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LOVE & FATE por The_dark_Duchess

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Notas del capitulo:

Buenas noches! ;)

Debo agradecer el tremendo apoyo que me habéis dado xD como les dije a algunos, pensé que esto de príncipes y plebeyos iba a aburrir :'v

Otra cosa más, hump, para los fans de KataIchi, debo informarles que aparecerán luego del asunto del torneo xD pero debutarán con todo :'v espero que la espera valga la pena.

 

Al fic:

Como tema del omegaverso, antes de comenzar la lectura, quisiera aclarar que la introducción contiene un auxiliar que explicaré brevemente para que sea entendido:

Mimetismo: en omegaverso, es la capacidad de algunos alfas y omegas de poder adoptar la forma de animales y usar sus habilidades, por lo general para defenderse y pelear; recuerden que el omegaverso tiene sus pininos más primitivos de las novelas de hombres lobo y vampiros, de donde se ha ido expandiendo hasta adoptar formas de más animales, como leones, serpientes, etc (¿Alguien ha visto “Sex pistols” ?, es yaoi, creo que es el mejor ejemplo) la forma de la transformación depende de cada autor, en mi caso serán por fases (como la mayoría que usa esta herramienta) lo que se explicará poco a poco. ¡El mimetismo no es un auxiliar obligatorio! Pero a mí me gusta XD varias autoras me lo han pegado :’v

 

 

El anillo que Zoro le entrega a Sanji, más o menos una combinación de estos dos:  IMAGEN 1   -   IMAGEN 2

 

¡Nos leemos en notas finales!

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INTRODUCCIÓN 
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•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•

 

 

Two old souls with two young hearts

 

  

Zoro y Sanji llevaban conociéndose apenas una semana, tiempo en el cual se veían entre diario, las primeras noches solo las dedicaron a conocerse mutuamente, o al menos más por parte del rubio ya que el peliverde hablaba muy poco de sí mismo, éste prefería conocer más y más al príncipe.

 

Esa tarde Sanji la había ocupado absolutamente en preparar una serie de mini bocadillos oriundos de diferentes partes de Germa, a excepción de un onigiri, que lo había hecho especialmente para el moreno. Las clases con Zeff eran exigentes y agotadoras, el cocinero real no tenía ni una sola pizca de consideración hacia él ni siquiera porque se tratara de uno de los príncipes, Sanji recibía tantos -o más- golpes que el resto de aprendices, sin contar con que era el más joven, con solo diez años de edad, asombraba el excelso entusiasmo que dedicaba a cada mínimo detalle.

 

La única que sabía acerca del inapropiado pasatiempo del tercero de los cuatrillizos era Sola, la reina, quien dulce y consentidora, facilitó con todo lo que estuvo a su alcance para que al menos el rubio de sus hijos pudiera hacer algo que realmente le apasionaba, anhelaba verlo feliz y siendo incluido en algo, ya que sus hermanos lo único que hacían era menospreciar cada mínimo logro que alcanzara.

 

La noche estaba llena de nubes que impedían a la luz de la luna filtrarse hasta las calles, pero Sanji corría emocionado como si le festejaran el sendero mientras abrazaba con todas sus fuerzas una lonchera de plata labrada.

 

Zoro era un experto perdiéndose, obviamente sin intención alguna, pero cuando tenía que encontrarse con Sanji, el aroma de éste lo ayudaba a encontrar la dirección correcta; también favorecía el hecho de que el parque central era fácil de ubicar, o al menos era un lugar céntrico y las perdidas de Zoro casi siempre acababan ahí.

Su fuero interior revoloteó con algarabía cuando percibió ese delicioso aroma infantil que le pertenecía al príncipe, siempre se sentía muy feliz cuando esa fragancia deleitaba sus fosas nasales, el alfa correteó como un tigresito veloz entre los entrecruzados caminos de lo que conformaba la reserva natural, hasta que finalmente llegó a su ansiada meta.

