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"I wanna be yours" por Alis Cerventes

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Notas del fanfic:

¡Hola a todos!

Soy Alis, es un gusto saludarlos~
Hace mucho que no escribo (dos años para ser exactos xD). Entré en algún tipo de bloqueo y no se me ocurría nada :c
Todos los fanfics que he escrito han sido de Kuroshituji, pero, como acabo de decir, llegué a un punto en el que no supe qué escribir.

Y pues al ver Haikyuu!! - anime al que le estuvesacando la vuelta - sentí que la inspiración volvió a llegar y decidí intentar escribir algo en este fandom xD

 

 

Notas del capitulo:

Solo diré que esto no tiene trama. Solo quería escribir porno y eso hice :v xD
Espero que sea de su agrado :3

“Secrets I have held in my heart
are harder to hide than I thought
maybe I just wanna be yours”

 

Despiertas por la mañana y lo primero que miras es el techo, tratas de desperezarte y sientes una pequeña corriente de aire frío recorrer tu cuerpo ocasionando que tiembles ligeramente. Tomas la cobija y te haces bolita tratando de protegerte del frío mientras suspiras cansadamente.

Vuelves a cerrar los ojos y a pensar en cosas sin importancia, estás un poco feliz ya que es fin de semana y no tienes compromisos ni cosas pendientes, piensas usar ese día para descansar todo lo que tú quieras. El día es perfecto, las nubes cubren el cielo, el olor a tierra mojada invade el ambiente y hace un frío exquisito.

Te encuentra demasiado cómodo; estás a punto de caer dormido nuevamente, pero el sonido de la puerta siendo abierta te espanta el sueño. Tu madre asoma su cabeza y pregunta si estás despierto, te sientas recargándote en el respaldo de la cama y respondes que sí. Ella entra y te da un beso de buenos días, después te informa que le ha surgido un trabajo importante y no volverá hasta el día siguiente. Te pide que le ayudes a realizar ciertos quehaceres y te da dinero por si se te ofrece comprar algo para comer.

Ella se va e intentas volver a dormir, pero ya estás completamente despierto, así que te levantas y procedes a realizar lo que te encargó.

Terminas rápido y decides tomar un baño rápido. No tienes nada que hacer ese día, así que llamas a Kageyama y lo invitas a pasar el día en tu casa, podrían llenarse de palomitas, dulces y refrescos para ver películas o algo así. No es que te moleste estar solo en tu casa, es solo que ese día no te apetece estarlo y por alguna extraña razón tienes muchas ganas de ver a Kageyama.

Mientras cepillas tu cabello recuerdas cómo se conocieron. Al principio no se llevaban nada bien, siempre estaba peleando y siendo regañados por el capitán del equipo. Después se empezaron a tratar más y poco a poco lo que inició como una rivalidad terminó en una buena amistad.

Ahora no solo entrenaban juntos, había veces en las que se juntaban a comer en los descansos, comenzaron a regresar a casa juntos y ya no solo hablaban de Voleibol, se dieron cuenta de que tenían muchos más gustos en común y le podías contar absolutamente todo, te atreves a considerarlo tu mejor amigo. Por otro lado te sientes un poco incómodo, ahora Kageyama se ha vuelto alguien muy importante en tu vida, pero no estás seguro de si ese sentimiento es amistad, no, es algo más fuerte mas no sabes qué es.

Sacudes tu cabeza energéticamente, sería mejor dejar de pensar en esas cosas, solo hacen que te generes más preguntas y te desesperas por no poder encontrar las respuestas.

Al terminar de alistarte buscas tu bicicleta para ir a encontrarte con Kageyama, quedaron en encontrarse en la tienda del entrenado Ukai para comprar lo que “necesitan” y así ya ir juntos hasta tu casa para pasar el día.

Antes de llegar visualizas al pelinegro recargado en un poste y observando su celular, sientes una especie de nudo en el estómago, sientes tu cara arder muy levemente y las manos comienzan a sudarte – ¡Genial, lo que me faltaba! – piensas – parece que voy a enfermarme.

