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Smile por Marieene

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Notas del fanfic:

Encontré este on shot que habia escrito hace ya un par de años y antes de que quede archivado lo subo :3

Smile

 

Por Marieene

 

¿Cómo había llegado a semejante situación? Solo había intentado ser él mismo, decir lo que pensaba y hacer lo que su corazón deseaba. Solo eso. Y ahora solo tenía como respuesta un incómodo silencio y una mirada de sorpresa inesperada. 

Jamás le había pasado algo igual, estaba demasiado nervioso, y eso era porque nunca se había sentido de esa manera, nunca había tenido tales ganas de expresar algo como aquello. ¿Se estaba arrepintiendo?...de cualquier forma ya era tarde. Las palabras ya habían escapado de su boca. En tan solo unos contados segundos, se había lanzado al abismo sin darse verdadera cuenta de lo que hacia. 

Ante el silencio que comenzaba a sofocarlo, su siempre compañera y humilde sonrisa se fue desvaneciendo, y sus ojos grandes y bellos comenzaron a cerrarse. La emoción se apagó como si hubiese activado un interruptor, y la adrenalina se convirtió en un profundo vacío. El latir infinito de su corazón jovial volvió a su ritmo habitual. 

Suspiró resignado y comenzó a jugar con su cabello dorado, mientras sus piernas lentamente recobraban la fuerza que habían perdido segundos atrás ante tanta presión. El joven frente a él solo se limitaba a mirarlo inexpresivamente. Era imposible, ahora y siempre, saber o adivinar lo que ése muchacho pensaba. Su mirada y sus gestos no determinaban nada más que una persona cerrada. No era nada fácil leerlo. Pero en ocasiones sus ojos y la forma en que el menor lo miraba, hacia que su aliento y corazón se comprimieran y por un mínimo tiempo podía comprender las emociones y sentimientos del de cabellos negros, solo por una pequeña fracción de tiempo. 

Iba a decir algo, aunque exactamente no sabia qué, solo deseaba que ese silencio que los rodeaba se terminara. Pero cuando esbozó una sonrisa algo forzada y abrió la boca, las palabras no salieron. 

Depronto el joven que aun se mantenía callado lo miró por última vez y se volteó con la aparente intención de irse y dejarlo solo con el rechazo pintado en su cara y la desoladora realidad de que había sido un ingenuo si había pensado que podría tener una respuesta positiva. Que errado estaba. Que tonto fue al decirle a aquel joven lo que sentía y lo que le pasaba cada vez que lo veía. ¿Por qué había sido tan impulsivo? ¿Qué oportunidad tenia?... ¡Ninguna! En absoluto… ¿Entonces que fue lo que lo motivó a confesarse? Si después de todo aquel joven que se mantenía en silencio no lo consideraba ni siquiera un amigo, cuando él hacia hasta lo imposible para que lo reconociera…para protegerlo y para, ingenuamente, hacerlo sonreír. 

Los pensamientos de la realidad le dolieron profundamente. Ya lo sabía. Desear y querer que una persona fuera su amigo no bastaba para que ésa persona también lo considerara así. ¡Que idiota había sido! Aun así, no quería que por su error de confesarse, el otro joven se distanciara aun más de él, no quería perderlo completamente…No lo soportaría…  

Pero debía hacer algo antes de que la persona frente a él se esfumara…

— ¡Lo siento, Gareki! —Dijo a viva voz mientras daba un par de pasos hacia adelante y detenía el andar del joven de ojos azules tomándolo del hombro con una de sus manos. El aludido se giró y miró profundamente a los ojos del rubio. Éste parecía tener la mirada nublada por lágrimas contenidas.   

—Yogi, ¿Estas llorando? —Preguntó demostrando menos sorpresa de la que en verdad sentía. Y sin variar demasiado su expresión se paró frente al rubio y lo observó estrechando la vista. 

—No... ¡NO! —Gritó y soltó el hombro del menor para secar la pequeña humedad en sus pestañas inferiores. El rubio miró con algo de tristeza al menor y solo se resignó, ya no había vuelta atrás. No tenia porque detenerlo, si se quería ir, debía dejarlo. —Lamento haberte provocado problemas e incomodarte. No era mi intención…Lo siento…—No sabia por qué, pero tenia la necesidad de disculparse. Dicho eso, apartó la mirada y esperó a que el otro hiciera o dijera algo. 

—Ya cállate. –Reprochó Gareki mirando seriamente al rubio, quien se sobresalto ante tanta rudeza en su voz. —No tienes que lamentarte ni disculparte. — Luego caminó hasta la cama y se sentó. Esa era la habitación de Yogi. Minutos atrás lo había llamado para hablar de algo importante, pero nunca se hubiese imaginado que el mayor le diría semejante cosa. Nunca se le hubiese cruzado por la cabeza…aunque… ¿Se sentía aliviado?  

Yogi se acercó sintiéndose algo apaciguado por las palabras de Gareki. Ya más cómodo, se tomó el atrevimiento de sentarse junto al de cabellos negros. Éste último se removió inconcientemente producto de la cercanía del otro. 

