Recordaba a cada uno de sus amigos que más de una vez le advirtieron sobre lo peligroso que era ser alguien tan distraído como él.
Tal vez era ese el momento donde finalmente entendía esa preocupación que antes considero ridícula.
Ese preciso instante cuando su cuerpo adolorido yacía ultrajado en aquella cama, con marcas por doquier y aquel líquido ajeno corriendo por entre sus piernas.
-¡Maldición!- grito mientras golpeaba con fuerza la almohada, ignorando las punzadas en su espalda baja.
Podría dejarlo pasar, continuar como si nada hubiera ocurrido pero aquel estúpido alfa no conforme con saciar su apetito sexual, el muy idiota lo había marcado.
Llevo las manos a su cuello donde una pequeña área estaba levemente inflamada. Paso sus dedos por la piel lastimada sintiendo con las yemas los bordes que aquella mordida le dejó.
Él era un OMEGA, un chico en el más bajo escalón social y con un total disgusto con este hecho. Si bien era su culpa terminar de aquella forma, ahora no tenía manera de escapar y menos de aquel hombre, el famoso “Uchiha”.
A tropezones se levantó y decidió retirarse aun cuando SU alfa le había indicado lo contrario.
No necesitaba descansar y mucho menos asimilar las cosas, para Naruto todo estaba claro… Él no sería su omega.
Gateo por el piso para encontrar su teléfono entre las prendas revueltas y en su búsqueda se topó con la camisa ajena, el agradable aroma volvió a llenar sus pulmones, su rostro se sonrojo tanto de molestia como vergüenza de sí mismo.
Al tomarla pudo recordar que fue justamente él quien extasiado se la quitó al azabache quien le sonrió sumamente complacido con la acción.
Agito su cabeza para borrar tales pensamientos pervertidos, ya que hasta ahora NUNCA había sentido algo así por nadie.
-Gaara, necesito tu ayuda- rogo con débil voz –estoy en un terrible problema.
-¿Dónde estás?- indago sumamente preocupado, era demasiado extraño que su amigo solicitará ayuda por lo que asumió que era algo grave.
-Me encuentro en el edificio A, Piso 4, habitación 456 y si, es el cuarto de “ese” chico.
Sin esperar respuesta colgó y las lágrimas retenidas se desbordaron por sus azulados ojos y odio aún más su existencia… odiaba ser un Omega.
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Mientras tanto en la enfermería el afamado alfa se encontraba haciendo todos los trámites necesarios para hacer el traslado de su nueva pareja a su habitación.
Dentro de la mayoría de las escuelas con pensión para los alumnos era común que aquellos que se emparejaban compartieran cuarto. Más aún lo lógico era que los omegas salieran de sus habitaciones ya que las pertenecientes a los alfas eran mucho más espaciosas y cómodas, visto de ese modo existían ciertas discriminaciones entre los alumnos dependiendo su rango.
-Muy bien joven Uchiha, la solicitud ha sido procesada correctamente y el chico Uzumaki será aprobado para su transferencia en 48 horas.
-¿Quiere decir que estos días continuará en su dormitorio?
La mujer se acomodó mejor los lentes y miro con comprensión al chico frente a ella.
-Entiendo que después del lazo los jóvenes se sienten ansiosos por disfrutar su tiempo juntos pero reglas son reglas- agrego con diversión- espero se comporte y no intenté “secuestrar” al chico mientras tanto.
-No es que vaya ser algo sencillo.
Tal comentario hizo reír a la asesora de dormitorios quien había simpatizado con el pelinegro.
-He dicho que no puedes secuestrarlo, no obstante podrían hacer pijamadas.
-Gracias, señorita Shizune
Sin más salió del edificio de Administración de la escuela, tenía muchas cosas por hacer antes de tener oficialmente en su cuarto a su novio. Era normal para los alfas llevar a cabo todo este tipo de cosas aún sin el consentimiento expreso del omega por lo que ni siquiera se molestó en preguntarle al pequeño rubio.
No contaba con que este no fuera sumiso como los otros y por ello lo encontrará rumbo saliendo del edificio a cuestas de otro chico.
Tal escena causo un sabor amargo en su boca y que un inexplicable calor recorriera a toda prisa su cuerpo, sin pararse a pensar un minuto sobre la situación camino a paso presuroso para alcanzarles.
-¿Aún te duele?- indago al ver las muecas que hacia el rubio con cada paso que daban.
-No es dolor, siento una gran pesadez en el cuerpo… es como si lo tuviera entumecido- cargo un poco más de peso en su amigo pues en realidad sentía como si hubiera ejercitado por semanas- creo que es normal, dado a todo lo que mi cuerpo padeció.
Aquel vago intento de sonrisa hirió a Gaara quien pensó que nunca debió dejar solo a su amigo, menos aun sabiendo lo torpe que era con sus medicaciones para controlar el celo.
Iba martirizándose con ello cuando un dulce aroma empezó a brotar en el aire, entonces llevo la vista al rubio, quien ahora tenía el rostro sonrojado y respirada agitadamente.
-Naru que ocu~…
No pudo decir nada cuando sintió como alguien tiraba de su amigo, quitándolo de su espalda, giro rápidamente para ver de quien se trataba y al hacerlo un par de ojos oscuros le miraron con odio.
-Quisiera saber ¿A dónde llevas a “Naru”?- inquirió con irritación y usando aquel apodo que había empleado el pelirrojo.
Naruto por su parte se encontraba alterado, pensó que tras tantas horas de sexo su cuerpo estaría finalmente en paz pero fue solo un pequeño instante en que el aroma del Uchiha llego a sus fosas nasales y él ya se encontraba excitado.
