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Ahora mi corazón está lleno por Kat-tururu

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Notas del capitulo:

Esta historia se puede leer como un AU moderno o no, dado que no menciono ninguna época y tampoco ninguna guerra. No tengo pensado hacer una secuela, aunque hay algunas ideas flotando por allí que quizá me anime a aterrizar si así lo desean. 
Gracias por leer, espero que lo disfruten!

La secuela ya está lista!!!

Lea aquí ----> Take Me Home (http://www.amor-yaoi.com/viewstory.php?sid=196368)

La noche se sentía demasiado cálida para Collins quien tiró del cuello de su uniforme e intentó mantener la calma ante aquel repentino calor, nunca se había sentido de esa manera, aunque podría ser que estuviera enfermándose, después de todo los entrenamientos nunca eran fáciles y las condiciones climáticas tampoco ayudaban mucho. Sin embargo, lo dejó pasar, no se lo comentó a nadie porque no deseaba levantar miradas o recibir preguntas. Él estaba bien, nadie a decir verdad se preocupaba por un beta y él no deseaba tener atención que no necesitaba en su escuadrón.

Un alfa llamado William se acercó a él, se dirigía al comedor para tomar algo de alimento y después poder ir a descansar tras una jornada larga en la base.

-Collins, Collins, Collins… -Canturreó el alfa, poniendo un brazo por sobre los hombros de Collins, su compañero era un tanto más alto que él y aun así lo hizo encorvarse un poco.

-William, estás pesado. –Se quejó Collins, dándole un golpe en uno de sus costados al hombre.

-Oh, vamos, querido Jack, no seas amargado. –William lo soltó por las buenas, sonriendo, caminando a la par del rubio mientras entraban en el salón, no había mucha gente, pero el olor a alfa de ese lugar le llegó de golpe a Collins, quien de inmediato se cubrió la nariz.

-¿Qué sucede, Jackie? –Preguntó William, bromeando con el apelativo que había usado para Collins aunque sin ganas de ofenderlo realmente.

-Huele demasiado. –Murmuró bajo su mano y se sostuvo de su compañero por el mareo intenso que le había ocasionado aquel olor.

-¿A qué?

-No lo sé, creo que fue el olor de la cocina… No me he sentido muy bien. –Fue la única explicación que Collins encontró para aquella ligera nausea en su estómago. Los betas, se decía, no podían percibir olores, ni de omegas, ni de alfas, así que Collins, sin experiencia en ese cambio de olores, no pensó que se debiera a algo distinto más que una infección estomacal, lo que no le hacía menos difíciles las cosas, enfermarse en medio del entrenamiento no era para nada algo bueno.

La cena pasó de forma extraña e incómoda para Collins, sentado con sus compañeros apenas pudo comer la mitad de lo que había en su bandeja, lo que por cierto había levantado comentarios por parte de todos sus compañeros. Se sentía acalorado aunque sus amigos insistían que la noche estaba fresca, lo suficiente para que todos estuvieran utilizando abrigos. Había un calor instalado en su vientre, aunque él lo confundía con algún malestar, y los olores cambiaban, algunos eran más amargos que otros, salados, olor a hierba. Se estaba mareando con tan sólo pensarlo.

-Jack, ¿qué te sucede, hombre? Estás todo rojo, ¿te sientes bien? –Preguntó John, uno de sus compañeros de escuadrón. Collins se estremeció cuando el otro hombre puso una mano sobre su frente como si le hubiesen puesto un hielo.

-¿Qué pasa, Collins? –Farrier se sentó a su lado, llevaba su bandeja de alimento la cual dejó sobre la mesa. También parecía interesado en investigar a Collins quien de inmediato pareció haber caído en cuenta de algo.

-Farrier, tú… -Jack lo miró y tragó saliva, se sentía un poco desorientado, pero el olor de Farrier era firme, intenso, olía a canela, a tabaco y a café. Eran olores agradables, no como los demás olores que se le habían presentado durante el día. –Tú hueles…

-¿Huh? ¿Huelo? Pues… he estado en el taller hasta hace poco, quizá me cayó demasiada grasa de motor. –Respondió confundido, sus amigos bromeaban, pero Collins poco les prestaba atención, así que negó suavemente, aún fijo en el par de ojos verdes que también lo observaban.

-No… tú hueles a café y a… Oh, dios… -Collins se levantó abruptamente de su asiento, lo que dejó a más de uno preguntándose qué le sucedía.

