Como la dulce fragancia de los lirios, el destino escribía el encuentro de dos seres opuestos pero compatibles. Un gran palacio en Venecia, lleno de enormes ventanales con preciosos vitrales, columnas y arcos estilo gótico, grandes candelabros colgaban del techo, hermosos floreros con lirios por todas partes, las cortezas eran largas y profundas pero de inigualable vista. Una fiesta solo para los prestigiados, la gente de las más grandes familias nobles, aristócratas y clases humildes asistirían por igual, los mozos y mayordomos esperaban la llegada de los comensales, gente disfrazada de las sátiras más importantes de la gran Italia, pantalones avaros, polichinelas filosóficos, bellas colombinas, pierrots románticos y brighellas insolentes.
Entre la llegada del público una prestigiosa familia comenzaba a entrar por los grandes portones del palacio, junto con ellos el único heredero de las fortunas Fujiki, Yusaku Fujiki, disfrazado de conde, una gabardina larga color azul oscura con cuello doblado hasta el pecho, decoraciones de figuras doradas, atado con tres broches en el abdomen, mangas largas igualmente dobladas con un broche, el color de su playera era color hueso, con cuello de tortuga, cruzado, y una línea azul se deslizaba recto hasta el final de ella, un sombrero de copa alta con encaje y varas plumas de diferentes tamaños frotaban con un llamativo azul, llevaba un bastón con joyas incrustadas, largas botas y una exuberante capa oscura de doble cara, el antifaz era azul con bordes y destellos dorados, un verdadero hombre atractivo debajo de esa mascara.
Yusaku odia salir a fiestas, esos eventos donde la gente doble cara solo simpatiza por conveniencia pero cuando se trataba del carnaval de Venecia, todo cambiaba, le fascinaba era el único momento donde podía ser tratado como igual, sin hipocresías, sin clasicismo, ser el mismo.
La llegada de los invitados ponía nerviosos a los empleados, cada uno destinado a una tarea distinta, mientras unos cocinaban otros entretenían al público con obras de teatro, Yuya Sakaki se encargaría de la representación, era su primera vez en este empleo, necesitaba el trabajo para ayudar a su madre y su padre que se encontraba enfermo, como era de esperarse entro en pánico.
-Dios mío que debería hacer con los actores si no se toman nada en serio-. Yuya estaba alterado no estaba seguro si todo saliera de acuerdo a lo planeado.
-Es tu culpa Sakaki, no sabes poner orden, si la obra falla no te pagare ni un solo centavo-. El hombre vestido de pantalone avaricioso alzaba la voz en respuesta.
-Pero hemos ensayado dos meses señor, me ha costado bastante trabajo adaptar esta obra-. Yuya necesitaba solucionar esto.
-Haha tu trabajando duro, no me hagas reír, ambos sabemos no llegarías a esforzarte en tu maldita vida por eso eres un muerto de hambre incompetente, ahora lárgate y termina esto-. azoto la puerta dejando a Yuya solo detrás del escenario.
-…- unas lágrimas caían de sus ojos, le dolían las palabras hirientes, aquellas mismas palabras que ha escuchado una y otra vez.
“Eres un chico mugroso” “Deberías morirte miserable” “Que la muerte se apiade de este maldito” “Muerto de hambre” “Nunca cambiaras lo que eres” “personas como tú no merecen vivir”
«Basta ya cállense, yo no pedí esta vida, mi familia depende de mí, ¿Por qué debo escucharlos si nadie me ha ayudado?, estoy para seguir solo, solo…»
Fuertes declaraciones de uno mismo pueden llegar hacer la defensa del alma, “alza la mirada y sonríele a este crudo mundo” Yuya se levantó de su pesadez y la oculto con su personaje favorito “el arlequín” un bufón humilde que siempre ve lo positivo, mayas negras, botas largas, respingadas color negro, un corcel negro bordado con hilo dorado formando líneas rectas, y triángulos de tela salen por debajo del corcel, una corta falda de velo blanco abultaba sus caderas, mangas largas con destellos dorados y guantes negros, encaje largo de velo blanco sale de su cuello y encimas triángulos de tela, el sombrero de arlequín con cinco conos doblados hacia abajo llevan armoniosos cascabeles. Y por último la máscara de cara completa cubriría su tristeza y su rostro si llegara hacer humillado en público no conocerían su identidad.
Armoniosa música comenzó a escucharse en el palacio, la obra estaba a punto de iniciar en los balcones del segundo piso, la gente comenzó a amontonarse, entre ellos Yusaku. Espera que sea una buena representación, quizás llegar a charlar con alguien sobre la obra, no era muy abierto pero quizás esto sea tema de conversación.
