Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Non Défini por Haku1008

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Es un two-shot, la primera parte contada desde la perspectiva de Subaru, la segunda de Seishirou. 

Los personajes que aparecen en el fic no me pertenecen a mí sino a las siempre grandes y maravillosas CLAMP, usados aquí sin ningún fin de lucro y porque son la principal fuente de inspiración. 

Nuestra situación no era la mejor de todas, tampoco la más prometedora, y realmente desconocía sus intenciones para conmigo, sólo tenía clara una cosa: yo para él no era más que un niño jugando a amar…

 

 

Tenía bastante tiempo que las clases se habían terminado, la mayoría de los alumnos y del personal ya se habían marchado de la escuela, incluso los clubs habrían finalizado sus actividades una hora atrás, pero yo seguía aquí, sentado en el aula que cada vez se tornaba más melancólica, oscura y fría. La luz del atardecer se desvanecía con lentitud alargando un poco el día que se negaba a finalizar, dejándome poco a poco con menos iluminación, podría prender las luces, claro, pero quiero pasar desapercibido en lo más posible, al menos hasta que él venga a mi encuentro.

 

Literalmente llevo horas esperándolo, ansioso y nervioso como el primer día, porque no importa cuánto tiempo llevemos haciendo esto, él siempre despierta en mi esas emociones y otras tantas que nunca creí pudieran existir, supongo que es su efecto sobre mí: el efecto Seishirou, ese mismo efecto que me mantiene atado a esta butaca, simplemente viendo las horas pasar, porque el reloj no vuelve a correr para mí sino hasta que vuelvo a encontrarme con sus ojos, por tonto que esto parezca.

 

La puerta se abre, doy un pequeño respingo, preocupado de que pueda ser alguien más, para mi alivio; y el de mi alma; se trata de Seishirou. Apenas me encuentra con la mirada me sonríe y yo siento las mejillas encenderse como un foco fosforescente en la oscuridad.

 

—Llegue a pensar que te habrías marchado ya— me dice, su voz tiene por sí sola un toque sensual que me eriza la piel cada vez que le escucho, podría pasar horas simplemente oyéndolo, supongo que una vez más el efecto Seishirou se ha hecho presente.

 

—No— digo simplemente, desviándole la mirada, avergonzado. Algunas veces me siento patético por mi forma de ser, me gustaría ser más atrevido, más sensual, más deseable, y todo esto sólo por él.

 

—Gracias— me sonríe con su sonrisa que es amable y coqueta a la vez, esa que me mata de celos cuando le veo ser dedicada para alguien más —Vamos entonces.

 

Doy un simple asentimiento con la cabeza antes de ponerme de pie, mientras camino en su dirección intento no ser tan obvio en la alegría que siento sólo por verle, o lo mucho que su efecto funciona en mí, oculto también mi ansiedad por salir de la escuela y llegar a su auto para estar solos y seguros de miradas indiscretas.

 

Nuestra relación comenzó hace dos meses y medio, al iniciar el curso fui nombrado ayudante del profesor por éste mismo, mis nuevos deberes consistían en recibir los trabajos y tareas de todos mis compañeros para revisarlos y entregarlos, eso me hizo relacionarme más con ellos, y fue como Seishirou y yo comenzamos a hablarnos, a trabajar juntos, relacionarnos y en algún momento dado, a besarnos… confieso que desde la primera vez que lo vi ya me gustaba, pero no fue hasta que tuve la oportunidad de tratarlo de cerca que me enamore.

 

Luego de esa tarde en la que nos besáramos en aquella cafetería las cosas se tornaron terriblemente incomodas, al menos para mí, quise dejar mi puesto como ayudante para que así  no estuviéramos forzados a vernos más de lo necesario, pero no me fue permitido. Para mi sorpresa poco tiempo después del primer beso vino un segundo, llegando de la mano con una extraña confesión de algo, honestamente aún no sé cómo interpretar aquel “tú me pones demasiado” que murmuró sobre mis labios.

 

No somos novios o pareja. No puedo calificarnos en la definición de amantes. Ni siquiera en la de amigos con derechos o con beneficios. No sé qué somos con claridad, tan sólo sé que tenemos una relación cuyo nombre o definición no eh encontrado aún.

 

Tal vez para él sea diferente y yo ya este clasificado en una categoría, la de entretenimiento podría ser, o la de iluso, o quizá juguete, es bastante duro intentar  pensar qué soy realmente para él, o cuánto tiempo nos durara esto que no sé cómo llamar, pero que existe, y que de alguna manera, quizá diferente, nos gusta a los dos.