 

Sanji alistaba nervioso la lonchera, es decir, los ayudantes habían probado su sazón y le habían criticado hasta lo que aún no preparaba; inclusive Shanks, el ayo real, había aconsejado algunas cosas para mejorar el sabor.

 

—¡Oye! Llegas tarde. —Acusó con falso enojo el rubio.

—Sabes que…

—Los caminos cambian de lugar a cada rato. —Dijo con mofa, ya se había aprendido la excusa irrisoria del peliverde.

 

El de piel acanelada se ruborizó avergonzado y giró el rostro.

 

—¡No seas un resentido! —Farfulló el rubio.

—¿Qué es eso que traes ahí?

 

Esta vez, el rubor pasó a las pálidas mejillas del príncipe.

 

—Bu… bueno… es para ti… —Informó extendiendo la lonchera rectangular de metal labrado.

—¿Enserio?

 

Zoro abrió la lonchera sin mostrar tacto; pero los bocados que se suponían debieran estar ahí ya no estaban, mejor dicho, no eran distinguibles; en su lugar, había un zafarrancho de todo menos de… algo. Nadie, ni siquiera Sanji, podía distinguir dónde comenzaba un bocado y dónde terminaba otro.

 

—No… no estaba así cuando lo preparé. —Los ojos celestes entristecieron. — Seguro mientras corría…

 

Sin dejar pasar mucho tiempo, el peliverde tomó un cúmulo de arroz manchado con miel y marisco y se lo llevó a la boca. Es decir, de por sí la comida no estaba bien sazonada, las manos inexpertas del omega recién daban sus primeros frutos, aún bastante verdes debe recalcarse; pero con una combinación poco conveniente, muy pocos tendrían la valentía de comerse… eso.

 

Pero a Zoro poco o nada le importaba ese asunto del “sabor”, su omega le había cocinado algo y con solo saberlo, era suficiente para disfrutar la comida. Era cierto, su paladar no mentía, eso no sabía bien realmente, pero de todas maneras se terminó los alimentos.

 

—Estaba delicioso —Afirmó el alfa con una sonrisa satisfecha.

 

El omega sintió un montón de fuegos artificiales centelleando en todo su pequeño cuerpo, por poco y meneaba la colita inexistente de felicidad, pero de toda la entropía interna que desordenaba cada célula de su cuerpo, lo que dejó salir al exterior fue un hechizante brillo de bengala en sus profundos ojos color cielo.

 

—Jajaja ¡Te sonrojaste! —señaló el alfa un poco apenado; en efecto, las mejillas sonrosadas de Sanji ahora estaban tan rojas como una manzana madura.

—¡Eres un…!  —Recordó uno de los adornos que colgaban en el ventilador de la cocina. — ¡Eres un marimo! —Sanji no sabía cómo más ‘defenderse’, así que solo optó por recoger la lonchera vacía y alistarse para regresar al palacio.

—Oye, y tú… tú… —También se le vino a la mente un alimento tradicional del lejano Japón al observar esas rizadas cejas.— ¡Cejas de sushi!

 

Los orbes celestes se abrieron grandes mientras miraban al peliverde, entre abochornado y enfadado, infló los cachetes, dio media vuelta y se fue dando exagerados zancos con cada uno de sus pies.

 

—¡Oye! ¡No te vayas!

 

Zoro corrió detrás de él y en su afán por detenerlo, tomó fuertemente una de sus manos.

 

Y… Oh, por todos los dioses…

 

Una intensa sensación les nubló la mente a los dos como si sus manos hubieran sido hechas para encajar, se sujetaron con vigor; pero cuando ambos se percataron del utópico nubarrón en el que ese simple contacto los había sumergido, se soltaron asustados. Zoro gruñó protestante por la separación y Sanji cerró sus tobillos y muslos, sin saber muy bien por qué. Les faltaba la respiración, pero ese simple contacto se sintió tan bien.

 

Apenas eran niños de diez años, pero ya sabían que les gustaba estar juntos.