Las luces se oscurecieron y ahora con dirección al balcón comenzó… una mofa a la sociedad de Venecia y como protagonista el pobre arlequín que es maltratado y humillado por los demás personajes pero siempre la alegría y ser positivo le daban fuerzas para continuar, la bella damisela más cotizada era quien se enamoraba de nuestro protagonista pero como todo final trágico no podían estar juntos y mueren de tristeza.
La obra termino con un final trágico, Yusaku quedó maravillado, es como si la obra le hablara solo a él. Detrás del escenario todos felices y contentos con el resultado, Yuya corto su máscara a la mitad y salió a la pista de baile, no quería escuchar a nadie, no quería escuchar halagos que al principio fueron dudas, el baile había comenzado la hermosa melodía llamada “Corazón de niño” resonaba como eco en las paredes, todo el mundo tomo a su pareja y comenzó a bailar tan bella música, por si no fuera poco muchas deseaban bailar con Yusaku, pero en sí, Yusaku no tenía ganas de bailar, en ese momento una silueta despertó su interés, como si el mundo se hubiese tornado gris y el único matiz colorando el ambiente era esa silueta, un arlequín, ignoraba a todo aquel que se cruzara su camino, solo fue recto. Yusaku sentía su aura triste, su falta de confianza y una lagrima en su mejilla.
«Sentí una tristeza profunda corriendo de aquellos ojos, no podía dejarlo así, tal vez solo quiere ser escuchado, sus penas necesitan un hombro»
Intento cruzar por el público, la multitud era muy densa pero no le impediría llegar hasta el, Yuya estaba tan fuera de sí que no tenía ni fuerzas para sostenerse, no podía más, «quisiera desaparecer…», «no sentía el suelo frio, solo siento unos cálidos brazos y un latiente corazón palpitando…» abrió sus palpitantes ojos y miro hacia arriba, un hombre de hermosos ojos verdes lo miraba con gran profundidad, no podía notar su rostro pero tenía la certeza que poseía gran belleza, Yusaku miraba desde arriba la reacción de las hermosas mejillas sonrojadas del chico, ojos rojos de sangre, signo de pureza e inocencia.
-¿Estas bien?-. el conde sostenía al menor con sus fuertes brazos.
-Y-yo lo siento- Yuya apenado, desvió la mirada del mayor.
Yusaku no entendía su timidez del chico, sonrió cálidamente, lo tomo de la cintura y le pregunto con tan profunda voz,-¿Quieres bailar conmigo?-.
-¿eh?- su rostro ruborizado y exaltación le impedían hablar -p-pero somos hombres-.
-A quien le importa- volvió a sonreírle –Todos somos iguales ¿no?, tanto hombres como mujeres merecemos enamorarnos-.
-¿E-enamo…?- no termino de preguntar, inmediatamente Yusaku tiro de él con fuerza, sus cuerpos hicieron contacto por primera vez, el menor no comprendía la situación pero no podía negarse, el rozo de sus cuerpos le hizo sonrojarse detrás de esa blanca mascara, miro con ternura los verdes ojos del mayor y luego agacho la mirada mientras bailaban.
Un dulce danza, serena y suave como el rocío de las rosas, Yusaku jamás desvió su mirada del pequeño, no podía, era inevitable dejar de seguirlo, noto el sonrojo de Yuya y sus ojos que miraban a todas partes excepto a él, con una de sus manos tomo la barbilla del menor y la jalo en dirección a él.
-Estoy aquí, no necesitas mirar a nadie más-. Yusaku fruncía el ceño mientras hablaba, no quería que el pequeño arlequín se despistara.
-L-losiento, pero yo…yo-. No tenía palabras, ni siquiera quería mirarle los ojos, de él y de nadie, lagrimas escurrían repentinamente, lo entendía, en verdad quería estar solo. Rápido empujo a aquel desconocido con fuerza y corrió lejos de él.
Pero unas delicadas manos lo tomaron por la cintura y un apasionado abrazo lo cambio todo, el shock en la mirada de Yuya y un rostro hundido en su cuello lo dejaron sin aliento.
Un ambiente tenso y un aura excitante envolvían a ambos desconocidos. – Quédate conmigo por favor-. Simples palabras que cambiaron todo, « Porque con solo verte una vez pude volverme loco».-Despertare tu corazón y veras que el amor transforma todo lo que toca-.
Brazos fuertes giraron por completo el cuerpo de Yuya hasta tener contacto con sus carnosos labios que reclamaban un consuelo. Un silencio total entre ambos donde solo sus labios hablaban, un intenso y excitante beso encendía la pasión de ambos desconocidos, los brazos del arlequín se alzaron y rodearon la nuca del conde, la reacción hizo reabrir los ojos de Yusaku, correspondiéndole con un apasionado beso francés. La intensidad de ambos fue tanta a tal punto que no podían permanecer más en público, los dos necesitaban acariciarse, sentirse y tocarse. No solo el deseo se apodero sino también el amor, el cariño y aprecio de encontrar a alguien que lo entendiera que a pesar de todo le ayudo a enfrentarse a la realidad. Sus bocas se separaron, el calor de sus alientos y la falta de respiración causaron su separación, intensas miradas se cruzaban, las palabras no cabían entre ellos solo simple contacto visual.
