Sus ojos celestes se hallaban sumamente concentrados en la actividad dada por el profesor del chico, sin embargo el sonido rechinante de la puerta siendo abierta provocó que su acción se viese interrumpida. Ingresando al interior del aula de la clase 3-D, el subdirector mostraba una expresión sensata típica de él, que fue percibida por todos los presentes incluido el maestro.
—Disculpen la interrupción— habló con su voz ligeramente rasposa—. Busco al hermano de Akabane Karma; Shiota Nagisa ¿está?
—Demonios— musitó el de cabellos celestes a la par que alzaba su mano derecha—. ¡A-Aquí!
Un obvio ademán por parte del mayor indicándole que le siguiera, le dio automáticamente la aprobación para dejar a un lado lo que hacía y retirarse de su clase para seguir al hombre. Nagisa no se animaba a indagar y preguntar el porqué de esa repentina citación, puesto que si se mencionaba a su hermano antes, era sencillo predecir que el pelirrojo se había involucrado en una nueva riña en la cual, lo más probable -e indiscutible- era que había salido vencedor.
Y efectivamente; el hombre al abrir la puerta de la cual era su oficina, en uno de los dos sillones frente a su escritorio, yacía Karma con una mueca de enfado total y murmurando cosas que desde la posición de los recién llegados eran inaudibles. Al inspeccionar el atuendo de Karma, Nagisa pudo ver como algunas zonas de su chaqueta negra estaban sucias con tierra, pero lo demás aparentaba estar intacto, sin rasguños ni golpes; lo opuesto a Nagisa quien posiblemente hubiera salido malherido. El pelirrojo no había alzado su mentón para observar quienes habían entrado a la oficina, él había permanecido en su posición tronando sus dedos con el fin de relajar sus músculos que estaban tensos.
—Bien, Shiota, siéntese— bastó con oír el apellido de su hermano para que Akabane levantara fugazmente su cabeza y encontrara sus ojos dorados chocando con los zafiros.
— ¿Qué haces aquí? — murmuró Karma más para él mismo que para Nagisa.
—Le explico, Akabane— espetó el subdirector recobrando su postura seria mientras se sentaba—. Traje a Shiota para preguntarle algo y quiero que me responda con la verdad frente a usted.
Nagisa se mantenía confuso, sin comprender a qué quería llegar, igualmente que Karma, con la diferencia de que este último miraba con su ceño fruncido, hastiado de oír al mayor.
—Shiota— ahora movió su mirada al nombrado—. Las citaciones y comunicaciones a los tutores de Akabane, ¿llegaron a ellos?
El menor alzó sus cejas. ¡Claro que no habían llegado! Hablaban de Karma, quien falsificó sin pudo las firmas de sus padres e hizo lo imposible -con ayuda de Nagisa- para ocultar los días de suspensión que había recibido. En ese momento sí que le habían puesto entre la espada y la pared, en un debate mental sobre si "traicionar" a su hermano o continuar con las mentiras. Nagisa optó por ir a por la verdad, sabía que de una u otra forma cualquier elección traería consecuencias y aunque tuviera más temor en la forma en que reaccionaría su hermano, estaba dispuesto a asumir la responsabilidad.
—No— correspondió Nagisa en un titubeo, no sintió la intimidante mirada de Karma sobre él, pero aún así estuvo consciente de cómo volvía a tronarse los dedos más fuerte y fruncía aún más su ceño.
—Está bien— asintió, mientras tomaba una de las hojas en blanco que reposaban en su escritorio y escribiendo sobre esta prosiguió—: Entonces Akabane, no le enviaré una nueva citación por esta vez, sólo porque estamos recién iniciando el año escolar, simplemente pondré una observación en su expediente. Así que eso es todo pueden retirarse.
Apenas salir de la oficina, la campana indicando la conclusión de la jornada escolar no tardó en resonar por todo el instituto.
—Ve a buscar tu mochila, te espero en el portón— articuló Karma con voz demandante; enfado, eso se podía identificar en su hablar.
Sin objeciones, Nagisa asintió y corrió hacia su salón, en la cual todavía había algunos de sus compañeros arreglando sus cosas. Nagisa les ignoró, no quería hacer esperar a su hermano mayor, por lo que entre rapidez y torpeza ordenó sus cuadernos para luego salir a toda prisa de la sala y correr nuevamente hacia donde Karma le esperaba.
A medida de que se acercaba a la salida, a lo lejos ya lograba visualizar a la silueta del pelirrojo apoyada en el portón, con sus manos en los bolsillos de su pantalón y la indiferencia plasmada en su mirada, una de las cosas que el menor adoraba de Akabane era la seguridad que emanaba al hacer cualquier cosa, hasta estar simplemente de pie.
— ¿Ya? — inquirió Karma al ver al de cabellos celeste a su lado.
—S-Sí— respondió Nagisa tartamudeando, percibiendo la molestia de Karma.
El camino de regreso fue en afonía, aquello resultaba incómodo para Nagisa, debido que él ya estaba acostumbrado a que en todas sus caminatas tuvieran algún tema de conversación.
—Y... ¿por qué te peleaste esta vez? — se atrevió a preguntar Nagisa, tomando la iniciativa en la conversación.
—Un idiota, lo de siempre— contestó impasible.
—G-Gracias— agradeció Nagisa en un susurro.
El motivo por el cual Karma se peleara constantemente era con el fin de defender a Nagisa. Todo había iniciado hace dos años atrás, cuando en ese entonces Nagisa recién había ingresado a la secundaria con 13 años, a diferencia de Karma que estaba por pasar a preparatoria con 15 años. En aquella época, Karma ya era conocido por su fama de chico violento, excelente combatiente en luchas cuerpo y cuerpo y en notas académicas, lo contrario a Nagisa quien no se sabía proteger. Fue por ello que Karma, cada vez que oía a alguien burlarse del androgénico cuerpo de Nagisa, ahí estaba para defenderle.
No obstante, en el transcurso de esos dos años, los constantes insultos y mofas hacia el menor no acababan, sí habían disminuido, pues la mayor parte del instituto estaba enterado del abrupto chico pelirrojo y las consecuencias que traía luchar con él.
—Perdón— se disculpó Nagisa, Karma ante eso, bajó su vista para ver a su hermano—. Por mi culpa te dieron una nueva observación y además por mí es que siempre te tienes que meter en problemas.
Una estruendosa carcajada por parte del pelirrojo hizo que Nagisa alzara su mentón en confusión, observando con detalle las facciones de Karma al reírse. Cuando este finalmente calmó su risa, Karma se percató de la indefinida mirada de Nagisa.
—Tú nunca dejarás de ser tierno ¿verdad? — comentó con una sonrisa ladeada y pasando su brazo por los hombros del de ojos celestes—. Sabía que dirías la verdad, eres demasiado honesto y a pesar de que sí, me molesté en un principio, es imposible estarlo contigo. Además, sobre mis peleas, es algo típico en mí, no te preocupes, aparte jamás dejaré de meterme en problemas si es por defenderte.
Tras decir eso, los colores se subieron a las mejillas del más bajo.
A pesar de que no eran hermanos de sangre, el vínculo que mantenían era fuerte puesto que se conocían desde los 5 y 7 años cuando la madre de Nagisa y el padre de Karma le dieron la noticia de que se casarían y aunque en su comienzo ambos eran distantes por razones de inseguridad y desconfianza de una u otra forma tuvieron que aprender a adaptarse al otro, hasta que acabaron en esa situación de Karma siendo un sobre protector con Nagisa y este último tomando un cariño incondicional al pelirrojo.