 

Las inseguridades pasan a segundo plano cuando siento sus labios sobre los míos, dominándolos y guiándolos, derritiéndome por dentro ¡Por todo lo eterno! es tan bueno en esto. Me hundo en el asiento del copiloto, apenas si puedo recordar cómo besar.

 

Se aparta de mí, quiero reclamar por ello pero me contengo, sé lo mucho que nos hemos arriesgado al besarnos cuando aún estamos en el estacionamiento de la escuela, si alguien llegase a enterarse de lo nuestro sin duda alguna él perdería su empleo; Seishirou Sakurasuka, mi profesor de Química.

                                                                                                                   

Conduce, no vamos a su casa, mucho menos a la mía, de vez en cuando me lleva a la ciudad vecina en busca de algún hotel no tan lujoso; que son en los que no nos miran raro o mal por ser dos hombres, o por el hecho de que mi aspecto delata claramente mi minoría de edad; en otras ocasiones, cuando el tiempo es poco justo como ahora, me lleva a las afueras o al mirador de la ciudad para hacerlo en el auto.

 

Sí,  podría decirse que nuestra relación está basada en su mayoría por el sexo, pero no sólo de ello, también hay otras cosas, quiero creer que los detalles que en ocasiones me da son porque me tiene afecto, que aquellos besos rápidos en la escuela son porque extraña mis labios tanto como yo a los suyos, que cuando alguno de mis compañeros se acerca demasiado en clases y él me reprende (y a ellos les da trabajo extra) es por celos, que las miradas cómplices y las sonrisas llenas de ternura son sinceras, que los dulces y regalos que me hace llegar no tienen otro fin oculto más que hacerme feliz.

 

Está vez a aparcado a las orillas de la carretera de la vieja autopista, esa que ya casi nadie transita, está cerca del bosque y mi primer pensamiento es que espero no quiera hacerlo en el bosque de nuevo, lo intentamos una vez, llevó una manta para que no fuera incomodo recostarnos, dijo que sería romántico, yo lo creí también, fue muy mágico… hasta que una araña subió hasta nuestra manta en dirección a mí, aparté a Seishirou tan rápido como pude y, desnudo y con una erección extinta me aleje pálido por el susto. Seishirou se burló de mí, quiso aplastar a la araña pero yo no se lo permití, seguramente ese era su hogar en primer lugar. Luego de ello no fui capaz de seguir con nada y Seishirou tuvo que terminar por sí mismo, desde entonces no me entran ganas de hacerlo al aire libre.

 

—¿Adelante o atrás?— pregunta, yo elijo los asientos traseros donde hay más espacio y que es más cómodo a mi parecer —La semana de exámenes se aproxima ¿has estudiado?

 

—Aún no— respondo cambiándome a la parte trasera del auto, me recuesto en espera de él, apenas si logro verlo con la oscuridad de la noche. Seishirou sale del auto para cambiarse a los asientos traseros, se acomoda con cuidado de no subirse sobre mí y una de sus piernas queda en medio de las mías, separándolas, y con ese simple acto me siento excitado.

 

—Ya veo, eres un niño malo— declara juguetonamente contra mis labios, tan cerca y sin intensiones aún de juntarlos, doy un brinco cuando siento su mano rozando mi entrepierna, endurezco más rápido de lo que me alegre admitir. Masajea con calma, con cuidado, sabe cómo hacerlo, cómo enloquecerme y con qué ritmo ir para despertar mi lascivia.

 

Un gemido escapa de mí, busco sus labios con los míos pero él se aparta y me obliga a quedarme de espalda contra los asientos. Por entre la oscuridad noto su sonrisa, injustamente traviesa, peligrosamente sensual. Quiero besarlo ya.

 

Baja con parsimonia hasta mi cuello, apenas siento sus labios contra mi piel echó la cabeza hacia atrás, dándole paso libre como por inercia. Me besa sin parar de masturbarme por encima de la ropa, lento, exquisito, con paciencia, jugando a desesperarme, no necesita mucho, ya ha ganado. Me retuerzo, moviendo mi cadera en busca de acelerar sus caricias a mi miembro, gimiendo cada vez más sin control, deseando besarlo y que me bese, deseando tener su miembro dentro de mí, no lo resisto más. Con mis manos tomo su rostro y lo guio sin opciones a mis labios, lo beso con una pasión casi vergonzosa, pero no me importa, al menos no ahora.