Las suaves manos de Yuya tomaron las de Yusaku y lentamente se recargo en su pecho, en respuesta Yusaku comenzó a moverse en un baile lento, las luces se tornaron rosas, las parejas bailaban de la misma forma, pero a diferencia de ellos Yusaku y Yuya se abrazaban. Un largo baile de música clásica continuaba, Yuya se detuvo y sonrió con mucha alegría, tomo las manos de Yusaku y lo condujo hasta un balcón, lejos de la música y los invitados, una hermosa vista al jardín solitario, un área restringida para el público, ambos iban tomados de las manos y Yuya fue el primero en romper el silencio.
-Me equivoque al creer que yo solo me sentiría mejor-. Yuya estrecho las manos de Yusaku y sensualmente se acercó a él.
-La magia de tu sonrisa se ha clavado en mi pecho, tu alma debe ser fuerte, jamás permitas que tu mirada se vacié y que siempre brillen tus ojos-. Las palabras de Yusaku iluminaron la cara de Yuya. Los labios del conde se acercaron al arlequín con una sigilosa llamada y con respuesta.
La pelea entre sus bocas deleitaba más, el mayor recostó al pequeño en el suelo, sus labios nunca se separaron, el conde comenzó a despojar la ropa del arlequín con delicadeza y suavidad mientras lo hacia sus manos recorrían la liza piel de Yuya, el arlequín no se quedaba atrás, con lentitud quitaba las finas ropas de su desconocido enamorado, excepto el antifaz, igualmente Yusaku no le quito el antifaz, pensaban que la identidad no tenía importancia, si realmente era amor se amarían aun después de este encuentro.
Yusaku se sentó y encima de él, Yuya lo miraba desde lo alto, el conde lo abrazo y comenzó a chupar su pecho y su vientre, los ligeros sonidos de quejidos del arlequín se contenían, las manos de Yusaku volvieron al rostro de su incognito amor, con ternura los beso mientras una de sus manos se separaba para llegar hasta la entrada del menor.
-mph.. nnmpt… aah…- bajos gemidos sonaban en repuesta de la acción, -E-espera…ten-tengo miedo…- una de las manos de Yuya fue en dirección hasta su boca y con sus dientes mordía un de sus dedos.
-Relájate, lo hare suavemente- Yusaku miraba a su amado mientras lo sentaba en su duro miembro.
-Nyaa.. ah..- la punta rozaba la entrada Yuya. Yusaku poco a poco introducía su miembro en Yuya.
-AAAHH…. AAAHHH… no… duele- El aliento de Yuya se fue por el dolor y el placer a la vez.
-nmp…- Al mayor le costaba instruirlo, el niño era estrecho.- Estas estrecho… relájate conmigo…-.
Al ritmo de sus alientos, Yusaku comenzó empujando hacia arriba mientras su espalda se recostaba en el suelo, Yuya se movía con Yusaku, el olor a sexo y las manos del mayor recorrer y pellizcar los pezones del chico lo ponían cachondo.
-M-me... me… vengo…-.
-Y-yo… también...-.
Un líquido blanco comenzó a escurrirse en el piso, gemidos de satisfacción de ambos sonaban a cansancio, pero esto no detenía al conde, bajo al menor su miembro y lo recostó en el suelo boca arriba, abrió sus piernas y con fuerza metió su excitación en su amado.
-AAHH!... naa… aahhh...- una voz ronca salía de la garganta de Yuya como si le faltar voz.
-…. Tch…- el placer de sentir la carne de su amado era demasiada.
El conde abrazaba a su amante con mucho amor. El arlequín sostenía a su amado desde su cuello, encajaba las uñas en su espalda haciéndole rasguños poco profundos, el conde empujaba más y más duro sin dejar de besar y morder el cuello del pequeño. El límite de ambos estaba cerca, contenerlo ya no era posible.
-AAAhhh!!!-
-AAAHH!!!-
Ambos terminaron ese dulce encuentro con un beso y un fuerte abrazo, ambos se recostaron en el suelo mirando las estrellas.
-Que hermoso cielo, jamás olvidare una noche como esta-. el pequeño Yuya hablaba mientras señalaba la luna.
-Es verdad, pero no quiero que sea la única-. Yusaku giro sus ojos al pequeño y lo miro con una ligera sonrisa.- Ven conmigo-.
