a algún Spa con Viví y Kaya. ¡A ese tipo de actividades se refería Zoro cuando decía que quería hacerlo algo fácil y relajante! Pero ni modo que fuera a un Spa, él era hombre.

Dio un hondo suspiro y luego se limpio el sudor de las sientes, porque de paso, no era ni medio día y había un calor del infierno. Al menos por el momento decidió tomar un baño para así refrescarse de ese puto calor.

Se levanto de la cama y se dirigió hacia el armario a buscar una muda de ropa, pues aun estaba usando la ropa de dormir, la cual consistía en una pantaloneta gris y una camiseta blanca. Una vez ya escogida la ropa: un pantalón negro y una playera blanca, la dejo en la cama y se fue hacia la ducha.

El agua fría tocando su piel y deslizándose por todo su cuerpo, fue jodidamente refrescante, no supo exactamente cuánto tiempo paso bajo el agua antes de al fin salir del cuarto de ducha con una toalla en su cintura y otra más pequeña sobre sus verdes cabellos, pero cuando lo hizo se encontró con su compañero de habitación: un peli-rojo con ojos ámbar y sin cejas; tirado en su propia cama boca abajo.

—Creí que no te vería de regreso hasta mañana —dijo Zoro. Se quito la toalla sin pudor alguno y comenzó a vestirse. No había ningún tipo de atracción entre uno y el otro después de todo.

—Sí, yo también había creído lo mismo —su voz sonó amortiguada gracias al colchón.

—¿Qué paso?

—El idiota de Killer, que últimamente anda con sus estúpidos ataques de celos. Te juro que no lo soporto al bastardo.

—Así que lo mandaste al carajo y luego volviste aquí —aseguro el de verdes cabellos—. ¡Ja! —sonrió.

El peli-rojo levanto la vista y clavo sus ojos ambarinos en el peli-verde, a quien ya solo le faltaba colocarse la playera, por lo cual estaba mostrando su bronceado y perfecto abdomen de tableta de chocolate.

—¿Qué es tan gracioso? —exigió saber con mala cara.

—Que siempre has sido un bastardo, y te metías con uno y con otro. Nunca te vi salir enserio con alguien. Salías incluso con tres a la vez, así que si uno te aburría ya tenias a otro. Pero ahora… —guardo silencio observando a su amigo, quien estaba con una ceja alzada, curioso.

—¿Ahora qué?

—Pues que desde que conociste a Killer estas muy cambiado. En otro tiempo te hubieras ido derechito a buscar un polvo, quizá dos, pero ahora estas aquí, dices que no soportas los celos de Killer, pero viniste directo al internado a lamentarte que te peleaste con tu novio, y no a buscar a alguien para tener sexo. Quién lo diría, Kid. Quien lo diría.

Kid giro el cuello volviendo a ocultar su rostro con ayuda del mullido colchón de su cama.

—Cierra la boca, maldito —Zoro sonrío al ver como sus orejas estaban igual de rojas que su cabello.

—¿Cómo carajos quieres que no se sienta celoso, con la reputación que tienes? —Kid no respondió, solo se movió un poco en su lugar. Zoro suspiro—. Imbécil, solo ve y demuéstrale que ya cambiaste. Que solo te interesa él.

—¿Desde cuándo das concejos amoroso cuando tu estas más solo que un islote en medio del mar?

Zoro, quien ya estaba completamente vestido y en ese momento estaba colocándose sus botas negras estilo militar, tomo una almohada de su cama y se la lanzo a Kid.

—Pero, maldición, tienes toda la razón —Se dio un zape mental por ser tan imbécil.

El peli-rojo se levanto de la cama y sin decir nada más, volvió a salir de la habitación dejando solo al peli-verde, quien dio un bufido al ya no tener con que distraerse.

Y entonces recordó que, de hecho, si tenía algo con que distraerse. Observo la consola de Xbox, cortesía de su padre por iniciar el nuevo año escolar, al lado del televisor, cortesía del padre de Kid, también por iniciar el nuevo año escolar. Es que los dos eran tan malos en los estudios que había que recompensarlos cuando hacían algo bien. Fue hacia donde estaba el estuche negro que contenía los juegos y observo cuales tenía. Sin duda jugar un rato resultaría muy relajante, pero no tanto si lo hacía solo.

