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Go Straight [SeHo] por LittleWolff

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Notas del fanfic:

Título: Go Straight

Fandom: EXO

Pareja/Personaje(s): SeHo [Sehun x Suho]

Clasificación: PG-15

Género: AU, slash

Advertencias: Incesto

Núm. de palabras: 8,134

 

Sinopsis:

"Son hermanos. Ama a tu hermano."

Y era justo lo que hacía.

Amaba a sus padres, pero lo habían insultado y golpeado. Amaba a su hermano, pero luego sus progenitores se retractaron de su propia enseñanza. Se amaba a sí mismo, pero le habían hecho creer que era una aberración maligna.

Él sencillamente amaba. Y amar no tenía nada de sucio.

 

Notas del capitulo:

Espero le den amor al SeHo :3 <3

¡Disfruten!^^

 

***

Go Straight

***

 

 

Se asfixia.

Nadie le dijo que el amor iba a doler así. No se imaginó que, más que quedarse sin palabras, se atragantaría con ellas y el nudo en la garganta viajaría directo a sus pulmones. Tampoco fue advertido que el remolino en el estómago lo estrellaría tan fuerte, ni que las mariposas se transformarían en balas de plata.

Cayó enamorado y el golpe fue tan fuerte que deseó no haberlo hecho.

O quizá si hubiese sido en otras circunstancias...

Pero sin señales ni advertencias, lo único que podía esperar era a que ese ambivalente sentimiento desapareciera o que lo dejaran ser. Lo que sucediera primero, aunque ninguno estaba dispuesto a ceder.

Sin embargo, aunque se repite una y cien veces más que debieron advertirle, la verdad es que los indicios siempre colisionaban de frente; uno tras otro, tras otro. Cada vez más intenso que el anterior, más anhelado, esperado. Enfermo.

El amor era puro, sincero y gentil. ¿Por qué empeñarse en hacerlo parecer oscuro, morboso y prohibido (que hasta él se lo creía)? Nadie debería huir del amor, ni juzgar las relaciones. La felicidad, la tristeza y el daño ya estaban hechos, no había marcha atrás. Y tampoco quería darla.

Sus padres siempre le inculcaron la creencia de amar al prójimo, porque eso era ir por el buen camino. Amar a sus padres. Amas a sus hermanos. Amarse a sí mismo.

Amar la esencia sin importar qué.

"Cariño, no peleen. Compartan."

"Ahora dense un abrazo y pidan disculpas."

"Ustedes se tienen el uno al otro. Trabajen en equipo."

"Son hermanos. Ama a tu hermano."

Y era justo lo que hacía.

Amaba a sus padres, pero lo habían insultado y golpeado.

Amaba a su hermano, pero luego sus progenitores se retractaron de su propia enseñanza.

Se amaba a sí mismo, pero le habían hecho creer que era una aberración maligna.

Él sencillamente amaba. Y amar no tenía nada de sucio.

 

*****

 

Junmyeon era el hijo único que sus padres adoraban. Obediente, risueño, juguetón y bastante curioso. Pero había algo que Junmyeon quería sobre todas las cosas en la vida y eso era un hermanito con quien jugar, con quien compartir y no pelear, alguien para jugar dos contra dos con sus padres o a quien enseñarle todos los trucos que él aprendiera (más que nada el de la moneda que escondía en la flexura del codo y hacía como si la sacara mágicamente por la boca, pero su hermanito no tenía por qué saberlo todo, ¿verdad?).

En fin, deseaba un hermanito más que los regalos de navidad de ese año, y eso, para él, ya era mucho.

Por eso estuvo tan contento cuando poco tiempo después sus padres le dieron la noticia que tanto esperaba. Se emocionó tanto, se lo gritó a Dash –su tortuga– porque también debía saberlo, corrió por toda la casa pero a la mitad se cansó y mejor saltó en los sillones.

Corrió a los brazos de su padre, con los ojos enormes y brillantes, pidió ver de inmediato a su hermanito. La espera lo estaba matando. Fue una pena muy grande para los padres de Junmyeon decirle que debía aguardar un tiempo para que el pequeño lo tuviera en sus bracitos. Sobra mencionar que hubo lágrimas, gimoteos y repetitivas explicaciones de por medio para que Junmyeon entendiera que la demora era necesaria, más que nada para que un pequeño de apenas cuatro años comprendiera al fin que su madre no era un monstruo y no se había tragado a su hermanito.

Luego de eso, no hubo noche que el pequeño Junmyeon no diera un besito de buenas noches a la gran panza de su madre para que su hermano menor tuviera dulces sueños también porque “ya que mami no alcanza su panza yo se los daré”. Y Junmyeon amaría besarle los cachetitos, darle cucharadas de papilla, restregarle la espalda y el cabello en la bañera, cantarle canciones y jugar juntos.

Junmyeon sin duda amaría a su hermanito.

Nueve meses después, su deseo se cumplió.

 

*****

 

Bien, mal. Correcto, incorrecto. ¿Quién lo definía?

Era la cuestión por la que discutían. La razón: hornear unos panqués. Una pelea trivial que sucedía desde que Junmyeon había tomado como pupilo a su hermanito para la cocina, pero le discutía porque "no, hyung, el video lo dice de otra forma", o "la señora de la tele no hizo eso". Y aunque aquello le parecía tierno, su hermanito se enfurruñaba porque no lo estaba horneado como alguien más lo había hecho (a pesar de tener más práctica de la que le había dejado ver a su hermano menor) y eso exasperaba a Junmyeon.