-       Hola, ¿llevas mucho esperando? – preguntas algo agitado.

-       Demasiado, idiota – te responde.

-       Perdón, me tardé un poco para salir de mi casa.

-       Nah’, solo te molestaba, también voy llegando – responde mientras se da la vuelta para entrar a la tienda. Tú solo suspiras, ya estás acostumbrado a que Kageyama siempre trate de meterse contigo, serán muy amigos y todo lo que tú quieras, pero no desaprovechan cualquier oportunidad para fastidiarse mutuamente.

Compraron cualquier cosa que se les antojara y decidieron pasar por un algún lugar de comida rápida antes de regresar.

Camino a tu casa hablan sobre cualquier cosa: pronto tendrán un partido, se acerca la temporada de exámenes – cosa que hace que te preocupes porque tus calificaciones no van muy bien que digamos, pero solo tratas de olvidarte de eso, no es tiempo de preocuparse –, una nueva canción que sacó su grupo favorito, etc.

Casi llegando a tu hogar en el cielo aparecieron nubes más densas oscureciendo más el lugar y gotas de agua comenzaron a caer. Se apresuraron para no mojarse y al entrar a tu casa lo que inició como una pequeña llovizna terminó en una tormenta. El agua caía a montones, el viento soplaba fuertemente y en ocasiones se veían relámpagos cruzar el cielo.

Ya adentro de tu morada le diste una toalla a tu acompañante para que se secara y tú tomaste otra. Después ambos pasaron a la estancia, mientras él ponía la película que verían, tú acomodabas lo que compraron y acercaste un par de cobijas por si el frío les ganaba más tarde.

Cuando terminaste te encaminaste hacia el sillón en el cual Kageyama ya estaba sentado. Curioso, tomaste la caja de la película y viste que era una de terror; miraste al pelinegro y, no muy convencido, te sentaste a su lado. No te molesta ese género, pero eres algo asustadizo y preferirías ver otra cosa aunque decidiste no quejarte.

La película inició y ambos empezaron a comer, estaban muy juntos, pero no le tomaste demasiada importancia.

-       Oi, Hinata – el armador llama tu atención – ¿qué es eso que comes? Se ve bien, dame.

-       Ah, no, tú ya tienes lo tuyo – respondes peleando con él.

-       No seas egoísta y comparte – rueda los ojos y te empuja suavemente mientras abre la boca.

-       De acuerdo, pero solo un poco – cedes a su petición y lo alimentas como si fuera lo más normal del mundo.

Vuelven a ver la película en silencio, justo en ese momento caes en la cuenta de lo que acabas de hacer y no puedes evitar ponerte nervioso – vamos, solo le diste comida, no es nada del otro mundo – dices para ti mismo tratando de calmarte.

El tiempo pasó y la película ya iba a más de la mitad, te diste cuenta de que te preocupaste por nada, la película era algo aburrida y sin chiste. En algún momento le pediste a Kageyama que se moviera hasta el extremo del sillón para tú poder acostarte; ambos estaban envueltos con una cobija puesto que el frío fue aumentando.

Tratabas de no quedarte dormido cuando se escuchó que algo tronó y se fue la luz quedando la habitación completamente a oscuras.

-       Vaya, creo que explotó algún transformador – dices suspirando y tomando tu celular para ver la hora. – Espero que la luz vuelva pronto.

Él se frota los ojos y mueve la cabeza de un lado al otro para tronarse el cuello, se nota que está un poco cansado. Luego voltea a mirarte fijamente sin decir nada y se muerde el labio superior, en su rostro puedes ver una mueca de indecisión.

-       ¿Sucede algo? – preguntas algo incómodo ya que sientes su fuerte mirada sobre ti, es como si te estuviera analizando de pies a cabeza.

De repente Kageyama se posiciona lentamente sobre ti y acerca su cara a la tuya; puedes sentir que te sonrojas, tu corazón late muy rápido y te quedas congelado tratando de entender qué está pasando.