Quizá si le decía a Luffy y a Usopp aceptaban jugar con él. No lo creía porque a esos cuando les azotaba el agotamiento, nadie los levantaba. Bueno, a Luffy si, con carme obviamente, y aun así, lo más seguro era que se la comiera mientras aun dormía. Ese chico tenía unas habilidades increíbles, absurdas, pero increíbles.

Bueno, estaba decidido, iría a la habitación de esos dos, pero sin carne, quería probar suerte sin tener que gastar ningún centavo. Eso se decía él, pero lo cierta era que intentar encontrar la cafetería seria toda una odisea que no quería hacer, a menos que fuera acompañado.

Se dirigió hacia la puerta y una vez en el pasillo, repaso mentalmente las instrucciones que Usopp de le había dado de cómo llegar a la puerta de su habitación.

«Sigues recto desde tu habitación, hasta estar frente al cruce de pasillos, tomas el camino de la derecha, luego en el siguiente cruce tomas el de la izquierda, hasta llegar a las escaleras, las subes un piso y tomas el camino hacia la izquierda, cuentas cuatro habitación a la derecha, y la quinta, esa es la nuestra».

Bien, era fácil. Emprendió su marcha y al llegar al cruce del pasillo, giro hacia la izquierda, y en el siguiente cruce tomo el de la derecha, al llegar a las escaleras, las subió un nivel y tomo el camino de la derecha y conto cuatro habitación y toco en la quinta, del lado izquierdo.

Escucho pasas acercando, el pomo siendo girado y entonces la puerta se abrió… pero no fue Luffy ni Usopp quien se mostro en el marco.

—¿Qué quieres, Marimo? —cuestiono un rubio de ojos azules y cejas rizadas. Extrañamente muy desgreñado tratándose de él, quien siempre tenía el cabello perfectamente peinado y el uniforme bien planchado. Usaba una playera azul que resaltaba mas sus ojos, un pantalón corto y un poquito holgado color beige, y usaba unos converse verdes.

—Maldición —susurro Zoro ¿Qué rayos había hecho mal? Había seguido las instrucciones al pie de la letra quien estaba colocándose sus botas negras estilo militar—. Nada, cejas estúpidas. Olvídalo.

Se giro para volver a su habitación pero una vez observo el pasillo ante sus ojos, se dio cuenta que no tenía idea de cómo llegar a esta.

Al verlo dudar, y deducir que era lo que ocurría, Sanji sonrió para sí mismo.

«Eres tan idiota como siempre, Marimo».

—Sigue el pasillo hasta al cruce y tomas el camino que está al lado de tu brazo izquierdo —le mostro que brazo era, rozando apenas sus dedos en este—. Luego bajas a las escaleras, y sigues por el pasillo hasta llegar al cruce, ahí tomas el camino de tu mismo brazo izquierdo —volvió a mostrarle el brazo. Zoro inevitablemente seguía los movimientos de las pálidas manos del rubio cada vez que rozaba sus brazos. Estaba extrañamente hablando muy amable—. Sigues todo recto y al llegar al siguiente cruce, tomas el camino de tu brazo derecho –rozo una vez más la piel indicando su brazo—. Entonces sigues hasta llegar al final de pasillo y ahí está tu habitación. No es ninguna otra puerta del pasillo, es la última de este.

Zoro estaba seguro de tener las mejillas un poco sonrosadas, pero su piel bronceada dificultaba la visibilidad, lo cual agradecía mucho en ese momento. ¡Estúpido cabeza de pato que tenía que darse cuenta que se había perdido!

—Una vez ahí, repasa una vez más las instrucciones de Usopp —volvió a hablar el rubio—. Ibas a la habitación de Luffy y él, ¿cierto?

El peli-verde dio un bufido.

—Nadie pidió tu ayuda, cabeza de pato —evito completamente el tema. Pero de nada le servía ya.

A Sanji le dio un tic en el ojo derecho, el cual era su único ojo visible.

—Se dice gracias, Marimo de mierda.