 

Seishirou corresponde, “no más juego previo” me dicen sus manos que se apresuran a quitarme el cinturón, yo no suelto su rostro por miedo a que deje de besarme, dejándole así todo el trabajo de desnudarme, baja mi pantalón pero sólo me saca una rodilla, misma que lleva hasta su hombro, posándola ahí. Lo escuchó desabrocharse el pantalón, aún seguimos besándonos pero lo apartó poniendo mis manos en su pecho, empujándolo con sutileza para tener espacio de quitarme yo mismo el suéter y la camisa del uniforme, como tengo algunos problemas con ello él me termina ayudando luego de que ha dejado su miembro al descubierto y de haberse colocado un condón.

 

—Mierda— suelta de pronto —no he cargado el lubricante.

—…….— me asustó, nunca antes lo hemos hecho sin que previamente él usara lubricante conmigo.

 

Suspira con resignación. Pienso que se apartara de mí pero en cambio pega su miembro con el mío sosteniendo ambos con una sola mano —supongo que tendremos que hacerlo sin penetración.

 

Sentir nuestros miembros de aquella manera me gusta demasiado, la sensación es extraña y bastante excitante, para cuando comienza a masturbarnos al mismo tiempo me siento correrme, pero intento concentrarme en no hacerlo, en parte por mi orgullo de hombre, sí, también lo tengo.

 

Mi cuerpo se enciende, estoy caliente literalmente, sintiendo como mi cuerpo se humedece, la temperatura aumenta a horrores, pero… ¡se siente tan bien! mi espalda se arquea, pienso en ayudarle pero mis manos simplemente se aferran a lo que pueden, no voy a poder seguir así.

 

—Entra— logro pronunciar entre gemidos y jadeos.

 

—No—declara.

 

—En…tra— vuelvo a pedir, quiero de aquel placer que me provoca al sentirlo bombeando en mí interior, mis paredes se contraen como exigiéndolo entre ellas.

 

—Te dolerá— vuelve a negarse.

 

—Por favor… mételo— suplico, sé que el día de mañana no querré ni darle la cara por esto, seguramente ni entrare a su clase por la vergüenza que me provocará el haber suplicado algo así.

 

Se detiene, apartándose, juega con mi  líquido pre-seminal entre sus dedos y los lleva hacia mi entrada, me siento feliz de que lo vaya a hacer, pero la felicidad se me termina cuando sus dedos son reemplazados por su miembro que no entra con la misma facilidad con la que recuerdo.

 

—¡ah!— me quejo sin querer, ni siquiera ha metido la mitad y ya siento que no podré aguantar más.

 

—Te lo dije— me sonríe, su voz está cargada de ternura lo que me hace sentir mejor y feliz por el hecho de tener esa pequeña certeza de que le importo lo suficiente como para tratarme con cuidado. 

 

—Aun así quiero— le aseguro, tragándome el dolor y la incomodidad de mi trasero.

 

—Hm, ¿eres masoquista acaso?

 

—Quizás un poco— miento, en realidad ahora siento miedo de sentir su miembro invadirme por completo y que me duela, pero eso no ocurre. No me duele. Y Seishirou tampoco me invade por completo, espera a que me acostumbre y comienza a mover despacio la cadera, bombeando hasta la mitad, esperando a que mi entrada se acostumbre al ir y venir de su cuerpo para aumentar el ritmo. Me retuerzo con infinito placer, llevando las manos a mis cabellos, sin saber qué hacer con ellas, muriendo en el placer de su cuerpo, de su mirada que no se aparta de la mía, y yo no la aparto de la suya tampoco….

 

No sé qué pensamientos se disparan detrás de esos ojos que brillan sobrepasando toda oscuridad, algunas veces me gustaría saberlo, otras me convenzo que es mejor así.

 

Soy el primero en correrse, pasa otro poco antes de que él lo haga, lo sé por los espasmos que terminan afectándome a mí también. Me mira más tiempo, quedándose dentro mío hasta que finalmente se inclina para besar mis labios con ternura, tomando mis caderas mientras saca su miembro de mi interior. Sale del auto para quitarse el condón y acomodarse la ropa, yo me quedo dentro, aun agitado e intentando regularizar mi respiración.  

 

Me doy cuenta de lo dependiente que me he vuelvo cada vez más de él, no sé cómo va a terminar esto, pero sospecho que no muy bien para mí si resulto ser el único con ese sentimiento creciéndole en el pecho... y en otros lugares también.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).