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Perfume Delight por Ondubu

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Notas del fanfic:

 

¡Hola!

Primero que nada quiero aclarar que la idea no es mía. Viene de la página de Facebook "Haykyuu headcanons y otras cosas", a la cuál pedí permiso (o me dió permiso) de poder desarrollar esta idea que me pareció en extremo adorable.

Notas del capitulo:

 

¡Hola! ♥.

Esta vez les traigo algo un poco quizá muy corto oneshot. La verdad es que siento que no me quedó del todo bien, pero si sigo leyendolo tratándo de corregirlo simplemente terminaré cambiando por completo la escencia de la idea. 

Esta vez -y cómo ya mencioné varias veces- la idea no es mía. Yo me encargué de desarrollarla, pero la base viene de la página "Haikyuu headcanons y otras cosas" a la cual pueden ir. El contenido que suben es diario y muy lindo ;;

La base de este fic la pueden leer aquí.

En fin, espero que les guste y que me perdonen por no hacerlo mejor ;;

 

PD: También debo decir que es la primera vez que escribo algo que no es del fandom del K-pop. Aunque la pareja no es usual, espero puedan disfrutarlo. uwu)

Perfume Delight.

Tadashi no podía creerlo. Su cuerpo temblaba agresivamente mientras se hacía el ovillo más pequeño posible. Tal parecía que su periodo de celo había llegado en el momento menos esperado. Tuvo suerte de haberse dado cuenta (mejor dicho, de no alertar a los demás de ello) y esconderse antes de que alguien lo viese en ese estado. Sin embargo su escondite no era para nada extraordinario, y sólo era cuestión de tiempo antes de que alguien lo encontrara.

Peor aún: sus inhibidores se habían quedado en casa. No sentía las fuerzas suficientes como para poder llegar a la enfermería por sí solo. Su clase era la que más alphas tenía, así que sería un riesgo muy grande ir a con ellos, además de que aun intentándolo, estaba un piso lejos de ahí. No sabía qué hacer, estaba totalmente perdido. Sus esperanzas del momento estaban basadas en que ningún Alpha apareciese por ahí; en poder resguardarse mejor de lo que estaba.

Una idea llegó a él iluminando su rostro por un momento. Podía llamar a Tsukki y pedirle que le llevase a la enfermería. Incluso podía preguntarle si él tenía un par de inhibidores que pudiese regalarle, de menos para sobrevivir a lo que restaba de la jornada. Tsukki era tan buena persona que lo haría sin dudar; probablemente tuviese inhibidores que regalarle. Después de todo, Tsukki es uno de sus mejores amigos. Confiado en su nuevo plan, buscó en sus bolsillos su celular, palpando sus bolsillos, bastante más tranquilo. Hasta que no sintió nada. Rápidamente sus nervios aumentaron, palpando ahora frenéticamente sus bolsillos sólo para caer en cuenta de que el celular no estaba ahí. Casi sintió el aire abandonar su cuerpo.

Su única manera de salir de tal problema había sido derrumbada olímpicamente por su torpeza. Quiso darse un tiro, ¿cómo rayos iba a solucionar su problema ahora? Tadashi había comenzado a preocuparse aún más, pues su cuerpo había comenzado a sentirse más pesado y caliente que antes, le estaba costando respirar y moverse. Ya ni siquiera tenía fuerzas suficientes para reclamarse su imprudencia. Tanto se había ensimismado pensando en otras alternativas que tarde fue cuando notó un cuerpo parado frente a él.

El cabello azabache era irreconocible. Aquel muchacho permaneció frente a él, tenso. Tadashi alzó la vista para encontrarse con los ojos de Tobio mirándolo con mucha fijeza y furia, las mejillas bañadas en un rojo intenso y los labios apretados. Casi por reflejo Tadashi se encogió de hombros, intentando ocultarse de aquella fiereza. Sin embargo, dio un gran respingo antes de llevarse las manos a la nuca. Su miedo sólo había logrado que su aroma fuese mucho más fuerte de lo que era. Escuchó a Tobio tragar en seco.