-Espera, Collins, ¿qué sucede? –Farrier lo siguió con la mirada y de inmediato le golpeó un olor diferente y por la mirada de sus compañeros, era más seguro decir que también lo habían percibido.

El olor de un omega en celo.

Era la primera vez que Farrier olía algo como eso. En sus años desde que se había presentado como Alfa había comenzado a percibir los diferentes olores de las y los omegas que cruzaban su camino, pero nunca se había encontrado con uno que le avasallara de esa forma, que le gustara, con el que sintiera su alfa despertar como en ese momento.

Collins olía a bosque húmedo y fresco, a madera recién cortada, a miel tibia.

-Dios mío, Collins es un omega. –Soltó William de repente, lo que hizo que la mayoría de los presentes en el salón levantaran la cabeza. Jack se detuvo, se abrazó a sí mismo y observó a su alrededor, sus compañeros lo observaban, algunos se habían levantado y tuvo inmediatas ganas de acobardarse cuando se encontró con que Farrier también estaba de pie, lo miraba con detenimiento, el olor del alfa aún era fuerte a pesar de estar alejados.

Farrier vio como Collins salía disparado del comedor, parecía asustado y conmocionado por la situación.

-¿Qué no se supone que Collins era un beta? ¿Cómo carajos escondió su condición por tanto tiempo? –Cuestionó uno de sus compañeros, todos estaban ligeramente alterados por el olor de un omega en celo. En la RAF no había omegas, sólo betas y alfas que pudieran pilotear. Los omegas que había estaban en el ala de administración y medicina, algunas enfermeras, secretarias y cadetes desdichados que presentaron durante su estancia en la academia y que jamás serían capaces de ser pilotos.

-Bueno, está en celo, deberíamos ayudarlo. –Un piloto de otro escuadrón, sentado en la mesa contigua a la suya, parecía entretenido por el recién descubierto omega. Farrier sintió un gruñido creciéndole en el pecho cuando el hombre volvió a hablar. –Tal vez es uno de esos omegas que tardan en presentar, cualquier cosa que sea, podría cogerme ese culo esta misma noche.

El gruñido de Farrier más su puño chocando contra el metal de la mesa, puso en alerta a la mayoría.

-Ni siquiera te atrevas a mirar en dirección de Collins. –Le advirtió, siseando las palabras. Farrier era un alfa demasiado fuerte y casi nadie lo dudaba, sus compañeros siempre miraban hacía él cuando se trataba de apoyo en el aire o en los entrenamientos. Era un piloto experto, de buenos nervios y calculador. Nadie se esperaba que Farrier saltara así a la defensiva por Collins, aunque a decir verdad, nadie se esperaba que Collins presentara como omega en medio de la cena.

-¿Tú lo vas a impedir Farrier? ¿Qué carajos te importa el niño? Lo que necesita es un buen nudo en su interior para que entienda que los omegas no tienen un espacio entre los pilotos.

-Si vuelves a decir una sola cosa más sobre Collins, el que no tendrá espacio entre los pilotos serás tú después de que te rompa los huesos. –La voz de alfa de Farrier era demasiado intensa, la mayoría de los alfas jóvenes e inexpertos se habían sentado y agachado la cabeza ante aquella discusión, e incluso William encontraba un poco difícil mantenerse recto.

-Vamos, Farrier. Déjalo… Debemos encontrar a Collins, si no somos nosotros, alguien lo hará y si está en celo, vaya a saber Dios lo que le harán. –El comentario de William pareció accionar algo en el instinto de Farrier, así que soltó un gruñido que reverberó desde su pecho e hizo a algunos empequeñecerse en sus asientos.

-Iré a buscarlo yo, si alguien le pone un dedo encima a Collins lo voy a destrozar. –Después de eso, Farrier salió hecho una fiera del salón, los presentes aún estaban alterados y William tan sólo esperaba que Farrier se tomara las cosas con calma y que a Collins no le pasara nada.