Un pequeño regaño fue lo que le dio Junmyeon a su pupilo, él sabía hacer panqués y le quedaban deliciosos; todo mundo lo decía y su abuelita hasta se lamía los dedos después de cada rebanada. Pero un regaño mayor fue lo que recibió él por reprender a su hermanito. Su madre les había dicho que cada quien lo hacía a su manera porque no hay nada absoluto, que mientras el resultado fuera bueno y no hiciera daño (porque los dolores de estómago eran terribles) entonces cualquier manera era aceptable.

Junmyeon entendió las palabras de su madre. Claro, él ya había cumplido los diez años, era grande y comprendía las palabras de los adultos (no el 100% pero tenía orgullo qué proteger); por lo tanto, esperaba que su hermanito de apenas cinco años también captara lo que su madre les decía porque no quería volver a pelear por algo tan tonto.

Al parecer su hermanito sí que era inteligente, pues ese mismo día habían terminado de hornear juntos todos los panqués sin ninguna otra pelea más. Junmyeon nunca en su vida había horneado mejores panes como los que hizo con su nuevo ayudante. Todos lo felicitaban por el delicioso sabor, pidiendo uno o dos más de lo mismo; Junmyeon agradecía y señalaba a su hermanito, añadiendo que había ayudado mucho en su preparación.

Su pecho se inflaba con cada halago hacia los panecillos.

Cuando las últimas rebanadas de panqués fueron devoradas por Junmyeon y su hermanito, acompañado por un vasito de leche cada uno, el mayor le dio un fuerte abrazo al pequeño y repitió al menos una docena de veces lo bueno que había sido trabajar lado a lado y lo orgulloso que estaba de él.

Esa noche se quedaron dormidos en la cama del mayor, abrazados, con los trastes vacíos en la mesita de noche y el cuento de Junmyeon a medio terminar.

 

*****

 

Para cuando Junmyeon cumplió doce años, amaba llevar de la mano a su hermanito a todas partes: a la tienda, de paseo, al cine con sus padres, a todos lados.

Sehun era una cosita tan linda a sus siete añitos que daban ganas de pellizcarle los cachetes y picarle las costillas sólo para admirar la sonrisa en su cara y la suave risa que soltaba, o los tiernos pucheros que ofrecía con un "hyung" de reproche. Junmyeon sólo atinaba a reír.

Sus padres se veían tan felices porque Junmyeon desempeñaba un buen papel de hermano mayor, que se lo hacían saber a cada rato llenándolo de besos por todo el rostro. No obstate, cuando era el turno de Sehun para ser besado, Junmyeon tenía un pensamiento que lo hacía sentirse un poco mal. Si alguien hubiese sabido lo que pasaba por la mente de Junmyeon en esos momentos bien hubiera dicho que se trataba de celos. Celos normales que cualquier niño tenía hacia su hermano cuando recibía atención de sus padres. Aún así, Junmyeon se sentía un poco mal porque quería alejar los rostros de sus padres de las mejillas blancas y suaves de su hermanito.

Fue por eso que un día lo hizo.

El sonido de los besos de sus padres junto con la incesante risa de Sehun hizo a Junmyeon enojar. No estaba pensando cuando corrió hacia sus padres y los apartó de un risueño Sehun que no sabía qué sucedía ni por qué su hermano estaba creando un muro frente a él con sus brazos extendidos y sus cejas casi juntas.

Esa actitud era muy extraña en el hijo mayor por lo que su padre no tardó en preguntar por las razones de su comportamiento.

Ni el mismo Junmyeon supo qué responder.

Era tanta la vergüenza de que sus padres se enteraran de la verdad, que lo único que salió como respuesta fue que él también quería besar a su hermanito.

Lo cual también hizo. Y la risa de Sehun reanudó su marcha.

Sus padres se unieron a las carcajadas y se alejaron, comentando animadamente sobre los buenos hijos que tenían.

Dejaron a los hermanos jugando. Sehun feliz porque recibió el doble de besitos tronadores en sus mejillas, más de la mitad dada por su hermano mayor. Sin embargo, Junmyeon se sintió confuso cuando por fin escucho la televisión de la sala con el drama que sus padres no se perdían.

Se preguntaba si el sentimiento de alivio era porque evitó que Sehun recibiera más besos de sus padres que él, o porque Sehun efectivamente recibió más besitos que él (pero siendo la mayoría suyos).

Esa noche volvieron a dormir en una misma cama porque Sehun quería un último beso por parte de su hermano mayor y no se movería hasta obtenerlo, alegando que ese era de buenas noches, pero que Junmyeon se negó a dárselo ya que le había brindado demasiados ese día.

Finalmente su hermanito sí recibió ese beso anhelado pero jamás se enteró de ello porque siempre se dormía antes que su hermano.

 

*****

 

Ese mismo año sucedieron tantas cosas que ninguno alcanza a contarlo con los dedos. Desde enterarse que una tía lejana esperaba un bebé hasta la muerte de su abuelo. Este último fue muy doloroso para todos; si bien a los hermanos les dijeron que su abuelo estaba en un mejor lugar junto a su abuela, felices; ese hecho no apartaba las lágrimas ni impedía que siguieran rodando cuesta abajo por su rostro.

Junmyeon, debido a que ya era niño grande, tenía conocimiento sobre lo que implicaba el fallecimiento de alguien. Puede ser que la partida de su abuela no haya sido tan dura porque en aquel entonces apenas y tenía noción de lo que era la vida y la muerte. Sin embargo, Junmyeon lloraba más y más al punto de no entendérsele nada de lo que hablaba.

Sehun no entendía nada. Sehun era un chiquillo inocente. Por eso, ver a su hermano con los ojos rojos, hinchados y soltando hipidos, era desgarrador, incluso si no entendía por qué.

La madrugada la pasaron muy mal.