 

 

═════════๑۩۞۩๑═════════ 

 

 

 

Zoro y Sanji se tomaban de las manos siempre que podían, de los seis meses que se conocían, cinco llevaban siendo más cercanos de lo que serían con cualquiera.

Eran días festivos en Germa, y la Familia Real como muy pocas veces, se quedó saludando al pueblo desde el balcón principal del palacio; Sanji estaba impaciente porque a esas horas ya debería estar rumbo a los pasadizos del castillo antiguo para salir al exterior.

 

—Aburrido. —Se quejó Niji que era obligado a sonreír a la fuerza.

—Solo hazlo, de todas maneras nos van a forzar a hacerlo, así que no tiene sentido segregar más bilis de la necesaria. —Enfatizó Ichiji mientras saludaba con un estoico gesto.

—Niños, por favor, no se distraigan. —Cantó Sola con dulzura a los dos pequeños

 

Reiju era la que se robaba las miradas de todo el pueblo, era una púber alfa muy guapa y las habladurías oportunistas entre las madres que tenían hijos o hijas omegas en edad contemporánea a la Princesa heredera no dejaron de circular por toda la muchedumbre.

 

—Míralos cuchichear entre ellos, Reiju, como si pudieran tener el descaro de fantasear con poder casar a sus hijos contigo. —Vituperó el Rey entre dientes a su hija, que solo asintió secamente, recepcionando el veneno en forma de palabras que salía de la boca de su padre.

 

La Familia Real se despidió con unas secas agitadas de mano y se enclaustró en las lujosas paredes del palacio, de inmediato, los menores corrieron cada uno para su habitación, mientras Reiju se quedaba con su padre para escuchar el sermón acostumbrado; Sola se fue a descansar a sus aposentos.

 

En menos de cinco minutos, Sanji llegó escurridizo al castillo antiguo y con trompicones torpes al final salió al exterior, la gente de Germa festejaba con cotillones y tamborileros entre carcajadas agradables y cargadas de sosiego. Se celebraba aquel legendario día cuando Kuroashi no Futa conquistó esas tierras y liberó a los nativos de la esclavitud barbárica de los Sanjos ya hace muchos siglos en el pasado.

 

 Cuando llegó al parque central, se dio con la sorpresa de que toda el área estaba abarrotada de personas con chispitas y globos tradicionales, entre otras cosas.

 

—Esta vez el que llegó tarde fuiste tú. —Zoro se acercó con cautela por detrás y como acto reflejo le tomó de la mano.

 

Ambos suspiraban entusiasmados por el inocente hecho de tener sus manos enlazadas.

—Te vi saludando junto a tu familia allá en ese balcón, fui a verte desde el público luego del discurso del Rey.

—¿Sí? En realidad, no es la gran cosa.

—De todos tus hermanos, tú eras el más bonito. 

 

La cara del omega se iluminó a la vez que se coloreaba de encendidos matices rojizos; su alfa le estaba haciendo un cumplido, y eso lo hacía feliz.

—Puedo escuchar las mariposas revoloteando en tu estómago. —Agregó Zoro, sabía que a Sanji le gustaba que le dijeran esas cosas de vez en cuando.

 

Y ese día se sentía inspirado, no sólo por las elegantes ropas que llevaba el rubio, sino que esa noche en especial parecía brillar ígneamente.

—¡No pueden vivir mariposas dentro de una persona, marimo!

—Es una metáfora.

Además, el maestro de Zoro le estaba enseñando a cortejar.

—Ven ¡vamos a ver los fuegos artificiales!

Los niños corrieron escabulléndose entre la gente para poder llegar a la vista principal del lago nacional, tomándose con fuerza las manos y con sus dedos jugueteando entre sí, repartiéndose mutuamente inocentes y cosquillosas caricias.