La cabeza del chico azabache era un desastre. Se sentía mareado y fuera de sí. No podía siquiera decir lo que fuese, estaba paralizado. Por alguna razón que no terminaba de comprender (o que quizá, prefería ignorar)  Tadashi parecía emanar un fuerte y delicioso perfume que sólo le provocaba ganas de morderlo y hacer cosas que probablemente ni siquiera debía pensar. Porque Tadashi es su amigo. Un muy gran amigo, y los amigos no hacen esa clase de cosas –y mucho menos, las piensan-. Tobio estaba en un estado de pánico. Su cuerpo no parecía reaccionar, y por alguna razón sentía que de hacerlo, no sería de una buena manera.  

Sus pies comenzaron a acercarse un poco más al ovillo asustado que yacía en el suelo, temblando. Tadashi permaneció quieto en el suelo con las manos aferradas a su nuca. Tragó en seco, mientras Tobio avanzaba con sus pensamientos bastante borrosos.

— Kageyama… — Susurró con voz temblorosa y el corazón latiéndole con fuerza. No podía soportar mucho más sin sus inhibidores. Tal parecía que aquello había hecho al pelinegro entrar en razón, pues retrocedió un poco, deteniéndose unos cuantos segundos. El estado de Tadashi sólo parecía empeorar y el aroma que emanaba sólo hacía a la cabeza de Tobio dar vueltas. Sí aquello se prolongaba Tobio perdería la razón.

Aun así, escuchar su nombre bajo la voz suave, casi extinguida de Tadashi, le hizo volver en sí. Una parte.

Sin pensarlo demasiado Tobio fue agachándose hasta quedar a su altura. El cuerpo de Tadashi temblando, con la respiración entre acelerada y entrecortada.

Kageyama no pronunció ni una palabra pero sus acciones dijeron mucho. Ahí, levantó el cuerpo de Tadashi y lo abrazó, enterrando su rostro en el espacio que había entre su cuello y su hombro. Primero lo apretó fuerte, luchando contra el impulso que le envolvió de marcarlo (además de resistirse a su fragancia embriagadora).

— Yamaguchi, tengo que pedirte un favor. —Expresó el azabache, reduciendo la fuerza con la que le abrazaba, gradualmente. Tadashi se relajó un poco, su respiración seguía acelerándose y ni que decir de sus latidos. Casi podía asegurar que en cualquier momento este se saldría de su pecho. Yamaguchi, sin embargo, se mantuvo alerta ante cualquier que Kageyama  pudiese hacer, o lo que sea que planease decirle. — Cierra los ojos, sólo un poco. —Yamaguchi desconfió de Kageyama. Prácticamente su cuerpo se tensó nuevamente, y por impulso intentó separarlo de sí, pero el pelinegro tenía más fuerza (y no es cómo si en su estado pudiese hacer mucho más), por lo que le apretó nuevamente contra su cuerpo, fuerte.

Yamaguchi lo sintió. Kageyama transmitía algo que le hizo temblar. Pronto las manos del pelinegro actuaron. Kageyama, en un movimiento rápido y un tanto tosco, dio la vuelta al cuerpo de Yamaguchi. Con su derecha empujó la espalda de este hacia adelante, de forma que quedase inclinado al frente. Con la izquierda, bajó el cuello del uniforme del otro. Tadashi no podía creer que aquello iba a terminar de la manera que menos hubiese deseado. Sintió la respiración pesada y caliente de Tobio en su nuca. También percibió un aroma fuerte, una fragancia que lo mareaba un poco. Tadashi quería llorar; sus ojos se aguaron y comenzó a hipear fuertemente, su cuerpo tenso, bajo los brazos del pelinegro. Sólo estaba esperando a por ello con la decepción en su corazón, el cual latía rápidamente.