No era un secreto que Farrier se había tomado un cariño especial con Collins, ambos eran compañeros de vuelo, se tenían las espaldas en el aire y en la tierra, eran buenos amigos y compañeros y a veces parecían tan unidos que William podía encontrar similitudes en sus personalidades, pero Collins era un beta, y las relaciones entre alfas y betas jamás habían sido bien vistas, mucho menos si se trataba de un beta varón. Los omegas varones no eran cosa del otro mundo, aunque siempre se esperaba de un alfa que buscara a una omega bonita, mujer, que no diera problemas y se quedara en casa como buena esposa y madre, los omegas varones eran más difíciles, pero no por eso las relaciones entre un alfa y un omega varón estaban prohibidas. Pero los omegas no estaban permitidos entre los pilotos, porque sus hormonas podían poner en peligro ciertas misiones o interrumpir el entrenamiento, además, un omega con ciclos regulares de celo no podía estar ausentándose durante la formación de pilotos.

Collins había corrido todo lo que sus piernas se lo habían permitido. Había algo que estaba mal con él, lo sabía, jamás se sintió bien con su persona, pero nunca supo qué era aquello que le faltaba, había cumplido veinte años de edad, y casi dos años en la RAF y uno como piloto, era imposible que presentara como omega a esa edad. Y ahora todos lo saben…Había no sólo presentado como omega a los veinte años, sino en frente de todo su escuadrón y de otros pilotos. Estaba condenado, completamente condenado y el calor en su cuerpo no mermaba. Se sentía horrible, se sentía necesitado, sus piernas estaban débiles y podía sentir que algo en su parte baja comenzaba a humedecerlo.

Logró llegar hasta su cuarto, la habitación que por cierto compartía con Farrier al ser los dos compañeros de pilotaje. El olor de Farrier estaba ahí también y él jamás había podido percibirlo hasta esos momentos, con tal intensidad que apenas podía pensar. Todos siempre decían que Farrier era un alfa demasiado fuerte, él jamás se vio amedrentado por eso, porque era un beta, por eso habían congeniado tan bien y ahora… ahora Collins había presentado como omega.

-Oh, por Dios, me va a odiar. Me va a aborrecer… -Collins pensó con pesimismo. Creyó que idealizar platónicamente a Farrier era algo con lo que podía conformarse, con tener su amistad, con ser su compañero, pero ahora que aquello podía serle arrebatado, sentía una angustia que alteró sus nervios y quizá sus hormonas porque un gemido salió de su garganta que básicamente lo llevó al suelo, se inclinó hacia adelante y se abrazó nuevamente, jadeando por el calor que sentía, su vientre comenzaba a doler, un tirón lo hizo gemir de nuevo, no sabía que tener un celo era tan doloroso.

Pasaron unos pocos minutos cuando escuchó la puerta abrirse abruptamente, lo que lo llevó a erguirse y arrinconarse hasta una esquina del pequeño cuarto, el olor de un alfa alterado lo golpeó casi dejándolo débil, provocando un nuevo gemido a la par que un calambre le tironeaba el vientre.

-Collins, ¿estás bien?

-Farrier… -Jadeó el rubio al verlo. Era Farrier, la peor persona que Collins esperaba ver. No quería sentir su rechazo ni verlo despreciarlo, al menos no tan pronto.

-Hey, Jack… vamos, todo está bien. Voy a acercarme. –Le hizo saber mientras daba pasos hacia él, pero al tenerlo muy cerca, Collins se apretó más contra la pared, le sudaba la frente y tenía la cara algo roja, los ojos febriles, sus hormonas llenaban el cuarto.

-Tom… lo siento, yo… yo no sabía que… que esto iba a pasar, lo siento. –A Collins le temblaba la voz, temía ver el rechazo en los ojos de Farrier.

-No te disculpes, Jack. –El mayor se inclinó hasta estar a su altura y se acercó más a él, el aroma de su celo era bastante fuerte y por el estado en el que estaba seguro estaba comenzando a tener dolores, lo confirmó cuando lo escuchó gemir bajito y llevarse las manos a su vientre.

-No sé qué está mal conmigo. –Murmuró el rubio y Farrier pasó una mano desnuda sobre la frente de su amigo, quien de inmediato tembló por el tacto y pareció aliviado por este.

-Nada está mal contigo, Collins. Nada. Todo va a estar bien. –Lo reafirmó Thomas, intentando sonar tranquilo pese a que sentía que las hormonas del celo de Collins sacaran a flote sus instintos. Jack sintió un nuevo tirón en el vientre y esta vez el gemido de dolor de sus labios fue llamada suficiente para el alfa frente suyo.