-       ¿Qu- qué sucede? – atinas a preguntar nerviosamente.

-       Yo… – vuelve a mostrarse algo indeciso, – quiero… quiero… quiero besarte – dice por fin.

-       ¡Espera ¿qué?! – sueltas casi gritando – ¡no es gracioso, deja e…!

-       No estoy bromeando – responde calmadamente y se acerca más. – No bromeo.

-       Yo… – no sabes qué decir, te quedas totalmente mudo.

-       Perdón, creo que ya no puedo controlarme más – entrecierra los ojos.

Sientes su nariz rozar la tuya y te estremeces un poco ante eso, estás algo confundido y nervioso, tus manos se encuentran en su pecho empujándolo débilmente. Se detiene a unos centímetros de tus labios y te mira a los ojos, su aliento se mezcla con el tuyo y eso te hace perder poco a poco la cordura.

Crees sentir cómo sus labios rozan los tuyos y de pronto la habitación se ilumina levemente por una luz. La corriente volvió y la televisión se encendió, aun así el pelinegro no se aparta y te mira como pidiéndote permiso.

Hay algo dentro de ti que pide que no se detenga y continúe, estarás nervioso y algo asustado, pero la situación no te molesta. Al final te lames los labios y con una mano temblorosa tomas el control remoto, apagas la televisión dejando el cuarto nuevamente a oscuras.

Él entiende la señal y junta delicadamente sus fríos labios con los tuyos, sientes el sabor del dulce que estaba comiendo anteriormente y su aroma te invade. Rodeas su cuello con tus brazos y lo atraes más hacia ti.

Sus manos temblorosas terminan en tu cintura, te da cuenta de que él está igual de nervioso que tú y eso hace que te relajes. Sonríes y lo besas cariñosamente, los labios de ambos encajan perfectamente y los mueven con suavidad, tratando de transmitirse todos sus sentimientos en ese beso.

Pasa su lengua sube tus labios y abres la boca aceptándola, el beso se vuelve más intenso. Recorre todo el interior de tu cavidad bucal y tratas de seguirle el ritmo, lo cual es un poco difícil ya que no tienes experiencia alguna.

Sus respiraciones se agitan, sus rostros están completamente sonrojados, tu una ligera opresión en tu pecho y como la excitación recorre tu cuerpo.

Él se separa de ti y pega su frente a la tuya, – Me gustas – dice.

Una tierna sonrisa aparece en tu rostro y tus ojos se humedecen por un momento – ¿Gustar? – piensas sin dejar de sonreír – ¡Ah, amor! Conque eso era – estás feliz pues ya encontraste la respuesta a lo que buscabas.

-       También me gustas, tonto – respondes con una pequeña risita.

Sonríe ampliamente e inicia otro beso, uno más fuerte y lleno de necesidad. La imagen del él sonriendo es algo que se quedará eternamente guardado en tu memoria, te sientes más que feliz y deseas que esto nunca acabe.

Sus manos se encuentran en tu cadera y lentamente descienden a tu trasero, tu pulso se acelera más y, con algo de vergüenza, acaricias sus brazos y pasas a su espalda, tocando su tibia piel, excitándote más.

Sus manos, traviesas, también tocan cada parte de tu cuerpo y no puedes evitar soltar pequeños jadeos. El pelinegro suspira y baja a besar tu cuello dándote cosquillas.

Se acomoda entre tus piernas y puedes sentir cómo su miembro está irguiéndose, rozando con el tuyo a través de la ropa. Muerde tu clavícula y sueltas un gemido, él lame la mordida y sube hasta tu oreja.

-       ¿Estás seguro sobre ésto? – pregunta con voz ronca justo en tu oído, te estremeces ante la sensación.

-       Sí – contestas sin necesidad de pensarlo.

Suelta una risita satisfecho por la respuesta y muerde sin fuerza el lóbulo de tu oreja, giras un poco tu rostro y depositas un beso en su mejilla.