Junmyeon no dejaba de sollozar y sorber mocos. Su hermanito se preocupó, pensó que tal vez estaría enfermo y algo le estaría doliendo tanto para que estuviera llorando así (porque Sehun se había enfermado muy mal el año pasado y le había dolido todo su cuerpecito que se la pasó llorando por al menos dos días; por eso entendía a su hermano).

En medio de llanto Junmyeon casi –casi– se había reído por la afirmación de Sehun. Porque su "hyung, yo te curaré" junto con el "sana-sana colita de rana" y las manitas de su Sehun moviéndose por todo su cuerpo intentando encontrar el origen del malestar era algo enternecedor y casi cómico.

Y a la vez triste. Porque Sehun todavía no alcanzaba a comprender los conceptos de vida y muerte como Junmyeon lo hacía.

Como buen hermano mayor, Junmyeon se dio a la tarea de explicarle hasta con dibujos e interactuarlo con peluches el significado de la frase “el abuelo está en un lugar mejor”.

A sus cortos añitos, Sehun pudo entender por qué sus padres lloraban junto a toda esa gente, por qué su abuelo ya no regresaría, por qué su abuela no aparecía cuando preguntaba por ella. También supo por qué Junmyeon estaba temblando entre las mantas de su cama, con los ojos tan rojos e hinchados; y Sehun se unió a su hermano. Le dio un besito de esos que curan todo, esperando aliviar un poco el sufrimiento de Junmyeon.

Y esa noche, además de compartir las lágrimas y tristeza, también compartieron la cama, envueltos entre mantas de dibujitos y brazos ajenos que se confortaban.

 

*****

 

La adolescencia de Junmyeon lo golpeó duro y de repente. Su mente era un lío para cualquier cosa que pensar en una solución sólo lo confundía más y más entre espirales de incógnitas.

Que si la presión de la nueva escuela, que si nuevos amigos, que si la nueva casa, o la presión de sus padres. Todo eso Junmyeon podía tolerarlo, pero –aunque influía también– no era la principal razón que le hacía cuadritos la adolescencia.

No. No era eso.

Lo que realmente lo tenía tan vulnerable eran las habitaciones individuales para él y su hermano. Eso era muy molesto, triste y confuso para él.

Molesto porque sus padres los habían obligado a que separaran sus pertenencias y las metieran a sus respectivas habitaciones. Junmyeon casi quería lanzarles con las cajas de mudanza directo a sus caras sonrientes pues ellos eran los únicos contentos con la noticia de cuartos propios; ni siquiera su hermano se alegraba con la decisión de los mayores.

Triste debido a que era apartado de su hermanito. Porque no le gustaba para nada ver las mejillas del menor empapadas ni a sus padres regañarlo por eso. Pero es que ellos no sabían de las pesadillas que Sehun seguía teniendo ni de los pasitos a escondidas que daba para deslizarse de una cama a otra. Junmyeon estaba triste porque quería muchas cosas que tenían que ver con Sehun pero que sus padres no lo dejaban.

Y confuso porque… En realidad estaba confuso por todo, sin hacerse con la más remota idea de por qué. Cuando les contó a sus amigos de esa situación, Junmyeon esperaba escuchar respuestas que dieran la razón a su inconformidad y no comentarios contrarios. Escuchar a Baekhyun decir que tenía casi tres años pidiendo a su madre por una habitación propia porque ya no soportaba a su hermano le pareció ilógico a Junmyeon; pero se dio cuenta que quien estaba pensando de manera errónea era él cuando Jongdae dijo que aquello era el sueño de todo adolescente, y luego le secundó Minseok (aunque estos últimos hablaron sobre las ventajas de dormir solos).

Junmyeon no hallaba lo bueno en todo eso además de mayor espacio. ¡Teniendo espacio extra se sentiría solo! ¿Es que no lo veían?

A menudo se preguntaba si algo andaba mal en él, o si se había caído de pequeño. Buscaba a alguien que lo guiara, que lo regresara a la senda de lo correcto. Quizá necesitaba ir a hablar con el sacerdote de la Iglesia a la que los llevaban sus padres todos los domingos, algo más que una confesión y mucho más consolador que unas simples oraciones. Ir con algún doctor para descartar que tuviera algo mal en la cabeza también era buena opción para Junmyeon. También se preguntaba si sería posible hacerlo a costa de sus padres; no quería dar ninguna explicación.

Ya lo había hecho, había dado sus razones. Preguntó a sus padres sobre lo desorientado que se sentía pero ellos seguían diciendo que no tenía nada fuera de lo normal, que era el hijo perfecto que se convertiría en un CEO exitoso algún día. Aquello sonaba incluso más disparatado que las preguntas que él mismo se hacía. Junmyeon quería ser profesor, como todas aquellas veces que le enseñaba algo nuevo a su hermanito, o cuando jugaban a la escuela con alumnos de peluche. (Por supuesto que eso era antes, Junmyeon no era más un niño y ahora tenía los videojuegos o la pc. Tampoco admitiría que extrañaba un poco –mucho– volver a jugar con Sehun).

Como sea, el sí podía admitir que quería compartir habitación con su hermano. Aunque las pesadillas de Sehun se calmaron un poco, éstas no desaparecieron del todo. Y Junmyeon también se sentía confundido por eso. Por un lado, era un martirio ver a su hermanito tan asustado del monstruo del armario, o el que estaba debajo de la cama, o el fantasma de las paredes, o una infinidad de bestias más; pero por otro, eso le daba la excusa perfecta para ofrecerle su cama y recibirlo en los brazos, llenar de besitos su frente, mejillas y nariz, acariciar su espalda hasta que su respiración se acompasara y velar por sus sueños hasta que el cansancio lo rindiera.

¿Qué más necesitaba? Además eso era todo lo que las habitaciones separadas permitían.