El evidente brillo en los ojos del arlequín hizo que un sentimiento hermoso frotara en su interior.- Yo… yo-.
Su respuesta fue interrumpida con una voz llamando a Yusaku.- Yusaku! Hijo ¿Dónde estás?-.
El conde rápidamente se levantó y comenzó a vestirse.- Hay que vestirnos-.
-S-si!-.
En un abrir y cerrar de ojos un hombre estaba en el pasillo, parado enfrente de la ventana del balcón.- Yusaku que te he dicho de comportarte, sabes que no puedes alejarte de nosotros-. Un hombre con una voz grave, igualmente vestido de un conde llamaba al mayor.
-Si lo siento padre-. El conde respondió con firmeza como un sargento.
«¿Padre?» esa palabra resonó en la cabeza del arlequín.
-Y ¿Quién es este chico?-.
-Él es…-. Yusaku no pudo responder a esa pregunta, ni siquiera él sabía su nombre.
-Ah… yo soy…-. Antes de terminar de responder fue interrumpido por el padre del mayor.
-Yusaku no te he dicho que no hagas amistades con completos desconocidos para los Fujiki-.
-Él no es un desconocido-. Yusaku siempre firme en sus respuestas hacia su padre.
«¿Yusaku? ¿Fujiki?» «Ese nombre… es ¡verdad! La familia prosiguió, una de las familias más influyentes y ricas del país, los Fujiki.»
-Él es mi…- el conde fue interrumpido por el menor.
-Soy un camarero, solo ayudaba a su hijo a buscar un lugar calmado para relajarse señor, disculpe si le incomoda mi presencia me retiro-. Yuya mintió con seguridad, camino rápido hacia la salida y bajo la mirada en presencia del hombre.
-Espera-. Yusaku elevo la voz para detener al arlequín pero le fue inútil.
-Yusaku ¿Qué estas intentando hacer? ¿Acaso crees que soy tonto y no me di cuenta de lo que hacían?, te prohíbo volver a verle-. Sin dejar de mirar el horizonte, el hombre hablaba.
-…-. No había respuesta por parte de él.
Yusaku camino rápido hacia la salida dejando a su padre solo, buscaba a su amado arlequín entre la multitud pero no podía encontrarlo.
Yuya recogió sus cosas en los camerinos y se cambió rápidamente.
-¿Dónde está el Sr. Gongenzaka?-.
-Se fue desde hace un rato con los patrocinadores-.
«No puedo permanecer aquí más, ¿Por qué? ¿Por qué volví a caer en la sucia trampa de un avaricioso ricachón?, solo jugaba conmigo como si fuera una prostituta, ¿Cómo?...¿cómo pude enamorarme?»
Yuya corrió hacia la salida sin decir nada, pasó desapercibido por todos, casi nadie sabía su nombre ni siquiera el Sr. Gongenzaka se lo memorizaba bien, siempre lo confundían con otro nombre, así que se olvidarían de que existe.
«Jamás volveré y jamás volveré hacer la burla de alguien»
Yuya se alejó rápidamente del lugar y con dirección hacia las oscuras y frías calles de Venecia desapareció. Mientras tanto en palacio Yusaku seguía buscando a su arlequín, tenía miedo de que desapareciera para siempre de su vida, la desesperación de Yusaku se hizo tan grande que llamo a seguridad para encontrarlo, desde lo alto del segundo piso sus padres lo miraban con amargura, los guardias de seguridad buscaron en las habitaciones del lugar sigilosamente para no alterar a la gente, incluso le preguntaron al personal de servicio pero nadie sabía nada, Yusaku no sabía quién era en verdad había pasado de incognito en el lugar, no podía desaparecer. La 1:00 am la fiesta había acabado, los guardias estaban al pendiente de los invitados y reconocer a la persona descrita por el señor Yusaku. Poco a poco el lugar quedaba vacío y junto con los invitados los padres de Yusaku dejaban el lugar pero él no, el lugar vacío y un alma rota en el centro del pasillo de baile.
-Lo sentimos señor Yusaku no encontramos a alguien con esa descripción, ni siquiera nadie lo vio salir o entrar del lugar-. El guardia reportaba la información pero no consiguió respuesta del señor Fujiki.
-…- «No fue amor, no me acepto por lo que soy, entonces no hay nada que buscar ni nada que perder».
-Retírense eso es todo señores-. El conde camino hacia la puerta, el vacío de sus ojos reflejaban amargura y unas gotas de lluvia caían en el cuerpo en pie de Yusaku, húmedas como las lágrimas que empapaban los ojos del conde, disimuladas por la lluvia, aquella mirada brillante y cálida resulto ser más fría que el hielo, las gotas de la lluvia frías e indiferentes como su dulce e inolvidable arlequín, -Adiós mi amor, mi primer amor-.