Los fuegos y las chispitas centelleantes ya eran la atracción principal del barullo y la gente aplaudía con el lirismo calcando sus sonrisas. Muchas parejas empezaron a besarse aprovechando el hechizo de los fuegos artificiales, una creencia antiquísima. El par de niños se observaron por largo rato; Sanji tenía magia desbordándose de los dos diamantes celestes por los que miraba y Zoro se estaba ahogando en la tormenta de arco iris que desataba su pecho; las mejillas del príncipe ardían, y cuando no le pudo sostener más la mirada a su alfa, se acercó tímidamente.

 

 Las manos tomadas intensificaron el agarre, y por un momento, Zoro le prestó más atención a los labios color fresa leche de los que el omega era dueño; así que ambos se acercaron cautelosos y ansiosos antes de juntar sus frentes solo un segundo antes de que sus labios hicieran implosión molecular, todo se volvió silencioso alrededor, sus almas se conectaron como si hubieran esperado por ese momento durante siglos; lo único que resonaba en sus cabezas eran los latidos propios y los de su compañero; sus cuerpos convulsionaron microscópicamente, una horda de termitas imaginarias treparon por sus brazos y una medusa invisible besó los confines más ocultos de sus pieles, rasgándoles la sensibilidad y volviéndolos locos de sensaciones.

Como si celebraran su primer beso, los fuegos artificiales resonaron con más potencia, o eso parecía; el encargado soltó el cohete más colorido que tenían y el cielo nocturno se convirtió en una manta negra repleta de estrellas coloridas por un momento; cuando Zoro y Sanji se separaron, casi jurarían que veían polvo de estrella rodeando su espacio personal; levantaron la vista y se deleitaron con el colorido espectáculo.

 

De pronto, todos sin excepción se tomaron las manos; no importaba quién era el de su lado, si era anciano, niño, beta, omega, etc; simplemente se sujetaron y todos corearon el Hallelujah en voz alta y fuerte, la sinfonía variopinta de tonadas y colores musicales que hacía el canto de la gente paralizó las calles, regocijando el ambiente con una densa sensación cálida. Las amas de casa sacaron a lucir sus pasteles principales para acariciar el olfato de los transeúntes y las omegas jóvenes sonaron sus cascabeles; todo era una tradición de siglos en el país de Germa, era su día nacional.

 

¡Hallelujah, un día como ese, el gran Kuroashi había liberado sus tierras! Y también un día como ese, un par de niños había encontrado el amor y su destino.

 

 

 

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— ¿Sabes? Cuando sea grande, quiero irme de Germa y viajar para probar todos los sabores posibles ¡dicen que hay un gran lugar llamado All Blue donde existen todas las especies de animales marinos! ¿Puedes creerlo? ¡Te podré preparar todo tipo de sushis y onigiris con tantas especies! Mucha comida japonesa.

Zoro y Sanji estaban sentados sobre un tronco bajo la luz de la luna, conversando luego de descubrir la sábila de una planta muy curiosa; ya casi había pasado un año y medio de conocerse. El alfa le había contado que era adepto a la gran mayoría de comida y costumbres japonesas gracias a su madre, oriunda de ese país.

 

—Me gustan los sushis porque me recuerdan a tus cejas. —Agregó con una sonrisa guasona.

Sanji le dio un zape, abochornado por la referencia que su alfa hacía siempre a sus cejas.

—Auch —Zoro sonrió. — Por cierto ¿dónde se relata eso del All Blue? No he leído nada de ello.

—Está escrito en un libro antiguo de la Biblioteca Real ¡su autor es el gran Kuroashi no Futa! El liberador de Germa, actualmente es una leyenda popular entre las personas que nos apasiona la gastronomía.

Kuroashi no Futa, parece un apelativo japonés; pensé que tu familia tenía raíces francesas.

—Las tiene, la Casa de Vinsmoke y la Casa anterior a nosotros, literalmente lo único que nos falta para ser franceses es haber nacido allá; el gran Kuroashi era oriundo de Yamato; el antiguo Japón ¿Podrías creer que aún en sus escritos él hace participar a Amaterasu y Ryuu?