-Vamos a llevarte a la cama, debes estar demasiado incómodo ahí. –Farrier lo tomó por los brazos y lo levantó, el menor se apoyaba en los hombros fuertes de su amigo aunque sentía las fuerzas mermadas en cada parte de su cuerpo. En lo único que podía pensar era en la increíble e irreverente necesidad que sentía dentro de sí de ser tomado por un alfa. Por ese alfa. El que olía a café y a canela. Sin embargo había una parte de sí que temía a esta nueva faceta, que odiaba comportarse tan bajo por instintos tan básicos. No deseaba que Farrier lo odiara, seguramente después de eso lo haría.

-Necesitamos calmar tu celo o será peor, si es el primero que tienes.

-Puedo… puedo soportarlo. –Mintió, pero su convicción flaqueó cuando una nueva contracción lo atacó, haciéndolo retorcerse en su cama una vez que estuvo ahí.

-Tienes la piel muy caliente… El dolor será demasiado.

-Está bien, Farrier. Puedo soportarlo… lo voy a soportar, no tienes por qué quedarte.

-No digas esas cosas, Collins. Me quedaré, me voy a quedar y voy a ayudarte con esto… Sé que lo necesitas y sé que sabes que es conmigo con quien lo necesitas. –Declaró, sin una pizca de remordimiento de imponerse sobre un omega vulnerable, pero no podía darle más vueltas al asunto. Ese era su omega, el que le correspondía por derecho y su deber era cuidarlo, procurarlo y guardarlo de aquello que pudiese lastimarlo. Collins le alcanzó del antebrazo, respiraba pesado y su otra mano estaba aferrada en su vientre.

-Duele… duele mucho… -Admitió. –Haz algo… por favor… -Le pidió, aunque aún estaba inseguro.

Había sólo una razón por la cual Collins percibía tan bien y tan apaciguadoramente el olor de Farrier, y había una buena razón por la cual el piloto estaba ahí, tratando de ayudarlo sin que le pareciera algo inadecuado.

-Voy a hacer que pare, lo prometo. –Farrier trajo a sus labios los nudillos de la mano de Collins y los besó y se subió a la cama como un depredador que se agazapa para hacerse de su presa. Collins temblaba con anticipación, con dolor, necesitaba que aquello fuese rápido, Farrier podía notarlo; aún tendrían algunos días irregulares de celo para tomarse el tiempo, pero por ahora, lo que Collins necesitaba era a Farrier dentro suyo sin más miramientos.

No hubo nada ceremonioso en desnudarse, ambos fueron rápidos, ansiosos, impulsados por un instinto tan característico de sus personalidades pese a que Tom hubiese deseado tomarse su tiempo en cada aspecto de ese encuentro. Farrier deseó que Collins fuera un poco más abierto con lo que deseaba ya que podía verlo debatirse entre lo que necesitaba y lo que sentía, pero no lo presionó tampoco. Collins por su parte sólo deseaba que el dolor parase y que ese alfa hiciera algo, nublado por completo bajo los efectos de su celo, se sentía mareado y casi fuera de sí, como si todo eso fuera una experiencia surreal. Sudaba, aunque Farrier pareció encontrarle gusto a eso porque lo besaba por todas partes, a veces se detenía y succionaba alguna porción de piel que hacía a Collins retorcerse de placer, sobre todo cuando las manos de su compañero, firmes y cálidas, endurecidas por el tiempo, pero gentiles, lo acariciaron con paciencia. Tom sabía lo que hacía y disfrutaba haciéndolo y al mismo tiempo observar a Jack quebrándose por completo con tan sólo el tacto de sus manos. Sin embargo, por la forma en la que el rubio parecía volverse cada vez más ansioso, Farrier dejó de lado todo y se concentró en aliviar el celo de aquel omega.

Collins recuperó algo de consciencia en algún momento en el que cierto dolor se apoderó de él en su parte baja; afianzó las manos en los hombros de Farrier y gimió alto y sonoroso cuando los movimientos circulares en su esfínter pasaron de ser dolorosos a placenteros. Pero esta vez la vergüenza sí que le golpeó fuerte y aparte de no poder calmar su alocada respiración ni ciertos sonidos provenientes de su garganta, casi comete la locura de pedirle a Farrier que parara, ya que por la mirada casi oscura en los ojos de Farrier, cuando se acercó a su rostro para besarlo, sería imposible que el alfa lo dejara.

El beso fue desordenado, sus labios jamás se habían sentido tan necesitados de otros y Farrier parecía saber todo lo que necesitaba porque ni siquiera tenía que pedir por ello y Jack apenas tenía suficiente de los labios de Tom así que procuró llenarse de aquella sensación.