—¡Hmph!

Giro sobre sus tobillos y comenzó a caminar, Sanji lo observo alejarse con una sonrisa burlona en los labios. Entonces, a medio pasillo, Zoro volvió a hablar.

—Gracias —susurro, al rubio le fue difícil escuchar, pero lo hizo. Sonrió una vez más antes de adentrarse en su habitación.

«Eres un idiota, Zoro». Pensó una vez la puerta cerrada.

—¿Quién era? —le cuestiono la voz de su compañero de habitación: un chico igualmente rubio, pero con el cabello más largo, estaba sentado en posición india sobre su propia cama con una manojo de cartas de tarot sobre esta hacia un lado, el chico no despego la vista en ningún instante de tres cartas que estaban fuera del manojo con la cara hacia abajo—. Parece haberte puesto de buen humor.

Sanji, sonrió me dio lado.

—Era el Marimo.

—¿Zoro? Es extraño que te busque cuando casi siempre están peleando—comento con la vista aun clavada en las cartas sobre su cama. Tomo una de las tres y le dio la vuelta para observarla—. ¿Qué quería?

—¿Conmigo? Nada. Estaba buscando la habitación de Luffy y Usopp.

—Eso lo explica —Sanji camino hasta tomar asiento en su cama y observar a su compañero mientras este continuaba con la carta en su mano.

—¿Cuál salió?

El chico rubio de cabello largo giro la carta dejando que Sanji la observara.

—Los amantes —dijo, y el de cejas rizadas noto cierta insinuación.

—Tiene más posibilidad una botella de sake, que yo, Basil —aseguro con cierta amargura.

Basil abrió los labios para responder, pero unos toquecitos en la puerta hicieron que se mantuviera callado. Sanji se levanto de su cama y fue a abrir. No pudo evitar la risa cuando vio como el entrecejo de Zoro se fruncía, y él estaba un poquito agitado.

—¡Mierda! —dijo el peli-verde y luego se giro y volvió por donde había llegado sin decir nada más.

Sanji regreso a su cama carcajeándose levemente.

—Es curioso cómo es que llego a nuestra habitación dos veces seguidas.

—Lo que pasa es que creo que confunde la derecha con la izquierda. Y da la casualidad que las instrucciones para llegar a la Habitación de Luffy y Usopp, son lo contrario de la nuestra.

—No es casualidad… es el destino —agito la carta de tarot en sus manos.

—Algo entre el Marimo y yo es completamente imposible.

—Yo no estaría tan seguro. Esa posibilidad es muy probable —dijo Basil—. La posibilidad de que pueda darse algo entre ustedes, me refiero. Las cartas no mienten.

Sanji se encogió de hombros y luego se dejo ir de espaldas recostándose completamente en su habitación.

—Pueden referirse a otra persona.

—Puede ser. Pero creo que se trata de Zoro —observo la carta en su mano una vez más—. Esa persona que tanto anhelas junto a ti, pronto llegara y sus caminos será inevitable que no se entrelacen.

—¿De verdad piensas que es Zoro?

—No logro ver ningún rasgo distintivo, pero siento una energía singular en esa persona. De todos modos, puede que yo esté equivocado… o puede que tenga razón. Así que sugiero no descartar la posibilidad.

El de cejas rizadas extendió sus brazos y cerro sus ojos. Intento pensar como seria estar al lado del Marimo, de la forma en la que desde hacía ya mucho tiempo había deseado. No es que lo idealizara, sabía que si algo se daba, las cosas no serian color de rosa como con otras pajeras; ambos tenían su carácter y sus opiniones. Aun si, la imagen de un Zoro sonriéndole y besándole, teniendo lindos gestos de vez en cuando, le hacía latir en exceso el corazón.

Sanji abrió los ojos cuando unos nuevos toques en la puerta se escucharon. Se incorporo y observo a Basil.

—Te no te molesta si dejamos la lectura de cartas para después?

—No.

El de cejas rizadas sonrió de medio lado y luego fue hacia la puerta y la abrió. Un muy agitado Zoro estaba al otro lado de esta. Sanji supuso que había corrido de vuelta a su habitación y otra vez buscando la de Luffy y Usopp. Y no se equivocaba.