Zoro se apegó a Sanji para besarle la mejilla.

—¡Hey! —El rubio se tomó el cachete besado, abochornado.

—Eres mi omega, te beso cuando quiera, me gusta cuando hablas de Japón.

—¡Yo no soy tu omega!

—Entonces yo no soy tu alfa.

El príncipe infló sus cachetes berrinchudamente; por alguna razón, en el fondo se angustiaba cuando su alfa le “dejaba”.

—Sabes que es broma; tú vas a ser mi omega para siempre.

Zoro fue tumbado al suelo por un meloso príncipe rubio de cejas rizadas; que esta vez le dio un beso en los labios; así de manera inocente como ellos sabían hacerlo. Cuando se despegaron, la cara del peliverde era un poema absorto.

—¿Te pasa algo, marimo?

Lo que el peliverde observaba era un par de puntiagudas y esponjosas orejas de color amarillo, con una chispa negruzca en sus puntas.

—¿Zoro?

Pero el jovencito no reaccionaba, muy pocas veces se veían mimetistas de tercera generación; de hecho, se decía que en unos diez o veinte años, se extinguirían.

—Sanji tú… tienes… tienes nuevas orejas

El omega se rebuscó la cabeza hasta dar con el fenómeno; su par de nuevas orejas se sacudió ante su tacto y él mismo dio un saltito sentado del susto.

—Déjame ver… —Zoro se sentó con Sanji aún sobre sus muslos y con sumo cuidado, acarició el par de orejitas. — ¡Son muy suaves!

—Ca… ¡Cállate! —Farfulló el omega avergonzado y ocultó su cara roja en el espacio del cuello del alfa

—¡Oye! No te avergüences, a mí me gustan.

—¡Pero no puedo llegar así al palacio!

—Veamos… —El alfa lo observó con cautela. — esas orejas salieron cuando nos besamos… así que…

Se propinaron un nervioso beso para separarse expectantes, pero ‘desgraciadamente’ el par de orejas aún seguía ahí.

—¡Qué voy a hacer ahora! ¡Esto es tu culpa marimo!

—¿Mi culpa por qué?

—¡Porque tú me haces sentir tan…! 

El alfa se carcajeó secamente, acariciando las orejas de su omega con desdén; hasta que Sanji se volvió a avergonzar tanto que le propinó un beso torpe que ambos necesitaban. Para cuando se separaron, las orejas se habían desvanecido.

—Confirmado, esas orejas salen cuando tienes emociones bochornosas.

—¿Ya no están? —El omega rebuscó con sus manos las suaves orejas en su cabeza, pero en efecto, habían desaparecido.

—Es una pena, me gustaban.

—¡Pues a mí no!

—Sanji, ¿no sabías que eras un omega mimetista?

—Pues no… nunca me habían hablado de eso…

—Ya veo, tu familia es de sangre pura; yo desearía poder hacerlo también.

—¡Pero eso no importa! ¡Yo no quiero ser un mimetista! —Reclamó Sanji, intentando animar al peliverde

—Te quiero tanto…

 

Se abrazaron como si quisieran romperse los brazos al hacerlo; el omega recostó su cabeza en el hombro del alfa y así continuaron la velada hasta que llegara el tortuoso momento de separarse.

 

 

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Un poco más de dos años, ese era el tiempo que ellos se conocían.

Sanji estaba en la flor de la pubertad, y rumbo a la adolescencia; las curvas del nacimiento de sus caderas se habían remarcado suavemente, solo que con el entrenamiento impuesto tanto por su padre como por el ayo real, su plano abdomen había desarrollado musculatura, no tan voluminosa como lo hubiera hecho un alfa, pero no era un vientre tan delicado como el de la mayoría de los omegas. Zoro era un poco más fornido pues su cuerpo estaba adaptado para sostener una firme musculatura cuando alcanzara la madurez. El alfa admiraba al omega más de lo que era permitido, a veces aseguraba que su rubio no tenía nada que envidiarle a Hancock, una princesa real que el mundo había proclamado como la omega más hermosa del planeta.