Sólo que un nuevo tirón en el vientre lo hizo sollozar y gemir en dolor y Farrier retiró sus falanges aunque aquello causara un nuevo gemido de decepción en Jack, quien asustado se aferró a los brazos de su compañero.

-Tranquilo… tranquilo… -Farrier susurró aquellas palabras en el oído del menor, para brindarle calma y distraerlo de su ansiedad. Podía sentirlo en cada fibra de su cuerpo, la forma en la que Collins respondía de forma perfecta a todo lo que él le hacía y por supuesto que entendía que aquello debía ser más rápido pese a aún desear poder tomarse su tiempo.

Collins tenía un cuerpo que a ojos de Farrier era divino, su vertiginoso vientre que se mantenía firme y plano, unos muslos carnosos de piel lechosa que parecían invitarle a quedarse en su calidez. Farrier podría haberse quedado a admirarlo toda la noche si con eso se grabara aquellas imágenes para siempre. Los labios rojizos, aquellas mejillas sonrosadas por el calor o por la vergüenza, cualquiera que fuera, lo hacían verse como una pintura renacentista, porque Collins en toda su belleza, mantenía una inocencia que Farrier no quería destrozar, por eso, pese a que él fuera un alfa, se tomó aquello con calma para rendirle respeto suficiente a su omega.

Era todo brazos temblorosos y gemidos bajitos, miradas esquivas y labios ansiosos que Farrier tranquilizó con varios besos antes de tomar la única parte virgen que le quedaba a Collins. Inmediatamente el menor comenzó a temblar, apretando los labios para no sollozar y aferrando sus manos contra la espalda sudorosa de su compañero quien susurraba palabras de amor a su oído y le pedía dulcemente que respirara, que todo pasaría cuánto antes. Recogió las piernas sobre la cama, podía sentir su interior arder a cada momento en que Thomas lo hacía suyo.

Cuando por fin Farrier estuvo dentro de él, se detuvo y le acarició la frente a Collins, haciendo hacia atrás el cabello rubio que se le pegaba a la frente y repartió algunos besos en su febril rostro.

-¿Estás bien? –Preguntó con voz serena, pero todo lo que pudo responder Collins fue un leve asentimiento de cabeza. Su vientre había dejado de doler, se sentía demasiado lleno que casi no podía soportarlo. Era la primera vez que estaba con alguien, sobre todo con un alfa y había cierta incomodidad en sus piernas, pero trato de resistirlo y acostumbrarse a ello. Aún con la lubricación natural de su celo, era imposible para Collins tomar todo y adaptarse tan rápido.

Lo demás pasó casi como recuerdos borrosos, Collins no estaba seguro del todo de qué exactamente había pasado o cómo, pero de alguna manera Farrier había logrado llevarlo a un borrón de emociones. En algún punto de todo eso lo obligó a acomodarse de forma distinta y él, dócil, se dejó, porque no tenía más opción y no quería que Farrier estuviera lejos tanto tiempo.

Thomas tenía ambas manos sobre la cadera del menor y Collins tiritaba y gemía con distintas intensidades, aferrado fuertemente con puños cerrados a las sábanas ya maltrechas de la cama. Sintió cómo el nudo de Farrier se hacía grande en su interior y entonces sí que soltó un grito de dolor.

-¡No puedo! ¡Espera… espera! –Le pidió Collins, pero el alfa no escuchó o hizo caso omiso porque se inclinó hacia él y le olfateó el cuello, lo que hizo a Jack reaccionar de nuevo.

-¡Farrier, no me muerdas…! -Su voz se quebró, porque no deseaba decirlo y pudo escuchar de inmediato al alfa gruñir, aferrándose más a su cuerpo y acertando un golpe contra su cadera que lo hizo temblar desde su vientre, casi provocándole un orgasmo instantáneo, gimoteó un par de veces antes de recuperarse.

-Mí omega… -Gruñó el mayor y se acercó a lamerle el cuello, Collins volvió a estremecerse.

-No… Farrier, por favor… no puedo…

-Si no lo hago cualquiera pensará que tienen derecho a tocarte… -Planteó Farrier, algo que era bastante real, un omega en celo y sin marcar corría varios riesgos, aún sin el celo, Jack podría verse envuelto en varios problemas y en el peor de los escenarios, marcado por algún alfa abusador. Farrier era su mejor opción, aunque no por eso significaba que debía ser así. Todo pensamiento coherente terminó allí en cuanto el alfa reanudó sus movimientos contra su cadera.