Él besa tu frente y procede a quitarte tu suéter y camiseta, después retira tu pantalón y se separa de ti para deshacerse de las prendas que cubren su torso. Te sientes avergonzado y no sabes hacía dónde voltear, ya se han visto muchas veces así puesto que todos se cambian en el mismo lugar antes y después de los entrenamientos, pero esta situación es totalmente diferente.

Muerdes tu labio inferior y ahogas un suspiro que quiere salir al ver con atención su envidiable cuerpo. Los entrenamientos han tenido un gran efecto y tiene unos músculos marcados.

Se inclina a besarte por enésima vez y tú acaricias su cabello. Vuelve a besarte el cuello, pero esta vez no pierde mucho el tiempo ahí, sino que desciende a tu pecho, después a tu estómago y baja más topándose con el elástico de tu ropa interior.

La toma con sus manos y la retira despacio, crees que tu corazón se saldrá de tu pecho y la vergüenza aparece otra vez, pero lo dejas continuar. Termina de quitar la prenda, liberando tu erecto miembro; cierras los ojos fuertemente y te tapas la cara con pena, quieres que te trague la tierra.

A Kageyama le parece una reacción graciosa y tierna al mismo tiempo. Con gran calma y suma lentitud recorre tu sexo de la base a la punta con su lengua, sacándote un jadeo. Nunca habías sentido algo tan placentero como eso, te ocasiona cierta cosquillas en el vientre.

Él repite la acción varias veces, recorriendo todo el largo, dejando ni un solo lugar sin lamer, jugando con la punta de tu pene. Tú solo puedes soltar uno que otro suspiro y te aferras al sillón. El armador decide que ya es mucha tortura para ti e introduce todo tu miembro en su boca, saboreándolo. Tiemblas un poco por el placer y gimes, con una mano acaricias sus cabellos.

Inicia movimientos lentos de arriba abajo, moviendo su lengua, succionando todo, dando apretones de vez en cuando. Tu vista se nubla, muerdes tu mano tratando de tapar cualquier sonido vergonzoso, mueves tus caderas en busca de más contacto, de más velocidad.

Cada vez hace movimientos más rápidos y te retuerces, vas perdiendo la poca cordura que te queda y deseas más de él. Llega el punto en el que tensas todo tu cuerpo y liberas tu esencia en su boca. Él traga y lame sus labios, limpiando los restos.

Te regala un beso y procede a quitarse las únicas prendas que le quedan. Ves su gran miembro salir y pasas saliva fuertemente, no puedes evitar tener algo de miedo y él lo nota.

-       No te preocupes – susurra dulcemente, – no me atrevería a lastimarte.

Atinas a asentir y giras el rostro a otro lado. Él te toma del brazo y te jala mientras se sienta, haciendo que quedes arrodillado; lo miras sin saber qué hacer, Kageyama pone su mano en tu mejilla y te lanza una mirada cargada de lujuria, ya sabes qué te está pidiendo.

Inseguro, bajas y tomas su masculinidad entre tus manos, comienzas a masturbarlo torpemente. Él echa la cabeza hacia atrás y te deja ser.

Cuando agarras más confianza te agachas e intentas imitar lo que él te hizo, das tímidas lamidas y metes lentamente su miembro en tu boca. Sientes un sabor amargo, pero no del todo desagradable; sientes que llena completamente tu cavidad oral, pero no te ahogas; sientes como la excitación vuelve a llegar a ti.

A pesar de no tener experiencia haces un buen trabajo, lo sabes porque le escuchas gruñir y jadear, eso te llena de orgullo. Su mano acaricia tu cabeza y la empuja, dándote a entender que quiere que aumente el ritmo. Su mano va a tu espalda y acaricia todo lo que puede. Va hasta tu trasero y sientes como un dedo roza la superficie de tu entrada.

Te estremeces ante la sensación, no tienes idea de que está pasando…

-       ¡Ah! – lanzas un grito al sentirte invadido por un largo dedo.

-       Debo prepararte – dice mientras hace movimientos en forma de círculo.