 

Zoro adoraba estar cerca de Sanji, su vida había cobrado un rumbo colorido desde que el omega era parte de ella. Pero lamentablemente, era muy pronto para que el paraíso sea bajado a sus pies; el peliverde tenía una misión y su maestro siempre se encargaba de recordárselo. Había llegado la hora de seguir rumbo a la prez correspondiente que devino con una trágica noticia y por más que quisiera, no podía quedarse más tiempo en Germa.

 

[…] "Si ese omega es para ti, el destino te dará la oportunidad de que vuelva a ti, o tú vuelvas a él" […]

 

Con las palabras de su maestro taladrándole la cabeza, y su corazón necesitado por viajar, esa noche esperó por Sanji. El jodido clima no estaba de su lado ese día pues de vez en cuando unas cuantas gotas discretas rebatían contra su rostro.

 

—¡Marimo! —El omega había llevado una bolsa de onigiris de diferentes sabores, había mejorado su sazón, aunque aún le faltaba pulir muchos aspectos

 

Zoro aspiró incansablemente el aroma de Sanji, quería gravarlo en sus fosas nasales para siempre, si fuera posible enfrascar un poco de esa fragancia en una botellita, lo haría.

 

—¿Te pasa algo? —Sacudió suavemente el paquete. — Esta vez hice más onigiris.

 

Las manos del peliverde fueron directamente hacia los cabellos color oro del príncipe y se pasearon por éste con sumo cuidado, como si estuviera tratando con la joya más frágil del mundo.

 

—Sanji… tenemos que hablar.

—Pues hablemos.

—Verás… primero, quiero darte esto.

 

De su bolsillo, Zoro sacó un anillo precioso de oro rosado incrustado y labrado en piedras blancas que tenía como atractivo principal, una piedra cortada en forma de diamante.

 

—Es muy importante para mí, así que por favor te pido que lo aceptes y lo cuides.

—¡Es bellísimo!

—No más que tú.

 

Le dio un beso mientras le colocaba el aro en el dedo anular.

 

—Vaya… —El rubio observó maravillado los detalles del anillo, era un omega después de todo, y a los omegas les gustaban los regalos.

—Sanji, eres demasiado importante para mí.

—Ya lo sé, marimo —Sonrió con altanería. — Nunca nos vamos a separar…

—De eso quiero hablarte, debo irme.

—¿Tu maestro te dijo que regreses temprano?

—No, no es eso… debo irme de Germa, a otro país.

 

La cara del príncipe transmutó a una que desvelaba horror y desconcierto.

 

—¿¡Qué…!?

—Es por algo muy importante.

—¿Más importante que nosotros?

—No, pero… pero es necesario y yo… yo lo necesito. —Sanji se había percatado del profundo deje de tristeza con el que Zoro estampaba su rostro, era percibible hasta sus ojos de pecana.

—¿Lo necesitas? ¿A quién necesitas? ¡Al menos dime dónde te vas!

—No puedo decírtelo, no debo.

 

Y no debía, claro que no, era parte de su voto de lealtad.

 

—¿Me dejas por una razón vacía? ¿¡Quién te crees tú que eres!?

 

El omega retrocedió cuatro pasos del alfa y adoptó una posición a la defensiva.

 

—Sanji…

—¡Soy un príncipe para ti ahora! ¿Y esto? —Le enseñó el anillo que le había entregado. — Me lo quedo porque… porque… ¡Porque es tu pago por todo el daño que me estás haciendo! ¡Me debes aún! ¡YO TE ODIO!

 

El príncipe se negaba a separarse del peliverde, pero estaba tan molesto…

 

—Te daré una oportunidad más… dime dónde te vas… solo eso, no puedes irte sin decírmelo ¡aunque sea miénteme! No me dejes a la deriva…

—No voy a mentirte, pero tampoco puedo decirte la verdad

 

Los ojos del omega se acuaron de amargura, impotencia y pena; comenzó a negar furiosamente, desaprobando la actitud de su alfa. Es que ningún alfa debería dejar a un omega y tenerlo a la deriva, para los omegas eso era como un abandono directo.

