Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El pequeño gato y yo por Gilbo

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

N/T: Hola, pues aquí les traigo mi nuevo fic Tsukihina, basado en una historia que yo misma habia escrito antes, pero que por alguna extraña razón se borró de wattpad, al igual que otros de mis fics. El caso es que como se borro y no la tenía guardada en ninguna parte, tendré que escribirla prácticamente nuevamente, lo cual ciertamente es bueno, ya que tendrá algunas mejoras. En fin, espero que les guste.

Notas del capitulo:

N/T: Hola, ammh, pues esta historia esta hecha para todas aquellos que como yo gustan del tsukishina. Espero que les guste.

Tsukishima Kei parpadeó un par de veces un tanto escéptico, cuando sus dos compañeros de trabajo, que por cierto, eran algo así como sus dos mejores amigos, le contaron llenos de emoción que pensaban comprometerse en matrimonio a finales del mes. Lo cual ciertamente no le sorprendía para nada al chico rubio, pues tanto Bokuto como Akaashi llevaban tonteando desde el instituto, sin decidirse a formalizar de una buena vez su relación. Aquello, aunque no lo dijera, le hacía sentirse feliz por ellos dos, aunque Kuroo, su otro "mejor" amigo, posiblemente no podía decir exactamente lo mismo, sin embargo pese a lo mal que seguramente le había sentado aquella noticia, prefirió sonreír y felicitar a la pareja, en lugar de hacer un escándalo por eso. Kei entonces suspiró. Estar enamorado seguramente debía ser terrible, pensó cabizbajo apretando su pecho, antes de despedirse y volver a su casa antes de que anocheciera, pues ese día se encontraba haciendo mucho frío y era más que probable que de un momento a otro comenzará a llover.

 

Kei levantó la vista antes de posar su mirada en su mano derecha. Tenía veinticuatro años y aún se encontraba soltero, cosa que realmente no le importaba mucho, aunque a sus padres parecía últimamente que sí. Tenía una vida normal, un trabajo normal y vivía en un sitio normal... Bueno, eso último no era del todo cierto, pues el edificio en el que recientemente se había mudado, que por cierto era colonial y bastante extraño, parecía estar completamente fuera de lugar, con respecto a los demás edificios circundantes; además de que tenía la fama de estar embrujado. Cosa que por supuesto no creía del todo. En fin, que restando eso último, se podía decir que tenía una vida bastante común, cosa que realmente agradecía, sin embargo algunas veces como en ese momento, deseaba poder tener también a esa persona especial a su lado, que hiciera de su vida algo un poco más brillante.

 

Una gota de agua cayó repentinamente sobre su cabeza, por lo cual apresuró el paso o de lo contrario terminaría completamente empapado por la lluvia, que ya comenzaba a precipitarse por toda la ciudad. Pasó de largo un pequeño callejón, pero el sonido lastimero de algún animal le hizo detenerse. Agudizó su oído y por un momento estuvo a punto de marcharse, hasta que volvió a escuchar aquel débil quejido, que se asemejaba mucho al maullido de un gato. Movido entonces por la curiosidad más que por la preocupación, decidió ir a echar un vistazo, encontrándose entonces con un pequeño animalito de pelaje naranja, brillantes ojos color chocolate y una increíble ferocidad, para semejante criatura de su tamaño. Tsukishima entonces sonrió divertido, antes de tomar al pequeño en brazos, notando entonces que el diminuto felino se encontraba herido de un costado. Nuevamente apresurado, sus pasos resonaron por todo el edificio, aquella oscura tarde de agosto, mientras que subía por las interminables escaleras, hasta que por fin se encontró frente a la puerta de su vecino y casero, que además de todo era un veterinario bastante gruñón, que tenía como único pasatiempo jugar voleibol los fines de semana con sus amigos.

 

Ukai Keishin le miró de arriba abajo, con su típica cara de pocos amigos que siempre tenía, cuando le abrió la puerta, hasta que notó al pequeño gatito que tenían en sus brazos, el cual prácticamente le arrebato de las manos, al notar toda aquella sangre que ya había manchado su ropa. El pequeño estaba gravemente herido, pero increíblemente aun así se encontraba lo suficientemente fuerte como para pelear por su vida, si esto era necesario. Aquella fría tarde lluviosa Ukai le salvo la vida, pero de alguna forma, el pequeño gato naranja también lo hizo. Aunque en ese momento, el rubio y gruñón doctor no lo supiera.

 

-¿Dónde lo encontraste? -Cuestionó el hombre mayor, sacando de sus pensamientos al otro rubio. - este pequeño ha peleado muy duro el día de hoy, si hubieras llegado un poco más tarde, tal vez no la hubiera librado ni con el resto de sus siete vidas. -Keishin acarició entonces la cabeza del pequeño, quien se encontraba bastante sedado, pero sorprendentemente aún estaba consciente. -

 

-Lo encontré en el callejón que se encuentra antes de llegar al edificio. -Informó suspirando aliviado. - escuche su maullido y me acerque. Pensé que alguien lo había abandonado, pero jamás que se encontraría herido. Supongo que algún perro lo habrá atacado y lo dejo al creerlo muerto o algo así. -Ukai entonces negó con su cabeza, mientras envolvía con cuidado al pequeño en una manta naranja -

 