— Gareki…yo… —Aun no sabia que decir, no podía encontrar las palabras adecuadas. No quería volver a provocar un ambiente incomodo, solo quería arreglar lo que había echo al decir lo que sentía hacia aquel muchacho. —Lo que dije anteriormente… 

— Es lo que sientes, ¿verdad? —Preguntó repentinamente el de cabellos oscuros. Sus miradas se cruzaron y Yogi sintió un escalofrío en todo el cuerpo. 

— Si. —Fue lo único que pronunció con una mirada seria impropia de él.  

— Ya veo. —Gareki se dejó caer hacia atrás y miró el techo. La cama de Yogi era muy cómoda y de repente le dieron ganas de dormir, cosa que no hacia apropiadamente en los últimos días. 

El rubio miró el cuerpo de Gareki y rápidamente la apartó al notar que la remera del menor se había levantado, dejando expuesta la piel blanca y el ombligo del menor. Sintió un calor acompañado de un cosquilleo. Con las mejillas levemente teñidas, disimuladamente miró por el rabillo del ojo el cuerpo completo de Gareki y no pudo evitar sonreír y pensar que se veía demasiado tierno y bello. Tan solo con los ojos cerrados, la respiración regular y el abdomen a la vista. Demasiado lindo para su corazón. Se contuvo con todas sus fuerzas de abalanzarse hacia el cuerpo del menor y abrazarlo con fuerza.   

Geraki suspiró. Fue entonces que Yogi reaccionó. 

— Gareki, si quieres, hagamos como si esto nunca pasó. Tal vez es lo mejor, ¿no crees? —Con una sonrisa triste miró a los ojos azules que se encontraban nuevamente abiertos. —Olvida lo que te dije por favor…Seguiremos siendo amigos, ¿no? —Yogi intentó disimular su pesar. Ni siquiera eran amigos realmente. 

— Ya deja de decir estupideces. —El rubio abrió los ojos sorprendidos y luego bajó la mirada. Seguramente ni siquiera quería escucharlo hablar. Un fuerte dolor se formó en su pecho. Dolía, dolía mucho ser rechazado. Nuevamente y sin volver a mirar al menor, sus manos nerviosas comenzaron a jugar con su mechones dorados. ¿Qué debía hacer?...De pronto escuchó un fuerte suspiro por parte de Gareki. Seguramente estaba molesto con él. 

— Perdón, solo estaba bromeando. —Se apresuró a decir. —Nada de lo que dije es cierto. Así que mejor dejémoslo acá. Ya es tarde, será mejor que vuelvas a tu cuarto y duermas un poco. —Listo, con eso debería poder emendar un poco las cosas. Cuando estaba por ponerse de pie, las manos de Gareki lo mantuvieron en el lugar. Éste se sentó y acercó su rostro al del rubio, luego suspiró nuevamente con los ojos cerrados. 

— Eso es mentira, ¿cierto? —No esperó respuesta. Con delicadeza agarró el mentón del rubio y lo giró hacia su rostro. —No te arrepientas de lo que hayas dicho si eso es lo que sientes. —Dijo despacito y acortó la distancia entre ambos hasta que sus labios se unieron en un suave beso. Fue solo un íntimo contacto. El cálido roce embriagó a Yogi, quien comenzó a creer que todo aquello era un sueño, un dulce sueño. Incapaz de moverse por la deliciosa impresión de verse besado por la persona que despertaba dentro de su cuerpo un profundo amor, sus ojos se cerraron y su mente se nublo. Si ese era un sueño…Simplemente no quería despertar.   

Gareki se separó con suavidad y soltó el mentón del rubio, para deslizar su mano hacia un mechón de rubio cabello. Lo acarició y luego apartó la mano, al igual que su mirada. 

— Ga…re… —Yogi se tocó los labios y sintió un calor recorrer todo su cuerpo. No podía ver el rostro del menor, pero con solo ver su perfil y notar un leve rubor en sus mejillas solo pudo pensar en la ternura que emanaba de su ser. Sonrió con felicidad.

— Si eso es lo que deseas, solo dilo. No vengas a decir que te gusto y luego pretender que no has dicho nada y que todo fue una broma. —Gareki buscó la mirada opuesta y Yogi no pudo mas que sonreír como nunca lo había echo, con pureza y felicidad absoluta. Su cuerpo se movió por si solo y se tiró sobre el menor para abrazarlo con amor. 

— ¡Gareki! lo siento. —Decía feliz y apenado, con unas pequeñas lagrimas de felicidad, sin soltar al otro. 

— ¡Ya deja de sentirlo! —Dijo Gareki, dejándose abrazar ruborizándose un poco, pero sin corresponder a tal muestra de afecto. No era precisamente demostrativo y afectuoso, mucho menos con algo tan repentino.    

— Lo siento. —Hizo una pausa al recibir una mirada de reproche y un “solo olvídalo” por parte del menor y luego continuó diciendo con una amplia e imborrable sonrisa. —Estoy tan feliz de que no me odies. 

—No, no te odio. —Dijo y se tiró de espaldas en la cama nuevamente. Con una mano agarró las ropas del mayor y lo hizo acostarse junto a él. —Solo…quedémonos así. —Y cerrando los ojos, con la calidez del cuerpo ajeno, Gareki se fue durmiendo con profundidad, como hacía varias noches no podía. 

—Todo el tiempo que quieras. —Y tomándose el atrevimiento de abrasarlo con más fuerza y contacto, Yogi también cayó en un profundo y apacible sueño.

 

 

   


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