 

—¡ZORO YO TE ODIO TANTO DESDE AHORA!

—¡Eso es mentira, y lo sabes! —Gruñó, pero sin usar su voz, no quería que las cosas fueran así con Sanji— Yo te prometo que voy a serte leal y fiel; no importa cuánto tiempo me tome, yo voy a volver por ti y el día que me vuelvas a ver, será para pedirle tu mano al Rey ¡Te lo juro!

 

Y ante los ojos absortos del omega que para ese entonces ya lloraba, el alfa hincó una de sus rodillas y agachó la cabeza delante de él, con una mano sobre su pecho, en el lado donde palpitaba su corazón.

 

—Tienes mi palabra, mi honor; y por mi voluntad corre, el dejarte mi corazón rebosante de amor por ti —Finalizó para clavar con su fiera mirada los profundos ojos tristes de Sanji.

 

Para ese entonces, la lluvia chorreaba como una ducha helada en plena madrugada, empapando sin piedad los dos cuerpos solitarios; el de Sanji tiritaba, el de Zoro permanecía indemne.

 

—No me importa lo que digas… vete, alfa, no te quiero ver nunca más.

—Volveré por ti, porque eres mío.

—¡VETE! ¡YO NO TE QUIERO VER NUNCA MÁS! ¡TÚ ME ESTÁS ABANDONANDO Y ESO NO TE LO PUEDO PERDONAR! —Despotricó tirando la bolsita de onigiris antes de pisarla.

 

Y los pies del príncipe lo llevaron huyendo del lugar, su mediana silueta dejaba la zona del gran parque donde creía haber encontrado el amor; la silueta postrada del peliverde recobró la postura natural, una vez solo, cerró los ojos y le echó una vista a la luna, intentando convencerse de que el omega algún día lo entendería. Con la tristeza azotando sus corazones, ambos gritaron sumergidos en sus respectivos calvarios. Zoro recogió el desastre en el piso en medio de su letargia y lo acunó en su pecho.

 

Muy jóvenes para el amor, pero no para conocer a sus destinos.

 

 

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To be continued...

Notas finales:

Muchas gracias por leer!!! sé que dije que la continuaría luego de finalizar SÍ, SOMOS PADRES, pero necesitaba hacer votaciones, ya que no puedo continuarla en borrador si no tengo estable las parejas en el fic xP

En vista que me han sigerido todo tipo de parejas, voy a ponerles aquellas de las que podría escribir o me llaman la atención:

GRUPO 1:   (Marco x Ace)   -    (Ace x Sabo)  -   (Ace x Luffy)

GRUPO 2:  (Smoker x Luffy) admito q me pegaron curiosidad por esta ship *-*   -  (Sabo x Luffy)  -   o les vale xD si les vale lo dejan a mi criterio y ahí sí que puedo sorprender jujuju xP

GRUPO 3:  (Doflamingo x Crocodile)  -  (Doflamingo x Vergo)

Sólo escojan una pareja por grupo por favor xD si no les interesa ningun grupo pos no se preocupen :P aunq sea unas palabritas tirándome tomate, un saludito o una queja... se aceptan (?).

Si les vale las parejas, también pueden decirme :v así trabajo más relax, ya que sé que la mayoría está aquí por el ZoSan XD (la OTP de quien escribe :'B)

¡Se busca parejas para Niji, Yonji y Reiju TuT! ¿alguien me ayuda? estoy creando trama y me estanqué con ellos, se aceptan sugerencias yaoi, heterosexuales y yuri :D :'v help me?

Cuidense mucho! la proxima semana tengo exámenes :'v así que me dedicaré a estudiar y a evaluar vuestras votaciones ;D

Besos. Tengan una linda semana. ♥

 

 

Miércoles 06 septiembre 2017


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