-Pues tuvo entonces mucha suerte de que lo encontraras, porque a mi parecer, esto no fue una obra de ningún perro. La herida fue hecha por un objeto filoso, como un bisturí o un cuchillo, tal vez una navaja. -Al escuchar esto, el menor lo miro con horror, preguntándose quién pudo haber hecho algo tan terrible a un pequeño animal. - Pronto estaremos en otoño y es bastante común, al menos por aquí, el encontrar a algunos zorros merodeando por todas partes. Algunas personas suelen usar como carnadas a animales pequeños, solo para atraparlos, pero nunca había visto que alguien usara un gato para ese propósito. Toma - Dijo entregándole de vuelta al felino -Necesitará que le cambie los vendajes, así que más te vale traerlo también mañana por la tarde. No puede comer nada solido por el momento, así que tendrás que cuidar mucho que coma solo sopa o el caldo de una lata de atún y que no haga ningún esfuerzo brusco o de lo contrario podría abrirse de nuevo su herida. -Dicho esto, el mayor prácticamente echó de su apartamento al más alto, cerrándole la puerta en la cara. Kei frunció entonces el entrecejo y sin decir nada más, se dirigió directamente hacia su propio hogar, que se encontraba justamente enfrente. -

 

******************************

 

Al otro día cuando les contó sobre su reciente "aventura" a sus compañeros y amigos, estos - A acepción quizás de Akaashi - comenzaron a reírse en sus propias narices, luego de revelarles el tan ingenioso nombre que le había puesto a su nueva mascota ,y es que parecía que haber llamado "pequeña carnada" a su pequeño gato, había resultado ser la cosa más graciosa del mundo, pues tanto Kuroo como Bokuto no paraban de revolcarse de la risa, cosa que francamente ya lo tenía bastante molesto. Tsukishima entonces volvió a su lugar, ignorando a todo el mundo que trataba de llamarlo para "disculparse" con él, cuando lo cierto era que querían seguir burlándose a su costa.

 

-Vamos cuatro ojos, no puedes molestarte solo por habernos reído del nombre de tu gato. Tienes que admitir que ese nombre que le has puesto al pobre, es demasiado feo y ridículo. ¿A quién demonios se le ocurre ponerle semejante nombre, tan falto de originalidad? - Cuestionó señalándolo luego. - ¡Ah, es verdad, a ti se te ocurrió! - Entonces volvió a reírse al igual que Bokuto. El rubio frunció nuevamente el entrecejo y miro molesto a sus dos supuestos amigos. Si el nombre era realmente bastante original, aunque ciertamente bastante feo, aunque a "pequeña carnada" no le había molestado esa mañana cuando lo había llamado así, sino por el contrario, parecía estar demasiado feliz de tener un nombre. -

 

-Ustedes dos, dejen en paz a Tsukishima. Al menos él no le puso a su gato Inuoka, como cierta persona - Dijo mirando muy mal a Kuroo, quien solo se limitó a hacer un puchero. El de lentes rodó entonces los ojos. Odiaba eso de su amigo, pues sabía que por más que lo deseara, Kuroo siempre sería amable y atento con Akaashi, pues lo quería. Estaba enamorado de él, para ser exactos y si nunca se había armado de valor para confesarle sus sentimientos, era precisamente porque también apreciaba mucho a Bokuto, a quien consideraba como a un hermano. Tsukishima entonces se puso de pie, tomó sus cosas y se apresuró a dirigirse al elevador, pues ya no soportaba ni un segundo más estar ahí. Coloco una mano sobre su pecho y deseo no enamorase nunca, aunque tal vez aquello ya era un poco tarde.

 

Al llegar a casa, pequeña carnada se encontraba durmiendo en su sofá, encima de los cojines amarillos y azules que su madre la había dejado la última vez que había ido de visita. El pequeño abrió sus ojos color chocolate y estiró su cuerpo, de una forma que le daba envidia. Lo miró entonces un momento, uno muy largo a su parecer, antes de sentarse a su lado para acariciarlo un poco, notando que su suave ronroneo era realmente demasiado relajante. ¿Quién necesitaba de alguien especial? Se preguntó desganado. Ya no se encontraba solo, ahora tenía compañía. Una compañía peluda y molesta y algunas veces ruidosa, pero que lentamente iba llenando de color todos sus días. Hasta que un día, pequeña carnada simplemente desapareció.

 

Una semana después de buscar por todas partes, agotado y completamente rendido, Tsukishima Kei se desvaneció por el balcón, cayendo libremente unos cuatro pisos, asustando a más de un vecino, quienes rápidamente llamaron entonces a una ambulancia. Ukai Keishin quien fue que lo rescató del árbol en donde había caído, fue quien para su mala o buena suerte le acompaño. Parecía molesto, mucho más que antes, sin embargo no le dijo absolutamente ninguna palabra, pues parecía estar completamente sumido en sus propios pensamientos, contrario a sus familiares y amigos que parecían estar demasiado preocupados por el, luego de haber supuesto que había tratado de quitarse la vida. Unos cuantos días después, le dieron de alta y mientras caminaba por las frías calles  aquella tarde lluviosa, se encontró de nuevo con ese leve quejido lastimero que provenía de un callejón. Pero lo que encontró ahí, no fue a su pequeña carnada, sino más a un chico quien más tarde sería capaz de cambiar completamente su vida.

 

 

Notas finales:

Bueno, solo me resta decir que si les ha gustado, por favor, no duden ni un momento en dejarme sus comentarios. Hasta la proxima. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).