No podía decir palabra alguna, estar entre los brazos de ese hombre le había nublado el juicio por completo y no parecía ser el único puesto que al cruzar su mirada con Sasuke un brillo depredador se asomó en esta.
-No me agrada que cualquier tipo ande tocando a mi omega.
Con tan solo una palabra el rubio salió de su letargo y forcejeo para apartarse del alfa, lucho duramente contra sus instintos puesto que aún no tomaba ningún supresor y el adictivo aroma del azabache le estaba provocando.
-Yo no soy tu omega- replico todavía sonrojado y agitado pero ya con una prudente distancia para mantener control sobre si- ni tuyo ni de nadie Uchiha.
El mayor solo sonrió con burla ante tal patético acto de autocontrol puesto que estaba despidiendo un dulce aroma desde que le sintió cerca.
-Así que no vuelvas a acercarte a mí.
Tomando aquella advertencia como un reto se acercó para eliminar la ridícula distancia de seguridad del Uzumaki y con un fuerte jalón lo posiciono nuevamente entre sus brazos.
-No te alejes Naruto- susurro con voz ronca y excitada al sentir el estremecimiento del menor ante su cercanía- nos necesitamos- sentencio lamiéndole el lóbulo de su oreja.
-¡DEJALO EN PAZ MALDITO ALFA!
Gaara se acercó con toda la intención de separarlos pero el Uchiha tras hacer a un lado a su pareja se aproximó para atestarle un puñetazo en el estómago.
-Creo que sabes muy bien de las excelentes capacidades físicas de un alfa- agrego arrogante- conoce tu lugar BETA.
Aquello causo un estrago a un mayor que el del golpe, ¡Ese maldito lo sabía! Que él era un simple beta y aun así le arrebatado a su amigo.
-Además sabes mejor que nadie que en este momento solo yo puedo controlarlo- menciono al señalar al rubio quien ni siquiera podía estar de pie.
-Naruto- susurro aun sosteniéndose para menguar el dolor- yo… yo.
-No puedes hacer nada en este momento.
Sin más agarro al menor y lo llevo con él de nuevo al edificio, sin que el Sabaku pudiese hacer algo o incluso el mismo Naruto quien se estaba restregando desesperadamente en el brazo de Sasuke.
-Naru- susurro al ponerse de pie, dispuesto a seguirlos e impedir que aquel sujeto volviese a tocarlo.
Pero antes de que siquiera poner un pie en el ascensor le sujetaron fuertemente y al observar de quien se traba una mueca de disgusto adorno su rostro.
-Déjame en paz, Sai- toscamente aparto aquella mano- Tengo que detener al maldito Uchiha.
-¿Detenerlo?-cuestiono con aquella extraña sonrisa- Pero si el mismo “rehén” no está oponiendo resistencia.
-Las hormonas, sabes muy bien que Naruto no se puede controlar en este momento.
-Tenía entendido que él era “especial”- poso su mano en su mentón como si tratara de recordar más del asunto- Ningún alfa había logrado incitarlo para aparearse.
-No hables tan vulgarmente de él.
-Vamos Gaara~ ese modo es el más correcto para describir lo que pasa entre alfas y omegas.
-¡¡¡ENTONCES POR QUE NO TE LARGAS A APAREARTE CON UNO INFELIZ!!!
-Encuentro más divertido hacerte compañía, además me aseguro que no salgas lastimado- agrego refiriéndose al golpe antes recibido- si vuelves a meterte en su camino te molera a golpes.
-No me interesa lo que ese maldito haga yo se lo prometí.
Ante la obstinada actitud del chico Sai dejo su fingida sonrisa para poner una mueca de fastidio, enserio ¿Todo tenía que girar alrededor de Sasuke?
Lleno de ira y fastidio tomo las solapas de la chaqueta del pelirrojo y le beso apasionadamente, introdujo su lengua para saborear mejor aquella boca.
-Mhpm- tardo en procesar lo sucedido y debido a ello su boca estaba siendo ultrajada violentamente- ¿Qué diablos le pasa a este maldito para besarme? ¡Yo no soy un Omega!
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-Mas… mas… p-por favor Sasu…-el rubio no podía ni completar una frase pues se negaba a dejar de saborear tan dulces labios- q-ui-ero~
-Lo sé, Naruto- respondió aferrándose a esa estrecha cintura- yo también quiero más de ti.
Llevados por la pasión, ambos se buscaron desesperadamente y se entregaron el uno al otro tan pronto encontraron privacidad en el cuarto del azabache.
-Siiii, quiero más… grande, fuerte… tuyo- murmuraba entre suspiros mientras continuaba meciéndose sobre la erección del Uchiha.
Lleno de lujuria dejo que sus labios recorrieran aquel tostado pecho para dejar marcas por aquí, por allá pero sobre todo le hizo dirigirse a esa zona del cuello donde el chico portaba su marca, ¡suya! y con aquel delicioso sentimiento posesivo, le mordió nuevamente.
-Ahhh… mhnn…- aquel placentero dolor fue suficiente para correrse, ¿Cuántas veces iban? No lo recordaba pero no era la última, aún no estaba satisfecho y por lo que podía sentir en su interior Sasuke tampoco.
Lamio el área para percibir la marca, deleitándose con saberse dueño de ese exquisito cuerpo y sin ser suficiente, empujo al chico para tenderlo en la cama y penetrarle en un ángulo diferente pero más profundamente.
-¡Eres mío! ¡Mi omega!-asevero mientras le embestía fuertemente.
Del rubio escaparon un par de lágrimas y sin saber siquiera si se derivaban del placer o la humillación, Sasuke las lamió y guardo para sí.