Pero Junmyeon quería más. Incluso si no tenía idea de cómo definir ese "más".

Sin embargo, pasar tiempo con sus nuevos amigos era suficiente distracción por el momento. Sobre todo con Baekhyun y Jongdae siendo tan escandalosos como eran.

 

*****

 

Fue una noche de chicos (como Jongdae la nombró, porque "pijamada" es lo que hacen las chicas y simplemente debían respetar su masculinidad), estando en la casa de Baekhyun, cuando las cosas empezaron a torcerse. Realmente torcerse.

En primer lugar, estaban todos sus amigos. Jongdae y su primo Minseok, Baekhyun y unos parientes lejanos de él que se quedaban a dormir en su gran casa: Jongin y Yixing. Baekhyun aclaró que eran hermanastros y tenían bastante tiempo viviendo en China y que Yixing era dos años mayor que él. Por último, estaba el tío de Baekhyun, quien llegó de sorpresa porque al fin tenía vacaciones y "qué mejor lugar que pasarlo en la gran casa de su hermana con todas las comodidades", según las palabras de Park Chanyeol. Se suponía que serían cuidados por este último ya que los padres de Baekhyun tuvieron una importante cena de gala de su trabajo y el hermano de Baekhyun estudiaba fuera desde hacía poco, pero el mayor se fugó a su habitación a dormir como oso en coma.

No pasaron ni diez minutos para que la casa fuera un desastre. Montones de comida chatarra, almohadas por doquier, alguien haciendo zapping en la TV (seguramente Jongin), y todos los demás decidiendo qué película ver.

Baekhyun sugirió una de la colección top secret de su tío. Nadie se negó, y como nadie lo hizo Junmyeon tampoco.

Así que ni bien fueron los primeros quince minutos de la película cuando ya tenía las mejillas rojas, ardiendo de vergüenza y preguntándose cómo era posible tanta flexibilidad en una persona o que "eso" fuera tan grande. No quería ni imaginarse qué otras cosas había en la colección del tío de Baekhyun.

Esa noche sucedieron cinco cosas a Junmyeon:

1. Sus ojos dejaron de ser vírgenes.

2. Aprendió que el cuerpo humano puede ser muy flexible, o muy enorme de partes inimaginables.

3. Supo que, muy en contra de la enseñanza de sus padres o la Iglesia, dos hombres que podían estar juntos. Y vaya que muy juntos, por no decir que pegados.

4. El baño de la planta baja de la casa de Baekhyun fue testigo de cómo su mano también dejó de ser virgen.

La última cosa fue lo que más le conmocionó. Quizá duró menos de un segundo, pero fue suficiente para que perdurara en la memoria de Junmyeon como un recuerdo imposible de eliminar.

5. Mientras le quitaba la virginidad a su mano, un flash del rostro de Sehun apareció justo al momento de culminar.

Y Junmyeon sospechaba seriamente que aquello no estaba para nada bien.

 

*****

 

¿Cuánto tiempo llevaba sin poder mirar a la cara a su hermano sin sentirse una basura? ¿Ya se habrá cumplido el año, lo habrá sobrepasado? No estaba seguro, pero sí podía afirmar que era embarazoso estar con su hermano a solas, era incómodo y la culpa no le dejaba estar; menos cuando Sehun lo miraba con esos ojitos relucientes para jugar con el Xbox One o algún juego de mesa, o simplemente cuando quería algo de Junmyeon. Por eso no pudo resistirse al pedido que le hizo Sehun ese día.

No fue problema acompañarlo hasta el parque del vecindario en bicicletas, tampoco lo supuso comprarle un helado ni contemplarlo jugar desde la banca debajo del árbol. Lo que sí fue molestia era que no iban solos al lugar sino que el mejor amigo de Sehun lo esperaba ahí con los brazos abiertos, también lo fue el que Sehun le haya compartido del helado que le compró especialmente para él, y así mismo lo fue estar sentado viendo cómo la pasaban genial los dos menores mientras él hervía en su disgusto. La cereza de la discordia fue que debieron acompañarlo hasta su casa que quedaba en dirección contraria a la de los hermanos.

Ni con la mejor actuación del siglo Junmyeon hubiera engañado a Sehun. Sehun lo llevaba conociendo toda su vida como para saber leerlo de pies a cabeza. Por eso le pidió, con aquella inocencia que amaba su hermano mayor:

—Quedémonos un poco más en el parque… Por favor.

Como buen hermano mayor que era, Junmyeon debió haber dicho que no, ya estaba oscureciendo y su madre podría regañarlos. Pero de nuevo esos ojitos brillantes, los tiernos labios formando puchero y la dulce voz con la que le habló pudieron contra su moral.

Se sintió tan culpable que por un reto que Junmyeon impuso, su hermano se hubiese caído, lastimando el tobillo y el codo. No quedó de otra más que terminar con la diversión y regresar a casa con Sehun montando su bici y Junmyeon empujándolo desde atrás.

No sólo su madre los regañó, sino que como castigo Junmyeon debía cuidar de su hermano toda la noche por si tenía molestias; lo que implicaba dormir en una sola habitación como hacía tiempo no sucedía.

Fue de las noches más difíciles para Junmyeon. Ambos estaban que apenas cabían dentro de la cama, durmieron más juntos que en ninguna otra ocasión. Junmyeon no entendía cómo Sehun dormía tan tranquilo, como si no hubiera un intruso en su cama respirándole en su nuca y pegado a su espalda.

Más avanzada la noche Junmyeon despertó creyendo que su hermanito tenía alguna pesadilla o dolor en el tobillo, pero todo quedó descartado cuando algo se empujó contra él y alguien más despertó… Y no fue Sehun.