Minutos después a Collins lo golpeó su orgasmo a la par que el nudo de Farrier se formaba en su interior, su omega gimió satisfecho y poco después un dolor intenso en su cuello lo hizo trastabillar en la inconsciencia.
Farrier tenía su mandíbula cerrada contra el cuello de Collins, había roto la piel del omega que ahora sangraba y poco después Tom comenzó a limpiar la herida con su saliva, para sellar la marca, aquello dejó más dócil y vulnerable a Collins, sin embargo, se sentía protegido y olvidó el dolor que sentía por el enorme nudo de Farrier en su interior.

La primera oleada de calor en su interior le hizo arquear su espalda y gemir bajito, se llevó una mano al vientre y cerró los ojos, avergonzado hasta el último de sus cabellos; aún faltaba para que aquello terminase.
Ya recostado en la cama, con la respiración calmada y atrapado aún en los brazos de su alfa, Collins sentía que había algo mal con todo eso, pero sus hormonas lo pusieron dentro de una perfecta ilusión y Farrier era el alfa más cariñoso con él que Collins jamás pensó haberse topado. Le acarició y lamió la marca en su cuello hasta que esta no dolía más y lo dejó dormir un rato hasta que él mismo despertó a mitad de la noche, demasiado ansioso y en la cima de su celo como para tener modales o recordar que hasta hace poco Farrier había sido nada más y nada menos que su compañero de escuadrón, el primer piloto del escuadrón, de hecho.

La mañana siguiente, Collins estaba envuelto en las sábanas de su cama, por completo. Las oleadas de calor le habían golpeado un total de tres veces y esperaba que hubiera más de eso. Se sentía drenado, cansado y estúpidamente necesitado. Farrier lo había ayudado a tomar una ducha y luego lo dejó recostado y envuelto en sábanas limpias, él se vistió para salir, asegurándole que volvería rápido con comida y agua para él y para reportarlos a los dos en la base. Era una ley universal inquebrantable, no había fuerza que pudiera separar a un alfa de su omega en celo y recién marcado, así que Farrier hizo todo lo más rápido que pudo, pidió a William que le consiguiera comida mientras él lidiaba con su superior del escuadrón de la RAF y no más de media hora después estuvo de regreso con Collins, quien despertó casi de inmediato al sentir al alfa cerca. Cabía mencionar que su instinto de alfa y su testosterona estaban tan concentradas y fuertes que la mayoría de los cadetes o pilotos, alfas o no, se habían quitado de su camino.

-Volviste… -Collins se quiso incorporar en la cama, pero sintió un pinchazo de dolor en su parte baja que lo hizo moverse con cuidado.

-Por supuesto que volví. –Farrier dejó las cosas que llevaba en manos sobre un escritorio dispuesto cerca de una pared y se acercó de inmediato a Collins para impedir que se levantara. -¿Cómo te sientes? –Le preguntó al poner sus manos sobre los hombros desnudos del rubio y asentarlo cerca suyo.

-Pensé que no volverías… -Collins enredó sus brazos en el cuello de Farrier y lo olfateó en reconocimiento, Tom no tardó en besarle la marca de su cuello para tranquilizarlo.

-No habría razón para no volver, eres mi omega. –Murmuró sobre su piel y sintió que Collins se estremecía.

Aún tenían muchas cosas que hablar y aclarar, Collins tenía miedo de lo que le deparaba en la RAF y con sus compañeros y lo confundía la idea de que Farrier tan fácilmente hubiese aceptado todo eso e incluso hubiese llegado tan lejos como para morderlo y marcarlo como su omega. Todo aquello podía aterrorizarlo, y seguramente entraría en pánico una vez que su celo se disipara y sus hormonas no controlaran todo lo que sentía.

Sintió que la temperatura de su cuerpo subía nuevamente y sus muslos se humedecieron y en ese momento todo lo demás dejó de tener importancia suficiente, solo las manos de su alfa sobre su cuerpo importaban.

Seguro que luego de su celo se daría cuenta que pasarlo con un alfa tan fuerte como Farrier y terminar marcado por este mismo, tendría sus consecuencias, porque aún si fuese su primer celo en regla, Collins seguía siendo fértil.

 

 

Notas finales:

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