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Porcelana por erickkbaj

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YongGuk estaba impaciente en la fila de la cafetería, había demasiada gente, era la mañana del 24 de Diciembre, la gente desde muy temprano llevaba prisa y alguna que otra andaba despreocupada de la vida perdiendo el tiempo o simplemente trabajando, pero no era su caso, llevaba esperando cerca de diez minutos formado solo para terminar de completar el regalo de aniversario que tenía en mente, el día de hoy había cumplido ya un año de relación con su novia, era una chica espectacular, la más pura e inocente persona que podía haberse encontrado, nunca se había atrevido a tocarle, y tal vez hoy sería una noche especial para ambos.

—Vamos, ¿Puede darse prisa? —YongGuk hablaba un poco mal humorado al empleado de la cafetería.

—Mire, no es el único, hacemos lo más rápido posible, todos tenemos prisa. —El muchacho con un acento característico de Busan le respondía de igual forma; mal humorado.

YongGuk se encogió de hombros sin dejar de estar molesto, al final de cuentas lo más seguro es que ella estuviera durmiendo, el objetivo de ello era llegar a su departamento de sorpresa.

Una vez todo listo, puso las cosas en una caja que le había puesto a su pequeña motocicleta. Aceleró para llegar aún con tiempo a la casa de su amada, al bajarse y estacionar la motocicleta se arregló su camisa negra y se subió los jeans que se le estaban cayendo. Agarró el gran ramo de flores, una caja con varias cartas y origami que había hecho a mano, subiendo por el ascensor hasta llegar a su piso, con el pecho acelerado entró en silencio, poniendo todas las cosas en la mesa, caminando hasta lo que era su habitación.

—Una más… —Escuchaba la voz de su novia, junto a las risas de…¿Otro hombre?

YongGuk abrió la puerta poco a poco, sólo para ver como un hombre se encimaba sobre su novia, por suerte las sábanas los cubrían sino quien sabe que más pudo haber visto. Enfurecido se acercó hasta el otro chico para alzarlo y tirarlo hasta el piso, golpeando su rostro y pecho con su pie.

—¡YongGuk déjalo! —Gritaba la chica cubriéndose sus pechos con las sábanas.

—Y yo que pensaba que eras diferente. —Le miró con enojo y decepción, tirando todas las cosas que le había llevado hasta la cama.

—No te vayas, déjame explicarte…¡No te vayas! — YongGuk salió de la habitación mientras la mujer trataba de detenerlo, suplicándole que le dejara explicar lo que había pasado, era evidente que no necesitaba más explicaciones, solamente pudo saber que no era el primero con el que había estado y en todo ese tiempo siempre le había sido infiel, y él como un tonto pensando en su pura inocencia, agradecía no haber llegado más lejos.

Se subió hasta su motocicleta, avanzando sin tener un rumbo fijo. El pecho le dolía, nuevamente cometía el mismo error, ¿Enserio era tan imbécil? Sólo era una decepción amorosa, en plena noche buena, antes de navidad, no podía ser más triste ¿O sí?

Frenó de golpe al percatarse de que estaba a punto de chocar con la parte trasera de un auto, no pasó nada más, pero definitivamente no debería estar pensando en el tema, aunque le doliera, aunque pensaba que podía amarla, pero no era así.

***

—¿No deberías irte ya? —Murmuraba un hombre palmeando la cabeza de YongGuk sobre la barra. Había encontrado un bar de mala muerte a las afueras de la ciudad.

—No quiero. —Murmuró con un tono un tanto infantil, ya estaba ebrio.

—Vaya chico, desde lo lejos se nota que sufres por alguna chica. —Otro cantinero, uno con la cabeza afeitada y usando lentes se acercó a los dos hombres.

—Pues sí, es una maldita perra, terminó siendo como la otra ¿Sabes cuántas novias he tenido? —

Le dio hipo, alzando su cabeza para ver a los dos cantineros. —Dos. —Mostró dos de sus dedos. —¿Y saben cuántas me han engañado? —Los dos hombres no sabían que responder, hasta cierto punto les daba gracia. —Así es…dos. —Eructó un poco, tomando el resto de alcohol que tenía su vaso.

—Pobre chico, incluso es más patético el día de hoy. Ninguno de los borrachos de siempre se ha quedado hasta tarde. —Murmuró el de cabeza afeitada.

—Cierto, pero no es el fin del mundo. —Trataba de animarle, encendiendo el reproductor de música. —¿Te sabes la letra? —Cuestionó el hombre, palmeando el hombro de YongGuk pasándose hasta donde estaba el aparato, tomando uno de los micrófonos.

—¿Karaoke? ¿En Navidad? —Cuestionó YongGuk, poniéndose de pie con algo de dificultad.

—Es noche buena, y no tenemos nada que hacer, te acompañamos chico patético. —Reía el otro cantinero, acercándose con varias botellas de licor hasta donde su compañero estaba.

Empezaron con la primera canción, la letra se trataba sobre una decepción amorosa, donde el chico insultaba de muchas formas a la chica, definitivamente era lo que YongGuk necesitaba, y desde luego separarse de su cerebro un momento.