Si creía que no tenía cara para ver a su hermano menor, ahora tenía más razones para pensar aquello. Debía ser un delito masturbarse en el baño de su hermano menor porque le excitó que accidentalmente se frotara contra él.

Junmyeon se iría al infierno por eso.

 

*****

 

En la vida de Junmyeon sólo hubo tres momentos fatídicos que consideraba que no debieron haber pasado nunca en su vida. El primero fue aquella “noche de chicos que no fue pijamada”, en definitiva eso no debió de haber pasado con aquél final fugaz que lo dejó reflexionando hasta el momento. Fue horrible, bochornoso y demasiado raro que no lo aceptaba.

Sin embargo, ni en ese ni en el que pasaría después sería tan vergonzoso como ese que sucedía en aquellos precisos momentos. Se quería morir, que la tierra lo tragara en las profundidades y ahí se quedara, o incluso aceptaba que todo aquello fuera un sueño (o en su defecto, una pesadilla); pero no, aquello estaba ocurriendo y no existía tal cosa como detener el tiempo y volverlo atrás para enmendar su error.

Tan rojo y agitado como estaba, a Junmyeon no le dio tiempo de preguntarse si sería porque la mirada de Sehun estaba fija en él o si sería porque entró justo en su momento de placer solitario. Ni siquiera había quitado la mano de su miembro o cerrado la boca por donde los jadeos corrían trémulos al exterior.

Y tampoco era como que su hermanito había hecho algo por moverse. Seguía estático, de pie frente a Junmyeon y pasando su vista de su cara a su mano.

—¿Jun, qué estás haciendo? —Junmyeon soltó un pequeño gemido por accidente porque ¿podría ser su hermanito más inocente?— ¿Te duele el pilín?

—N-no. —Intentó cubrirse tanto como su playera se permitía estirar.

—No me mientas, hyung. Entonces ¿por qué te lo estabas sobando?

Ah, la pregunta del millón. ¿Qué debería responderle como hermano mayor?

—Hyung, no te ves bien. —Se preocupó Sehun—. Iré a despertar a mamá para decirle que te duele.

Por suerte, Junmyeon atrapó a su hermano y cerró la puerta antes que él saliera o alguien los viera, queriendo interponerse entre la puerta y su hermano menor. Pero en su descuido dejó al descubierto su pene, a la vista de su inocente hermano.

—¡Hyung! Eso debe doler mucho. Está tan rojo y está mal, está levantado y eso no va así; seguro te lo torciste. Tienes que ir con un doctor.

—¡No! Sehun, espera.

Maldición. Sehun tenía razón en todo, exactamente en todo porque su erección dolía tan mal y estaba roja y alzada, y era normal que se pusiera así cuando estaba excitado. Pero realmente pensaba que debía ir a un doctor porque lo que no era normal sería que aquello se incrementara con tener a su hermanito cerca o el hecho de haberse excitado pensando quizá un poco en él.

La culpa y desesperación le revolvían el estómago.

—Sehun, tienes que prometerme que no le dirás a nadie de esto. No es nada, de verdad, sólo se pone así a veces pero se quita, te lo juro.

—Pero…

—Por favor, Sehun. Será un secreto de hermanos, ¿sí?

Sehun dudó un momento antes de responder un sonriente “está bien” y continuar con miles de preguntas ante algo que desconocía.

La erección de Junmyeon no bajó del todo, pero tampoco podía echar a su hermano del cuarto así sin más, por lo que respondió todas y cada una de las preguntas de las que no estaba seguro que un niño de diez años tuviera que saber aún.

 

*****

 

Salir de la adolescencia era un pequeño paso para la humanidad, pero un gran salto para Junmyeon. Nada sentaba mejor que dejar atrás toda aquella etapa de rebelde sin causa, despreocupado de la vida, “obtengo todo y no trabajo por nada”, y no más hormonas alborotadas, (a lo que a Junmyeon parecía no haberle afectado tanto, excepto por el último punto). Lo que no era para nada genial era tener un hermano que sí estaba en el apogeo de esa etapa (y él sí que cumplía con todos los puntos).

Entrar a la universidad le otorgó ciertas características que lo encaminaban a ser un buen ciudadano y una persona de bien; desde la responsabilidad hasta tolerar la frustración ante la presión de los montones de trabajos, proyectos, exámenes y cualquier otra cosa ridícula que se les ocurriera exigir a los profesores. Inclusive se las arregló para ir al gimnasio a pesar de su apretada agenda. Lo que no había arreglado todavía era ese sentimiento extraño que no controlaba cada vez que estaba lo suficientemente cerca de Sehun.

Y Sehun seguía siendo el mismo niño mimado de siempre, con la diferencia que ahora se las daba de rebelde y holgazán. Sin embargo, a pesar de eso Junmyeon pensaba que su hermanito estaba creciendo muy bien –físicamente hablando– aún sin hacer ejercicio. Y lo podía comprobar en ese momento, estrenando la piscina que sus padres habían mandado a hacer con algunas otras cosas más en la casa; y qué mejor manera de estrenarla que organizando una mini fiesta con sus amigos.

La vista era estupenda, es decir Sehun realmente se estaba esforzando en preparar el lugar con algunas botanas y bebidas en la mesa principal. Pero no hay que malentenderlo, Junmyeon se refería a que era bueno ver al regularmente perezoso Sehun hacer algo de ““trabajo duro”” por una vez en su vida. Sí, definitivamente era eso y no lo verdaderamente guapo que se miraba con sólo el traje de baño puesto y el colgante con un par de anillos que él mismo le regaló en su cumpleaños.