Te duele, pero tratas de concentrarte en continuar la felación para olvidarte de ese dolor pulsante. Vuelves a soltar un gritito, ahora no es uno, sino dos dedos que están dentro de ti, combinando movimientos circulatorios con movimientos de tijeras.

Intentas continuar con tu trabajo, pero te es casi imposible, tanto placer te está cegando. El tercer dedo no dolió tanto como los otros y a los pocos minutos ya movías tus caderas pidiendo más.

Cuando consideró que estabas lo suficientemente preparado, retiró sus dedos a lo que soltaste un quejido por la sensación de vacío. Te recostó en el sillón y se posicionó entre tus piernas; tomó su miembro con una mano y lo llevó a tu entrada. Te miró a los ojos y metió la punta, te aferraste a sus brazos y te retorciste de dolor. Se detuvo inmediatamente y se agachó a besarte para calmarte. Retomó su tarea y lentamente se fue abriendo paso en tu interior; soltaste pequeñas lagrimas acompañadas de gemidos callados por sus labios y clavaste tus uñas en sus brazos.

Una vez te penetró completamente junta su frente con la tuya, ambos respiran agitadamente, el sudor y aliento de los dos se entremezclan.

Ya que te sientes un poco más relajado le pides que se mueva y él lo hace, estaba desesperado por hacerlo, pero quería darte tu tiempo.

Da estocadas lentas que con el paso de los minutos se vuelven más rápidas y violentas. Te aferras a su espalda y sueltas incontrolables gemidos los cuales aumentan su ego. De vez en cuando baja la velocidad para regalarte besos, lamidas y mordidas, marcando toda tu blanca piel.

Las piernas se te entumen algo, el sillón no deja de chirriar y Kageyama arquea su espalda para acomodarse en tu cuello, embistiéndote más fuerte y jadeando sin control.

De pronto se detiene y sale de ti, lo miras confundido y deseoso de más, él solo te levanta y acomoda en cuatro. Vuelve a penetrarte toscamente y continúa con sus movimientos. Escuchas el vulgar ruido que hace el choque de sus testículos con tu trasero y eso hace que te excites más, muerdes tu labio inferior y te aferras a una cobija que se encuentra debajo de ti.

-       ¡AH~ ♥! – Sueltas un gemido más agudo y duradero que los otros, Kageyama sonríe, pues ha encontrado tu punto.

Da estocadas más rápidas y certeras, dando justamente en ese punto que te vuelve loco de placer. Llega el momento en el que pierdes fuerzas y tus brazos se doblan haciendo que quedes con la mejilla pegada en el sillón y el trasero en el aire.

-       Kage- Kageyama – lo llamas con dificultas, – ahí, justo ahí.

El placer te envuelve completamente y sientes que se acerca el final. Kageyama se inclina hasta tu oreja.

-       Hinata, me encantas – dice con una voz sensual.

No soportas más y te corres gritando su nombre, manchando tu abdomen. Él besa tu nuca y continúa con el movimiento frenético de sus caderas, entrando y saliendo de ti bruscamente.

Llega el momento en el que no puede controlar más los jadeos, posa su frente sudada en tu espalda y lo sientes tensarse mientras gruñe y te llena con su semilla.

Permanecen unidos mientras tratan de regular su respiración. Ambos están bañados en sudor y en la habitación solo se escucha el ruido de las respiraciones de ambos.

Finalmente sale de ti y se recuesta, tú te acomodas encima de él y se abrazan. Kageyama toma una de las cobijas y los tapa a ambos, a pesar de que sus cuerpos siguen calientes pueden sentir el frío que hace.

-       Kageyama, te amo – dices acurrucándote contra su pecho y cerrando los ojos dejándote llevar por el cansancio.

-       Y yo te amo a ti, idiota – responde besando tu cabeza y mirándote dulcemente.

Ambos se quedan en silencio, disfrutando la compañía del otro.

 

FIN ~ ♥

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer :3
La parte del inicio es un fragmento de la canción "I wanna be yours" de Arctic Monkeys 
Espero que les haya gustado y espero sus comentarios. Recibo cualquier tipo de críticas c:


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