***

—Chico, Despierta, tienes que regresar a tu casa. —Palmeó su cara para que despertara, le dio un susto ver aquel hombre, empezando a recordar las al menos tres horas donde cantaban todo tipo de canciones, embriagándose hasta caer.

YongGuk asintió, viendo la cara de resaca del cantinero y sonriendo al ver como el otro hombre estaba tirado a un lado de la mesa. Se despidió y tomó su motocicleta, quejándose por el sonido del motor cuando se subió en ella, dirigiéndose al único lugar donde podría desahogarse; la casa de su amiga.

Cuando llegó dejó la moto a un lado, sobre la acera, tratando de escalar uno de los árboles donde siempre lo hacía para entrar en su habitación, pero esta vez no tenía fuerzas y mucho menos coordinación por lo que caía seguido.

Algo enojado, tomó varias piedras para golpear la ventana de la habitación de su amiga, pero no veía una respuesta y en un arranque de enojo aventó una con tal fuerza que hizo que el cristal se rompiera.

—¿Quién eres maldito mocoso? —Un señor con lentes se asomo por la ventana rota, lanzándole la piedra de regreso a YongGuk., quién apenas si pudo esquivarla, el señor le seguía aventando varias de las cosas que tenía a su alcance.

—YongGuk ¿Qué haces? —Su amiga se asomó por la ventana de a lado, al parecer se había equivocado.

Su amiga bajó a abrirle la puerta mientras el señor, papá de su amiga, le aventaba libros grandes, YongGuk los esquivaba mientras pedía disculpas.

—¿Qué te pasa? Son las ocho de la mañana y es navidad, aún no he abierto mis regalos. —Se quejaba su amiga amarrándose su cabello enredado con una liga.

Habían sido amigos desde el jardín de niños, una gran amistad, casi, casi como hermanos, la chica no tenía alguno, era natural para ella haberse acercado a él. No le importaba que le viera sin maquillaje o sin peinarse, con rastros de saliva seca en su boca, un buen descanso y desde luego ojos ojerosos y con legañas, algo para huir o apenarse, pero ya habían dormido juntos desde hace varios años, ya las penas salían sobrando.

—¿Qué esa perra qué? —JiEun salía de su baño limpiándose el agua de la cara con una toalla cuando YongGuk le había contado lo que había pasado.

—Me engañó, y no era el primero. —Se encogió de hombros, incomodándose al recordar.

—Maldita quien la parió. —Se había enojado, sentándose a un lado de YongGuk. —¿Cómo estás? —Cuestionó viendo con tristeza a su amigo.

—¿Cómo crees que estoy? —Se dejó caer en su cama. —Soy un imán de mujeres infieles. —Se cubrió la cara con una de las suaves almohadas de su amiga. —¿Por qué tus almohadas son mejores? —Le recriminó a Jieun.

—Sólo es mala suerte, una mala racha, ya vendrán mejores, no te desanimes. —Palmeaba su hombro, quitándose su short para ponerse unos pantalones cómodos. —Quieres le amarro los pies, le será imposible caminar por mucho tiempo, le puedo decir a la abuela que me enseñe mejores trucos. —Sonreía quitándole la almohada.

—¿No se supone es bruja blanca? Además no es bueno que experimentes con ella. —JiEun rodó sus ojos poniendo sus manos en su cintura.

—Hechicera, suena mejor que bruja, y sí, bueno al menos no ahora me va a enseñar esos trucos, no por ahora. —Rió, jalando de los brazos de YongGuk para que se pusiera de pie. —Vamos borracho, que te debes de quitar la resaca antes de que mi papá te siga regañando. —Bajaron hasta la cocina, donde Jieun le sirvió parte de la cena que había quedado.

La familia Song es descendiente de antiguos hechiceros y hechiceras, algunos habían llegado desde Europa, y los poderes se fueron heredando poco a poco, incluso hay una pequeña comunidad esparcida por toda Asia, donde hacen reuniones para convivir, nada del otro mundo.

Después de varios regaños de parte del señor padre de Jieun, por fin lo dejó comer en paz, no había comido nada desde ayer en la mañana y dos platos de la cena de anoche no le bastaron. En silencio veía como la pequeña familia se quedaba en la sala abriendo los regalos.

—¿JiEun no te va a regalar nada? —La señora madre de su amiga le regañaba con la mirada a su hija.

—Ya está bastante grande para regalos de navidad. —Le miraba con fingido enojo.

—Tienes mi misma edad y estas abriendo los regalos que te dieron tus padres. —Se excusaba su amigo.

—Santa Claus, no mis papás, tonto. —Le aventó un cojín, haciendo reír a los presentes, ya acercándose la tarde, JiEun se llevó a YongGuk a su habitación.

—La verdad es que si te tengo un regalo. —Murmuró sacando una caja de su armario. —Toma. —

—¿Un…muñeco? —Frunció sus cejas, no sabía qué era lo que le trataba de decir.

Notas finales:

Buenas noches :v sé que dije que estaba de mini hiatus pero esta historia estoy por terminarla y por eso he empezado a publicar, no sé cada cuanto actualicé, depende de si me comentan o leen o no :v sino actualizo cuando quiera </3 

Espero les guste, la verdad será un fic muy corto, espero se queden hasta el final y bueno, gracias por leer espero leerlos ♥


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