Al principio la parecía buena idea, pero por alguna razón no le agradaron del todo los amigos de Sehun. Quería sacarlos a patadas porque el de nombre Zitao lo tiró a la piscina y el otro –Luhan– no se ha despegado de su espalda con la pobre excusa de no saber nadar. Únicamente detesta a ese par, porque los otros dos amigos de Sehun parecían tener respeto por el espacio personal, eso y que tenían cara de odiar a todo el mundo; podría ser que Kris y Kyungsoo le cayeran un poco bien.

Junmyeon ignoró por unos momentos a sus propios amigos, se perdió en unos recuerdos que había olvidado pero que en esos momentos, viendo a Sehun empapado y sonriendo, lo golpearon de sorpresa. Recordó la razón por la que se negaba a ir a la playa un par de años atrás: le gustaba ver a su hermano menor sin playera y jugar en el mar daba el pretexto perfecto para tocarlo algo quizá más allá de lo usual.

Ese día la fiesta no terminó muy bien. Junmyeon se despidió de sus amigos (dejando a Sehun como el anfitrión de la fiesta) argumentando que tenía malestar, lo que no era mentira. Tenía asco. Pero de sí mismo.

 

*****

 

Conseguir una novia a esa edad no fue tan difícil como Junmyeon creía. Muchos decían que era la etapa de encontrar lo que realmente querías; que entonces se moriría de nervios y que el estómago iniciaría una guerra sin control que le obstruiría la garganta. Pero cuando fijó su atención en una chica de la que todos le dijeron que se verían muy bien juntos, no sintió nada de eso; ni las manos sudando ni el bloqueo mental que le borraría las palabras. Por el contrario, fue demasiado sencillo sonreírle e invitarla a salir.

Así que cuando les dijo a sus padres que la presentaría en la cena de la noche siguiente, jamás se esperó que su hermano también llevara a su pareja, ni mucho menos que esa persona fuera el primo de Baekhyun. Junmyeon se sintió traicionado porque ¿cuánto tiempo llevaban?, ¿cómo se conocieron?, ¿se estarían protegiendo? (Porque Junmyeon no era estúpido y conocía lo hormonal que era su hermano).

Resultaba increíble que Sehun haya sufrido tales transformaciones (desde un dulce y tierno niño, hasta un adolescente hormonado adicto a la vagancia y al porno –heterosexual–, y por último a tener un novio estable como para presentarlo a su familia). No se imaginó que su hermano menor tirara hacia el otro bando. De haber sabido… Mierda, ¿en qué pensaba? Él era heterosexual y no iba a ser gay por su hermano.

Mientras sus padres se entretenían con Irene, y Sehun estaba en el baño, se encargó de apartar a Yixing para hablar a solas con él. No era que Junmyeon fuera un hombre de piedra, por eso le dolió que ni Yixing o Baekhyun o su hermano mismo le contara sobre su relación. ¿Cuándo habían empezado a separarse tanto?, además, ¿no era Yixing más grande que él?

Aunque Yixing le aseguró que cuidaría muy bien del menor y que había sido decisión de Sehun ocultarlo hasta que estuviera listo, algo en todo aquello todavía le inquietaba. Y no es que fuese un hermano celoso, no, pero tenía que asegurarse que su hermanito estaría en buenas manos; en el mejor de los casos podría ahuyentarlo.

A sus padres se les ocurrió llevar la plática al fogón del patio, más ameno y cómodo. Se reunieron alrededor del fuego, cada quien con su pareja, y charlaron hasta bien entrada la noche. Las llamas matizaban magníficamente la piel de la persona a su lado, era imposible no contagiarse de la risa ajena o apartar la mirada de los ojos que le sonreían de vez en cuando. Junmyeon se seguía diciendo que no era un hermano celoso, pero la opresión en el pecho se acentuaba más cuando recordaba que todas las maravillas que acababa de presenciar le pertenecían a Yixing y que obviamente nunca podría tener de la forma en la que el chino las tenía.

No fue sino hasta que súbitamente frente a todos Yixing reclamó los labios de Sehun, que Junmyeon fue capaz de admitirse –a sí mismo– que había caído despiadadamente por su hermano menor.

En definitiva, Junmyeon iba a encontrar una forma de borrar esa soberbia sonrisa del rostro de Yixing.

 

*****

 

Si Baekhyun o su primo no le hablaban, estaba bien.

Si su novia y sus padres quedaron decepcionados de él, no era tan importante.

Si Sehun lo evitaba y lo odiaba, aquí había un problema.

Tenía ciertas dudas sobre si Sehun lo perdonaría después de haberle pintado de violeta el ojo a Yixing. Quizá si le pedía disculpas a su novio… Ugh. Novio. Y por cosas como ese pensamiento (además del incidente del golpe) era que lo creía improbable.

En su defensa, pensaba que el chino de verdad merecía ese golpe, y aunque se intentó explicar muchas veces que sus razones eran justificadas, ninguno en aquella sala tomó importancia al hecho que Junmyeon había descubierto a Yixing comiéndose a su hermano mientras éste trataba de empujarle.

Lo peor del caso era que lo poco que habló con su hermano después, le fue suficiente para sospechar que Sehun no dejaría aquella relación abusiva –como el mayor la calificó.

El tiempo –tal como Sehun– no perdonaba, pues invertía bastante de él en encontrar una manera de arreglar su desliz. Cuando finalmente lo encontró ya habían pasado seis meses en los que su hermano logró hacerse con los amigos de Junmyeon y mudarse con uno de ellos.

Su plan no sería muy bueno, pero era el “mejor” entre la lista de opciones.