Zoro hizo una mueca y dio un bufido cuando lo observo abrir nuevamente la puerta. ¡Maldita sea!

Sanji cerró la puerta de tras de él y comenzó a caminar por el pasillo.

—Vamos, Marimo, te llevare a la habitación correcta —a regaña dientes, con las majillas un poco sonrojadas, con la respiración agitada por la carrera que fue una completa tortura después de la segunda vez que llego a la habitación de Sanji y corrió de regreso a la suya, y porque ya estaba completamente harto, Zoro lo siguió—. ¿Tan importante es hablar con ellos? —quiso saber el rubio.

—… Solo quería ver si se les antojaba jugar un rato con la consola en mi habitación.

—Ah, ya veo.

Durante el resto del camino, ninguno de los dos volvió a decir nada. Lo cual le añadía otro toque de extrañeza al simple hecho de verlos caminando juntos. Bajaron escaleras cruzaron pasillos, volvieron a subir escalares y pronto estuvieron frente a la habitación del monito y el narigudo.

Zoro toco la puerta en repetidas ocasiones, hasta que al fin se escucharon pasos y luego el pomo girando. Al otro lado se mostro un adormilado Usopp, quien estaba tallándose los ojos y dando un bostezo.

—Chicos… que raro es verlos juntos. ¿Es que ocurrió un milagro y al fin son amigos? —la reacción fue un poco vaga, pues adormilado no terminaba de procesar el hecho de que esos dos estuvieran juntos.

—Nah —dijo Sanji—. Que va… solo estoy haciendo mi buena obra del día. Aquí tu amigo cabeza de alga sin cerebro toco tres veces mi puerta buscando la de ustedes.

—¿¡A quien le dices cabeza de alga sin cerebro, maldito cejas de diana!?

—Ni siquiera me sorprende —Usopp dio otro bostezo.

—Ni a mí, solo me da risa.

—¡Oe! ¡No me ignoren, bastardos!

Sanji sonrió para sí mismos.  Momentos como esos eran los que se quedaban grabados en su memoria. Y por momentos así era que envidiaba lo bien que Zoro se llevaba con Luffy y con Usopp. Mientras que las veces que podían estar así junto al Marimo eran muy limitadas, el monito y el narigudo podían estar junto a él casi siempre, bromeando y llevándose muy bien.

—Ya, ya, Marimo-kun. Mejor di a lo viniste.

Zoro soltó un bufido.

—Estúpido cabeza de pato –mascullo antes de girarse hacia Usopp—. ¿Quieren ir a jugar un rato con la consola a mi habitación? —cuestiono y en ese momento noto como Usopp tenía el rostro recostado contra el marco de la puerta y babeaba.

El peli-verde ojeo dentro de la habitación y noto que, efectivamente, Luffy estaba durmiendo a pierna alzada muy cerca del borde de la cama, con un globito de moco saliéndole de la nariz que en ese momento este estallo, despertando sorpresivamente al chico quien se incorporo un poco en la cama y volteo a ver a ambos lados, solo para después dejarse caer otra vez en el mullido colchón y quedar nuevamente dormido al instante. Bueno, había supuesto que eso podía pasar, los chicos estaban muy cansados, era mejor dejarlos dormir.

La palma de su mano la estrello contra el rostro de Usopp, despertándolo de un brinco.

—¿Qué pasa? ¿Qué pasa? —dijo Usopp con los ojos casi del todo cerrados.

—Nada, nada… ve a tu cama a continuar durmiendo.

Usopp no espero que se lo dijera dos veces, ingreso en su habitación y cerró la puerta detrás de sí, Zoro escucho como se dejaba caer nuevamente en su cama. Rubio y peli-verde se quedaron en silencio durante unos segundos, hasta que Sanji hablo.

—Vamos, Marimo-kun, te llevo a tu habitación.

