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Si no vivieramos en la realidad por Nanimika

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Notas del capitulo:

Es por la semana Angst que estamos teniendo en "Haikyuu yaoi" esperos les guste

”Si no viviéramos en la realidad”

 

Akaashi despertó con la sensación de soledad que solo siente cuando su lado derecho no esta ocupado por Bokuto.

— ¿Bokuto, donde estas? —Pregunto con la voz corta por el aliento contenido, la desesperación filtrándose por en su voz; sus manos sosteniendo la sabanas que ya ni tenían el aroma característico de su amante.

Estoy aquí, Akaashi, estoy aquí. —Susurro la voz de Bokuto, mientras su cuerpo caliente se metía en la cama, para estar al lado de él.

— No vuelvas a hacer algo así, Bokuto, tienes que estar aquí cuando despierte. —Akaashi se acomoda contra la caliente piel de su torso, buscando calmar el frio que congelaba su corazón.

Akaashi, escucha, te amo, siempre lo haré, no lo olvides por favor. El frio y el desaliento hundía la voz de Bokuto—Tengo que irme, pero volveré.

— No te vayas Bokuto, me siento frio, por favor no me dejes de nuevo. —La ronca voz de Akaashi era la única que se oía en el cuarto, con la voz de Bokuto repitiendo ese . El reloj de la pared marca las nueve treinta, como cada vez que tenia ese sueño se despertaba antes.

El ruidoso sonido del teléfono fue lo que esa mañana nublosa lo saco de sus tristes pensamientos.

— ¿Vas a ir hoy akaashi? —Si no conociera ya esa voz fuera tr ancado el teléfono.

— Buen día para ti también Kenma, ¿como estas? —Contesto, evitando la pregunta que siempre le hacia cada mes en ese día, nueve.

— Akaashi, se que es difícil, pero ya ha pasado un año, hoy tendrías que ir. —La voz casi maternal de Kenma le tranquilizaba el corazón; se sentía mal al pensar cosas como que el no entendía—. Ademas hay algo que Kuroo tiene que darte, así que pasa antes por aquí, ¿si Akaashi?

— Claro que iré hoy, no puedo seguir huyendo ¿no? —La mancha en su planto es el foco de su mirada, si la levanta vera la foto que hace menos de un año reside su sala; la foto fue tomada ese diciembre, estaban todos sus amigos, y en el centro, él junto a Bokuto, que sosteniendo su mano en donde estaba el anillo de compromiso, se la mostraba a la cámara con su sonrisa de felicidad, fue la ultima foto que se tomaron.

 

El cementerio está prácticamente vacío a las once de la mañana; mientras el clima parece hacer gala de sus sentimientos, muestra un cielo nubloso y negro.

Akaashi camina con pasos vacilantes entre las lápidas, sosteniendo un hermoso ramo de camelias rojas en su mano, mientras la otra retuerce el pequeño anillo de oro blanco en su cuello.

Se detiene en la lapida de mármol blanco; en donde se lee en elegantes letras:

Aquí yace Kōtarō Bokuto, un amigo fiel, un hijo; el amor de mi vida y el único hombre al que amare a un cuando la muerte se interponga”

Se arrodilla en el césped, con la imperiosa necesidad de estar cerca del único recuerdo que tiene de su Bokuto; un montón de huesos es mejor que no tener nada de él.

Hay un ramo de camelias amarillas, ya mustio, que no deben tener más de una semana; supone que Kuroo había venido, como cada semana, según Kenma, dejaba las flores y se iba, como la visita que le haces a un enfermo.

Lo retira y lo deja a un lado para tirarlo cuando salga. En su lugar deposita las camelias, las desparrama frente al monolito de mármol, entrelazando los tallos hasta formar una pequeña cama roja sobre el verde césped. Después se sienta sobre sus piernas, y permanece en silencio durante unos momentos, absorbiendo la paz que ahí reina.

— Estoy seguro que este lugar no es de tu agrado, es muy silencioso, ¿Que  es eso que decías del silencio?... Ya recuerdo; “el silencio es vació porque no hay nada en el” no sabes cuanto yo odio el silencio que viene con que no estés aquí...—Sus manos distraídamente acarician las tupidas flores rojas.

—Me ha costa venir aquí Bokuto, no sabes cuanto, pero Kuroo, Kenma y los demás insisten en que tengo que darle un “cierre” —murmura con la voz ronca—. A pasado un año desde el entierro.

— Ahora vivo en Nueva York, la universidad esta cerca de mi departamento; hace mucho frio, y la gente no es muy amable que digamos...

Las palabras le salen a trompicones, como si no le avergonzara hablar con una piedra.

— Oh si la carta, —Rebusca distraídamente en su bolso, sacando un alargado sobre blanco—. No sabia que me habías escrito algo antes de ir al servicio militar.

Vuelve a quedarse en silencio.

Arregla distraídamente los tallos de unas camelias que sobresalen un poco sobre las demás. La fragancia de las camelias llena el pequeño espacio entre la lápida y él. Cierra los ojos y respira hondo, bebiéndosela. Tragándose la nostalgia que flotan en el aire junto a ese aroma.

— Es una despedida ¿no? —Abre la carta con manos temblorosas, rebelando una fina hoja de papel.

 

»Aka-Chan, no sabes cuanto me duele estar escribiendo esta carta, pero hay cosas que aun no te digo...

— No es justo... una carta no es la forma correcta de decir adiós. Es un asco, Bokuto. —Un sollozo escapa de su pecho, trayendo todo su dolor reprimido de los meses anteriores.