Ya no había marcha atrás. Se encontraba frente a la puerta de la dirección que sus padres le dieron, checando que fuera la correcta, tocó y aguardó. No esperó ser recibido por Jongin, así que haciéndolo a un lado lo empujó fuera de la casa y cerró con seguro la puerta “para ganar tiempo” se dijo. Se encontró con Chanyeol en bóxer dirigiéndose hacia los estruendos de la puerta delantera. No se detuvo a preguntarse qué estaría haciendo el mayor ahí, debía apresurarse a encontrar a Sehun.

Reconoció las voces en el patio: Yixing y Sehun. Primero murmullos, después exclamaciones, que escuchó a escondidas bajo el umbral de la puerta corrediza. Fue cuando los supuestos “novios” voltearon que Junmyeon reaccionó y corrió a encajarle otro golpe más a Yixing. Su hermano se enojó demasiado, pero esta vez ni eso ni el asombro de los otros curiosos lo detendría de hablar seriamente con Sehun.

Así fue que terminó encerrándose a ambos en una habitación ajena y pidiendo explicaciones sobre la “idea fallida del novio falso” de la que discutían.

—No te interesa.

—Sí lo hace. ¿Qué querías lograr con aquello?

—¿Realmente no lo escuchaste ya? Olvídalo.

—¿Por qué debía de ponerme celoso con aquello?

—¿Qué más da? Lo único que logré fue que dejaras de hablarme después de golpear a Yixing.

—Porque creí que estabas enojado conmigo —se defendió Junmyeon.

—¡Y lo estaba! Pero no te disculpaste, y no logré nada porque tú seguiste con Irene y yo…

—Y tú, qué…

La incertidumbre se reflejaba en los ojos acuosos de Sehun. Esa imagen era demasiado para el blando corazón de Junmyeon, ya sabía que su debilidad era su hermano; aun así lo había herido de alguna forma y estaba pagando las consecuencias.

—Que yo sigo queriéndote —exclamó tan rápido.

El corazón de Junmyeon se excitó. Por un momento deseó que esas palabras fueran en el sentido que él quería.

—Tonto. En primer lugar, no te dejaré de querer sólo por tener una pareja, eres mi hermano, Sehun… —Eso le dolió a Junmyeon—, y en segundo lugar…

—Pero no quiero que seas sólo mi hermano.

(Oh, no). Y si eso significaba lo que Junmyeon creía… (Oh, no). Aquello se supone que nunca pasaría. Podría morir si aquello no era un sueño.

—Sehun, esto es serio.

—Yo también lo soy. Ya casi tengo veinte años, hyung. No es otro simple gusto, sé lo que siento, sé lo que quiero y te quiero a ti.

Junmyeon escuchaba el eco de la voz de su hermano como una música al fondo de su cerebro, lo que retumbaba con fuerza eran las palabras que el mayor quiso escuchar hacía bastante.

Dejó de divagar en su mente cuando su hermano comenzó con cosas sin sentido.

—Sólo dilo. Sé que no me quieres de esa forma y apuesto que estás asqueado de mí, pero necesito escucharlo de ti para ya no molestarte más.

Junmyeon explotó. Ya era demasiado como para seguir guardándoselo.

—Ese es el problema, Sehun. Yo también te quiero a mi lado de la misma forma. —Sehun sonrió radiante. Palabras indicadas era lo que requería, lástima que Junmyeon sólo podía darle eso: palabras—. Pero, Sehun, estar de esa forma no es correcto. Aunque no lo quiera, somos hermanos y es erróneo estar con alguien de la familia en esa forma.

Sehun negó.

—Yixing y Jongin están juntos, no se ven para nada como que estén haciendo algo malo. Jamás fue mi novio, todo fue actuado. Y cuando lo viste besarme…, sabíamos que estabas espiando, queríamos provocarte.

—¿Pero qué…? Como sea, ellos no comparten sangre, Sehun —reveló a pesar de querer resguardar a su hermano en sus brazos y mimarlo como el niño consentido que era.

¿Dejaría de causarle esa mirada de desasosiego a su hermanito?

—¿Qué me dices de Minseok y Jongdae, o Baekhyun y su tío? Ellos sí son familiares cercanos.

Junmyeon estaba desconcertado. No tenía la más mínima idea de lo que sucedía con sus propios amigos. Quedó sin palabras coherentes, todo lo que salía de su boca eran tartamudeos inconexos de su nerviosismo; cosa que su hermano aprovecho para que al primer descuido se lanzara contra él.

Sus labios chocaron bruscamente, no fue para nada el beso más dulce del mundo, ni el más apasionado, pero por alguna razón era perfecto para iniciar y no tardaron en acoplarse en un ritmo sincronizado. Junmyeon ya no tenía más fuerza para luchar contra Sehun.

Luego de un par de roces más hablaron por horas, sin importar a quién pertenecía la habitación. Charlaron sobre cómo funcionarían las cosas en adelante, en quiénes podían confiar y cómo sobrellevarlo. Sehun se sintió tan tonto cuando su hermano le confesó que hacía tres meses que terminó con Irene y que desde hacía mucho lo ha querido más allá de lo permitido. Tan ciegos ambos.

—Me dijiste que le diera esto a la persona indicada. —Sehun sostenía en sus manos un par de anillos—. Hyung, sé que he encontrado a esa persona.

Junmyeon reconoció las argollas al instante, podría estallar de la infinita felicidad que lo abrasó. Se colocó el aro alrededor del dedo, resultaba irónico que uno de ellos hubiese regresado a él, sin embargo no lo preferiría de otra forma.

Como siempre, su hermano menor conseguía cualquier capricho que tuviera, sólo que esta vez él también ganó.

 

*****

 

Para los Kim, la situación familiar mejoró de sobremanera después de aquél día en que sus hijos llegaron riendo y bromeando como nunca, incluso sus padres fueron contagiados con tal alegría que merecía una agradable noche familiar, con películas, cena y juegos de mesa.