Sin esperar respuesta, comenzó a avanzar en el pasillo. Zoro se hubiera negado, pero ya importaba poco la vergüenza, hubiera sido diferente si el cabeza de pato se estuviera burlando de él, pero ese día estaba comportándose extrañamente muy amable. Y si no peleaba, entonces Zoro tampoco lo haría, no tenia tantos ánimos como para gritarse y posiblemente, ya que nadie estaría para detenerlos, agarrarse a golpes con él en el pasillo. De todas formas, no había motivo para molestarse cuando lo estaba ayudando de una forma, al parecer, bastante sincera.

Lo observo de reojo en varias ocasiones mientras caminaban por los pasillos. El no parecía estar tan agotado como los chicos. Ambos se mantenían en silencio, aunque el rubio parecía un tanto de buen humor. Zoro hubiera querido iniciar conversación con él, pero tampoco tenía nada de lo que hablar. La mayoría de las veces que estaban en un mismo sitio, terminaban insultándose gacho e incluso intentando agarrarse a golpes mientras eran sostenidos por los chicos, en vez de tener alguna platica decente. Así que no podía pensar en algún tema de conversación en común.

Y no podía ir y decirle: «Eh, ¿qué se siente ser un cabeza de pato?». Estaba seguro que el rubio respondería algo como: «Dime tú, ¿qué se siente ser un cabeza de alga sin cerebro?». Y luego se insultarían de mil formas peores y, ¿quién sabe? Quizá hasta terminarían agarrándose a golpes sin que nadie los detuviera esa vez.        

Zoro definitivamente no quería eso. Solo quería hacerlo algo fácil y relajante ese día.

—Bueno, Marimo-kun. Ya estamos aquí —la voz del cejas de sushi lo saco de sus pensamientos—. Ahora que ya termine de hacer mi buena obra del día, me voy.

El Marimo observo la espalda del rubio mientras se marchaba. Era pequeña y sus hombros no parecían los de un chico por ser tan poco anchos. El peli-ver también aprecio su cintura, se veía estrecha, bajo un poco más la vista y observo su trasero…

«Vaya». Pensó, alzando las cejas. Zoro jamás lo había observado de espaldas de esa forma, apreciándolo en verdad.

—¡Oye, cabeza de pato! —grito en un impulso.

Sanji se detuvo justo antes de cruzar hacia la izquierda en el pasillo. Se giro hacia Zoro.

—¿Qué quieres, brócoli con patas?

Zoro soltó un bufido ante la forma en la que lo llamo. Pensó en que estaba teniendo una muy mala idea, pero cualquier cosa era mejor en ese momento, que quedarse en su habitación muriéndose de aburrimiento

—¿Quieres pasar y jugar un rato con la consola? —El rubio pensó en hacer un comentario hacia Zoro acerca de que el calor había terminado de quemarle las neuromas, o que debía de estar demasiado aburrido y desesperado, sin en verdad había considerado el pasar un tiempo ambos en la misma habitación, sabiendo como posiblemente terminarían las cosas.

Pero, hey… pensó en las palabras de Basil: «No logro ver ningún rasgo distintivo, pero siento una energía singular en esa persona. De todos modos, puede que yo esté equivocado… o puede que tenga razón. Así que sugiero no descartar la posibilidad». No es como si Sanji se hiciera ilusiones, pero pasar un sábado en la habitación del Marimo, jugando con la consola de este, se le antojaba muy apetecible. Ya había comprobado que si no lo provocaba, el Marimo dejaba lo brusco de lado, aunque no los insultos por supuesto. Pero eso no le molestaba, pues parecía solo ser la costumbre de llamarse de esa forma, y no intensiones más que ofensivas. De todos modos, si existía la posibilidad de darse algo entre ellos, ese momento a solas podía ayudar un poco a mejorar la relación.

Sanji se encogió de hombros.

—¿Por qué no?

Comenzó a caminar de regreso.

 

Notas finales:

Y eso fue todo.


¿Y qué tal?


¿Qué les pareció?


¿Les gusto?


Yo espero y la primera parte si les haya gustado.


Pueden hacérmelo saber por medio de un hermoso review, el cual responderé con mucho gusto. Necesito saber  si quieren que suba la continuación. Y espero de todo Kokoro que si quieran.


Que el ángel cuide de sus preciosas almas. Besos y abrazos para todos.


Bye.


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