— Siempre me dijiste que te gustaría envejecer juntos. Que tendríamos una casa llena de recuerdos. —Sus sollozos eran el único ruido que se oía en la inmensidad del cementerio— Que adoptaríamos niños para poder tener risas pequeñas en la casa ya de ancianos, que le enseñaríamos a jugar voleibol a nuestros hijos. —Susurro mientras presionaba su pulgar contra el pequeño anillo de oro blanco, que en una delicada cadena descansaba en su cuello.

Antes el anillo descansa en su dedo, Bokuto se lo había puesto ahí en año nuevo, antes de ir al servicio militar; todavía recordaba esa noche, Bokuto de rodillas, mientras los gritos alegres de sus amigos se oían, el como Bokuto se lo había propuesto en medio de promesas suspiradas.

 

Y el había dicho “si”, ¿como podía decir “no”?, si Bokuto era su mundo entero.

— Rompiste tu promesa, dijiste que estarías a mi lado, Bokuto, tu nunca has roto una promesa antes; y ahora esperas que con una despedida escrita en un pedazo de papel todo mejorara ¿Cómo supero esto, eh? ¿Esperabas que llorara algunas lágrimas para luego superarlo? —Pregunta entre sollozos, aun cuan sabia que no tendría ninguna respuesta.

Intenta leer de nuevo pero la hoja estaba tan manchada de lágrimas que varias palabras eran difíciles de leer. Sin embargo, sabia lo que ponía por que conocía perfectamente a Bokuto.

 »El hecho de que estoy escribiendo esta carta me duele más de lo que podrías imaginarte, dejarte solo, es algo que no pienso hacer hasta que me muera, y un cuando la muerte me aparte de ti, nos veremos en la otra vida; aun así, espero que esta carta nunca sea entregada a ti, porque si lo es, eso supone que te he fallado, y hoy no estoy a tu lado, para verte y tocarte; pero mereces una despedida, mereces mucho más que eso, que unos buenos deseos de que obtengas la vida perfecta que hemos pasado horas y horas soñando”

Las lagrimas solo rodaban silenciosas por sus mejillas, dejando rastro de húmeda a su paso, sentía que su corazón se terminaría de romper.

¿Cómo iba a leer esa carta en voz alta sin desmoronarse, dejando nada salvable de el?

Pero tenía que terminar esto. Por difícil que fuera leerlo, tenía que terminarlo. Se lo debía a Bokuto, y a el mismo, esto sería lo más cercano que jamás conseguirían de una despedida.

 »Te he amado desde el momento en que vi esos bonitos ojos verdes en la cancha a los 16; incluso a los 16, supe que quería pasar el resto de mi vida contigo, Akaashi, nadie podría compararse a ti. Siempre seras todo para mí, Siempre. Por favor, recuerda que eras todo lo que me importaba. Mi vida fue bendecida por estar atada a la tuya, no olvides esos momentos de amor que nos brindamos; viví con la alegría de que ese ángel perfecto me quería, que serias mi esposo. La vida que planeamos. La vida que tuvimos fue perfecta. Hundiéndose en el suelo, trajo la carta más cerca, era como si Bokuto estuviera ahí, susurrándole las palabras escritas en la hoja; lloro con mas fuerza, con un nudo en su garganta, mientras sus ojos se concentraran en las palabras que tenía que leer. Debía hacerlo.

 »Ruego a Dios que nunca tengas que leer esta carta. Espero que esto sea una carta que pasara al olvido, tirada en un rincón; vivir con la alegría que no fue necesario entregarla, y algún día te la leería, para que podamos ver cuanta suerte tuvimos. Pero si recibes esta carta de Kuroo quiero que sepas algo: Te amé hasta mi último aliento. Fuiste la única cosa en mi mente cuando cerré los ojos por última vez. ¡Oh, Bokuto!, no puedo hacer esto, por favor. No puedo hacerlo sin ti. Te amo tanto. Por favor, por favor, Dios. —Lloro a gritos, suplico y en la inmensidad del cementerio, nadie escuchó. El cementerio estaba vacío. Las últimas líneas de la carta eran lo que el esperaba que Bokuto le dijera, y lo mas imposible de todo.

» Un día sanaras. La vida continuará para ti. Un día tu corazón le pertenecerá a alguien más, y ese hombre sera tan afortunado de haberse enamorado de ti; así que Akaashi, prometeme que amaras de nuevo, tanto, como si amaras por los dos; así que, sigue adelante; no te sientas culpable, Aka-Chan, vive esa vida de felicidad que te mereces. Quiero que sepas que yo te amé y que eso es suficiente. Que sepas hiciste mi vida completa. Pero sigue adelante, Akaashi, ama de nuevo. Vive tu vida como la abrías vivido conmigo.

Con amor,

Kōtarō Bokuto.

 

El frio que traspasaba su abrigo era por el inicio del invierno; dejando su cuerpo mucho más frio. La sensación que embargaba su cuerpo al finalizar la carta no era de alivio; era un sensación de cansancio, Akaashi estaba cansando.

— Si no viviéramos en la realidad, tu y yo estaríamos juntos Bokuto-San...

 

 

FIN

Notas finales:

Las camelias rojas son un simbolo de amor eterno, son las flores que Bokuto le compraba a Akaashi.

Las amarrilas son por la amistad verdadera, es por ello que Kuroo siempre se las pone en la tumba a Bokuto.


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