“Cigarrillos y menta”
Minho era un hombre duro. De aquellos que expiran masculinidad por cada poro de su ser. Con barba de tres días, y un físico para morir. Voz grave, mirada oscura y penetrante. Y ese sentido de liderazgo natural que usaba en su trabajo. Era obvio que atraía las miradas de cualquier persona. Él, personalmente, se daba el lujo de sólo escoger lo mejor. Pero, todas las miradas que algún día correspondió, se fueron al carajo cuando él mismo se fijó en aquel caminar.
No eran caderas de mujer, pero vaya que tenían un aire algo afeminado. Unas piernas largas le daban sensualidad a cada paso firme, y el sonido del tacón de sus zapatos dejaban un eco que provocaba que todo el mundo se girara a verle. Minho no logró evitar quedar atrapado en aquel andar majestuoso, corriendo detrás de aquel muñeco que ni siquiera trabajaba en su empresa. ¿Qué hacía él ahí?
-Hey…- Le detuvo, obstruyendo su paso por la puerta. -¿Puedo saber qué hace una preciosura como tú por aquí?- Sonrió, usando cada uno de sus encantos para conversar con el chico bonito.
El hombre joven le miró de pies a cabeza, soltando una sonrisa algo coqueta al terminar de escanearle.
-Me gustas.- Soltó, directo y sin filtros.
-Entonces aceptarías tener una cita con…
-No.- Y con la misma sinceridad, el chico se negó, encogiéndose de hombros al mirar la sorpresa en el hombre. –Hueles a cigarrillos, jamás saldría contigo.
.
.
.
Minho había tomado esa negativa como un reto. ¡Ni siquiera entendía por qué! Jamás cambiaría por alguien, pero realmente quería tener una cita con Taemin. Ese chico, era hijo de unos de sus trabajadores de mayor edad, aunque claro que iba a la empresa para visitar a uno de sus amigos, en vez de su padre. Increíble, jamás le había visto a pesar de tenerle bajo su nariz todo el tiempo. Y ahora lo único que tenía bajo su nariz era aquel aroma a menta, debido a tanto masticar goma de mascar. Estaba seguro que si lo dejaba, correría por una caja de cigarrillos, y no se atrevería a perder su racha de un mes sin fumar.
-Oye…- Escuchó a Taemin detenerle, antes de entrar a su oficina. -¿Cómo lo supiste?
-¿Disculpa?- Minho se atrevió a preguntar, tentando a su suerte. Taemin sólo le miraba, disfrutando del cuerpo de Minho, sin jamás hablarle.
-El aroma mentolado, es mi favorito.- Sonrió.
-S-sólo quería dejar de fumar…para que salieras conmigo.- No lo entendía, desde que le vio por primera vez, cuando se trataba de Taemin era como si olvidara quien era, porque su mente sólo se podía llenar de Taemin.
-Mañana, en La Maison d’Or, a las siete.- Se cruzó de brazos, dirigiéndose al elevador. –Si llevas una caja de chocolates con menta, tal vez te bese.- Entonces desapareció tras las puertas de metal.
Minho sonrió, haciendo una señal de victoria con su mano. Tendría una cita con el chico menta, y no pensaba arruinar esta oportunidad.
FIN