Si le preguntaran a los hermanos cuál fue su parte favorita, Junmyeon diría que el tiempo de la película. Adoraba sostener la espalda de su hermano menor cada que la niña del Aro saltaba a la pantalla, y la sensación de vellos erizándose por la respiración de Sehun en el hueco de su cuello. Su hermanito seguía siendo un bebé miedoso.

Por otro lado, Sehun se había divertido mucho a la hora de la cena. Él se enfocó en provocar a Junmyeon bajo la mesa, jugando un poco de footsie se sentía tan travieso; además que las expresiones de su hermano no tenían precio y podría burlarse de eso después.

Al final de la bella velada, toda la familia fue a dormir a sus respectivas habitaciones. Nadie notó los silentes pasitos en medio de la madrugada, ni la cama vacía de uno de sus hijos, tampoco los extraños sonidos de una de las habitaciones.

El secreto que los hermanos se guardaban estuvo bien oculto.

Al menos por casi dos años.

Faltaba una semana para su segundo aniversario cuando la tercer desgracia en la vida de Junmyeon (esa que nunca debió haber ocurrido) lo golpeó. Literalmente.

Su padre estaba rojo de ira –casi tanto como la mejilla recién golpeada de Junmyeon–, su madre llorando un mar detrás de su padre ni siquiera lo defendió de los demás golpes que cayeron del puño –y zapato–  de su progenitor. Su vista se nubló y el zumbido aturdidor le hizo el favor a Junmyeon de no seguir escuchando las ofensas de sus padres aunque estaba seguro que eran parecidas a los “no eres mi hijo”, “maldita aberración”, “me das asco, abominación”, por decir algunas. Él no había hecho nada malo, sólo amar de la forma más pura posible, pero tal parece que ellos no darían oportunidad de comprenderlo.

La noción del tiempo perdió significado para Junmyeon, en su mente sólo resonaba el reproche constante sobre el por qué no fue más cuidadoso al esconder el regalo y la carta a Sehun hasta que todo estalló y la bruma espesa se lo tragó.

Gimió débil cuando despertó en la camilla incómoda de hospital y lo primero que sintió fue un horrible malestar en todo el cuerpo junto a la desorientación total. Al ir recuperando de a poco el orden, el dolor físico competía con la tristeza de haber arruinado todo para Sehun.

Luego que Sehun entró con un par de cafés (y unas enormes ojeras) llamó al doctor y explicó a Junmyeon lo sucedido en los seis días que estuvo inconsciente. Y, wow, que había pasado tanto pero Sehun logró resumirlo a lo más importante, como que ambos eran ya ilegítimos para sus padres, sus cuentas bancarias las habían congelado pero no antes que Sehun sacara todo lo que pudiera al menos para sobrevivir un tiempo, las pocas pertenencias que Sehun logró recuperar en su intrusión a su antigua casa (y Junmyeon dio gracias al cielo que sus carros estaban entre ellas), y le contó del gran apoyo que sus amigos significaron en esos pocos pero eternos días oscuros para Sehun.

Aunque Junmyeon se disculpaba mil veces por su descuido, su hermano le respondía mil y una más que era un tonto porque ya no importaba y que le viera el lado positivo. Y si Junmyeon no pudo encontrar nada bueno en los primeros cinco segundos, rápidamente se dio cuenta cuando Sehun le sorprendió con un delicado beso sin importar que una enfermera le estuviera cambiando el suero.

—Feliz segundo aniversario —le susurró al oído.

Incluso si salió con todo el maldito cuerpo vendado o enyesado, Junmyeon creyó firmemente que cualquier adversidad que se presentara podría superarla si su Sehun le permitía estar a su lado. Y dado que su hermano se había empecinado con él, tendría Sehun para rato.

 

*****

 

Tantas cosas habían pasado en su vida. Buenas, malas, peores. Pero la mayoría las pasó con su hermanito, y eso simplemente las hacía maravillosas e inolvidables. ¿Quién era Junmyeon para desear cambiar su vida y la de su hermano? Nadie. Y así estaba bien pues de todas formas no cambiaría nada.

—¿Por qué sonríes como tonto, hyung?

El comentario hizo ensanchar la sonrisa.

—Hey, más respeto, soy mayor. Además, es por tu culpa.

—¿Ah, sí?

Junmyeon se colocó de lado, de esa forma podía admirar el rostro frente a él. Era el mayor, no obstante seguía siendo varios –bastantes– centímetros más bajos que el otro.

—Sí. Tú me tienes tonto.

Las comisuras de Sehun imitaron a las de Junmyeon. Sin dejar los ojos ajenos, el murmullo de un divertido “tonto” vagó sin dirección.

—Mejor bésame. —Su sonrisa ladina se asomó antes de que unos labios cubrieran los ajenos. No importó si el beso fue lento, profundo o furioso; el punto fue que lo hubo y pasó mucho más aquella noche.

Era imposible para Junmyeon resistirse a los caprichos de su hermanito. Porque así era Sehun: caprichoso, berrinchudo y testarudo. No había poder sobre la faz de la tierra que lo detuviera de obtener lo que quisiera, mucho menos si se trataba de Junmyeon cumpliéndole cada uno de ellos. Porque Junmyeon así lo amaba, sin prejuicios de la sociedad; y era todo para él.

Que si Junmyeon debía trabajar al día siguiente, que si Sehun debía llegar temprano para entregar el proyecto final, que si alguien se había acordado de alimentar a Vivi y Jojo en el día… ¿Qué más daba? Lo importante ahí era acabar lo que empezaron.

… Y complacer la exigencia del bebé caprichoso de Junmyeon.

 

Notas finales:

¿Qué pareció?

Publicaré un mini extra pronto :3


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