Sintió la palma cálida de Tobio posarse en su nuca. Escuchó un quejido que obviamente era del pelinegro, además de una gran presión sobre aquella palma. Su cuerpo se relajó un poco, mientras intentaba calmar sus nervios y su llanto. De alguna forma, Kageyama lo había marcado sin hacerlo. Se sintió relajado por dentro, aunque su cuerpo en ese momento fuese un desastre de reacciones.

— Lo siento… —Susurró Kageyama, abrazándolo nuevamente con fuerza por la espalda. — Lo siento, no podía controlarme. Yamaguchi, de verdad, lo siento… —Tadashi escuchó, sin mencionar más acerca de ello, llorando con mucha más fuerza que antes.

Tras lograr calmarse y sentirse un poco más tranquilo, Tadashi pidió a Kageyama que le ayudase a llegar a la enfermería. Este asintió y le ayudó a levantarse. En el trayecto a la enfermería, ninguno dijo nada.

Tobio esperó fuera mientas Yamaguchi era atendido por la enfermera. No quiso entrar. No quería ver su cara roja por las lágrimas. No quería tener que dar explicaciones. No ahí. No aún.

Sus manos temblaban descontroladamente. La fragancia de Yamaguchi se había debilitado al punto de casi desaparecer, pero el pelinegro parecía percibirlo aún. Su cabeza era un lío. ¿Qué se supone que había hecho?, ¿de dónde había surgido aquel impulso de querer marcarlo? Tobio no lo sabía, pero realmente se alegraba de haber podido controlarse para no hacerlo.

La enfermera salió dos veces. Primero a preguntar su clase y grado. La última a decirle que Yamaguchi tendría que reposar y que él podía volver a clase. Pero Tobio no regresó. Se quedó esperando fuera, con el corazón latiéndole con fuerza, preparando una disculpa.

Cuando finalmente Tadashi salió de la enfermería, se encontró a Tobio esperándolo. Este hizo ademán de querer hablar, a lo que el contrario le calló. — Está bien, de verdad. —Dijo sonriendo, un tanto apenado por todo lo ocurrido— Ahora estoy bien. Siento haberte causado tantos problemas. —Kageyama no entendía las disculpas. Es decir, el causante de todos los problemas había sido él. Él quién le asustó. Él, quién lo marcó de manera platónica. Sin embargo, asintió lento, sonriéndole con confianza al chico de pecas.

Yamaguchi le pidió que le acompañase a su clase. Tobio no pudo negarse.

Muy en el fondo, Tadashi tenía miedo de admitirlo, pero se hizo la idea de que si era Kageyama, estaba bien. Que sí aquel chico de cabellos azabaches lo hubiese marcado de verdad, todo hubiese estado bien.

 

———

 

Aunque la relación de ambos de tornó un tanto incomoda (gracias a todos los sucesos ocurridos con anterioridad) ambos seguían manteniendo contacto. Cada vez que se veían en los pasillos de la escuela se saludaban. E incluso algunas veces, almorzaban juntos.

De alguna extraña manera, parecía que ambos preferían ignorar que aquello alguna vez había sucedido. La situación había sido extremadamente bochornosa para Tadashi, y  prácticamente cardiaca para Tobio. Así que para ambos, era mejor tener las cosas así, aun cuando el pelinegro notaba a Yamaguchi más amable y atento que antes; o  Yamaguchi sintiendo que algunas veces Kageyama sólo le abrazaba para poder dejar su olor impregnado en él. Ese olor fuerte y dominante.

Lo dejaban pasar. Al final, ninguno quería que el otro se enterase de lo acelerado que sus corazones latían estando cerca el uno del otro.

Las cosas estaban bien así. Mientras sus latidos no fuesen lo suficientemente ruidosos, no tendrían problemas.

Quizá.

Notas finales:

 

 

Dejar tú opinión no cuesta nada, ¡se te agradece mucho! ♥.


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